Domingo XXII del Tiempo Ordinario del Ciclo B
Reproducimos el Comentario a la Liturgia Dominical realizado por el Papa Benedicto XVI en el Angelus del 2 de septiembre de 2012, que coincidía con el Domingo XXII del Tiempo Ordinario del Ciclo B
En la liturgia de la Palabra de este domingo destaca el tema de la
Ley de Dios, de su mandamiento: un elemento esencial de la religión
judía e incluso de la cristiana, donde encuentra su plenitud en el amor
(cf. Rm 13, 10). La Ley de Dios es su Palabra que guía al hombre
en el camino de la vida, lo libera de la esclavitud del egoísmo y lo
introduce en la «tierra» de la verdadera libertad y de la vida. Por eso
en la Biblia la Ley no se ve como un peso, como una limitación que
oprime, sino como el don más precioso del Señor, el testimonio de su
amor paterno, de su voluntad de estar cerca de su pueblo, de ser su
Aliado y escribir con él una historia de amor.
El israelita piadoso reza así: «Tus decretos son mi delicia, no
olvidaré tus palabras. (...) Guíame por la senda de tus mandatos, porque
ella es mi gozo» (Sal 119, 16.35). En el Antiguo Testamento, es
Moisés quien en nombre de Dios transmite la Ley al pueblo. Él, después
del largo camino por el desierto, en el umbral de la tierra prometida,
proclama: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os
enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la
tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar» (Dt 4, 1).
Y aquí está el problema: cuando el pueblo se establece en la tierra, y
es depositario de la Ley, siente la tentación de poner su seguridad y
su gozo en algo que ya no es la Palabra del Señor: en los bienes, en el
poder, en otros «dioses» que en realidad son vanos, son ídolos.
Ciertamente, la Ley de Dios permanece, pero ya no es lo más
importante, ya no es la regla de la vida; se convierte más bien en un
revestimiento, en una cobertura, mientras que la vida sigue otros
caminos, otras reglas, intereses a menudo egoístas, individuales y de
grupo.
Así la religión pierde su auténtico significado, que es vivir en
escucha de Dios para hacer su voluntad —que es la verdad de nuestro
ser—, y así vivir bien, en la verdadera libertad, y se reduce a la
práctica de costumbres secundarias, que satisfacen más bien la necesidad
humana de sentirse bien con Dios. Y este es un riesgo grave para toda
religión, que Jesús encontró en su tiempo, pero que se puede verificar,
por desgracia, también en el cristianismo.
Por eso, las palabras de Jesús en el evangelio de hoy contra los
escribas y los fariseos nos deben hacer pensar también a nosotros. Jesús
hace suyas las palabras del profeta Isaías: «Este pueblo me honra con
los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está
vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos» (Mc 7, 6-7; cf. Is 29, 13). Y luego concluye: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres» (Mc 7, 8).
También el apóstol Santiago, en su carta, pone en guardia contra el
peligro de una falsa religiosidad. Escribe a los cristianos: «Poned en
práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros
mismos» (St 1, 22). Que la Virgen María, a la que nos dirigimos
ahora en oración, nos ayude a escuchar con un corazón abierto y sincero
la Palabra de Dios, para que oriente todos los días nuestros
pensamientos, nuestras decisiones y nuestras acciones.
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El Papa Benedicto XVI, nos hace incapie a las palabas de Jesús que: ... "hace suyas las palabras del profeta Isaías: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos» (Mc 7, 6-7; cf. Is 29, 13). Y luego concluye: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres» (Mc 7, 8).
ResponderEliminarEstas palabras del profeta Isaías VIII siglos antes de Cristo sieguen siendo de una palpitante actualidad.
Muchas veces creemos que ser católicos consiste en una lista larga de normas y mandamientos que debemos cumplir, o por el contrario con ir a Misa los domingos ya basta.
Algunos sacramentos parecen más un trámite civil que otra cosa. Es como si la vida sacramental se conviertiera en una costumbre o rutina en que cada uno se puede servir, teniendo esto más características sociales que creyentes.
En este punto el tradicionalismo católico es puesto en cuestionamiento a través de este mensaje fuerte de Jesús.
Es más, parece que Jesús, en este pasaje, nos complica porque nos saca del “deber ser”. Pero eso no es el catolicismo: “No se comienza a ser católico por una decisión ética o una gran idea, (o, podemos añadir a las palabras del Papa, por el cumplimiento de normas), sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. (Deus Caritas est, n.1). Es una presencia silenciosa y seductora que nos atrae progresivamente y nos conquista el corazón captando todo el sentido que supone su presencia en nuestra vida. Es sólo a través de Cristo, del prisma de su amor, que se puede, no sólo entender, sino sobre todo vivir su propuesta, un mundo nuevo que supone hombres y mujeres nuevas transformados por el Espíritu Santo.
Es acá en donde se juega la vida cristiana, el ser cristiano; en permanecer con un corazón limpio, humilde. Volcados en el camino de la sencillez, del reconocimiento de nuestra pobreza y así dejarnos renovar desde dentro que es desde donde cambia el corazón y en a donde apunta Dios. Cuando nosotros intentamos hacer de la vida cristina una rutina que se repite día tras día pero carente de sentido, de pertenencia a Dios, terminamos por ahogar la vida del espíritu vaciándola de su contenido.
"Quien no se interesa por buscar a Dios en el reposo de la contemplación, difícilmente lo buscará entre el fárrago de las ocupaciones".
ResponderEliminarSan Agustín de Hipona
¿Qué nos dice Dios de quien es el hombre?
ResponderEliminar“Cristo es la Revelación del Misterio del Padre y revela al hombre su vocación al llamarlo a la vida "plena"". Cristo es el nuevo Adán.
Gaudium et Spes 22
¿TIENE SENTIDO HOY DÍA EL MARTÍRIO DE SAN JUAN BAUTISTA POR DEFENDER EL MATRIMONIO?
ResponderEliminarAunque se aparte del Evangelio de mañana, domingo, hoy se celebra el martírio de San Juan Bautista.
El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le
decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano".
Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto"....(S. Marcos 6,17).
Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.
Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando.
Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.
Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.
Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.
Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.
Señor: te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.