Literalmente: “La primera Sede no es juzgada por nadie”. Eso significa que al papa no se le puede juzgar, puesto que siendo él la suprema autoridad, no hay en la Iglesia nadie que pueda juzgarlo. Ni siquiera en caso de herejía. A un papa sólo puede juzgarlo otro papa (su sucesor). Y por supuesto, tampoco el colegio cardenalicio, aunque sea en pleno; ni el Concilio, por universal y ecuménico que sea, puede juzgar al papa. Nadie, ni siquiera la Iglesia en pleno, está por encima del papa; y por tanto nadie está facultado para juzgarle mientras es papa, o para deponerle de su cargo. Nadie.
Y no vayamos a creernos que eso fue siempre así. Lo fue el principio desde el tiempo de los patriarcados; el principio sí, estaba claro. Pero la praxis dio muchos tumbos. Y para mal. A la Iglesia le ha costado muchísimo (entre otras cosas, más de un cisma) decantar esta doctrina jurídica. Es la que hoy tenemos, es la que ha regido durante el tormentoso pontificado del papa Francisco. Y son muchísimos los que han tenido que morderse la lengua. Para bien, parece evidente, porque declarar hereje a un papa, aunque lo sea, es cargarse la Iglesia, es dejarla sin cabeza. Como buenos cristianos, hemos de dejar que sea Dios quien se lo lleve cuando lo crea oportuno.
Y bien, habiendo muerto el papa Francisco, ha desaparecido la tentación de juzgarle por tanto descarrilamiento y tanta confusión como le ha ocasionado a la Iglesia. Y todo por ser él quien era. Por eso, por el timor dómini (initium sapientiae et prudentiae), que es el primer principio de orden bajo el poder ab-soluto (sin ataduras); precisamente por eso, toda la maquinaria de poder y autoridad de la Iglesia se mantuvo en sabio, respetuoso y temeroso silencio. Las excepciones (de inspiración sedevacantista las más audaces) de quienes se atrevieron a juzgar al papa, fueron mínimas: y cayó sobre ellos con tremenda dureza la misericordia del papa más misericordioso. Estas misericordias fueron las que dieron lugar al verbo “misericordiar”, tan propio de ese pontificado.
Y todo eso sobre lo que hubo un temeroso silencio, ha explotado hoy como una caldera a presión. Nadie cuestiona la oportunidad de este desbordamiento de juicios y críticas: en general, a la gestión; y excepcionalmente, a la persona.
Muerto el papa ya no se le puede juzgar. De eso se está cuidando Dios mismo. Por eso precisamente se celebran misas en sufragio de su alma. Pero sí que se puede y se debe juzgar su obra, su pontificado. Y a ello se han lanzado con auténtica pasión los cardenales a favor y los cardenales en contra (no de la persona, que ya no está entre nosotros, sino de su obra). Y no sólo es necesario ese juicio, sino que es indispensable. Es su deber y salvación. Si no se conocen y no se reconocen los errores, no hay manera de evitarlos. En eso andan ahora los cardenales: unos, en colocar en la silla de Pedro un continuador de la obra de Francisco; otros, en evitarlo a toda costa. Son las dos visiones antagónicas del “bien de la Iglesia”. Las más conspiranoicas ven a la masonería, a los lobbys y al mismo Satanás enredando en las más altas cúpulas de la Iglesia. A moro muerto, gran lanzada. Ahora todos son valientes criticando.
Y como mandan los ritos, han iniciado el Cónclave invocando al Espíritu Santo: Veni, Creator Spíritus para tener acierto en la elección del siguiente papa. Pero van tardando en entonar con inmenso agradecimiento el Te Deum laudamus por haber superado toda la Iglesia, toda ella, este pontificado sin cometer ningún disparate irreparable, como en el Cisma de Occidente. Éste acabó siendo solucionado por un Concilio convocado por un papa dudosísimo, Juan XXIII, salido de un conciliábulo en Pisa (1409), convocado por los mismos cardenales que depusieron a Gregorio XII y a Benedicto XIII y convirtieron a la Iglesia en tricéfala. Concilio conciliador donde los haya.
Finalmente, el propio Juan XXIII, que se las prometía muy felices, fue obligado a abdicar por el concilio que él mismo convocó en Constanza (1415). Obtenida también entonces la renuncia del romano Gregorio XII, aislado y falto de apoyos, necesitaban la cesión de Benedicto XIII y pasar así a elegir al pontífice “indubitado”. Y comenzaron las presiones.
Como en cierta ocasión, Simón de Cramaud, fiel a la obediencia aviñonesa hasta que murió Clemente VII - lo hizo cardenal-, le dijese a Benedicto XIII que “el papa fue ordenado para preservar la paz y la unidad de la Iglesia”, repuso el Papa Luna con unas palabras que claramente daban a conocer su pensamiento: “Pero no se entienda por eso que la Iglesia está completamente por encima del Papa”. Y eso fue precisamente lo que sucedió en el enloquecido concilio de Constanza.
Como el Papa Luna rechazó las presiones del emperador Segismundo y del rey Fernando de Aragón, reafirmando la legitimidad de su línea sucesoria, fue procesado por el concilio in absentia, declarado hereje y excomulgado. Hereje porque, al negarse a renunciar al papado por “el bien de la Iglesia” (que decidían todos menos él), había “violado sin cesar el artículo de fe unam, sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam, se ha hecho indigno de todos los títulos, grados y honores, ha sido negado por Dios, despojado ipso iure de todos los derechos anejos al papado y a la Iglesia romana y está excluido de la Iglesia como rama seca”. Esta fue la última vez que la Iglesia depuso a un papa, porque la cosa no salió como esperaban.
Y es que el problema continuó. El Papa Luna siguió en Peñíscola hasta su muerte (1423) con unos pocos fieles, sí, pero rodeado del respeto y el afecto de las buenas gentes de Castilla y Aragón que veían como los príncipes seculares se cebaban en la debilidad de un anciano, que se atrevía a cuestionar las decisiones de un poder que coaccionaba y oprimía tan descaradamente la libertad de la Iglesia.
El pontificado de Francisco también se terminó; y detrás de él, Dios le proveerá a su Iglesia otro Sumo Pontífice que será como Dios quiera; y este otro, también pasará. Y, pese a que la doctrina y la fe han sufrido violentos zarandeos durante el recién finado pontificado, no han conseguido desfigurar el rostro de la Iglesia. Porque para hacer rodar la cabeza del papa y dejar a la Iglesia sin cabeza, basta un día, basta un decreto. Pero cambiar la fe y extinguirla, eso no se consigue ni en un siglo: aunque se empeñe en ello el mismo papa.
¿Qué es, pues, más importante, luchar contra el sedevacantismo por no dejar a la Iglesia descabezada, o luchar por defender la fe, la moral y la liturgia? Ontológicamente es más importante luchar por los valores que constituyen la razón de ser de la Iglesia, y que no son contingentes. Pero cuesta siglos destruirlas. Los papas, en cambio, son contingentes. Basta cualquier recurso (sea físico, sea legal) para deshacerse de un papa en menos que canta un gallo. Todos son de duración limitada. Cielo y tierra (¡y papas!) pasarán. Pero mis palabras no pasarán (Mateo 24,35). Los papas pasan; pero la fe no pasa: aunque luchen contra ella los papas e incluso buena parte de la Iglesia, aunque se empeñe todo un estado totalitario en luchar contra ella durante cerca de un siglo. No es fácil, no es nada fácil extinguir la fe.
La Iglesia ha triunfado, ha resistido, una vez más, la tentación de ir contra su cabeza visible. Con la justificación (siempre ha sido la misma) de que esa cabeza arremetía contra la fe de múltiples formas. Algunos (y ésta no es una tentación exclusiva del siglo XXI), por defender a la Iglesia, han estado dispuestos a dejarla sin cabeza. Sospechosa defensa. A éstos les parecerá que, por salvar al papa, nos hemos cargado la Iglesia. Pero evidentemente no es así. La Iglesia, tan severamente castigada en sus más sagradas esencias durante el pontificado recién concluido, sigue en pie, sigue incólume.
Es cierto que, desde los diversos cismas protestantes, la Iglesia no había vuelto a ver sus dogmas atacados. Y como siempre, desde dentro. En las mayores tormentas de la Iglesia se mantuvo preservado el depósito de la fe. Hasta que llegó el pontificado de Francisco, en el que casi todos los dogmas se sometieron a debate; y algunos, a expolio. Sin embargo, como el poder de la muerte no la podrá destruir, la providencia divina dará a su Iglesia una nueva oportunidad de perseverar en la fe verdadera. Esa fe que Jesucristo confió al Apóstol Pedro (“confirma en la fe a tus hermanos”), tras confesarle un amor que lo llevó hasta el martirio.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.www.sacerdotesporlavida.info
Una cosa es que el Papa no pueda ser juzgado por nadie y otra cosa muy distinta es que no podamos denunciar sus errores y herejias. El Papa no esta por encima de Dios, y por tanto no es aceptable que diga barbaridades contra la Fe o Moral.
ResponderEliminarEl mismo San Pablo recrimino a San Pedro su error, y eso que no era un error tan grave como los que ha soltado Francisco.
Decir que tenemos que aceptar el Magisterio de Francisco, cuando es evidente que va en contra del Magisterio de papas anteriores, es una barbaridad. La Fe no es irracional, no se puede aceptar una cosa y la contraria. Y la Iglesia no es una secta, que aplaude a su líder, diga lo que diga.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Fred.
EliminarFelicidades a todos los católicos por el nuevo papa, yo había apostado por un papa americano por ejemplo el Timothy y me ha salido muy redondo el resultado. Aquí el arzobispo Planellas ya ha dicho la suya https://www.diaridetarragona.com/tarragona/joan-planellas-arzobispo-de-tarragona-leon-xiv-confirma-el-fin-del-eurocentrismo-de-la-iglesia-PJ23915093
ResponderEliminarpredicará el nuevo Papa sobre el Diluvio Sr. Garrell?
EliminarSr Garrell...usted debe tener línea directa con el Espíritu Santo...Un profeta incomprendido en esta ola modernista que amenaza con arrasando todo
Eliminar"-Eminencia, es muy tarde. ¿Cómo está?
ResponderEliminar-Disculpa, hijo. Es que recién recobro el celular. Decirte que estoy bien y que el nuevo (Papa) te gustará.
-¿Omella ha pesado, cierto? Un G-9 en el dicasterio de los obispos y ha salido elegido el prefecto de ese dicasterio...
-No seas chismoso. Nada te puedo decir, ya sabes. Me quedo en Roma 10 días más. Vente.
-Lo tengo complicado...
-Te dejo. Adiós. Mi bendición. Me reclaman.
-Amen. "
“La primera Sede no es juzgada por nadie”. Eso significa que al papa no se le puede juzgar, puesto que siendo él la suprema autoridad, no hay en la Iglesia nadie que pueda juzgarlo. Ni siquiera en caso de herejía. A un papa sólo puede juzgarlo otro papa (su sucesor). Y por supuesto, tampoco el colegio cardenalicio, aunque sea en pleno; ni el Concilio, por universal y ecuménico que sea, puede juzgar al papa. Nadie, ni siquiera la Iglesia en pleno, está por encima del papa; y por tanto nadie está facultado para juzgarle mientras es papa, o para deponerle de su cargo. Nadie.
ResponderEliminar...
Es una interesante hipótesis. Pero hay otras hipótesis.
La herejía pontificia afecta directamente al munus (título) y ministerium (ejercicio activo y pasivo: gobernar, educar y santificar; y orar y sufrir). Un papa es también monarca absoluto: poder ejecutivo, legislativo y judicial, como jefe de Estado y jefe de la Iglesia, y ésta además proporciona potestad de enseñanza y santificación.
Herejía es negar o dudar de una verdad de Fé, conlleva excomunión y pierde su munus porque un papa debe de confirmar en la Fé a sus hermanos. La relación entre fiel y consagrado es asimétrica (Benedicto XVI): el fiel cumple la misión encomendada por Cristo en la Iglesia Militante, y el consagrado, del diácono al papa, debe de servir al laico.
El heresiarca nunca es juzgado, sino que se acusa, juzga y condena a sí mismo, (hæresiarcha semetipsum accusat, iudicat et condemnat), pues tiene plena capacidad y competencia teológica y jurídica (de cura a papa) y el papa tiene asesoría fideística y jurídica de Doctrina de la Fé.
Es fácil de entender: un consagrado sabe que una proposición es herética, va contra una verdad de Fé, que está sancionado con la excomunión, y a pesar de ello, lo hace norma jurídica pública, notoria y compulsiva, de validez universal bajo sanción (pertinacia y contumacia).
Para un papa, evidentemente, no existe “La Primera Sede no es juzgada por nadie”, porque "La Primera Sede se ha autojuzgado y autocondenado".
Un papa heresiarca por cometer herejía formal y material, está excomulgado latae sententiae (imperativo legal) non declarata (automáticamente por ley sin necesidad de juicio) con sede impedida absoluta prorsus impedita igual a sede vacante, pierde el munus petrino y se abre cónclave.
El munus (título) lo pierde automáticamente al perder la plena comunión católica por herejía, y para recuperarlo ha de retractarse más una penitencia pública: lógico y normal, pues ya no puede confirmar en la Fé de sus hermanos, perdiendo la capacidad de hacer nombramientos y normativas: no puede nombrar obispos herejes ni aprobar normas heréticas
El problema del papa hoy, respecto de san Pedro y de los papas del siglo I al VIII, es que tiene simultáneamente el concepto de jefe de la Iglesia (Santa Sede) y a la vez, es jefe de Estado dentro de la Comunidad Internacional.
El papa obtuvo la independencia territorial y la jefatura de Estado (Pontifex y Rex-Imperator) con la formación de los Estados Pontificios (Patrimonium Sancti Petri) a lo largo del siglo VIII. En el año 754, el rey franco Pipino el Breve hizo la primera Donación de Pipino al Papa Esteban II, que fue jefe de Estado de Italia Central.
Esto sí complica la situación, pues para la Comunidad Internacional siempre será un Jefe de Estado (Estado de la Ciudad del Vaticano) y sujeto de derecho internacional público (Santa Sede), hasta que tenga una notificación vaticana erga omnes (contra todos) de que ha perdido oficialmente su jefatura de Estado.
Por ello, para dejar de ser jefe de Estado, sí se debe de convocar un órgano oficial para que declare oficialmente su pérdida de la jefatura de Estado por pérdida de su jefatura de la Iglesia a causa de herejía y excomunión, bien por concilio o por el colegio de cardenales (un acto político), pues es absurdo dejar de ser jefe de la Iglesia (Papa) y continuar siendo jefe de Estado (monarca absolutista): se puede ser papa y no monarca, pero imposible ser monarca sin ser papa.
Benedicto así lo reflejó con el uso de la historia y la lógica teológica y jurídica.
ResponderEliminarArrio (256–336) fue un presbítero de Alejandría, y lanzó su herejía: "“Si el Padre engendró al Hijo, entonces el Hijo que fue engendrado tuvo un principio de existencia, y de esto se deduce que hubo un tiempo en que el Hijo no era”".
El Hijo (Jesucristo) no es eterno de la misma manera que Dios Padre. Según su doctrina, hubo un tiempo en el que el Hijo no existía, y solo fue creado por el Padre en un momento específico.
Dos herejías de Arrio:
1. El Hijo no es eterno, según Arrio. Esto significa que Jesucristo no es coeterno con el Padre.
2. El Hijo no tiene consustancialidad (homoousios) con el Padre, contradiciendo el Concilio de Nicea: el Hijo comparte la misma naturaleza que el Padre, es eterno y sin principio.
San Atanasio, aunque santo y defensor de la ortodoxia, fue perseguido y exiliado repetidamente por defender la verdad cristiana sobre Cristo contra Arrio, interviniendo en el Concilio de Nicea que declaró a Arrio como heresiarca.
Su famoso lema fue:
«Athanasius contra mundum» – «Si el mundo va contra la verdad, entonces Atanasio contra el mundo»
Fue exiliado cinco veces, pasando 17 años fuera de su sede episcopal. Fue acusado falsamente de diversos delitos (como violencia, traición y hasta asesinato), todos ellos fabricados por sus adversarios arrianos, que usaron los concilios y al emperador para deponerlo.
Benedicto XVI nos indica que en aquella situación de herejía eclesial ("La Iglesia se durmió católica y despertó arriana"), que afectaba a los consagrados (presbíteros y obispos), todo católico tenía el derecho y el deber de oponerse, resistirse y desobedecer a todo consagrado heresiarca excomulgado latae sententiae non declarata.
Ello deriva de su condición de sacerdote bautismal, lo que le convierte en soldado de Cristo (Efesios 6). En la crisis arriana, todo laico se separó de su obispo y presbítero heresiarca y se fue con los consagrados fieles, a los que destinó su dinero, bienes y servicios.
Hay también dos grandes pensamientos:
1. El dominico Melchor Cano expuso su proposición:
«El Papa que actúa políticamente, como político se le trata».
Que se puede resumir en:
"El papa que no actúa como papa, se le trata como no papa"
página 81:
(5) PARECER SOBRE LA GUERRA CON EL PAPA PAULO IV
larramendi.es/esc_sal/i18n/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1021534
2. Es lícito desobedecer al Papa y al Emperador en materia grave que causa efectos graves
a) Francisco de Vitoria
De potestate Papae et Concilii: si el Papa, por sus órdenes o actos, destruye la Iglesia, se le puede resistir y se puede impedir la ejecución de sus mandatos
b) Sylvester Prieras
Si el Papa comete acciones malvadas que perjudican a la Iglesia, no debe ser obedecido en lo malo y puede ser resistido con corrección cortés, basándose en la ley natural (Dialogus de Potestate Papae)
c) Cardenal Torquemada
Summa de Ecclesia que si el Papa ordena algo contrario a la Escritura, la Fé católica, los sacramentos o la ley natural o divina, no debe ser obedecido.
d) Alcuino de York
En Adversus Felicem (Libro III, siglo IX): "Aquel que se adhiere a la falsa doctrina, aunque sea por ignorancia, se aleja de la verdad, y si lo hace con pertinacia, se convierte en enemigo de la fe". La adhesión es por obediencia, creencia o práctica y desmiente la máxima "el que obedece nunca se equivoca".
......
Conclusión
Mientras los consagrados se debaten sobre el destino del papa hereje excomulgado latae sententiae non declarata en sede impedida (pierde todo el ministerium y el munus), el laico lo tiene fácil según Benedicto XVI: automáticamente no lo ha de obedecer y debe de resistirse y oponerse al papa hereje, a sus nombramientos y normativas, en virtud de su potestad de defensa martirial de la Fé derivada del sacerdocio bautismal y de ser soldado de Cristo (Efesios 6), y no debe de darle ni dinero, ni bienes ni servicios, ni al Papa ni a ningún consagrado hereje (oraciones, oiga, las que quiera)
Estén atentos al tal Prevost Martínez, León XIV. No miren la formalidad, si tiene el nombre de León, crucifijos, estolas, mucetas, si se parece más a Benedicto que a Francisco, si su madre es española y tiene doble nacionalidad EEUU-Perú, ni tampoco sus declaraciones (sinodalidad) o gestos (referencias a Francisco), o si sabe muchos idiomas, o si fue misionero, o si dice que ecumenismo y justicia social, todo esto es pura teatralización del poder... mera apariencia, puro fenómeno, palabras al viento, gestos en el aire...
ResponderEliminarSólo hay que mirar la substancialidad, lo objetivo y material, el contenido verificable que firma pontificalmente de manera obligatoria y universal (¡los cargos y las normas!), lo que tolera y disimula, lo que omite (derogar casi todo lo de Francisco), lo que calla (el pacto con China, los apóstatas alemanes)...
Sólo así sabremos si el tal Prevost Martínez, León XIV, es un Francisco II (un lobo vestido de oveja), pues viene del gobierno de Francisco (prefecto de Obispos), o sigue a Juan Pablo II y Benedicto XVI... y lo vamos a saber muy pronto...
...
Un papa adquiere plenos poderes (plenitudo potestatis) en el momento en que acepta su elección canónica durante el cónclave.
La secuencia es la siguiente:
1. Elección válida por parte del cónclave, con la mayoría requerida (dos tercios)
2. El cardenal decano pregunta al elegido:
"¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?"
Si el elegido acepta y ya es obispo, en ese momento se convierte en papa con todos sus poderes.
Por tanto, el momento clave es la aceptación de la elección, no la misa de inicio de pontificado, ni cuando se pone el vestido blanco, ni el anuncio público cuando sale al balcón, es decir, ya es papa desde la tarde de ayer, y por lo tanto, ya puede nombrar y normativizar con carácter imperativo y universal desde ya.
Si yo hubiera dicho "el tal Prevost Martínez, León XIV" en presencia de mi santa abuela, mujer piadosa y recia, me hubiera dado, con toda razón, una buena colleja que me habría de servir de linda catequesis para referirme a Su Santidad el Papa León XIV con términos siempre decorosos.
EliminarPrevost Martínez, León XIV, ha salido del gobierno de Francisco, el peor papa de la historia... debe de demostrar que no es Francisco II... le queda tiempo, pero poco...
EliminarSi no yerro, Prevost Martínez permitió la confesión telefónica en su catedral, algo prohibido:
ResponderEliminar"También se realizaron confesiones respetando la distancia entre el sacerdote y las personas. Aunque, se han iniciado confesiones vía teléfono".
rpp.pe/peru/lambayeque/lambayeque-chiclayo-decenas-de-fieles-asisten-a-misas-presenciales-en-el-primer-dia-de-cuarentena-focalizada-noticia-1277123
La Iglesia Católica prohíbe terminantemente las confesiones sacramentales por teléfono, televisión, radio o redes sociales debido a la necesidad de presencia personal, confidencialidad y validez sacramental. Las normas principales que lo regulan son los cánones 960, 964 y 1388 del Código de Derecho Canónico, junto con las disposiciones de la Penitenciaría Apostólica.
Si no es posible confesarse presencialmente, la Iglesia recomienda un acto de CONTRICIÓN PERFECTA en casos de necesidad, con la intención de confesarse cuando sea posible.
...
Nota de la Penitenciaría Apostólica
Fecha: 20 de marzo de 2020
Aprobada por el Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor
Nota sobre el Sacramento de la Reconciliación en la actual situación de pandemia
Prohibición de confesiones electrónicas:
La confesión por teléfono, videollamadas o internet (Zoom, Skype, redes sociales) no es válida debido a:
Falta de sigilo sacramental (Canon 1388).
Ausencia de encuentro personal.
Incumplimiento de requisitos de validez (Cánones 960 y 964).
Alternativa en ausencia de confesión presencial:
En caso de imposibilidad de acceso a un sacerdote, se recomienda un acto de contrición perfecta:
Arrepentimiento por amor a Dios.
Intención de confesarse sacramentalmente lo antes posible.
Perdona pecados mortales (Catecismo, n. 1452), pero no sustituye el sacramento.
Absolución general en casos extremos:
En grave necesidad (ej. hospitales en crisis), los obispos pueden autorizar absolución colectiva (Canon 961), con obligación de confesión individual posterior.
...
Si fuera cierto empezaría bien el tal Prevost Martínez... A ver cómo sale...
Lo que hizo fue permitir comunicarse por teléfono a unos metros de distancia en presencia física del confesor, para así evitar acercarse mucho con riesgo de contagio o permitir que todo el mundo se enterase de la confesión al tener que darla a gritos. Es válido usar un medio técnico facilitador de la escucha con tal que haya presencia física. Si no lo fuera, que un cura usara audífonos para escuchar la confesión de un penitente también sería inválido. Y por cierto, la tesis de este post, que yo hago mía, es la que nos ha hecho recibir insultos de neocon o de tibios durante años por parte de muchos descerebrados, incluidos algunos importantes blogueros católicos. Por ejemplo en infocatolica.
EliminarSi es así, está bien, pues es personal... También se hace por gestos, signos o por tablas alfabéticas...
EliminarAunque hilando fino, muy fino, está el problema de la discreción, pues ambos se saben mutuamente su número de teléfono, y luego existe un riesgo potencial de escuchas...
De momento hay que ir que con prevención con este nuevo cardenal electo por el cónclave.
ResponderEliminarTenía dos amigos absolutamente nada recomendables, nada más y nada menos que James Martin y Austin Ivereigh
infovaticana.com/2025/05/05/cronica-romana-un-encuentro-con-james-martin-y-austin-ivereigh-que-delata-su-candidato-a-papa/
...
Curioso que hayan elegido a alguien con un pasado de escándalo:
El informe Prevost, al descubierto: publicamos íntegramente la causa contra el prefecto de Obispos
Supuestamente habría encubierto casos de abusos sexuales tanto en Perú como en Estados Unidos, durante su gobierno como obispo de Chiclayo y previamente como superior de los agustinos. Aunque tiene presunción de inocencia, es curioso como los cardenales parecen haberse enredado:
Las acusaciones incluyen haber trasladado sin restricciones a sacerdotes denunciados, haber omitido abrir investigaciones canónicas, haber presionado a las víctimas para guardar silencio y, más recientemente, permitir o promover represalias contra el abogado canónico que asumió la defensa de las víctimas.
infovaticana.com/2025/05/03/el-informe-prevost-al-descubierto-publicamos-integramente-la-causa-contra-el-prefecto-de-obispos/
Al tener inmunidad, inviolabilidad e impunidad de Jefe de Estado, no podrá ser juzgado, aparentemente.
Al haberse aireado este asunto al menos ya no es chantajeable por este motivo, lo que no es poco.
EliminarPor favor, no dé como cierto algo que no lo es. A esto se le llama difamación.
EliminarTiene presunción de inocencia, pero la acusación está ahí, no obstante no se podrá investigar y juzgar porque siendo jefe de Estado, tiene los privilegios de inmunidad y inviolabilidad penal, además de privilegio de fuero... por lo tanto, no sabremos la verdad de si es cierto o falso...
EliminarAntiguamente se investigaba si un cardenal tenía reputación, credibilidad, honorabilidad... hoy, no sé por qué, pero parece que estos requisitos estrictos ya no sirven aparentemente...
Por ahí se escribe que es un continuador de Francisco pero con modales . Ha salido vestido como Papa y no como un campechano. Recemos y esperemos sus frutos. Dios quiera darnos un Papa católico que apaciente al rebaño!
ResponderEliminarLo dice bien... Esperar y sólo ver sus frutos, que incluye los silencios y omisiones...
EliminarTotalmente de acuerdo con su comentario.
EliminarDe momento, no sentí la vergüenza ajena de ver salir al balcón a un montonero vestido de blanco transparente.
Hizo ese gesto para j..der a Monseñor Marini y a todo Católico de buena voluntad.
VEREMOS....
A nemine iudicatur? Quare? Padre Custodio. Hemos criticado, he criticado, a Francisco por sus desvaríos doctrinales. He criticado a Tucho por su torpeza en la redacción de documentos que luego Francisco firmaba con soltura. No puedo criticar a León XIV porque no he oído más que su saludo en la Logia Borghese. Si san Pedro negó a Cristo, aunque lloró amargamente su pecado y se vio ante el tribunal del Señor que le preguntaba si le amaba por tres veces, y fue recriminado por Pablo por su tendencia judaizante, todo pontífice es sujeto de crítica antes y después de su elevación al solio. ¿Supone eso una falta de lealtad o un pecado de soberbia? Pudiera serlo, pero no necesariamente.
ResponderEliminarA propósito del cardenal Prevost, la web Infovaticana publicó unos artículos sobre su comportamiento in vigilando respecto a determinados casos de abusos. Infovaticana publicó los datos que constaban en el Dicasterio de la Fe. Su obligación, por servicio a Cristo y su Iglesia, era darlos a conocer. Pero Prevost les afeó que usaran ese material privado. Prevost es canonista y, supongo, que se atenía a la legislación en torno a la privacidad y secreto de determinados documentos. Prevost sabía quién era Infovaticana. Uno sospecha que sabía algo más de Infovaticana que el común de los lectores.
Francisco y Tucho sabían mucho de Infovaticana. De hecho la leían. No es aventurado pensar que Prevost también. No estoy aventurando nada. Está escrito en el libro de Cercas. Escritas las palabras infames del cardenal Fernández, amanuense de la doctrina proadulterio y prohomosexualidad de santa Marta. No son aventuras. Son textos aparecidos en los Acta Apostolicae Saedis.
Si esa web y otras denostadas por el cardenal argentino permiten explicar el recibimiento pontificio de otra web española de dudosa militancia cristiana, cabe pensar que también leer Germinans. Dios bendiga a Infovaticana, a Infocatólica, a Germinans... Han resultado ser el aldabonazo contra una deriva errática de lo más alto de la Iglesia.
Padre Custodio, a nemine? No. Ab omne fidele.
Le deseo lo mejor a León XIV. Que su Pontificado deje atrás toda sombra y apaciente a las ovejas. Como dicen en su idioma, queremos que empiece su Pontificado "from scratch". Que sea un Papa renacido con la Pascua de Resurrección.
Sr. Valderas. Nunca me habría imaginado que Ud. diese como cierta la "información" que publica Infovaticana. Es la revista "Hola" de algunos que quieren parecer católicos informados. Que el Señor les perdone.
EliminarEl Caso Prevost: está la presunción de inocencia, pero la acusación presenta unos indicios racionales de hipótesis de criminalidad, y por desgracia, no lo vamos a saber nunca porque Prevost Martínez ha sido nombrado Jefe de Estado con los privilegios de exclusión de enjuiciamiento por cargos penales...
EliminarPersonalmente hubiese preferido a mí admiradisimo Cardenal Burke.
ResponderEliminarOREMUS 🙏 y VEREMOS
Sólo me hago una pregunta: ¿Ha oído o leído lo que el cardenal Burke manifestó? Persona que rezuma odio.
EliminarAgradecería opinión personal de Don José M. Valderas Gallardo sobre el nuevo Jefe de nuestra Iglesia del gobierno de Bolaños,Díaz r Illa.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!