San Josemaría llamaba a don Álvaro “Saxum”-Roca |
He acabado de leer el libro de Javier Medina Bayo sobre la figura de don Álvaro del Portillo, el gran colaborador de San Josemaría y su primer sucesor en la guía del Opus Dei. Hace unos años había leído alguna cosa en transversal de su biografía. Necesitaba perfilar más su figura.
Y hay algo que me ha impactado profundamente: su amor y entrega a los más pobres de Madrid. Desde su juventud, Álvaro fue un católico practicante. Y como tal no se limitaba a la asistencia regular a la Santa Misa, a la confesión y a la oración. Se ocupaba activamente de los pobres, que entonces eran muy numerosos en Madrid. En enteros barrios, la gente vivía en barracas…
Álvaro, el cuarto por la izquierda |
En 1934, Álvaro se inscribió en las Conferencias de San Vicente de Paúl en su ciudad. Tomaba parte en las reuniones de coordinación del comité directivo, a las cuales pertenecía también el estudiante de medicina Pedro Arrupe, más tarde Prepósito General de los Jesuitas. Iban en grupos a las zonas abandonadas de alto riesgo, para salir al encuentro de las necesidades materiales y espirituales de las personas. Distribuían limosnas, bonos para víveres y comidas calientes en comedores, tanto para niños como para adultos, medicinas y un largo etcétera. Los domingos daban clases de religión y catecismo en una parroquia tanto para niños como para adultos. Todos los participantes estaban impresionados por el afecto y la comprensión que Álvaro mostraba hacia aquellas personas.
Una vez, junto con un amigo, encontró a cuatro hermanos abandonados en una barraca: el más pequeño tenía apenas un año. No tenían nada que comer y temblaban de frío. Supieron que la policía había arrestado a sus padres y los había encarcelado, abandonando a los niños a su suerte. Los dos estudiantes llevaron a los niños a la comisaría, que estaba cerrada. Entonces convencieron a un vecino para que se encargase de ellos a cambio de algo de dinero. El día después recogieron a los niños y volvieron a comisaria. Álvaro llevaba en brazos al más pequeño, que aún no caminaba. Los policías sin embargo no quisieron saber nada de ellos, y los estudiantes se vieron obligados a buscar otra solución. Afortunadamente encontraron una organización humanitaria dispuesta a acoger a los niños, cerca de la Universidad.
Álvaro en aquellos años de juventud |
El compromiso con los barrios de barracas de Madrid exigía no sólo amor al prójimo y generosidad, sino además una buena dosis de valentía. Los anarco-sindicalistas y los comunistas usaban estos barrios miserables como zona “de caza” y como caladero de agitadores para desestabilizar políticamente al país y tal como confesaba uno de sus más destacados jefes, para provocar una guerra civil. Las intervenciones sociales de los católicos en estos barrios les ponía el palo en las ruedas para la obtención de sus propósitos.
Álvaro experimentó esta hostilidad de un modo especialmente violento el 4 de febrero de 1934. Aquel día, él y sus amigos impartían el catecismo en la parroquia de San Ramón del barrio de Vallecas. Un grupo de agitadores, gente que no dudaba en recurrir a los asesinatos, les esperaban y hacia el fin de la clase les atacaron. A un amigo de Álvaro le cortaron una oreja; él mismo recibió en el cráneo un fuerte golpe con una llave inglesa. Álvaro huyó con el abrigo empapado en sangre a través de una estación de metro cercana donde el convoy estaba llegando. Entró corriendo y las puertas se cerraron tras él, apenas poco antes de que los asaltantes pudiesen alcanzarlo. Acudió a urgencias donde lo sometieron a un tratamiento médico que dejaba mucho que desear. El resultado fue que la herida se infectó y le procuró meses de dolores tremendos, que soportó con una fortaleza que sombró al médico que lo curaba.
Según testimonio de su amigo Manuel Pérez Sánchez, en tiempo de Cuaresma pensaron organizar ejercicios espirituales para gente necesitada, y Álvaro intervenía con la sencillez y dulzura que siempre caracterizaron su vida: sabía tratar a aquellas personas con mucho afecto y comprensión. Participaron una veintena de hombres.
Años más tarde, Álvaro del Portillo afirmó haber aprendido siempre de los pobres que encontraba. “Aprendía siempre de ellos: eran personas que no tenían qué comer y yo veía en ellos sólo alegría. Eran para mí una tremenda lección”. Y aún: “El contacto con la pobreza, con el abandono, produce un shock espiritual enorme. Nos hace ver que a menudo nos preocupamos de tonterías que no son otra cosa que egoísmos nuestros, pequeñeces.”
Justamente este shock lo preparó al encuentro, más tarde, con San Josemaría, encuentro que le condujo al don de sí mismo en el Opus Dei.
Este pasado mes de mayo leía el relato sobre el ministerio sacerdotal de don José Manuel Horcajo en aquella misma parroquia a la que acudía de estudiante don Álvaro del Portillo.
Y pensé que el nexo entre las dos historias, la del joven Álvaro del Portillo y la de este joven sacerdote vinculado a la Obra, sería muy estimulante y ejemplar para tantos sacerdotes jóvenes y seminaristas que la Iglesia necesita allí donde la pobreza no sólo es material: nuestras periferias de las grandes ciudades, las parroquias de los barrios obreros, donde como en ningún otro lugar un sacerdote de Cristo encontrará una misión que le hará sentirse profundamente útil y provechoso y hondamente feliz en el ejercicio de su ministerio.
Y pensé que el nexo entre las dos historias, la del joven Álvaro del Portillo y la de este joven sacerdote vinculado a la Obra, sería muy estimulante y ejemplar para tantos sacerdotes jóvenes y seminaristas que la Iglesia necesita allí donde la pobreza no sólo es material: nuestras periferias de las grandes ciudades, las parroquias de los barrios obreros, donde como en ningún otro lugar un sacerdote de Cristo encontrará una misión que le hará sentirse profundamente útil y provechoso y hondamente feliz en el ejercicio de su ministerio.
Pero entre el clero e incluso entre los seminaristas, no son éstas las más apetecidas, porque no son precisamente éstas las que gozan de la consideración de “buenas parroquias” y por tanto de “buenos destinos” pastorales.
Y mañana, día 26 de junio, que es la fiesta de San Josemaría, recordemos aquella frase suya tan célebre: “Las almas grandes tienen muy en cuenta las cosas pequeñas.”
Mn. Francesc M. Espinar ComasPárroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Licenciado en Derecho Canónico e Historia
Hermoso relato. Me iha impresionado.
ResponderEliminarSalio milagrosamente bien parado. En 1934, sin antibióticos y sin material estéril, en una zona irrigada y delicada como la cabeza, con muchos pelos que de por sí están con gérmenes, con malpraxis médica, era una infección, septicemia y muerte a los pocos días.
ResponderEliminar"Pero entre el clero e incluso entre los seminaristas, no son éstas las más apetecidas, porque no son precisamente éstas las que gozan de la consideración de “buenas parroquias” y por tanto de “buenos destinos” pastorales."
ResponderEliminarSi no ha dado en la diana, casi...
Gracias Mn.Espinar por sus magnificos relatos como buen Histriador de los miembros Santos de la Iglesia.
ResponderEliminar¡Qué sana envidia dan estos sacerdotes!¡Qué afortunado ser feligrés de una parroquia así!
ResponderEliminarAhora comprendo porqué Moreto le tiene tanta inquina. El pobre, no le llega a usted ni a la suela de los zapatos EN NADA!
ResponderEliminarEs un alivio respirar de vez en cuando aire fresco en esta web. Pero creo que el hecho de que esto sea una rareza, no se debe a la "mala inclinación" de los articulistas, sino a la pésima inclinación de la realidad.
ResponderEliminarEn una tónica dominante tan depresiva, cuesta encontrar cosas positivas. Y aún, el bueno de mossén Espinar ha tenido que ir a buscarlas al pasado.
"Este pasado mes de mayo leía el relato sobre el ministerio sacerdotal de don José Manuel Horcajo en aquella misma parroquia a la que acudía de estudiante don Álvaro del Portillo".
EliminarVisite la web de la Parroquia de San Ramón Nonato en Madrid y verá como es un ejemplo de lo que se puede hacer hoy en día. A mí me llena el alma ver que sí hay personas que viven su Ministerio Sacerdotal y su llamada a la santidad de esa manera. Sagrados Corazones de Jesús y María, rogad por nosotros, los que ponemos nuestra esperanza en vosotros.
La realidad, el BEATO Alvaro del Portillo, cuando uno de sus hijos llegaba tarde a misa, con cara de sueño y decía me he dormido, él le abrazaba y le felicitaba con "eres humano" lucha.
ResponderEliminarLa realidad actual es muy distinta en las periferias de Barcelona. llegan migrantes hispanos pobres y católicos, al poco todos son protestantes, mormones testigos de.... son renuncias forzadas porque excepto los que acuden a las escasa parroquias con sacerdotes de Cristo, como la del Fondo las demás que adoran al diosecito pruces y llevan la cubana en donde iba la CRUZ, la iglesia patriótica amarilla, "tot am l.idioma del pais" les obliga a abjurar de su fe con permiso o acción de los obispillos.
Sería interesante que Mossèn Moretó, tan amigo de innovaciones, algunas veces heréticas, pidiese un traslado a las "periferias", ahí se formaría y se daría cuenta de muchas cosas que el que nos quiere enseñar aprendería. Este párraco y mucho otros, no sabe que en su arciprestazgo las sectas evangélicas van proliferando,incluso con pastores, de cursillo por corespondencia de 3 meses. La comunidad latina se ve acogida y correspondida, al menos al principio. Lo que Moretó no hace: es frío, distante, tiene tablas para responder cuando se le cuestiona, muy superficiales por supuesto. Sólo se da a los de su camarilla: clase media, nacionalistas, independentistas, progresistas y entusiastas del "Gospel". Este es el prototipo de sacerdote que tenemos en Cataluña. Obedecen antes a los Monjes de Montserrat que a su obispo- Les falta oración,mortificación, con ello podrán realizar buenas acciones, sin lo primero pasa lo que he expuesto: arrogancia, elitismo, carreristas, y un largo etc.... Mossèn Xavier Moretó i Navarro, se convertiría en un nuevo sacerdote si al menos fuera a hacer prácticas alBarrio del Fondo, o a Can Buixeras.
ResponderEliminarHoy es el aniversario de la ordenación del Beato Don Alvaro, José Luis Múzquiz y Hernández de Guernica, los primeros del OpusDeique el Moretó conoce muy bien.
El GOSPEL SOBRE TODO,QUE NO PARE EL BAILOTEO,POR FAVOR!!!
EliminarSr.-Sra. Anónimo 14:19,el Mosén de Marras lo qué desearía ardientemente es que lo nombrasen Capellán perpetuo de Su Alteza Real Don Carles Puigdemon y Torra, tomando como Vicarios-Vicarias AL RESTO de BEATISIMOS-AS de la GLORIOSA BANDERITA DEL ALMA. Esto es lo que desea EL SENYÓ.
EliminarGoyo
ResponderEliminarTambién, en la actualidad, los miembros de OD no son lo que eran. Yo creo que la causa es haberse unido a la secesión. Han de seguir con la idea clara de que lo que es blanco, es blanco y lo que es negro, es negro. No se puede en religión aceptar el color gris. Que San Josemaría, cuya festividad celebraremos mañana, desde el Cielo ayude al OD y a toda la Iglesia católica.
Entren en el blog de su parroquia y verán ustedes como Mn. Moretó deja a los articulistas de G.G. Las palabras más suaves son : Fariseos,Hipocritas,Falsos Profetas,etc.......
ResponderEliminarSugiero a Mn. Moretó, leer y meditar Mt. 7, 3-5. No creo que sea "perita en dulce". Por sus actitudes, acciones y sus acusaciones a GG, va dejando entrever que no es sacerdote de calidad. Desde la humildad, no desde la soberbia y la prepotencia, se llega al corazón del Pueblo de Dios. Deseamos y esperamos calidad en los sacerdotes. No sacerdotes en cantidad
EliminarSon pocos los sacerdotes que optan por excelente calidad en su ministerio sacerdotal. Mn. Custodio y Mn. Espinar, la excepción. Seguramente habrá otros cuantos anónimos, que no ascenderán en gran número.
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