Capítulo 10: El Santísimo Nombre de Jesús

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Moneda de Constantino con el monograma de Cristo
El motu proprio de San Pío X “Abhinc duos annos” del 23 de octubre de 1913, resituó en su centro natural la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, que Inocencio XIII en 1721 había establecido para el II Domingo después de Epifanía, fijándolo para el domingo entre el 2 y 5 de enero y en su defecto para el día 2.

El Nombre de Jesús, y debería ser superfluo subrayarlo, siempre fue invocado y venerado en la Iglesia desde los tiempos apostólicos. Baste recordar la fórmula In nomine Jesu tan frecuente en los Hechos de los Apóstoles, el discurso de San Pedro después del milagro del paralítico y la lírica expresión de San Pablo “En el nombre de Jesús toda rodilla se doble…”. Sin embargo no fue objeto de un culto litúrgico propiamente dicho hasta la época de San Bernardino de Siena (1380-1444). Este en sus predicaciones por toda Italia, no sólo exhortaba al pueblo en la confianza en aquel Santo Nombre, si no que solía bendecirlo con un cuadro en el que estaban dibujadas en oro y circundadas de rayos, las letras del nombre de Jesús. Estos cuadros, dejados como recuerdo por él mismo en los pueblos de sus misiones, enseguida fueron expuestos a pública veneración, dando pie a in culto regular y constante. Aunque esto levantó algunas ampollas.

Al finalizar sus sermones San Bernardino mostraba el emblema a los fieles y les pedían que se arrodillaran para a adorar al Redentor. Recomendaban que colocaran el monograma de Jesús a las puertas de sus ciudades y a las puertas de sus casas. San Bernardino predicaba esta devoción nueva, y fue acusado por sus enemigos y conducido al tribunal del Papa Martín V. Defendido por San Juan de Capistrano que le reconocía como su maestro y lo hizo con tanta elocuencia, justicia y éxito que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre de Jesús, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en la actualidad, en Santa María en Ara Coeli en Roma.

San Bernardino de esta manera obró milagros en Boloña, en Camaiore (Lucca) y en Volterra, donde a tal fin fue erigida una iglesia por una cofradía. Camaiore queda inscrita en la historia por haber tenido el privilegio de haber celebrado la primera fiesta en honor del Nombre de Jesús. Fue establecida por decreto municipal con fecha 14 de junio de 1528 y fijada para el 1º de Junio. Dos años después (1530), Clemente VII concedía a la Orden Franciscana el Oficio del Nombre de Jesús, compuesto por el padre Bernardino de Bustis y en 1721 a instancias del emperador Carlos VI, Inocencio XIII lo extendió a toda la Iglesia.

S. Bernardino con sus cuadros del Nombre de Jesús
Los tres himnos del Oficio, sacados de un poema de 53 estrofas el Iesu dulcis memoria , no son de San Bernardo, como comúnmente se escribe, si no de una abadesa benedictina del siglo XI. Dom Pother los ha encontrado en un misal del siglo XI y San Bernardo nació en 1090. No esta de más resaltar que el nombre de Jesucristo, desde el siglo II, fue piadosamente asociado, especialmente en las inscripciones, a la memoria de personas y de acontecimientos. Se usaba, a tal fin, abreviándolo con las siglas de sus iniciales en lengua griega IH (Jesus) XP (Xhristos) o con un simple crismón (el monograma de Cristo), y eso muy antes de Constantino con sus monedas. Este emperador, como es sabido, después de la visión, lo hizo grabar y usar como lábaro militar y reproducir en algunas monedas.
A partir del siglo VI, o incluso antes, en Occidente encontramos algunos manuscritos con las letras unciales de los dos nombres latinos JESUS CHRISTUS abreviados normalmente IHS XPS. Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). La sigla XPS es la descomposición del monograma antiguo de Cristo en sus dos letras iniciales y en la final, cambiando el Sigma griego por la S latina. Cuando a mitad del siglo VII, se introdujo la escritura minúscula, la eta griega (η) permaneció como una h, por ignorancia del griego de los amanuenses. Por último el titulum puesto en los misales encima de la letra media para indicar las abreviaciones y que normalmente la cortaba en la parte superior, dio origen a la cruz, que frecuentemente en el arte medieval y moderno, corona las siglas IHS, mucho más tarde reconvertido y reinterpretado en el acróstico IESUS HOMINUM SALVATOR (Jesús Salvador de los Hombres)

Descripción: http://farm1.static.flickr.com/58/198770108_c8e6fb65e8.jpgEn el misal de 1962, la fiesta es de II clase y se celebra pues el domingo entre el día 2 y el día 5 de enero y en su defecto, el día 2 mismo, como Pío X había prescrito. En el misal de 1969 la fiesta desapareció y fue colocada como una misa votiva más en el apéndice final de votivas.

En la edición típica latina del Misal Romano del 2003 se ha restituido la memoria del Santísimo Nombre de Jesús el 3 de enero, puesto que el 2 se celebra la memoria de San Basilio y San Gregorio Nacianceno. Como todavía no se ha editado en España, por eso no aparece en el calendario. En la edición típica de 1975, sobre la que está hecha la 2ª edición española que nosotros utilizamos todavía, figura como la 4ª de las misas votivas: "De Sanctissimo nomine Jesu" con un único formulario.

El introito es “In nomine Iesu” en un misal y en otro. La colecta varía. En el "Sanctíssimum Jesu nomen venerántibus, nobis, Dómine, concéde propítius, ut, ejus in hac vita dulcédine perfruéntes, sempitérno gáudio in pátria repleámur. Per Dóminum".

La antífona del ofertorio, suprimida en el misal postconciliar, no así en el de 1962, es: "Confitébor tibi, Dómine Deus meus, in toto corde meo, et glorificábo nomen tuum in aetérnum: quóniam tu, Dómine, suávis et mitis es: et multae misericórdiae ómnibus invocántibus te, alleluja" (Sal. 85, 12 y 5).
La oración super oblata actual es: "In ejus nomine, Pater omnípotens, múnera nostra dignáre suscípere, in quo quidquid petiérimus nos certe consecutúros esse confídimus, ipso Fílio tuo benigníssime pollicénte. Qui vivit". La del misal de 1962 (la secreta) es: "Benedíctio tua, clementíssime Deus, qua omnis vigit creatúra, santíficet, quaésumus, hoc sacrifícium nostrum, quod ad glóriam nóminis Fílii tui, Dómini nostri Jesu Christi, offérimus tibi: ut majestáti tuae placére possit ad laudem, et nobis profícere ad salutem. Per eúndem Dóminum".

La antífona de comunión es: "Non est áliud nomen sub caelo datum homínibus, in quo opórteat nos salvos fiéri" (Act. 4, 12). La del misal de 1962: "Omnes gentes quascúmque fecísti, vénient, et adorábunt coram te, Dómine, et glorificábunt nomen tuum: quóniam magnus es tu, et fáciens mirabília: tu es Deus solus, allelúja" (Sal. 85, 9-10).

La oración postcomunión es: "Tua nobis, quaésumus, Dómine, miseratióne concede, ut in his sacris mystériis Dóminum Jesum dignis obséquiis venerémur, in cujus nómine voluísti omne genu flecti, omnésque hómines inveníre salútem. Per Christum" . La del misal de 1962 es: "Omnípotens aetérne Deus, qui creásti et redemísti nos, réspice propítius vota nostra: et sacrifícium salutáris hóstiae, quod in honórem nóminis Fílii tui, Dómini nostri Jesu Christi, majestáti tuae obtúlimus, plácido el benígno vultu suscípere dignéris; ut grátia tua nobis infúsa, sub glorióso nómine Jesu, aetérnae praedestinatiónis título gaudeámus, nómina nostra scripta esse in caelis. Per eúndem Dóminum nostrum".

La devoción al nombre de Jesús es una preciosa herencia de toda la Iglesia, los dominicos así lo entendieron y fueron grandes propagadores, incluso un siglo antes que San Bernardino y los franciscanos. El beato Jordán de Sajonia, el beato Enrique Susón, Santa Catalina de Siena y el beato Juan de Vicenza, todos ellos dominicos, por poner algunos ejemplos, fueron apasionados devotos de este santo nombre. Gregorio X, en 1274, confió a la Orden de Predicadores, en la persona del Maestro General, Beato Juan de Vercelli, la predicación de la devoción que derrama dulzura sobre los corazones. Se erigieron Cofradías en las iglesias de la Orden, y tan florecientes, que alguna de las actuales, como en Estados Unidos supera el número de tres millones y medio de hombres asociados. El fin de la Cofradía es propagar la devoción y culto del Nombre de Jesús contra la blasfemia y profanación de los días festivos.

Dom Gregori Maria

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2 comentarios

  1. "En el misal de 1969 la fiesta desapareció y fue colocada como una misa votiva más en el apéndice final de votivas."

    "En la edición típica latina del Misal Romano del 2003 se ha restituido la memoria del Santísimo Nombre de Jesús el 3 de enero, puesto que el 2 se celebra la memoria de San Basilio y San Gregorio Nacianceno. Como todavía no se ha editado en España, por eso no aparece en el calendario..."

    "La antífona del ofertorio, suprimida en el misal postconciliar..."


    Parece una deficiencia de sensibilidad espiritual, y denota el semicaos de la reforma postconciliar, de la cual parece que se empieza a salir.


    El dulce nombre de Jesús, si recuerdo bien, forma parte casi en exclusiva del rosario ortodoxo, que me parece que aparece en "El diario de un peregrino ruso" y en alguna obra de la "Filocalia":

    "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten Misericordia de mi, pecador".


    Unas palabras halladas en la web:

    Los Ortodoxos creen que el Poder de Dios está presente en el Nombre de Jesús, por lo que la invocación de este Nombre Divino actúa "como una señal real de la Acción de Dios, como una especie de Sacramento" (Un Monje de la Iglesia de Oriente, La Oración de Jesús, Chevetogne, 1952, p. 87). "El Nombre de Jesús, Presente en el corazón humano, le comunica el Poder de la deificación... Brillando a través del corazón, la Luz del Nombre de Jesús ilumina todo el universo". (S. Bulgakov, La Iglesia Ortodoxa, págs. 170-171).


    Y otra del "Diario de un peregrino ruso":

    "Y así es cómo hago ahora, y repito, incesantemente, la Oración de Jesús, la cual es más preciosa y dulce para mí, que nada en el mundo. A veces, camino hasta 43 o 44 millas al día, y no siento, para nada, que estoy caminando. Únicamente, estoy consciente del hecho de que voy diciendo mi Oración. Cuando el amargo frío me penetra, empiezo mi Oración, con más fuerza, y, rápidamente, entro en calor. Cuando el hambre empieza a dominarme, llamo, más a menudo, el Nombre de Jesús y olvido mi deseo de alimento. Cuando me enfermo y tengo reumatismo en mi espalda y piernas, fijo mis pensamientos en la Oración y ya no siento el dolor. Si alguien, me daña, sólo tengo que pensar: '¡Qué dulce es la Oración de Jesús!' y, tanto las heridas, como el enojo, pasan y olvido todo... Doy gracias a Dios, porque ahora entiendo el significado de aquellas palabras que escuché en la Epístola: 'Oren sin cesar' (1 Tesalonicenses 5,17)"

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  2. ¿Tendría sentido celebrar el Dulce Nombre de Jesús el 1 de enero?
    La lectura del Evangelio del día parece un argumento demoledor:
    "Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción." Lc 2,21.

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