«Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.» (Mc 10, 11)
Nuestro Papa Francisco se ha erigido en apóstol de la misericordia. Y recibe por ello grandes elogios procedentes de dos colectivos: los enemigos de la Iglesia y los que se consideran sus mejores amigos y evangelizadores, los que se esfuerzan en parecerse en todo lo posible al mundo, para así poner el Evangelio a su alcance. Es la que llaman ala “progresista” de la Iglesia (lo digo con todo el respeto por esta forma de entender la evangelización y por los que creen en ella y la llevan a la práctica: sólo un ciego puede negar lo mucho que ha traído de bueno; aunque no todo ha sido bueno. De ahí la opción contraria). Y en contraste con estos encendidos elogios a la misericordia del Papa, están las críticas que le llueven del bando de los llamados “conservadores” o “integristas”. Un choque de posicionamientos que se ha escenificado ostentosamente a raíz del informe presentado por el cardenal Kasper al Papa en relación con la comunión de los divorciados. El problema de fondo es que en ese informe viene a asimilarse el matrimonio cristiano, indisoluble, con el matrimonio civil, disoluble: con todas las implicaciones doctrinales que eso conlleva.
Me gustaría dejar bien clara la idea en que se sustenta la moral sexual y matrimonial de la Iglesia (tan iusnaturalista, que coincide con muchas otras doctrinas y civilizaciones): como en las operaciones de salvamento, los niños primero, luego las mujeres, y los últimos los hombres. Es una norma antropológica, o si me apuran zoológica y hasta biológica. Es el orden obligado de salvación, si además de atender a la salvación individual, atendemos también a la del grupo.
Si una colectividad se deja arrastrar por el individualismo de los más fuertes, y cuando es preciso optar por las prioridades de salvamento, salva primero a los hombres, dejando perecer a los niños y a las mujeres; esa colectividad tiene los días contados: perecerá a causa de esa conducta tan antinatural, se extinguirá por falta de reproducción. Y me temo muy mucho que nuestra sociedad va de cabeza en esa dirección: a los primeros que elimina y desatiende es a los niños más pequeños (siempre en función de su “valor”, es decir de su utilidad: me refiero al aborto); y la siguiente víctima es la mujer, a la que le hace los dos grandes regalos envenenados: la anticoncepción (totalmente a su cargo en economía y en salud) y el aborto, alejándola así de la maternidad. ¿Y eso para qué? Pues para que el hombre pueda gozar sexualmente de ella sin trabas ni responsabilidades que le agrien el placer. ¡Valiente modelo de sociedad nos hemos construido!
Las sociedades en su conjunto han tenido la idea muy clara: los primeros en recibir la misericordia de la sociedad han de ser los niños. Por eso todas las sociedades sanas han hecho lo posible por que los niños nacieran y crecieran en una zona social lo más protegida posible (esto me recuerda el bello anuncio pro vida en que aparece un vientre gestante con una inscripción: Zona libre de pena de muerte). Por eso han puesto todo su empeño en construir una familia lo más sólida posible. Por eso la civilización judeocristiana a la que pertenecemos, nos ha dejado en herencia una familia sumamente estable: para que no se tambaleen las paredes que la forman y para que a los niños en cuyo beneficio se formó, no se les caiga la casa encima. Porque para ellos es la primera y más abundante porción de misericordia que emplea con todos sus miembros una sociedad sana.
El judaísmo y el cristianismo han sido muy severos con la conducta sexual: no porque sí, sino para evitar que nacieran niños en la intemperie social, sin una familia que fuera su hogar. Por ellos, por la misericordia que les merecían los niños, tuvieron mucha menos misericordia con sus padres. La prioridad en la misericordia fue para los niños. Por eso, la Iglesia que heredó lo mejor del judaísmo y que enderezó hasta donde pudo la herencia de los romanos (que dejaron tres clases de unión sexual: la prostitución y el contubernio para los esclavos, y el matrimonio con el respectivo ius familiae para los ciudadanos); la Iglesia, digo, instituyó el que conocemos como matrimonio católico canónico, elevado a la dignidad de sacramento, con la inherente prohibición de las relaciones prematrimoniales y extramatrimoniales (lo que la modernidad y el progreso llaman represión sexual), con el deber del respeto mutuo entre los esposos y con el compromiso de fidelidad de por vida. Y todo ello no sólo por el confort y bienestar de los esposos, sino sobre todo por el de los hijos. Hoy una cosa así está tremendamente mal vista.
Ciertamente es bastante escasa la ración de misericordia empleada por la Iglesia para los adultos, si la comparamos con la abundancia de la misericordia derramada para proteger a los niños. Y más si la comparamos con la moral sexual y de familia que han impuesto la modernidad y el progreso. Eliminando a los niños que vienen a la vida sin que se les haya llamado explícitamente (me refiero al aborto), y no cargándose demasiado la conciencia por lo que pueda ser de los hijos si se desmantela la familia (es el divorcio), no hay el menor problema para ser totalmente generosos y misericordiosos con los padres. A partir de esas premisas, hacemos una nueva redistribución de la misericordia; bueno, eso de redistribución es un eufemismo, porque dejamos a los hijos sin pizca de misericordia (como que hasta nos permitimos liquidarlos limpiamente antes de nacer y sin el menor remordimiento de conciencia) y volcamos la abundancia de la misericordia de nuestro corazón íntegramente en los padres, puesto que los hijos pasan muy bien sin ella. Es que la salud sexual (¡y reproductiva!) de los padres se ha convertido en el eje de la nueva moral. Los hijos, obviamente, quedan al margen de esta salud, porque son para ella el mayor estorbo.
En fin, que la Iglesia -movida por el Espíritu Santo- había diseñado el matrimonio canónico indisoluble a partir de las palabras de Jesucristo (cf. Mc 10 1-12), poniendo el interés de los hijos por delante del interés circunstancial de la pareja. Porque entendía que si se altera este orden de prioridades, los hijos acaban siendo los grandes perdedores (y a partir de ellos, toda la sociedad). Es el mundo en que estamos.
¿Que el matrimonio indisoluble evita muchos problemas pero crea algunos? Es evidente puesto que no hay ningún ser humano que sea perfecto. ¿Y que la indisolubilidad del matrimonio es capaz por sí misma de crear unos dramas inenarrables, que incluso pueden acabar en tragedia? Bien cierto; pero hay una jerarquía de bienes a tutelar, y la familia como la instituyó la Iglesia y como ha funcionado (con todos sus problemas) durante más de mil años ha respetado esa jerarquía. Por otra parte, la validez del sacramento del matrimonio la da el consentimiento mutuo, libre, incondicional y sin engaño el día de la boda: “El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes legítimamente manifestado entre personas jurídicamente hábiles, consentimiento que ningún poder humano puede suplir” (Código de Derecho Canónico 1057,1). “El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad, por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio” (íd. 1057,2). Por tanto, “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mc10, 9). Todo lo que suceda a partir de ahí (mentiras, adicciones, adulterios, maltratos…) no anula el sacramento, por mucho que la presunta víctima sea “inocente”. Igual al final va al Cielo; pero si su primer matrimonio es válido, no puede comulgar: porque vive en concubinato. Así lo afirma Jesucristo: “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio” (Mc 10, 11). ¿Alguien cree que tiene autoridad para enmendar a su Señor?
Y todos sabemos que si la norma abre el más pequeño resquicio a las excepciones, la ley del plano inclinado hará que ese resquicio se abra cada vez más hasta convertirse en un enorme boquete y dar al traste con toda la barrera. Ahí tenemos para demostrarlo la ley del aborto: era para unas mínimas excepciones y se convirtió en aborto no sólo libre, sino además promocionado y financiado con cargo a los impuestos de todos. Y otro tanto ocurrirá con la eutanasia, tanto la de adultos como la infantil: será un sistema de liquidación de enfermos e inválidos.
Y puesto que estamos en un mundo en que se busca por encima de todo evitar cualquier represión sexual y exonerar a la pareja de responsabilidades y de escrúpulos morales con respecto a los hijos, he aquí que la indisolubilidad del matrimonio queda como un anacronismo. Y la Iglesia, que está en el mundo, le da vueltas a la evidente relajación de esa indisolubilidad, que se ha resuelto de hecho, en la mayoría de los casos, mediante el divorcio (evidentemente civil) y un segundo matrimonio civil. Algunos están buscando cómo asumir esta situación de hecho vistiéndola con algún argumento de derecho.
El concubinato y el adulterio son pecados públicos que impiden comulgar hasta que uno se confiese y abandone esa situación. Sólo si se violenta el sacramento del matrimonio o se descerraja la Eucaristía, puede admitirse a comulgar a los divorciados vueltos a casar. Viendo adónde nos han conducido los tremendos alardes de ingeniería litúrgica, de ingeniería teológica y de ingeniería moral que caracterizan a un sector de la Iglesia, derribando los grandes pilares y debilitando las paredes maestras de toda su edificación, nos podemos hacer una idea de lo que puede dar de sí la nueva doctrina que se vislumbra sobre el matrimonio y la comunión. Espero que todo lo que se está moviendo en el Vaticano no nos anuncie más y más y mucho más de lo mismo… Porque eso sería el progreso del cangrejo.
El cardenal Kasper propone extender el inmenso manto de la misericordia de la Iglesia sobre estas numerosas parejas y bendecir de alguna manera este segundo matrimonio civil. Y si esto no es posible, igual intenta redefinir el sacramento de la Eucaristía, a ver si lo puede presentar como medicina del alma enferma. Pero el plano inclinado nos puede llevar a extender el sacramento más allá de la infidelidad momentánea de los fieles, a la infidelidad de los infieles. Si la Eucaristía es medicina, ellos también la necesitan: y quizá más que nadie.
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.es
¡Para quitarse el sombrero!
ResponderEliminar"la siguiente víctima es la mujer, a la que le hace los dos grandes regalos envenenados: la anticoncepción (totalmente a su cargo en economía y en salud) y el aborto, alejándola así de la maternidad."
ResponderEliminarA. En Cataluña se han cometido unos 400.000 abortos, tanto en la reproducción humana natural como en la asistida; además, hay unos 130.000 embriones vitrificados, sobrantes de las técnicas de reproducción humana asistida.
B. Esto es un crimen contra la Humanidad no nacida, y una violencia estructural contra los niños no nacidos.
C. Estos casi 530.000 niños no nacidos catalanes implican una subrepresentación política de la ciudadanía catalana, y son un acto de violencia contra la democracia al impedir su participación ciudadana.
D. La mitad, 270.000, son niñas no nacidas que no serán mujeres ni podrán ser madres, lo que implica un segundo genocidio: la generación futura. El aborto implica un genocidio y crimen contra la Humanidad futura o de las generaciones futuras.
Declaración sobre las responsabilidades de las generaciones actuales para con las generaciones futuras (ONU, 12 noviembre 1997), artículo 1: "Las generaciones actuales tienen la responsabilidad de garantizar la plena salvaguardia de las
necesidades y los intereses de las generaciones presentes y futuras."
E. El feminismo y el progresismo justifican el homicidio de los inocentes niños no nacidos, y en Bélgica y Holanda su infanticidio o eutanasia de niños, discriminando por razón de enfermedad, discapacidad y malformación, interés económico o simple deseabilidad. Son, por tanto, en su forma radical, dos ideologías de exterminio de seres humanos y de inspiración satánica.
F. Teológicamente, este feminismo y progresismo se integran en la Ciudad de Babilonia, la madre de las rameras, la que acepta el "seréis como dioses", que lleva el nombre de "Babilonia la grande, la madre de las abominables prostitutas de la tierra", la mujer sentada sobre la Bestia, vestida de púrpura y escarlata, resplandeciente de joyas, oro y perlas, en una mano llevando la copa llena de la abominable impureza de sus fornicaciones, emborrachada de la sangre de los santos y testigos de Jesús, es decir, de la sangre, entre otros, de los más de 1.800 millones de abortos que se han hecho en el mundo desde 1973.
Amnistia Internacional hace una campaña contra la nueva ley del aborto porque va contra los derechos de las mujeres.
EliminarEn el debate sobre el aborto deberían de quedar claras unas cuestiones que los promuerte eluden sistemáticamente:
a) El cigoto es un ser humano porque tiene un genoma, un transcriptoma, un epigenoma, un proteoma y un metaboloma propios y diferenciados de la madre y del padre, aunque procedan de ambos.
La ley Gallardón del aborto debería de reconocer el estatuto de persona humana con derechos humanos de los fetos y embriones, para así tener protección jurídica, jurisdiccional y administrativa, nacional e internacional.
b) Se es humano desde la primera célula (cigoto) hasta el estado adulto (80 billones de células).
c) Es inaceptable la deseabilidad como argumento del aborto: toda persona tiene derecho a la vida con independencia de la deseabilidad, lo contrario abre la puerta a la eutanasia y suicidio asistido de los niños y adultos.
d) Es inaceptable el aborto por enfermedad, discapacidad o malformación, ninguna persona puede sufrir discriminación por razón de la enfermedad, lo contrario es legitimar la eutanasia y el suicidio asistido.
e) Es inaceptable el aborto por cuestiones económicas, sociales o emocionales, la dignidad humana está por encima de estas circunstancias, lo contrario es legitimar la eutanasia y la muerte asistida.
f) El aborto es un doble crimen contra la Humanidad no nacida y las generaciones futuras: es un despilfarro, renuncia y desaprovechamiento de la potencialidad y aportación de talentos, inteligencias y habilidades ciudadanas, familiares y laborales de la comunidad de niños abortados.
g) El aborto es un supuesto de violencia extrema hacia los más indefensos y vulnerables: los niños no nacidos.
h) Es un supuesto de violencia extrema contra las mujeres, al impedir el nacimiento de mujeres que podrán ser madres.
i) Es un caso de violencia gestacional contra los niños no nacidos en fase de formación y desarrollo, al ser una violación contra la paridad e igualdad entre sí nacidos y no nacidos.
j) Objeción de conciencia y rechazo activo a la educación sexual, reproductiva y afectiva que proporcione, en las escuelas, cualquier tipo de conocimiento a los niños y jóvenes sobre los métodos de homicidio sobre sus propios futuros hijos.
k) La reproducción humana asistida y la maternidad subrogada (“vientres de alquiler”), rompen la ecología natural humana:
- La unidad genómica, gestacional y educativa de la familia como derecho natural y humano del niño: derecho a proceder del padre y de la madre conocidos, de forma natural y a ser educados por los mismos
*** Espero que los obispos de la Tarraconense asuman como prioridad preferente la defensa de la vida de los no nacidos como primera periferia. Cada día. Por ello tienen la Basílica de Montserrat (Jesús y María) y la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona.
Les propongo diversos métodos aplicados por otros obispos:
- Rosario (con el obispo caminando descalzo)
- Misas con intenciones permanentes
- Adoración Eucarística permanente
- Exorcismo público sobre la infestación demoníaca en la sociedad, por un peligro, persecución y oposición a la Iglesia, como hizo el obispo Paprocki (Springfield)
(vivificantem.blogspot.com.es/p/rito-1998_5.html, "Apéndice", I. Súplicas y exorcismo que pueden agregarse en peculiares circunstancias)
- Implicación de parroquias y religiosos (aquí, sería la URC, Unió de Religiosos de Catalunya)
Asistimos a una auténtica ofensiva para diluir la verdad revelada. Pero la ponencia Kasper ha puesto por escrito lo que se le pidió a este cardenal, el teólogo del papa Francisco, y que otros estrechos colaboradores suyos ya habían avanzado.
ResponderEliminarLa propuesta como se dice en el artículo supone una legitimación del divorcio y de una convivencia post-matrimonial del matrimonio canónico en adulterio, y significa aceptar que personas en pecado mortal puedan comulgar. Esto se elude pero se aborda de forma indirecta con el argumento medicinal del sacramento, a costa de diluirlo también. Y surge una cuestión adicional, si se legitima la convivencia post-matrimonial no habría argumentos para no aceptar la convivencia pre-matrimonial con los mismos criterios, que sea estable y sincera.
Hay que llamar a las cosas por su nombre: el relativismo ha entrado con fuerza en la Iglesia. Desde el primer día el papa Francisco habló de aparcar la doctrina y centrarse en la pastoral, pero puesto que en la fe católica doctrina y pastoral es lo mismo, el camino emprendido, bajo el eslogan de que la doctrina no se toca y que es la pastoral la que cambia, es el del relativismo: se relativiza la doctrina (que no es la teoría de unos intelectuales sino la verdad revelada), se pretende relativizar el pecado (el adulterio) y se pretende relativizar los sacramentos, anulando la condición de estar en gracia de Dios para recibir la sagrada Eucaristía.
Todo ello en base a una concepción de la misericordia que relativiza la verdad y la justicia. Esta es una falsa misericordia porque no mira al corazón del hombre y la salvación sino que su guía es la sola compasión, mientras que es la palabra de la verdad, que puede dañar y ser incómoda, el camino hacia la curación, hacia la paz y la libertad interior. La Iglesia traiciona al hombre si adapta su testimonio a los criterios del mundo para afrontar los problemas, la pastoral debe basarse en la verdad.
Ahora bien, si la propuesta Kasper es importante y merece atención es debido a que como ha declarado el portavoz vaticano, el padre Lombardi, está “en gran sintonía con el pensamiento del Papa Francisco”, por tanto merece ser valorada en todo su alcance. Pero si se aprueba en el Sínodo - lo cual es dudoso porque episcopados casi al completo están en desacuerdo y ya se manifestaron las discrepancias en el consistorio ante el papa Francisco, por lo que él intervino para apoyar la propuesta -, pero si a pesar de todo se aprobase, nunca debería ser acatada por los fieles porque se opone a la verdad divina..
Eres cismático. ¿Tú sabes más que el concilio y el Papa?. ¿Te corresponde a ti el Magisterio?. ¿Cómo se desacata una doctrina como la que se plantea?. ¿Excluyendo a alguien físicamente, arrojándolo del Templo?.
EliminarAl apreciado anónimo de las 18:00.
EliminarEl Papa solo es infalible en algunas materias y observando determinadas condiciones, y en este caso merece absoluta obediencia. Fuera de ello, el Papa puede errar, y cuando su voluntad estuviera en conflicto con la divina, la autoridad pontificia sería menos, porque, como enseña santo Tomás, cada potestas recibe validez de su conformación al bien. El código de Derecho Canónico dice que la ley suprema de la iglesia es la salud del alma y el primer bálsamo para las almas es la verdad, a la que está sometida el mismo Vicario de Cristo.
No se va a celebrar un concilio, sino un sínodo, y hay que tener presente la historia de la Iglesia. En el siglo XVIII, en 1786, se celebró un sínodo con la participación de 234 obispos y unas características similares al que se está preparando, la Iglesia quiso adaptarse a la realidad del mundo e incorporó a la doctrina ideas de la época. Ocho años después, el papa Pío VI condenó la mayor parte de las proposiciones aprobadas, 85 proposiciones. Cómo ve, se pueden aprobar errores aunque la Iglesia sabe corregirlos, pero los fieles tenemos el derecho y el deber de afrontar los conflictos como el actual con discernimiento y buscando la verdad del Evangelio, ha habido santos en la historia, como santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia, que se opusieron a actuaciones de sus respectivos papas.
Felicidades, Mn. Custodio, se puede decir más alto per no más claro.
ResponderEliminarMn. Custodio, muchas gracias por ese artículo que más que artículo es un aunténtica catequesis.
ResponderEliminarEstoy absolutamente de acuerdo con usted. Le felicito por firmar siempre con su nombre y apellidos.
Cristo revela a Dios que es Padre, que es “amor”, que es “rico en misericordia”. Hacer presente al Padre en cuanto amor y misericordia es en la conciencia de Cristo, es su misión fundamental de Mesías. (Cf. encíclica Dives in misericordia)
En la parábola del hijo pródigo no se utiliza, ni siquiera una sola vez, el término «justicia»; como tampoco, en el texto original, se usa la palabra «misericordia»; sin embargo, la relación de la justicia con el amor, que se manifiesta como misericordia está inscrito con gran precisión en el contenido de la parábola evangélica. Se hace más obvio que el amor se transforma en misericordia, cuando hay que superar la norma precisa de la justicia: precisa y a veces demasiado estrecha. El hijo pródigo, consumadas las riquezas recibidas de su padre, merece -a su vuelta- ganarse la vida trabajando como jornalero en la casa paterna y eventualmente conseguir poco a poco una cierta provisión de bienes materiales; pero quizá nunca en tanta cantidad como había malgastado. Tales serían las exigencias del orden de la justicia; tanto más cuanto que aquel hijo no sólo había disipado la parte de patrimonio que le correspondía, sino que además había tocado en lo más vivo y había ofendido a su padre con su conducta. Esta, que a su juicio le había desposeído de la dignidad filial, no podía ser indiferente a su padre; debía hacerle sufrir y en algún modo incluso implicarlo. Pero en fin de cuentas se trataba del propio hijo y tal relación no podía ser alienada, ni destruida por ningún comportamiento. El hijo pródigo era consciente de ello y es precisamente tal conciencia lo que le muestra con claridad la dignidad perdida y lo que le hace valorar con rectitud el puesto que podía corresponderle aún en casa de su padre. (Cf. Dives in misericordia)
El ser misericordioso no tiene que significar abrit la puerta a todo sin condiciones.
La misericordia de Dios se manifiesta en este mundo de muchas formas, pero especialmente por medio de la Iglesia, a través del sacramento de la Confesión, que precisamente lo instituyó Jesucristo, sabiendo perfectamente nuestra debilidad hacía el mal. Sacramento que incluye por supuesto el decir los pecados, arrepentimiento, y sobre todo la absolución de Dios, por medio del sacerdote. Es ahí donde Jesucristo ejerce su misericordia, sin este requisito, rebajamos al sacerdote a un simple profesional de la sicología, aunque la buena confesión tambien tenga muchas veces efectos terapéuticos.
Para recibir la Eucaristia sólo se necesita el traje de la gracia y amistad con Dios, si no, no podemos acercarnos a la comunión, pues “quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación”, nos dice San Pablo (1 Cor 11, 27).
Ser misericordioso abriendo rendijas, primero, que después se convertirian en amplios ventanales, es vanalizar en contenido del mensaje de Jesucristo.
A los que han tenido la desgracia de alejarse de la "casa paterna" por los motivos que sean, hay que tener compasión por ellos y procurar que vuelvan pero arrepentidos de su vida contraria a la volundad de Dios. Hemos de tener en cuenta que cuando cometemos un pecado, somos nosotros los que nos apartamos de Dios y de la Iglesia.
Ahora bien, ¿somos conscientes que hemos obrado mal? y que ¿somos nosotros los que hemos de cambiar y no la Iglesia?
Hace días leí en internet una definición de Misericordia Divina que me gustó.
ResponderEliminarLa definía como "la paciencia infinita de Dios para que el hombre se convierta", sin embargo algunos interpretan la misericordia como "la impaciencia infinita del hombre para que la ley de Dios se acomode a sus gustos".
También es "la paciencia infinita de predicar la verdad"
EliminarImpresionante artículo. Como decía otro comentarista, ¡chapeau!
ResponderEliminarEl verdadero problema de la “solución pastoral” del cardenal Kasper, apoyada por el papa Francisco, es que no afronta la existencia del vínculo matrimonial indisoluble, y teniendo en cuenta su propuesta parece que lo cuestiona, en todo caso rehúye entrar en lo que es el problema real. Por tanto, estamos ante una cuestión de carácter doctrinal de gran magnitud, el mantenimiento o no de la doctrina del vínculo matrimonial, que aparece tapada por un falso debate entre rigor y misericordia. El fondo de la propuesta Kasper concierne a la cuestión fundamental de la doctrina del vínculo indisoluble.
ResponderEliminarPor lo que se refiere a la misericordia, que va unida a la verdad y la justicia, no puede ser confundida con la tolerancia, y no puede aplicarse a situaciones de grave injusticia como es una convivencia contraria al vinculo matrimonial. La misericordia, que aborda la forma en que la Iglesia es Sacramento del Perdón divino, está siempre dirigida a sanar las heridas del pecado orientando al arrepentimiento y a la conversión. Esta es la auténtica misericordia, totalmente diferente de la simple tolerancia y lejos de la falsa alternativa entre rigor y misericordia; es la medicina que Iglesia puede ofrecer si quiere ser fiel a su misión, pues de otra forma sería no curar a los heridos y engañar a los sanos.
En Infocatólica de hoy, Müller dice que no a lo de Kasper:
ResponderEliminar1. "La idea de que la doctrina puede ser separada de la práctica pastoral de la Iglesia se ha convertido en habitual en algunos círculos. Esto no es ni ha sido nunca la fe católica."... "La oposición entre lo pastoral y lo doctrinal es simplemente una falsa dicotomía."
3. "[Primero]... un matrimonio sacramental es indisoluble. Segundo, las personas cuyo estado de vida contradice la indisolubilidad del matrimonio sacramental no pueden recibir la Eucaristía. Tercero, los pastores y las comunidades parroquiales están llamados a apoyar a los fieles que se encuentran en esa situación con «solícita caridad» (Familiaris Consortio 84)."
4. La Familiaris Consortio 84 y otros documentos vaticanos dicen que los católicos divorciados vueltos a casar pueden recibir la eucaristía sólo si se casan en un primer y único matrimonio civil (no por pacto civil o pareja de hecho con efectos civiles o matrimonio religioso), se confiesan sacramentalmente arrepintiéndose, si viven more fraterno (sin unión conyugal y sin poder tener hijos por reproducción natural o asistida) y si están debidamente dispuestos y no hay ninguna ocasión de escándalo durante la recepción de la comunión que induzca a error o escándalo al resto de fieles (lo que reduce la eucaristía a la comunión particular).
Solo recordar que DIVORCIUM significa SEPARACIÓN no rotura. Son los Presbiterianos y Calvinistas los que tradujeron mal expresamente (son de Satanás) diciendo que es rotura. No lo unido por Dios (es un Sacramento como el de Orden Sacerdotal) no lo puede separar el hombre. Los casados estamos ORDENADOS SACRAMENTALMENTE como los Presbiterios o Sacerdotes, diferente Sacramento pero IGUAL de perenne,
ResponderEliminarEl problema sin lugar a dudas es doctrinal. El problema es cuando se pierde la autoridad moral, y la Iglesia, lamentablemente a perdido la autoridad Moral. A perdido la autoridad moral con los escandalos de pedofilia, y pederastia, en como ha gestionado esa cuestion a la que no se ha tratado de frente.
ResponderEliminarA perdido la autoridad moral, cuando las causas de nulidad matrimonial se han convertido en un mundo de corruptelas y abusos legales, dodnde las nulidades eran comprada por dinero, por quien podia costearse el proceso ante los tribunales eclesiasticos, y la cuerda esta apunto de romperse por la parte mas debil, romper la indisolubilidad del matrimonio, para que todos seamos iguales, los justos y los pecadores, los hipocritas y los no hipocritas, los ricos y los pobres en dinero y los pederastas y los mujeriegos con perdon.
Un chiste
Oiga, usted que opina de que los homosexuales se casen.
El otro contesta: A mi me parece bien si los obispos los ordenan sacerdotes, por que no los dejan que se casen.
Saludos
Es realmente muy duro el mantenimiento de la recta doctrina que, como muy bien dice el articulista, no es por capricho normativo, sino porque con esa doctrina se preserva un bien mayor que la satisfacción de la pareja, cual es la firme estabilidad de la familia. Si creemos en el superior bien de los hijos y en que para ellos ha de ser nuestra mayor misericordia, no nos parecerá tan duro el rigor de la Iglesia respecto a la indisolubilidad del matrimonio.
ResponderEliminarOtra cosa es que viviendo como vivimos los católicos en un mundo en el que esos valores están subvertidos, a fuerza de ver el desmantelamiento de familias y los hijos como muebles en esa inacabable mudanza, nos hayamos asimilado tanto al mundo que nos parezca ya normal el divorcio con las sucesivas nupcias; y abriguemos la secreta esperanza de que la Iglesia asuma esta "normalidad" y haga un esfuerzo por acomodar la doctrina a esta situación.
Sr. Anónimo de las 17,18, gracias por su comentario.
EliminarEstamos viviendo en un Occidente cristiano católico, que se va descafeinando día a día. La Iglesia no es la inventora de una filosofía que puede acomodarse al transcurso de los tiempos. La Iglesia esta fundada por Cristo y despositaria de una doctrina.
Lo que ocurre es que esa doctrina a muchos nos incomoda, porque nos da la sensación de que nos esclaviza, en lugar de liberarnos.
Hoy día se habla mucho de la evangelización, pero ésta no debe ser a nuestra comodidad, sino siguiendo las enseñanzas de Jesucristo.
Se imagina que la mujer adúltera, después de ver que nadie le tiraba ninguna piedra y perdonarle, en vez de decirle "y en adelante no peques más", le hubiera dicho, ahora que nadie te condena aprovecha la ocasión y acuéstate con quien quieras.
En una palabra, no podemos permitir que la Iglesia asuma esta "normalidad" sino, más bien al contrario, debemos ser nosotros los humildemente le pidamos perdón y empecemos una nueva vida QUE CON LA AYUDA DE DIOS, ES POSIBLE
Los obispos catalanes deben de perder el miedo a esta cultureta catalana de la burleta del jijí jajá.
ResponderEliminarDeben de decir la verdad tal como suena: Cataluña ha cometido 400.000 homicidios de niños inocentes, además de congelar a otros 130.000. Deben de perder el miedo de los comentarios de burla de los promuerte, sean de la radio, televisión o prensa (¿Però què díuen aquesta gent?)
Casi llevamos 10.000 días desde la legalización del aborto en el 1987, y no ha habido ningún día -ninguno- en que los obispos catalanes, colectivamente, hayan realizado una medida espiritual contra este pecado social grave, masivo y reiterado del aborto, tanto en el ámbito privado como público (Generalidad y ayuntamientos).
¿Les servirá de algo la visita de hoy con el Papa?
El artículo puede estar muy bien escrito y doctrinalmente perfecto, pero........qué pena que un sacerdote tenga las miras tan sesgadas. Parece como si todo divorciado fuera un adúltero, un pecador, un concubino....Si una persona está divorciada no por voluntad propia sino del otro cónyuge, si no es adúltero, si no se ha vuelto a casar ni vive en concubinato, ¿se le tiene que negar el sacramento eucarístico, cuando no es su voluntad su estado de divorciado? ¿se creen que esto es lo que verdaderamente quería Jesús?
ResponderEliminarSr. Anónimo de 18,56, Me parece que ya somos mayorcitos para entendernos. En los casos que usted describe, no hay ningún problema en recibir la Sagrada Comunión y no creo que el artículo de Mn. Custodio, vaya en este sentido, más bien al contrario.
EliminarSon los que desafiando la Autoridad de la Iglesia, van formando grupo para ver si sus tesís cuelan.
Esperemos que Dios nos ilumine a todos con claridad, que somos nosotros, los bautizados, los que debemos volver a la Casa del Padre y solo lo podremos hacer por medio de la única Iglesia fundada por Cristo.
Oye, Anónimo ¿Tú has entendido algo? Los que no pueden comulgar son los que hacen vida marital. Si estás sólo, si no te has juntado con nadie y estás en gracia de Dios ¡claro que puedes! El artículo lo dice claramente:"El concubinato y el adulterio son pecados públicos que impiden comulgar hasta que uno se confiese y abandone esa situación".
EliminarPregunto ¿cuantas parroquias tienen como responsabilidad la de llevar a cabo una Pastoral Familiar en sus respectivas demarcaciones? ¿Por qué no hay unos terapeutas o personas acreditadas y con experiencia que puedan hacer un seguimiento de las parejas y matrimonios con dificultades de relación entre ellos o con los hijos? ¿Por qué no se fomenta este servicio vital en cada parroquia? (algunas sí que lo tienen, pero pocas) ¿Por qué no entra dentro de los planes diocesanos, cuando muchos fieles lo piden y el Obispo calla? Ya entendemos que implica mucho trabajo, dedicación y agotamiento pero para eso estamos, para servir. Tendríamos que empezar por aquí y no por el tejado (comunión a los divorcio), aunque sí es cierto que habría que mirar cada caso, sin ser ingenuos para no abrir el coladero como vemos que ha pasado con el aborto y la eutanasia. Buena Cuaresma a todos.
ResponderEliminarLa foto es de Benedicto con la cara de Francisco pegada arriba
ResponderEliminarLa idea de organizar un rosario público en las Ramblas con el obispo descalzo es una gran idea, añadiría a custodio ballester, pbro, abriendo la comitiva hisopo en mano y rouco nos podría ceder a sus ocho nuevos exorcistas haciendo exorcismos públicos, turull podría cerrar megáfono en mano '130000 embriones congelados' etc etc. Sería espectacular!! Seguro que salvados y cuarto milenio nos daría publicidad gratis. Por desgracia nsba no se prestaría a tal esperpento, si fuera calzado a lo mejor sí.
ResponderEliminarPor internet podrás ver cada una de las iniciativas o medidas espirituales tomadas en diferentes circunstancias.
EliminarHasta que no se saquen el miedo escénico de encima, los obispos lo tienen claro: en casita cerrados sin hacer nada por miedo al que dirán y a no ser objeto de burla o agresión.
No se ha hecho el hombre para la ley sino la ley para el hombre. El mismo Jesús introduce una especie de trampa por encima de la ley que se llama perdón, perdón continuo propio de quien ama sobre todo. El perdón deja a la ley en papel mojado y responde cien por cien a la doctrina del sermón de la montaña, donde el amor es la ley suprema, amor incluso contra nuestros enemigos.
ResponderEliminarQué guay ¿eh?
Yo, después de divorciarme de mi mujer y casado por la iglesia, soy de los que necesitamos estar en gracia de Dios constantemente. La misericordia de Dios se la pedimos constantemente y deseamos participar en la mesa celestial y participar en la Comunión. El reconfortamiento del alma también la deseamos y la necesitamos, porque vivimos en un mundo materialista que nos distrae de las enseñanzas de Jesucristo. Los divorciados también deseamos participar en la Eucaristía. Pido al Espíritu Santo que ilumine a nuestro Papa Francisco y nos facilite el encuentro con Cristo en la Comunión.
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