Catolicismo social más allá del buenismo

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En una ocasión Mn. Jaume Brufau me comentó que la llegada de Don Marcelo a Barcelona fue mal interpretada. Mn. Jaume había residido por motivos universitarios en Valladolid, ciudad castellana natal y de primeros destinos de Don Marcelo. Y lugar donde  el vallisoletano ejerció como capellán de Universidad. El Dr. Brufau me contaba que los servicios de información del franquismo, de incognito, a menudo se hacían presentes en las misas que celebraba don Marcelo ya que sus homilías, en no pocas ocasiones, se adentraban en consideraciones sociales que incomodaban al régimen.
Tomado directamente de un resumen de su biografía, Don Marcelo fue “Hombre de gran energía y fuerte temperamento, en este periodo también asumió los trabajos de asesor diocesano de Acción Católica, de Cáritas Diocesana y de la obra benéfica y de los trabajos de construcción del Patronato de San Pedro Regalado. Con esta institución fue promotor de muchas iniciativas pastorales y sociales, entre las que destacan la construcción de viviendas populares, de escuelas primarias y, más tarde, dos institutos de Formación Profesional y un colegio diocesano para más de mil estudiantes”.
Don Marcelo, en sus últimos años
Es por unir esta característica de su apostolado a otros méritos para acceder al episcopado, que Don Marcelo fue destinado a Barcelona. Como, un poco más de medio siglo antes, fuera llamado a la cátedra de San Paciano, otro obispo de nombre Juan José, el valenciano Laguarda Fenollera.
Barcelona era la ciudad industrial más importante de España. Allí se había fundado la primera fábrica movida a vapor del estado español (la Bonaplata, Vilaregut, Rull y Cia, 1833), la primera asociación estrictamente obrera (la Sociedad de Tejedores de Algodón, 1840) y la primera huelga general (en el sentido de afectación de todo el sector productivo) en 1855. No es aquí el lugar para desgranar fechas y fases de su industrialización, pero no resulta nada extraño comprobar que si Cataluña fue pionera en el adentrarse en la Revolución Industrial  en España también lo fuera en la irrupción del llamado problema obrero o cuestión social.
En 1827 se documentan ya conflictos entre fabricantes y tejedores de carácter obrero. Solo un año después del inicio de reinado de Isabel II, una comisión de obreros fabriles se dirigía al Capitán General para buscar justicia ante unos despidos y bajas de jornales (1834).
Seguramente puede afirmarse que el gran y demasiado olvidado Balmes fue el primer eclesiástico español en adentrarse al análisis de la nueva realidad industrial y al problema obrero desde una perspectiva católico-social.
El catolicismo social catalán tenía que ser pues de los pioneros en la península y vigoroso pero tuvo que remar en contra de varios factores que dificultaron su desarrollo. Haremos referencia a algunos de ellos.
En primer lugar, habría que referirse a la falta de vitalidad de la reflexión filosófica y teológica católicas de la Cataluña y la España (salvo excepciones) de los años anteriores a la irrupción por importación del neotomismo a finales de siglo XIX. Salvo algunas escasas excepciones, el pensamiento social católico catalán vive de Balmes hasta Torras y Bages. Pero incluso cuando el neotomismo sacude la península, en no pocas ocasiones, se repiten más sus enunciados mecánicamente que se vive su espíritu.
Más allá de las obras benéficas a favor de los obreros necesitados, una verdadera explosión de Caridad en la Catalunya de la segunda mitad del siglo XIX, faltó reflexión católico-social profunda. El catolicismo social catalán anduvo cojo, pues fue creativo y dinámico en obras benéficas prácticas, pero le faltó profundidad analítica para poder responder en el debate de las ideas sobre la Cuestión Social. Una falta de análisis que pasó factura, seguramente, en la dificultad de complementar las obras benéficas con iniciativas más complejas como el desarrollo de un sindicalismo católico como el alemán o el italiano.
Pese a que el pensamiento católico social catalán fue a menudo muy “liberal”, seguramente fruto de la hegemonía del pensamiento económico liberal que existía a nivel académico y a nivel popular en la Catalunya anterior a 1936, aparecen figuras y obras a contracorriente.
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Mn. Pere Dausà i Arxer
En las coordenadas de una catolicismo social no integrista pero si integral uno puede seguir una línea que une a los balmesianos afianzados en el neotomismo de la década de los ochenta del siglo XIX con la mejor revista católico social catalana anterior a 1936, la Catalunya Social. Una línea de maestros y discípulos donde transitaron personalidades como el canónigo Josep Baranera; los apóstoles abnegados gerundenses del catolicismo social práctico como fueron Mn. Pere Dausà en Banyoles o Mn. Sants Boada en Sant Feliu de Guíxols; o incluso el no suficientemente reivindicado en este aspecto cardenal Vidal y Barraquer.
La historia del catolicismo catalán contemporáneo anterior a 1936 no puede reducirse al carlismo o al integrismo como la producción historiográfica a veces aparenta. Como tampoco reducirse a una visión solo nacionalista catalana de unas personalidades, que sin renunciar a sus sentimientos personales identitarios, no los llevaron a absolutizarlos de tal manera y extremo que hiciesen invisibles la realidad de la Cuestión Obrera.      
Estas preclaras personalidades del catolicismo social catalán sufrieron, en no pocas ocasiones, ataques injustos siendo incluso calificados a la vez de mestizos y socialistas. Otras veces padecieron un ostracismo que los ha hechos “transparentes” incluso a muchos historiadores de hoy. 
Uno de los  más incomprendidos en su época fue el jesuita P. Gabriel Palau fundador de Acció Social Popular en la Barcelona de 1907. Palau tuvo que marchar a Argentina donde se convertiría en un referente del catolicismo social del país, dentro y fuera de la Compañía de Jesús. Fue el representante de un catolicismo social que supo entender los tiempos sin quedar atrapado por las ideologías hegemónicas del momento. Como, en su compresión del problema social sudamericano, el jesuita y obispo argentino Bergoglio, superando la Teología de la Liberación desde la ortodoxia doctrinal nacida de la radicalidad evangélica. Así lo vieron y escucharon los obispos de la CELAM en Aparecida. Y seguramente algunos más, un tiempo más tarde.
Es extraordinario observar como lo que llevó a superar la excesiva influencia del pensamiento del liberalismo económico (hegemónico en el siglo XIX) sobre el pensamiento social católico de dicha época fue la restauración del neotomismo, quien libero al segundo de los excesos del primero –purificándolo- sin anular las intuiciones positivas que contenía. Un neotomismo que superó a su vez a ciertas visiones tradicionalistas, más modernas e idealistas de lo que cabría esperar, que tendían a hacer condenas en bloque.  
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Esta misma actitud ni mitificadora ni condenatoria pero respecto al Socialismo seria vivida ya en el siglo XX por aquellos católicos sociales que supieron no dejarse arrastrar por la corriente impetuosa de una ideología dominante o hegemónica. Y acontece hoy en aquellos que observan como el pensamiento, sea neoliberal o neoconservador, asfixia la libertad de un catolicismo social que desea ser coherente con el Evangelio y el Magisterio heredado.
Las palabras del obispo Don Juan José Omella en su conferencia en el foro Barcelona Tribuna de la semana pasada “que se busquen fórmulas justas del reparto del valor añadido entre todas aquellos grupos de interés” que integran la empresa y donde incluyó desde accionistas hasta trabajadores fueron de gran oportunidad. Pues, pese a que Don Juan José se remita, entiendo, a la Quadragesimo Anno de Pio XI de 1931, sus palabras no son solo una apelación a los empresarios sino que también invitan a superar el discurso buenista, superficial y facilón que se arrastra en muchos ambientes parroquiales y escolares católicos donde se reproducen análisis simplistas o faltos de reflexión sobre la realidad social.
¿Cómo proteger en el campo de la reflexión social a los jóvenes de la demagogia o del derrotismo o de ser arrastrados sin criterio cristiano por las ideologías dominantes? Cuando nos quejamos de seglares o eclesiásticos con un catolicismo social enganchado de una forma desordenada al Socialismo o al Neoconservadurismo, en Barcelona o en Madrid o donde fuere ¿acaso nos preguntamos sobre el estado de la formación en los principios básicos rectores de la Cultura Social Cristiana? ¿Qué experiencia de ellos contraen ya nuestros jóvenes bachilleres en los centros de la Escuela Cristiana o nuestros seminaristas en la Facultad de Teologia? ¿Qué materiales, qué profesorado preparado, qué celo encuentran a su disposición para trasmitirles este patrimonio que se les niega cual desheredados? Estas necesidades nos urgen a todos.  
Ramon Reixach Puig, 
Doctor en Historia Contemporánea. Licenciado en Economía (UB)
*Carta al Directorio remitida con fecha 10 de junio

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14 comentarios

  1. Disculpen mi ignorancia, pero que quiere decir "neotomismo". En el RAE. Me dice que esta palabra, no existe en el dicionario.

    Gracias y saludos para todos.
    José Eladio

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    1. Sr. José Eladio:

      El neotomismo como doctrina católica se basa en una encíclica del papa León XIII de 1879.

      En esta Encíclica las teorías de Tomás de Aquino se postulan como una perfección del pensar.

      Según el neotomismo no existe ninguna oposición entre la fe y el saber humano. El conocimiento acerca del mundo exterior lo adquirimos a través de los sentidos, pero la razón percibe la idea de las cosas de manera inmaterial.

      La existencia es de diferentes clases. Donde pueden sacarse diversas conclusiones acerca de la existencia.

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    2. Muchas gracias D. Josep G. Trenchs. Es una maravilla tenerle a Vd. en este blog. Por sus conocimientos y educación al transmitirlos.
      Que pase un buen día y gracias otra vez.

      José Eladio.


      Gracias

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  2. La Iglesia Católica, ya hace siglos que se cuida de los defavorecidos de la Sociedad.

    Solo hace falta dar un vistazo a las numerosas Órdenes e Institutos religiosos fundados con este fin.

    Aunque la Iglesia oficialmente no se pronuncia hasta la Encíclica RERUM NOVARUM del Papa León XIII, pero antes se habían avanzado santos, por citar el más popular de la época, San Juan Bosco, que ya viendo las necesidades que creaban los nuevos tiempos fundo las Escuelas profesionales, para que la juventud, pudiera aprender un oficio y ganarse la vida honradamente.

    En el COMPENDIO DEL CATECISMO SOCIAL DE LA IGLESIA, cap. 5, dice:

    Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos
    oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto: ¿Cómo es posible que en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre; quien está condenado al analfabetismo; quien carece de asistencia médica más elemental; quien no tiene techo donde cobijarse?

    El panorama de la pobreza puede extenderse indefinidamente, si a las antiguas añadimos las nuevas pobrezas, que afectan a menudo a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social…

    ¿Podemos quedar al margen ante las perspectivas de un desequilibrio ecológico, que hace inhabitables y enemigas del hombre las vastas áreas del planeta?

    ¿Ante los problemas de la paz, amenazada a menudo con la pesadilla de guerras catastróficas?

    ¿Frente al vilipendio de los derechos humanos fundamentales de tantas personas, especialmente de los niños?

    El amor tiene por delante un vasto trabajo al que la Iglesia quiere
    contribuir también con su doctrina social que concierne a toda persona y se dirige a todas las personas....

    Es precisamente en el campo social, donde los católicos podemos evangelizar en medio de los compañeros de trabajo, de estudio, de ocio,...porque en las oficinas, fábricas, universidades, normalmente los sacerdotes no pueden entrar. En cambio los seglares o laicos, podemos hacer mucho bien, con nuestro comportamiento, honradez, etc.

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  3. Hoy día viste mucho decir que ésta o aquella persona tuvo problemas con el régimen de Franco. Sin embargo, frente a la distancia oportunista que tomaron otros obispos, D. Marcelo tuvo la valentía de presidir las exequias de Franco en la Plaza de Oriente y tuvo palabras muy afectuosas y agradecidos para el Generalísimo.

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    1. Josep G. Trenchs 1/212 de junio de 2016, 22:20

      D. MARCELO SE EXPUSO A IR A LA CÁRCEL POR DEFENDER A CUATRO SACERDOTES.

      El 7 de enero de 1967, fecha en que Don Marcelo empezó a ser Arzobispo de Barcelona, de la que venía siendo Arzobispo Coadjutor unos meses antes, desde mayo de 1966.

      En los seis años que fue Pastor de aquella diócesis (1966-1972) en que pasó a ser Arzobispo de Toledo, trabajó intensamente en la aplicación fiel del Concilio Vaticano II.

      En su misión, junto a muchas alegrías que tuvo, no le faltaron problemas, originados, en gran parte, por la situación política que se vivía en España y por la oposición que le hicieron algunos grupos por no ser catalán.

      El que fue su secretario particular, Santiago Calvo Valencia, actual Canónigo de la S.I. Catedral Primada de Toledo, cuenta en Religión en Libertad con detalle las consecuencias de un conflicto que tuvo resonancia en todo el mundo, pero cuyo final pasó inadvertido a la opinión pública: Don Marcelo, en Barcelona, se expuso a ir a la cárcel para salvar a cuatro sacerdotes

      El 11 de mayo de 1966 un centenar de sacerdotes y religiosos fueron en manifestación desde la Catedral de Barcelona a la Jefatura de Policía, en Via Layetana, distante unos 300 metros, para entregar una carta de protesta por torturas que decían que la policía había hecho a unos estudiantes.

      Las manifestaciones entonces estaban prohibidas. La policía cargó contra los manifestantes y cuatro de estos fueron detenidos y procesados por el Tribunal de Orden Público (el TOP).

      Aunque esto sucedió ocho días antes de la llegada de Don Marcelo a Barcelona y tomara posesión como Arzobispo Coadjutor, a él le tocó cargar con las consecuencias del hecho.

      Durante el estado de excepción de 1969 (que duró de enero a marzo) se celebró en el Tribunal de Orden Público la vista oral de los cuatro sacerdotes que habían sido procesados. Dos eran diocesanos de Barcelona, uno de Vic y el otro Capuchino.

      En la sentencia les condenaron a penas de reclusión, que cumplirían en una casa religiosa, de acuerdo con el concordato de 1953, y el Obispo diocesano tenía que comunicar al TOP la casa en que deberían estar internados.

      Don Marcelo habló detenidamente de este asunto con el Ministro sin cartera, Don Laureano López Rodó, barcelonés de nacimiento, con Don Tomás Garicano, Ministro de al gobernación, que había sido Gobernador civil de Barcelona hasta unos meses antes, y con el Ministro de Justicia, Don Antonio Oriol, los tres católicos sin tacha y buenos amigos, y los tres le prometieron que harían todo lo posible para que el Gobierno concediera inmediatamente el indulto.

      Escribió, además, una carta dirigida al Jefe del Estado, Generalísimo Francisco Franco, que dio en mano al Ministro de Justicia, el cual la entregó personalmente al destinatario. La dificultad estaba en que para conceder el indulto, los condenados tenían que empezar a cumplir la pena y, por tanto, debían ingresar en prisión. En estos casos, en una casa religiosa que se señalara. Y, una vez que empezaran a cumplir la condena, inmediatamente serían indultados.

      Ahí estaba el problema y ese momento sería la ocasión para empezar una campaña, que no se veía qué repercusiones iba a producir, pero iban a ser muy graves, entre otras la gran división entre los sacerdotes y católicos de Barcelona y de toda España.

      El momento en que deberían empezar la reclusión en la casa religiosa que se señalara era la ocasión propicia, para que un grupo de sacerdotes y religiosos hicieran un acto sonado, que sin duda sería recogido sobre todo en la prensa internacional, con el fin de llamar la atención y presentar a su manera los problemas de España.

      Ya estaban preparando una manifestación de “curas con sotana” que acompañarían a los condenados en procesión, rezando por las calles de Barcelona hasta el lugar señalado para cumplir la pena.

      Ese, según criterio de Don Marcelo, era el hecho que había que evitar.

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    2. Josep G. Trenchs 2/212 de junio de 2016, 22:42

      De la casa religiosa, sólo el Superior de la misma se enteraría de la operación, nadie más de la comunidad. La casa elegida fue la de los Filipenses, en la Plaza de San Felipe Neri, en Barcelona.
      El asunto lo prepararon en el Arzobispado, con la asesoría jurídica de D. Ignacio Gispert, Abogado del Arzobispado
      y tenían conocimiento del asunto (no de todos los detalles) el Nuncio Apostólico, Mons. Luigi Dadaglio, y el Ministro de Justicia, D. Antonio Oriol.

      Llegado el día de ingreso en prisión de los cuatro encausados, el 4 de marzo de 1970, el Dr. Guix, como Vicario General y por mandato del Arzobispo, comunicó al TOP “el lugar en que habían empezado a cumplir la condena”, señalando la dirección exacta y el teléfono de la casa.

      Al día siguiente, 5 de marzo, el P. Alemany, Superior del Oratorio de San Felipe Neri, certificó por escrito dirigido al Tribunal de Orden Público que los cuatro encausados, cuyos nombres señalaba, estaban internados en aquella casa y observaban muy buena conducta.

      El Fiscal del TOP llamó a la casa de los Filipenses, en el momento en que el Superior, P, Federico Alemany, no se encontraba allí. Cogió el teléfono un empleado que estaba en la portería, el cual no sabía nada de la operación montada y dijo al fiscal que allí no había nadie cumpliendo ninguna condena.

      El fiscal, extrañado y muy enfadado, llama al Dr. Guix, el cual le dijo que era el Sr. Arzobispo quien lleva personalmente el asunto y se había hecho responsable de todo, aunque él, como Obispo Auxiliar, era quien ha firmado la comunicación al Tribunal, por mandato y en nombre del Arzobispo. El fiscal dijo que lo que “el hecho constituye delito suficiente para decretar prisión del culpable”.

      Don Marcelo llamó al Ministro de Justicia y le dice que el responsable de todo es él, como Arzobispo, que está dispuesto a ir a la cárcel y que, si quieren encontrarle, ya saben cuál es su dirección para que, si llega el caso, le detengan. Pero que se dé cuenta que desde hace más de quince días venía haciendo gestiones para evitar esta situación y piensen bien, le dijo, lo que van a hacer y el cúmulo de conflictos que van a crear y las consecuencias graves que se van a seguir al más alto nivel de relaciones Iglesia Estado y la resonancia internacional que esto tendrá.
      Busquen –le dijo- la solución que crean oportuna”, y repitió que él, como Arzobispo, se hacía responsable de todo y no rehuía cargar con las consecuencias que le correspondan, incluso la de ir a prisión.
      En plan de verdadero amigo, aconsejó al Ministro que buscara una solución “con quien sea” para que el asunto quede sobreseído ...Que les comuniquen el indulto cuanto antes, sin más requisitos...
      Con buen criterio, el Ministro hizo lo que pudo y al día siguiente llamó por teléfono a Don Marcelo, diciendo que el Gobierno había concedido el indulto y se lo harían saber a los interesados, los cuales recibirían la comunicación correspondiente por el cauce legal.
      A los pocos días los cuatro encausados recibieron la citación para que acudieran al Juzgado.

      Los citados quedaron sorprendidos cuando les comunicaron que habían sido indultados. Y quienes tenían preparado un acto, que iba a tener eco en la prensa de todo el mundo se quedaron con las ganas de hacer la procesión-manifestación, acompañando a los detenidos.
      Unos días después Don Marcelo recibió una carta del Nuncio Apostólico, Mons. Dadaglio, diciendo que el Papa había pedido al Ministro de Asuntos Exteriores, Sr. López Bravo, el indulto para estos sacerdotes, en la audiencia que le concedió en el Vaticano un mes antes, y le rogaba se lo hiciera saber a los interesados.
      Don Marcelo respondió con toda atención a la carta del Sr. Nuncio, dándole cuenta que había cumplido el encargo y explicándole las últimas gestiones que también él había realizado los días anteriores ante las Autoridades del Estado, en las que había solicitado lo mismo que había pedido el Santo Padre, y de las que también había hecho sabedores a los cuatro interesados"

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    3. Pues muy bien que le agradecieron a D. Marcelo esas gestiones la mayoría de los curas de Barcelona...

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  4. Reixach en su sucinto sumario, riguroso, se olvida de una época especialmente intensa e interesante. La del pistolerismo anarquista. En el apogeo de la lucha obrera llevada a la calle, dos frailes dominicos vinieron a Barcelona para conocer de manera directa el sindicalismo anarquista: José Gafo y Tomás Sánchez Perancho. Conocieron, entre otros, y se familiarizaron con Angel Pestaña. Gafo fue un gran propagador de la doctrina social de la Iglesia. Como siempre, el resto de España echando un capotazo, que aquí parece que quisiera ignorarse.

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  5. Que dolor tan grande no ver y no explicar la figura y las realizaciones de nuestro Santo, tan querido, San Antonio Mª Claret, verdadero promotor y realizador de toda la revolución industrial. Espero que se pueda profundizar y dar a conocer en toda su plenitud. Gracias!!!

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    1. Josep G. Trenchs 1/213 de junio de 2016, 10:59

      ANTONIO CLARET nace en Sallent (Barcelona), en 1807, en el seno de una familia profundamente cristiana, dedicada a la fabricación textil.
      INFANCIA.
      En el aspecto religioso está marcado por la vivencia de la providencia de Dios, por un lado; y por la idea de la eternidad, por otro. Su piedad se ve influida por la devoción a la Virgen María y a la Eucaristía.
      ESTUDIANTE Y TRABAJADOR TEXTIL
      A los doce años, su padre le pone a trabajar en el telar familiar.
      Sus oraciones, en cambio, no eran tantas ni tan fervorosas, aunque no deja la misa dominical ni el rezo del rosario. Poco a poco se le va olvidando el deseo infantil de ser sacerdote, pero Dios le iba dirigiendo según sus planes. Unos duros desengaños, y sobre todo la palabra del Evangelio ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo si al final pierde su vida?, sacuden su conciencia. A pesar de las ofertas para montar su propia fábrica, se niega a satisfacer el deseo de su padre y decide ser cartujo.
      VOCACIÓN SACERDOTAL MISIONERA
      A los 22 años ingresa en el seminario de Vic, sin perder de vista su intención de ser monje cartujo. Cuando se dirige a la Cartuja de Montealegre, al año siguiente, una tormenta le obliga a retroceder y su sueño de vida retirada empieza a desvanecerse. Sufre una fuerte tentación contra la castidad, en la que reconoce la intercesión maternal de la Virgen María en su favor y sobre todo la voluntad de Dios, que le quiere misionero, evangelizador.
      Aunque no había concluido los estudios teológicos, el 13 de junio de 1835 recibe la ordenación sacerdotal porque su obispo veía en él algo extraordinario. Siente, cada vez con más fuerza, que el Señor lo llama a evangelizar. La situación política en Cataluña, dividida por la guerra civil entre liberales y carlistas, y la de la Iglesia, sometida a la desconfianza de los gobernantes, no dejaba otra solución que la de salir de su patria y ofrecerse a Propaganda Fide, encargada entonces de toda la obra de evangelización de cualquier tipo.

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    2. Josep G. Trenchs 2/213 de junio de 2016, 11:44

      MISIONERO APOSTÓLICO EN CATALUNYA Y CANARIAS

      De nuevo en Cataluña, se le confía la parroquia de Viladrau.

      Por el deseo de comunión con la Jerarquía y por las facultades pastorales que comportaba, solicitó a Propaganda Fide el título de "Misionero Apostólico", que él llenó de contenido espiritual y apostólico.

      Recorrió prácticamente toda Cataluña de 1843 a 1847, predicando la Palabra de Dios, siempre a pie, sin aceptar dinero ni regalos por su ministerio. Le movía a ello la imitación de Jesucristo. A pesar de su neutralidad política, pronto iba a sufrir persecuciones por parte de los gobernantes, y calumnias de quienes combatían la fe.

      Pero San Antonio María Claret no iba a ser sólo predicador incansable de misiones al pueblo y de ejercicios a sacerdotes y religiosas. Pronto va descubriendo otros medios de apostolado más eficaces: publicó devocionarios, pequeños opúsculos dirigidos a sacerdotes, religiosas, niños, jóvenes, casadas, padres de familia...; fundó la Librería Religiosa en 1848, que en dos años lanzó 2.811.000 ejemplares de libros, 2.059.500 opúsculos y 4.249.200 hojas volantes.

      De febrero de 1848 a mayo de 1849 recorrió las Islas Canarias. Pronto y familiarmente se le comenzó a llamar "el Padrito". Tan popular se hizo que es copatrono de la diócesis de las Palmas con la Virgen del Pino.

      FUNDADOR Y ARZOBISPO DE CUBA

      De vuelta ya en Cataluña, el 16 de julio de 1849, funda en una celda del seminario de Vic la CONGREGACIÓN DE LOS MISIONEROS HIJOS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA. La gran obra de Claret, comienza humildemente con cinco sacerdotes dotados del mismo espíritu que el Fundador. A los pocos días, el 11 de agosto, comunican al P. Claret su nombramiento como Arzobispo de Cuba.

      A pesar de su resistencia y sus objeciones a cuenta de la Librería Religiosa y la recién fundada Congregación de Misioneros, hubo de aceptar ese cargo por obediencia y fue consagrado en Vic el 6 de octubre de 1850.

      La situación en la isla de Cuba es deplorable: explotación y esclavitud, ...

      Nada más llegar comprende que lo más necesario es emprender un trabajo de renovación en la vida cristiana y promueve una serie de campañas misioneras, en las que participa él mismo, para llevar la Palabra de Dios a todos los poblados. Dio a su ministerio episcopal una interpretación misionera. En seis años recorrió tres veces toda su diócesis.

      Luchó contra la esclavitud; creó una Granja-escuela para los niños pobres, puso una Caja de Ahorros con marcado carácter social, fundó bibliotecas populares.

      El sufrido en Holguín (1 febrero 1856) casi le cuesta la vida, aunque le hace derramar su sangre por Cristo.

      CONFESOR DE LA REINA ISABEL II Y APÓSTOL EN MADRID Y EN ESPAÑA

      La Reina Isabel II lo elige personalmente como su Confesor en 1857 y se ve obligado a trasladarse a Madrid. Debe acudir semanalmente al menos a la Corte a ejercer su ministerio de confesor y a cuidarse de la educación cristiana del príncipe Alfonso y de las infantas. Debido a su influencia espiritual y a su firmeza, poco a poco va cambiando la situación religiosa y moral de la Corte. Vive austera y pobremente.

      Los ministerios de palacio no llenan ni el tiempo ni el espíritu apostólico de monseñor Claret: ejerce una intensa actividad en la ciudad: predica y confiesa, escribe libros, visita cárceles y hospitales.

      Su unión con Jesucristo alcanza un punto álgido en la gracia de la conservación de las especies sacramentales otorgado en La Granja de Segovia el 26 de agosto de 1861.

      PADRE EN EL CONCILIO VATICANO I

      Participa en el Concilio Vaticano I, en el que interviene defendiendo la infalibilidad pontificia. Al concluir las sesiones, presumiendo próxima su muerte, se traslada a la comunidad que sus Misioneros tienen en Prades (Francia).

      MUERTE Y GLORIFICACIÓN

      Hasta ahí llegan sus perseguidores. Debe huir como un delincuente y refugiarse en el monasterio cisterciense de Fontfroide que a los 63 años, fallece el 24 de octubre de 1870.

      Es beatificado por Pío XI el 25 de febrero de 1934.

      Pío XII lo canoniza el 7 de mayo de 1950.

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  6. Una importante precisión a Ramon Reixach Puig, autor del artículo. El vapor de la Bonaplata no fue creado por “el estado español”, sino por la familia Bonaplata y otros socios. Si no sabemos distinguir entre lo que es el estado y los ciudadanos mal vamos, tanto para hablar de economía social como de cualquier otra cosa. Está comprobado que la propaganda separata y sus falsificaciones producen monstruos, contagiarse de ella también.

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    1. Es graciosa esta expresión típica de esta época, la de llamar a España como estado español. Me lo imagino cuando se la pueda llamar la república española. Será siempre España. ¿Por qué este miedo, este eufemismo?

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