Hilaire Belloc |
Tal como está la Iglesia es muy difícil ser sacerdote. Pero los sacerdotes tendrían que caer en la cuenta de que siendo ellos lo que son, no es nada fácil ser fiel, es decir su feligrés. He aquí una experiencia reciente.
He vuelto a caer. El domingo volví a pasar delante de la parroquia del barrio donde crecí. Y entré para quedarme a la misa de una. Y me encontré mirando los bancos vacíos, desconcertado. Una inmensa nave con apenas 50 personas. La misa de la una había sido durante decenios la celebración dominical más multitudinaria. Imposible encontrar asiento si llegabas justo al inicio. Hay bancos para más de 800 personas sentadas, a las que pueden añadirse casi 200 de pie. Y hablo aún del final de la década de los 80 y principio de los 90.
En líneas generales venimos a encontrarnos con un par de ancianos como lectores, y una monitora de cantos con más buena voluntad que acierto musical. Y en mi reciente experiencia, un sacerdote de mediana edad que con un micro inalámbrico se movía de aquí para allá mientras buscaba la manera de hacer que un “migrante” (sic) se colara en el hilo de su homilía. ¿Quién sabe? -dijo- puede ser un santo que camina a nuestro lado. Hoy en día la santidad -pensé- es más barata que el tabaco a granel de antaño. Si el papa nos advierte que la santidad es mucho más fácil y corriente de lo que se nos ha hecho creer hasta ahora, y que ese santo bajado de la peana puede serlo nuestro vecino, ¿cómo no va a serlo el migrante? No deseo relataros el resto. Me produjo ardor de estómago.
Entonces, aún con mi estómago en desorden, mientras a la salida de misa iba a casa, hablé con un viejo amigo. Después de las bromas y los tristes comentarios sobre la pobre solemnidad de la misa solemne, llegaron los dolores de barriga de verdad. Y de forma literal. El amigo, que sigue viviendo en el barrio, me contaba cómo el párroco, para preparar a los niños para la primera comunión, invita a todos los padres a una catequesis. Aquellos con niños en edad escolar, sin duda estarán al tanto de esta práctica de reeducar a sus padres: personas que, en su época, la Iglesia ya había arrojado en manos del ateísmo, con charlas modernas como preparación de los niños para los sacramentos.He vuelto a caer. El domingo volví a pasar delante de la parroquia del barrio donde crecí. Y entré para quedarme a la misa de una. Y me encontré mirando los bancos vacíos, desconcertado. Una inmensa nave con apenas 50 personas. La misa de la una había sido durante decenios la celebración dominical más multitudinaria. Imposible encontrar asiento si llegabas justo al inicio. Hay bancos para más de 800 personas sentadas, a las que pueden añadirse casi 200 de pie. Y hablo aún del final de la década de los 80 y principio de los 90.
En líneas generales venimos a encontrarnos con un par de ancianos como lectores, y una monitora de cantos con más buena voluntad que acierto musical. Y en mi reciente experiencia, un sacerdote de mediana edad que con un micro inalámbrico se movía de aquí para allá mientras buscaba la manera de hacer que un “migrante” (sic) se colara en el hilo de su homilía. ¿Quién sabe? -dijo- puede ser un santo que camina a nuestro lado. Hoy en día la santidad -pensé- es más barata que el tabaco a granel de antaño. Si el papa nos advierte que la santidad es mucho más fácil y corriente de lo que se nos ha hecho creer hasta ahora, y que ese santo bajado de la peana puede serlo nuestro vecino, ¿cómo no va a serlo el migrante? No deseo relataros el resto. Me produjo ardor de estómago.
Como si los padres tuvieran que prepararse y como si la preparación del padre tuviera un vínculo con la preparación del niño. Quizás lo haya, pero lo que es seguro es que éste no cambiará después de un par de soporíferas conferencias exprés del sacerdote de turno. En una palabra, que al niño de ayer alejado de la fe tras su periodo de catequesis, no lo repescarás hoy que ya es padre con el mismo lenguaje pretendidamente joven y moderno de los 70. Ese es el problema. Como el programa “Tornar a creure” (Volver a creer: la alegría de vivir el evangelio) de esa gran lumbrera diocesana y faro de la nueva evangelización que es Mn. Morlans, que pretende con el lenguaje y estilo de los 70-80 repescar a los que se alejaron de la fe justamente en aquellos años. Con esos materiales hay que hacer la moderna catequesis.
Es muy posible que el párroco quiera estar seguro de que los padres continúan siendo lo indiferentes religiosamente que son. En cualquier caso había algo nuevo en esa conferencia catequética de la que me hablaba mi amigo. El sacerdote quiso demostrar que sabía griego y después de explicar el término "Eucaristía", cuyo secreto reside en el prefijo "eu-", una partícula reservada para las cosas buenas, dice, actualizó y dio ejemplos como “ la eugenesia o la eutanasia". Tal cual. Los asombrados padres, que no eran tan ignorantes como los creyó el mossén, se preguntaban si era ignorancia, ingenio o convicción. Lo triste, más bien trágico, es que probablemente fuese lo tercero.
Ejemplo de tantas iglesias vacías |
Somos precisamente los fieles los que al margen de nuestras deficiencias en la doctrina o en la caridad en la gente, tenemos toda la legitimidad para preguntarnos: ¿Qué queda de la fe de los sacerdotes? La homilética se muestra cada vez más descuidada. Los sacerdotes están preocupados por el sistema de refrigeración de la iglesia como si estuviéramos en Alabama o en el África subsahariana (algunos de estos sacerdotes se preguntan cómo pudo funcionar la Iglesia cuando no había aire acondicionado).
Sé por otra parte, por el trato asiduo con ellos, que hay algunos que son grandes jugadores de videojuegos; pero conozco pocos apasionados por el salterio o por el breviario. Muchos salen a comer pizza los viernes o los sábados con tal o cual grupo de seglares; pero conozco pocos que hablen del ayuno y la ascesis(a los musulmanes no les da ningún empacho hablar de su Ramadán). Quizás estas cosas las guardan en el secreto de su habitación.
Conozco sacerdotes ansiosos por tener ministros extraordinarios para la Eucaristía, sobre todo para no alargar mucho el momento de la comunión. Sacerdotes que organizan la Pastoral de la Salud para visitar a los enfermos o quizás hacerles llevar la comunión por la sacristana; pero que luego ni siquiera se ofrecen para confesarles, porque "al fin y al cabo, ¿qué pecados tienen?".
Conozco por los folletos que descubro en las iglesias de qué teología echan mano. Conozco las conferencias que organizan, todas cortadas por el mismo patrón; podrían ser buenos momentos catequéticos, pero terminan siendo charlas reveladoras de la incredulidad de cada uno, del estado de ánimo adquirido por la prolongada cercanía con el sacerdote de la parroquia. Y quiero dejar de lado deliberadamente el problema moral que corrompe a muchos sacerdotes, porque ni siquiera es éste el gran problema de la Iglesia. Lo que sí constatamos son los profundos problemas de orden psicológico, emocional o relacional que padecen muchos de ellos.
Llegados a este punto me pregunto qué tipo de selección se hace en los seminarios. Una serie de sacerdotes que son todos iguales al hablar, y con la misma vestimenta informal, la mayoría acaban los cursos de Teología con una forma mentis más que nada de gestión y marketing (como si la Iglesia se sustentase en esto): cuatro fórmulas que parecen repetir como un loro, más que por convicción; y nunca, y digo nunca, nadie habla de poner a Dios, con sus derechos, en primer lugar, por encima de todo y de todos.
Todos hablan de la acogida a los inmigrantes, pero su sermón suena tan hueco como el de los políticos, porque ninguno los acoge en la rectoría o en la casa parroquial. Todos ayudan a los pobres, pero nadie vende el automóvil o el smartphone para alimentarlos o instruirlos. Todos hablan de "cuidado pastoral", pero nadie va casa por casa para consolar a los afligidos, o llevarles comida. Siempre pidiendo dinero y llenándose la boca con pura charlatanería. Y para variar, como si fuesen clones, siempre la cantinela de cómo hacer caminos para la acogida y curar heridas por parte de una Iglesia que insisten machaconamente debe ser como un hospital de campaña.
Este tipo de sacerdotes (que no son pocos), no sólo han desechado el palo, pobrecillos, sino que con el discurso sobre los caminos de acogida, incluso han despreciado la zanahoria. Se han quedado sólo ellos, y se queda también nuestro disgusto. Todo gira alrededor de ellos, que siempre están muy ocupados en cualquier actividad, siempre que no sea santificarse. Si tuvieras un problema familiar existencial grave, como un divorcio o una enfermedad o un suicidio, ¿podrías esperar respuestas? Dado que para los sacerdotes del tercer milenio, aquellos que aún citan a Sartre y Camus, no hay respuestas prefabricadas -dicen-, a lo sumo lo que se puede esperar son cuatro frasecillas como las que te encuentras en las galletas de la suerte en los restaurantes chinos.
Confiar en un clero así es como confiar una carta a Correos sin tener la precaución de poner suficientes sellos al franquearla. Pero sin renunciar a sufrir durante días enteros esperando una respuesta que no llegará. Más que respuestas lo que te puedes esperar es un plus de preguntas que sin duda son “imprescindibles para tu salvación eclesial”: ¿Cómo hay que acoger? ¿Cómo acompañar? ¿Cómo ser “Iglesia en salida”? Cuando a través de la tan cacareada sinodalidad y los planes pastorales hayan convertido por fin a la Iglesia en una institución mera y totalmente humana, tendrán los días contados. Quizá 15 años, poco más. Y eso, como dijo Hilaire Belloc, “lo llevan a cabo con una imbecilidad deshonesta”.
Un laico desorientado
M. D.
La lectura de la experiencia de M.D. produce, sobre todo, desolación. Venturosamente no faltan parroquias germinantes. Pero no deberíamos dejar solos a los pastores. Muchos somos culpables. Que el Señor nos guarde la fe y su misericordia nos cubra a todos. A veces no acabamos de entender que IUdex est venturus y nos encontrará sin aceite en los candiles y con derroche de los talentos. Cae el alma a los pies, en efecto, cuando acudimos a unas iglesias vacías, oímos unas homilías deslabazadas o el sagrario escondido y los confesionarios inexistentes. ¿No le han preguntado nunca, al volver del templo, cómo estaba la iglesia y ha tenido que despistar avergonzado? A unos les produce indignación. Otros nos sentimos desolados, aunque no exentos de culpa.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el Sr Valderas Gallardo.
Eliminar"El sacerdote quiso demostrar que sabía griego y después de explicar el término "Eucaristía", cuyo secreto reside en el prefijo "eu-", una partícula reservada para las cosas buenas, dice, actualizó y dio ejemplos como “ la eugenesia o la eutanasia"."
EliminarNo es lo mismo eu·fonía que a·fonía, no...
Goyo
ResponderEliminarMe sumo completamente la opinión del Sr. M.D.
Me encuentro tan desorientado, preocupado, entristecido, desolado.... y cuantos adjetivos podría agregar, como usted. Me siento como abandonado e ignorado por una iglesia que hasta hace algunos años me reconfortaba y ayudaba a seguir el Camino del Señor. Me da la impresión de que me han engañado. Sólo recupero la Paz y la confianza en nuestro Salvador, Maestro y Luz que nos Ilumina, cuando estoy recogido y meditando ante el Santísimo Sacramento. Pido a María Auxiliadora y a San Juan Bosco, que iluminen a los sacerdotes que se han salido de la línea evangelizadora tradicional y vuelvan al inicio de su camino y dejen de hacer experimentos. Que acompañen a los que contra mar y marea, intentan seguir los pasos de Jesucristo y cumplir con su misión de sacerdotes. Y que todos los católicos recemos por nuestra querida Iglesia católica. Aprovechemos el inicio del Adviento para convertirnos de verdad y practicar nuestra fe. Loado sea Dios.
Pocos salesianos quedan con el carisma de Don Bosco. Los que quedan, pues son del montón que bien expone el laico de la carta, les molesta muchísimo que los laicos tengamos opinión, y cuando te quieren dejar con la palabra en la boca, dan un paso atrás, se ve que es la táctica que les enseñan, y de esa manera te quitan de encima. Están acostumbrados a que los fieles callen y no les contradigan, y para colmo nos quieren enseñar.
EliminarA Morlans hace años que le veo con su guitarra, con la que no dice nada, todo es parape. Demuestra que le gusta estar en todas las salsas y ser protagonista. Entre ellos se tapan, y tienen sus reuniones semiclandestinas, con comilonas incluidas, convocan sus concilios sucedáneos. Convirtiéndose en los principales responsables del vacío de iglesias.
Me gustaría saber y con todo respeto a la opinión del anónimo de las 21.12 de dónde puede "calibrar" y cómo "detectar" si quedan pocos o muchos con el carisma de Don Bosco.No entiendo bien- habría que concretar-esto de una táctica en los intentos sorprendentres de " hacer callar", no "contradecir" ...nos quieren enseñar.Quisiera explicara más ampliamente- ( no se alargfue como otros) para atisbar este problema que al final adorna con Mn.Morlans....Quizá este anónimo de las 21,42, en la tarde ya nostálgica del domingo, le entraría sueño....Dicho sea sin acritud.
Eliminarpuede ser una solución el camino Neocatecumenal u otras realidades eclesiales?
ResponderEliminarNo, nunca jamás, porque cada nuevo movimiento es el desarrollo de algún o algunos carismas del Espíritu Santo, y por ello, cada movimiento particular tiene a los fieles que necesitan de dichos carismas, mientras que la parroquia ES DE TODOS.
EliminarEso es muy fácil de ver. En una parroquia o monasterio, uno puede confesarse y comulgar, no así en las misas privativas de dichos movimientos, o en sus retiros, en sus catequesis, en su intimidad: vetan a los no afiliados, cosa lógica, pues lo mismo hacen los benedictinos, jesuitas, capuchinos...
El mosén de la parroquia debería estar abierto a todos, y esto es responsabilidad, en Barcelona, de Mons. Omella, el arzobispo-cardenal. A él hay que pedirle responsabilidades de este desastre parroquial.
Los nuevos movimientos, además, van a la suya, que es extender e intensificar sus carismas, mientras que el cura parroquiano debería difundir y aumentar la fe, en especial, de sus parroquianos, pero luego de todos los que libremente entran dentro de la parroquia.
Que los párrocos aprovechen las catequesis de los niños para catequizar también a unos padres generalmente alejados de la Iglesia es una buena idea. El problema no está en catequizar a los padres, sino en qué clase de catequesis se les da.
ResponderEliminar"El problema no está en catequizar a los padres, sino en qué clase de catequesis se les da."
EliminarPues sí, cierto y correcto, y la desidia, abandono y tantsemenfotisme de los prelados y consagrados en la catequesis, según las normas de la Iglesia, NUNCA debería de darse, según el Código de Derecho Canónico para las Iglesias latinas:
775 § 1. Observadas las prescripciones de la Sede Apostólica, corresponde al Obispo diocesano dictar normas sobre la catequesis y procurar que se disponga de instrumentos adecuados para la misma, incluso elaborando un catecismo, si parece oportuno; así como fomentar y coordinar las iniciativas catequísticas.
776 En virtud de su oficio, el párroco debe cuidar de la formación catequética de los adultos, jóvenes y niños, para lo cual empleará la colaboración de los clérigos adscritos a la parroquia, de los miembros de institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica, teniendo en cuenta la naturaleza de cada instituto, y también de los fieles laicos, sobre todo de los catequistas; todos éstos, si no se encuentran legítimamente impedidos, no rehúsen prestar su ayuda de buen grado. Promueva y fomente el deber de los padres en la catequesis familiar a la que se refiere el canon 774 § 2.
Además de estas normas, la Iglesia está totalmente empapelada de otras normas jurídicas más específicas sobre los obispos, y además, del ejemplo de vida santa de los obispos mártires que dieron la vida por sus ovejas, como por ejemplo, Mons. Irurita, o que se desvivieron por ellas, como por ejemplo, San Antonio María Claret. Y se tiene el modelo universal del obispo Toribio Alfonso de Mogrovejo, que llegaba a los lugares más inhóspitos en burrito.
Es decir, que el obispo, los curas, los diáconos, los catequistas laicos, y por otra parte, los religiosos y los teólogos, junto con todo el Pueblo de Dios, deberían de ejercer, cada uno en sus responsabilidades, de la catequesis según la sana doctrina y la ortodoxia. Y eso no se hace.
En Barcelona, toda la responsabilidad, imputabilidad y culpa recae en el arzobispo Omella, como antes en Sistach, tanto por la acción directa de su propia persona (las prerrogativas de su dignidad), como a través de sus delegados diocesanos, allá donde no puede llegar el obispo.
Si funciona mal la catequesis en Barcelona, es porque funciona mal el obispo, no el prior de Sant Fost de Can Bunyol.
Solución: fácil, ponerse las pilas del conejito que duran y duran...
Cuando he escrito mi humilde comentario sobre el tema, no había leído aún la noticia dada por Dolça Catalunya que me ha llenado de esperanza. Nuestro Cardenal Omella, ha bendecido desde la atalaya del Tibidabo con el Santísimo, toda la ciudad de Barcelona como cada año se hace por la festividad de Cristo Rey. Aquellos católicos que busquen un remanso de paz (dentro de la basílica) y aprovechar para confesarse, meditar y rezar ante el Santísimo expuesto día y noche, saben que tienen un lugar muy apropiado para ello y encontrarán unos salesianos que los acogerán con los brazos abiertos. María Auxiliadora y Sant Juan Bosco ruega por nosotros. Loado sea Dios.
ResponderEliminarEsto es un mérito de Mons. Omella, ahora, sólo hace falta que Mons. Omella abandone la dulce y narcótica Nube del no-hacer, no-saber y no-querer, y se ponga a dar órdenes y a disciplinar a sus queridos curas bendecidos de Barcelona.
EliminarDesde que se fue el Padre Barceló drl Tobidabo no es lo mismo
Eliminar"¿Qué nos queda a los pobres creyentes católicos mirando a esta pobre Iglesia del tercer milenio?"
ResponderEliminarLa Gran Apostasía de que habla San Pablo en 2 Tesalonicenses 2, antes del advenimiento del Anticristo, que ocupará el lugar de Dios, no sólo viene de las herejías y heterodoxias explícitas, sino también de la carencia, de la omisión, del silencio, del tapar y callar las verdades de fe y moral divinamente reveladas y definitivas, como por ejemplo, los actos morales intrinsece malum per se semper et pro semper (genocidio, adulterio, homosexualidad, pederastia, aborto, eutanasia de enfermos y ancianos, maltrato de niños, ancianos y débiles...).
La Gran Apostasía es el abandono, por vía de la herejía manifiesta, y por vía del silencio más absoluto, de las verdades de fe y moral católicas.
Meditar y considerar la Gran Apostasía ha de ser el motor de la vida espiritual de todo buen católico. Y también conocer la importancia del exorcismo, y el purgatorio.
EliminarTotalmente de acuerdo con el Sr 16:45.
EliminarDesorientados todos!!!!
ResponderEliminarVolved a la misa tradicional. Leed bien las oraciones del ordinario de la misa, meditadlas, y meditad igualmente las lecturas dominicales. Son un pozo sin fondo de sabiduría, de fe, de piedad. Tal vez al principio os cueste, pero vale la pena, creedme. En Barcelona podéis asistir a la misa tradicional en la capilla de Nuestra Señora de la Merced y San Pedro, calle Laforja entre Balmes y Alfonso XII, domingos a las 10,30, también en la parroquia de San Juan Bautista en Santa Coloma d Gramanet.
Esto no lo ha escrito un laico cualquiera que pasaba por aquí, sino una de las plumas habituales de GG. El estilo y la inquina contra los de siempre le delatan.
ResponderEliminar¿Por qué este trampantojo?
¿Por qué esta afirmación tan gratuita?¿qué sabrás tú del autor del comentario.?
EliminarDe lo que veo que sabes bastante es de inquina. Buena muestra has dado de ella.
Yo soy un laico católico más o menos conservador y crítico, pero este artículo no aporta nada ni ayuda a nada, es queja por vicio de quejarse.
ResponderEliminar"""ninguno [de los curas] los acoge en la rectoría o en la casa parroquial"".
Si lo hicieran usted se quejaría de que eso es insalubre, que los locales parroquiales no son para eso, que se cree el cura que puede meter a quien quiera...
"""Todos ayudan a los pobres, pero nadie vende el automóvil o el smartphone para alimentarlos o instruirlos""".
Si lo hicieran usted se quejaría que sin automóvil el cura no puede atender a sus parroquianos, que el móvil es necesario para atender a tantos fieles envejecidos e impedidos, y jóvenes que usan wasap pero no se atreven a hablar, que vender eso es pan para hoy y hambre para mañana, que cómo venden esas cosas, que si esperan que los parroquianos se las repongan...
""""nadie va casa por casa para consolar a los afligidos, o llevarles comida"""
Si fueran casa por casa usted se quejaría de que el cura no está en la parroquia, que es donde tiene que estar, atendiendo a la feligresía... le llamaría cura trotamundos y escapista.
En fin, que hacer quejarse por todo es muy fácil: por predicar mucho, o poco, fuerte, o flojo, intenso o suave, rigorista o laxo...
Lo que usted dice, amigo de las 15:59, es que estamos maravillosamente bien. Y sobre todo, no criticar, porque siempre te pueden dar la vuelta. El tontaina ése de san Martín de Tours, partiendo su capa con un pobre. ¡Menuda memez! ¡Y la propaganda que se hizo el tío con esa pantomima! Es que la Iglesia está llena de hipócritas.
Eliminar15:59
EliminarNuestros desconfiados abuelos decían que una cosa es predicar y otra dar trigo, que besos y quesos, fantasear con castillos en las nubes...
Si eres amigo del pobre y emigrante, da todas tus riquezas al pobre y da toda tu casa al emigrante.
Lo demás es soñar tortillas...
La forma de vivir la fe que hemos tenido hasta ahora no sirve. La cristiandad ya ha pasado, al menos en Europa, y la Iglesia de aquí parece no querer enterarse. A la Iglesia le quedan escasos 20 o 30 años antes de ser algo residual. Solo continuarán vivas aquellas realidades donde de verdad se viva la fe y donde Dios sea lo primero como bien se expresa en el artículo, pues son realidades que ya están dando fruto, que llaman a la fe a los alejados, donde se le da importancia a la vida en comunidad, a la escucha de la Palabra y los sacramentos. Es una muerte anunciada. San Juan Pablo II en 1985 (hace mas de 30 años), en el Simposio de Obispos de Europa ya lo advirtió: ¡¡Había que volver al primerisimo modelo apostólico!! Hay realidades que llevan 30 años siguiendo ese primer modelo y que no paran de crecer. Los que, obstinadamente, no han querido, están desapareciendo. https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/it/speeches/1985/october/documents/hf_jp-ii_spe_19851011_partecipanti-simposio.html
ResponderEliminarLa situación es la resultante de las décadas pasadas donde el pensamiento "progre" invadía Facultades, Seminarios, órdenes, congregaciones religiosas, obispados y arzobispados.Sólo se libraba -y digo "libraba" Roma- ¿Alguien pudo pensar que aquella siembra daría otros frutos que los que ahora nos amargan la boca y el estómago con sabor a disgusto? Bien lo diagnosticó Benedicto XVI al afirmar que el problema en nuestra Iglesia hoy reside en la fe. Esta fe que no se profesa en su integridad sino que se ha convertido en ideología líquida. Si no cambia el sistema de elección de obispos y aparecen en nuestras diócesis pastores verdaderos, con un pensamiento teológico y espiritual realmente católico, la descomposición del catolicismo (véase el libro de Bouyer con este título fechado en 1968) está cantada. Y, si no se toma en serio la formación teológica y espiritual con hondura de nuestros seminaristas no podemos esperar más que lo que ya tenemos. ¡Qué tristeza, oh Señor!
ResponderEliminarSalvo las expresiones más contundentes ("nadie", "todos", "ninguno"), estoy de acuerdo con la visión desoladora del artículo.
ResponderEliminarY de acuerdo con que es la fe el centro neurálgico que da sentido a la caridad y a la esperanza cristianas. De la esperanza hablamos poco pues no pocas realidades cotidianas incluso dentro de la misma Iglesia resultan perturbadoras por demás. Pero hechos como que España fuera en su día consagrada al corazón de Jesús no son baladís. Nuestra Señora del Cerro de los Ángeles vela por España, es decir, por Barcelona.
No vivimos en Marte sino en la tierra. Y en esta cultura. En una sociedad que ya no es cristiana aunque lo fue, evangelizadora de la mitad del actual orbe católico. Y el peligro que existe es ser asimilados por ella. Y en alguna medida la mayoría estamos intoxicados aunque en diferentes dosis. Lo que se llama secularización, sociedad utilitaria.
ResponderEliminarYa antes del CVII los papas exhortaban en este sentido. Y en los documentos del CVII se hizo constar esta separación entre la fe y la acción, entre lo que creemos y lo que hacemos.
En otras palabras se ha relegado la virtud y en su lugar quedan solo las buenas intenciones de hacerlo mejor. No somos la sal de la tierra. En el origen hay un deísmo, un dios bueno (como en todas las religiones), un dios no providente y una revelación que vaya usted a saber lo que diría Cristo ahora. Pero al final todos iremos al cielo. La verdad no interesa, solo la paz.
Una paz sin verdad es caminar en el sentido opuesto a la bienaventuranza.
Grandiosa y preclara reflexión la suya Sra. Laura S. Maravillosa!
ResponderEliminar¿Cuánta sabiduría tanto en el escrito como en los comentarios, no? ¿Esto es ser Iglesia y caminar juntos para el bien del Reino? Mn. Morlans es un sacerdote y creo que merece el respeto por el bien que está haciendo. Ser chismoso y usar las redes para destruir...¿eso es evangélico?
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