De Bello Pallico (X)

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La revolución duralex (11/02/07)
No se rompa la cabeza esa legión maligna capitaneada por la Bruixa Pixanera (como veis ha ganado grado y galones a nuestros ojos) y Listerinus de la Santa Bulla (es la marmota alto-pirenaica de siempre, pero ahora ha hecho las Españas y ha hecho su debut en la Plataforma Digital utilizando la palabra «Bulla» para referirse a una Bula, por lo que tendrá que apechugar de ahora en adelante con el apelativo); no se rompan la cabeza decía, ni se dejen los cuernecitos tratando de encajar las piezas de un puzzle vivo de referencias varias y múltiples testimonios que han sido la base documental con la que redactamos el siguiente escrito. Los recuerdos y las sensaciones experimentadas por un conjunto de sacerdotes nacidos entre la inmediata posguerra y las décadas de los 40 y 50 nos han marcado el camino. 

Esta es la historia de un desastre, de un proceso de auto-demolición de la Iglesia diocesana, parangonable al del conjunto universal, algunos de los protagonistas, los más honestos, lo reconocen con humildad, otros pertinaces en el error quieren negar la evidencia: son los contumaces. Lo vivido en Barcino en la década de los 60 es de una virulencia creemos que insuperada en otros lugares del orbe. Durante la década de los 50 se habían vivido pequeños desencuentros en el Seminario Conciliar(su nombre se debe a la inmediatez con que en nuestra ciudad se aplicaron los decretos del Tridentino en cuanto a la formación Sacerdotal, siendo la casa de Mons Hilaris, luego el convento de Belén de los Jesuitas y más tarde el edificio actual los que albergaron la Casa de Formación), desencuentros casi anecdóticos sobre la lengua de algunas devociones (catalán-castellano) sobre el diseño del sobrepelliz, sobre los fiadores en los roquetes o sobre la espiritualidad que los Operarios de Mn. Sol imprimían a la casa: hasta aquí todo nimiedades. 

La única pluralidad consistía en llevar un pescado bordado en el roquete o unas puntillas hasta el sobaquillo, gustarte más las meditaciones del P. Lapuente que D. Columba Marmión, leer las traducciones de Henry Godin o la introducción a la vida devota del de Sales, hacer la meditación con el «Alma de todo Apostolado» de Dom Chautard o con una traducción de las «Palabras al Silencio» de Karl Rahner editada por Verbo Divino en el 57 con el Imprimatur del Obispo de San Sebastián D. Jaume Font. Repetimos: nada a reprochar. Pero algo se estaba engendrando. No sólo aquí, sino en toda la Iglesia. 

En los últimos años del Pontificado de Pio XII la semilla de la discordia había sido sembrada. Sólo faltó el anuncio del Concilio por el santo Papa Juan. Por afán de novedad, con una cierta falta de sólida formación unos y con un espíritu díscolo de revolución interna otros, empezó el derribo. Se respetaron las directrices y la figura de Roncalli pero a nada que llegó Montini, se empezó a preparar la dinamita. La liturgia seguía intocable, sólo unos retoques rubricistas simplificadores del Misal con un San José añadido al Canon de la Misa, publicada en el 62 y poca cosa más. La vestimenta sacerdotal, integérrima (los díscolos hacían sobresalir los bajos del pantalón que rozaban los zapatos y punto̷ ;) 
Salida de la catedral de los sacerdotes revoltosos, camino de la Via Layetana
Acabó el Concilio en diciembre del 65 (se publicó un Nuevo Misal reformado en ese año que supuso un duro golpe para las Editoriales Litúrgicas catalanas, entre ellas Casulleras en Vía Layetana), ahí ya mudó el conjunto. Algo novedoso había llegado. Y llegó el 66, el inicio del Bienio más negro del Post-Concilio en nuestra ciudad: manifestación de curas ensotanados (asomando la «vora» del pantalón por supuesto) en Palacio, contra Don Marcelo como Coadjutor («Volem Bisbes Catalans»), disgusto ante Franco del Dr. Modrego en defensa de su clero (como es lógico). 

Y dinamitación del Seminario, imposible de controlar por el Dr. Briva, pues los de las carreras manipulaban a los seminaristas desde el exterior: solución insólita y anómala. Interrupción de los estudios y Clausura del Seminario (aún a rebosar) en el curso 67-68: ¡No me digáis que no es insólito y destructivo el hecho! Y el clero «progre» feliz, porque el enemigo a destruir era todo resto de la formación sacerdotal tradicional que aún quedaba en Barcino. Fue el año de la quema. Quema de sotanas, de casullas de guitarra de Can Bochaca, del desahucio de las imágenes de los santos en las parroquias, de los curas obreros en la periferia, de las células políticas en los locales parroquiales, de la irrisión ante la piedad de pueblo sencillo (las rancias beatas, ñoñas, etc̷ ;) del desprecio a todo lo que oliera a lo que la Iglesia a través de siglos había construido. Ni siquiera en 5 años los curas pasaron de llevar manípulo y alba de puntillas a salir (la mayoría de ellos con un alba y un estolón con una liturgia guitarrera y chillona que cantaba «l´Avi Siset» al ofertorio y «Al vent» como canto de comunión junto al «Kumbaià Déu meu». 

Antoni Briva, ya como obispo de Astorga
Aguantó quien aguantó: el opus hizo su agosto en aquellos momentos, y con razón. La gente piadosa de las parroquias, cristianos sinceros de toda la vida, soportaron con resignación todo, los jóvenes tras un primer contacto acabaron por abandonar y para siempre las iglesias. Desaparecieron para entonces todos los monaguillos de Barcino. Y con ellos las vocaciones. Omito para no ponerme a llorar lo sucedido en los colegios de frailes y monjas (más furibundos si cabe). 

Y llegaron los 70: la Iglesia convertida en protagonista política. Asambleas en las Iglesias, manifestaciones, iglesias cerradas a cal y canto… Y en el Seminario: se abrió la Facultad de Teología (dos secciones) como centro de estudios, nunca volvieron a reabrir las habitaciones, la capilla quedo «maldestra» sin culto alguno… Y se abrieron las residencias de la Sagrera, el Convictorio y más tarde el Guinardó. Mn Joan Anton Ventosa Aguilar era el rector de un Seminario que no volvería a levantar cabeza. El desencanto había hecho mella… Don Marcelo marchó crucificado, llegó Jubany el continuador de los desmanes por 18 larguísimos años e incubó a Grassus, educado por su maestro ya en temprana hora. 

El joven obispo de Tortosa, Ricardo María Carles
Sólo vimos la luz una vez. Cuando Juan Pablo II tuvo la valentía de nombrar a Carles, que había contenido en la medida de sus posibilidades la destrucción en Tortosa. ¡Con que gozo saludamos la restauración del Seminario en su centenario edificio! Con que gozo la vuelta a Palacio de su Obispo, tras el alejamiento de Don Marcelo (que no pudo hacer otra cosa) al Colegio de las Teresianas de Ganduxer. 

Con que esperanza llegó la década de los 90. Aunque también él tembló y sucumbió ciegamente a las embestidas de ellos: los que ahora gobiernan, los que destruyeron la diócesis. Los que arrasaron las parroquias y a su clero. Los que asolaron el fecundo vergel de la Iglesia Diocesana. Los que engañaron al pueblo fiel: como aquellos filibusteros que en la década de los 20 se presentaban con menaje de aluminio en las casas haciendo trueque con cuberterías de plata fina, como aquellos charlatanes que cambiaron en los 60, mesas y sillas de fórmica, por conjuntos isabelinos en aras de la modernidad. Como aquella gente sencilla que despreciaba la porcelana y las cristalerías de Bohemia en los mismos años, para correr hacía Andorra y llegar con un cargamento de platos y vasos Duralex Made in France. También Made in France llegó a Cataluña el desastre: las pastorales, los cantos, las espiritualidades encarnadas, los curas obreros, la liturgia de Pan Bimbo y Duralex: el CEP y el CPL. Y nuestras preguntas son: ¿No pensará Grassus que no tenemos memoria histórica, verdad? ¿Va a ser este mundo Duralex de nuevo el futuro de nuestra Iglesia, la Lex Dura que oprima nuestra Fe y nuestro Amor a la Iglesia? ¿Llegará de Francia también el «Renoveau» tan necesario? ¿Lo hará desde Roma? Solo podemos rezar y decir: «Deus in adjutorium meum intende»- Domine ad adjuvandum me festina! Señor, date prisa en socorrernos. Senyor, veniu a ajudar-nos!

Prudentius de Bárcino 
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Diccionario Latino-Barcino:

-Bruixa Pixanera: Albert Manent
-Listerinus: Jordi Llisterri, también conocido como la "marmota alto-pirenaica)
-Grassus: Arzobispo Lluís Martínez Sistach

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8 comentarios

  1. La iglesia es poliédrica. Tiene muchas caras. Cada vez más. Sus múltiples aristas la han sostenido sobre el pilar del paganismo largos siglos. Esto le ha permitido aguantar numerosas envestidas y vendavales. Su virtud inicial es ahora su máximo defecto. Dividida y separada se está convirtiendo en un poliedro de infinitas caras. Una esfera. O un canto rodado fruto de la erosión. Entra en un equilibrio inestable. Sólo hará falta un soplo para moverla. Sólo será preciso un ligero impulso para que ruede. ¿Hacia dónde? Si las fuerzas son iguales y de sentido contrario permanecerá en ese equilibrio inestable. Si una gana se transformará cambiando de posición, pero seguirá expuesta a futuros movimientos. Sin embargo, si quiere transformarse de verdad sin perder su esencia debe ser acogida en una estructura más estable que el pilar del paganismo. Debe transformarse de esfera en cuenco. Un cuenco ancho, grande y hondo. Que acoja a todos. Iguales y distintos. Eso sí, el cuenco debe ser resistente, robusto, pero también maleable y flexible. ¿Existe ese material? Creo que si. Esa debe ser la esencia de la iglesia. Si no busca su verdadera esencia y vuelve a ella estará condenada al fracaso, a la desaparición, a su sustitución. En este mundo nada es eterno. La iglesia podría ser una excepción. Con la libertad del hombre y la ayuda de la gracia de Dios.

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    1. La Iglesia hay una parte humana y una parte trascendente, Gracias a Dios, los hombres y mujeres de la edad antigua, medieval, moderna, contemporánea, ni los estados comunistas, ni dictaduras de derechas, han podido destruirla.
      Ni teólogos de la Liberación, ni Marcel Lefebvre, ni Hans Küng, ni sacerdotes y/o religiosos pederastas,...

      Jesucristo cuida y protege a su Iglesia.
      La Gracia divina es más fuerte que los enemigos internos y externos de la Iglesia Católica.
      La verdad (Evangelio) y el bien (Caridad), triunfan siempre sobre el mal (la mentira y el engaño de los falsos profetas).
      El Reino de los Cielos es más poderoso que el principe de las tinieblas.

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    2. La Iglesia nunca jamás va a desaparecer de la tierra, pero la Iglesia si puede desaparecer en un territorio determinado, como pasó, por ejemplo, cuando la invasión musulmana del mundo cristiano y desapareció la Iglesia de Agustín de Hipona en Cartago.

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    3. Respuesta al primer anónimo, Si todo está en manos de Dios y Dios lo puede todo, entonces el hombre no puede hacer nada. Nada tiene que hacer. Solo esperar que lo resuelva todo. ¿Qué hay del a Dios rogando y con el mazo dando?

      Respuesta al segundo anónimo. En la tierra no vive ni sobrevive el más fuerte, el más rápido o el que mejor se adapta sino el que mayor equilibrio consigue. Si no el ecosistema desaparece. Eso es lo que pasó con San Agustín. Buscó un nuevo equilibrio en un tiempo de crisis muy análogo al actual. La iglesia sigue viva gracias a él. Sin él puede perder mucho más que Cartago.

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    4. La tendencia es que la Iglesia irá perdiendo poder terrenal y cada vez será más reducida en número, porque ya no tendrá ese poder y dejará de ser usada por tantos. Los que permanezcan serán los de fe auténtica y hay que estar listos porque el futuro, quizás no muy lejano, será de persecución y catacumba.

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  2. De estos frutos nacen estas "flores"
    "Bendición del amor”. Bajo este título de dudoso significado se celebró el pasado 30 de julio la boda de dos lesbianas en la parroquia de San Bartolomé, en Onda (Castellón), que se habían casado por lo civil el día anterior en el ayuntamiento de la misma localidad.
    ¿Ya ha sido suspendido el pseudo cura?

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    1. El Catecismo deja bien claro sin ningún lugar a dudas, que no puede recibir ninguna clase de aprobación en absoluto, ningún tipo de matrimonio o unión bien sea homosexual o bien sea bisexual o transexual, y por lo tanto, en consecuencia, este cura ha cometido una acción contraria al Derecho Canónico, a la Palabra y a la Doctrina catolica.

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  3. Este artículo es muy interesante, porque demuestra que fue durante el Concilio Vaticano II cuando la Iglesia en Cataluña empezó a seguir lo que Benedicto XVI llamó como la hermenéutica de la ruptura del Concilio.

    He de señalar, no obstante, que durante la celebración del Concilio ya empezó a germinar la heterodoxia y el Nacional-progresismo en el Seminario de Barcelona, cuando se empezaron a distribuir unas hojas ciclostiladas en las que se afirmaban muchas de las cosas que está descritas en este artículo, cuyos autores aún hoy son desconocidos, pero que se permitieron y toleraron en su difusión interna por las o algunas relevantes autoridades responsables del seminario, sin que se opusiera una reacción ortodoxa consecuente y contraria a las heterodoxias que se establecían.

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