La vida se mueve al ritmo de las estaciones, un ritmo que la humanidad ha traducido en festividades que el cristianismo a su vez ha santificado y sublimado. Sin esa sucesión de festividades, corremos el riesgo de que nuestra vida caiga en el tedio, en el aburrimiento, en la soledad y en la nada. Y justamente en el ritmo de las fiestas, la Navidad viene a ser la locomotora de todas las fiestas del año. Y gracias a Dios mantiene su enorme vigor a pesar de su descristianización, de su comercialización y de los empeños por pasarla en sordina, barriendo hasta los villancicos: para no ofender a las otras religiones que han venido a instalarse entre nosotros. Y por si algo le faltaba, han venido a aliarse ahora contra ella las restricciones de la Covid19: restricciones justamente en el gran sentido socializador que caracteriza a la Navidad desde hace muchos siglos.
¿Y qué le ocurre a la vida si le hurtamos las fiestas, la fiesta? Pues que la modernidad, tan enemiga de fiestas, nos arrastra al tedio, del latín taedium, que no es la pasión de la reacción ante la nada, sino la pasión de cuando la nada toma cuerpo convirtiéndose en el medio en que vegetamos, pasando a impregnar cada fibra del que la padece. Su mundo se ha convertido en una sucesión uniforme y monótona de la propia existencia. Somos sujetos del tedio cuando un vago esperar y una inactividad y una soledad prolongadas segregan el veneno del letargo que permea y corroe los cimientos del sujeto. Hay, por tanto, tedio en el sujeto. El aburrimiento sobreviene y se traga a quien lo padece: su acción es la de una niebla callada y silenciosa en la que “uno” de pronto se siente extraño, casi agotado.
Es larga la espera y la preparación de estas fiestas: la Navidad tiene su adviento. Unas fiestas y una preparación cargadas de contenido, destilado a lo largo de muchos siglos. Y uno de sus grandes contenidos es el reencuentro de la familia en su sentido más amplio. Grandes desplazamientos para juntar a la familia desde todos los puntos geográficos: “Vuelve a casa, vuelve por Navidad”, claro que sí. Pero cuando se cierra el paso al reencuentro, anida en nuestras almas la nostalgia (el dolor de lejanía) que nos va minando hasta convertirse en melancolía: un “humor negro” que nos hace atrabiliarios. Es la atra bilis que nos mella el carácter y nos hace irritables o en el más benigno de los casos, simplemente raros o extravagantes. Es que del mismo modo que el carnaval se inventó para dar salida a ciertos niveles de transgresión sistemáticamente reprimidos, la Navidad se inventó para el encuentro, para la socialización (lo contrario de la “distancia social”) para celebrar lo más grandioso: el nacimiento de nuestro Redentor y para exaltar el nacimiento de todo ser humano, tan depreciado hoy.
En nuestros ritmos vitales es tan imprescindible la celebración, como imprescindibles son los latidos del corazón para la vida, que tienen sus altibajos al ritmo de las emociones. Un ritmo fluctuante como la vida misma. Un ritmo que la fe acompaña de una forma muy singular.
El auténtico creyente en Jesucristo, a pesar de experimentar las alegrías y tristezas de la propia condición humana, común a todos sus congéneres (él es un hombre encarnado en la realidad humana y en todos sus devenires culturales y sociales) posee un puntal en su propia fe que le ayuda a trascenderse. El más importante es la consideración de la Encarnación de Dios. Por eso en el ciclo de Navidad y en el de Adviento que lo precede y prepara, goza de una ayuda inestimable a su propio sentido de la existencia, más allá del que él mismo, con sus luces naturales, puede alcanzar. La meditación rigurosa y profunda del misterio de un Dios que no aborrece la condición humana, sino que la asume para elevarla en sí mismo, resulta una brecha de luz y fuerza (llamémosla gracia) para sí mismo y para toda la humanidad.
Además, en la profundización paulatina del misterio de Cristo descubre una singularidad: que la vida sólo vale la pena cuando no la vivimos para nosotros mismos, sino que su auténtica realización la obtiene viviendo para otros. Sólo si se niega a sí mismo (se pospone, se relega, se pone en un segundo plano) para hacer de los demás y de la felicidad de estos la meta y el horizonte de su propia existencia, su vida adquiere valor. Servir en una palabra. Servir a los hermanos, porque quien quiera seguir al Señor ha de servirle y no hay servicio más directo y concreto que servir a los hermanos. Aquí encontramos la doble trascendencia del creyente. La trascendente y la inmanente con visos de trascendencia. Ama a los otros por amor a Dios.
El paradigma de ese vivir para los demás, lo tenemos en la maternidad, muy a menudo complementada con la paternidad, que alcanza su plenitud y su máxima gloria en el Portal de Belén. No obstante no se puede aislar al cristiano de todos aquellos estímulos humanos que son requisitos y demandas de su propia naturaleza: aquellas pasiones licitas que dan dimensión y en cierta manera perfeccionan su existencia: el encuentro fraterno y todas las emociones humanas, el placer por el conocimiento, la belleza, por la bondad humana, por la justicia, por el sentirse no aislado sino acompañado por aquellos que son razón de su vida.
Un prolongado ayuno de todo aquello que adereza la propia existencia, pueden causar un grave perjuicio en nuestro ánimo. No son buenos los ayunos rigurosos de familia y de amistades, de camaradería intelectual, de sintonía real y vivencial con aquellos que comparten nuestros ideales, nuestro ocio y las sanas distracciones que enriquecen nuestra personalidad y nuestra vida. De ahí que en estos tiempos de confinamiento y abstinencia de todo aquello que formaba el carril por donde discurría nuestra vida, encontremos a tantas personas con graves déficits emocionales y psicológicos. La ansiedad, la angustia existencial, la emotividad desorientada, el desconcierto por el futuro que ya no aparece regido por sus riendas, causan también en el hombre creyente una herida que no parece fácil de sanar. Ni siquiera el retorno a lo habitual, que un día u otro se producirá, es fácil que logre borrar las cicatrices infligidas en este tramo de la vida.
La vivencia de la fe siguiendo el ciclo litúrgico católico tratará de paliar el desastre, infundiendo en su ánimo un atisbo de confianza, de esperanza y de amor. Ésta deberá ritmar su vida de creyente. Nada hay imposible para Dios. Pero es necesario que haya experimentado su propia debilidad y pobreza, sus propios déficits y miserias para abandonarse a la inmensa riqueza del amor de Dios manifestado en Cristo, debiendo vivir en ese momento en la humildad de su propia condición. Como tierra agostada y reseca. Esperando que germinen y broten las semillas plantadas por Dios. No según nuestra propia agenda, sino según los tiempos de Dios. Los tiempos se convierten entonces en sagrados.
Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Hay predicadores mediáticos que afirman que Dios ha permitido esta pandemia a modo de purificación de la sociedad, tan degradada. Pero yo pregunto, ¿y si la sociedad no cambia qué? ¿Mandará entonces tocar la trompeta? ¿Nos enviará otra calamidad?
ResponderEliminarMi párroco dice que nos pongamos en manos de Dios. Sin duda eso es bueno, pero no fácil. Al menos a medio plazo; la ansiedad resurge.
"De ahí que en estos tiempos de confinamiento y abstinencia de todo aquello que formaba el carril por donde discurría nuestra vida, encontremos a tantas personas con graves déficits emocionales y psicológicos. La ansiedad, la angustia existencial, la emotividad desorientada, el desconcierto por el futuro que ya no aparece regido por sus riendas, causan también en el hombre creyente una herida que no parece fácil de sanar. Ni siquiera el retorno a lo habitual, que un día u otro se producirá, es fácil que logre borrar las cicatrices infligidas en este tramo de la vida."
ResponderEliminarComo la actual pandemia es un hecho conocido por Dios desde el inicio del mundo por su presciencia eximia, está aceptado por él como un castigo reparador por los graves pecados del mundo. Tal como se ve, estamos en un nuevo tiempo, 2020 es un punto de rompimiento de una vieja era que ya no vendrá (1945-2020) y la apertura de una nueva era que tiene características desconocidas, pero que pinta muy demoníacamente diseñada por el príncipe de este mundo:
1. Cultura de la muerte:
a) aborto libre
b) reproducción asistida
c) eugenesia
d) anticoncepción
e) eutanasia universal
f) suicidio asistido universal
g) inmigracionismo (sustitución de nativos por foráneos para destruir una cultura)
2. Ideología de identidad, inclusión y género, IDINGEN: el nuevo hombre de la Agenda 2030
a) homosexualidad y bisexualidad, promiscuidad
b) transexualidad y trangénero
c) transhumanismo (el tecnohombre)
d) drogas legales (inclusión en drogas de diseño)
e) indigenismo
g) negrismo (EEUU)
h) feminismo
i) ecología (inclusión en el paganismo de la Pachamama)
j) internet (inclusión en la IA, grandes datos, fin de la privacidad)
k) negacionismo de la vida, la dualidad sexual, la familia, la educación de los hijos, la propiedad, la privacidad y el bien común
3. Un nuevo panem et circenses, integrado por las subvenciones vitales mínimas, y el entretenimiento de las redes y medios de comunicación y socialización
...
Para los profeto-escépticos y los castigo-negacionistas, está muy bien recordar las palabras de la Virgen de Fátima, reconocida oficialmente por la Iglesia, donde menciona tres hechos:
1. que las dos guerras mundiales, la del II Reich (1914-18) y la del III Reich (1939-45) son un castigo divino por los pecados sociales graves, crecientes, reiterados y continuados, y
2. que estamos en el tiempo de concesión divina de "algún tiempo de paz", quizás estamos en el final de esta paz, y o bien dará a otra guerra, o bien, a lo mejor, es un paréntesis para otro renacer del Espíritu Santo, ya se verá:
--- Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará.
Pero SI NO DEJAN DE OFENDER A DIOS, en el pontificado de Pío XI COMENZARÁ OTRA PEOR.
Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.
Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados.
Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas.
Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo ALGÚN TIEMPO DE PAZ.
"El paradigma de ese vivir para los demás"
ResponderEliminarJerome Lejeune, genetista amado por Juan Pablo II, descubridor de una enfermedad genética, ferviente provida, muy perseguido por los enemigos de Dios, dio estos manuales sobre la defensa de la vida y la antropología humana, no las mentiras diabólicas de la derecha y la izquierda:
--- IDEOLOGÍA DE GÉNERO: "Théorie de genre" www.fondationlejeune.org/assets/uploads/2013/01/manuel-gender-fondation-lejeune.pdf
--- MANUAL DE BIOÉTICA PARA JÓVENES: "Manuel de Bioéthique des jeunes" www.fondationlejeune.org/le-manuel-le-plus-complet-sur-toutes-les-thematiques-de-bioethique/
--- REPRODUCCIÓN ASISTIDA: "Procréation Médicalement Assistée (PMA)" www.fondationlejeune.org/defense-vie-humaine/education/manuels-bioethiques/manuel-pma/
--- GESTACIÓN SUBROGADA O VIENTRE DE ALQUILER: "Gestation Pour Autrui (GPA)"
www.fondationlejeune.org/defense-vie-humaine/education/manuels-bioethiques/manuel-gpa/
--- EUTANASIA: “Un Manuel pédagogique sur l'euthanasie” www.fondationlejeune.org/assets/uploads/2014/01/ManuelEuthanasie.pdf
...
Muy, muy, muy mal el Pueblo de Dios, y sobre todos, su Jerarquía, desde el Papa, los cardenales y los obispos, los religiosos, los teólogos y los laicos dirigentes: terriblemente mal, peor, pésimo. No digamos en Cataluña y España.
De risa lo que han hechos los obispos españoles: ante la ley de eutanasia, sólo han convocado un día de ayuno y oración privados... pero hay que alabarlo, pues además, han evacuado el documentito de rigor, y el Vaticano también, como si unos papelitos fueran la obra completa que perfecciona la fe...
No, tenían mucho que hacer: pedir manifestaciones (se pueden hacer), misas, novenas, rosarios, oraciones especiales, adoraciones y visitas al Santísimo, exorcismo público o solemne [1], peticiones, rogativas... pero nada...
----
[1] Los ritos de exorcismo permiten disminuir o cesar la acción del demonio en un territorio por permisión de Dios en cuanto a la ideología de la muerte, de género, de laicismo y de relativismo moral. Después, otra segunda acción espiritual a realizar es para el cese de la pandemia, un flagelo natural que Dios puede acabar:
- El rito del Exorcismo de León XIII contra Satanás y los ángeles apostáticos:
vivificantem.blogspot.com/p/1.html
- Rito de las Súplicas y exorcismos que pueden agregarse en peculiares circunstancias, que lo pueden hacer los sacerdotes con permiso del obispo:
vivificantem.blogspot.com/p/rito-1998_5.html
- Rito libre del Exorcismo Nacional Magno, por el obispo u obispos de la CEE:
file:///C:/Users/Usuario/Downloads/exorcismo_magno.pdf
- Misa Votiva Pro Defensione ab hostibus
- San Pío V ordenó a los fieles rezar el Rosario para implorar a Dios, la victoria en la épica batalla de la Armada Cristiana contra la Armada Turca, en las aguas de Lepanto el 7 de octubre de 1571, a fin de que Ella, terrible como un ejército en orden de batalla (Cnt. 6:10), nos conceda la victoria a favor de las fuerzas del Bien y que inflija una humillante derrota contra las fuerzas del Mal.
- Hay muchas devociones (Fátima, Divina Misericordia) y acciones espirituales (agua, sal y aceite benditos, peregrinaciones, letanías, Divino Oficio, indulgencias, meditación, lecturas, confesiones...), tanto para combatir las ideologías anticristianas como para luchar contra la pandemia, pero el Pueblo de Dios laical no las pide, y de otro lado, ni el Papa, cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y teólogos no hacen nada para animar a realizarlas.
Todos encerrados en Santa Marta, el palacio episcopal o cardenalicio, la casita parroquial, el convento o monasterio, o en casita (ni Montserrat hace nada, ni las escuelas supuestamente católicas), sólo dicen mecánicamente "Sí Señor Estado, lo cerramos todo" y a dormir sus consagradas tomando leche con galletitas... ¿son católicos, creen en el Dios que dicen creer? No combaten ni intelectual, ni activísticamente ni espiritualmente...
Espero comentareis en Germinans el triste papel de ayer en la Sagrada Familia del Sr. Nuncio.
ResponderEliminarSorprende la nula publicidad del Arzobispado y la no existencia de vídeo del evento.
EliminarY es risible que ante 3.000 plazas de la Sagrada Familia, sólo pudieran haber unos 380 presentes, cuando el Liceo tuvo 1.000 espectadores para La Traviata para un Liceo que tiene un aforo de 2.292 localidades sentadas:
"Las autoridades mantienen para esta tipo de actividades una limitación máxima del 50% del aforo siempre y cuando no se supere el número de 500 espectadores. Sin embargo, el Procicat ha introducido una modificación que ampliará este umbral al doble, siempre y cuando cumpla con una serie de condiciones relacionadas con
- la ventilación reforzada del establecimiento
- garantizar las medidas de control de aglomeraciones
- asignar previamente los asientos
- realizar un registro previo de los espectadores
La extensión del número de espectadores pasará además por que
- los titulares de las actividades presenten una “declaración responsable al departamento de Cultura y al ayuntamiento del municipio donde se ubique el espacio de la actividad, informando de las características de los sistemas de ventilación y calidad del aire, y de los controles de acceso y movilidad".
¿Y eso no se ha podido hacer en la Sagrada Familia y sí en el Liceo?
En catalunyareligio.cat se puede ver toda la retransmisión de la consagración episcopal del nuevo obispo.
EliminarDesde el Neolítico la vida del hombre estuvo ligada a las estaciones, en unos ciclos estacionales que fueron salpicándose de memoria religiosa. La sociedad llegó a convertir en año litúrgico la sucesión de meses que otros intentaron profanar, hacer profanos, como en la Revolución Francesa. La desacralización no es cosa de nuestros días. La vida del cristiano es una suerte de ritmo circadiano, que saca el mayor partido de su existencia cuando logra identificar cada momento con cada momento de la vida del Señor. No se trata tanto de saber cuándo hacer determinada labor, a imagen del campesino de Delibes, que decía "por san Juan de Capistrano", que parecía una página viviente del Semanario de agricultura y artes dirigido a los párrocos", iniciado en 1797, cuanto de buscar una rutina eficaz, espiritual, a nuestra vida anodina. Así entiendo yo su post, mosén.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo.
EliminarHoy estamos viviendo otros tiempos por 1 el hedonismo, 2 la television, que lava el cerebro, atonta (produce en el cerebro ondas alfa: relaja y permite aceptar acriticamente las sugestiones) y nos hace perder la noción de la realidad y 3 hemos perdido la noción de la muerte; y la muerte es lo único que da sentido a la vida y a las decisiones que tomamos con respecto a ella.
Estamos ahora mismo en donde Hitler, Lenin y Pol-Pot hubieran soñado; todo en nuestro "beneficio".
Una vez más, completamente de acuerdo con el sr. Valderas Gallardo.
ResponderEliminar