Capítulo 40: El culto a los ángeles y a San Miguel

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La mención tan frecuente y honorífica que la Escritura hace de estos espíritus potentes y misteriosos pronto debió provocar un sentimiento de veneración entre los fieles. San Justino da testimonio de ello cuando deseando probar que los cristianos no son ateos, alega el culto que estos tributan a la Santísima Trinidad y al “ejercito de ángeles buenos” (“bonorum Angelorum exercitum”). San Pablo en su carta a los Colosenses (Col 2,18) advierte sobre esta cuestión a algunas comunidades judaizantes del Asia Menor donde quizás abundaban prácticas y teorías sospechosas. Orígenes da entender que estas exageraban el honor a los ángeles estimándolos casi como “dioses” y deja claro que tipo de culto reciben en la Iglesia: “Laudamus eos quidem et beatos praedicamus, quibus a Deo res nostro generi útiles commissae sunt; sed honorem Deo debitum illis non habemus” (Así pues los alabamos y los llamamos bienaventurados porque Dios quiso enviárnoslos para que fuesen útiles en  orden de nuestras cosas, pero no les tributamos el honor que sólo es debido a Dios”)

Los errores contra los cuales protestaba Orígenes tenían su epicentro en Frigia. Parece que allí adquirió el carácter de una verdadera adoración, expresada con ritos y fiestas populares, prohibidas inmediatamente por el Concilio de Laodicea. Sus defensores alegaban que en la imposibilidad de ver y alcanzar al Dios del universo, necesitaban atraer y acaparar la benevolencia de los ángeles. Sea como fuere y más allá de estas teorías extrañas lo cierto es que la devoción primitiva a los santos Ángeles fue inducida por la tradición judía y de la convicción de que aseguraba una eficaz tutela contra los espíritus malvados de los paganos que creían maquinaban toda suerte de insidias contra los fieles. Dios les habría confiado esta misión, según las mismas palabras de Cristo. En razón de esto, Dios les habría encomendado todos los elementos de la naturaleza: las tierras, las aguas, el cielo así como todo pueblo, iglesia y ciudad. No hemos de creer sin embargo que esta devoción a los Ángeles constituyese un verdadero culto litúrgico; más bien era una corriente de piedad popular. Esta se mantuvo siempre bastante viva, incluso a través de la Edad Media, especialmente en ciertas fórmulas de exorcismo e invocación, las cuales y a menudo en los libros rituales, asociaban el nombre de los tres arcángeles recordados por la Escritura: Miguel, Rafael y Gabriel, y otros nombres de ángeles, tomados del apócrifo libro de Enoch, que en el capítulo 20 hace referencia a los 7 ángeles mencionados en el libro de Tobias, dándoles estos nombres: Uriel, Rafael, Ragüel, Miguel, Sarakiel, Gabriel, Remeiel. En los libros de la liturgia céltica contienen bastantes fórmulas deprecativas con tales nombres.

Una fiesta en honor de los Ángeles Custodios fue celebrada primeramente en España y en Francia en el siglo XV. Suprimida por San Pío V fue restablecida en 1608 por Paulo V y en 1670 hecha obligatoria para toda la Iglesia Universal por Clemente X para el día 2 de octubre.

El primer culto litúrgico de la Iglesia a los santos ángeles al parecer se centró en el Arcángel San Miguel. Pero los fieles no vieron en él, el campeón de Dios que había vencido a Satanás, que combatió por el cuerpo de Moisés y por defender a la mujer del Apocalipsis, el patrón de los guerreros cristianos, sino el medio celeste de las enfermedades humanas. Antiguas leyendas narraban que desde el siglo I, San Miguel se había aparecido a Queretopas, en Frigia, cerca de Colosas, haciendo brotar una fuente milagrosa que curaba toda dolencia. Otro santuario famoso en el siglo IV, centró su culto en Frigia, en concreto en Kone, donde el agua que brotaba de una roca, según se decía, abierta por San Miguel, estaba dotada de eminentes virtudes curativas.

Sozomeno narra que ya desde el tiempo de Constantino existía el santuario de Sosthenion, cerca de Bizancio, dedicado a San Miguel (Michaelion), muy frecuentado por las multitudes, especialmente en ocasión de la fiesta que anualmente se celebraba el 9 de junio. Por otra parte todo Oriente estaba poblado de iglesias dedicadas al santo arcángel. Sólo en la ciudad de Constantinopla se contaban unas quince. En Egipto, por cuanto nos cuenta Dídimo, tanto en las ciudades como en los pueblos, eran numerosos los oratorios dedicados a San Miguel, ricos de oro, plata y marfil, y la gente acudía desde muy lejos, incluso de ultramar, para asegurarse en estos santuarios la benevolencia del gran Arcángel y por su medio, obtener la gracia de Dios. La Iglesia de Alejandría había puesto bajo su protección al Nilo, y hacía su conmemoración en fecha 12 de junio, al tiempo en el que el río empezaba a crecer.
Santuario de San Miguel en el Monte Gargano (Manfredonia-It)

En Occidente, y especialmente en Italia, el culto a San Miguel era ya muy difundido a principios del siglo V. Existían iglesias dedicadas a él en Spoleto, Ravenna, Perugia, Piacenza, Génova y Milán, En Roma, el Sacramentario Leoniano, el día 30 de septiembre, bajo el título Natale basilicae S. Angeli in Salaria (dedicación de la basílica de los santos Ángeles en vía Salaria) contiene cinco formularios de misas, tres de las cuales contienen referencias en el Prefacio de la dedicación de la susodicha iglesia en la vía Salaria, seis millas al norte de la ciudad. También el Gregoriano y el Gelasiano recuerdan esa dedicación pero colocada con fecha 29 de septiembre. Es de esta fecha del 29 de septiembre, aniversario de la dedicación,  de la que derivó la actual fiesta de San Miguel extendida después a todos los países occidentales.

Sacra de S. Michele en Val di Susa (It)
La otra fiesta en honor de San Miguel, que la Iglesia Latina celebra el 8 de mayo, originariamente había sido instituida para recordar la victoria naval, obtenida por los Longobardo de Siponto ( Manfredonia) el 8 de mayo del año 663, y conseguida por la intercesión suya. La leyenda recuerda que en  tal fecha se apareció San Miguel en una caverna del Monte Gargano en Manfredonia. El santuario allí edificado adquirió una gran fama y se convirtió en un centro de irradiación de su culto en la Italia meridional, así como en Lombardía por obra de los Longobardos, entonces señores del ducado de Benevento. Bajo la tipología del santuario garganés y con una leyenda parecida se fundó en el año 709 en Normandía otro celebre santuario, Menez Mikael (Mont Saint Michel) que extendió por todo Occidente y especialmente en el norte de Europa su culto. Y en una línea recta imaginaria, entre uno y otro, la célebre Sacra de San Michele en Val di Susa, Piamonte. Fue en homenaje a estas antiguas tradiciones que San Pío V llamó a la fiesta del 8 de mayo Adparitio S. Michaëlis. 

La liturgia romana atribuye a San Miguel una doble función:

Mont-Saint Michel en Normandía
a)    Ser guía de las almas en su camino hacia el cielo. Era una común opinión entre los paganos que el alma fuese conducida hacía su morad en la otra vida por un guía (γηγεσία) de los difuntos. Y ya que este debía haber recibido de Dios la misión de reconducirle las almas, tomaba el nombre de “ángel”. Estos ángeles psicopompos  eran fácilmente unidos a los genios de los vientos, porque escoltaban las almas a través del aire. También el judaísmo helénico participaba de estas ideas. Los rabinos enseñaban que sólo las almas guiadas por ángeles pueden ser introducidas en el cielo. Jesús mismo había afirmado, en la parábola del rico Epulón, que los ángeles habían llevado el alma del pobre Lázaro, al seno de Abrahán. Así pues, San Miguel era el psicopompo más eminente. Según San Gregorio de Tours había sido él el que habría presentado las almas de Adán y Eva e incluso la de San José y la Virgen. He aquí la razón por la cual se afianzó la creencia de las ángeles como guías de las almas hacia el cielo, consolidada en los antiguos textos litúrgicos y epigráficos. Uno de estos es la antífona del Ofertorio de la misa de difuntos que se refiere justamente a San Miguel: Signifer sanctus Michaël repraesentet eas (animas) in lucem sanctam (El guía san Miguel las lleve a la luz santa) Otros textos con el mismo significado, aunque posteriores, los encontramos en el Oficio y el Ritual. En relación a este encargo, recibido de Dios por San Miguel, la escena, antaño atribuida a Mercurio y plasmada en los monumentos clásicos, y que encontramos en los ciclos iconográficos medievales, de San Miguel pesando las almas con una balanza en las manos: en un platillo, el alma simbolizada por un niño desnudo, en el otro y conteniendo el peso moral de las obras malas, se representa al demonio que trata que la balanza se incline de su parte.  
El Arcángel San Miguel en el pesaje de las almas

b)    La de defensor del pueblo cristiano. Los textos litúrgicos se inspiran en la Escritura que designa a San Miguel como jefe de las milicias celestes, que combaten a Satanás, el enemigo de Dios y de su pueblo, y lo invocan para que defienda a la Iglesia en sus luchas, y a las almas en las estrechuras de la muerte y el juicio. La tradición cristiana ha escogido a San Miguel como patrón de las ciudades y reinos cristianos, que lleva el estandarte en las batallas, como en Castel Sant´Angelo en Roma, y lo ha representado prevalentemente vestido de guerrero, con la coraza, empuñando la espada, mientras aterroriza al demonio rendido y encadenado a sus pies.

Finalmente es necesario subrayar que la fiesta litúrgica del 29 de septiembre mira a honrar a San Miguel, no de una manera singular y aislada, sino como jefe y representante de todas las jerarquías angélicas. Los textos más antiguos de la misa expresan esta carácter colectivo que dirige globalmente a los ángeles, comenzando por la oración “Deus qui miro ordine” compuesta muy probablemente por San Gregorio Magno y los dos himnos del oficio “Te splendor” y “Christe sanctorum”atribuidos a Rábano Mauro de Fulda (+856). 

Dom Gregori Maria

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5 comentarios

  1. Muy interesante e instructivo como siempre Dom Gregori

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  2. Dom Gregori dice:

    "Una fiesta en honor de los Ángeles Custodios fue celebrada primeramente en España y en Francia en el siglo XV. Suprimida por San Pío V fue restablecida en 1608 por Paulo V y en 1670 hecha obligatoria para toda la Iglesia Universal por Clemente X para el día 2 de octubre."

    La mayoría desconocen que hay otro ángel custodio que se celebra el 1 de marzo. Lo sé porque mi abuelo se llamaba Angel, un nombre muy tradicional en mi familia. Este es el Santo Angel Custodio del Reino. Así que no nos podemos fijar exclusivamente, en los Santos Angeles Cutodios del 2 de Octubre.

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  3. Dom Gregori Maria, siempre tan atento a explicarnos históricamente las fiestas más importantes del año cristianmo ya sean: las del Señor, de la Virgen y ahora en esa semana tan oportuna de los Ángeles.

    SAN MIGUEL ARCÁNGEL

    El Martirologio Romano afirma que la festividad se celebra la dedicación de una Basílica en honor de San Miguel, a unos 10 kilómetros al norte de Roma.

    En el oriente, donde antaño se tenia al arcángel como protector de los enfermos (actualmente se le considera como Capitán de las legiones celestiales y Patrón de los soldados), la veneración a San Miguel es todavía mas antigua.

    Aunque solamente a San Miguel se le menciona como titular de la festividad, en las oraciones que pronuncia los fieles en la misa también están comprendidos todos los ángeles y buenos y el glorioso ángel tutelar de la Iglesia..

    En esas oraciones se pide que demos gracias a Dios por la gloria de que gozan los ángeles y que nos alegremos de felicidad, así como también, se nos invita a honrar a los ángeles y a implorar su intercesión y ayuda.


    SAN GABRIEL ARCANGEL

    Según el profeta Daniel (IX, 21) fue Gabriel el que anunció le anunció el tiempo de la venida del Mesías; que fue él, de nuevo, quien se apareció a Zacarías "estando de pie a la derecha del altar del incienso" (Lucas 1, 10-19), para darle a conocer el futuro nacimiento del Precursor y finalmente, que el arcángel como embajador de Dios, fue enviado a María, en Nazaret para proclamar el misterio de la Encarnación.

    Es por lo tanto apropiado que Gabriel sea honrado en este día que precede a la fiesta de la Anunciación de la Santísima Virgen. Por otro lado, existe evidencia arqueológica que el culto de San Gabriel no es en ningún sentido una innovación; hay muchas representaciones del ángel en el arte primitivo cristiano, tanto de oriente como de occidente.

    Este mensajero del cielo es también el santo patrón de los que trabajan en los servicios postales, de telégrafos y teléfonos.


    SAN RAFAEL ARCANGEL

    La Biblia sólo menciona por su nombre a tres de los siete Arcángeles que, según la tradición judío cristiana, se hallan más cerca del trono de Dios: Miguel, Gabriel y Rafael.

    En el Libro de Tobías se cuenta que Dios envió a San Rafael a ayudar al anciano Tobías, quien estaba ciego y se hallaba en una gran aflicción, y a Sarah, la hija de Raquel, cuyos siete maridos habían muerto la noche del día bodas. San Rafael tomó la forma humana y se hizo llamar Azarías.

    Éste, acompañó a Tobías en su viaje, le ayudó en sus dificultades y le explicó cómo podía casarse con Sarah sin peligro alguno. En el libro de Tobías él mismo Arcángel se describe como "uno de los siete que están en la presencia del Señor

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  4. Podrían indicar el motivo porque tras el Concilio se dejó de rezar la Oración al Arcángel S Miguel.

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    1. Creo que nunca se ha dejado de rezar esta oración al final de la misa por el sacerdote. Sé que muchos aún la realiza, incluso en latín. pero si preguntas a otros curas, sobretodo de cataluña, te dirán que eso es archidiluviano.

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