En las fiestas -dice Octavio Paz- el tiempo deja de ser sucesión y vuelve a ser lo que fue, y es, originariamente: un presente en donde pasado y futuro al fin se reconcilian.
¡Ave María Purísima!, ante la triste celebración este año de las fiestas de la Constitución y de la Inmaculada que, eso sí, dan lugar a un espléndido puente vacacional prenavideño, veo que nos está pasando algo muy grave. Recuerdo las polémicas y las tensiones que hubo recién estrenada la Constitución para convertirla en el nuevo gran ídolo político, con su fiesta nacional el 6 de diciembre, sin renunciar por ello, puesto que los obispos no estaban dispuestos a ceder, a la que aún era importantísima fiesta de la Inmaculada el día 8 (sólo dos días después), que figura en el calendario de la Iglesia como fiesta de precepto. Los políticos del momento pretendían que la Iglesia rebajase de categoría la fiesta de la Inmaculada y renunciase a que fuese un día festivo también en el calendario civil. O que le cambiase la fecha. Pues no, no hubo manera, y ahí se quedaron las dos fiestas con el puente que las une.
Hoy las cosas hubiesen sido de otro modo, tanto por parte de los políticos como por parte de la Iglesia. Los políticos, dispuestos a ceder lo que haga falta (mientras no tenga repercusiones económicas para ellos): es el precio que han decidido pagar, dispuestos como están a llevarse bien con los anticonstitucionalistas de todo pelaje. Y la Iglesia, en su afán de estrechar manos y tender puentes a diestro y siniestro y no negarle una sonrisa a nadie, tampoco hubiese puesto hoy tantas trabas para renunciar a una fiesta que se ha ido desinflando: y más a partir del Covid, que dio lugar a la depauperación, cuando no a la eliminación del culto y de las fiestas.
Y claro, mal lo tenemos si como asegura Octavio Paz, la fiesta es un presente en donde pasado y futuro al fin se reconcilian. Mal lo tenemos, puesto que no hay voluntad de reconciliar nuestro pasado y nuestro futuro en el presente. Antes al contrario, en lo que menos piensan los políticos a quienes nos hemos confiado, es en reconciliación.
Y al ver la corta edad de la Constitución, tan sólo 43 años, no puedo evitar la sensación de que somos una sociedad que sufre de envejecimiento prematuro. Si la Constitución se nos ha hecho vieja en tan sólo 43 años, ¿cuál no será el grado de envejecimiento de la sociedad que instituyó la fiesta de la Constitución para celebrar su nacimiento? Como criatura que ha nacido con no pocas dificultades obstétricas y que quizás únicamente por eso presenta una salud precaria, de manera que apenas sale de un achaque ya se mete en otro, podemos decir que la Constitución nunca ha gozado de buena salud. Cuando nació, porque era aún demasiado frágil; y cuando fue cumpliendo años, porque era demasiado evidente su envejecimiento prematuro. Los genes que había recibido de sus progenitores, no daban más de sí. Pero es que tampoco podemos sentirnos ufanos de la salud política de la sociedad que dio a luz esa Constitución. Fue una sociedad muy inclinada a la degeneración, vestida con los ostentosos ropajes de la libertad, inmersa aún en los reflujos del 68 con los que se explican todos los desmanes, incluidos los de la Iglesia.
Total, que pocos motivos de celebración encontramos, por mucho que nos esforcemos. Nuestros políticos de todos los signos, además de nuestras instituciones de refuerzo, le han ido haciendo a nuestra Constitución rasguños por todas partes, algunos muy profundos, que la han desfigurado y desangrado; y sus enemigos declarados, confortablemente instalados en las instituciones, no pierden oportunidad de asestarle valientes puñaladas. Lo más llamativo, y en esto se parece a la Iglesia, es que las peores puñaladas proceden de quienes institucionalmente tienen la obligación de defenderla. Llevamos 11 años (la cuarta parte de vida la de la Constitución) esperando que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre el aborto. Y como la sentencia más lógica no es políticamente correcta (es decir que no sería a gusto de los que mandan), pues nos quedamos sin sentencia y sin justicia. Sin sentencia y sin justicia. Dando tiempo y más tiempo para que ahonde en la sociedad española la convicción y el sentimiento de que el aborto y el infanticidio explícito en que se convierten gran número de abortos, son un bien. Tremendísimo castigo para la sociedad.
Tampoco es mejor la suerte que ha corrido la fiesta de la Inmaculada, casi tan extinguida como la de la Constitución. La sociedad que hace 43 años dio vida a la Constitución, gozaba de una buena salud religiosa. La fiesta de la Inmaculada era en muchas diócesis el núcleo más fuerte del culto a la Virgen. Era fácil encontrar iglesias en que se celebraba solemnemente la novena, adornada con los cantos populares de toda la vida. Y abundaban por toda España las procesiones de la Inmaculada, que venían a ser el pórtico que daba paso al ciclo navideño. En realidad, era el inicio de las navidades. Y de todo esto, ¿qué se hizo?
Volvemos a la colaboración necesaria de quienes tenían por oficio y misión velar por mantener vivas las bellas tradiciones de la Iglesia en España. Y es que, fieles al “espíritu del Concilio”, los obispos se cuidaron de que en sus seminarios se cultivase esa moderna pastoral “social” de autoayuda, en la que la Iglesia arrinconó tanto la liturgia como la piedad popular. Para la nueva ola de la Iglesia, con esas remesas de curas asistentes sociales, las novenas, los rosarios y las procesiones eran “malos usos” condenados a la extinción.
Me contaba un cura amigo que en el seminario donde estudió, estaba prohibido y prácticamente perseguido el rezo del rosario, de manera que los seminaristas disidentes de esas directrices, se reunían en pequeños grupos a rezar el rosario. El mayo del 68 del mundo, fue precedido por el octubre del 62 de la Iglesia, que se prolongó hasta diciembre del 65. Justo el 8 de diciembre, el final del “destape” de una Iglesia (la jerárquica) que tenía prisa por dejar desbordarse su fatiga religiosa. Y el resto lo hizo el plano inclinado.
A partir de ahí ocurrió de todo. Los nuevos “teólogos”, los postconciliares, pusieron todo su empeño en demoler la teología, hasta llegar a las abominables aberraciones que circulan por el Vaticano (sí, sigue siendo el Segundo) como moneda de curso legal. De arruinar la liturgia se encargaron legión incontable de curas empeñados en hacer cada uno “su” misa, poniendo en ella toda su creatividad. Y las devociones populares, totalmente proscritas: porque no tenían cabida en el “Espíritu del Concilio”.
Y no, no se dieron cuenta de que estaban demoliendo la Iglesia que habían recibido en herencia para construir en ese mismo solar totalmente desolado, esa nueva Iglesia que aún no han parado de buscar, y que sienten hoy más próxima que nunca: una Iglesia creada total y absolutamente a imagen y semejanza del mundo.
Echando por la borda el depósito de la fe popular. Porque igual que ocurre con la Navidad y la Semana Santa, es el culto popular el que ha dado cuerpo y alma a estas fiestas. Ahí está el imponente fenómeno de la devoción popular a la Virgen, a la Madre de Dios, que tiene una advocación en cada lugar. Porque en ella tiene la humanidad su más bruñido espejo, en ella se reconoce la mujer en su excelsa misión de madre. Y es efectivamente la fiesta de la Inmaculada, que se nos ofrece en otros pueblos como la María Grávida, en pleno Adviento, la que nos evoca el inminente nacimiento de su Hijo. Pero estamos en época antinatalista.
Pues sí, todo eso se ha esfumado, dejándonos una fiesta de la Inmaculada vacía y desangelada, de modo muy parecido a como se nos ha vaciado la antaño tan solemne y esperanzadora fiesta de la Constitución. En este nuestro presente, el pasado está muy emborronado; y el futuro no hay modo de verlo. Será por eso que estas fiestas se han ido desmoronando.
Virtelius Temerarius
La lectura del Evangelio según San Lucas XXI, 25-28.34-36, propia del domingo 28 de noviembre, primer domingo de Adviento, muchos curas con grave error en sus homilías han dicho que es un simbolismo comparándolo con situaciones políticas, económicas, sanitarias o climáticas actuales (crisis, China-USA, covid, cambio climático).
ResponderEliminarTampoco es un "género literario" del tipo "apocalíptico judío", enseñando que es una ficción, o sea, una cosa inexistente, inventada y engañosa, negando la realidad histórica de la palabra de Jesús.
Incluso la explicación del Vaticano es mundana, no católica y omite verdades de fe:
"Para cada uno de nosotros, el “final de los tiempos” será el momento de nuestro paso de la vida presente a la eternidad [error nº 1, es la Segunda Venida de Jesús, el último día del mundo humano]. Mientras tanto, tenemos que experimentar los problemas propios de esta vida presente. El lenguaje de la Biblia llamado apocalíptico describe el paso de este mundo al futuro con las imágenes simbólicas [error nº 2, será una realidad histórica] de un cataclismo universal, pero no para que nos sumamos en el pesimismo, sino para que, animados por la esperanza, en lugar de agachar nuestras cabezas como esclavos oprimidos, las levantemos para que el Señor nos libere de las cadenas del egoísmo [error nº 3, nos liberará del triple aspecto del pecado: pecado original, pecado individual y pecado social o estructural; y vendrá una Tierra nueva y un Cielo nuevo]"
vaticannews.va/es/iglesia/news/2021-11/28-de-noviembre-comentario-del-evangelio-i-domingo-adviento.html
Según la Tradición eclesial, estas lecturas evangélicas apocalípticas deben de interpretarse exclusivamente para la salvación de las almas, no en clave Agenda 2030, y dentro de los tratados de la teología dogmática:
I. Dios creador
II. Dios redentor
III. Dios santificador
IV. Dios consumador
La primera lectura del Evangelio de San Lucas XXI está en el contexto de Dios consumador o remunerador, también conocido como escatología individual (muerte, cielo, purgatorio e infierno) y social (Reinado del Anticristo, Segunda Venida, Juicio universal, resurrección de los muertos, Reino consumado de Dios).
La primera parte comprende la Segunda Venida de Jesús, el Juicio universal de Dios, la específica condena en el infierno o el premio en el cielo en aquellos tiempos, la resurrección de los muertos y el Reino consumado de Dios.
Luego, la segunda parte se refiera a la vigilancia ante su Segunda Venida, la vigilancia que ha de tener cada alma para su propia salvación durante su Segunda Venida.
Finalmente, y por analogía de la fe, también se refiere a la escatología personal, la vigilancia ante nuestra muerte, y en concreto, nuestra buena muerte para alcanzar la teosis (divinidad por participación, acceso a la Iglesia Triunfante) y recuperar así nuestro cuerpo gozoso en la resurrección final.
La lectura del Evangelio de San Lucas XXI, por tanto, habla de la Segunda Venida de Jesús para condenar y premiar, así como la necesidad de vigilar espiritualmente. Todo ello plenifica este primer domingo de Adviento, para abrir en los posteriores domingos de Adviento de los días 5, 12 (Gaudete) y 19 de diciembre la cuestión de la Primera Venida de Dios redentor, Jesús nacido de María como niño (Jesús Dios y Hombre verdadero) que se celebra en Navidad, 25 de diciembre.
Parte de la decadencia actual de la Iglesia y del Vaticano es el haber arrinconado la Sagrada Tradición y las interpretaciones verdaderas, clásicas y tradicionales de los Padres, Doctores, grandes teólogos y místicos de la Iglesia, para abrazarse al falso catolicismo protestante y luterano surgido a raíz del Concilio Vaticano II, que nos dibujan un falso Jesús acaramelado y endulzado de amor sin justicia, ni castigo ni verdad alguna, para acomodar conductas propias contrarias al catolicismo. Unas interpretaciones auténticas sacadas de un texto del Opus Dei.
Domingo 1º de ADVIENTO - Ciclo C
ResponderEliminarLectura del santo Evangelio según SAN LUCAS XXI, 25-28, 34-36:
Parte I: versículos 25-28
Parte II: versículos 34-36
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PARTE I. VERSÍCULOS 25-28
VENIDA DE JESÚS AL FINAL DE LOS TIEMPOS – JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS – CIELO E INFIERNO
"Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está cerca su liberación»
(Catena Aurea hjg.com.ar/catena/c601.html)
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Jesús se refiere a la conmoción de los elementos de la naturaleza cuando llegue el Fin del Mundo y el juicio a las naciones.
La potestades de los Cielos se conmoverán es decir, todo el universo temblará ante la Venida del Señor en poder, gloria y majestad.
Jesús, aplicándose a Sí mismo la profecía de Daniel 7, 13-14, habla de su Venida gloriosa la Final de los Tiempos.
Los hombres contemplarán el poder y la gloria del Hijo del Hombre, que viene a juzgar a vivos y muertos.
Este juicio corresponde a Cristo también en cuanto hombre.
La Sagrada Escritura describe la solemnidad de este juicio. En él se confirma la sentencia dada a cada uno en el Juicio Particular, y brillarán con total resplandor la justicia y la misericordia que Dios ha tenido con los hombres a lo largo de la historia.
Catecismo Romano I 8,4:
"Era razonable que no sólo se estableciesen premios para los buenos y castigos para los malos en la vida futura, sino que también se decretase en un Juicio General y Público, a fin de que resultase para todos más notorio y grandioso y para que todos tributasen a Dios alabanzas por su justicia y providencia"
Es pues, esa Venida del Señor el día terrible para los malos y de gozo para quienes le fueron fieles.
Los discípulos han de levantar la cabeza con gozo, porque se aproxima su redención. Para ellos es el día del premio. La victoria obtenida por Cristo en la Cruz, que es la victoria sobre el pecado , sobre el demonio y sobre la muerte, se manifiesta aquí en todas sus consecuencias.
Por eso nos recomienda el apóstol San Pablo que vivamos "aguardando la bienaventuranza esperada y la Venida gloriosa del Gran Dios y Salvador Nuestro Jesucristo (Tito 2, 13).
El Credo del Pueblo de Dios nº 12:
"[El Señor] Subió al Cielo, de donde ha de venir de nuevo, entonces con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos, a cada uno según los propios méritos: los que hayan respondido al amor y a la piedad de Dios irán a la vida eterna, pero los que los hayan rechazado hasta el final serán destinados al fuego que nunca cesará."
PARTE II. VERSÍCULOS 34-36
ResponderEliminarVIGILANCIA
"Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre»
(Catena aurea hjg.com.ar/catena/c603.html)
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Al final de su discurso el Señor exhorta a la vigilancia, como actitud necesaria para todos los cristianos.
Debemos estar vigilantes porque no sabemos ni el día ni la hora en que el Señor vendrá a pedirnos cuenta.
Por ello hay que vivir en todo momento pendientes de la voluntad divina, haciendo en cada instante lo que hemos de hacer.
Hay que vivir de tal modo que, venga la muerte cuando venga, siempre nos encuentre preparados. Para quienes viven así, la muerte repentina nunca es una sorpresa. A estos les dice San Pablo:
"Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas para que aquel día os arrebate como un ladrón" (1 Tes 5,4).
Vivamos, pues, en continua vigilancia.
Consiste la vigilancia en la lucha constante por no apegarnos a las cosas de este mundo (la concupiscencia de la carne, de los ojos y la soberbia de la vida, según 1 Juan 2.16), en la práctica asidua de la oración que nos hace estar unidos a Dios.
Si vivimos de este modo, aquel día será para nosotros un día de gozo y no de terror, porque nuestra vigilancia tendrá como resultado, con la ayuda de Dios, que nuestras almas estén prontas, en gracia, para recibir al Señor.
Así, nuestro encuentro con Cristo no será un juicio condenatorio sino un abrazo definitivo con el que Jesús nos introducirá en la casa del Padre.
"No brilla en tu alma el deseo de que tu Padre-Dios se ponga contento cuando te tenga que juzgar" (Camino nº 764)
Preciso retrato del momento actual de la sociedad española y de la jerarquía eclesiástica. Esa situación de la debilidad de la Constitución y de la falta de puso católico tiene su extensión particular estos días con el acorrolamiento nazi del niño de Canet y su familia. Un niño de cinco años. Eso me trae a la memoria un precedente en el seno de la Iglesia católica. En la llamada Escuela Cristiana. En el fango estercolado en que braceaban como representantes un jesuita que tiene la desvergüenza de impartir doctrina moral desde la falda de la hoja dominical y su adlátere, un maestro de escuela, hoy, creo en la Generalidad, se impulsó la persecución nazi, sin paliativos, de niños y padres que demandaban exactamente lo mismo que los progenitores de la criatura de Canet. Con una caradura y desfachetez propia de los miembros de la Compañía perfilados por Perez de Ayala en AMDG, incitaron a los otros padres a que señalaran a los que reclamaban sus derechos y a los pequeños en el recreo: "aquells son". Para rematar tamaño obsceno comportamiento, Escuela Cristiana, a través de semejantes portavoces, adujo "defensem l´institució". No a los niños, no a su padres. L´Instutició". Ralea de víboras. Cuando ví aquella jauría comandada por los dos señalados me acordé de la visita de Himmler a Montserrat. El abad y los monjes encantados con el asesino mayor de la historia. Ahí están las fotos.
ResponderEliminarHay en el sur de Inglaterra un abadía famosa que recoge la historia de la persecución del catolicismo en la isla durante siglos. Uno de sus frentes del ensañamiento era la negación de la educación. No podían los católicos acceder a las universidades.
¿Eran menos ingleses? Traslade el caso acá, a determinados clérigos de acá, Virtellius.
Hay que crearles un ghetto, hay que obligarles por la fuerza a abdicar de sus derechos. "Hay que integrarlos". Nazis.
Eso se advierte en otras vertientes de la acción de la Iglesia. Estéril por sectaria, por abominable. En alguna ocasión he mencionado lo que ocurre en la diócesis donde vivo, la de Sant Feliu, con el Full dominical. Si usted Virtellius baja del anaquel esa hoja advertirá que está vedada para los castellanohablantes. Todo lo relativo a los asuntos de la diócesis (reunión de catequistas, visitas del obispo, conmemoraciones de efemérides, glosas bíblica, voz del Papa o el mismo santoral), todo, absolutamente todo, está vedado al castellano. Sólo un imbécil, un nazi, un sectario, es capaz de sostener ese atropello porque se da la casualidad que un elevado porcentaje de fieles son castellanohablantes, cifra muy superior a los catalanohablantes. Un trágala por necios. Y lo peor es que lo saben.
No espere usted que ningún obispo salga en defensa del niño de Canet. Como ningún obispo o cardenal de acá salió en defensa de los niños violentados en la Escola Cristiana. Nazis tout court.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo,
EliminarMagistral!
Efectivamente, lo que dice el articulista es exactamente lo que ocurrió en el desastroso post-concilio que tuvimos que "tragar" y que arrastramos todavía y que no sabemos donde va a ir a parar, porque no ha sido solamente la descafeinada fiesta de la Inmaculada y otras fiestas y tradiciones que han sufrido los efectos del descontrolado afán destructivo post-conciliar, (no culpo para nada el Concilio), sino que después fue el destruir por destruir. Una de las fiestas más sagradas, que es la Natividad del Señor, la Navidad.. servidor me pregunto ¿ qué están haciendo con la Navidad..?...
ResponderEliminarPues, lo que se ve es algo muy lamentable y muy terrible. Y durante años la Iglesia ha permitido este desmoronamiento de todas las buenas y santas tradiciones porque, no todas las tradiciones son negativas. No culpemos sólo a la sociedad civil o a los políticos de toda esta crisis enorme de lo religioso porque gran parte de la culpa la tiene la iglesia, y no precisamente la iglesia militante, la iglesia que ha permitido llegar donde estamos. Se debió salvaguardar la tradición buena y positiva.
Le voy a pedir a los reyes magos que le traigan a "Mr. Copy+paste" un blog para él sólito. ¡Qué pesado y qué ególatra!
ResponderEliminarEs evidente que la jerarquía católica ha decidido destruir la Iglesia de Cristo destruyendo el andamiaje social que la mantenía en pie.
ResponderEliminar?el motivo?
Habrá que preguntárselo a ella, porque los resultados son horribles.
Y esto no es de ahora.
?Tiene algún plan Omella?
?O es mas de lo mismo, a ver si terminan de erradicar el catolicismo de Cataluña?
?tu por qué crees que la masonería insiste con la "laicidad" anticatolica y no con la laicidad antiprotestante, la laicidad antiislamica o la laicidad antijudia?
Triste y malintencionado artículo. Eso si es contrario al evangelio del Señor! Lea la ultima frase del evangelio de hoy. ¿Cree hablar desde esa sabiduria?
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