La primera lectura nos recuerda que las cosas más grandes de nuestra vida no pueden ser adquiridas ni pagadas, porque las cosas más importantes y elementales de nuestra vida sólo pueden ser un regalo: el sol y su luz, el aire que respiramos, el agua, la belleza de la tierra, el amor, la amistad, la vida misma. Todos estos bienes esenciales y centrales no podemos comprarlos, sino que los recibimos como regalo.
La segunda lectura añade que eso significa que también hay cosas que nadie nos puede quitar, que ninguna dictadura, ninguna fuerza destructora nos puede robar. Nadie nos puede quitar el ser amados por Dios, que en Cristo nos conoce y ama a cada uno; y, mientras tengamos esto, no somos pobres, sino ricos.
El evangelio añade un tercer paso. Si de Dios recibimos dones tan grandes, también nosotros debemos dar: en ámbito espiritual debemos dar bondad, amistad y amor. Pero también debemos dar en el ámbito material. El evangelio habla de compartir el pan. Estas dos cosas deben penetrar hoy en nuestra alma. Debemos dar, porque también nosotros hemos recibido. Debemos transmitir a los demás el don de la bondad, del amor y de la amistad. A la vez, a todos los que necesitan de nosotros y a los que podemos ayudar, debemos darles también dones materiales, haciendo así que la tierra sea más humana, es decir, más cercana a Dios.
Gracias a Germinans Germinabit, por publicar esta síntesis de las lecturas de hoy.
ResponderEliminarA mi entender, Dios nos da a cada uno, unos talentos, o sea unas características propias y a la vez diferentes unos de otros, de manera que nadie es igual, pero Dios solo nos pide de demos de acuerdo con lo recibido.
Al mismo tiempo que Dios nos AMA con AMOR INFINITO, nos da el DON de la libertad, para ser nosotros si queremos corresponder a ese amor que Dios nos tiene o no.