EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

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Nos autem gloriari oportet in cruce Dómini nostri Jesu Cristi
Pero a nosotros nos conviene gloriarnos en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo

Es el introito de la misa de la Exaltación de la Santa Cruz, que este año nos cae en domingo: toda una declaración de principios radicalmente opuestos a los del imperio. Sí, nos gloriamos en la Cruz, el suplicio reservado a los esclavos. Nos abrazamos no sólo a la vida, sino también a la muerte del esclavo. Y ésa, la cruz, es nuestro mayor timbre de gloria. ¿Es ésa, poca revolución? Una explícita y solemne profesión de fe de esclavo. ¿Dónde estamos? Si no conseguimos ver la relación entre cristianismo y esclavitud (de hecho, el más colosal esfuerzo por la liberación de la esclavitud) es que no nos hemos enterado de nada. Y, atención, no perdamos de vista la esclavitud moral, que hoy nos está comiendo por los pies y amenaza con rematar nuestra esclavitud real.  
Y por si fuera poco el revolcón, resulta que el crucificado, ¡el esclavo!, es Dóminus noster Jesus Cristus. ¿He escuchado bien? ¿He leído bien? Nuestro Señor Jesucristo (recordemos que “señor” es sinónimo de “dueño”, de “amo” del esclavo; esto, en el creacionismo se entiende muy bien). Sí, he leído bien. Nuestro dueño y señor es Jesucristo, el crucificado, in quo est salus, vita et resurrectio nostra: en el cual está la salud (algún día tendremos que pararnos en eso de que salus exprese en plano de total igualdad la salud y la salvación), la vida y la resurrección nuestra. Sí, al hablar de “resurrección” (la resurrección de los muertos) no olvidemos que el afán de Dios es volver a levantar (eso es también re-súrgere) al hombre caído por el pecado. Devolverle al hombre su inocencia original (in-nocens es el que no hace daño), su bondad. Por ahí anda la salvación. ¡Enorme tarea! 
Per quem salvati et liberati sumus. Por el cual hemos sido salvados (¡también sanados!, que el pecado tiene mucho de enfermedad moral, es decir psíquica: anímica en latín) y liberados. Sí, claro, para que te liberen has de ser previamente esclavo o cautivo (uy, en italiano, “malo”). Y la salvación que nos ofrece Cristo a los esclavos, es elevarnos a la condición de hijos de Dios. Los hijos, por definición son líberi, libres (curioso, se usa la misma palabra para designar al hijo y al libre). 
Sí, claro, in hoc signo vinces: en esta señal vencerás. La señal de la cruz. Bien lo vio Constantino. Pero no era sólo la victoria sobre Magencio, sino, mucho más importante y duradera, la victoria sobre la dominación del imperio opresor de la enorme masa de oprimidos. Fue el enorme vuelco de administrar el imperio mirando a los opresores, a administrarlo mirando a los oprimidos. Un impresionante terremoto geopolítico. 
A los opresores ya no les quedaba recorrido. Habían perdido fuerza (¡virtud!, física y moral) hasta el punto de que sus hijos ya no estaban dispuestos a servir en el ejército: preferían contratar mercenarios (los futuros invasores) para que les defendieran las fronteras. Y por los resultados se vio el error fatal al que llevó esa falta de “virtud” y virtudes de los dominadores, que pasaron al bando de los dominados. El nuevo signo de victoria para el imperio (ya en proceso de extinción) pasó a ser la cruz, la señal con que se identificaban los oprimidos.
La virtud (fortaleza, al fin y al cabo) había cambiado de bando. Resultó que había mucha más virtud (la “virtud” propia del esclavo era la capacidad de soportar el sufrimiento); había mucha más virtud, digo, en el bando de los oprimidos (de hecho, los esclavos), que en el de los opresores. Y justamente eso fue lo que provocó el cambio de los polos del poder y la dominación.
La exaltación de la Santa Cruz es la exaltación del Sacrificio (claro, el Sacrificio de la Cruz) voluntariamente aceptado. Algo que se entiende muy mal en una sociedad tan exacerbadamente hedonista como la nuestra. En efecto, el sacrificio es una virtud. O formulado de otro modo, es propio de la virtud, aceptar cada cual su cuota de sacrificio. Y quien lo rehúye, en realidad renuncia a la virtud. Sin olvidar que el sacrificio es sacrum fácere, convertir algo en sagrado. Y sí, los sufrimientos soportados por una alta causa, como los sufrimientos de la cruz, ganan predicamento, porque son sagrados: alcanzan la noble condición de sacrificios.
Pero parece que no hemos digerido bien eso de la cruz, que finalmente nos recuerda nuestra condición de esclavos. Nos creemos (además, a pies juntillas) que no es la cruz quien nos ha liberado, sino el trabajo: tan propios y caracterizadores del esclavo la una como el otro. Con una vida diseñada para el trabajo, que fue siempre ésa, y no otra, la razón de ser del esclavo (la de la esclava va por otro camino), desde que se instituyó la esclavitud. Y sí, andamos con la ilusión (propia de ilusos) de que el trabajo nos libera gracias a que lo aceptamos “voluntariamente” (se ha dicho siempre que quien no trabaja no come: pura voluntariedad). Eso ha llevado a gran parte de la humanidad a vivir para trabajar (curiosamente, éstos son los que han prosperado gracias al trabajo); y a una parte mucho mayor, los ha llevado a trabajar para vivir (por lo general, penosamente).
 
La cristiandad tuvo bien claro que su liberación estaba en la cruz y en todo lo que ésta implicaba. Dios estaba en el centro de su vida y de sus afanes. Pero llegó el tiempo en que sintiéndose abrumada por el peso de la cruz, creyó que Dios era su peor factor de esclavización. Y se desembarazó de Dios y de su Cruz, creyendo que por fin se había encaminado por el camino de la libertad. Llevamos tan sólo dos siglos y medio por ese camino; y es evidentísimo que no lleva a la libertad, sino que nos devuelve a los peores momentos de la esclavitud. Quien no lo ve, es porque no quiere verlo; y como decía mi madre, no hay más ciego que el que no quiere ver.   
Es evidente que la Cruz estableció un nuevo orden mundial, en el que el poder absoluto pasaba a ser competencia absoluta de Dios-Padre-Creador, que redistribuyó el poder y la dominación con criterios sagrados: todos los que tenían poder, lo tenían por voluntad de Dios y como emanación del poder de Dios.
Hemos pasado de ahí al poder por delegación del hombre (del dominado haciendo como de dominador). Y hacemos como que nos creemos que nuestros dominadores acceden a esa función por la voluntad de los dominados. ¡Pobres ilusos!
Nos autem gloriari oportet in cruce Dómini Nostri Jesu Cristi. Y a pesar de todo, lo que nos conviene es gloriarnos en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Y arrinconar las demás cruces que nos ha ido imponiendo el sistema, hasta aplastarnos y anularnos bajo su peso. Es propio de cristianos abrazarnos a la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Y gloriarnos en ella.
Virtelius Temerarius

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7 comentarios

  1. Me tiene intrigado el pasaje del Evangelio donde Jesús menciona la "cruz" mucho antes de ser crucificado en la mencionada "cruz", donde dice algo parecido a esto: "el que quiera seguirme que tome su cruz y me siga". Creo que en versión original este capítulo debería decir: "el que quiera seguirme que tome su sacrificio para el prójimo y me siga". Pero en versiones posteriores de los Evangelios pusieron para facilitar la compresión la palabra "cruz" donde debía decir jesucristo "sacrificio". Creo que se entiende perfectamente que Jesucristo no debía hablar de tomar ninguna "cruz" antes de morir crucificado. Creo que el poner "cruz" en donde debería decir "sacrificio" fué un apaño de la transmisión de los Evangelios. No se menciona antes de la crucifixión que estaba planeado su sacrificio en la cruz, podía haber sido inmolado de otra forma. Un reto para los teólogos oficiales este versículo.

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    1. «He venido para ser Camino, Verdad y Vida. Os doy la Verdad con lo que enseño. Os aliso el Camino con mi sacrificio; os lo trazo e indico. Pero la Vida os la doy con mi Muerte. Y acordaos de que quien responde a mi llamada y se alista en mis filas para cooperar en la redención del mundo debe estar dispuesto a morir para dar a otros la Vida. Por tanto, quien quiera seguirme debe estar dispuesto a negarse a sí mismo, al viejo yo con sus pasiones, tendencias, costumbres, tradiciones, pensamientos, y seguirme con su nuevo yo.
      Tome cada cual su cruz como Yo la tomaré. La tome, aunque le parezca demasiado infamante. Deje que el peso de su cruz triture a su yo humano para liberar al yo espiritual, al cual no produce horror la cruz; antes al contrario, le es apoyo y objeto de veneración, porque el espíritu sabe y recuerda. Y que me siga con su cruz. ¿Que al final del camino le esperará la muerte ignominiosa como me espera a mí? No importa. No se aflija; antes al contrario, exulte por ello, porque la ignominia de la tierra se transformará en grande gloria en el Cielo, mientras que será un deshonor la vileza frente a los heroísmos espirituales». (María Valtorta, 30-11-1945)
      AMIEES

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  2. No entiendo cómo escribe un texto para llegar a la conclusión que los teólogos oficiales expliquen el versículo. El Evangelio no es un tema para especialistas, sino para cuantos quieren creer en Jesús crucificado.

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  3. "Aráto ton staurón autú", dice el texto griego. TOME SU CRUZ. Si hemos de interpretar metafóricamente estas palabras tan explícitas, dejamos abierto de par en par el juego de las metáforas. Mucho más allá de las parábolas, que ostentan sin tapujos su condición metafórica.

    Decidir arbitrariamente cuándo las palabras de la Biblia son literales, y cuándo metafóricas, es algo peligroso, que en todo caso hemos de aceptar que sea competencia del Magisterio de la Iglesia, y no de cada fiel. A no ser que nos abracemos al "libre examen" de Lutero.

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  4. Un escrito muy interesante y muy bien hecho.

    El ciudadano romano que se aburguesa en Roma con su esclavo particular que le hace el trabajo y al bárbaro que patrulla el limes de lunes a domingo, mientras él se dedica a gorronear, sarnosear y holgazanear en el mejor lugar del mundo, el Foro de Roma y alrededores, se asemeja al ciudadano de hoy con el aborto y su mentalidad antifamilia y antimatrimonio, además de carecer del más mínimo interés por el bien común, y eso que la inteligencia artificial es la herramienta más extraordinaria que ha existido en la humanidad: después de la rueda y de la máquina de vapor, es el tercer invento más trascendental.

    El actual descalabro demográfico que afecta a la natalidad, a la falta de trabajadores, a la necesidad de emigrantes y el envejecimiento de la ciudadanía, ya fue previsto por una famosa demógrafa de la Universidad de Barcelona.

    Con la informática de la época y las fórmulas matemáticas demográficas, les enseñaba a los políticos como el desplome del número de nacimientos debido al aborto y a sus políticas antinatalistas y antifamilia conduciría en el término de unos treinta a cuarenta años a la actual situación.

    La respuesta de los políticos catalanes de aquella época fue la de reírse o la de la más absoluta indiferencia.

    Se llamaban patriotas, nacionalistas, comunistas y socialistas, pero lo mejor es que su verdadera naturaleza era la siguiente: era la misma actitud que la de aquellos ciudadanos romanos aburguesados del siglo primero y segundo después de Cristo, indiferentes hacia el futuro tras la propia muerte o partida y pasársela bien en los cuatro días que quedan de vida: panem et circenses, y après moi, le déluge... La gente del mañana que se espabile, yo aquí y ahora ¡carpe diem!

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  5. Hermosa y profunda reflexión, que tiene su centro en la kenosis de Pablo. Uno de los días cumbre del misterio cristianó.

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  6. Sr. Garrell, Jesús, por ser el Cristo,o sea el Ungido, Dios mismo , ya sabía de antemano el suplicio que le venía encima.

    Perdóneme usted, pero tengo que decirle que está usted en la parra sobre la historia de la Salvación.

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