La Conferencia Episcopal de los Estados Unidos acaba de editar una Biblia singular, en cuya traducción al inglés actualizado, se ha puesto sumo cuidado en traducir no sólo las palabras, sino también las ideas. Se ha procurado, por ejemplo, que Sodoma y Gomorra, no entrasen en contradicción con la ideología de género. Por eso la llaman la Biblia del padre James Martin.
¿Y qué dice el papa al respecto? ¿Qué dice el Vaticano? ¿Qué dice la Santa Sede? ¡Pues qué va a decir! Nada. Bueno, sí, da el placet, el imprimatur sin ostentación, sin excesiva notoriedad, de manera que quede totalmente diluida la responsabilidad del crimen de la falsificación de las Sagradas Escrituras. Entre todos la mataron, y ella sola se murió.
Ante un hecho tan sumamente grave y tan plácidamente consentido por la autoridad de la Iglesia (eso sí, una autoridad sumamente diluida, la de la nueva sinodalidad) suenan muy muy inquietantes las palabras del papa en su solemne entrevista a la crux (pues sí, ¡vaya cruz!), en que pontificaba que de momento no cambiaría la doctrina, porque antes tenía que cambiar la actitud de la Iglesia respecto a esos temas. Pues ahí lo tenemos: en esa nueva “traducción” (traduttore, traditore) de la Biblia, se da por cambiada ya, de repente, la actitud de la Iglesia (no toda, ¡claro!, pero quien calla otorga). Y como quien no quiere la cosa, ahí está, junto al cambio de actitud de los obispos americanos, lo que podríamos denominar el “cambio de actitud del papa”, dejando hacer. Importantísima la “actitud” de la máxima autoridad doctrinal de la Iglesia, a la que eso no la escandaliza en absoluto, sino que lo normaliza: como debe ser, comme il faut. ¡Toma actitud!
Y claro, por imperativo sinodal, ¿cómo va a estar mal en la circunscripción de cualquier Conferencia Episcopal, lo que ha considerado bueno y santo otra Conferencia Episcopal sin que el Vaticano diga ni pío? Son vasos comunicantes y tardará más o tardará menos; pero la Biblia que ha aprobado la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (con el placet-tacet de la Santa Sede), se esparcirá por el resto de la Iglesia como una mancha de aceite. Es la sinodalidad. Ésa será finalmente la Biblia Sinodal.
Ante un hecho tan rompedor, se caen como castillo de naipes las dulces interpretaciones de las palabras del papa en la entrevista, en las que teníamos la obviedad tranquilizante de que se nos daba un gran respiro; porque había que entender que durante el mandato de León XIV no habría cambio de doctrina al respecto. Pues no lo parece: la sinodalidad americana ha puesto las revoluciones a tope para adelantar al torpe “Camino Sinodal” germánico, y al perdidísimo “Sínodo de la Sinodalidad” liderado por la cabeza suprema de la Iglesia. Y todo eso, claro está, sin romper la “Unidad” de la Iglesia, y sin siquiera ponerla en peligro. Singularísima forma de mantener la Unidad en la Sinodalidad. Es la cuadratura del círculo. Así parece que será la nueva Iglesia liderada por el papa León XIV. Lo importante, lo esencial es que quede preservada la unidad. No, no ha cambiado la doctrina, sólo ha cambiado la Biblia. Manteniendo la Unidad, ¡claro está!
No, claro que no, no ha habido ninguna persecución desde las más altas instancias, de los perpetradores de semejante tropelía; antes al contrario, se les ha hecho un enorme boquete a las paredes maestras de la Iglesia, para ensanchar adecuadamente la ventana de Overton. Para que pase holgadamente por ese roto este caballo de Troya: y los que vengan. Vamos normalizando, vamos modulando la actitud, para abrirle un camino fácilmente transitable al cambio de doctrina. Gran triunfo del pontificado de León XIV: ni con un oreshnik tan potente como la falsificación de la Biblia, se han conmovido los cimientos de la unidad de la Iglesia santa, católica y sinodal. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. ¿Pero no era Cristo el Camino, la Verdad y la Vida? Ya, ya, pero eso hay que relativizarlo e interpretarlo a la luz y a las luces de la Nueva Iglesia sinodal, que se dilata en cuanto se nos ofrecen los múltiples caminos sinodales.
De momento, el único eje de unidad de la Iglesia es el mantenimiento de su cabeza única, disipando a golpe de excomunión las dudas sobre el fenómeno de la coexistencia durante diez años, de dos papas en el Vaticano. Aunque, no nos engañemos: lo que en realidad no ha dejado de inquietar a los sedevacantistas, no es el debate bizantino sobre el munus y el ministerium, sino la escalofriante deriva doctrinal de la Iglesia. A los que les duele que la Iglesia se esté deshilachando doctrinal y litúrgicamente, no les importa si esa Iglesia desnaturalizada tiene una cabeza, dos cabezas o ninguna. Porque entienden que el debate sobre la cabeza acaba siendo ocioso, mera cuestión de cuarto de siglo más, cuarto de siglo menos, cuando este año santo ha estado dominado por la Iglesia arcoíris: nos guste o no nos guste, ése ha sido el gran diferencial entre este Año Santo y los que le han precedido. Y por ahí, la Iglesia va al precipicio. ¿Tan importante es que pierda la cabeza antes o después de precipitarse?
Está claro clarísimo, que León XIV no tuvo nada que ver con la toma del Año Santo por la Iglesia arcoíris en su intenso deseo de santificación: empeñados en participar también ellos, sin dejar de ser lo que son, de la santidad de la Iglesia. Claro, el Camino Arcoíris de la Iglesia. Claro, los caminos sinodales van creciendo y van tomando cuerpo: y como es inevitable, unos crecen a expensas de otros. El camino sinodal arcoíris se robustece cada vez más. Ahora hasta tiene su Biblia. Es evidente que no sólo con Francisco, sino ya para siempre, en la Iglesia caben todos, todos, todos. Cada uno con su Biblia, con sus bendiciones y sus dogmas a la medida, con su lex orandi (su misa pantone en la sede central de la Compañía de Jesús) ajustada a su lex credendi, y su año santo multicolor. Todo por pura caridad cristiana, para evitar que se sientan incómodos en la Iglesia. A este paso, no están lejos de obtener su propia prelatura. Sinodalidad a tope.
Claro, si lo único importante en la Iglesia es su unidad orgánica, y ésta se mantiene por el principio de la sinodalidad entendida como autonomía de las conferencias episcopales en cuanto a doctrina, con la única condición de que no se separen de la cabeza, que es el papa (no ille unus, no Cristo); si esto es realmente lo más importante, tenemos ya segura la unidad por tiempo. Pero no la identidad. La Iglesia ya no es ídem (eadem, la misma): ya no es la misma en Europa que en África, que en América; ni es la misma la de hoy que la de ayer; ni es la misma, la modernísima Iglesia Arcoíris que la Iglesia de siempre. Bueno, es la misma jerárquicamente, porque no se cuestiona la suprema jerarquía del papa. Sólo jerárquicamente. Pero cada uno con su Biblia, con su moral, con su liturgia colorista, con sus bendiciones. Es finalmente la gloria de la sinodalidad en la Unidad. El goce de la más amplia libertad en todos los órdenes; la inconmensurable libertad en la unidad, que se proclama a través de la más anárquica sinodalidad. Va pareciendo que sí, que la sinodalidad es eso; y que esa es precisamente la máxima garantía de la Unidad.
Virtelius Temerarius
La piedra de toque de ese extraño cambalache de la sinodalidad con la que los progre-modernistas nos quieren cambiar la Iglesia (o contando con la complicidad del papa, o con su absolutísima ingenuidad), es el devenir del Vetus Ordo. Porque ellos, antes que nadie, se dieron perfecta cuenta de que la lex orandi es la clave del arco de la lex credendi: al fin y al cabo, de la moral. No de la moralidad, que son las costumbres y comportamientos, sino de la moral. Y es ahí donde han atacado con su Biblia, es decir con su cambio radical de doctrina, sin que el papa haya dicho ni pío, ni Leo.
ResponderEliminarPorque los eclesiásticos han pecado siempre: unas veces más y otras menos. Y es lo más previsible que pequen tanto los del Vetus como los del Novus Ordo. La abismal diferencia entre unos y otros está en la Lex Credendi de unos y otros. Mientras los del Vetus Ordo consideran pecado la sodomía porque así está clarísimamente escrito en las Sagradas Escrituras, y si pecan, se confesarán y se arrepentirán tantas veces como pequen, los del Novus Ordo se han atrevido a cambiar las Escrituras, a falsificarlas, para liberarse del pecado. Pero no dejando de pecar o confesándose y arrepintiéndose, sino “haciendo declarar a Dios” (con toda falsedad) que la sodomía a la que con tanta pasión se han abrazado, ya no es pecado, sino virtud y don de Dios.
Es la abominación que ha invadido a la Iglesia. Y no, nadie ve el elefante que lo está destrozando todo. Es por ahí, precisamente por ahí, por donde anda la sinodalidad: tanto la del Camino Sinodal, como la más desvergonzada aún del Sínodo de la Sinodalidad.
En cierta ocasión invité a unos testigos de Jehová a que pasaran, es decir, que entraran en casa. Con la Biblia de Jerusalén mano, intenté mostrarles la menesterosidad argumental de su Biblia expurgada. Algo parecido con lo que sucede con la Reina-Varela de los Protestantes.
ResponderEliminarPor mucho que Francisco se empecinó en sus sinodalidades, y numerosísimos obispos --el que rige la diócesis donde habito, uno de ellos, por cierto que el vascongado aludido escribe hoy su carta pastoral en arameo porque no se le entiende la mitad con tanto palabra mal empleada y tanto palabro de semántica ignota--, le sigan en la raca-raca, a la doctrina y a la teología perennis le sigue resbalando. Francisco disparató y puso nervioso a más de un cardenal y obispo. Fue de chiste que aceptase el distanciamiento del episcopado africano respecto a sus desvaríos de la moral familiar. Semejante distanciamiento significaba que se apartaban de la doctrina de la Iglesia o que la doctrina de Francisco no era la de la Iglesia. Resultó palmario lo segundo.
No sabía de esa Biblia ad usum sodomitae sine Sodoma. Por mucho que lo aplaudan los obispos americanos, los textos no pueden cambiarse. Y no creo que entre esos bodoques del adefesio haya un Lagrange, un De Vaux, un Boismard, un Bea o un Schökel. Por más que haya influido en esa versión el Tucho o el papa Negro (el general jesuita Sosa Abascal) , por citar dos eximios ignaros de los géneros literarios de la Escritura, permanecerá siempre el texto para refutar cualquier torpeza voluntaria. Porque voluntaria es.
Muchas gracias Virtellius, por hacernos ver que el príncipe de las tinieblas no está inactivo.
No sabía de esa Biblia ad usum sodomitae sine Sodoma. Por mucho que lo aplaudan los obispos americanos, los textos no pueden cambiarse. Y no creo que entre esos bodoques del adefesio haya un Lagrange, un De Vaux, un Boismard, un Bea o un Schökel. Por más que haya influido en esa versión el Tucho o el papa Negro (el general jesuita Sosa Abascal) , por citar dos eximios ignaros de los géneros literarios de la Escritura, permanecerá siempre el texto para refutar cualquier torpeza voluntaria. Porque voluntaria es.
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Es verdad, los obispos quieren ilusamente poner puertas al campo: la ideología de género lgbt está al 100% condenada por los 2000 años de la Iglesia y los 4000 del judaismo veterotestamentario (no el talmúdico), se pongan como se pongan, y los obispos pueden hacer el pino o hacer un castell con el papa de enxaineta que ponga los pies en los hombros de los doses y haga la aleta, subiendo el brazo y la mano por encima de su cabeza a la romana.
La Biblia hebrea (Antiguo Testamento) fue transmitida oralmente durante siglos antes de ponerse por escrito (yo lo dudo, debió de escribirse en algún sitio). Los primeros textos comenzaron a fijarse en torno al siglo X a. C., aunque la mayoría de los especialistas sitúan las primeras redacciones importantes entre los siglos IX y VIII a. C.
El primer escrito propiamente bíblico dicen que son dos candidatos:
a) El “Cántico de Débora” (Jueces 5)
Fecha aproximada: siglo XII–XI a. C.
Contenido: un poema de victoria atribuido a la profetisa Débora tras una batalla contra los cananeos.
Por su lenguaje arcaico, muchos filólogos lo consideran el texto más antiguo conservado en la Biblia.
b) Fragmentos del Pentateuco
Fecha aproximada: siglo X a. C. (época de Salomón)
Primeras versiones de relatos patriarcales, el diluvio, el éxodo...
Sería el inicio de la supuesta primera redacción del Génesis y el Éxodo, aunque estos libros tomaron su forma definitiva -eso dicen- siglos después (siglos VI–V a. C.).
Los textos de Abraham, algunos dicen, era imposible que fueran sólo "orales y mnemotécnicos", lo más lógico es que fueran escritos en acadio cuneiforme (mesopotámico) y en egipcio medio (jeroglífico o hierático), los más problables antes de ser escritos en hebreo. El hablado de Abraham a Moisés era otros: amorreo, cananeo, semítico occidental y egipcio medio y tardío antes de hablar hebreo-cananeo.
Versiones de la Biblia hay más de las deseadas. No existe un texto incial preciso, pues las traducciones han sido necesarias para que llugue a todo el mundo.
ResponderEliminarNo sucede lo mismo en el islam. El Corán es la palabra literal de Dios (Allah), revelada al profeta a través del arcángel Gabriel (Yibril.
El texto ha permanecido inalterado hasta hoy, conservado a través de la transmisión oral (ḥifẓ) y escrito en árabe clásico.
¿Podría alguien aclarar por qué la sodomía es tan buscada entre estos malos eclesiásticos? No sé..por lo menos aquellos papas renacentistas les gustaban las mujeres y sería bien hermosas
ResponderEliminarLa "Biblia del padre James"..esa la comprará el "canónigo de Toledo" pillado en la orgia homo...
ResponderEliminarSi es cierto que un hombre orinó en el altar de San Pedro este pasado viernes.estamos en la tercera profanación en pocos meses...muy activo está Lucifer y sus legiones que entran y salen de allí "como Pedro por su casa"...
ResponderEliminarUn muy interesante artículo sobre esta enfermiza sinodalidad protestante que quiere crear iglesitas nacionales y regionales autocéfalas y que viola impunemente todo el íntegro catolicismo al estilo "Caballito de Troya", como denunció el cardenal Müller:
ResponderEliminar1. Fe y Dogmas
a) Dogmas marianos: Relativización de la Inmaculada Concepción o Asunción
b) Cristología: Dilución de la divinidad de Cristo con lenguaje "inclusivo" lgbt
c) Escatología: Negación del infierno o juicio final por universalismo, borrado selectivo de dogmas no deseados
2. Moral
a) Antropología teológica: Ideologías de género, cultura de la muerte y dictadura del relativismo que niegan la complementariedad hombre-mujer
b) Ética sexual: Suavización de enseñanzas sobre anticoncepción o actos homosexuales: "son buenos"
3. Liturgia
a) Misa: Priorización de celebraciones "creativas" sobre el rito tradicional
b) Liturgia de las Horas: Adaptaciones que eliminan salmos "incómodos"
c) Arte sacro: Sustitución de iconografía tradicional por estilos abstractos
4. Eclesiología
a) Primado petrino: Descentralización que reduce la autoridad papal a un papel honorífico
b) Ministerios ordenados: Propuestas de ordenación de mujeres o hombres casados
c) Iglesia-Estado: Pluralismo confesional que ignora el derecho canónico, sumisión al Parlamento: "Toda ley permisiva prevalece sobre la moral católica"
5. Disciplina eclesial
a) Penitencia: Relajación de normas de ayuno o Cuaresma
b) Formación seminarística: Currículos con énfasis socio-político sobre dogmática
c) Derecho canónico: Autonomía local excesiva que contradice el CIC
6. Libros Canónicos y traducciones
a) Traducciones bíblicas: Paráfrasis ideológicas
b) Hermenéutica: Interpretaciones que ignoran la Tradición patrística
7. Santos y canonizaciones
a) Canonizaciones: Cuestionamiento de procesos tradicionales por criterios "inclusivos".
b) Veneración: Reducción de devociones a santos por enfoques ecuménicos: "Gandhi también es santo".
8. Sacramentos y sacramentales
a) Eucaristía: Menosprecio de la presencia real en favor de "comunidades de base"
b) Bautismo/confirmación: Fórmulas trinitarias alteradas por inculturación, bautizo en nombre "del Padre, la Madre, el Hijo y el Espíritu Santo"
c) Exorcismos: Minimización como "terapias pastorales", no creer ni en el pecado mortal, demonio, infierno
9. Oraciones y devocionarios
a) Oraciones tradicionales: Reformas que eliminan referencias a la justicia divina
b) Devocionarios: Adaptaciones "inclusivas" que diluyen la espiritualidad católica
10. Calendarios litúrgicos
a) Fiestas de santos: Reducción de solemnidades tradicionales por "simplificación"
b) Tiempos litúrgicos: Alteraciones que debilitan la identidad de Adviento o Cuaresma
11. Manuales de teología
a) Contenidos: Énfasis en teologías liberacionistas o pluralistas sobre dogmática
b) Formación: Omisión de la escolástica en favor de enfoques socio-culturales y nuevas filosofías
12. Vida consagrada
a) Votos evangélicos: Cuestionamiento de pobreza, castidad y obediencia
b) Órdenes religiosas: Igualación con laicalidad sinodal
13. Evangelización y misión
a) Misión ad gentes: Prioridad al diálogo interreligioso sobre la conversión y proselitismo
b) Catequesis: Enfoque en temas sociales en lugar de doctrina
14. Ecumenismo y diálogo
a) Ecumenismo: Equiparación de doctrinas protestantes o no cristianas: "Todo salva, todos somos salvados"
b) Interreligiosidad: Sincretismo que erosiona la unicidad católica
15. Justicia social
a) Doctrina social: Politización de migración o ecología, ignorando Rerum Novarum
b) Subsidiariedad: Promoción de agendas globalistas sobre principios católicos
16. Pastoral y cultura
a) Juventud y familia: Acompañamiento ambiguo en divorcio o anticoncepción
b) Medios digitales: Control sinodal para censurar voces tradicionales
c) Arquitectura eclesial: Diseños modernos que eliminan la catequesis visual
Estas distorsiones reflejan críticas como las del Card. Müller, quien denuncia una sinodalidad que promueve una "Iglesia mundana" y debilita la jerarquía apostólica
La Fidelidad en las traducciones bíblicas y la actuación ante distorsiones
ResponderEliminarPor lo que he podido informarme (pueden haber erroes, omisiones y discusiones), y por su interés público transcendental de la crisis eclesial actual, aunque extenso este estudio, en materia de traducción dicen los entendidos que la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios y ésta debe traducirse con fidelidad a los textos originales en hebreo, arameo y griego.
Sólo se refiere a traducciones, no a la hermenéutica o interpretación, ni a la aplicación pastoral de manera ortopráxica o heteropráxica.
Esto significa EVITAR traducciones que sean demasiado literales (literalismos rígidos) o que se adapten a ideas modernas, suavizando el mensaje original por motivos culturales o ideológicos (eufemismos, subterfugios subrepticios elusivos de la realidad verdadera).
Las traducciones deben ser claras, precisas y respetar la Tradición de la Iglesia, acompañadas de explicaciones basadas en la exégesis (estudio profundo del texto), la filología (análisis del lenguaje) y el contexto histórico.
I. Principios Normativos
La Iglesia ha establecido normas claras, sí, claras, para garantizar que las traducciones bíblicas sean fieles y útiles para la fe. Estas normas se encuentran en documentos como Dei Verbum (Concilio Vaticano II) y Liturgiam authenticam (instrucción sobre traducciones litúrgicas y bíblicas).
...
1.1. Dei Verbum 22
Este documento exige que las traducciones se hagan directamente desde los textos originales (hebreo, arameo, griego) y sean accesibles para todos los fieles. Deben respetar la Tradición de la Iglesia y evitar adaptaciones que respondan a modas o gustos modernos, así como eufemismos que suavicen el mensaje original.
A continuación, salvo error u omisión, se presentan los manuscritos más relevantes para las traducciones bíblicas desde los textos originales (hebreo, arameo, griego), incluyendo la Septuaginta y la Vulgata y su cualificación conforme a Dei Verbum 22 y la práctica eclesial.
1.- Antiguo Testamento (Textos originales en hebreo y arameo)
a) Manuscritos de Qumrán (Rollos del Mar Muerto): Siglos II a.C. - I d.C., textos hebreos y arameos (ej.: Gran Rollo de Isaías), fuente primaria de los textos originales.
b) Códice de Alepo: Siglo X, texto masorético hebreo, base del Tanaj judío, alta fiabilidad.
c) Códice de Leningrado: 1008 d.C., texto masorético hebreo completo más antiguo, estándar para ediciones críticas.
2.- Antiguo Testamento (Traducción griega de referencia)
SEPTUAGINTA O LOS SETENTA (LXX): Siglo III a.C. - I a.C., traducción griega del Antiguo Testamento hebreo, usada por los primeros cristianos y citada en el Nuevo Testamento. Aunque no es un manuscrito original, es una fuente autorizada por su antigüedad y uso eclesial (Dei Verbum 22).
3.- Nuevo Testamento (Textos originales en griego koiné oriental siglo I d.C.)
a) Códice Sinaítico: Siglo IV, texto griego completo de la Biblia, incluye Septuaginta y Nuevo Testamento, fuente primaria.
b) Códice Vaticano: Siglo IV, texto griego casi completo del Nuevo Testamento, alta fiabilidad.
c) Códice Alejandrino: Siglo V, texto griego del Nuevo Testamento y Septuaginta, importante para crítica textual.
d) Papiros Chester Beatty (P46): Siglo III, cartas paulinas, entre los más antiguos.
e) Papiros Bodmer (P66, P75): Siglos II-III, fragmentos de Evangelios (Juan, Lucas), cercanos a los originales.
f) Papiros P18, P47, P115: Apocalipsis
4.- Traducción latina de referencia
VULGATA: Siglo IV (San Jerónimo), traducción latina de textos hebreos, arameos y griegos, revisada en la Nova Vulgata (1979).
Aunque no es un manuscrito original, es la versión oficial de la Iglesia para liturgia y exégesis, usada como referencia para traducciones vernáculas (Liturgiam authenticam 41).
Manuscritos clave: Códice Amiatino (siglo VIII)
V. Traducciones fieles y recomendadas
ResponderEliminarPara evitar distorsiones como la traducción de "hombres que practican el sexo ilícito", los católicos deben usar traducciones aprobadas por la Iglesia, fieles a los originales y con notas exegéticas (explicaciones) sólidas, como estas versiones en español válidas y lícitas, verificadas según su aprobación eclesial y fidelidad:
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5.1. Vulgata y Nova Vulgata
La Vulgata (traducción latina clásica) y la Nova Vulgata (1979) son las versiones oficiales de la Iglesia en latín. La Nova Vulgata es la referencia para todas las traducciones vernáculas (en lenguas modernas) y se usa en la liturgia (Liturgiam authenticam 41).
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5.2. Biblia de Jerusalén (ediciones pre-2000)
Es fiel a los textos originales en hebreo y griego, con notas exegéticas rigurosas que ayudan a entender el contexto. Las ediciones más recientes pueden incluir adaptaciones, por lo que ¡¡¡se recomiendan las versiones anteriores al 2000!!!.
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5.3. Biblia de Navarra
Basada en la Nova Vulgata, ofrece comentarios teológicos y patrísticos (de los Padres de la Iglesia). Es muy recomendada para estudio y oración.
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5.4. Biblia de la CEE
En muchos pasajes es fiel a los originales, pero algunas ediciones recientes incluyen adaptaciones cuestionables (invertidos, un término obsoleto). Verificar la edición antes de usarla.
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5.5. Otras traducciones católicas castellanas válidas y lícitas
a) Biblia Latinoamericana (1969): Pastoral, accesible y aprobada por el CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana). Ideal para catequesis.
b) Sagrada Biblia de Nácar-Colunga (1944): Traducción directa de los originales con aprobación eclesial. Muy fiable.
c) Sagrada Biblia de Bover-Cantera (1918, revisada 1975 como Cantera-Iglesia): Fiel a los originales, con notas críticas para estudiosos.
d) Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993): Enfocada en la exégesis, con un lenguaje claro y aprobado por la Iglesia.
e) Dios Habla Hoy (1979): Versión pastoral de las Sociedades Bíblicas Unidas, aprobada para uso católico en América Latina y España.
f) Biblia de Scío de San Miguel (1793): Traducción clásica española, aprobada por la Inquisición. Ideal para quienes buscan un estilo tradicional.
g) Biblia de Torres Amat (1825): Traducción neoclásica del Nuevo Testamento y Salmos, fiel a la Vulgata.
h) Nota sobre la Reina-Valera: La Reina-Valera (1960) es una traducción protestante que omite los libros deuterocanónicos (como Tobías o Judit) y no tiene aprobación eclesial católica. No debe usarse nunca jamás para fines católicos.
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5.6. Advertencia
Evitar traducciones con paráfrasis excesivas o influencias ideológicas, como ciertas ediciones modernas de la Biblia de las Américas o versiones "inclusivas" que alteran el sentido original.
VI. Actuación del católico de base, del lector y del Sacerdote
ResponderEliminarEl Código de Derecho Canónico (c. 212 §3) reconoce el derecho y el deber de los fieles de expresar sus preocupaciones a la jerarquía cuando el bien de la Iglesia está en juego. Ante una traducción defectuosa, se deben seguir estos pasos:
6.1. Fiel de base
a) Usar traducciones fieles para estudio, oración y catequesis
b) Ver Dei Verbum y Liturgiam authenticam para entender los errores de traducción
c) Advertir con caridad a otros fieles sobre la confusión que puede generar una traducción defectuosa, usando argumentos teológicos y filológicos
d) Presentar una queja formal por escrito:
- Conferencia Episcopal competente (comisión bíblica o litúrgica)
- Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (liturgia)
- Dicasterio para la Doctrina de la Fe (doctrina)
e) Casos graves: supplicatio (apelación formal) a Roma (cc. 1417, 732-1739 CIC)
f) Rechazar la traducción defectuosa (ut tuta, rechazo total) en su parte problemática, pero aceptarla condicionalmente en su pars sana (la parte correcta) para uso privado, tras un discernimiento cuidadoso
g) Situaciones graves con efectos serios (como confusión doctrinal masiva), los fieles pueden rechazar la traducción abiertamente, incluso con desobediencia o resistencia, basados en su sacerdocio bautismal y su deber de defender la fe (Efesios 6:10-18). Benedicto XVI destacó que, ante errores graves (herejías), los fieles deben resistir con valentía para proteger la verdad (carta a obispos, 7.7.2007; audiencia general, 10.10.12)
...
6.2. Sacerdote
6.2.1. Usar traducciones fieles en la predicación, catequesis y liturgia, con aprobación eclesial
6.2.2. Enseñar el significado correcto de los pasajes controvertidos, apoyándose en la Nova Vulgata y comentarios patrísticos o exegéticos confiables
6.2.3. Informar al obispo o a la conferencia episcopal sobre la traducción defectuosa, con argumentos
6.2.4. Si la traducción es litúrgica y genera confusión, solicitar permiso para usar una versión alternativa aprobada (c. 838 §3 CIC)
6.2.5. Rechazar la traducción defectuosa (ut tuta) en su parte problemática, usando solo su pars sana (parte correcta) en contextos litúrgicos o pastorales, con autorización eclesial
6.2.6. Actuar con prudencia, evitando conflictos públicos que dañen la comunión, pero defendiendo siempre la verdad con caridad (Efesios 4:15, “hacer la verdad en el amor”)
...
I. EN LA MISA
A. Lector laico (Ministerial o no)
Durante la proclamación:
- Sustituir siempre sin excusas la traducción defectuosa por la correcta: "varones que yacen con varones" o "sodomitas"
Hacerlo con naturalidad, sin comentarios ni pausas dramáticas
No es interrupción, sino corrección reverente in actu respetando la primacía de la Verdad de la Palabra de Dios frente a un acto formal episcopal inválido e ilícito
- Después de la Misa:
Informar al párroco de la sustitución y sus razones canónicas
Aportar documentación: Liturgiam authenticam §20, §29; Nova Vulgata
Solicitar autorización formal para continuar usando la traducción correcta
Negarse a pronunciar la traducción inválida e ilícita, negarse, desobedecer, oponerse y resistirse, con parresía y martirio: nunca obedecer al hombre, sino a Dios. Dimitir y denunciar hasta Roma. Denunciar en medios de comunicación
Fundamento: CIC c. 212 §3 (deber de manifestar opinión salvando la fe); obligación de proclamar fielmente la Palabra (c. 230 §2)
...
B. Sacerdote o Diácono
En la proclamación del Evangelio/lectura:
Sustituir discreta pero claramente la traducción defectuosa por la correcta
En la homilía: explicar brevemente el sentido original de arsenokoitai y la Tradición
- Acción pastoral inmediata:
Informar al obispo por escrito del error y la sustitución realizada
Solicitar autorización para usar traducción alternativa aprobada (c. 838 §3)
Citar Liturgiam authenticam §20, §25, §29, §41, §57 y Dei Verbum 22
Fundamento: Munus docendi (deber de enseñar); c. 528 §1 (deber de transmitir íntegra la doctrina)
II. EN OTRAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS (Liturgia de las Horas, Liturgia de la Palabra, etc.)
ResponderEliminarA. Laicos y Consagrados
Durante la celebración:
Sustituir la traducción defectuosa si son ellos quienes proclaman
Si otro proclama: corrección mental silenciosa (no interrumpir)
Fuera de la celebración:
Informar al responsable de la liturgia (párroco, superior/a)
Usar traducciones fieles en oración personal y comunitaria
Formar a otros sobre el error con caridad y fundamentos
...
B. Religiosos
En comunidad:
Sustituir al proclamar en celebraciones comunitarias
Informar al superior y solicitar uso de traducción correcta
En Capítulo o reunión: presentar moción formal para cambiar la versión usada
Acción institucional:
La comunidad puede dirigirse colectivamente a la CEE o al obispo
Usar traducciones aprobadas fieles (Nova Vulgata, Biblia de Navarra) en la liturgia comunitaria
...
III. ACCIONES COMPLEMENTARIAS (Todos los Fieles)
Fuera de contexto litúrgico:
Estudio y oración: Usar traducciones fieles (Nova Vulgata, Biblia de Navarra, Jerusalén pre-2000)
Formación: Informarse sobre Dei Verbum 22 y Liturgiam authenticam para argumentar sólidamente
Advertencia caritativa: Explicar el error a otros fieles con fundamentos filológicos y teológicos
Denuncia formal escrita a:
- Comisión Bíblica/Litúrgica de la CEE
- Dicasterio para el Culto Divino (cuestiones litúrgicas)
- Dicasterio para la Doctrina de la Fe (cuestiones doctrinales)
- Supplicatio a Roma: En casos graves (cc. 1417, 1732-1739 CIC)
- Resistencia legítima: Si hay confusión doctrinal masiva, rechazo público fundado en el sacerdocio bautismal y deber de defender la fe (Ef 6:10-18; Benedicto XVI, carta 7 julio 2007)
...
IV. PRINCIPIOS CLAVE
- Sustitución no es Interrupción: Cambiar la palabra al proclamar es corrección legítima, no altercado
- Caridad y firmeza: "Hacer la verdad en el amor" (Ef 4:15)
- Jerarquía: Informar siempre a la autoridad competente (párroco → obispo → Roma)
- Prudencia: Evitar escándalos innecesarios, pero nunca silenciar la verdad
- Fundamento: Liturgiam authenticam §20, §29, §41; Dei Verbum 22; CIC c. 212 §3, c. 838 §3
- Es pecado mortal aceptar el brocardo "el que obedece nunca se equivoca": el que obedece al mal peca gravemente, no se obedece al hombre sino a Dios. Un consagrado, sea papa, obispo o cura, si ordena hacer un mal, carece de obligatoriedad y su mandato es nulo de pleno derecho.
Resumen:
Todo fiel que proclama puede y debe sustituir la traducción defectuosa por la correcta durante la lectura litúrgica, informando después a la autoridad. Es desobediencia ante el mal y fidelidad a la Palabra de Dios y a la Tradición.
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VII. Principio de discernimiento
La fidelidad al Magisterio (enseñanza oficial de la Iglesia) no significa aceptar ciegamente traducciones defectuosas. Según Dei Verbum 10, el Magisterio tiene la autoridad para interpretar la Escritura, pero los fieles y los exegetas también contribuyen a preservar la doctrina correcta (Dei Verbum 12, 23).
7.1. Evaluación
Una traducción puede rechazarse completamente (ut tuta) si pone en riesgo la fe. Sin embargo, puede aceptarse condicionalmente en su pars sana (parte correcta) bajo supervisión eclesial.
7.2. Corrección
Cualquier corrección debe hacerse con respeto, claridad y amor a la Iglesia, buscando siempre el bien común.
VIII. Conclusión
ResponderEliminarLa traducción de arsenokoitai como "hombres que practican sexo ilícito" es ilícita, inválida para uso litúrgico y no recomendable, ya que viola normas eclesiales y genera confusión doctrinal.
Puede considerarse non tuta (no segura) en su parte defectuosa, pero aceptable condicionalmente en su pars sana tras un discernimiento teológico.
8.1. Acciones Recomendadas
8.1.1. Priorizar traducciones fieles como la Nova Vulgata, la Biblia de Jerusalén (pre-2000) o la Biblia de Navarra.
8.1.2. Informar y educar a otros fieles sobre el problema con caridad y argumentos sólidos.
8.1.3. Denunciar formalmente la traducción defectuosa a la autoridad competente (Conferencia Episcopal o dicasterios romanos), conforme al c. 212 §3 del Código de Derecho Canónico.
8.2. Responsabilidad
La defensa de la Palabra de Dios requiere responsabilidad, discernimiento y acción concreta, siempre en comunión con la Iglesia.
Los católicos, tanto laicos como sacerdotes, deben actuar con valentía y prudencia para proteger la fe, y lo deben de hacer con parresía y martirio: nunca aceptar el mal, oponerse, desobedecer y resistirse, no colaborar nunca jamás (Benedicto XVI lo dejó claro).
Para procedimientos canónicos, el Código de Derecho Canónico da posibles vías (cc. 212, 838, 1417, 1732-1739).
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Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
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