Omella, el maño

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Omella, en su parroquia de Cretas, celebrando la fiesta de la Asunción, este 15 de agosto

 

Juanjo amigo, ya sabes que procuro mantenerte al tanto de todo lo que se dice por ahí de ti: tanto de lo malo (para que no te pillen desprevenido), como de lo bueno: para que te alegres de ello; pero también para que estés al tanto de los halagadores y te guardes de ellos, porque proliferan en torno al poder, más que las moscas en septiembre… Resulta que, con estos calores de agosto, la gente anda muy decaída; y hasta la maldad está de vacaciones. Las lenguas viperinas están escondidas en sus guaridas, para que no las agoste el sol del estío. Y mira por dónde, acaba sobresaliendo el bien, tan silencioso. 

 

La cosa tiene gracia, mucha gracia. La gracia del destino, dirán los infieles; pero a los cristianos nos corresponde decir la gracia de Dios. Los que presumen de conocerte bien, afirman que más vale caerle a Dios en gracia, que ser gracioso. Dios nos da su gracia no por nuestros méritos, sino por su generosidad e infinita misericordia. Y a ti te la ha dado en abundancia.

Y en eso andamos, amigo. Resulta que frente a las veleidades infinitas de los que nos gobiernan (lo que hoy es negro, mañana se blanqueará y resplandecerá como la nieve), les tiene admirados a todos tu firmeza de carácter y tu resolución, parecida a la de tu gran amigo y valedor Francisco, al que Dios no le ha concedido la gracia de ser maño: que ésa la reservó para ti. En su virtud, te mantienes en el camino que has emprendido sin que nadie consiga torcerte. Ejemplo claro de ello es tu plan de reestructuración parroquial (“demolición”, dicen los deslenguados), del que nada ni nadie te apartará, aunque te lluevan las críticas por todas partes. Lo has decidido así, y ya está. Darás explicaciones y matizaciones a granel, pero no te moverás ni un milímetro de tu propósito. Tú, como el Pilatos cabreado después de haber intentado dar gusto a todos: Ecce homo, esto es lo que hay y allá os las apañéis como os plazca, que yo me lavo las manos, y con las manos bien lavadas me encontraréis siempre; pero ya no doy marcha atrás. ¡Cómo nos gusta verte así, como un hombre, no como una veleta!


Omella cantando jotas con sus paisanos en Roma

Y esta actitud tuya, esta firmeza inconmovible, la achacan tanto tus amigos como tus enemigos, a la marca que ha impreso en ti la tierra adusta en que naciste: “Es maño”, dicen por toda explicación los que topan contigo. Es propio de su origen ser terco. Son los genes. Y no pasan más allá las razones.


Y como suele ocurrir con tantas cosas que parecen insignificantes, ésta ha sido la marca que ha acabado definiéndote, éste ha sido finalmente el epíteto con que te recordará la historia: Omella “el Maño”. Quien no sabe qué más decir de ti -nunca descifraremos si para elogiarte o para criticarte-, acaba diciendo: “Es maño”. Con lo cual, ya ves por dónde, la gente, tanto fieles como infieles, tanto la que te quiere como la que te detesta, todos han acabado conociéndote y reconociéndote como “Omella el Maño”. Y como bien puedes comprender, a tus paisanos de Calanda -no digamos a los de Cretas- esto nos tiene contentos como castañuelas. 


Y no acaba aquí la cosa, porque efectivamente si allá en tu diócesis y en toda España eres un personaje muy importante y muy considerado, no lo eres menos en Roma, pues ha querido Dios que el papa te haya honrado con grandes responsabilidades sobre el gobierno de la Iglesia, cosa que ha elevado a gran altura la consideración que te tiene toda la cristiandad, especialmente la que se expresa en español y en italiano, las lenguas que suenan y resuenan con mayor prestigio en el Vaticano.


Ay, Juanjo, cuando la otra noche, en lo alto del Calvario, un grupo de calandinos afectos a tu persona contemplábamos arrobados las lágrimas de San Lorenzo, se nos ocurrió que también contigo se está produciendo esa singular conjunción de los astros, que no puede venir sino de la voluntad de Dios. Porque cuando los italianos se hacen eco de este epíteto tuyo - ¡Maño! - y te lo repiten untuosos para congraciarse contigo, no sienten la menor necesidad de traducirlo, sino que lo pronuncian exactamente igual en italiano; y a la hora de transcribirlo, al carecer su lengua de la “ñ”, lo transcriben con el dígrafo “gn”, que tiene el mismo sonido que nuestra “ñ”.


Cuadro de Juan José Omella, "El Magno"

¿Y qué resulta de esta maravillosa transliteración, Juanjo? Pues resulta que, mientras hablando, los italianos que quieren halagar a Omella tratándole familiarmente, dicen igual que decimos en español, “Omella el Maño”; pero cuando escriben lo que hablan, lo que les sale es “Omella el Magno”. Con lo que, queriendo o sin quererlo, te honran a ti, Omella, poniéndote al mismo nivel que Carlo-Magno, Alejandro Magno, san Alberto Magno, Catalina la Grande, Constantino el Grande, Ciro el Grande y tantos otros que ocupan lugares muy dignos en las enciclopedias. Nicanor Villalta, el torero de Cretas, con tanto morlaco lidiado y vencido, nunca llegó tan alto. 


Por ello, apreciado Juanjo, la discreta iniciativa de tus paisanos cretenses va tomando forma. El tío Nicasio, el de la calle del Horno, es el que lo lleva todo. Ya le conoces… tan simpaticote él. Nos ha contado en petit comité que va detrás de algún caballo de bronce de esas estatuas ecuestres del Caudillo olvidadas en los almacenes municipales. Cuando la encuentre hará el encargo. Lucirás tu efigie, Juanjo, a lomos de un magnifico corcel con una inscripción a sus pies que dirá: “Johannes Josephus Omella Magnus, cardinalis Sanctae et catholicae Ecclesiae”. Es que con un “magnus” tan rimbombante, no te iban a poner a pie. Y en cuanto a la inscripción, obviamente en latín, que imprime mucho más empaque, la someterán al criterio de alguno de los grandes latinistas del Vaticano. 


Ya ves, Juanjo amigo, que al pensar Dios en ti no ha olvidado ni el menor detalle, de lo que nos congratulamos infinito tus paisanos. Pues sí, así es, como quien no quiere la cosa, el ser maño (¡y serlo en ejercicio!) te ha hecho grande, y te ha puesto al nivel de los grandes de la Iglesia y del mundo. ¡Bendito sea Dios!

 

 El Cojo de Calanda

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19 comentarios

  1. Este señor que se hace llamar "Cojo de Calanda" tiene fijación con el Cardenal Omella. Es muy posible que padezca un trastorno obsesivo compulsivo. Le podía recomendar un par de centros especializados, porque da la impresión de que necesita ayuda. Es solo un consejo desde LOGROGNO, COGNO, pero debería pensárselo seriamente.

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    1. El Cojo de Calanda tiene gracia con su sorna. Aunque usted, Anónimo 11:48 también tiene la suya.
      Un poco d e humor no viene nunca mal.

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    2. Parece que estamos otra vez en la URSS. Si criticas al jefe, te envían al psiquiatrico...

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  2. Me ha recordado aquel cuentecillo sobre el mañico que fue a ver a su confesor todo arrobado porque había hallado una prueba incuestionable de la visita de la Santísima Virgen a Zaragoza.

    "A ver, hijo, ¿Cómo es eso?"

    "Sí Padre, está en la Biblia."

    "¿En la Biblia?"

    "Sí, Padre, en el Magnificat. ¿No dice acaso Nuestra Señora esto?

    "Quia fecit mihi magna qui potens est, et sanctum nomen eius."

    ¡Cuia fechit mihi maña!"

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  3. Menos mal que hay quien escribe con perspicacia páginas como esta. Solo por "los grandes latinistas del Vaticano" vale la pena.

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  4. NO TOMARÁS EL SANTO NOMBRE DE DIOS EN VANO.

    El mensaje es claro y rotundo desde Éxodo 20:7. Pero también es clara y rotunda la actitud del autoapodado "El Cojo de Calanda", cuando zarandea, desde el principio hasta el final de su escrito, el santo Nombre del Ser Supremo mientras vapulea, con vejatorio trato, a un Cardenal de la Iglesia Católica.

    Con su altanera retórica, no respeta el el nombre del Señor ni a la persona de un alto Dignatario de la Iglesia ni al Medio de Comunicación que utiliza para vilipendiar, reiteradamente, a quien tiene, aparentemente, entre ceja y ceja.

    Para más inri, el Autoapodado no respeta, ni siquiera, al Pseudónimo que utiliza.

    Sobre el año 1620, vivió en esa zona de Aragón, un tal Miguel Pellicer que, tras habérsele amputado una pierna, fue agraciado, supuestamente, con un milagro de la Virgen del Pilar, recuperando su pierna mucho tiempo después de la extirpación. Desde entonces se recuerda el hecho como El milagro de Calanda o como El Cojo de Calanda.

    No podía, el Autoapodado, aspirar a llegar más alto en sus objetivos ni a caer más bajo en su difamatorio lenguaje ensuciando, a la vez, tan respetable pseudónimo.

    Está desbarrando.

    TEROL

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    1. De "supuestamente", nada. Está perfectamente verificado y registrado notarialmente con testigos.

      AMIEES

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    2. ¿Supuestamente? ¿SUPUESTAMENTE?

      El Milagro de Calanda está entre los milagros mejor documentados de toda la Historia de la Iglesia. Si no el que más. Con notarios y todo.

      No tengo nada en contra de que el anónimo de las 16:37 sea luterano, pero estaría bien que no intentara perturbar páginas en las que colaboran personas que intentan ser fieles a la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana.

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    3. Cuando he escrito "supuestamente", es posible que haya sido una expresión NO acertada. No lo he puesto porque dude de la veracidad del milagro sino por mi falta de conocimiento del tema basado únicamente en comentarios de tradición oral de cuatro siglos.

      Respecto a que se me catalogue de luterano..., pues no. No hay cuidado. No. Lamento defraudar.
      TEROL

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    4. Resulta difícil distinguir entre ciertos católicos ignorantes y protestantes. Más difícil todavía si intentan pontificar desde su ignorancia.

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  5. Señores, no se alteren!!! Su Eminencia sólo ejecuta órdenes de Francisco y esto no es nada, desamortización y luteranismo son los dos pilares

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    1. Señores, "alterese" al 20:10 le faltan dos grandes pilares: juicio y bondad!

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  6. Demoledores comentarios del Cojo.

    Yo creo que detrás del tono de desprecio al Cardenal, está alguna p....a que le hizo el Yanero, ayudado por el actual purpurado.

    Yo creo que por ahí van los tiros!

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  7. En Aragón, al menos en mi pueblo de origen en el Matarraña, se llama "maño" al hermano mayor, no para calificar a cualquier nativo de Aragón como suele hacerse vulgarmente de manera inadecuada. Juan José, a quien tuve de pequeño como compañero de pupitre en el seminario menor de Zaragoza y con quien mantengo una sólida amistad personal, es "maño" en el sentido auténtico de la palabra. Es el primogénito de sus padres y tiene dos hermanas menores que él (una ya fallecida). Para ellas, seguro que ha sido siempre el "maño" y lo seguirá siendo independientemente de su naturaleza de aragonés y de los cargos que ocupe. Es evidente el origen latino (magnus) del calificativo tradicional aragonés propio del "hermano mayor". Figura que nunca se ha representado con estatuas ecuestres y y otras veleidades que el "Cojo de Calanda" trae a colación. Al hermano mayor se le respeta por su experiencia y su sentido común. Y, si además es afable, simpático y de trato exquisito, se le aprecia con un cariño especial. Así tratamos a Juan José Omella quienes lo conocemos bien desde hace más de sesenta años.

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    1. Eso lo dices, amigo, porque a ti Juanjo todavía no te ha hecho nada, pero lista de
      sus damnificados es inmensa. Soy de Zaragoza y sé que detrás de su aparente simpatía se esconde un verdadero sátrapa sin escrúpulos...

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    2. ¿Me llamas amigo porque nos conocemos o es un eufemismo literario? No estoy en los ámbitos eclesiásticos en los que podrían afectarme las decisiones pastorales y/o jerárquicas de Juan José. Pero a nivel personal, que es el de mi relación con él, su trato y comportamiento conmigo ha sido siempre exquisito, amable y, si me apuras, servicial.

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  8. Ruego a la Virgen del Pilar que realize el milagro espiritual de prolongar y conceder mas inteligencia al sr. Cojo de Calanda, tal como hizo con su antiguo paisano en la pierna.

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  9. Por cierto, nadie dice nada del vestido de la lectora? Es obvio que nadie les ha dicho lo que es el vestir con decoro.

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  10. Nada. Indecoroso para la iglesia y nada excitante.

    Lo dicho: más culpa tienen los pastores que nunca se lo han hecho saber.

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