El Papa Inocencio VI |
A la muerte del papa Clemente VI, magnate y mecenas de la corte más fastuosa de Europa, nuevo cónclave del cautiverio de Aviñón en 1352. Duró sólo 2 días. Participaron 25 cardenales (sólo hubo un ausente). De ellos, 21 eran franceses. Fue el primer cónclave en que los aseglarados purpurados suscribieron la “capitulación electoral”: un documento en que se limitaba el poder del papa, creando una especie de oligarquía cardenalicia sin cuyo consentimiento no se tomaría ninguna decisión de importancia Lo primero que hizo el papa recién coronado, Inocencio VI, fue negarle toda validez a este compromiso, pues negaba de facto la plenitudo potestatis. A pesar de ello, estas “capitulaciones electorales” fueron ratificadas en la mayoría de los cónclaves que se celebraron a lo largo de los 300 años siguientes.
El pontificado de Inocencio VI, como el de su predecesor, duró 10 años (1352-1362). Fue un papa a la medida y al gusto del rey francés. De talante reformador, frenó la acumulación de beneficios, expulsó de Aviñón a los innumerables clérigos que se entretenían allí largos años a la caza de prebendas, y suprimió muchas de las reservaciones sobre futuros beneficios eclesiásticos que había hecho su antecesor.
Inocencio VI había sido consejero de Felipe VI y Par de Francia. Imposible estar más cerca del poder del mundo (en este caso, del rey de Francia). Tuvo que sofocar una rebelión del pueblo en Roma (desgobernada al faltarle el papa). A raíz de esta revuelta, tuvo que abordar la administración y gobierno de los Estados Pontificios, que corrían el riesgo de perderse definitivamente a causa del desgobierno. Esta necesidad tan evidente, planteó por sí misma la necesidad de preparar el retorno a la sede de Pedro. Se encargó de este “menester” el cardenal Gil Álvarez de Albornoz que, durante quince años, se empleó a fondo en la defensa de los territorios papales, viajando asiduamente a ellos como representante del papa y reconstruyendo -a base de guerras y pactos- el descuidado peculio de san Pedro. Victima de la terrible pestilencia que asoló la ciudad de Aviñón, Inocencio VI entregó su alma a Dios en septiembre de 1362.
El Papa Urbano V |
El nuevo papa, Urbano V, no pertenecía al colegio cardenalicio porque fue imposible poner de acuerdo la facción de cardenales partidarios del rey de Francia, con la de partidarios del rey de Inglaterra, galos la mayoría de ellos. El ser cardenal francés ya no era garantía de fidelidad y sumisión al rey de Francia. También el rey inglés tenía sus partidarios gabachos en la cruel guerra que se desarrollaba intermitentemente en territorio francés.
Antiguo abad benedictino, Urbano V, conservó hasta donde pudo sus costumbres monacales. Piadoso, austero y gran canonista, sin emprender una gran reforma, corrigió abusos, denunció el absentismo episcopal de sus diócesis y puso freno a la acumulación de beneficios eclesiásticos. Casi inmediatamente se sintió impelido para regresar a Roma. El cardenal español Gil de Albornoz, había pacificado ya los Estados Pontificios sometiendo a los rebeldes manu militari, pero también a base de pactos y alianzas, puso manos a la obra para hacer posible el retorno del papa Urbano V a Roma. Lo consiguió, pero no pudo afianzar esa gran conquista. Su muerte a las puertas de Roma y los desórdenes que acompañaron esta tentativa, llevaron al fracaso a Urbano V.
Así pues, en el quinto año de su pontificado (1367) Urbano V regresó a Roma que, al fin y al cabo, era la capital de sus Estados y la Sede de Pedro; y permaneció allí 3 años. Sin embargo, esta primera vuelta a Roma no pudo ser definitiva…. La presión de los cardenales, que adoraban la vida muelle de Aviñón y abominaban de las estrecheces de la miserable Roma, tantos años abandonada, y el deseo -eso dijo él- de mediar en la guerra que enfrentaba de nuevo a Francia e Inglaterra, le hizo volver sobre sus pasos… Desoyendo los consejos de Santa Brígida de Suecia, que le vaticinaba la muerte y el inapelable juicio divino; y rechazando las advertencias de Fr. Pedro de Aragón que le avisó de la inminencia de un cisma, Urbano V, en agosto de 1370, volvió a Aviñón donde, cuatro meses más tarde, se cumplió la profecía de santa Brígida…
El cónclave para elegir al siguiente papa, que sería Gregorio XI, tuvo lugar el 29 y 30 de diciembre. Pierre Roger de Beaufort, sobrino de Clemente VI y nombrado cardenal por su tío a los 19 años con el cargo de Protodiácono del Sacro Colegio, ni siquiera era sacerdote. Así que fue ordenado presbítero el 2 de enero (siendo ya papa electo), y al día siguiente fue consagrado obispo, con la titularidad añadida de obispo de Roma.
Hay quien dice que hoy la Iglesia está también a las puertas del cisma. Pero su cautividad ya no es geográfica, sino doctrinal y moral. Inducida también por los poderes del mundo, que se empeñan en domesticarla para ponérsela a su servicio.
Gregorio XI fue el último papa de la “cautividad” de Aviñón, y quizá no casualmente, el último papa francés. Él fue quien nombró cardenal diácono al aragonés Pedro de Luna. Estamos pues en los inicios de la historia de Benedicto XIII, nuestro Papa Luna: Nacido en Illueca en 1328, fue enviado como segundón de su casa a estudiar leyes a Montpellier donde se doctoró y enseñó en su Universidad. Gracias a la docencia ejercida con brillantez, adquirió tanta fama como maestro que el papa Gregorio XI, elegido en 1370, lo llamó a formar parte de su equipo de íntimos colaboradores y le encomendó especialmente los asuntos hispánicos. Junto con el cardenal Gil de Albornoz, marca con fuerza el nuevo rumbo de la Iglesia. Tan difícil y traumática fue esta inflexión, que hasta pasó por la coexistencia de tres papas.
Benedicto XIII (Pedro de Luna) |
Sin embargo, el camino de regreso ya estaba iniciado a pesar del gatillazo de Urbano V. Su sucesor Gregorio XI continuó la iniciativa con más decisión si cabe, poniendo a trabajar en él un equipo competente para evitar, en este segundo intento, un nuevo retroceso. Entre esos colaboradores inmediatos se encuentra Pedro de Luna, cuyos conocimientos, austeridad y energía, le hacían imprescindible. No era hombre que buscara prebendas o beneficio económico, pues sus rentas eran considerables: a los tres beneficios mencionados se le añadían las canonjías sine cura de Vic, Tarragona y Huesca, el título de Santa Engracia y la pavordía de Valencia. A esto hay que añadir las rentas en Vilueña, Valtorres y la morería de Terrer, que había heredado de su madre. Este estatus hacía que sólo él pudiera tender sólidos canales de comunicación con Enrique II de castilla y Pedro IV de Aragón, para contrarrestar el poder del rey de Francia.
Gregorio XI era hombre afable y piadoso, dedicado al estudio de los cánones en su juventud. Muy sensible a las señales del cielo, se mostró muy impresionado por los mensajes de Santa Brígida y Santa Catalina de Siena que le conminaban, de parte del mismo Jesucristo, a regresar inmediatamente a Roma. Su decisión de volver a su sede, la tomó con rapidez; y a pesar de las continuas dilaciones en el viaje, emprendió el regreso en otoño de 1376. Sólo 11 años después del intento fracasado de Urbano V, que sólo fue capaz de resistir en Roma tres años, viéndose forzado a regresar a Aviñón.
La situación totalmente desestabilizada de los Estados Pontificios, que había hecho ver a Urbano V la necesidad de gobernar estos Estados desde su capital, se agravó a causa de la implicación de Florencia en los desórdenes y revueltas de la población. Florencia vio en ese desgobierno, su oportunidad de crecer a costa de los Estados Pontificios. Para Gregorio XI resultó aún más acuciante esta necesidad de gobierno directo in situ, puesto que temía perder esos Estados por las insidias de los florentinos.
El Papa Gregorio XI |
Finalmente, en enero de 1377, Gregorio XI consiguió regresar a Roma, fijando la sede del papado en el Vaticano (antes había sido en Letrán). Con enormes esfuerzos y peripecias consiguió la pacificación de la ciudad. Pero murió 14 meses después, con lo que su estancia en Roma fue más breve que la de su predecesor Urbano V. Sin embargo, fue definitiva. En efecto, que murió en marzo de 1378 a los 47 años. Fue entonces cuando escribió uno de sus cronistas que todos sintieron gran dolor y tristeza y un vago presagio de calamidades futuras…
El tormentoso cónclave subsiguiente, el de 1378, celebrado en Roma (¡por fin!), fue el que dio lugar al Cisma de Occidente, que duró 40 años. Gregorio XI había cambiado las reglas del juego, determinando que no era necesario esperar 9 días para reunir el cónclave, (con lo que quedaba justificada la precipitación) y que bastaba la mayoría simple para elegir papa. El caso es que, de un colegio de 23 cardenales, se reunieron sólo 16 (en los cónclaves de Aviñón nunca llegaron a faltar más de 2 cardenales), dejando fuera a 7 cardenales, precisamente franceses. Por aquí, muy mala pinta tenía la cosa: parecía que había interés en alterar el resultado del cónclave precisamente dejando fuera a estos cinco cardenales franceses. Gravísima irregularidad…
Pero aún hubo otro factor que llevó el cónclave por caminos de gravísima coacción: El pueblo romano estaba amotinado y hasta llegó a entrar violentamente en el mismo cónclave exigiendo un papa romano o al menos italiano, bajo amenaza de muerte a los cardenales electores. No era fácil actuar libremente coaccionados por tamaña presión. El pueblo romano estaba harto de que se le gobernase desde Francia y que una nueva ausencia del papa les empobreciese todavía más por la falta de peregrinos. Ese cónclave era la gran ocasión para restaurar la normalidad política. Se la jugaron y ganaron la partida.
La coerción del populacho fue sumamente eficaz: de ahí que resultase elegido Bartolomeo Prignano, un italiano, tal como había exigido el pueblo romano. Adoptó el nombre de Urbano VI. Era un curial, arzobispo de Bari, que no era cardenal y estaba, por tanto, fuera del cónclave. Fue el candidato de compromiso que propuso el purpurado aragonés Pedro de Luna para conciliar los bandos enfrentados.
El Papa Clemente VII |
Y evidentemente, lo que ganaron los romanos, lo perdieron los franceses. Todo esto ocurrió el mes de abril (el día 7 se inició el cónclave: recordemos que con sólo 16 cardenales); y 5 meses más tarde, en septiembre, se convocó un contracónclave en Fondi, en el que 13 de los 22 cardenales que componían el colegio cardenalicio declararon nulo el cónclave del Vaticano (en el que participaron 16), y nula por tanto la elección de Urbano VI. En ese conclave eligieron como papa al belicoso cardenal Roberto de Ginebra, que adoptó el nombre de Clemente VII. No cabía la menor duda de que la forma absolutamente irregular en que se celebró el cónclave romano, abría la puerta a la negación de su validez. Pero como, desde tiempo inmemorial, los cardenales estaban acostumbrados a hacer apuestas de poder (como la que hicieron 70 años atrás para llevarse la Santa Sede a Aviñón), ahora hicieron otra en la misma dirección; pero las fuerzas políticas (los príncipes cristianos) ya no estaban tan lideradas por Francia como 70 años atrás.
En efecto, 70 años atrás, el poder del rey de Francia se impuso al papado, que no tuvo más opción que trasladarse a Aviñón cumpliendo los deseos del rey. Ahora en cambio (1378) es el poder intimidatorio del pueblo romano el que condiciona el cónclave para que, saliendo elegido un papa italiano, permanezca el papado a Roma. En ambos casos la Iglesia, en la persona de los cardenales, hizo lo que le impusieron los poderes del mundo. Visto lo visto, tampoco hemos cambiado tanto…
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
700 qñow atrás
ResponderEliminar"En ambos casos la Iglesia, en la persona de los cardenales, hizo lo que le impusieron los poderes del mundo. Visto lo visto, tampoco hemos cambiado tanto…"
ResponderEliminarEs totalmente cierto.
Por ejemplo, el más grande error de Francisco, con el error casi general de la omisión de los cardenales y obispos en su deber de defender debidamente a la Fé, es la aprobación de la comunión y absolución de los adúlteros del Capítulo VIII de Amoris laetitia, numeral 305 y notas 351 y 336, y el Rescripto ex audientia de 5 de junio del 2017 (AAS 7 octubre 2016) que lo eleva a Magisterio Auténtico: la moral luterana anula a la moral católica. Además, están sus cartas de aprobación a las implementaciones realizadas por dos obispos: la Carta de Francisco del 5 de septiembre del 2016 a los obispos de la Región Pastoral de Buenos Aires, respondiendo favorablemente a su documento "Criterios básicos para la aplicación del Capítulo VIII de la Amoris laetitia”; y la Carta de Francisco de 26 de junio del 2018, en respuesta favorable a la Nota sobre Amoris laetitia del Patriarca de Lisboa Manuel III, D. Manuel José Macário do Nascimento Clemente.
Como dijo Seifert, Amoris laetitia es una bomba atómica para la universalidad y verdad perenne de la moral católica. Ello es debido a que la moral católica sigue el principio de los actos intrinsece malum, y la moral herética luterana es sumisa al principio del bonum imperfectum et incompletum y por ello, a la moral situacionalista o de las circunstancias en estado químicamente puro.
A. La definición y justificación de los actos morales intrinsece malum per se, semper et pro semper in omnibus locis, se encuentra hoy en día muy bien explicados en estos dos documentos:
1. Encíclica Veritatis splendor (Juan Pablo II) numerales 79-83 y 95-97
2. Catecismo 1753-56: hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, que son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio.
B. En muchos y diversos documentos, se encuentran los concretos actos intrinsece malum:
- Pecados que claman al cielo: Catecismo de San Juan Pablo II, n. 1867; Catecismo Mayor de San Pío X, n. 867: homicidio y suicidio voluntarios, aborto y eutanasia; homosexualidad o sodomía; opresión contra el pobre; agravio al forastero, a la viuda y al huérfano; injusticia con el asalariado
- Gaudium et spes 27: más de 20 conductas morales (genocidio, esclavitud, prostitución, aborto, eutanasia, suicidio deliberado...)
- Humanae vitae 14: aborto, esterilización, anticonceptivos; Donum vitae 2: lo mismo; Evangelium vitae: 62 aborto, 73 aborto y eutanasia
- Catecismo 2357: homosexualidad; 2356: violación, incesto, pederastia; 2370: anticoncepción; 2352: autoerotismo; 1756: blasfemia, perjurio, homicidio, adulterio
- Samaritanus bonus V: eutanasia y suicidio asistido
- Deus caritas est 28: comunismo, socialismo; Centessimus annus, 8: capitalismo salvaje; Catecismo 676: idolatrías políticas y sociales
C. El MARTIRIO forma parte indisoluble de los actos intrinsece malum, y en especial, para el Papa, obispos y cardenales, presbíteros, diáconos y religiosos, que deben de predicarlos y defenderlos dando la vida si cabe, según Benedicto XVI, en especial, los principios innegociables, como son la vida (aborto, eutanasia), familia (ideología de género, divorcismo), educación de los hijos por los padres y bien común:
"Hay valores que nunca deben ser abandonados por un valor mayor e incluso sobrepasar la preservación de la vida física. Existe el MARTIRIO. Dios es más, incluida la sobrevivencia física. Una vida comprada por la negación de Dios, una vida que se base en una mentira final, no es vida. El MARTIRIO es la categoría básica de la existencia cristiana. El hecho que ya no sea moralmente necesario... demuestra que la misma esencia del cristianismo está en juego."
Se dice que " Amoris laetitia es una bomba atómica para la universalidad y verdad perenne de la moral católica" .
EliminarQue eco ha tenido "Amoris laetitia" en la sociedad civil ? Nulo. muy al contrario del que tuvo la "Rerum novarum" o la misma "Humane Vitae"
Creo particularmente que hay mucha discusión bizantina.
16:47
EliminarAmoris laetitia no ha tenido eco en la sociedad civil porque la Iglesia ya no influye o influye muy poco, porque es un documento sin fundamento real teológico y sí ideológico; y porque ya vivimos en ese buenismo en las sociedades occidentales.
Pero eso no significa que a medio plazo no sirva como documento rector de la Iglesia.
Bergoglio no es idiota ni obra solo. De ahí que esté nombrando cardenales y obispos a diestro y siniestro para implementar sus ideas humanistas laicas a-católicas.
Entonces ese documento es una hoja de ruta; aunque solo sea para transformar la teología de una ciencia casi exacta a un sentimiento voluntarista.
No hay en este caso ninguna discusión bizantina, ni romanista ni alejandrina.
BONUM IMPERFECTUM ET IMPERFECTUM
ResponderEliminarPara la moral luterana, que se introduce en el catolicismo a través de la herética teología del Rin alemana, y que se ha plasmado en Amoris laetitia, los actos morales deben de regirse por el principio bonum imperfectum et incompletum: son todos los actos morales intrinsece malum, pero que se convierten en lícitos y válidos moralmente si tienen unas circunstancias excusantes o atenuantes y unos elementos positivos, que los transforman en comportamientos virtuosos queridos por Dios, conductas que reciben en plenificación la gracia divina santificante, actos que permiten la plena inclusión en la vida eclesial y por ello, los que los practican gozan de plena y libre participación y comunión en el grado de Sumo Sacerdocio con Cristo en su “munus docendi, sanctificandi y regendi”, y finalmente, porque son "discernidas" por los afectados en unión con el presbítero, y bendecidas por el obispo.
Así, TODAS las relaciones matrimoniales basadas en el adulterio y la ideología de género lgbti, son actos bonum imperfectum et incompletum. Ello es así porque si bien son un mal intrínseco e íntimo de carácter objetivo, no obstante existen circundantes una serie de hechos morales (circunstancias y elementos positivos) que transmutan el acto intrinsece malum en un bien imperfecto e incompleto o bonum imperfectum et incompletum:
- los actos buenos del amor, la fidelidad, el respeto, el afecto, la atención recíproca, la ayuda mutua, el cuidado, la vida de convivencia comunitaria, el discernimiento, la libertad, la igualdad, el reconocimiento social de la unión, cualquier circunstancia atenuante o exculpatorio, individual, familiar, cultural y social.
Como dice muy bien el P. Custodio, se observa que hoy en día, la Jerarquía de la Iglesia asume la ideología del mundo regido por el príncipe del homicidio y la mentira, no de manera violenta y forzada, sino porque la adopta libremente, sumisa y esclava al príncipe de este mundo.
Pero nosotros sabemos por el Apocalipsis y concretas revelaciones privadas, que hasta el último asalto del Reino del Anticristo, todos los anticristos que aparecen en la historia, y el mismo Anticristo final, sólo dan leyes que harán infelices y fracasados a todas sus víctimas (aborto, eutanasia, reproducción asistida, ideología lgbti...), y que el último Reino del Mal, el Anticristo, quedará definitivamente destruido y arrasado, a pesar de su triunfo inicial y la soberbia de su acción (lo queremos todo, y ya, y te lo impondremos).
Dios nunca nos abandonará y nos dará medios de defensa (hoy rige la ley de eutanasia), su intervención está ya pronta, llama a la puerta, y al final, triunfará el corazón de María y Jesús. No durarán, tienen los días contados, lo saben, y por eso violentan a Dios y sus leyes naturales y divinas.
Dones y carismas.
ResponderEliminar"Muy sensible a las señales del cielo, se mostró muy impresionado por los mensajes de Santa Brígida y Santa Catalina de Siena que le conminaban, de parte del mismo Jesucristo, a regresar inmediatamente a Roma. Su decisión de volver a su sede, la tomó con rapidez"
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Hoy se llamaría a Santa Brígida y Santa Catalina que eran unas carismáticas, que gozaban de ciertos carismas de profecía y de tener revelaciones y videncias particulares de tipo celestial.
Ciertamente, los carismas espirituales (gobierno, hacer milagros, hablar e interpretar lenguas, sanación, curación, liberación de demonios, ver el pasado y futuro, ver las cosas escondidas, discernir espíritus...), y los análogos dones místico ascéticos (visión, locución, revelación, hierognosis, ciencia infusa, estigmas, exsudación de sangre, aceite y lágrimas (estatuas), actividad remota, bilocación, levitación, sutilezas, transverberación...) son muy útiles para los obispos y sacerdotes, sobre todo para los exorcistas y los directores espirituales de personas sensibles a la mística (religiosos, laicos carismáticos).
No hay duda que, por ejemplo, para los exorcistas, son de una gran utilidad: además de tener un grupo de auxiliares para sus labores exorcísticas de recitación del ritual ante posidentes y obsidentes, también es muy útil (diría necesario) tener a alguien con un reconocido don carismático y místico-ascético para asesorarle sobre cuestiones demonológicas: origen y sentido de la posesión, manera de liberarlo, identificación de fenómenos...
Gabrielle Amorth cuenta que siempre tenía a su disposición los servicios de diversos carismáticos que le ofrecían la ayuda necesaria e indispensable para el ejercicio de su especialidad exorcística, en especial, para las infestaciones en casas producto de maldiciones, y las posesiones difíciles que no podían ser solucionadas mediante el simple uso de la razón.
Así, cuenta que para ir a un caserón perdido en el campo con el fin de hallar la solución a un problema, se conectó a través del móvil con un carismático determinado, y usando una linterna debido a que la casa estaba a oscuras, éste le iba indicando por dónde debía de subir y bajar las escaleras, por cuál habitación o pasillo había de ir.
- Sube las escaleras de la derecha, llega hasta la segunda planta, abre la puerta del fondo del pasillo a la izquierda...
Así halló el objeto maléfico que vehiculizaba el mal en la casa y lo destruyó in situ, pero de repente, sintió la presencia amenazadora de una entidad muy poderosa, y sintió que iba con intención homicida: oía el crujir de la madera presionada por unos misteriosos pasos muy sólidos. Se lo dijo al carismático por el móvil y éste le conminó a que, con urgencia, se fuera del lugar.
- Ves a la derecha, toma la escalera que da al detrás, baja rápido, abre la puerta del frente y sal...
Mientras el P. Gabrielle Amorth iba bajando a trompicones, casi a oscuras, por el interior de la casa, sintiendo como unos pasos cada vez más fuertes y cercanos, le iban persiguiendo de manera peligrosa. Cuando abrió la puerta para salir de la casa, sintió que sólo había escapado por los pelos...
Dones y carismas (sigue)
ResponderEliminarPor desgracia, la parte espiritual de los carismas, dones, frutos, virtudes, sacramentales, ministerios y dones místico-ascéticos ofrecidos por el Espíritu Santo para los diversos ministerios eclesiales (exorcistas, directores espirituales, rectores, dirigentes...), sólo en Occidente, son ridiculizados o menospreciados, recurriendo a la sola lógica de la razón humana, hecho que motiva el fracaso o dificultad de muchas iniciativas y problemáticas, por dos razones: primero por ser analfabetos ignorantes que nada saben de los fenómenos sobrenaturales y preternaturales (demonios y ángeles), y segundo, a la ignorancia se suma la ofensa, la humillación, el ultraje y la vejación causados por la burla, el desprecio y el vilipendio que mueven su soberbia, su arrogancia y su orgullo satánico al adorar al ídolo del racionalismo materialista (como si fueran ateos).
Esta actitud obstruccionista no la tienen los curas y laicos que están en África, América y Asia, pues allá, en muchos ambientes, se dan fenómenos que hacen que estas cuestiones espirituales sean el pan de cada día, que el convivir con lo sobrenatural sea una disposición vital habitual y rutinaria. En Occidente, hemos construido un ídolo, la razón monista y excluyente, y así vamos.
Esto pasa cuando un Papa, obispo, etc. sirve al mundo en vez de servir a Dios. O se cree que es un político que tiene que solucionar los problemas terrenales en vez de los espirituales.
ResponderEliminarPero a pesar de que la historia nos muestra muchos jerarcas sinvergüenzas, apostatas, o muy pecadores, la Iglesia sigue adelante porque es de Dios.
Los laicos tenemos que seguir denunciando a la Jerarquía que no hace su trabajo, para vergüenza suya y ponerlos en evidencia ante el mundo.
Ilustrativo sumario de un período negro de la historia del Pontificado, que no de la Iglesia. Junto a figuras indignas --papas y cardenales-- humildes mujeres que cargan sobre sus espaldas la barca de Cristo. Hubo un obispo catalán de Astorga, monseñor Briva, que escribió una monografía valiosísima sobre Santa Catalina de Siena, quien, pese a tanta desgracia y tanto impresentable llamaba al Papa el dulce Cristo en la tierra. Una cosa era el vicario de Cristo y otra el sujeto que ejerciera esa función.
ResponderEliminarHub que venir un Concilio, el de Ferrara-Florencia, con savia nueva de Oriente, para acabar con tanta podredrumbre. ¿De dónde vendrá la savia nueva contra la podredumbre de nuestra iglesia local, si ahora vetan a sacerdotes sudamericanos y africanos porque no tienen nuestro taranná? Hasta la esperanza quieren abortar.
Totalmente de acuerdo con el Sr Valderas Gallardo.
ResponderEliminarTranquilos todos.
El de ARRIBA tiene mucha paciencia, pero ya sabe usted que no es infinita.
Esperando estamos, CON MUCHA FE!
!No querrá usted que nos mande el merecido diluvio universal!...
EliminarAunque con esta histeria del cambio climático...!quién sabe!
(habrá que empezar a acaparar flotadores, latas de fabada, agua mineral ecológica y pienso para la mascota)
Hombre, los de Madrid también están al lado de la tarraConense y esto pinta fatal.
ResponderEliminarY el obispo de roma... que opina de eso???
En Hungría empieza la ESPERANZA!!!
ResponderEliminarGRACIAS A DIOS!!