Los cardenales -se ubiquen más a la derecha o más a la izquierda-
saben que otro pontificado como el de Bergoglio significaría un suicidio;
más pronto que tarde se produciría un cisma, o dos, o tres.
Specola
Specola
El problema está en la cabeza, siempre en la cabeza. Y cuando la Iglesia está sin cabeza, a la espera de la elección de un nuevo papa; cuando vemos cuál es la mecánica y cuál el órgano de elección del nuevo papa, es cuando vemos con mayor claridad las debilidades del sistema. El gran cisma de occidente, cuando llegó a haber tres papas, se originó en la inseguridad del derecho canónico respecto a las normas de la elección papal, siendo el mayor activador de esos problemas la ambición de los reinos cristianos compitiendo entre sí por ver quién tenía más cardenales para conseguir que saliese elegido papa, el preferido de cada reino. Y si no conseguían que saliese el suyo, ahí estaban prestos con su grupo de cardenales adictos, para organizar el cisma.
Y hoy nos encontramos con la tremenda escisión que hay dentro de la Iglesia, escisión profundizada por el papa difunto, con un colegio cardenalicio hondamente dividido. Y tras los cardenales, los obispos, el clero y los fieles. Tenemos además el componente político antiprogresista hoy, nada irrelevante, que le ha dado un gran sablazo a la ideología “progresista” a la que con tanto fervor se abrazó gran parte del alto y bajo clero; “progreso” que viene promocionando la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, y que tuvo poco menos que abducido a este último pontificado.
La Iglesia cuenta con un importante corpus teológico en torno a la figura y la función del sacerdocio. Otro tanto respecto a la esencia y la función del episcopado: porque uno y otro son de institución divina. Tienen su fundamento y su razón de ser en las sagradas escrituras: no son discutibles.
¿Pero qué ocurre con el cardenalato? Es una institución de orden jurídico y se sustancia y define de principio a fin, en el Derecho Canónico, actualizado por Pablo VI con la Romano Pontífici eligendo y confirmado por Juan Pablo II en la Universi Dominici Gregis, respecto al número máximo de cardenales electores. Los cardenales son un ente jurídico instituido fundamentalísimamente para lo que están en este momento reunidos: asegurar la elección del papa. Y siendo esta función tan fundamental, está rigurosísima y rigidísimamente reglamentada. Lo más determinante de esa elección es evitar la interferencia de los poderes civiles en el poder de la Iglesia (en este caso, en la elección de su sumo pontífice).
Es que en realidad, antes del primado absoluto de Roma, estuvieron los patriarcados, en vigor tanto en la iglesia ortodoxa como en la católica. Y el obispo de Roma (título con el que se identificó el difunto papa Francisco) era un patriarca más que llegó a alcanzar la categoría de primus inter pares. De ahí el “primado” (si hay primero, es porque hay también segundo, tercero, etcétera). Y la Iglesia la formaban todos los patriarcados, que acordaban y aceptaban el primado (¿honorífico?) de Roma, mientras correspondía a los rectores de las iglesias cardinales de Roma (de ahí los cardenales), la elección de “su” obispo. Y fue la escisión del imperio romano en imperio de Oriente y Occidente, lo que a la larga precipitó el cisma de Oriente que separó la iglesia de oriente (Constantinopla), de la iglesia de occidente (Roma). Los avatares políticos del imperio romano influyeron de forma definitiva en la Iglesia. ¿Y hoy? Y seguimos llamándonos Occidente, ¡claro!
A lo largo de su historia, la Iglesia ha arrastrado tremendas cruces por mezclarse de una u otra forma con el poder civil, y contar con su influencia justo en la composición del cuerpo cardenalicio (de electores del papa) y en la decisión de éstos de seguir directrices del poder civil en la elección de la cabeza de la Iglesia. Lo más significativo es que por evitar ese riesgo se llegó a encerrar a los cardenales durante la elección papal, cum clave (con llave). He ahí uno de los más evidentes y significativos rigores y rigideces con que se regula canónicamente la elección del papa.
Y obviamente no se puede relativizar en absoluto ninguna de las normas que rigen esta elección: ni el aislamiento de los cardenales, cum clave para evitar influencias externas, ni el límite de edad de los electores (los 80 años), ni el número de electores (120), ni el procedimiento de votación… porque si “se interpreta” cualquiera de las disposiciones, se pueden “interpretar”, ajustar y acomodar todas.
El problema que nos acecha, es: después de un pontificado en que se ha profundizado en la Iglesia el foso entre tradicionalistas (conservadores) y reformistas (progresistas), ¿no corremos el riego de que el bloque perdedor argumente sobre la nulidad del cónclave por defectos jurídicos? Porque la realidad última es que es imposible cumplir la rigurosa normativa que rige los cónclaves, sin saltarse ni una coma. Siendo posible que el primer caballo de batalla sea el límite de los 120 electores.
Es que si partimos de la base de que cardenal es igual a elector, y en virtud de ese hecho hay que aceptar como electores a todos los cardenales reunidos en el cónclave; si ése es el argumento por el que el cónclave decide saltarse la norma clara y explícita de los 120 electores, precisamente por ese mismo argumento hay que anular también el precepto en virtud del
ccual los cardenales dejan de ser electores cuando cumplen los 80 años (¡no se atreve a tanto la democracia!). Es que tanto vale un precepto como el otro. Y el mismo argumento y razón que permite saltarse uno, permite también saltarse el otro.
Quiero decir con eso que, quien quiera cisma, lo tiene servido en bandeja. El cardenal Müller ha alzado ya la voz bien clara contra ese peligro.
Nos queda el consuelo de que si los cardenales son conscientes de este peligro, lo más probable es que se enfríen los ardores partidistas de uno y otro bando, y opten por soluciones de consenso que permitan mantener un statu quo que deje las pugnas en tablas, en la confianza de que el tiempo contribuirá a solucionarlas. Aunque siempre puede salir la criada respondona: ahí están los sedevacantistas que han sacado la cabeza durante este último pontificado, con una variedad de fórmulas y argumentos, destinados únicamente a argumentar la ilegitimidad de un papa que no se atenía a los cánones tal como los entendían ellos.
Respecto al número de 120 electores tan taxativamente impuesto en las respectivas Constituciones apostólicas, Francisco no dispensó ni modificó la norma, como han argumentado los cardenales reunidos en la congregación general. Simplemente ignoró esa norma y pasó de ella como de tantas y tantas otras; porque lo suyo no era el rigor jurídico. Actuó en todo su pontificado como quien no está obligado por ninguna norma. De ahí que resolver ese desajuste alegando que implícitamente (y por la vía de los hechos) Francisco derogó o modificó la norma, es una forma elegante de decir que le importaba un comino el incumplimiento de esa norma a la que no sentía ninguna obligación de someterse. De lo cual no se deduce que los cardenales puedan hacer lo mismo en el cónclave.
Virtelius Temerarius
Aquí lo principal es establecer nuevas normas disciplinarias como el Celibato Opcional y el Sacramento de la Reconciliación dado en fila india sin mencionar pecados (Jesucristo no preguntaba pecados), no creo que exista ningún otro problema en el Clero más de estos que menciono. Además que en las encíclicas que se publican desde Roma que se atrevan un poco más y hablen del Diluvio y de que el Heliocentrismo Astronómico nunca ha sido demostrado. Con estas pocas cosas bien especificadas todo listo y tendremos una Iglesia en renacimiento.
ResponderEliminarHay cuatro normas incompatibles:
ResponderEliminar1ª El Papa puede nombrar cuantos cardenales quiera.
2ª Son electores todos los cardenales menores de 80 años.
3ª Los electores no deben ser más de 120.
4ª El cónclave tiene que empezar pocas semanas tras producirse la Sede Vacante.
Sería fácil cumplir la 3ª esperando unos años a que se mueran los cardenales que sobran, pero lo impide la 4ª.
También se podría cumplir la 3ª saltándose la 2ª, pero ¿a qué cardenales dejar fuera, con qué criterio, qué norma ampara ese proceder?
Las normas contradictorias no obligan ni en derecho ni en conciencia y lo único que puede hacerse es echarle buena voluntad al asunto y salir por donde se pueda, por donde sea más lógico y menos daño se produzca.
Sobre la 1ª nada podemos hacer, y menos con el Papa muerto.
Contradecir la 2ª sería un lío fenomenal en que los excluidos si podrían alegar que no se ha respetado su derecho; eso sí que podría llegar al cisma, puestos en el peor de los casos.
Incumplir la 4ª dejaría mucho tiempo sin gobierno a la Iglesia, muchas diócesis vacantes, mucho desgobierno en el Vaticano.
Por incumplir la 3ª ningún cardenal puede protestar de que no se respete su derecho, ni se desgobierna la Iglesia ni se produce ningún otro mal real, aparte del mal imaginario de incumplir un conjunto de normas imposible de cumplir. Otro más de los males que el Papa Francisco a causado a la Iglesia.
Otra solución —más lógica y que habría cumplido con todas las condiciones— habría sido lo que pedía urgentemente el Dr. Seifert: examinar previamente durante las congregaciones generales las presuntas (para mí, evidentes) herejías de Bergoglio, que harían nulos sus nombramientos cardenalicios, y si fuera así, que votasen sólo los veintipocos cardenales con derecho a voto que quedan del anterior pontificado.
EliminarEl finado no tenía mayor respeto por el magisterio de sus predecesores. Tanto le daría lo del máximo de 120. Había que inflacionario el número para asegurarse la continuación de la obra demoledora
ResponderEliminarSr Virtelius, menciona usted que los cardenales llegarían a un "consenso" para evitar el Cisma. Lo del "consenso" suena a neo-lengua de Zapatero...juego de trileros. Aquellos cardenales que sean fieles a Cristo han de dejarse de componendas con "sus hermanos herejes"
ResponderEliminar18/30, totalmente de acuerdo con su comentario.
EliminarFALTARÍA MÁS!!!
Los cardenales -se ubiquen más a la derecha o más a la izquierda-
ResponderEliminarsaben que otro pontificado como el de Bergoglio significaría un suicidio...
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Más bien sería un cisma inmediato.
De otra parte, Bergoglio fue uno de los líderes de la izquierda globalista mundial, pero una izquierda burguesa, de ricachones, con mucha pintura social pero muchas ganas de ser los hegemones del mercado mundial y el control social...
Bergoglio era, además, progresista y modernista, lo que lo sitúa dentro de la heresiarquía...
Un papá tiene una doble condición política y religiosa es un monarca absoluto dual, es jefe de Estado con las cinco poderes de constituyente, representación, ejecutivo, legislativo y judicial.
En este sentido Bergoglio sería sin lugar a dudas el líder de izquierdas mundialistas junto con Biden y Soros (todos inmensamente millonarios pero de estas izquierdas de trampantojo).
Luego es un jefe de la Iglesia, y tiene también los referidos cinco poderes pero más limitados, porque el verdadero jefe de las tres iglesias celestial, purgante y terrestre, es que Cristo Rey-Pontífice y Sacerdote Eterno.
Al ser el jefe de la Iglesia ello le da otros poderes suplementarios como son la de enseñar, santificar y la de ser profeta y mártir de la Fé.
El Papa es solo un servidor de los servidores, pues así como los laicos tienen como misión la edificar la obra de Dios en la tierra, un consagrado está al servicio del laico, tal como dijo Benedicto XVI en relación al Concilio Vaticano II y al papel de los laicos.
Como continuó diciendo Benedicto XVI, el laico conserva en virtud de su sacerdocio bautismal, el derecho y el deber a defender martirialmente la unidad de la verdadera Fé en la Verdad.
Esto lo convierte en soldado de Cristo tal como dice Efesios 6, y poniendo el ejemplo de la herejía arriana y luterana, Benedicto XVI estableció el derecho y el deber de todo laico a la oposición, resistencia y desobediencia contra cualquier consagrado heresiarca, cismático o apóstata.
Y la razón es sencilla, porque el consagrado está al servicio del laico, y el laico debe de seguir la misión que le encomendó Cristo en la tierra, y si el consagrado no le sirve, entonces no debe de obedecerlo, porque a quien debe de obedecer es a Cristo Pontífice, el verdadero sacerdote profeta y rey de las tres iglesias: triunfante, purgante y militante.
Claro resumen histórico de la Iglesia institucional, Virtellius. Nunca entendí el significado del término progresista. Pensaba uno que la palabra debería designar la idea de hacer avanzar en la buena dirección. Progreso es el avance de la medicina, de las técnicas agrícolas, del conocimiento del cosmos. A eso hay quien ha dedicado su vida profesional.
ResponderEliminarPero desde Santiago Carrillo que oculto su militancia comunista, asesina, tras ese término, el vocablo ha venido a indicar lo más soez, desvergonzado y contrario a la naturaleza de las cosas. Quien profundiza en la interpretación del dogma es un retrógrado, quien lo pervierte es progresista.
El destrozo en materia doctrinal causado por Francisco es monstruoso. Pero no lo veo yo inspirador de ningún cisma. Sencillamente disparataba cada vez que hablaba, lo mismo sobre moral familiar que sobre soteriología. Habrá cardenales que, como el pornógrafo entiendan de besos y de bendiciones a parejas homosexuales. Habrá cardenales, que, como ese español-paraguayo confunda el enredo mental de Francisco con un movimiento irreversible de la Iglesia. Evangelio en vena, decía el gachó. Incluso habrá cardenal que sueñe, more Francisco, con cargarse cualquier artículo del Catecismo de la Doctrina Cristiana en aras de una supuesta sinodalidad o discernimiento que se crea venido del Espíritu. Tras los pasos de Francisco, todo eso es posible vista la tropa, que diría Romanones.
Pero ahora a nadie coge por sorpresa. En un principio a Francisco le corregía las "interpretaciones erróneas", Lombardi. Luego, sin que sepamos por qué, el portavoz tiró la toalla. Sin embargo, Francisco siguió hablando, hablando, hablando. Abriéndose nada menos que ante quien declaró que el Pontífice había negado la Divinidad de Cristo. La réplica del Vaticano fue cuando menos asombrosa: las declaraciones del periodista son del periodista. Nada del contenido de las declaraciones del periodista ni sobre su atribución a los labios de Bergoglio.
De pena el comportamiento con los dubbia, que hoy ha vuelto a recordar algún purpurado. Y el silencio cómplice muchos teólogos. Conozco a algunos de los que se llevaron las manos a la cabeza ante los disparates de Francisco en la Amoris Laetitia. De manera muy especial a un teólogo del Ian Ramsey de la Universidad de Oxford. No volvió a manifestarse ante la hilera de disparates de Francisco-Tucho, sino que pensó que lo mejor era prescindir, no mencionar siquiera su nombre en homilías ni escritos. Pero cisma, no.
Si viene otro, habrá que seguir firmes en la fe, estudiando sus fuentes, rezando. Y esperar que escampe. Pero que no hablen de progreso los partidarios de una moral contraria al derecho natural, de una negación de la transustanciación, de una irrisión de los misterios marianos, etcétera. Y, cuando menos, que se abstengan de dar lecciones de progreso a quienes han dedicado toda su vida al avance y bienestar de la sociedad.
Pero no habrá cisma, porque no hay intereses políticos ni tesis dogmáticas que agrupen a algunos de esos descerebrados.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
EliminarSi sale elegido el Cardenal Burke, los herejes de turno la liaran parda.
ResponderEliminarPor cierto, ya tienen preparada la Capa Magna blanca, por si acaso???
Me encanta ver a un Prelado vestido con Capa Magna.
EliminarSin complejos, HOMBRE.
Lo lucen para agradar a Dios, no a los impresentables de turno.
A Dios el gusta más la sencillez y la humildad muy propias de lo que Jesús predicó en el evangelio.
EliminarLa Bula de Pablo IV “Cum ex apostolatus oficio”, lo dice muy claro: “si en algún tiempo aconteciese que un Obispo, Cardenal, o electo Pontífice Romano que antes de su promoción al Cardenalato o asunción al Pontificado, se hubiese desviado de la Fe Católica, ….. la promoción o la asunción, incluso si ésta hubiera ocurrido con el acuerdo unánime de todos los Cardenales, es nula, inválida y sin ningún efecto”.
ResponderEliminarPor este motivo, por la reconocida mafia de S. Gallo, y por las repetidas palabras de Francisco desviándose de la Fe, posiblemente tengan razón los que consideran a Francisco un anti papa. Lo mismo ocurre para los cardenales que han hecho declaraciones contra la moral y Fe Católicas.
Por consiguiente, si sale elegido un Papa, que haya hecho declaraciones desviándose de la Fe, los Cardenales que se oponen, tienen la obligación de declarar nula la elección. Por tanto, es muy posible que este Conclave acaba en Cisma, porque el Cisma de hecho ya existe entre los progres que quieren cambiar la Fe Católica, y los que quieren mantenerla, solo falta el paso de que el Cisma sea formal.
Es más fácil y cómodo negar la realidad, pero como salga un Francisco II, la Iglesia Católica se acabó, quedará una copia protestante de la misma.
Se publicó una imagen de una captura de pantalla de un tuit de la cuenta oficial de la Casa Blanca (@WhiteHouse), a nombre de "Donald J. Trump". La foto muestra a Trump vestido con atuendos papales, incluyendo una mitra (el sombrero alto y ornamentado típico de los papas), una capa blanca y un crucifijo colgante. Trump está sentado en un trono dorado, con una mano levantada haciendo un gesto. El fondo parece ser un interior con cortinas oscuras.
ResponderEliminarTrump tiene una expresión seria, sin sonrisa, lo que puede interpretarse como un intento de proyectar autoridad o solemnidad, especialmente en el contexto del cónclave en el Vaticano. Su rostro muestra líneas marcadas y una mirada fija, con los labios cerrados en una línea recta, reforzando la seriedad del momento. El dedo índice de su mano derecha está levantado, un gesto que históricamente se asocia con autoridad o enseñanza magisterial en contextos religiosos, como los que se ven en representaciones de papas o figuras eclesiásticas. La mano está posicionada de manera prominente, con el dedo apuntando hacia arriba, mientras que el resto de los dedos están relajados, lo que enfatiza aún más el gesto simbólico.
Mi interpretación es que es un claro mensaje simbólico y político dirigido a los cardenales reunidos en el cónclave tras la muerte del Papa Francisco. Trump mostrando una expresión seria y un dedo levantado en un gesto de autoridad, advierte a los cardenales que no elijan un papa que apoye a China, Rusia, el "Islam violento", India, los BRICS, la Unión Europea progresista, la teología de la liberación, ni las políticas del Partido Demócrata de Clinton, Obama y Biden: "Han muerto la Mafia de San Galo, la Operación Primavera Católica de Podesta, Biden, Clinton, Obama y Soros, y la Administración Biden del Partido Demócrata. Tomen nota".
Finalmente, la imagen implica una amenaza de reacción por parte de la Iglesia norteamericana, que financia significativamente al Vaticano, si los cardenales no se alinean con estos intereses. La publicación desde la Casa Blanca refuerza la intervención de Estados Unidos en la elección papal, proyectando una postura de control y presión geopolítica contra otras presiones geopolíticas externas.
Trump sufrió diversos atentados, uno muy grave que casi lo mata, de parte de progres. Ha recibido la hostilidad del Partido Demócrata con juicios penales y dos impeachment/destitución históricos, nunca vistos: 2 sobre un mismo hombre.
Sobre su mesa tiene toda la Mafia de San Galo y la intromisión política de la Administración Obama (trama eclesial-progresista y política socialdemócrata euro-norteamericana) en la renuncia de Benedicto XVI y la elección de Francisco. Viganò y muchos le habrán pasado información de este desastroso pontífice.
También sabe cada dato de todos los cardenales. Sin duda, la sintonía Reagan-San Juan Pablo II le gustaría. El dedo erguido y la cara adusta dan el mensaje: "No se tolera el más mínimo error".
Vamos a ver momentos divertidos...
El Tuit del Trump vestido de papa ya ha sido contestado en Infocatolica y de manera excelente exponiendo que los obispos que se escandalizan del Trump disfrazado de papa a bien seguro muchos de estos obispos no se escandalizaron de las excentricidades del Papa Bergoglio, queda claro.....
EliminarTrump no va de blanco sino de un color dorado muy suave, y esto hace que por el color de su vestido y la mitra, pueda ser atribuido a alguna comunidad evangélica no católica que usan estas prendas, como los anglicanos... muy pillo Trump en la cuestión del color...
EliminarUna obispo anglicana en dorado:
www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=7546
Viendo el color dorado suave del vestido de Trump:
infovaticana.com/blogs/cigona/trump-vestido-de-papa/
El color blanco nuclear de Francisco:
infovaticana.com/2018/10/25/frenazo-del-papa-francisco-en-el-sinodo/
Aunque los defectos de forma hacen que el cuestionamiento de la validez de la elección sea una posibilidad técnica, dudo mucho de que los elementos conservadores tengan un criterio amigo-enemigo lo suficientemente desarrollado como para cruzar ese Rubicón (¿o Tíber?) llegado el caso, pues siguen creyendo, en el fondo, en la posibilidad de la existencia de espacios neutrales (en el sentido de no políticos) y de compromisos: el "vivir y dejar vivir" encarnado, por ejemplo, en Summorum Pontificorum de Benedicto XVI. Esto contrasta con la cínica lucidez del desacomplejado bloque liberal y sus extensos apoyos político-mediáticos, que perciben a sus oponentes como un anacronismo a extirpar hasta la raíz y a quienes no les tiembla el pulso a la hora de hacer uso de la plenitud de los poderes a su disposición para marginar y eliminar a sus contrincantes (frente a la tolerancia de Summorum, el decisionismo de Traditionis Custodes). Como rezan los versos de Yeats sobre la Segunda Venida, "Los mejores carecen de toda convicción, en tanto que los peores están llenos de apasionada intensidad."
ResponderEliminarOjalá me equivoque, pero esta ha sido la tendencia de los últimos cien años.
Que Dios nos pille confesados.
Si no lo han leído, les invito a hacerlo. Monseñor Glez.Chaves define bien qué Papa necesita esta Iglesia tan maltratada. https://www.infocatolica.com/blog/caballeropilar.php/2505051229-mons-gonzalez-chaves-analiza
ResponderEliminarTambién el de Specola:
Eliminarinfovaticana.com/blogs/specola/este-lunes-doble-congregracion-en-el-vaticano-intervenciones-publicas-de-cardenales-la-herencia-envenenada-del-papa-francisco-macron-con-los-masones-cinco-criterios-para-elegir-al-papa/
Queridos G.G que mal lo van a pasar. Venga les digo un cardenal de EUA, siervo de Dios Prevost. No los cardenales de poder, que ejemplo de cristiandad sirviendo al poder los quieren madre mia.
ResponderEliminar19.56 Hermamo modernista, si así lo quiere el Cielo, habrá que resistirlo como a Franciscus. Usted debe ser de esos que sufren y sufren hasta que se forman las coaliciones Frankestein de Illa, Sánchez, Collboni y, entonces, se emocionan y aplauden con las orejas.
EliminarEl Papa nunca fue un patriarca más ni un "primus inter pares" como dice el autor de esta entrada. Ahí está la carta de San Clemente Romano a los cristianos de Corinto. Aún vivía el apóstol Juan, pero los cristianos de Corinto no apelaron a él, sino al Papa de Roma.
ResponderEliminarHay una cuestión que cuando la escribo me la suelen censurar como si dijera una herejía, cuando se trata de un tema teológico abierto, porque, aunque parezca lo contrario, no está dogmatizado oficialmente por la Iglesia: que lo que es de derecho divino es el sacerdocio ministerial. Pero algunos pensamos que los tres grados del Orden son de institución apostólica, pero no son de derecho divino. Que no hay diferencia sustancial entre obispo y presbítero. Que los apóstoles instituyeron primero a los diáconos, luego a los presbíteros y luego a los obispos. Que los tres grados son sucesores de los apóstoles, no sólo el de obispo. Que San Pedro y San Juan en sus cartas se autodenominan presbíteros. Por favor no me censuren este comentario.
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