Cuando vi que, mientras salía el cortejo procesional de la misa en la Sagrada Familia por los muertos de la pandemia, el cardenal Omella se paraba a saludar expresamente a un señor con pelo blanco que se hallaba como un simple feligrés más en los últimos bancos y reparé que se trataba de Mn. Antoni Matabosch, tuve la seguridad de que el arzobispo de Barcelona había ganado la batalla que le había planteado la Generalitat. ¡Menudo es Matabosch para apuntarse al carro ganador! Evidentemente, a los pocos días el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña anulaba la disposición que prohibía las celebraciones religiosas con más de 10 personas. Ya no cabía multa y Torra se la tenía que envainar.
Pero la batalla había dejado heridas y fue el propio Matabosch quien terció en ella publicando un artículo en La Vanguardia poniéndose al lado de su obispo. El mismo Matabosch, que había firmado el manifiesto de los 400 curas a favor del independentismo, se posicionaba, de forma explícita y contundente, contra el sectarismo de la Generalitat. El artículo, titulado “¿Ladrones y desobedientes?”, no tiene desperdicio y es una de las piezas más duras vertidas en esta polémica, en la que se han cruzado artículos de Josep María Carbonell, Joaquim Forn, el diputado de ERC Joan Capdevila y Mn. Ramon Corts en el citado rotativo barcelonés.
Extraigo el siguiente párrafo: “¿Ya me diréis, pues, que tiene que ver la negativa del Procicat con lo que piensa o ha hecho durante el procés el cardenal o en el hecho de que el presidente Torra sea católico de la teología de la liberación? ¿Es que solo se tienen en cuenta los amigos que piensan como el Govern? Todo tiene un tufo de revancha o malhumor que no se debe permitir nunca a un político en temas graves.” Más claro agua. Matabosch se alineaba con su obispo y dejaba al presidente de la Generalitat a la altura del betún.
Hemos sido muy críticos en este portal con el sacerdote Antoni Matabosch Soler, tanto por su apego a los cargos como por su nepotismo, al colocar a sus más directos adláteres en el ISCREB y en la Delegación de Economía, que le permitían seguir mandando por persona interpuesta. Ello no ha sido óbice para que destacásemos su notable capacidad intelectual y su prestigio académico. Además, uno debe quitarse el sombrero ante la vitalidad de este hombre y lo bien que lleva sus 85 años. Parece un mozalbete. Sobre todo ahora que se ha dejado el pelo más largo y luce abundante cabellera. Y sigue trabajando, publicando y … enredando.
Pero tanto Matabosch como Carbonell (también sucesor suyo en la Fundación Joan Maragall) llevaban toda la razón. El intento abusivo -y torpe- de prohibir la celebración de la misa en la Sagrada Familia no fue más que una vendetta contra el cardenal Omella. Se produjo la misma semana en que vio la luz el libro de Puigdemont en el que manifestaba su odio y desprecio hacia el prelado barcelonés. El mismo día en que el ex presidente concedía una entrevista en TV3 en la que manifestaba que el cardenal no era un hombre de Iglesia y el día antes en que Torra incidiese en la polémica, declarando que Omella no estaba al lado de “los pobres y oprimidos”. Una burda venganza porque el obispo turolense no se había dignado a interceder ante la Santa Sede a favor del procés. Hecho que tampoco es cierto, por cuanto quien cerró las puertas fue el propio papa Francisco.
Al final de todo, la polémica se ha alargado durante el mes de agosto y ha dejado dos cosas claras: el sectarismo y la injusticia de la prohibición pretendida por la Generalitat y que la casi totalidad de los sacerdotes de la diócesis de Barcelona se ha puesto incondicionalmente al lado de su obispo, incluso en aquel sector que comulga abiertamente con el independentismo. Y otro aspecto ha quedado confirmado: la extrema habilidad de Mn. Antoni Matabosch.
Oriolt
Las ratas son las primeras en abandonar el barco que se hunde. Matabosch ha sido hábil en alinearse ahora a la sombra del mejor árbol, la Iglesia. Aplaudo la decisión, pero la veo puramente oportunista. La Gene hace aguas por todos lados, es una auténtica vergüenza institucional, el hazmerreir de Europa.
ResponderEliminarEl apellido del susodicho delata su anti-ecologismo.
ResponderEliminarEsto de matar bosques está muy mal.
Como se entere el gran jefe, va ha saber lo que vale un peine.
És verdad que salvo contadisimas excepcions el clero se ha puesto al lado del Cardenal. El vicario parroquial de mi parròquia, que no profesa ninguna simpatia por Omella, le alabó en la homilia cuando lo de la Sagrada Família.
ResponderEliminarLa verdad insondable de Dios y su Iglesia no se derriba por más hachazos que se le dirijan.
ResponderEliminarSí hay oportunismo o no en posicionamientos de algunos sacerdotes y obispos, solo Él lo juzgará. Son desde luego demasiados años de Iglesia cayendo en descrédito por simpatías o silencios ante tantas cosas con las que no se debe callar ni se debe mostrar afecto por contrarias al Evangelio: abusos (pedofilia), derecho a vivir del que está en el vientre de una mujer, derecho a no ser pasaportado al otro mundo, falta de caridad en cualquiera de sus muchas facetas, "comprensión" hacia ideologías que minan a la persona...
Y los restantes obispos catalanes, ¿han apoyado a Omella o se han callado?
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