“CALLA Y CÁLMATE”
El mar, en el mundo bíblico, representa las fuerzas caóticas del cosmos y del mundo. La creación es como un parto en el que estas fuerzas son ordenadas al bien porque Dios les pone un límite con su Palabra. Job medita sobre esta Palabra creadora de Dios que dice: “Hasta aquí llegarás y no más allá y aquí se quebrará el orgullo de tus olas”.
Sin embargo hay un pecado humano que altera el orden de estos límites, destruye las diferencias y libera a las fuerzas que se convierten de esta manera en fuerzas contrarias a la Creación. Es el caso del diluvio bíblico, fruto del pecado y de la maldad misma del hombre.
También el actual tiempo humano, con un desarrollo industrial y tecnológico sin precedentes, ha puesto en tela de juicio la capacidad del hombre de prever su futuro y las potencialidades de su misma supervivencia sobre el planeta Tierra. Los recursos económicos, a pesar de la poderosa presión financiera, no son ilimitados, ya que dependen de los equilibrios ecológicos y del desequilibrio que llamamos contaminación: que no es otra cosa que el producto de hacer prevalecer los intereses de una parte sobre el bien común, de todas y cada una de las personas. En el fondo, del pecado.Somos la generación del diluvio y nuestro diluvio no está caracterizado sólo por un clima imprevisible con fenómenos cada vez más violentos y extremos concentrados en el tiempo, sino también por una serie de desequilibrios, demográficos y económicos, capaces de empujar a enteras poblaciones a emigrar en búsqueda de la propia supervivencia, desde zonas donde la malnutrición, el subdesarrollo y la inestabilidad política hacen muy difícil mirar con serenidad el propio futuro y el de los propios hijos.
La catástrofe, entendida como una profunda transformación de nuestra sociedad, con la creación de nuevos equilibrios, esperemos que más estables y respetuosos con la dignidad del hombre, parece estar a las puertas. Como discípulos del Señor hemos sido llamados a permanecer con fe en la barca donde el Señor duerme. Tenemos miedo, estamos desorientados, no sabemos cómo resolver los enormes problemas históricos heredados de las generaciones precedentes. Hace falta un plus de inteligencia, racionalidad, responsabilidad; pero también es necesario un plus de fe, para no abandonarnos a aquel grito angustiado: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
Gritemos a nuestro Maestro, si queremos, pero con fe. Expresémosle nuestros temores y miedos, pongámoslos en sus manos, abandonémonos a Él, al poder de su palabra que iguala la mismísima Palabra de la Creación, la que desde el principio señala un límite al caos: “Calla, cálmate”
La palabra de Dios, de este Maestro muerto y resucitado por nosotros, anuncia una fuerza superior a las humanas y a las cósmicas, una fuerza que se revela plenamente en la debilidad de la cruz, la única que podrá revelar la identidad de Aquel al que el viento y el mar obedecen.
Cada uno de nosotros, a partir del ejercicio responsable de su libertad cotidiana, en la familia y en el trabajo, desde el tratamiento de residuos hasta la adquisición de bienes, pasando por el derecho/deber de votar en las elecciones a la manera en la que se expresan en público las opiniones y las valoraciones, puede difundir odio, ansia, rabia, desorden o al contrario orden, acogida y paz. Recordemos la palabra del Señor, y que ésta sea guía para todo cristiano: “hay más alegría en el dar que en el recibir”.
Mn. Francesc M. Espinar Comas
Pàrroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Esta mañana me he enterado de la triste noticia de la pérdida de Helena. Una gran persona. Te acompaño en el sentimiento. Mucho ánimo.
ResponderEliminarÉchale un vistazo a FRANCESC M. ESPINAR (@FEC_CONSILIARI): https://twitter.com/FEC_CONSILIARI?s=09
No dejas entrar mensajes en Twitter
Lo siento, una pena.
Intentaré llamarte esta tarde antes de las 20:00 al teléfono del Fondo que aparece en Internet.
Salud y Fuerza.
Esta mañana me he enterado de la triste noticia de la pérdida de Helena. Una gran persona. No olvido, que en paz descanse.
ResponderEliminarTe acompaño en el sentimiento Francesc (Mossèn Francesc)
Hoy trataré de llamarte al Tf. del Fondo antes de las 20:00
Mucho ánimo.
La Resurrección de Cristo vino a restaurar también el orden de la Creación, que, como diría san Pablo, está en dolores de parto. Pero no es una restauración de los ecosistemas, como se ha querido hipostasiar. Estos evolucionan. Al hombre le corresponde no interferir en ellos. La restauración de la Creación apunta a su significado teológico, de toda obra de Dios ordenada a su gloria y esplendor. A veces tomamos el rábano por las hojas. Creemos que nuestra misión se reduce a evitar la explotación de la minería amazónica con su asociada deforestación. El cristiano no es un ecologista más. Porque no es un ecologista más ha de entender, por ejemplo, que la pandemia, que, por desidia del gobierno español y cuantos le apoyan, en gran medida, se ha llevado por delante más víctimas que la guerra civil, es como ese caos de la naturaleza que nos pone a prueba y nos induce a volver la mirada a Dios.
ResponderEliminar"El cristiano no es un ecologista más. Porque no es un ecologista más ha de entender, por ejemplo, que la pandemia, que, por desidia del gobierno español y cuantos le apoyan, en gran medida, se ha llevado por delante más víctimas que la guerra civil, es como ese caos de la naturaleza que nos pone a prueba y nos induce a volver la mirada a Dios"
EliminarA ver si le oyen en el Vaticano, que parecen estar más interesados en la ecología natural, al parecer para favorecer la elitista industria "verde" del globalismo y los enormes beneficios causados por el cambio tecnológico, en lugar de favorecer la ecología espiritual de la Iglesia y el mundo: civilización del amor contra la cultura de la muerte y la ideología de género.
"Gritemos a nuestro Maestro, si queremos, pero con fe. Expresémosle nuestros temores y miedos, pongámoslos en sus manos, abandonémonos a Él, al poder de su palabra que iguala la mismísima Palabra de la Creación, la que desde el principio señala un límite al caos: “Calla, cálmate”"
ResponderEliminarCuando Jesús habló de los niños, dijo que quien los escandalizaran sería mejor que se tirarán al mar con una rueda de molino.
El caso de la comunión con Biden debe de ser ampliado a la excomunión. Y es un escándalo que el Papa no sea el primero en defender la vida, la eucaristía y la recta doctrina en público, incomunicando eucarísticamente y excomulgando de la Iglesia a Biden.
Pronto recibirán un “Hasta aquí llegarás y no más allá y aquí se quebrará el orgullo de tus olas”.
De santurrones blasfemos ya hemos padecido unos cuantos en USA.
ResponderEliminarMenos Trump, casi todos los presis!!!
La lección que yo hago del Evangelio de hoy es que frente a los problemas de la vida, por grandes que sean, si estamos con Jesús, estamos a salvo.
ResponderEliminarEl que a Dios tiene, nada le falta, decía una santa muy santa.
Sí, pero estar con Jesús significa nadar contra la corriente, asumir responsabilidades, afrontar peligros, estar dispuesto a sacrificarse, sufrir injusticias... Lo que está a salvo, como Ud. dice, es el alma, si Dios nos concede esa gracia. Pero la vida en este mundo del que verdaderamente está con Jesús es un calvario, como el que Él sufrió.
EliminarMuchas gracias por esta glosa tan acertada y que da tanto que pensar. Me tomo la libertad de exponer las reflexiones que me inspira. El ecologista lo es, muchas veces, por un comprensible y razonable temor a la destrucción del mundo como lugar habitable. Todo cristiano sensato comparte esos temores, pero debe ir más allá. La Creación es obra de Dios, el hombre es parte de ella. Maltratarla es maltratar la obra divina, esa de la que dice el Génesis: Viditque Deus cuncta quæ fecerat, et erant valde bona (Y vio Dios todo lo que había hecho y era muy bueno). Adulterar, violar, maltratar, destruir, despreciar, contaminar, humillar la buena obra de Dios es un pecado inmenso, una grave forma de sacrilegio que cometemos casi siempre por soberbia (la misma que perdió a Lucifer) y por codicia, pero también por crueldad, irresponsabilidad y cobardía. Estamos obligados a tomar ejemplo de Noé, quien en medio del diluvio, en ese mar de peligros del que habla la glosa, tuvo la piedad de obedecer a Dios y la misericordia, la generosidad y el amor de salvar y proteger no sólo a su familia, sino a una familia de cada ser vivo, de cada animal, compartiendo con ellos víveres y peligros en medio de una tempestad provocada por los pecados y culpas de los hombres. Esa actitud demuestra no sólo amor hacia la Creación y fidelidad a Dios, sino también una gran modestia, que tanto nos falta. En vez de ello, seguimos construyendo torres de Babel y ahogándonos en nuestro materialismo, nuestra soberbia, nuestra desidia. ¿No aprenderemos nunca?
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