Su experiencia inicial de la llamada de Dios va unida al sonido de sus pisadas sobre la pinaza en un retiro en el Desierto de las Palmas de Castellón con 16 años: La imagen amable del Jesucristo de mi infancia -contaba- se había convertido en una imagen firme, atractiva, pero que me planteaba problemas. Porque mi simpatía hacia Él me conducía a comprender que debía compartir mi vida con la suya”. En una ocasión, en el Seminario nos decía: Cuando yo pensaba y luchaba por mi vocación, me gustó mucho una versión del Evangelio que traducía “Jesús llamó a los que quiso” (Mc 3,13) por “llamó a los que llevaba en su corazón”. Vosotros, seminaristas, ¡estáis en el corazón de Dios desde toda la eternidad!
Ingresa en el Seminario Mayor de Valencia y al mismo tiempo en el Colegio del Corpus Christi, también llamado "del Patriarca". El 29 de junio de 1951 es ordenado sacerdote y dos años después se licencia en derecho canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca. Luego es nombrado párroco y arcipreste de Tavernes de la Valldigna y en 1967 es trasladado a la parroquia de San Fernando de la ciudad de Valencia. Actúa como consejero de la JOC y responsable de la formación de los diáconos, y posteriormente es nombrado Delegado Episcopal para el clero y Consejero diocesano de Pastoral Familiar.
Años más tarde afirmaría: Cuando un obispo ha sido párroco, los curas le hablan de lo que él ha vivido, no de una teoría. A los que no han sudado parroquia, como acostumbro a decir, puede no resultarles fácil entender a un sacerdote, joven o mayor, que viene con una pena o alegría de la parroquia. Si ha sido carne de tu carne, si tú lo has vivido, lo entiendes de otra manera. Y así era, ciertamente. Cuando los sacerdotes nos acercábamos a él y le explicábamos las alegrías y, a veces, las muchas penas de la vida parroquial, sentías inmediatamente que a D. Ricardo no le preocupaba tanto el contexto como tu persona. Al acabar de darle cuenta de alguna grande o leve dificultad, él te miraba a los ojos y te preguntaba: Pero y tú… ¿cómo estás? Sabías que en él encontrabas siempre, por muchas veces que hubieses metido la pata, un hermano y un padre.
El 3 de agosto de 1969 es consagrado obispo de Tortosa (Tarragona). Convocó el único sínodo diocesano celebrado en el post-concilio en las diócesis catalanas, con el objetivo de potenciar la participación de laicos y también de sacerdotes y religiosos de todo el obispado en el testimonio cristiano y la evangelización. El resultado fueron las Constituciones Sinodales, unas conclusiones para revitalizar la vida cristiana con valor normativo.
D. Ricardo, siempre accesible y cercano, nunca se llamó a engaño, ni se dejó seducir por engañosos cantos de sirenas. Ciertamente, después del Concilio hizo fortuna aquello de la Iglesia como Pueblo de Dios. Sin embargo, el cardenal Carles nunca se cansó de recordar que a la vez y sobre todo es Cuerpo de Cristo, Esposa de Cristo y Él su cabeza. La Iglesia no es un grupo más -decía-, es peculiarmente distinta, no por voluntad nuestra, sino porque así lo hizo Dios. Y si actuamos sin cabeza, sin nuestra cabeza que es Cristo, se desdibuja la figura de Cristo y de su Iglesia. Tenía muy claro que el anuncio evangélico debía ser explícito: Estamos en un momento histórico en el que debemos hablar sin miedo. Y además hacerlo en el espacio público, pues como diría Juan Pablo II, la fe que no se hace cultura, ni es enteramente vivida ni enteramente aceptada. “Después del Concilio Vaticano II -afirmaba- pareció triunfar la tesis del encarnacionismo, es decir, la tesis de que es suficiente estar en un lugar porque la presencia es lo que salva. No, Cristo no vino a encarnarse en ese sentido, a arraigarse, sino a desarraigar todo lo que es malo y a transformarlo. Hay seglares, personas muy cristianas, que creen que lo que tienen que hacer en un barrio sólo es estar presentes allí. No, Cristo además de estar presente fue encarnación, arraigo y desarraigo y transformación de todo lo que no es bueno”.
El 23 de marzo de 1990 es nombrado Arzobispo de Barcelona. Su prioridad, desde su llegada, fue evangelizar a los más de cuatro millones de hijos de Dios de la archidiócesis y la promoción y ayuda de pobres y marginados, también numerosos en una gran urbe. Uno de sus recuerdos más gratos en Barcelona es que pudo ordenar a ciento quince sacerdotes diocesanos.
La voz de D. Ricardo se alzó entonces firme y profética, sin miedo a nada ni a nadie: Para mí lo de menos es que me juzguéis vosotros o un tribunal humano. Mi juez es el Señor (1Co 4,3). Cuando ardió accidentalmente el Teatro del Liceo de Barcelona y las administraciones públicas y empresas privadas se afanaban en invertir ingentes cantidades de dinero en su reconstrucción, el cardenal Carles declaró: Me parece bien que se actúe con rapidez para reconstruir el Liceo; pero en Barcelona se queman cada día muchas cosas y muy vitales: la inocencia de los niños, el futuro de los jóvenes, la dignidad de los ancianos y de los pobres… y la mayoría permanece indiferente.
En la entrevista previa a mi ordenación diaconal, el cardenal Ricard Mª me preguntó: ¿Tienes pensado vestir clergyman? Ante mi respuesta afirmativa me espetó: Eso es lo que yo quiero: Que cuando vean a un sacerdote vestido de cura, la gente diga:” ¡Ahí va un sacerdote de Barcelona!”
Le dolía profundamente que tantas iglesias de la diócesis permaneciesen casi todo el día cerradas. Pensaba que era un signo de que fallamos los confesores y falla el sentido teológico del pecado. Un pecado -observaba- que no es sólo fuente de injusticia social, de enfermedad, sufrimiento. Es ofensa a un Dios bueno y santo”. El pecado es “no hacer lo que Dios había pensado. Cuando me tiro desde un séptimo piso y desafío las leyes de la naturaleza, me mato. Cuando voy contra la ley moral, contra los mandamientos del buen Dios, el efecto no es tan inmediato como cuando rompes una ley física, pero a la larga se va a notar en mí, en la familia y en la sociedad. Como es algo que está fuera de lo que Dios había pensado, tiene consecuencias y muy graves.
Valiente defensor de la Vida y de la santidad de la Familia, el cardenal Carles pagó un precio muy caro por su fidelidad: Perseguido insistentemente por el lobby gay, su nivel de prestigio era tan grande, su deseo de una verdadera reforma en la Iglesia de Barcelona tan obstinado, que sus enemigos -los de dentro- no dudaron en calumniarle gravemente. Pero él no se dejó intimidar porque éste ha sido mi Evangelio por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación, lograda por Jesús, con la gloria eterna (2Tm 2,8).
Y sobre la ampliación de la legislación abortista escribía: Con unas leyes así, a pesar del terciopelo, las moquetas y el ambiente noble del Congreso de los Diputados, aquel salón no es ajeno a los cubos de desechos humanos de ciertos quirófanos, donde van a parar los restos de los no nacidos. ¿Qué nivel o, mejor dicho, qué silueta moral puede tener una nación en la que los padres que matan se pueden contar por miles un año detrás de otro? ¿Alguien puede creer seriamente que, en este contexto, se podrá continuar respetando algún valor que pese menos que la vida de un hijo? No dudéis que se continuará gritando a favor de la muerte. Tantas veces como sea necesario, deberemos gritar muchos a favor de la Vida.
El 26 de noviembre de 1994 fue creado cardenal del título de Santa María Consolatrice del Tiburtino. Participó en diversos organismos vaticanos como la Congregación para la Educación Católica, la Comisión de Justicia y Paz, el Consejo para el Estudio de los problemas organizativos de la Santa Sede y la Jefatura de Asuntos Económicos. También fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española entre 1999 y 2002. En su condición de cardenal, asistió al cónclave de 2005 que eligió al Papa Benedicto XVI.
Hombre de profunda y constante oración, gustaba de la montaña -excelente escalador y hasta espeleólogo-, pues la altura propiciaba el encuentro con Dios, “de tú a tú”, decía con sencillez. Cuando acompañaba cada verano a los seminaristas de los últimos cursos, tras una pequeña charla comenzábamos a subir monte… Rezábamos Laudes y nos daba un punto de reflexión para bajar desde la cima meditando. Orar -aseguraba D. Ricardo- es tener conciencia de la presencia de Dios, de que tú amas a Dios. Si no guardamos un tiempo específico para la plegaria, corremos el riesgo de caer en el activismo; y pasar del todo de la oración es no ver a Dios en ningún sitio. Necesitamos por tanto, nos decía a los curas jóvenes, hacer silencio interior y cuidar los tiempos y espacios para la oración.
En el año 2001 y de acuerdo con lo previsto en el derecho canónico, presentó la dimisión de su cargo arzobispal, que no le fue aceptada hasta el 15 de junio de 2004. El mismo día, el papa Juan Pablo II dividió la arzobispado de Barcelona en tres diócesis: una metropolitana -Barcelona- y otras sufragáneas: Tarrasa y San Feliu de Llobregat.
Pasó su ancianidad escribiendo, dando retiros, predicando y atendiendo a todos con el mismo afecto de siempre. En noviembre de 2013 el cardenal Carles fue ingresado en el Hospital Virgen de la Cinta de Tortosa con sintomatología neurológica, falleciendo semanas más tarde, el 17 de diciembre.
Al día siguiente, contemplando su cuerpo exánime revestido con las sagradas vestiduras episcopales en la capilla ardiente de la Santa Iglesia Catedral de Barcelona, agradecí al Señor el inmerecido don del sacerdocio que me fue conferido a través de D. Ricardo. Evoqué su tranquila sonrisa, la confianza que siempre me dispensó, su paternal cercanía… Allí, junto a la gente que él más quería, rememoré sus palabras llenas de serena esperanza: Cuando mueres, si te fías, es el acto de fe más grande; si uno es consciente. Es el acto más grande de esperanza, sabes que Dios va a darte otra vida distinta. Te estás muriendo y estás perdiendo algo de lo que has amado, y realizas el acto de amor más grande por amor al Señor. Aquí esperas cosas con la esperanza de que te lleguen; pero ¿en qué te apoyas en el momento de la muerte? En la Palabra de Dios porque le amas, sabes que te ama y confías en Él. Para mí la muerte es eso; es decir, la medida de la fe da la medida del miedo a la muerte. El porqué de la vida es porque Dios nos la ha dado; y el para qué, es para estar con Él.
Sus restos ahora reposan en Valencia, su tierra natal, en la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, a los pies de su patrona. Allí se casaron sus padres, allí contempló tantas veces el traslado de la Virgen desde la Basílica hasta la Catedral yendo como sobre un mar de cabezas -decía- que parece que se va a caer, pasando de unos a otros en un encuentro vibrante al que se acercan los niños para presentarlos a la Mare de Déu. Junto al cardenal Benlloch, valenciano como él, espera la resurrección de la carne. Que ese día nos acoja entre sus brazos Santa María, la Virgen Geperudeta que D. Ricardo tanto amó.
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.es
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Mn. Custodio, muchas gracias por este artículo.
ResponderEliminarSe nota que le conoce bien a D. Ricardo María Carles, una gran persona y un magnifico Arzobispo de Barcelona, pero desde mi punto vista tendría algún problema con el catalanismo heterodoxo, que le traicionaron, en las personas que tenía más cerca, al menos en la primera parte de su actividad pastoral.
¿Si no fuera así, no me explico, quién pudo aconsejarle en las designación de algunos de los primeros Obispos Auxiliares?
Hay una noticia sobre Francisco y los divorciados recasados que puede dar lugar a una grave confusión por dar una enseñanza terriblemente errónea y peligrosa de forma subrepticia: que dichos divorciados recasados no están excomulgados y que por tanto, pueden comulgar.
ResponderEliminarSegún mis conocimientos, si no yerro, hoy existen unas situaciones básicas regidas por la ley de la gradualidad de fe católica:
1. El casado sacramentalmente, si está en estado de gracia, puede ir a la procesión eucarística para comulgar públicamente sin restricción alguna. La eucaristía es matrimonial: la unión del alma con Dios, la unión de la Iglesia con su Esposo. Si no está en estado de gracia, no puede comulgar nunca jamás. No está excomulgado en virtud de una pena canónica, como el hecho de haber participado en un aborto (excomunión latae sententiae), pero está privado de comulgar por razón de la comisión de un pecado mortal, y sólo puede comulgar si se confiesa. No obstante, mientras tanto, sigue obligado a ir a misa porque forma parte de la Iglesia, como el excomulgado. El resultado es el mismo (no comulgar), pero la razón es diferente.
2. El divorciado que se mantiene célibe. Debe de iniciar el mismo camino penitencial (confesarse de la parte de culpa que tuviera o bien es parte sufriente, reparar los daños, satisfacer las obligaciones, intento de reconciliación), pues si no lo hiciera, tampoco podría comulgar ni ser absuelto. Aunque sea la parte sufriente, es esencial el saberlo y declararlo por parte de la Iglesia, pues será notoria y pública para la comunidad su condición de divorciado, ignorándose la parte subjetiva, si es o no culpable, si está célibe o conviviendo como casado o emparejado, o more uxorio o more fraterno.
3. El divorciado que convive como pareja de hecho heterosexual u homosexual, con o sin hijos (familia reconstituida). No puede ni comulgar ni ser absuelto porque está cometiendo un pecado grave.
4. El divorciado recasado more fraterno, conviviendo como hermano. Para comulgar, debe de iniciar un camino penitencial (confesión sacramental de la parte de culpa que tuviera o es una parte sufriente, reparación, satisfacción, reconciliación), porque si no lo hace, no puede comulgar, ni ser absuelto ni desarrollar ministerios laicales públicos (acólito o servidor del Altar, lector, catequista, evangelizador). Hecho el camino penitencial, como su situación de divorciado recasado es conocida públicamente por su comunidad eclesial, pero su promesa de convivencia more fraterno es privada, entonces sólo podrá comulgar privadamente. Sólo podrá comulgar públicamente en aquellas iglesias donde su situación sea desconocida por la comunidad afectada.
5. El divorciado recasado en segundo, tercer o sucesivos matrimonios civiles (sin nulidad canónica), o que ha conjugado diversas situaciones (pareja de hecho, homosexualidad, bigamia), obviamente no puede comulgar ni puede ya seguir con el camino penitencial, aunque haya “sentado cabeza” con una familia. Siempre debe ir a misa y ponerse ante la misericordia de Jesús, que es el último recurso que tiene cualquier católico.
6. El divorciado recasado en segundas nupcias civiles, sin obtener la previa nulidad canónica, en convivencia more uxorio, con o sin hijos (familia reconstituida), es un adúltero, comete un pecado de adulterio, así lo dice el Catecismo (1756): el adulterio es un acto que de suyo, por sí y en sí mismo, es una acción mala, es un desorden objetivo de la voluntad, independientemente de las circunstancias (necesidad, presión social, debilidad) y de las intenciones (ayudar a un necesitado, parte provocante o sufriente), es siempre gravemente ilícito por razón de su objeto, pues no se puede hacer el mal para obtener un bien. Es como el homicidio de aborto. No puede practicar en modo alguno la comunión espiritual, pues implica unirse en espíritu a Cristo, y quien no puede hacerlo sacramentalmente, tampoco puede hacerlo espiritualmente, sólo puede ponerse ante la presencia de Jesús-Misericordia.
ResponderEliminarTampoco podría ir a una procesión bendicional en la misa, ese invento que consiste en ir con los brazos cruzados hasta donde está el oficiante con el copón o vaso sagrado, porque sería un motivo de escándalo y confusión (la Iglesia aprueba el adulterio) y por una razón práctica: los dedos del oficiante contienen restos del Cuerpo del Señor, y si toca la piel del bendecido se los puede transmitir, y si no hay tocamiento, entonces parecería confusamente que el mismo Cristo bendice el adulterio. Además, la bendición final de la Iglesia cumple el efecto de la bendición, pero que recae para todos de forma igual. Finalmente, hay una razón de agravio comparativo, pues el resto de pecadores graves no absueltos también pediría dicha bendición individual dentro de la procesión eucarística.
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De ello se extraen unas conclusiones:
1. El divorciado recasado more fraterno que ha hecho el camino penitencial, tiene un acceso restringido al ejercicio de las funciones docendi, santificandi y regendi. No las puede desarrollar públicamente si hay peligro o riesgo de escándalo y confusión, para el Pueblo de Dios, de que su comunión o absolución significa que la Iglesia aprueba el adulterio. Sólo podrá dar orientación y seminarios matrimoniales para otros divorciados recasados more fraterno, o bien deberá de comunicar públicamente su condición para dar conocimiento de su nuevo estado, y evitar así la confusión y el escándalo.
2. El divorciado recasado more uxorio, o adúltero, no podrá tener acceso a la comunión y a la absolución sacramental. Puede ponerse siempre ante la presencia de Jesús Misericordia en la misa y en la confesión, pero sin comulgar ni ser absuelto, y debe cumplir el deber de ir a misa. No pueden anunciar, predicar, evangelizar, misionar, apostolear, pastorear ni catequizar, no pueden ejercer ministerios de acólito, de administrador de la eucaristía, de lector. Su nuevo matrimonio civil no puede ser nunca aprobado de ninguna manera, ni con bendiciones ni con celebraciones de ningún tipo que signifiquen que la Iglesia aprueba el adulterio. Si hay exequias, debe de constar su arrepentimiento de forma fehaciente del pecado mortal de adulterio. No puede ser padrino porque no lleva una vida matrimonial católica.
3. El divorciado recasado more fraterno, cumplido el camino penitencial especial, NUNCA debe tener actos maritales con su marido. Esto es una doble gracia que sólo da Dios: primero para hallar un cónyuge que lo acepte, y segundo para que pueda ser cumplida durante el matrimonio, pues en este caso de la convivencia more fraterno, equivalente a una promesa o juramento solemne, el cual impide el desarrollo de los actos maritales constante el matrimonio, que son de ley natural.
ResponderEliminar4. Los divorciados recasados more fraterno, por tanto, sólo pueden tener hijos por vía adoptiva, o los hijos de sus anteriores parejas (familia reconstituida), y no pueden tener hijos por vía de la reproducción humana natural como asistida, no pueden haber vientres de alquiler, no puede haber congelación de embriones, ni donación de gametos, ni aborto o eutanasia de niños. La convivencia more fraterno, esencialísima, es una excepción que permite recibir la comunión y absolución de los divorciados recasados, pero pide este martirio que sólo la gracia santificante proporciona. Son, por tanto, unos matrimonios martiriales que han de ser protegidos por la Iglesia de cualquier tipo de error doctrinal.
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Por tanto, sólo son libres de condiciones los casados canónicamente en estado de gracia (sin restricción alguna), los divorciados célibes y los divorciados recasados more fraterno, ambos si cumplen el camino penitencial y el resto de condiciones: estado de gracia, cumplir los requisitos y disposiciones del rito, comunión privada si hay riesgo de escándalo y confusión.
El resto de divorciados no pueden ni comulgar ni ser absueltos, sólo deben cumplir con el deber de ir a misa, y no pueden participar activamente, en principio, en ningún ministerio laical litúrgico, ni en las funciones públicas de sacerdocio, profeta, rey. Ni en las de docendi, santificandi (participación en los 7 sacramentos, ministerios laicales), regendi (participar en sínodos, concilios o consejos). Ni tampoco en las de diakonía, koinonía, martiria, liturgia y kerigma.
Si cualquier divorciado o divorciado recasado fuera libre de comulgar bajo el chantaje emocional de que así de permite la transmisión de la fe católica en los hijos, o bien de que así obtiene la fuerza necesaria para vencer su debilidad, o bien de que se cubre una necesidad, o bien de que es la parte sufriente, entonces los católicos casados civilmente, emparejados, unidos hetero o homosexualmente, en forma monógama, bígama o polígama, en incesto o en prostitución, todos ellos podrían reclamar su participación en la comunión, y tendrían razón en pedirla, por causa de agravio comparativo en relación con los adúlteros comulgantes: “si ellos sí pueden, entonces ¿por qué nosotros no?”
Parece, y digo parece, que una parte del Vaticano quiere preparar el terreno a la comunión de los adúlteros, como puente para la posterior comunión del resto de pecadores mortales. Esto, que me resisto a creerlo, representaría tal escándalo y confusión de apostasía, que se puede decir que, si esto sigue igual de mal, el último día de la Iglesia unida y el primero de la cismática y apostática antiiglesia del antievangelio y del anticristo será el domingo 25 de octubre del 2015, fecha de la finalización del Sínodo de las Familias.
Curiosamente, a un mes de otro fin, el de España, el 27 de septiembre. Y quién sabe si el noviembre ocurre otro suceso mundial, pues la Iglesia, que es sacramento, intercesora de la humanidad ante Dios, si se rompe entonces arrastra al mundo entero hacia el desastre, y según Francisco, estamos en una Tercera Guerra Mundial por etapas.
Nos hallamos, pues, en el momento de los momentos, y esta herejía de los adúlteros abrirá el paso al resto de las cientos y miles de herejías, todavía ahora contenidas, en los tres planos básicos del culto o liturgia, la verdad o doctrina, y la moral. Y será una avalancha incontenible que arrasará a miles de parroquias, conventos, monasterios y nuevos movimientos, fulminándolos en menos de una semana, la hebdomas horribilis ecclesiae. El que esté preparado, sufrirá, y el que no, mucho más.
Para el probable hundimiento del Titanic eclesial, recomiendo la música del renacentista Josquim Desprez (o Des Prés), junto con Palestrina, el mejor después de Bach en unir razón y emoción en la música, además de Monteverdi, Haydn y Mozart.
San Juan Pablo II estableció la línea roja:
Eliminar- La convivencia ha de ser more fraterno, como si fueran hermanos
Esto también se predica para el resto de convivencias, incluso las civiles, bajo contrato civil o simple convivencia de hecho, incluido las convivencias homosexuales: hay que vivir como hermanos.
Ello comporta un camino martirial para toda la vida, cosa que sólo se puede conseguir con la gracia de Dios.
Pero el objetivo del Sínodo parece ser enterrar este camino martirial por el de la manga ancha, anchísima, a través del principio de "discernimiento de situaciones por amor a la verdad".
Por eso, se buscan diversas causas para que puedan comulgar los divorciados recasados more uxorio, en convivencia marital:
- camino penitencial
- necesidad
- debilidad
- compasión
- asegurar la transmisión de la fe a los hijos
El verdadero objetivo del Sínodo, la agenda oscura, es permitir la comunión de los divorciados more uxorio, en lugar de promover la verdadera opción por amor a la verdad: no pueden comulgar ni ser absueltos, pero siempre pueden presentarse ante la misericorida de Jesús, y que han de convivir more fraterno y obtener la gracia de Dios para seguir el camino martirial de vivir como hermanos, o bien de vivir célibes y castos para los divorciados que quieren vivir solos.
Se quiere ocultar, por tanto, en este Sínodo, las tres vías del amor a la verdad:
1. Convivencia more fraterno: innegociable, sin ninguna excepción (es lo que quiere eliminar en el Sínodo)
2. Camino martirial: la gracia de Dios, a través de la confesión y la eucaristía, y en estado de gracia, da la fuerza para vivir célibes y castos (otro aspecto a eliminar en el Sínodo)
3. Camino penitencial: es el marcado sólo en el inicio del proceso: confesión en la parte de culpa que se tiene, investigar si es un cónyuge sufriente, intentar obtener la nulidad canónica, reparar los daños, satisfacer los deberes y obligaciones de la patria potestad, intentar reconciliarse (será el único camino que se legalizaría en el Sínodo).
Infocatólica informa de un Sínodo en la sombra en el artículo El P. Tomasset SJ contra la moral católica, negando la doctrina de los actos intrínsecamente malos: aborto, adulterio...
EliminarFrancisco y los divorciados 6 de agosto de 2015, 0:07
EliminarEmpieza el escrito con esas palabras: “Hay una noticia sobre Francisco y los divorciados recasados que puede dar lugar a una grave confusión por dar una enseñanza terriblemente errónea y peligrosa de forma subrepticia: QUE DICHOS DIVORCIADOS RECASADOS NO ESTÁN EXCOMULGADOS Y QUE POR TANTO, PUEDEN COMULGAR.”
Una noticia que como es falsa, no deja de ser una clara muestra que los enemigos de la Iglesia, nos quieren hacer colar y la mayoría de nosotros, como corderitos nos creemos antes lo que dice la Tele o periódico de turno, que lo que enseña verdaderamente la Iglesia. Hoy día, seguir la voz de la Iglesia es tan fácil como teclear en la barra del Google, cualquiera de los portales católicos ortodoxos, como: Aci prensa, Zenit.org, Vatican.va, etc.
Según el texto oficial de la catequesis de la Audiencia General,
“El Santo Padre recordó que la Iglesia no ha sido ni insensible ni perezosa y que gracias a la profundización de los pastores, ha crecido mucho en la conciencia de la necesidad de una acogida fraterna y atenta, hacia los bautizados que han establecido una nueva convivencia después del fracaso matrimonial. De hecho, subrayó el Pontífice, ESTAS PERSONAS NO ESTÁN EN ABSOLUTO EXCOMULGADAS, Y NO DEBEN SER TRATADAS COMO TALES: ELLAS SON SIEMPRE PARTE DE LA IGLESIA.
De ahí la invitación de Francisco a los Pastores a manifestar abiertamente la disponibilidad a acogerlos y a alentarlos para que vivan y desarrollen siempre más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia a través de la oración, la educación cristiana de los hijos y el compromiso por la justicia y la paz.
Finalmente, citando el modelo bíblico del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, el Papa explicó que esta actitud es un modelo también para la Iglesia, que acoge a sus hijos como una madre que dona su vida por ellos. Al mismo tiempo, afirmó Francisco, todos los cristianos están llamados a imitar al Buen Pastor, y sobre todo, las familias cristianas pueden colaborar con el cuidado de las familias heridas. Cada uno, dijo el Papa, haga su parte en el asumir la actitud del Buen Pastor que conoce cada una de sus ovejas y no excluye ninguna de su amor infinito.”
En ningún momento el Papa dice que esas personas puedan COMULGAR SACRAMENTALMENTE, o al menos mi pobre entendimiento no sabe leer posibles dobles interpretaciones.
MARPN
ResponderEliminarMn. Custodio, en su día no leí el comentario tan merecido por El cardenal Carles ya que no conocía este blog. Gracias por sus palabras de cariño y reconocimiento hacia el Cardenal. Son merecidas y dignas de un Cardenal que fue tan maltratado e injuriado por sus propios hermanos sacerdotes y algún obispo. Desde la Gloria del Señor, donde con seguridad está, ayude a todos los sacerdotes que intentan seguir sus enseñanzas poniéndolas en práctica y proteja a la IC universal y en especial a la de Catalunya.
Son Custodio, la experiencia que yo tengo del cardenal Carles es complementaria de la suya. Va en la misma dirección, pero de una manera más correosa, aunque no menos cálida. Le traté a menudo en las conferencias de Fe y Cultura que teníamos en las Teresianas de Ganduxer, con final de curso en el monasterio de san Jerónimo.
ResponderEliminarInvitaba a gente sólida, como el obispo auxiliar de Madrid prematuramente desaparecido Monseñor Pose. ¿Señor, por qué te lo llevaste? Era éste un experto en patrística. Conocía como nadie a san Paciano, patrono del seminario de Barcelona. Hubo un separatista en la reunión en el que intentaba defender desde la religión su utopía inmoral. Pose, gallego, le cortó en seco con la famosa frase de san Paciano: Cristiano es mi nombre, la Iglesia mi nación. Hubo más.
Era Carles muy seguro en la doctrina. Permítame, don Custodio, recordarle que la denominación de la Iglesia como pueblo de Dios es complementaria de la definición de la misma como Cuerpo Místico de Cristo. Así queda recogida en la Constitución sobre la Iglesia. Fue una innovación conciliar en la que tuvo especial participación no sólo Congar, sino el maestro de Carles, el también dominico Sauras, que había sido profesor del cardenal.En ambas definiciones la cabeza es Cristo y la ekklesia o kahal de Yavé, el cuerpo.
Recuerdo a Carles tragando sapos y culebras con la impertinente conferencia del presidente del Parlamento Catalán, al que Martínez Sistach le concedió nada menos que la presidencia de la Sagrada Familia y Benedicto XVI tuvo que tragarse su impertinente presencia en cierto acto oficial. Rigol, que tal era el personaje, disparataba frase tras frase, aunque con expresiones seudocultas como kayrós, etcétera. Hace muchísimos años, pero el asunto epitomiza buena parte de la situación actual. Desde el auditorio, alguien le recriminó el apoyo de CiU, directa unos indirectamente otros, el apoyo a la ley socialista del aborto. Rigol no supo que contestar. Se salió por los cerros de Ubeda con lo del mal menor. Le contraarguí sobre cuál es el mal menor en un asesinato. Penoso. Carles sufría en silencio esa deriva inculta y rastrera que arrastraba a sectores de la Iglesia, ya entonces muy comprometida... con la nació.
Rigol puede responder. Y el presidente de Médicos Cristianos aportar su testimonio.
Esa es la herencia que Carles no pudo cortar. El magma de degeneración doctrinal que agostaba toda semilla de fe y evangelio.
Todo mi recuerdo, gratitud y afecto por quien fue mi pastor y de cuyas manos recibí la consagración. Dios lo tenga en su gloria y desde allí interceda por nosotros. Gracias buen padre. Gracias Mn. Custodio por tan emotivo articulo, Dios le bendiga.
ResponderEliminarAmen!
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