¿Por qué se ha instituido e incluso institucionalizado el tan ingeniosamente llamado “ aborto terapéutico ”? Hemos de entender ante todo que en el trazo grueso, el aborto terapéutico es casi siempre aborto eugenésico . Se ha instituido por tanto como una forma extraordinaria de “curar” al niño que viene enfermo. Singular manera de aplicarle la “terapia”, original forma de “curarlo”. Es lo que durante siglos se ha llamado en nuestro genial idioma “despenar”, es decir quitar las penas. Vamos, que la gran obra de misericordia ejercida antaño únicamente con los mayores criminales, y por la que han descubierto repentinamente los progresistas una inclinación irresistible, hoy se les aplica única y exclusivamente a los niños aún no nacidos. Es el nasciturus que, si no da la talla, pasa a convertirse en moriturus . ¡Ave César !
¡Ellos que abominan de la pena de muerte! ¡Ellos que no están dispuestos a despenar ni a los peores criminales! Pero a los chiquitines que llevan la mancha imperdonable de la sospecha de malformación o enfermedad grave, a éstos sí, a éstos hay que despenarlos. Y puesto que más vale prevenir que curar, a miles y miles de estos chiquitines se les aplica la terapia antes de que aparezca la herida. Ya se sabe, a la más mínima duda, a la menor sospecha se les condena al aborto: por si acaso. Es la también genial figura del aborto preventivo . Por si la herida pudiera gangrenarse, el buen médico no esperará a que enseñe las orejas el lobo, sino que optará por cortar el brazo o la pierna. ¡Claro que sí!
Y a todo eso resulta que “el estamento” se siente ufano de esta singular práctica “ terapéutica ” porque ha fructificado en una reducción drástica de la mortalidad infantil (en la brillante filosofía barriosesamista, al niño no lo hace el ser o no ser, sino el tener tal o cual edad, el estar dentro o fuera, el pesar tanto o cuanto). ¿Tendremos que felicitarnos por este logro? Pues más bien no.
Porque es el caso que hubo una etapa anterior al aborto, claro que sí. Fue la gloriosa era de la obsesión terapéutica (¿qué otra cosa pueden hacer si ése es su oficio y además les empuja el progreso de la ciencia?) que acaba inexorablemente en lamentables episodios de encarnizamiento terapéutico , y dio como primer resultado, hace ya décadas, un incremento espectacular de la minusvalía infantil. Su obsesión era no dejarles morir, prolongar su agonía (su lucha desesperada por la vida) durante el mayor tiempo posible. Al final resultó que frenando en seco la mortalidad infantil, se cambiaron muertos por enfermos (lo expreso así porque la ideología abortista considera totalmente legítimo cambiar enfermos por muertos : es un esfuerzo un tanto violento por compartir léxico con los adversarios, a fin de posibilitar el debate).
Pero he aquí que la inexorable ley del péndulo hizo que a la vuelta de tan sólo medio siglo, la medicina y la política y la fatalidad y la necedad huma se sintieran la mar de ufanas y orgullosas de sí mismas cambiando enfermos por muertos . Pero con un gran toque de modernidad: en el ámbito sanitario no le corresponde a la naturaleza decidir quién vive y quién muere, sino que le corresponde al médico: él sabe. Son los nuevos “derechos” de aborto y eutanasia que en última instancia están en manos del médico, que nunca tiene la menor dificultad en arrancarle la firma no al paciente, ¡pobre!, sino al pariente.
Espero que no se me malentienda: este relato de los hechos, tan malsonante, intenta ser fríamente objetivo y carece por tanto de calificación moral. No implica ni aprobación ni condena de los hechos. Sólo atiende al canje producido entre asientos estadísticos. En efecto, la praxis terapéutica que venció la mortalidad infantil transformándola en un altísimo índice de morbilidad infantil, lo que consiguió fue cambiar muertos por enfermos. Jamás hubiese podido imaginar la clase médica, que el aborto fuese el apogeo gloriosísimo de ese triunfo espectacular de la medicina. ¿Por exigencia médica? ¿Por demanda social? ¿Por capricho político?
Pues parece que para corregir el descomunal error que cometieron al reducir drásticamente la mortalidad infantil a costa de aumentar casi en idéntica proporción la morbilidad infantil, añadiendo a ella toda clase de minusvalías. Lo que se pretende con el aborto terapéutico eugenésico es frenar drásticamente la morbilidad infantil , no dándole oportunidad de nacer al sospechoso de enfermedad grave o minusvalía: a la menor duda, a la más mínima sospecha se prescribe el aborto. De este modo se cierra el círculo de ese increíble proceso: trasladando la mortalidad infantil de hace medio siglo, a la actual mortalidad prenatal .
Pero ésta no por causas naturales (que la modernidad y el progreso están arrumbando la muerte natural como una antigualla), sino provocada. Una mortalidad que obviamente tiene el piadoso nombre de “ aborto terapéutico ”. Si no soportase la carga de tantas connotaciones religiosas y ¡políticas! (es que a la política le van los grandes temas religiosos), a este fenómeno que alcanza cifras desorbitadas, se le llamaría sin más “matanza terapéutica”, “carnicería terapéutica”, “limpieza eugenésica terapéutica” o “exterminio terapéutico”. Nombres todos ellos perfectamente ajustados a esta realidad tan bien vestida con bellas palabras, porque desnuda es difícil de soportar. Y además es políticamente incorrecto llamar a estas cosas por su verdadero nombre.
Eso por una parte. Y por otra, resulta que en estos momentos de tan espectacular avance de la medicina, el feto se ha convertido en el mayor obstáculo para la salud de la madre: parece que insalvable, puesto que desde hace algunos decenios, la clase política decidió por su cuenta y riesgo que la salud no de una ni de dos, sino de centenares de miles de mujeres embarazadas, pasa por el aborto como único remedio posible e inevitable. Sobre todo cuando esos mismos sapientísimos políticos han entendido y han impuesto el concepto de salud tal como lo define la OMS. Es la definición que explícitamente prescribe la vigente ley del aborto en España: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social , y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.» Ni Dios se atrevió a prometer tanto en esta vida. De ahí a considerar y tratar el embarazo como una enfermedad, y el aborto como su inevitable remedio, había un trecho tan corto que se ha pasado y sobrepasado sin el menor escrúpulo.
Cabe apostillar que según esa definición, nuestro sistema de salud es el más rotundo fracaso, porque el porcentaje de población que goza de completo bienestar físico, mental y social anda por el cero coma. El simple madrugón de los niños para ir al colegio y de los adultos para ir a trabajar, quiebra esa idílica salud. Y eso nada más empezar el día. Y tampoco está nada claro que el aborto contribuya a ese completo estado de bienestar físico, mental y social. Precisamente son miles los abortos que dan lugar a un completo malestar físico, mental y social; sin contar otros tantos miles que aunque se produzcan en hospitales públicos o en clínicas autorizadas y subvencionadas, acaban en graves lesiones y en muerte. Desde el momento en que identifican maternidad con malestar y hasta con enfermedad mental y social, a cualquier destrozo lo llaman salud.
El P. Manuel Pousa |
En esa línea de beatífico bienestar, tenemos como singular botón de muestra el aborto que se ufanó de pagar el inefable “pare Manel”, y que según manifestó en su auto de retractación, fue un sencillo acto de caridad: lo único que pretendió el sacerdote fue evitar que la mujer se desangrara si en lugar de abortar la criatura, proseguía con el embarazo y la daba a luz. Era una mera sospecha, claro está; pero tenía que ser muy prevenido el buen sacerdote. Y estos días los medios nos han ofrecido otro caso para justificar no un aborto resultante, sino centenares de miles de abortos explícitos, que al final es de lo que se trata: de contar con pretextos que sirvan para condenar a miles y miles de niños, por salvar la vida de una sola mujer.
El médico de un hospital católico, en Irlanda, al que acude una mujer embarazada, intenta resolver el problema de la mujer sin eliminar previamente el feto. Forma parte de su praxis médica intentar salvar a la criatura. Está investigándose cómo se produjeron los hechos; pero en cualquier caso el resultado fue que el médico no acertó y murieron los dos: madre e hijo. La lección que sacan los abortistas de este suceso (todos los días se producen errores médicos) es que como medida preventiva irrelevante, aunque sólo sea por si acaso, el médico tenía que haber procedido al aborto . El médico obviamente no fue de esta opinión, que tampoco tiene por qué ser el único procedimiento aceptado por la praxis médica; y se equivocó. No por haber evitado el aborto preventivo , sino por no haber sabido ver que el feto estaba muerto y provocando la septicemia. Igual que se equivocan miles de médicos a la hora de practicar los abortos, y se pierden también las dos vidas: la que intentaban salvar y la que habían decidido eliminar.
Y obviamente son muchísimos más los errores fatales que se producen por abortar, que por no abortar. Sin embargo la cultura de la muerte hará de esta anécdota, categoría. E intentará justificar en este error médico, millones de abortos. Es así como funciona la cultura de la muerte. Y luego, la acumulación de errores a que dan lugar estas filosofías intrínsecamente erróneas, desemboca en las más horribles catástrofes: hoy asistimos a la catástrofe del aborto como la forma más conspicua y generalizada de “salud sexual y reproductiva”. ¡Vaya joya!
¿Cuál es el siguiente salto en el vacío? ¿Cuál será el próximo método de reducción de los niveles de enfermedad, si con el aborto eugenésico no ha habido bastante? Por el momento, la medicina y la ley han hecho ya una atrevida incursión en la eutanasia: también ésta bajo criterios alineados con la eugenesia. ¿Y cuál es la evolución natural de esta manera de entender la lucha por la salud? ¿Hasta dónde será capaz de llevarnos el plano inclinado en el que nos hemos colocado? Malthus está al acecho frotándose las manos.
Cesáreo Marítimo
Muy interesante y buen comentario de D. Cesáreo Marítimo. Que estará ocurriendo hoy día que tengamos que defender una cuestión tan natural y bella como es la maternidad.
ResponderEliminar¿No será que las relaciones prematrimoniales o las relaciones sexuales a edades muy tempranas hahan convertido un son de Dios cual es la reproducción humana, con un juego, que si me conviene lo acepto y si no lo elimino, el caso es sentir el placer y punto.
La maternidad es humana, igual que la filiación. Negarla hasta la consecuencia d ematar a un hijo es una muestra de deshumanización y de decadencia de una civilización.
EliminarEn cuanto a la sexualidad banalizada hasta el extremo, proviene de la negación de la Creación Divina, por lo que se abandona la correspondencia de la pro-Creación.
El Dr. Juan María Laboa ha dado este jueves día 29 una conferencia en la Facultad de Geografía e Historia de la UB, “La Iglesia después del Concilio Vaticano II”, patrocinada por la Fundación Maragall (fundaciojoanmaragall.org) y presidiendo el P. Antoni Matabosch.
ResponderEliminarLo más importante lo dijo en una respuesta: la Iglesia de hoy tiene plena libertad interna y lo prueba el hecho de que los matrimonios católicos decidieron no hacer caso alguno, de forma tranquila, de la Humanae Vitae de Pablo VI, debido a la “libertad de conciencia” consagrada gracias al Concilio Vaticano II.
Al finalizar el Concilio Vaticano II el 8 de diciembre de 1965, el Instituto Superior de Catequética de Nimega, guiado por el P. Schillebeeckx, publica el 1 de marzo de 1966 el Catecismo Holandés, origen de los errores de fe y moral del catolicismo progresista, sobretodo en vida matrimonial y derecho a la vida de los no nacidos. Lo enmendó la Declaración vaticana del 15 de octubre de 1968.
El 25 de julio de 1968, Pablo VI publica la Humanae Vitae: declara la inmoralidad del control artificial de la natalidad y el aborto. Esta encíclica fue la última que efectuó, según se dice debido al disgusto ante el rechazo de parte de la catolicidad (clérigos, laicos, religiosos y teólogos).
El 27 de septiembre de1968 se aprueba la Declaración de Winnipeg, recepción crítica de los obispos canadienses de la Humanae Vitae, que afirmó la licitud moral de la contracepción prohibida en la encíclica en sus puntos 17 y 26, porque dijeron que cuando una norma moral católica no se puede cumplir, entonces se puede incumplir siguiendo la norma moral dictada por la conciencia individual.
www.inquisition.ca/en/serm/winnipeg.htm
en.wikipedia.org/wiki/Winnipeg_Statement
La anticoncepción es pecado grave, y al ser mortal, es una tentación procedente del demonio libremente aceptada por el hombre; el pecado de anticoncepción impide comulgar el Cuerpo de Cristo y requiere de la previa confesión individual, pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo (1Co 11, 27). La Humanae Vitae está recogida en el Catecismo en sus puntos 2366-72.
teologoresponde.com.ar/respuesta.asp?id=262
El hombre tiene el derecho de actuar en conciencia y en libertad (1782 CIC), y la conciencia debe ser buena, pura e iluminada por la fe verdadera (1794), debiendo de estar bien formada, recta (1780) y veraz (1783), formando un juicio recto según la razón y la ley divina (1785-86), debiendo evitar el juicio error (1790-94), y oyendo la ley inscrita por Dios en su corazón (1776).
La conferencia hace comprensible el por qué del estado de postración de la Iglesia Tarraconense: la incorrecta concepción de la libertad de consciencia, desvinculada de la ley natural y divina y erróneamente atribuida al Concilio Vaticano II.
Esta libertad de consciencia desvinculada de la verdad católica permite comprender todas las permisiones, tolerancias y disimulos episcopales frente a los casos de los hospitales católicos abortistas, a las heterodoxias en “Converses amb Teresa Forcades” de Eulàlia Tort (sexodiversidad, sacerdocio femenino y homosexual); los 17 anónimos sacerdotes de “Els Fills del Concili” de Joan Estruch (rechazo a la Humanae Vitae); a los jesuítas eneagrámicos de la Cova de Manresa y Sarriá o del marista Serra con su “El eneagrama de las pasiones”; a la infiltración de la New Age en las casas de espiritualidad católica; a la teología modernista, racionalista y simbolista impartida por los profesores de religión y teología; y a las irregularidades o abusos litúrgicos en la celebración de misas y confesiones.
La falta de vocaciones y de fieles es un efecto lógico de la descatolización de la Iglesia tarraconense: riesgos de sacerdotes que no creen en la Humanae Vitae, de fieles en pecado grave reiterado comulgando en la misa, con el abandono de muchos pastores en ayudar a cumplir las dificultades de la Humanae Vitae con los medios de santificación de la Iglesia.
Amigo Jordi,
EliminarGracias por su amplio y clarificador comentario.
Cuanto daño hizó y sigue haciendo la mala interpretación del Concilio Vaticano II. Eso mismo que el Dr. Juan María Laboa dice, con todo mi respeto, no es muy acertado, ya que libertad de conciencia de los católicos es mucho más seria que aceptar o no el mensaje de la Humanae Vitae. Esa encíclica, evidentemente, no es dogmática, pero contiene unas ideas, unas posturas que la Iglesia mantiene ante la vida y la familia. La libertad de conciencia, un don precioso que nos ha dado Dios, hay que usarla para el bien. De lo contrario, si por ejemplo, una persona nos cae mal porque nos ha hecho daño, en virtud de esa "libertad de conciencia" la matamos y quedamos en paz con nuestra conciencia y así podríamos seguir con otros mandamientos.
Lo que ocurre es que esa "libertad de conciencia" mal usada nos ha hecho, y a mi el primero, más condescendientes ante el pecado y todo se relativiza mucho más. Cuando en verdad esa "libertad de conciencia" empleada para el bien tiene unos frutos muy buenos y evangelizadores.
El punto de rompimiento de la Iglesia Católica tiene fecha y evento exacto: HUMANAE VITAE 1968.
EliminarAlguien dijo que la secuencia de tsunamis morales en el interior de la Iglesia fue así:
- Píldora anticonceptiva (todo empezó con esta pequeña pastilla en 1960)
- Sexo libre (como efecto de la ilusión del sexo libre causado por la píldora)
- Droga (asociado a la cultura hippy de los 1960)
- Divorcio
- Pornografía y prostitución (1970: en especial, a través del cine S o X que se dio en Europa y los EEUU)
- Aborto (como consecuencia de los fallos de la píldora o del sexo promiscuo, siempre queda el último remedio)
- SIDA (y otras enfermedades de transmisión sexual como efecto de la promiscuidad del sexo o amor libre)
- Preservativos (como consecuencia del aumento de lo anterior)
- Selección y congelación de embriones, fecundación in vitro, vientres de alquiler, bebés probeta, niños-medicamento, clonación de embriones humanos
(como efecto de los avances científicos: una paradoja, pues mientras tanto el aborto mata a millones)
- Pornografía y prostitución (rebrotan gracias a internet de alta velocidad y a los vuelos de bajo coste en 1990, apareciendo la prostitución infantil)
- Matrimonio homosexual (mientras cae el nº de matrimonios y crece el de emparejamientos e hijos extramatrimoniales, aparece en el 2005 este tipo de unión que subvierte la ley divina)
- Sharia (parece un efecto compensador: mientras Occidente pierde nacimientos y el orden moral se invierte, el Oriente islámico retoma el Código de Familia y Matrimonios del siglo VI-VII)
Aborto eugenésico y aborto preventivo... En ellos está especializado el Hospital de San Pablo. ¿Recuerdan?
ResponderEliminarY también en sutilezas, neologismos y eufemismos, como el de aborto médico. Resulta lamentable que se abroguen la exclusiva de esta mala praxis.
EliminarDIGASELO A SISTACH Y TROPA PROGRE Y DEMOCRISTIANA LEVANTINA, CON MUCHOS DOBLES AGENTES EN MADRID
ResponderEliminarHoy se me ha caido el alma a los pies en la quimioterapia. Una enfermera ha anunciado con gran alegría que estaba de dos meses de embarazo y una de las pacientes ha empezado con la sonatina de "si ya ha decidido si iba a tenerlo, porque los críos dan muchos gastos". Por suerte, era la sesión larga y siete horas dan tiempo par una buena conversación, así que les he hecho ver que esto no funciona así, que no existe un tiempo de prórroga para ver si se aborta o no y que los niños dan también mucha alegría y ¿Por qué no? mucho sentido a la vida... Sin proponérmelo, he hecho un "rescate", porque una acompañante estaba pensando en abortar y ha visto que no debía hacerlo. Doy gracias a Dios.
ResponderEliminarMuchos Estados de los USA tienen una ley que decreta el indulto para las ejecuciones fallidas en la aplicación de pena de muerte. Creo recordar que la primera se promulgó tras recibir un reo tres descargas muy severas en la silla eléctrica, sin morir.
ResponderEliminarPero a las víctimas del aborto no les tienen los canadienses tantos miramientos. Lean esta noticia quienes piensen que sólo son unas células, que mientras esté en el vientre materno, se le puede "interrumpir": http://www.hazteoir.org/noticia/49984-se-ha-dejado-morir-casi-500-bebes-supervivientes-aborto-en-canada
Muchas felicidades. Este artículo es de los mejores que he leído nunca sobre este asunto. Tengan ánimo en Germinans y mantengan claras las metas: la promoción y defensa de la fe católica perenne. Gracias por su trabajo, que me consuela y anima.
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