
El mundo anda tan revuelto, con espías dobles, con fuego amigo que ni sabes de dónde te viene, con infiltrados de todo género, con ataques y atentados de falsa bandera… Mira lo del Nord Stream, que por todos los indicios va pareciendo que los más perjudicados con su voladura, son los que han echado más leña al fuego. En fin, que el mundo anda muy muy loco. Y la Iglesia, con el misterio del nuevo papa, tan misterioso que no hay manera de saber si tira para arriba o para abajo…
Con todo eso, el tío Caldú anda también misterioso, agitado, soltando por ahí secretos a jirones, muy parecidos a las profecías de san Malaquías. Por lo que va diciendo, cree haber adivinado las intenciones del papa León, y cree que no es él el único, sino que hay un círculo cerradísimo en torno al papa, que conoce sus más secretas intenciones. ¿Y a que no sabéis quién está en el núcleo de ese círculo cerradísimo? Pues nada más y nada menos que nuestro paisano Don Juan José Omella, cardenal de la Santa Iglesia, por la gracia del incomparable e insuperable papa Francisco.
Todo va de la profunda reforma de la Iglesia, respecto a la cual dicen que Francisco dejó un “memorándum” con sus últimas voluntades y se lo confió precisamente a su fidelísimo amigo el cardenal Omella. Y no se sabe cómo, que eso no lo explica, el tío Caldú sabe de qué van esos papeles. Y hasta va dejando, el muy tuno, que la gente se crea que tiene una copia. Este supuesto memorándum -dice- sería una guía estratégica para el papa León XIV, el sucesor de Francisco, que estaría ejecutando una transformación radical de la estructura pastoral, económica y doctrinal de la Iglesia.
Es que la Iglesia que le ha tocado gobernar al papa León XIV, cada vez tiene más las pintas de Iglesia en liquidación, hasta dejarla en el pequeño resto que predijo Benedicto XVI. Y si vamos en esa dirección, que de momento parece la única posible, lo de las Comunidades pastorales no pasa de ser una broma simpática.
El caso es que el tío Caldú presume de estar en el secreto de la reforma radical de toda la estructura pastoral de la Iglesia, en que está trabajando en silencio León XIV. Y sabe, o dice saber que el papa se ha fijado en Omella por la experiencia que ha acumulado en la reconversión pastoral de su archidiócesis.
“Nuestro Juan José -afirma el ilustre calandino- es uno de los grandes activos con que cuenta la Iglesia, porque está en quiebra económica; en concurso de acreedores, que se dice ahora. Y resulta que los más voraces acreedores son las víctimas de abusos que, según vayan o vengan las nubes y su generosidad, así brotan del suelo como setas de otoño. Y sin una gestión sagaz del inmenso patrimonio inmobiliario de la Iglesia, el desenlace puede ser ruinoso.”
“Ah, claro -terció el Aurelio llevándose un dedo a la frente-, el mayor activo económico que tiene en este momento la Iglesia, es sin ningún género de dudas, el cardenal Omella, nuestro paisano, que con la espectacular operación de las inmatriculaciones ha rescatado y acumulado un nuevo Peculio de San Pedro, de unas dimensiones inconmensurables”.
Sonaron los aplausos y los “¡bravo!” en el bar La Bellota. Era cierto. Nadie había caído en la cuenta de las geniales dotes económicas de nuestro Juanjo. Si exceptuamos al cardenal Secretario de Estado del Vaticano, que es el que ha de lidiar ese morlaco. “Y si a esto añadimos –retomó la palabra Caldú cuando cesaron las expresiones de entusiasmo- el genial avance del cardenal en sus “unificaciones pastorales”, tenemos completada la silueta de nuestro gran hombre.
“Pero no todo son aplausos”, dijo el tío Caldú, bajando el tono y mirando de reojo al Aurelio, que ya se había servido otro vermut. “Porque hay quien dice que tanta unificación pastoral no es más que una forma elegante de cerrar parroquias, de vaciar las misas y de convertir la fe en una especie de franquicia espiritual, con sede en la Plaza de San Pedro y sucursales en los centros comerciales”.
El silencio se hizo en La Bellota. Hasta el camarero dejó de secar vasos. Caldú se acomodó la boina y siguió: “Y si eso es así, entonces el pequeño resto no será una metáfora, sino una realidad. Un puñado de fieles desperdigados, sin templo ni pastor, que se reunirán en casas, como en los tiempos de las catacumbas. Porque lo que se viene no es una reforma, sino una poda. Y ya se sabe que después de la poda, o brota lo nuevo… o se seca el sarmiento”. Pero, pero… si las cosas vienen mal dadas, no habrá poda, sino tala: que la dramática homosexualización del clero (parece que sobre todo el alto clero), con su cuota inevitable de pederastia, sólo talando, aunque sea desertizando, se puede afrontar. Mírate el jubileo arcoíris que con tanto cariño acoge la Iglesia”.
“¿Y tú qué crees, Caldú?”, preguntó la Paquita, que había estado escuchando desde la máquina de tabaco. “¿Tú crees que esto es el fin o el principio?”
Caldú se quedó pensativo… “Yo creo que es el principio del fin… de una forma de entender la Iglesia. Pero también puede ser el fin del principio, si lo que brota es auténtico. Porque si el papa León XIV logra que la Iglesia se despoje de lo accesorio, de lo burocrático, de lo inmobiliario… y se quede con lo esencial, con el Evangelio, con la Eucaristía, con la comunión de los santos, con una moral firme y enfrentada a este mundo podrido… entonces sí, entonces Omella será recordado no por sus balances pecuniarios, sino por haber sostenido el armazón eclesial cuando todo parecía derrumbarse”.
Aurelio asintió, aunque no parecía muy convencido: “Eso está muy bien, Caldú, pero mientras tanto, ¿quién paga la luz de la sacristía?”
“Eso, amigo mío”, respondió Caldú con una torcida sonrisa, “lo sabremos cuando se publique el memorándum ese. Si es que existe”.
Cuando acabó la simpática tertulia me fui cojeando y pensativo hacia mi humilde morada. Ciertamente, el relato del tío Caldú, entre vermuts y profecías, refleja la inquietud de muchos fieles ante una Iglesia que parece navegar entre la reforma y la ruina. La figura del cardenal Omella emerge por ello como símbolo de una gestión pragmática, pero también como posible custodio de un legado espiritual que se resiste a desaparecer. En medio de conspiraciones, memorandos secretos y reformas pastorales, siempre quedará el pequeño resto: ese núcleo irreductible de creyentes que, como en tiempos antiguos, sostendrá la fe no por decreto episcopal, sino por divina convicción. Y quizá, en ese resto, esté la semilla de la Iglesia que vendrá.
Pero me quedé con la duda de si habrá poda o habrá tala, que hasta podría ser el camino más corto a la unidad en la que sueña León XIV. El tío Caldú no ha soltado prenda (nos ha obsequiado sólo con el título del drama). Seguro que sabe mucho más sobre la reforma de la Iglesia que nos prepara el papa. Queda en pie la gran pregunta: ¿Poda o tala?
El Cojo de Calanda
Lo que ha hecho Omella es una “perestroika” mal hecha y de peor aplicación.
ResponderEliminarDurante el proceso de reuniones de trabajo, con el Consejo episcopal, obispos auxiliares, arciprestes, moderadores de las Comunidades Pastorales, Consejo Presbiteral, CPD, se nos vendio que los nuevos arciprestes con funciones de Vicario episcopal, seguramente deberian dejar su parroquia, para dedicar-se a su nueva función con dedicación.
Y vemos que se ha nombrado a sacerdotes con cuatro parroquias, director de tres residencias, delegados,…
Nunca sabremos el resultado de la consulta, una verdadera tomadura de pelo, da la impresion que solo se fian de un pequeño grupo de sacerdotes, dejando a otros muchos muy validos al margen.
A menos que estos nombramientos últimos se hayan hecho “para no se haga nada”, pues es imposible que algunos con tantos cargos tengan tiempo para preocupar-se de 30-35 parroquias y atender a los sacerdotes de esa zona.
Esta vez se vera que el papel no lo aguanta todo.
Un desastre sin paliativos, ni matices.
Ya solo faltaba el documento que piden firmar para que las cuentas de una parroquia, las lleven desde el obispado.
Con un nuevo programa que a día de hoy no se ha hecho ninguna formación a laicos y sacerdotes. Y pretendian que en enero 2026 este operativo.
Desde fuera da la impresión que no se fian, que desconfian,…
El sustituto de Omella tendra trabajo para arreglar todo este desaguisado.
Que esta dejando a muchos sacerdotes cansados, y a otros esperando su jubilación.
Uff Perestroika...como un tal Gorbachov que después estuvo en la masónica "Carta de la Tierra" . Francisco sancionó ese documento masonico en su "Laudatus Si" y ahí ya tenemos sancionada la Agenda 2030. Francisco si que nos montó una perentoria!
EliminarCaldú se quedó pensativo… “Yo creo que es el principio del fin… de una forma de entender la Iglesia. Pero también puede ser el fin del principio, si lo que brota es auténtico. Porque si el papa León XIV logra que la Iglesia se despoje de lo accesorio, de lo burocrático, de lo inmobiliario… y se quede con lo esencial, con el Evangelio, con la Eucaristía, con la comunión de los santos, con una moral firme y enfrentada a este mundo podrido… entonces sí, entonces Omella será recordado no por sus balances pecuniarios, sino por haber sostenido el armazón eclesial cuando todo parecía derrumbarse”
ResponderEliminar...
Exacto, es un pontificado que "puede" ser parteaguas, hito, corte, divisoria... "puede"...
El Tio Caldú resulta que no se ha contagiado de Dimoniet Separatista Catalán, debemos dar gracias a Dios por ello. Todo lo demás que le criticamos son ajustes económicos y reparto de parroquias. Es la hora de los laicos para atender parroquias, los sacerdotes con sólo su misión específica de misa y sacramentos pueden aguantar la falta de vocaciones. Quedo estupefacto cuando veo en un Viacrucis que es imprescindible que lo rece un clérigo, pues empezar por ahí y el problema solucionado. Y que no se olviden los obispos y los curas de potenciar el "ábside" para predicar, este invento de los inteligentes arquitectos medievales para la perfecta acústica en los templos. Además de Diluvio y Pentápolis, claro.
ResponderEliminar¿A alguien le hace gracia la historia del Tío Caldú? Seguramente al Sr. Garrell porque le permite reivindicar la predicación del Diluvio, Pentápolis.
ResponderEliminar9.37 ¿Es usted de algun carisma antipentapolista? ¡Abra los ojos que Occidente es una pluripentápolis! ¿Y sino qué es lo del Akelarre de Roma del sábado pasado?
Eliminar¡Cuánta razón lleva el anónimo de las 0'03 y qué confuso e imaginativo el artículo del Cojo de Calanda!
ResponderEliminarOmella no tiene categoría para emprender ninguna reforma, ni creo que el Papa pueda confiar en él. No pretende otra cosa que imponer sus criterios antes de dejar Barcelona -que él pretende que se alargue lo más posible en el tiempo-, unas veces siguiendo lo que decía el papa Francisco, otras por su propia voluntad; se cree el justiciero de la noche, quiere dejar las cosas bien atadas antes de dejar el cargo en esta lamentable etapa de la diócesis: la organización territorial, la desaparición del seminario, la cuestión económica -que más de lo que él piensa, que no puede pensarlo, le viene dictado por la conferencia episcopal española. Sí, ¡cuánta razón lo que el artículo dice sobre los sacerdotes!, los más, desanimados y mareados por Omella, otros represaliados -y lo que se guarda en la manga para realizarlo antes de marcharse y contra alguno de sus sacerdotes- y los mayores con ganas de jubilarse y dejarlo todo. Sus auxiliares, hartos de él, miran de escapar pronto de Barcelona. Y todos le tienen miedo, porque Omella es vengativo, soberbio e implacable con quien se muestra contrario a su pensamiento, no por amor a la verdad, sino porque todo gira en torno a su ego, una opinión diferente a la suya lo toma como un ataque personal, característica propia de las personas con complejo evidente de inferioridad.
Mala cosa la.soberbia..
EliminarEs lo que abatir a Lucifer, ¡tan grande cómo se creía que era! Dios bendiga a los Santos sacerdotes de la diócesis de Barcelona, que haberlos hazlos y de sana doctrina, no dejándose confundir como indicó Benedicto XVI. Paciencia!
Lo del Cojo cuando afirma "la Iglesia, con el misterio del nuevo papa, tan misterioso que no hay manera de saber si tira para arriba o para abajo…"..eso suena a decir que León XIV sería gallego que no sabes si suben o bajan. El acabase, el Papa indescifrable como el Caudillo de El Ferrol
ResponderEliminarDiscrepo con eso de que Omella era tan intimo de Francisco. Quien debía tener el memorándum sería alguien más intimismo, el de la teología besucona, SER Tucho. ¿Se sabe algo si Tucho recibió a los peregrinos gays?
ResponderEliminarLos números son tozudos, Sr. Cardenal. Un solo año en el Congo no le hace misionero. Una sola fotografía en el metro no le hace un arzobispo que se mueva habitualmente en transporte público. Un sólo seminarista incorporado en el anterior curso no le da autoridad moral para sus cambios en el seminario, que ha hecho unilateralmente, sin la amplia consulta diocesana que la unificación con las otras diocesis requiere. En fin, Sr. Cardenal, le queda sólo un año de pontificado, o una eternidad. Todo va de unos. Según como, ¡es un número tan exiguo!
ResponderEliminarDicharachero si que es Omella, cuando cuenta lo del tambor de piel y la tribu y que buscan el trozo que falta para completarlo. De vuelta a casa, tras lo del Congo, aquí debe haber atiborrado de "conguitos" y,de ahí, su gracejo.
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