Sí, sus detractores pensaban que el minutante Bertomeu había finiquitado su prometedora carrera. La soberana pifia de excomulgar a la pareja de activistas peruanos que le habían denunciado a la Fiscalía civil había quedado en evidencia con la visita de los afectados al Santo Padre. En ese mismo momento, Francisco anuló la amenaza de excomunión y los animó a seguir adelante con los faroles… con la denuncia contra el tortosino Bertomeu por “revelación de secretos”.
La reciente disolución de Sodalicio de Vida Cristiana, a cuenta de la investigación de Mons. Scicluna y Jordi Bertomeu en Perú, ha satisfecho todas las expectativas de los enemigos de la institución apostólica. A raíz de este hecho, Alejandro Bermúdez, prestigioso periodista y miembro expulsado del Sodalicio, ha escrito una carta a los miembros de la comunidad, informándoles de los manejos de monseñorino Bertomeu destinados no a restablecer la verdad y la justicia, sino a acabar con aquellos que le han llevado la contraria. Al más puro estilo de Donald Trump, tan criticado desde las vaticanas instancias.
Alejandro Bermúdez fue director de ACI Prensa y conductor del programa Cara a Cara en el canal católico EWTN, fundado por la madre Angélica. El 25 de septiembre de 2024, una nota de prensa de la Nunciatura Apostólica en el Perú anunció su expulsión junto con otros miembros del Sodalicio de Vida Cristiana, informando que esta sanción había sido oficializada mediante un documento firmado por el papa Francisco. Entre los motivos señalados figuraba el "abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo". Un nuevo delito inventado ad casum por el dicasterio para la Doctrina de la Fe gracias al canon 1399, que permite formular delitos inexistentes hasta la fecha, si así conviene a la autoridad episcopal o pontificia.
Pues bien, Bermúdez en la carta se despacha con el minutante de esta guisa: “El Papa ha sido sistemáticamente mal informado por quien ahora va a ser el comisario encargado de la disolución: el señor Jordi Bertomeu Farnós. Creo que es particularmente grave y dañino que el decreto de disolución permita a Bertomeu establecer las condiciones que la comunidad tiene que cumplir para poder "aspirar" a "refundarse".
“En este contexto, el pedido urgente y de todo corazón que hago a mis hermanos sodálites es que resistan a Bertomeu, no acepten las condiciones y asuman cualquier penalidad, muy probablemente abusiva, que conlleve tomar esta decisión; porque rendirse a Bertomeu -que es muy distinto a aceptar la decisión del Papa- será mucho peor que lo anterior. Comparto mis razones:
1) Desde que fui sometido a investigación, presenté ante Mons. Scicluna y al Dicasterio de Doctrina de la Fe evidencia de que Bertomeu no era un investigador imparcial. Envié, entre otras pruebas, una copia de las páginas del libro de Pedro Salinas Sin Noticias de Dios, en las que el autor dedica más de un capítulo para cantar los elogios de su amigo, a quien llama constantemente por su primer nombre, “Jordi”, desde 2019. Su libro incluye descripciones de visitas a restaurantes romanos juntos, de beber cervezas en la habitación de Monseñor Bertomeu en Roma, y de conversaciones íntimas que incluyen juicios severos y denigratorios contra quienes ya consideraba “culpables” de ser “abusadores”: el Sodalicio. Y esto, varios años antes de comenzar la investigación como parte de la “Misión Especial”.
Además, en conversaciones con autoridades sodálites al inicio de la investigación, Bertomeu ya decía que la “solución” para el Sodalicio, antes de investigar o escuchar razones o argumentos, era la disolución. Insistía en que no había carisma y decía que podíamos “refundarnos” con la frivolidad de quien ni entiende ni le interesa la misteriosa y delicada naturaleza de un carisma para la Iglesia.
2) Existen evidencias de que Bertomeu no sólo tenía una decisión tomada en contra del Sodalicio, sino que durante las investigaciones actuó con malicia y doblez. Por un lado, ocultaba información vital a miembros del Sodalicio a los que luego terminaría acusando de delitos que nunca mencionó cuando los entrevistó en persona; por otro lado, existen evidencias incontrovertibles, como filtraciones mediáticas solo atribuibles a él, fotografías en las que está literalmente brindando con los adversarios y acusadores del Sodalicio, entre otras, que demuestran que Bertomeu jamás ha estado interesado en el bien de la comunidad y de sus miembros. De nuevo, los animo a pedir a las autoridades que lidiaron con Bertomeu que confirmen si esto es verdad o no. Sé que algunos de ellos están en posesión de algunas de las fotos -repugnantes, dicho sea de paso- a las que hago referencia. Véanlas.
3) Bertomeu está interesado en una cosa y una cosa sola: echar mano a los bienes del Sodalicio y repartirlos no entre las víctimas reales -que en una muy buena medida fueron reparadas por el Sodalicio- sino que pretende incluir como víctimas a varios acusadores del Sodalicio. A estos últimos, Bertomeu, por exclusiva simpatía ideológica, los suma a la lista de víctimas que quieren ser compensadas. Pero existen falsas víctimas que se declaran tales simplemente porque han visto una oportunidad en la ola de ataques a la comunidad, provocados y alentados por Bertomeu. Pese a conocer estos esfuerzos de reparación de la comunidad, Bertomeu nunca paró de difundir la leyenda de que el Sodalicio "no se ha preocupado por las víctimas".
4) Bertomeu no tiene ningún interés en la posible "refundación" del Sodalicio. Su único interés es aprovechar el noble deseo de los hermanos de seguir unidos en un carisma que recoja y refleje lo mejor del Sodalicio. Bertomeu ha sido un maestro genuinamente perverso -y uso esta palabra en su sentido más estricto, y no como una hipérbole- en abusar, aprovechar y manipular nuestro espíritu de lealtad al Papa, y de obediencia a la Iglesia y a sus autoridades, no sólo para abusar de la comunidad, sino para conducirnos a autodestruirnos… Como he explicado, Bertomeu manipuló y abusó de nuestras autoridades, imponiendo un sigilo a nombre del Papa que él mismo nunca respetó.
5) Bertomeu no cree ni jamás ha creído en el debido proceso y por tanto sería suicida creer que lo respetará. Las acusaciones enviadas contra los que fuimos investigados son absurdas hasta lo surrealista y no cumplen para nada ni con la mínima lógica, mucho menos con la justicia, el derecho a la legítima defensa o los procesos canónicos.
6) Bertomeu no tiene palabra. Literalmente no la tiene. Bertomeu ha sido responsable directo de todas las expulsiones de los que salimos de la comunidad. Pregunten a los superiores. Que digan cuántos documentos escritos, cuántos decretos, cuántas decisiones o notas de prensa, cuántas respuestas a pedidos formales de aclaración -como la que yo mismo le dirigí al inicio de las investigaciones contra mí- llevan la firma de Bertomeu. Les adelanto la respuesta. CERO. Bertomeu ha hecho que funcionarios de Doctrina de la Fe, funcionarios del Dicasterio de Vida Consagrada, el Nuncio en el Perú -viejo amigo suyo y compañero de apartamento en el pasado en Roma- o la Conferencia Episcopal Peruana hagan los anuncios, pese a que nosotros, como Sociedad de Derecho Pontificio, deberíamos ser informados por vía directa y por quienes son los encargados de la “Misión Especial”.
7) Recordemos que la comunidad enfrenta el problema de la incardinación de los hermanos sacerdotes. ¿Qué va a hacer Bertomeu al respecto? Una vez más, pregúnteles a las autoridades los comentarios hechos por Bertomeu al respecto. Su desdén e irresponsabilidad por el destino de nuestros hermanos sacerdotes es simplemente sociópata. Una vez más, uso esta palabra en sentido literal, no hiperbólico. Simplemente, existencialmente, no le importa. Ha pasado desde sugerir recurrir a supuestos "obispos amigos", a quienes él mismo tiene intimidados bajo riesgo de "investigación," o que simplemente "esperen" a una nueva fundación.
8) Bertomeu, una vez más, interesado en nuestra desaparición y en echar mano a los bienes legítimamente adquiridos y administrados por la comunidad, prometerá que vuestra rendición y sometimiento les garantizará un camino "suave y seguro" a la nueva realidad que todos desearíamos. Esa es una mentira. Y él es el primero en saberlo.
Por eso hermanos, por el bien real de lo que el Señor quiera de nosotros, por fidelidad a nuestro llamado, y aceptando la decisión del Vicario de Cristo de declarar la inexistencia de nuestro carisma, resistan, acepten el sufrimiento de la incertidumbre, confíen en los insondables designios divinos y esperen a nuevas circunstancias, en las que el Vicario de Cristo escuche sin prejuicio el clamor de hermanos -¡y hermanas, no lo olvidemos!- que sólo anhelan servir a Dios y a la Iglesia; y en la que este personaje nefasto de Bertomeu no sólo para la comunidad, sino para la Iglesia, no tenga el poder de decisión sobre el futuro. El poder espurio de Bertomeu no va a durar. Mucho más durará nuestra esperanza”.
En resumidas cuentas, Alejandro Bermúdez afirma -parece que con conocimiento de causa-, que el minutante tortosino actuó con parcialidad, malicia y doblez para echar mano a los bienes del Sodalicio. Lo califica como un nefasto personaje, maestro sin palabra, genuinamente perverso en abusar, aprovechar y manipular. Un sociópata que, ejerciendo un poder espurio, evita firmar cualquier documento para soslayar así la más mínima responsabilidad en sus desmanes.
Sin embargo, lo que no sabe nuestro amigo Bermúdez es que, tal como están los tiempos, no hay mejor perfil que ese para que Jordi Bertomeu ciña un día una bonita mitra episcopal. Sus singulares características son muy apreciadas hoy en día en los pasillos pontificios. La prueba es que el papa Francisco sigue confiando en su indiscutible talento. Los que pensábamos que había dilapidado su brillante carrera eclesiástica, nos equivocamos. Bertomeu no estaba muerto, sino de parranda. ¡Y desde hace mucho tiempo! Más del que parece… Cualquier día nos enteraremos de que, como a Biden, los que manejan el poder le están haciendo firmar al papa cualquier cosa.
Lluís Llagostera