Viendo arder Nuestra Señora de París, era imposible no ver al mismo tiempo a nuestro entrañable Quasimodo saltando desesperado entre las llamas. ¿Habrá ardido el bueno de Quasimodo con su catedral? ¿Y el arcediano?
Más de uno habrá pensado que ahí ardía la Iglesia y que entre las llamas andaba el alma del arcediano arrastrando consigo la corte infernal de clérigos que como él (pero menos empujados por la anágke, por la fatalidad de las pasiones humanas) se han unido a su labor de zapa de la credibilidad de la Iglesia.
Pero no olviden esos analistas tan satisfechos que se estarían frotando las manos ante el fuego de la catedral de Nuestra Señora, que si el surgimiento de la Iglesia (tan monacal) fue el surgimiento de Europa, la caída de esa Iglesia –materialmente, porque el poder de la muerte no la podrá destruir- sería también la ruina de Europa. Y no vale invocar el argumento de que ya no era un símbolo de la cristiandad lo que ardía, sino un museo. Cierto es que Francia no está dispuesta a perder ese museo; y claro que lo reconstruirán: como museo, que una joya así, no se puede perder. Les importa mucho menos como lugar de culto. Si fuese por eso, ni se molestarían. Una menos, entre tantos centenares de iglesias que se convierten en museos, restaurantes, salas de conciertos y hasta en mezquitas. Del mismo modo que ni los gobiernos españoles ni los catalanes, ni los de hoy ni los de mañana, por laicistas y anticristianos que sean, estarían dispuestos a perder la Sagrada Familia, que no es que sea mínimo su horario de culto para que pueda ser visitada por los turistas, sino que se está construyendo ya por ellos (gracias a su dinero) y para ellos como parque temático de la Barcelona desinhibida y postmoderna.
Ya lleva más de medio siglo ardiendo el alma cristiana de Francia. Y ése sí que es un incendio tremendamente voraz no solamente para una catedral, sino para Europa. Al fin y al cabo, la madera y la piedra se reconstruyen. Pero cuando se quema el alma, como se empeña en ejemplificarnos Víctor Hugo en su gran novela, cuando arde el alma, poco se puede hacer.
En El Jorobado de Nuestra Señora de París arden unas cuantas almas.
Me hubiese gustado hacer la ruta de Quasimodo por Notre Dame; pero no, no he tenido ocasión de hacerla. Resulta que Quasimodo, tan contrahecho, era una de las bellezas de la catedral, era la esmeralda que le ponía el broche de oro; mientras que el arcediano, su alma institucional, alma verdaderamente atormentada, se confundió con el hollín que oscurecía sus piedras venerables. No se ha quemado toda la catedral, sino tan sólo lo más espectacular: su pináculo. Quemado y derribado. Da que pensar. Un episodio más en la secuencia de consunción de la Iglesia. Y no el peor, porque a la Iglesia es difícil consumirla desde fuera. Es más fácil quemarla desde dentro, es más fácil que provoque su ruina el arcediano. Al fin y al cabo, el pobre Quasimodo es como una estatua más de la iglesia: pero de carne y hueso. Con un alma bellísima, que si no tenía un cuerpo en consonancia, tenía toda la catedral, con la que formaba una buena armonía. Formaba parte del gran libro de piedra, que dice Víctor Hugo.
Pero la decadencia de la catedral y de las grandes catedrales, no se debe a que los libros de piedra han sido suplantados por los de papel, convertidos por la imprenta en tan abundantes como son hoy los sitios y los archivos de internet. Ni el libro hizo más sabio al hombre cuando se produjo su proliferación mediante la imprenta, ni la humanidad de hoy es más sabia que la que se crió en los libros impresos, ni tampoco supera a la que aprendió en pergaminos. No es eso, no es el soporte del conocimiento el que nos hace más sabios.
Ni la catedral de Notre Dame ni las demás catedrales y grandes iglesias son libros en los que se instruye el pueblo fiel. Lo son además. Pero son en primer lugar la expresión más espectacular y solemne del reconocimiento de Dios como Creador y Señor del hombre y del Universo. Son un canto al Señor y Creador del hombre. Un canto en piedra. En cada pueblo, en cada época de la historia, el hombre creyente ha elevado a Dios su mejor canto de alabanza, de reconocimiento, de aceptación y de sumisión a su santa Ley.
Y no son las lecciones en piedra lo que está ardiendo en toda Europa, y recientemente en Francia. Lo que arde es la presencia de Dios entre nosotros; lo que arde es el mayor y más sublime fundamento del hombre, que es Dios. Lo que arde sin parar es lo mejor de nosotros mismos, lo mejor de Europa. Y tenemos la soberbia pretensión de que no dejaremos de ser europeos aunque dejemos de ser cristianos. Demasiado fácilmente hemos olvidado que nos guste o no nos guste, el hombre está hecho de Dios. Y esto no sólo desde la perspectiva religiosa, sino también desde la perspectiva antropológica. Sin Dios, sin El Señor, el hombre no tiene explicación.
Por eso lo más grave del incendio de Nuestra Señora de París, es que estamos viendo arder la gloria de Dios construida por nuestros antepasados, con la mayor indiferencia hacia esa gran herencia. Lo único que nos preocupa es el museo; y reconstruiremos el museo, claro que sí; y nos sentiremos orgullosos de ello. Pero ni nos lamentamos por el gran jirón de humanidad que hemos perdido al desprendernos de Dios, ni se vislumbra la menor intención de recuperarlo. Es que, como la rana, nos vamos quemando lenta, lentamente y ni nos damos cuenta. Un tercero vendrá que nos encontrará cocidos.
Y una reflexión más: ha ardido Nuestra Señora. El culto sublime a la Madre de Dios, que es el culto de respeto y admiración que ha dedicado la Iglesia a la mujer madre, ejemplificado y exaltado en la Madre de Dios. También esto ha ardido a fuego lento; pero últimamente con un fuego mucho más intenso que el que quemó la catedral. Va un abismo de la mujer que promocionó y dignificó la Iglesia, a la mujer que se está promocionando ahora como el mayor desarrollo de la humanidad. Demasiado fácilmente hemos olvidado de dónde venía la mujer que redimió el cristianismo bajo el liderazgo de la Madre de Dios, de Notre Dame, de Nuestra Señora. Venía del oficio de mujer esclava, mujer de usar y tirar. Por eso es tan capital la presencia de la Madre de Dios, Nuestra Señora, velando por la dignidad y la libertad de la mujer. Es que la Iglesia emprendió con más urgencia y más ahínco la liberación de la mujer, que la del hombre. Ahí estaba en el corazón de Europa, la Madre de Dios para tan gran empeño. Estaba, pero ya no está, al menos visiblemente. ¿También eso ha ardido?
Dios quiera que más que recuperar el museo de Notre Dame, recuperemos la fe en el Dios uno y Trino; el Dios que, encarnándose en las entrañas inmaculadas de Nuestra Señora, se hizo hombre para destruir con su resurrección el poder del pecado y de la muerte que atenazan a cada ser humano que viene a este mundo. Con esta fe operante en la práctica del bien se construyó esa catedral, se construyó el hombre, cuyo misterio sólo se esclarece a la luz del misterio del Verbo encarnado en el vientre de Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia Santa y Católica.
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
El Padre Justo Lofeudo da una interpretación apocalíptico-escatológica en 16 minutos de comentario:
ResponderEliminarwww.youtube.com/watch?v=hrmbjS0JsPk
Es un signo profético. Arde la Casa de Dios, es un templo que se ha degradado en un museo de visitas sin que existan misas, oraciones y adoraciones, son los pecados internos de la Iglesia, es el humo de satanás, es el demonio contra la Virgen María, es un indicio de la apostasía de una parte de la Iglesia y sociedad, es un ejemplo de la caída del Templo de Jerusalén que no quedó piedra sobre piedra, es la Iglesia falsa que complace el mundo.
Técnicamente, va a costar décadas rehacer la aguja caída. Así lo afirma un "compañero" (carpintero especialista):
ResponderEliminarhttps://www.lci.fr/population/la-reconstruction-de-notre-dame-vue-par-un-compagnon-du-devoir-le-savoir-faire-est-la-la-france-est-une-reference-2118563.html
En Francia, una cosa son los franc-masones o franc-maçonnerie (la masonería o "albañilería" o "paletería" mala, satánica, anticatólica), y otra los compañeros o Compagnonnage o compagnons (maestro de oficios: relojero, carpintero, ebanista, panadero, cocinero, electricista, "masón" o albañil...), que desarrollan el Tour de France, o circuito de aprendizaje bajo diferentes maestros de diversas ciudades, aunque puede haber doble adscripción compagnons y franc-maçonnerie, no bien vista.
Los daños estructurales, a vista, han sido colosales. Se necesitarán decenios para dejarlo tal como estaba antes del incendio. La madera quemada procede de robles plantados en el siglo XIII diseñados y elegidos sólo para la construcción gótica. Los trabajos de albañilería y cantería van a ser monumentales. No pueden trabajar más de 50 trabajadores a la vez. No va a ser posible reconstruirlo en 5 años como dice Macron.
Como es frecuente los trabajos se prolongaran todo lo que sea necesario, para gastar todo el dinero que quieran, dado el abundante flujo de donaciones.En la decada de los años sesenta la caida de un rayo provoco el incendio de la estructura de madera que cubre las bóvedas, se reconstruyo está en unos meses, y con un precio que hoy resulta de risa.Lo sorprendente del incendio de Paris, sobre todo si se tiene en cuenta que la catedral es propiedad del Estado francés, la desidia en cuanto la conservación de esta,ya que un bosque de madera seca como es esta estructura, no tuviera ningun revestimiento, para protegerla del fuego, por ejemplo toda la variedad de pinturas intumescentes que ratardan la acción del fuego
EliminarRescato una carta del obispo Torras y Bages que está aquí:
ResponderEliminarwww.dolcacatalunya.com/2019/04/torras-i-bages-fatxa/
En ella, Torras y Bages nos habla hoy mismo desde su pasado: un católico no puede votar a partidos que aprueban leyes que permitan actos morales perversos intrinsece malum per se semper et pro semper, como la cultura de la muerte (aborto y eutanasia), laicismo excluyente (el catolicismo ha de estar encarcelado en el ámbito privado), el relativismo moral (en vida, familia, educación y bien común), en ideología de género (homosexualidad, transexualidad), ni en memoria histórica verdadera sobre identidad (que Cataluña históricamente ha sido hispánica, monárquica y católica):
“Al hablar de Cesarismo no nos referimos a esta o aquella forma de gobierno, sino a todas, cuando quieren invadir el terreno de la vida religiosa, prescindiendo de la autoridad autónoma que a ésta regula.
"(…) ahora en España vemos una parte de los hombres políticos con fervor epiléptico proclamar la autocracia, en su terreno más odioso, que es el de la esclavitud de la vida religiosa.
No quiere límites en su potestad legislativa en cuanto se refiere a la vida pública de la religión, y si en el comercio, o en la industria, o en la agricultura, o en la cultura científica se solicita el concurso de los profesionales para legislar en las respectivas materias, en la religión no se quiere admitir y se rechaza el concurso de la suma autoridad religiosa (…)
Convertir el Parlamento en un Santo Sínodo y que, auctoritate propria, el Gobierno de Su Majestad pretenda regularizar el culto y la vida religiosa de los ciudadanos españoles, esto no lo tolera una sociedad poseída de su propia dignidad (…)
Los cristianos nunca admitirán aquel ya rancio principio del parlamentarismo moderno de que una mayoría pueda volver blanco lo negro, ni negro lo blanco, hacer justo lo injusto, e injusto lo justo. La limitación del poder es un principio esencial del cristianismo“.
Es decir, "hace justo lo injusto" es hacer leyes inicuas e injustas sobre lgbti, violencia de género (no existe ningún grupo violento de hombres organizado para hacer daño a las mujeres), sobre aborto, sobre eutanasia...
Una excelente carta de una coach católica que sufre el despotismo político y sancionador de la ley lgbti de Madrid:
LA COMUNIDAD DE MADRID PRETENDE MULTARLA APLICANDO LA LEY CONTRA LA LGTBIFOBIA. Elena Lorenzo: «Una denuncia que proviene de una ley injusta no me frenará NUNCA»
www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=34729
"...esta sanción ya de principio es inicua e injusta, simplemente proviene de una ley ideológica que restringe las libertades. Es una ley inicua porque es lo contrario a la equidad."
"Si por ayudar a una persona te haces merecedor de una sanción, entonces interpreto que esto es una enorme injusticia y conlleva una grave falta de libertad."
"Esta lucha la seguiré librando y lo haré de la forma que creo que debo hacerlo, sin límites. Soy creyente y mis convicciones más profundas me dan la fuerza y el sentido de lo que hago. Por lo tanto, una denuncia que proviene de una ley injusta no me frenará NUNCA. Es más, me hace trabajar con más ganas y con más esfuerzo."
Torras y Bages nos habla para hoy: hay que luchar, con la ayuda de Dios, en contra de las potestades antiteocráticas propias de cada época: la de Torras y Bages que pretendía el luteranismo y anglicanismo de Estado, la de Elena Lorenzo contra la dictadura tiránica de la ideología de género, lgbti, homosexualismo y transexualismo.
Una interpretación exacta de la metáfora de Nôtre Dame en llamas. No fueron los sansculottes los que prendieron esta vez la mecha. Sino la propia dejadez, el abandono propio de quienes debían velar por el Templo. Es la desidia y apatía de quienes debían velar por la Casa de mi Padre lo que está propiciando el derrumbe de la techumbre que debería proteger a sus hijos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el Sr Valderas Gallardo.
ResponderEliminarAhora nos salen que fue obra de los albañiles FUMADORES.