He aquí algunos consejos sobre lecturas, películas y música, buenos todos ellos para este periodo de retiro obligatorio. Los comparto pensando que podrán ser útiles a algunos lectores. A otros, sin embargo no, porque están obcecados pensando que todos los que aquí escribimos somos pérfidos malvados y casi hijos de Leviatán. No piensan por sí mismos y viven de consignas. Las que les facilitan sus movimientos, sus superiores, sus amigos (sin duda más inteligentes y listos que ellos). Todos estos viven sin criterio propio. Viven del ajeno. Les es más fácil. No pienso perder ni un minuto en tratar de convencerles de nada. Con su pan se lo coman. Arriericos somos y en el camino nos encontraremos. Ah, y como repetía Super Ratón cuando se despedía: ¡No olviden, amigos, de vitaminarse y supermineralizarse!
De vez en cuando releo libros para mí importantes, en primer lugar los de carácter religioso. Así, para completar el rezo del Breviario (Liturgia de las Horas: las laudes y las vísperas las canto uniéndome a la emisión de Radio Estel desde Montserrat 7:30 & 18:45) y mis devociones cotidianas (rezo del Rosario especialmente) he vuelto a coger “La imitación de Cristo” de Tomás de Kempis, en latín. Es una preciosa edición de “Cultura Religiosa” de 1945 (Fundación heredera del antiguo “Foment de pietat” de antes de la guerra civil). Me la regaló mi amigo Mariano Arnal con una hermosa dedicatoria. Para mí es como oro en paño. También he vuelto a releer como ayuda a la oración personal, un texto vocacional de Charles Marie: “Quand Dieu fait signe” 1949 de Éditions Tardy. Está escrito para adolescentes vocacionados al sacerdocio. Lo tengo hace más de 40 años. A veces lo desempolvo y lo vuelvo a poner en la mesita de noche. Me hace sentir joven. Renuevo los ideales de mi sacerdocio. Cosa en estos momentos trascendental para no bajar el listón ni perder el celo apostólico.
De vez en cuando releo libros para mí importantes, en primer lugar los de carácter religioso. Así, para completar el rezo del Breviario (Liturgia de las Horas: las laudes y las vísperas las canto uniéndome a la emisión de Radio Estel desde Montserrat 7:30 & 18:45) y mis devociones cotidianas (rezo del Rosario especialmente) he vuelto a coger “La imitación de Cristo” de Tomás de Kempis, en latín. Es una preciosa edición de “Cultura Religiosa” de 1945 (Fundación heredera del antiguo “Foment de pietat” de antes de la guerra civil). Me la regaló mi amigo Mariano Arnal con una hermosa dedicatoria. Para mí es como oro en paño. También he vuelto a releer como ayuda a la oración personal, un texto vocacional de Charles Marie: “Quand Dieu fait signe” 1949 de Éditions Tardy. Está escrito para adolescentes vocacionados al sacerdocio. Lo tengo hace más de 40 años. A veces lo desempolvo y lo vuelvo a poner en la mesita de noche. Me hace sentir joven. Renuevo los ideales de mi sacerdocio. Cosa en estos momentos trascendental para no bajar el listón ni perder el celo apostólico.
Pienso que el Kempis puede dar una lección al hombre de hoy. Texto tardo-medieval, subraya con una gran profundidad de pensamiento, la maravillosa fortaleza que nos otorga una fe convencida y vivida. Qué abismo nos separa a nosotros, pobres criaturas del tercer milenio, de aquel empuje espiritual del santo monje. Qué necesario que sacerdotes, religiosos y encumbrados en la Iglesia. lean y mediten este texto y lo tengan por libro de cabecera. Y recordad, tal como decía el gran Guareschi cuando llegó a Czestochowa donde los nazis habían construido un lager donde sería recluido: “No muero aunque me maten”.
Aparte de estos libros religiosos sólo quiero limitarme a desaconsejar: no leáis libros demasiado pesados, en este tiempo de reclusión Covid19. Olvidaos de “La Peste” de Camús, dejad de lado “El Quijote”. Volved a la literatura para chicos: mejor los Hermanos Grimm, Andersen o Pinocho. Y sobre todo “Alicia en el País de las Maravillas”. Si sois cinéfilos, evitad la ciencia ficción: demasiado verdadera, realismo puro y duro. Nada de Matrix, Blade Runner o el magnífico Minority Report.
Volvamos a ver el western “Rio Bravo”de Howard Hawks (1959) con el insuperable John Wayne. Habla de un rescate que acaba con los héroes encerrados en un pequeño fortín, la oficina del Sheriff (casi como nosotros estos días en nuestros domicilios) desde donde lograrán vencer a los malos.
“La primavera” de Botticelli y “El nacimiento de Venus” de Botticelli
La Anunciación de fra Angélico y La Torre de Babel de Pieter Bruguel el Viejo
Pero también es tiempo para el arte. Nuestro ordenador puede ser, si queremos, una galería de arte. Es la hora de Botticelli y su “Primavera” y cómo no, de su “Nacimiento de Venus” con Venus surgiendo de las aguas. También del Beato Angélico con su “Anunciación” y para los preocupados por la acción de la política en el presente, auténtica emergencia dramática, “Los efectos del buen y el mal gobierno en la ciudad” de Ambrogio Lorenzetti (1338-39). Finalmente para beneficio de los pesimistas, que son optimistas bien informados, “La Torre de Babel” de Pieter Bruegel el Viejo. Y cómo no, para todos y con alegría, a pesar de las normas sanitarias, “El Beso” de Francesco Hayez, un himno a la vida, al mañana, al amor entre un hombre y una mujer.
El beso de Francesco Hayez (1859) |
Llevamos el peso paradójico de una pérdida que afecta a casi todos los aspectos de nuestra vida: la pérdida de belleza. Una belleza que parece haberse dispersado cada vez más a medida que los medios tecnológicos han remodelado la vida individual y colectiva. Sin embargo, fue precisamente la técnica la que dio origen a un arte completamente nuevo, el cine, inimaginable para aquellos que en ese momento habían pensado en poder componer el catálogo definitivo de las Musas.
El gran cine del siglo XX ha sido capaz de crear con resultados extraordinarios, la belleza en la que se encarna cada arte; y ha sido una gran oportunidad para aquellos que tuvieron el genio de expresarse en obras que pueden continuar enriqueciéndonos a través de una complejidad sin precedentes de estímulos racionales y estéticos. Ahora sabemos bien que el cine también ha sido absorbido, en su mayor parte y en unas pocas décadas, por el proceso de disolución de la belleza; pero todavía tenemos las muchas obras maestras ya atesoradas, gracias a las cuales podemos reanudar el contacto con la belleza desde el cine: que también podemos disfrutar en nuestro enclaustramiento.
El gran cine del siglo XX ha sido capaz de crear con resultados extraordinarios, la belleza en la que se encarna cada arte; y ha sido una gran oportunidad para aquellos que tuvieron el genio de expresarse en obras que pueden continuar enriqueciéndonos a través de una complejidad sin precedentes de estímulos racionales y estéticos. Ahora sabemos bien que el cine también ha sido absorbido, en su mayor parte y en unas pocas décadas, por el proceso de disolución de la belleza; pero todavía tenemos las muchas obras maestras ya atesoradas, gracias a las cuales podemos reanudar el contacto con la belleza desde el cine: que también podemos disfrutar en nuestro enclaustramiento.
Por lo tanto, vale la pena volver, por ejemplo, a las obras históricas del gran Akira Kurosawa, donde la historia, la belleza de las imágenes y la profundidad de la observación del hombre en todas sus modulaciones, nos envuelven con arrogancia. Con una mirada a veces despiadada, a veces dolorosa, otras benevolente, sobre la realidad humana, donde lo fabuloso y lo sufrido, lo heroico y lo blasfemo y sublime, están representados en frescos filtrados por una sensibilidad humana y estética de extraordinaria intensidad. .
Tenemos el espléndido “Dersu Uzala”, precioso para todas las edades, una representación conmovedora y poética de la invencible soledad del hombre en la lucha perpetua con la naturaleza y con otros hombres: una soledad que solo puede ser redimida por la proximidad conmovida de nuestro prójimo.
En “Kagemusha” (“La sombra del guerrero”) hay un descenso a las profundidades inexploradas del ser. Aquí, el poder escénico de la batalla y la derrota y el drama inexorable de la guerra, se recomponen e inmortalizan como siempre a través de los modelos extraídos del arte italiano y, en particular, de Paolo Uccello. De hecho, a partir de la pintura italiana, especialmente la del siglo XV, Kurosawa se inspiró para los bocetos de las escenas que luego plasmaría en sus películas "históricas".
El grandioso e inalcanzable fresco de la vida y la muerte es “Ran”, rastreado en el Rey Lear de Shakespeare. Una obra de un poder tal vez sin precedentes y una tensión dramática, donde incluso las escenas más sangrientas se estilizan y, por lo tanto, se abstraen. Y esto hace la diferencia abismal con la vulgaridad del gran guiñol de nuestros tiempos, la Televisión, que no ahorra ninguna forma banal de entretenimiento.
Tenemos el espléndido “Dersu Uzala”, precioso para todas las edades, una representación conmovedora y poética de la invencible soledad del hombre en la lucha perpetua con la naturaleza y con otros hombres: una soledad que solo puede ser redimida por la proximidad conmovida de nuestro prójimo.
En “Kagemusha” (“La sombra del guerrero”) hay un descenso a las profundidades inexploradas del ser. Aquí, el poder escénico de la batalla y la derrota y el drama inexorable de la guerra, se recomponen e inmortalizan como siempre a través de los modelos extraídos del arte italiano y, en particular, de Paolo Uccello. De hecho, a partir de la pintura italiana, especialmente la del siglo XV, Kurosawa se inspiró para los bocetos de las escenas que luego plasmaría en sus películas "históricas".
El grandioso e inalcanzable fresco de la vida y la muerte es “Ran”, rastreado en el Rey Lear de Shakespeare. Una obra de un poder tal vez sin precedentes y una tensión dramática, donde incluso las escenas más sangrientas se estilizan y, por lo tanto, se abstraen. Y esto hace la diferencia abismal con la vulgaridad del gran guiñol de nuestros tiempos, la Televisión, que no ahorra ninguna forma banal de entretenimiento.
Por lo cual vale la pena regresar, por ejemplo, a las obras históricas del gran Akira. Cuando en la escena final, que cierra toda la parábola de la experiencia humana del bien y el mal, el viejo padre es puesto a salvo en su caballo por su único hijo, quien no lo ha negado, y los vemos alejarse el uno del otro mientras hablan, llorando, por haberse encontrado finalmente, nos recuerda la imagen poética de la “Huida a Egipto” de la iconografía cristiana: donde por encima de todo vence el vínculo familiar. He aquí su gran significado.
En “La fortaleza escondida”, una maravilla entre cuento de hadas y aventura, existe toda la capacidad edificante que es apropiada solo para un pensamiento y sentimiento elevado y heroico. La posibilidad de que el bien y la verdad del hombre puedan ser desenterrados: incluso cuando han sido enterrados en las profundidades de la conciencia. Un cuento de hadas que parece crudo al principio, como todos los cuentos de hadas, pero que es capaz de secuestrar en el sueño a lo sublime. Luego están los famosos “Siete Samurais” que inspiraron varias reelaboraciones occidentales sobre el tema de la defensa de los débiles por unos pocos valientes, mientras que la eterna pregunta filosófica sobre la verdad permanece inmortalizada de manera ejemplar en el igualmente famoso “Rashomon”. También es interesante su versión japonesa de Macbeth, “Trono de sangre”.
Sin embargo, aquellos que quieren, con razón, pura diversión, para olvidar lo que estamos pasando, vayan a las películas de Louis de Funes, católico convencido y además de misa tradicional en latín. Todas son excepcionalmente buenas. Ayer me regalé con “Votad al señor alcalde”, quizás no muy conocida en España. Como dicen los jóvenes ahora, me partí la caja de tanto reír. La belleza también es el humor perfecto. Y cuando se trata de humor, para mí Louis de Funes es sublime.
En “La fortaleza escondida”, una maravilla entre cuento de hadas y aventura, existe toda la capacidad edificante que es apropiada solo para un pensamiento y sentimiento elevado y heroico. La posibilidad de que el bien y la verdad del hombre puedan ser desenterrados: incluso cuando han sido enterrados en las profundidades de la conciencia. Un cuento de hadas que parece crudo al principio, como todos los cuentos de hadas, pero que es capaz de secuestrar en el sueño a lo sublime. Luego están los famosos “Siete Samurais” que inspiraron varias reelaboraciones occidentales sobre el tema de la defensa de los débiles por unos pocos valientes, mientras que la eterna pregunta filosófica sobre la verdad permanece inmortalizada de manera ejemplar en el igualmente famoso “Rashomon”. También es interesante su versión japonesa de Macbeth, “Trono de sangre”.
Sin embargo, aquellos que quieren, con razón, pura diversión, para olvidar lo que estamos pasando, vayan a las películas de Louis de Funes, católico convencido y además de misa tradicional en latín. Todas son excepcionalmente buenas. Ayer me regalé con “Votad al señor alcalde”, quizás no muy conocida en España. Como dicen los jóvenes ahora, me partí la caja de tanto reír. La belleza también es el humor perfecto. Y cuando se trata de humor, para mí Louis de Funes es sublime.
Y para concluir, paso al apartado musical. Cada momento y cada persona tiene su música: la música clásica que nos fascina, la polifonía religiosa, el gregoriano. Para mí este es el tiempo de música popular, emotiva, de hondura y reciedumbre. Estoy escuchando al bretón Alan Stivell y también música folk corsa.
Con Alan Stivell estamos frente a un gran artista que ha redescubierto y dado a conocer el arpa celta, en particular en el álbum instrumental, una auténtica obra maestra, “Renacimiento del arpa celta” todas son canciones enormemente sugestivas. El artista bretón comenzó a tocar en público desde la edad de nueve años, toca docenas de instrumentos y es considerado, junto con su colega Dan Ar Bras, el mejor músico bretón e incluso más allá. En la pieza “An alarc'h” que os propongo en el video, son evidentes las influencias de la música celta (irlandesa y escocesa), a la que Bretaña también está vinculada con su lengua vernácula de la misma familia lingüística que el gaélico.
Finalmente, y ya para acabar, pues no os quiero aburrir, el canto polifónico corso: música popular a cappella que rebosa espiritualidad y que plasma la profundidad del alma corsa. Para muestra un botón: el Avemaría interpretado por “A ricuccata”. Una gran alabanza a la Virgen. ¡Que ella interceda por todos nosotros, pues bajo su amparo nos refugiamos!
Deus ti salvet, Maria,
chi ses de grassias piena;
de grassias ses sa vena
ei sa currente.
Su Deus Onnipotente
cun tegus est'istadu;
pro chi t'ha preservadu
Immaculata.
Beneitta e laudata
subra tottu gloriosa,
mamma, fizza e isposa
de su Segnore.
Ei sa grassia nos donet,
in sa vida e in sa morte,
ei sa diciosa sorte,
in Paradisu.
Amen.
Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Vagabundo universal y buscador de Dios.
Carísimo, me ha traído usted a los años mozos. A los fuegos de campamento, cuando se cantaba country. Y qué canción más típica que la de Dean Martin "My rifle, my pony and me", cuando el sol se está poniendo en el oeste, el ganado va hacia el arroyo, los petirrojos se acunan en los nidos y el cowboy comienza a soñar. Ese es el Río Bravo. O las desternillantes gestas del eterno jefe de policía de Saint-Tropez, Luis de Funés. Un poco más y recomienda usted a Salgari y a Julio Verne. Buena dosis de humor en estos tiempos de calamidad. Buena manera de levantar el ánimo. Quién tuviera una armónica a mano.
ResponderEliminarHablando de años mozos, lo siento por si ofendo sensibilidades, a mí lo que me gustaba era todo lo relacionado con el Frente de Juventudes, Cara al Sol incluido, por supuesto. Lastima que todo se acabó con el traspaso del Glorioso Caudillo.
EliminarCreo que es una oportunidad de hacer cosas en familia, como, sí, ver películas juntos. O escuchar la radio.
ResponderEliminarMn.Espinar, creo yo que está usted un poco anticuado en cuanto a ocio se refiere. Si quiere le dejo yo a mis cuatro hijos de edades comprendidas entre los 4 y 9 años ,compartiendo un piso de 70 metros ,donde mi esposa y yo tenemos que hacer una jornada laboral por teletrabajo. Ya le digo yo que ni rio Bravo ni Luis de Funes ....consola, canal Disney y así conseguimos tenerlos calmados unas horas para poder trabajar. Mucho es que podamos conseguir hacer algún misterio del rosario y ellos participen. No todos tenemos balcón ni casa con jardín.
ResponderEliminarEllos participarán en el rosario si son ellos, por turno, los que tienen el rosario y dirigen la oración.
EliminarTampoco hay que estar horas, porque los niños tienen una atención limitada y se cansan pronto.
Están en la edad ideal para aprender valores que les servirán para toda la vida
(recuerde que lo que ven hacer habla más alto que las monsergas que oyen)
Entiendo que los niños tan pequeños son inmanejables, que tienen una energía que no pueden liberar en un piso y que los padres tienen obligaciones.
EliminarPero ya sabrá lo que dicen los psicólogos infantiles:
El aburrimiento es necesario en los niños para fomentar su creatividad.
Ustedes hacer lo que pueden y eso también es una lección que sus hijos han de aprender.
Seguramente la clave de la felicidad en esta vida está en saber conformarse con lo que no se puede cambiar y sacar provecho de lo que ya se tiene. En cualquier caso es un signo de madurez personal.