Francisco acepta la renuncia de Rouco Varela al frente de Madrid

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Reproducimos al completo el escrito que esta semana publicaba el diario LA RAZON en que se da por hecho que el Papa Francisco ha aceptado la renuncia del cardenal Rouco como arzobispo de Madrid. Teniendo en cuenta que la sede barcelonesa está en una situación similar, y que nuestro arzobispo Martínez Sistach es algo menos de un año más joven que el cardenal gallego, la noticia puede ser el preludio de un cambio no muy lejano para Barcelona. 

El Nuncio de Su Santidad en España, Renzo Fratini, ya le ha comunicado al cardenal Antonio María Rouco Varela que el Santo Padre ha aceptado su renuncia como arzobispo de Madrid. Según ha podido confi rmar LA RAZÓN, el «embajador» del Vaticano en nuestro país le ha notificado ofi cialmente el fi n de ciclo al frente de una de las principales archidiócesis de nuestro país.

No será hasta fi nales de agosto o inicio de septiembre cuando se dé haga público el cese. Así, en atención al cardenal, que cumple 78 años el próximo 26 agosto, la decisión se podría hacer pública el día 28, aunque podría retrasarse al 8 de septiembre, al parecer a petición del propio Rouco Varela a la Congregación de Obispos, por razones de un viaje a Alemania ya programado. El Nuncio de Su Santidad le ha notificado oficialmente al cardenal arzobispo su cese.

En esas mismas fechas se espera que Francisco designe a su sucesor al frente de la archidiócesis madrileña. De esta manera, hasta noviembre el nuevo pastor madrileño no tomaría posesión de la sede episcopal. ¿El motivo? Un gesto de agradecimiento manifiesto de la Santa Sede hacia el cardenal Rouco Varela por su entrega a la Iglesia española, desde que fuera ordenado sacerdote en 1959 en la Catedral Vieja de Salamanca. Y es que, si no se buscaba hacer público el cese hasta que se cumplieran 20 años de que san Juan Pablo II le nombrara arzobispo de Madrid, una efeméride que se cumplió anteayer, el «regalo» de la Santa Sede pasa en principio por que permanezca al frente de la archidiócesis al menos hasta que se cumplan las dos décadas efectivas de su toma de posesión, que tuvo lugar el 24 de octubre de 1994. Con esta deferencia, se despejan de un  plumazo los rumores que hablaban de falta de sintonía entre Francisco y Antonio y que buscaban anticipar la salida del arzobispo de Madrid antes de los tiempos acordados por Roma. «Francisco nunca ha tenido prisa por aceptar la renuncia de Rouco Varela ni tiene nada que reprocharle», aseguran fuentes cercanas al Santo Padre a este diario.

Lo cierto es que cuando un prelado alcanza la edad de 75 años, su renuncia es obligatoria según prescribe el Derecho Canónico. Así, el canon 401 establece que, a partir de esa presentación de la dimisión formal, el Papa «proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias». Así, fue el propio Rouco Varela quien escribió una carta al Papa.

Precisamente el todavía arzobispo de Madrid celebró su 75 cumpleaños el 20 de agosto de 2011, en plena Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. De hecho, ese mismo día, se sentó en la mesa de su residencia madrileña Benedicto XVI dentro del marco del encuentro internacional de jóvenes. Fue el único almuerzo del Papa alemán fuera de la Nunciatura. Todo hacía prever, como así a ha sido, que la «jubilación» del cardenal no sería ni mucho menos inmediata, en tanto que en la primavera de 2011 fue reelegido como presidente de la Conferencia Episcopal Española para tres años más. Es el obispo que más años ha ocupado este puesto, por delante del cardenal Vicente Enrique y Tarancón –un año en funciones y tres trienios–. Así, Don Antonio ha permanecido al frente del Episcopado Español durante 12 años, hasta que el pasado mes de marzo los obispos se decantaron por el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, para tomar las riendas de esta misión. Rouco Varela no podía ser reelegido por más trienios ya que, según los nuevos Estatutos aprobados en diciembre de 2008 bajo su supervisión, los cargos de presidente y vicepresidente sólo pueden renovarse para un segundo trienio sucesivo.

Con la renuncia aceptada y comunicada ofi cialmente al interesado por parte del Nuncio, como ha ocurrido ahora, se confiere al prelado el título de arzobispo dimisionario, que mantendrá hasta que se designe su sucesor al frente de Madrid. De hecho, Rouco Varela continúa con su agenda prevista para estos días. Así, el pasado lunes, fue el encargado de abrir la vigésimo séptima  edición de los cursos de verano de la Universidad Santa Catalina, en el municipio soriano de El Burgo de Osma, con una conferencia dedicada a «la libertad religiosa: concepto y ejercicio a los XVII siglos del Edicto de Milán». 

¿Acertarán las quinielas de su sucesor?

El tiempo «extra» concedido por la Santa Sede al cardenal Rouco Varela le ha permitido al Papa argentino hacerse una idea más clara de las necesidades de la Iglesia de Madrid, en tanto que, tradicionalmente el titular de la diócesis de la capital española está llamado en algún momento de su trayectoria a ser nombrado cardenal y elegido por sus compañeros obispos como presidente de la Conferencia Episcopal. Siembre se han barajado los mismos nombres dentro de las quinielas sobre el nuevo arzobispo de Madrid, entre los que se encuentran el cardenal Antonio Cañizares, prefecto; el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro; el arzobispo castrense Juan del Río y el arzobispo de Valladolid y actual presidente del Episcopado, Ricardo Blázquez. Más difusos son los nombres que se barajan para suceder al arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, de 77 años. Las miradas se dirigen hacia el arzobispo jesuita mallorquín Luis Francisco Ladaria Ferrer, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Un pastor al servicio de la Iglesia

El cardenal de los retos

El pasado diciembre, el cardenal concedía una entrevista a LA RAZÓN con motivo de la celebración de la Misa de las Familias. «¿Siente que ha cerrado ciclo?». «No lo sé. Nuestro Señor lo irá  diciendo», señaló entonces Rouco Varela, que se mostraba feliz de los 20 años al servicio de la archidiócesis: «De Madrid me quedo con todo. Se hace uno profundamente madrileño». Prueba de ello es la pasión con la que ha vivido estas dos décadas como pastor en la que su devoción por Nuestra Señora de La Almudena –palpable cada vez que entona el himno de la patrona, sea en una capilla de un colegio o camino de París en la catedral de Lyon– es sólo el refl ejo de cómo ha
materializado su ministerio episcopal.
Una pasión la del cardenal Antonio María Rouco Varela que le ha llevado también a trabajar por dar un impulso a las vocaciones y dotar a la archidiócesis de su propia Universidad de San Dámaso,
aprobada por la Santa Sede en 2011. Vocación de servicio sin buscar más reconocimiento que el de cumplir con la tarea encomendada, sobre todo, cuando se trataba de un mandato directo del Santo Padre. Así se lo hizo saber Juan Pablo II, preocupado por el hecho de que nuestro país se convirtiera en un laboratorio del laicismo. De ahí su obediencia y fitmeza como presidente de la Conferencia Episcopal ante legislaciones como el aborto o la aprobación del matrimonio homosexual, su preocupación por la unidad de España y su valiente defensa de las víctimas del terrorismo, y su respuesta con iniciativas como la Misa de las Familias, que nació bajo su abrigo y que ahora ha visto cómo la están asumiendo otras diócesis españolas.

Nunca ha soñado con ser Papa ni le ha gustado verse en quinielas de papables. Exquisito en las formas y como canonista, siempre ha tenido la mirada puesta en Roma –mérito suyo son las frecuentes visitas de Wojtyla y Ratzinger–. Y Roma, los ojos puestos en su trabajo. Su proyección internacional vino de la mano de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Es el único prelado de la Iglesia universal que ha tenido entre manos la organización de dos de estas Olimpiadas de los jóvenes católicos. Y no sólo eso, en ambos casos, ha sido elogiado tanto por la organización como por sus frutos. La primera, en Santiago de Compostela, en 1989, supuso un salto cualitativo, en tanto que pasó de ser una única eucaristía con el Santo Padre para convertirse en un verdadero encuentro con unas jornadas previas festivas, de catequesis y formación. La segunda, la de Madrid en 2011, suponía un reto aún más complicado. Las JMJ habían adquirido una dimensión internacional y el cardenal capitaneaba un equipo llamado a acoger a un millón de personas, sin suponer gasto alguno al Estado y demostrando que los jóvenes cristianos planteaban una alternativa a una generación «indignada».

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3 comentarios

  1. Como decía un agudo comentarista, mal servicio le hacemos al Espíritu Santo si caragamos en su cuenta la elección de los papas: porque los ha habido evidentemente malos. Menos todavía le podemos cargar la elección de obispos para las sedes vacantes. El Papa, que es el responsable último, hace lo que puede. A veces acierta y a veces yerra. Y de todos modos, ha de hacer el cesto con los mimbres que tiene. Así que recemos para que el Papa acierte en su elección tanto del sucesor de Rouco, como del sucesor de Sistach.

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  2. Ay, Señor!!!! ¿Cuándo Barcelona? Apiádate de tu hijos!!!!!!
    Adiós, Martinez, adiós. Dios nos dé su paz.
    Salvador Biarnés (ElCidCabredor)

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  3. La diferencia entre la diócesis que deja el cardenal Rouco y la que deja el cardenal Sistach es abismal.

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