Su vida había sido toda ella una trampa, un tenderle trampas: trampas en las que después han caído los que se las pusieron. La inaudita incomodidad de quien se encontró con Él. Tanto es así, que en sus años de vida terrena, Dios -en las semblanzas de Jesús el Señor- cuando se ha visto obligado a polemizar o discutir animadamente, nunca lo ha hecho con hombres o mujeres alejados de la fe o pecadores públicos. No: los momentos más álgidos de su Divina Vehemencia, los ha reservado a los profesionales de la religión. Aquellos que generación tras generación, pasan su tiempo jugueteando con su idea de Dios y acaban por hacer de aquella idea la imagen misma de Dios. Del Dios que no es Dios, sino como mucho su caricatura. Profesionales de la caricatura cara a cara con el Hombre de la autenticidad.
Ni siquiera esa vez cedió a la tentación de mostrarse verdaderamente como era, es decir, Dios. Les dejó la libertad de permanecer incrédulos, obnubilados, dispuestos a todo para no ceder a la Belleza. Aquella belleza que los desenmascara una vez más, por enésima vez: “Hipócritas ¿por qué queréis ponerme a prueba?” ¿Por qué me tentáis? Que es una forma elegante y señorial de descubrirles su verdadera esencia: falsos, que no sois otra cosa; queréis tentarme, farsantes teatreros. Y presentándole la moneda le muestran el rostro de César y desenmascaran lo que son: gentuza sólo dispuesta a seguir a Mammona y a tender trampas a Cristo. El Cristo de las sorpresas, el inaudito: el Cristo sólo espiado dentro de la cotidiana existencia. Caretas desenmascaradas: una aguja y el globo explota: “Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César” Nada más y nada menos. A César le corresponden las cosas: dadle lo que le corresponde.
Siervos del Reino: este es el dar a Dios lo que le corresponde. Esclavos de ningún César. Hombres que levantan la cabeza sin perder la cara: voces inauditas dentro del teatro de la historia, hombres respetables pero rodeados de Gracia. Por otra parte en las páginas del evangelio la gran decisión siempre ha sido la misma: aquella que hizo caer en la trampa a los fariseos en la misma trampa ingeniada por ellos: decidir cómo se quiere ser. Porque antes de ser yo mismo debo comprender quién soy yo. Es de una lógica anterior a Cristo mismo. Aquella lógica que en resumidas cuentas desenmascara a los ilógicos constructores de trampas. Entrampándolos.
Mn. Francesc M. Espinar Comas Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Mosén Francesc, gracias por esa reflexión sobre el unum necessarium, único que importa que conozcamos al Padre y al que ha enviado.
ResponderEliminar"Esclavos de ningún César. Hombres que levantan la cabeza sin perder la cara: voces inauditas dentro del teatro de la historia"
ResponderEliminar¡Qué belleza! Muchas gracias Mosén
Esta semana del 23 al 29 de octubre puede ser decisiva, según las decisiones que tomen Puigdemont y Junqueras.
ResponderEliminarEstos pueden decidir la sublevación general de Cataluña como última baza para evitar el 155 de la Constitución.
El problema empezó el 6 de octubre, cuando una mayoría postiza sobrerrepresentada impuso antidemocráticamente el proceso.
No puede acabar bien lo que no empezó con la verdad, la justicia y el amor.
Por eso recen a Jesús, que nos dice en algunas revelaciones que ha parado muchas crisis en Cataluña.
“Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Nada más y nada menos. A César le corresponden las cosas: dadle lo que le corresponde."
ResponderEliminarEn tiempos de desobediencia, esto es una provocación... :)
"Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César"
ResponderEliminar"Dad a Dios lo que es de Dios"
En teoría, el César debe dar también a Dios lo que es de Dios: no al aborto, no a la eutanasia, no a la reproducción asistida, no al divorcio...
"... y al César lo que es del César"
En teoría, incluso Dios da al César lo que es del César: las gracias, dones y carismas de gobernación para el bien común.
Todo es de Dios por lo tanto,todo para Dios. Todo lo que es Verdadero es de Dios y para Dios. Tan sólo lo falso es del César, devolvamos lo falso. Quedémonos con lo Verdadero, con lo que Dios nos ha dado y comparte con sus Hijos.
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