Concluyo la propuesta que hice sobre el tema de la familia y el matrimonio para dotar de contenidos religiosos las clases de religión, que pueden y deben desarrollarse al margen de todo proselitismo y catequización. Es imperioso luchar contra el proselitismo que se está haciendo hoy en la escuela en dirección contraria no ya a la religión cristiana, sino a unos valores asumidos desde siglos por toda la sociedad. Y son las clases de religión el único ámbito escolar desde el que se puede luchar legítimamente contra el proselitismo pansexual que los distintos gobiernos (y no sólo de izquierdas) están introduciendo en la escuela. Pero clases de religión, no de catecismo. Si no nos tomamos en serio y con rigor académico las clases de religión, tendremos que dar por perdida la batalla por la defensa de los valores cristianos de nuestra sociedad.
Las civilizaciones que más se han extendido por el mundo y más han perdurado, no son las más fuertes, sino las que mejor han resuelto el problema de la reproducción, es decir el problema de los hijos: exactamente igual que ocurre en la naturaleza. Algo difícil y prodigioso en toda ella, pero admirablemente resuelto a través de una notable variedad de fórmulas a cuál más excelente: porque ha sido objetivo prioritario de la naturaleza (de Dios, decimos hablando en cristiano; pero ni siquiera en las clases de religión es necesario “hablar en cristiano”), hallar la solución más perfecta para este problema, cuya única salida alternativa es la extinción de la especie o del grupo.
Y resulta que, para la especie humana, éste es un problema especialmente arduo, debido a que no ha cesado de crecer el tiempo de dependencia de las crías (el más prolongado de la biología), prolongado aún más por nuestra civilización. Y para ello, para atender al crecimiento y maduración de las crías, el invento más eficaz de las civilizaciones más exitosas ha sido el matrimonio (oficio de madre), que sólo es posible consolidar por el respectivo patrimonio (oficio de padre). Un cruce de significados, ¿eh que sí?, a causa del cual se producen buena parte de los cortocircuitos. Pero es así como nuestras crías se convierten en hijos, con todo lo que la correlación madre-padre-hijos acarrea respecto a la forma y a la calidad de la vida. Por cierto, obsérvese cómo chirría la sociedad cuando se pretende poco menos que la extinción del matrimonio en aras del patrimonio. Cuando se va frontalmente a la demolición de la familia.
Es evidente que en la medida en que reculamos en esta relación construida mediante el matrimonio, cuya estabilidad ha de ser función directa de la necesidad de sacar adelante a los hijos; en la medida en que reculamos en esta necesidad tan sacrificada (¿acaso no lo es en la naturaleza?), en esa misma medida los HIJOS, uno de los mayores “inventos” humanos (imposible sin los correlativos madre y padre) pasan a la condición de CRÍAS; cuyo referente nefasto y nefando para nosotros no son las crías de los demás animales de la naturaleza, sino las que nosotros ponemos en el mundo con el invento de la ganadería: tanto más espeluznante cuanto más moderna.
Y está bien claro que no son las civilizaciones que están reculando en el manejo de este problema, las llamadas a heredar la tierra (a hacerse con el poder en el mundo), sino las que siguen resolviéndolo tan brillante y eficazmente como se ha venido resolviendo a lo largo de los milenios que llevamos de civilización.
Y si comparamos en esto (justo en esto) el mundo “cristiano” y el mundo musulmán, no hay que ser adivino para descubrir el desenlace. La mujer cristiana tuvo su mayor título de nobleza en la maternidad. Y ha renunciado a él. La mujer musulmana lo mantiene. Los “cristianos” estamos volviendo a Roma: a la Roma de los esclavos, cuya actividad sexual no daba lugar a hijos sino a crías. Y éstas las manejaba el amo a su capricho: porque suyas eran. Es que siendo el sexo la prioridad, las crías derivadas eran (¡son!) un subproducto totalmente desechable.
¿Y qué ocurre hoy? Pues que se promociona sobre todo en la escuela y en los medios, la promiscuidad no profesional como signo de progreso y libertad sexual de la mujer; y para afianzar ese progreso de la mujer, se legisla sobre la prostitución como si se tratase de una dignísima profesión homologable (las “profesionales del sexo”) para ayudar a la libertad sexual. Los vientres de alquiler no son más que una especialidad diferenciada de la prostitución. No deja de ser una forma distinta de compraventa sexual de la mujer, totalmente en la línea de los vientres de propiedad de las hembras de nuestros ganados, que conciben, gestan y paren para nosotros.
Entiéndase, la clave está en la “esclavización voluntaria” que tanto nos cuesta entender a muchos. ¡Es increíble lo mucho que ayuda el sexo a consolidar y aceptar la esclavitud! Así fue en Roma, y así es también hoy. En cualquier caso, ¡hay que ver cómo tira Roma! Hitler, deslumbrado por la vía romana, se empeñó en hacer ese camino de vuelta (¡incluidas las granjas de reproducción humana y el descarte de los “productos” de menor calidad!), pero encalló. Nosotros estamos aún en el aborto, es decir en el descarte del subproducto desechable del sexo esclavo; nos hemos encallado en la promiscuidad no retribuida, en la prostitución y en los vientres de alquiler. Ya no nos falta tanto para alcanzar a los romanos y a Hitler.
¿Y por qué no se abordan estos temas en las clases de religión? Evidentemente por inveterado complejo de la Iglesia, después de siglos de insistencia; y por no chocar de frente con la ideología impuesta por el Estado desde su poder legislativo y educativo. Si la Iglesia calla al respecto, ¿cómo podemos pretender que hablen los profesores de religión? El silencio de la Iglesia al respecto es, en efecto, estremecedor. Es porque carga con la acusación y el complejo de que anteriormente habló demasiado. Pero no, no habló demasiado, sino justo lo que tenía que hablar. Porque se trata del tema más difícil en el que toda sociedad humana se juega la supervivencia. Pero nosotros, erre que erre, haciendo seguidismo de los demoledores de la moral, empeñados en que los problemas derivados de un desaforado crecimiento demográfico (¿a quién corresponde determinar lo que es justo?) se resuelven mediante el desmantelamiento de la familia, el nido en que nacen y crecen los hijos; y mediante el vuelco de esa fuerza en un crecimiento económico mucho más desaforado aún. ¡Qué listos somos!
Desmantelamiento de la familia y del DERECHO construido sobre ella. En efecto, no es la Iglesia la primera institución que se cuida de las buenas costumbres (de la moral) en cuestión de sexo. Dicen en efecto los analistas del derecho, que fue el tabú (prohibición) del incesto, la primera norma jurídica sobre la que se construyó la civilización. Pero hoy vamos camino de cargarnos incluso este tabú. El movimiento feminista reivindica junto a la cohonestación y legalización de la pederastia, la promoción y legalización del incesto. Una de sus gurús, Shulamit Firestone, recomienda que a fin de que los niños no crezcan reprimidos sexualmente, sean los padres quienes los inicien en la vida sexual (además de los maestros y las huestes LGTB en la escuela). Más aún, los feministas más integristas recomiendan que la primera felación del niño sea practicada por su propia madre. Eso, sólo por empezar la “formación” sexual de los hijos desde su más tierna infancia y a cargo de los maestros más eficaces. Es decir que vamos de cabeza a desmantelar todo, absolutamente todo el edificio de la civilización desde sus cimientos. Así de crudo.
En fin, no deberíamos olvidar que el diseño y construcción del matrimonio cristiano y de la familia cristiana a partir de los materiales con que tuvo que construirse, es una obra mucho más difícil e impresionante que todas las maravillosas catedrales construidas en todo el mundo. Estamos asistiendo atónitos al estrepitoso derrumbe de la familia y del matrimonio cristianos. Como si no pasase nada. Pues infinitamente menos grave sería que asistiésemos al derrumbe de todas las catedrales del mundo, incluido el Vaticano o la Sagrada Familia, que nos cae más cerca. Clamarían todos por la tremenda pérdida de ese inconmensurable tesoro cultural de la humanidad.
Pues eso es lo que estamos perdiendo con la demolición del matrimonio y de la familia, esa maravillosa construcción de la Iglesia. Una tremenda pérdida no sólo para la Iglesia, sino para toda la humanidad. Porque esas instituciones, legado de la Iglesia, son el patrimonio más esplendoroso de la humanidad. Caeremos finalmente en la cuenta cuando vengan los musulmanes a imponernos su patrimonio y su matrimonio.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
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Del mundo intelectual de los EEUU nos llega otra filosofía-religión, la llamada Humanista, de la American Humanist Association, cuya idea es la no necesidad de Dios: "Ninguna deidad nos salvará; debemos salvarnos a nosotros mismos"
ResponderEliminar1. Manifiesto Humanista I de 1933
2. Manifiesto Humanista II de 1973
Éste determina el aborto y la anticoncepción sin límites. Las promesas salvíficas y los miedos condenatorios son ínútiles y perjudiciales, "Ninguna deidad nos salvará; debemos salvarnos a nosotros mismos", y que el hombre es una emergencia de las formas evolutivas naturales, somos un animal pensante muy evolucionado. El sistema de la ética autónoma y situacional es la única posible, sin necesidad de fundamento teológico. Dios, por tanto, no existe, la religión pronto se extinguirá, no hay absolutos morales, y que el humanismo ha venido para quedarse siempre con el fin de enterrar a la religión. Los que apoyaron este manifiesto son la Nueva Era, el comunismo y la masonería, los tres unidos desde el siglo XIX.
Todo se resume en la ÉTICA SITUACIONAL, en la que se basa el Capítulo VIII de Amoris laetitia para dar la comunión y absolución de los adúlteros atenuados. La ética situacional dice que yo decido lo que más me interesa, y en base a esto todo lo demás ha de adaptarse, y que por lo tanto, la moral es relativa, no hay moral absoluta, fija y revelada por Dios.
Si yo tengo el V Mandamiento "no matarás", pero yo decido lo que más me interesa, abortar al niño por nacer porque no me interesa, y afirmo la moral situacional: matar es bueno, si no se llama aborto pero sí con una palabra suave y aséptica IVE, interrupción voluntaria del embarazo, y alego unas causas elegantes, como violación, anomalías en el feto incompatibles con la vida, o que se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico y así lo confirme un comité clínico.
3. Manifiesto Humanista III de 2003
A destacar su curioso ateísmo: El conocimiento del mundo se deriva de la
observación, de la experimentación y del análisis racional. Los humanos son una parte integral de la naturaleza, el resultado de un cambio evolutivo no guiado. Los valores éticos se derivan de la necesidad y el interés humanos según lo probado por la experiencia (ética situacional: mi interés, mis necesidades y los resultados obtenidos). La satisfacción de la vida emerge de la participación del individuo al servicio de los ideales humanos.
El Humanismo va dirigido contra el cristianismo, no contra el islamismo, el judaismo, el budismo...
EliminarEl manifiesto humanista es de origen MASÓNICO: SEA ANATEMA !!!
ResponderEliminarUnos firmantes fueron Isaac Asimov y Carl Sagan, el porrero de marihuana y autor del libro y serie Cosmos, entre otros.
EliminarFelicidades, Mn. Custodio, por este combate contra la sectaria, pseudocientífica y totalitaria ideología feminista, homosexualista y transexualista. Gracias por ser polemista, ante la ausencia de quien debería de estar, el arzobispo cardenal Omella, al cual todavía se le espera con el ejercicio de su ministerium activo (hablar y actuar), especialmente, en su efectivo ejercicio de los tria munera que recibió al ser obispo, es decir, de los tres oficios de Cristo de enseñar, santificar y gobernar, conforme la configuración del sacerdote a Cristo Cabeza, pues el sacerdote actúa in persona Christi Capitis y en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente como Jesús alejado (Dios relojero de la masonería) o muerto (pensador o filósofo), sino en la Persona misma de Cristo resucitado, que se hace presente con su acción realmente eficaz. Ánimo, Mons. Omella...
ResponderEliminarUna sugerencia: la pseudociencia sectaria y totalitaria del feminismo, homosexualismo y transexualidad, junto con la promiscuidad y la infidelidad, han conseguido hacer ineficaces dos normas humanas, naturales y divinas, la del art. 15 de la Constitución (todos tenemos derecho a la vida) y el V Mandamiento (no matarás).
El Tribunal Constitucional es prevaricador, pues lleva casi 10 años con la sentencia del aborto de Zapatero embargada.
Pero la perversión de estas pseudociencias hechas ley compulsiva y coercitiva, es que además implica un negacionismo biológico y psicológico de la sexualidad o sexuación, negando y condenando moral y legalmente a los que afirmen la realidad objetiva indiscutible de la sexuación, entendido como las de fases biológicas y psicológicas que contribuyen a la caracterización de la sexualidad de la persona, tanto su sexo genético, biológico y fisiológico como su sexo psicológico.
Es decir, la sexuación implica la verdad objetiva universal, no negociable, irrenunciable, no discutible, irreversible y auténticamente verdadera de que hay dos géneros, hombre y mujer, con sus propias características propias y sus funciones biológicas y psicológicas propias e intransferibles.
Lo que implica que es una verdad objetiva universal, no negociable, no discutible, infalible, verdadera sin error alguno, que son necesarios para el ser humano el matrimonio heterosexual monógamo fiel por siempre, la familia parental con vínculos afectivos y genéticos (sé quién es mi madre y mi padre), la concepción natural de los hijos (no a través de probetas o eugenesias), donde la mujer tiene un papel absolutamente necesario de procrear y educar a sus hijos, que son necesarias y vitales para una sociedad sana tanto la familia, el matrimonio y la heterosexualidad, superiores por encima de cualquier punto de vista sobre la homosexualidad y la transexualidad y cualquier otra aberración irracional de la pseudociencia de género son absolutamente perjudiciales para la sociedad, la destruye, porque atentan contra la sexuación natural, ecológica, biológica, psíquica y espiritual, y que por tanto, es legítimo y necesario votar a partidos y leyes para hacer desaparecer esta ideología de género del derecho interno de España.
¿Tribunal Constitucional prevaricador?
Eliminar¿Qué hizo Rajoy cuando con su mayoría absoluta pudo hacer lo que pedían sus votantes?
¿Robar más?
¿Para qué creen los políticos que les votan los ciudadanos?
¿Para ser expoliados con el 3% y imponernos la última ocurrencia de Soros?
Luego nos quejamos de que Cataluña no funciona.
¡Peor tendría que funcionar con los inútiles y venales que votamos!
¿Tú para qué te crees que nos están imponiendo el marxismo cultural?
¿Porque se aburren y no tienen nada que hacer?
¿Y por qué tenemos que pagar con nuestros impuestos estas religiones laicas!
Que la superioridad de Occidente, y sobre todo España durante la Reconquista y Conquista, se ha debido de forma indiscutible a la configuración de la familia y el matrimonio según la concepción del patriarcado de San José, prefigurado en la Sagrada Familia, donde el hombre cumple su misión sacerdotal y proveedora.
ResponderEliminarLa ideología progresista, por tanto, es inhumana, está totalmente desquiciada y demente al no fundarse en la realidad y la verdad, al ser negacionista de la realidad de la sexuación, porque ésta procede de Dios, y que este negacionismo procede del pecado original del querer ser dioses y del querer llegar sin Dios, contra Dios, a un Nuevo Edén mesiánico secularizado del humanismo o transhumanismo (humanismo con tecnología).
En su etapa actual, este progresismo estatal, además de hacer a la mujer asesina de su propio hijo no nacido, le arranca inmediatamente su hijo para que no pueda desarrollar el vínculo madre-hijo, provocando el desarraigo, siendo educado dicho hijo por terceros, es decir, el Estado, a través de los parvularios oficiales, mediante una negación de ayudas a la maternidad y de obligar a la mujer a incorporarse al mercado de trabajo con contratos precarios y sueldos mínimos.
A los sacerdotes indepes les reprocho ser de izquierdas que significa baja natalidad, aborto, divorcio, inmigración masiva, etc. todo ello, y más cosas por el estilo contrario al bien de un país. Por otro lado, no pueden ver a los del Opus, tan amantes de la familia, y que son la antítesis de la baja natalidad. Esos progres antiopusinos que pogan en una balanza su talante de izquierdas y en el otro plato las familias cristianas del Opus. Luego digan con sinceridad qué prefieren para el futuro y el bien de Catalunya. Si callan, otorgan.
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