Con los nombramientos de la semana pasada se clausura en Barcelona la histórica figura de los Vicarios Episcopales, la redistribución territorial de la archidiócesis, configurada en inmensos arciprestazgos, hace innecesaria la existencia de Vicarías Episcopales y de sus consiguientes responsables. A partir de ahora, el Consejo Episcopal, si es que se le continúa llamando así, está formado por los obispos y los nuevos arciprestes.
Desde el año 1973 existe esta figura en Barcelona, el cardenal Jubany, que no quería obispos auxiliares la impulsó, pero la dejó en manos de la Unió Sacerdotal, que elegía a los Vicarios Episcopales, siempre de los suyos, como compensación por no hacerle la vida imposible como hicieron con Don Marcelo. Don Ricardo rompió con esa tradición y de ahí la guerra que le montaron.
Omella al llegar a Barcelona en 2015 mantuvo inicialmente el mismo equipo de Vicarios Episcopales que heredó de Sistach, aunque en 2018 lo remodela hasta su extinción este 2025, incorporando por primera y única vez a un religioso en la persona del salesiano P. Juan José Rodríguez.
En esos dos equipos de gobierno del cardenal Omella se da la circunstancia que han fallecido 5 de esos vicarios episcopales, y no es que fueran muy mayores, y por tanto, por una cuestión lógica les llegara su hora, sino que todos han muerto prematuramente antes de llegar a los 80 años, por diversas y variadas causas.
El primero en fallecer fue Mn. Jesús Sanz García, en 2019, era del primer equipo de Omella, y ya no estaba en el Consejo Episcopal cuando murió de cáncer, en aquel momento era párroco del Corpus Christi de Barcelona.
El segundo fue Mn. Joan Cuadrench, fallecido en 2020, a los 77 años, el COVID se lo llevó, también era del primer equipo de Omella, y era en aquel momento párroco de las iglesias de Sant Sebastià y Santa Maria Magdalena de Barcelona.
El tercero fue Mn. Joan Galtés Pujol, presente en los dos equipos episcopales de Omella, cuando falleció en 2021, a los 76 años como consecuencia de un cáncer, era pro-vicario general de la diócesis y párroco de la iglesia de Sant Gregori Taumaturg.
El cuarto fue Mn. Lluís Ramis Juan en 2024, del primer equipo de Omella, el más joven de todos, murió con sólo 66 años, cuando era párroco de la Basílica de Santa Maria del Pi, de la de Sant Just i Pastor y de la parroquia de Sant Jaume de Barcelona. Aunque oficialmente no se hizo pública la causa de su muerte, quien más quien menos, todo el mundo sabe lo que sucedió.
El quinto y último ha sido en julio de este año 2025 Mn. Antoni Casas Miguel, que estaba en activo como vicario episcopal y como párroco de las iglesias de Sant Ildefons i de la Mare de Déu del Pilar de Cornellà de Llobregat. Un derrame cerebral puso fin a su vida a los 76 años.
Se acabó, al menos momentáneamente, la figura de los Vicarios Episcopales, y falta poco para que termine la era Omella, que ha tenido que presidir los funerales de cinco de los que han sido sus colaboradores de gobierno y uno de sus obispos auxiliares, Mons Antoni Vadell con tan solo 49 años.
Pietro Romano