Se armó una carrera en la Iglesia para ver quién era más sinodalista que quién. Pareció que la palma se la iba a llevar Roma; pero en el apogeo de la sinodalidad romana, se presentaron tan graves obstáculos, que ésta fue descalificada y quedó fuera de la competición. La respuesta de Roma fue atacar de frente a la sinodalidad germana; y el resultado final es que la sinodalidad descarriló y quedó fuera de juego por partida doble.
El papa creyó que la forma de frenar el movimiento cismático del episcopado alemán al que dieron el bello nombre de Camino Sinodal, creyó el papa, digo, que la solución para ese levantamiento sinodal era precisamente más Sinodalidad. Y la inmensa mayoría de la estructura jerárquica de la Iglesia, le siguió respetuosa. Un movimiento cismático cuyo máximo fundamento doctrinal pretendía ser la sinodalidad, he aquí que el papa decide combatirlo con más sinodalidad. Raro pensamiento, que se construye al filo de la doctrina de la autoridad papal, que ha oscilado siempre entre la singularidad del papa (uno solo, mon-arjós, síngulus, y además infalible) y enfrente, la colegialidad con los demás obispos (conciliaridad y sinodalidad), yendo a creer que la clave de la solución estaba justamente en la Sinodalidad. Gravísimo error que al menos aparentemente (y quizá, confusamente) está siendo subsanado. Claro que en un contexto en que cada vez está más claro que los posibles abusos y errores de la autoridad papal, ponen en evidencia la necesidad de algún grado de Sinodalidad, justamente para salvaguardar la autoridad papal.
Pero he aquí que la Sinodalidad tiene unas entretelas nada amables. Tras la sinodalidad están nada menos que el poder y el dinero. La sinodalidad no es sólo doctrina, sino también (y parece que finalmente sobre todo) poder y dinero. Y es aquí donde la cosa se complica. Resulta que la Iglesia en Alemania, la que amenaza con la sinodalidad, tiene unos acuerdos espléndidos con el Estado; de manera que, a la hora de la verdad, viene a ser el Estado el que sostiene a la Iglesia. La de Alemania, claro está. Y lo hace en un régimen de opulencia, con cargo a los impuestos. De ahí resulta que haya obispados que generan rentas con las que nunca soñaron condados, marquesados, principados, ducados y demás investiduras. Hasta el extremo de que la Iglesia llega a ser ,en muchos lugares de Alemania, el mayor empleador: un auténtico fenómeno social-laboral con una incidencia decisiva en la estructura y el devenir de diócesis y parroquias.
No creo exagerado afirmar, a raíz de eso, que el principal motor de la Iglesia en Alemania es la economía (no la evangelización, ni la fe): una economía aportada por el Estado; mientras en la mayoría de países hay, evidentemente, cierto nivel de economía; pero lo que en mayor medida mueve las parroquias, sobre todo a nivel laico, es el voluntariado, tan al margen de la economía.
Esta singularidad económica de la Iglesia en Alemania, trae consigo un conflicto como el de las investiduras: quién y cómo adjudica esos “beneficios” eclesiásticos. Porque es ahí donde el tema alcanza dimensiones épicas. Si Roma aprieta en exceso amenazando con despojar de su investidura a los obispos díscolos, el paso siguiente sería reclamar para el Estado alemán, que es quien pone los dineros, el derecho de investir obispos.
Y he aquí que cuando las maniobras inspiradas por la más alta jerarquía de la Iglesia, seguidas en sacrificio de obediencia por los demás niveles jerárquicos, alcanzaron su más alta cota en el Sínodo de la Sinodalidad, queda en evidencia que todo era una tramoya construida sobre supuestos imaginarios: porque a pesar de lo bien preparado que estaba ese sínodo, nadie se vio con ánimos de plantear y someter a votación las grandes cuestiones doctrinales que, procedentes del Camino Sinodal, tenían que poner fin al cisma de Alemania, gracias a esa genial confluencia. En efecto, acabó el Sínodo de la Sinodalidad sin tocar las cuestiones que habían provocado su convocatoria.
Y para subsanar ese tremendo fiasco, tuvo que aparecer deprisa y corriendo, la fatídica Fiducia supplicans.
Ojo al dato: la Declaración Fiducia supplicans, que pretendió ser la solución definitiva de los problemas esgrimidos por el Camino Sinodal de Alemania, no es un factor menor en el descarrilamiento del Sínodo de la Sinodalidad, e incluso del mismo principio de la Sinodalidad. Resulta que, de hecho, esta Declaración se apropió de un atributo que le correspondía al Sínodo, pasando sin miramientos por encima de él. Y el resultado fue un documento para olvidar, del que la Iglesia se avergonzará durante mucho tiempo.
La introducción en la pastoral de la Iglesia de bendiciones que no son bendiciones (lo que se ha entendido siempre como bendiciones), que se dan a parejas no en cuanto parejas, como en el sacramento del matrimonio, sino en cuanto personas individuales; que no se dan para santificar esa unión, como en el matrimonio, sino en todo caso para instar a las personas bendecidas que renuncien a esa unión; que se han de dar fuera o casi fuera del templo, lo más alejadas del altar, casi en secreto y sin testigos, en el tiempo lo más breve posible; y todo para que a los partidarios de esas uniones, les parezca que la Iglesia las bendice, pero sin que se lo parezca a los que son contrarios a esas formas de vida y a su bendición mejor o peor camuflada por la Iglesia. Un documento, en fin, necesariamente confuso para que cada uno entienda lo que le plazca. Un documento diseñado para sembrar confusión. Un documento en que las cosas no son lo que parecen, aunque de lo que realmente se trata, es de que lo parezcan.
El resultado es que se han desacreditado los sínodos (aunque paradójicamente, el que menos es el alemán: el auténtico, el genuino); se ha desacreditado personalmente el papa, tan involucrado en las maniobras de confusión (aunque esperamos que no el papado), y se ha desacreditado de la peor forma el Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Los sínodos han hecho su recorrido y finalmente han descarrilado: parece que los dos, al menos de momento. La doctrina (que es la fachada de todos los cismas) no ha hecho más que enfangarse, a base de toda clase de concesiones posibles e imposibles. Ha sido la principal víctima de esa pugna de poder surgida en el fragor del Concilio Vaticano II entre el poder personal-individual del papa y el poder colegiado colectivo del Concilio o del Sínodo.
Y aparecieron las Conferencias Episcopales, auténticos sínodos nacionales, dispuestos a cuestionar la autoridad del papa sobre ellos. Y claro, con la gran maniobra papal, tan bien diseñada y ejecutada, en la que la inmensa mayoría de las Conferencias episcopales remaron en favor de las tesis papales pisoteando sin contemplaciones la tan cacareada Sinodalidad con que se disfrazaron; con esa maniobra, parecía definitivamente ganada la partida del Sínodo de la Sinodalidad. Pero los diseñadores se engañaron tristemente: las apariencias tan bien preparadas, no se correspondían con la realidad, por lo cual nadie se atrevió a someter a la aprobación del sínodo las doctrinas que habían motivado su convocatoria. No hubo manera de hacer confluir las doctrinas del Sínodo alemán, con el Sínodo papal. No hubo manera de que las aguas del Rin desembocasen en el Tíber.
Y claro, para subsanar tamaño fiasco, tuvo que venir la Fiducia supplicans, con lo que resultó ser mucho peor el remedio que la enfermedad. Sínodos descarrilados, doctrinas enfangadas y autoridad cuestionada.
Virtelius Temerarius
Siempre lo mismo, el Clero con su jefe de Roma pactando a doquier para evitar este cisma por aquí o el otro cisma por allá. Pro no hay pacto que valga cuando se viola el Dogma. Esta bendición del Trucho viola los principios esenciales del Cristianismo y es una pendiente resbaladiza que arrastra a lugares peligrosos. Todo ejercicio de autoridad para que una empresa funcione consiste en correr riesgos, pero vemos que los "riesgos" antes que el posible Cisma son los riesgos de la caída al Infierno de toda la empresa cristiana. Ya pasó desde Galileo que a la Iglesia le dieron un batacazo despojándola de su poder en el terreno científico que afirmaba la centralidad de la Tierra en el Universo, y la Iglesia no ha querido recuperarse desde tanto tiempo pidiendo las pruebas científicas que son inexistentes hasta la fecha. Para no molestar a la Comunidad Científica, pacto de silencio, y mejor pensaron también sacar el Diluvio de las lecturas debido a que asustaba a la gente de misa. Así vamos y la historia se repite.
ResponderEliminarSr. Garrell, ¿está Ud. en nómina de Germinans?
EliminarReferente al Diluvio, escuché en una de las lecturas de las últimas semanas, el texto del Génesis en el que se habla del Diluvio y sus consecuencias. Quizás en mi parroquia se leen textos distintos.
Cuando Juan XXIII anunció la convocatoria del Concilio Vaticano II tuvo especial cuidado en la selección de la Comisión Teológica, el cogollo del Concilio. La presidia nada menos que el cardenal Ottaviani y era vicepresidente el cardenal Browne, dominico que había sido rector del Angelicum romano. Dos teólogos de fuste.
ResponderEliminarEl Sínodo es la antítesis del Concilio Vaticano II. La endeblez doctrinal de Bergoglio es espeluznante. Disparata y, en sus patinazos, se empecina en el error. Lo hemos visto en la Fiducia. En vez de rodearse de cardenales de sólida doctrina --tampoco Juan XXIII era teólogo, sino diplomático de la Santa Sede-- ha optado por erigirse en teólogo de ocurrencias cada vez más disparatadas, lo mismo en teología sacramental, que en teología moral, que en teología trinitaria. En alguna ocasión he detallado aquí las pifias en cada uno de esos sectores. La última salida de tono aparece en las confesiones que ha declarado al biógrafo áulico de ABC. Su empeño en presentarse como heredero de Benedicto XVI, su relato mendaz según testigos oculares de la elección del Papa bávaro y su ataque personal al secretario de éste no se entienden. O se entienden demasiado, lo que no aumenta el respeto que merecería por su dignidad. ´
Hay quien empieza a temblar por lo que el cardenal pornógrafo pueda decir --y firmar Bergoglio-- sobre la dignidad de la persona, núcleo de la teología moral iusnaturalista defendida por la Iglesia y tan bien expuesta en las encíclicas de Juan Pablo II.
Atese los machos Virtellius, que viene una buena. Lo de la Sinodalidad fake va a ser pellizco de monja comparado con lo que Tucho prepara con los jesuitas de guardia.
SAN JUAN XXIII, doctor Valderas... Ha omitido uste el "santo". Será intencionadamente?
EliminarTotalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
EliminarLas comparaciones con los dos últimos pontífices por ser breve no son odiosas, son lastimosas. En lo doctrina, Francisco disparata en dogma y moral. Por lo que se refiere a la doctrina sacramental recuérdese su introducción de Lutero como testigo del evangelio, un exagustino que rechazó la presencia real, el sacerdocio ministerial, el sacramento de la penitencia…. O el desprecio a la Eucaristía cuando quiso avalar la comunión del cónyuge protestante porque «había una sola fe y un solo baustismo», o el dislate trinitario cuando dijo aquello de que el Dios de los católicos no abarcaba al Dios único, pensando en un relativización irenista de las diversas religiones. No hay por donde cogerlo en moral, con la fiducia y la Amoris Laetitia. No hay González Faus ni Martín Gelabert o Jesús Espeja, por citar dominicos y jesuitas que han abdicado de la teología en pro de un seguimiento francisquita.
EliminarDicen que mañana aparece un supuesto documento titulado "Dignitas infinita". No se sabe qué dirá hasta que se conozca. No obstante, tenemos dos documentos heréticos, Amoris laetitia y el Rescripto de 5 de junio del 2017 sobre la comunión y absolución de adúlteros impenitentes que lo eleva a falso magisterio auténtico que debe de ser obedecido bajo pena justa, y la herética bendición de parejas que forman "una sola carne" bajo relaciones impenitentes de tipo adulterino, sodomítico y concubinatario (más otras subcontenidas como trans, unión temporal o a prueba) en Fiducia supplicans, siendo todas estas relaciones unos actos morales intrinsece malum per se semper et pro semper.
ResponderEliminarUna primera serie de posiciones heréticas de Amoris laetitia y Fiducia supplicans, que proceden de dos documentos [1]:
1. Absolución y comunión de adúlteros impenitentes, elevado a magisterio auténtico asistido por el Espíritu Santo por el Rescripto ex audiencia de 5 de julio del 2017 (AAS 7 octubre 2016, pág. 1071-74), e implementado por los obispos heresiarcas incomunicados de Roma (el Vicario), Piamonte y Valle de Aosta, Sicilia, Lisboa, Oporto, Braga, Fátima y Leira, Malta, Bélgica, Alemania, y sin haber contestado a las Dubia desde el 2016, ni tampoco a diferentes correcciones fraternas:
2. La gracia no da fuerzas para cumplir los mandamientos
3. Una persona puede, mientras obedece una prohibición divina, pecar contra Dios por ese mismo acto de obediencia
4. Los adúlteros no están necesariamente en un estado de pecado mortal, y pueden recibir la gracia santificante y crecer en la caridad
5. Se puede violar con libertad un Mandamiento y no estar en pecado mortal
6. Hay adulterios que pueden ser moralmente correctos o incluso mandados por Dios
7. No existen actos intrinsece malum per se, semper et pro semper in ómnibus locis. Ahora rige la moral luterana de los actos bonum imperfectum et incompletum: si en el adulterio o homosexualidad hay los bienes del amor, respeto, cuidados, estabilidad y asistencia, entonces pasan de intrinsece malum a bonum imperfectum, es decir, buenos.
Las ocho posiciones heréticas supletorias [1]:
Posición 1: Un sacerdote que administra el Sacramento de la Reconciliación puede a veces absolver a un penitente que carece de propósito de enmienda respecto de un pecado en materia grave que pertenece a su forma de vivir continua o que es habitualmente repetitivo.
Posición 2: Algunos de los fieles son demasiado débiles para cumplir los mandamientos de Dios; aunque estén resignados a cometer pecados en materia grave continuos y habituales, pueden vivir en gracia.
Posición 3: No existe ninguna regla moral general que no admita excepciones. Incluso los mandamientos divinos que prohíben clases específicas de actos están sometidos a excepciones en algunas situaciones.
Posición 4: Aun cuando algunos de los preceptos o mandamientos de Dios parecen exigir que uno nunca elija un acto de una de las clases a los que ellos se refieren, en realidad esos preceptos y mandamientos son reglas que expresan ideales y que identifican bienes que uno siempre debiera servir y esforzarse por realizar lo mejor que pueda, atendidas las propias debilidades y la situación concreta, compleja, de cada uno, que puede exigirle a uno elegir un acto en contraste con la letra de la ley.
Posición 5: Si uno tiene en cuenta su situación concreta y sus limitaciones personales (moral de situación), su conciencia puede a veces discernir que realizar un acto de cierta clase incluso contraria al mandamiento divino será hacer lo mejor de que uno es capaz para responder a Dios, que es todo lo que Él reclama, y entonces uno debe elegir realizar ese acto, pero también estar dispuesto a conformarse plenamente al mandamiento divino, si y cuando uno sea capaz de hacerlo.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Atarazanas.
EliminarMe encantan sus comentarios acertadisimos.
Por cierto, parece hermano gemelo de mí admirado Sr. Valderas Gallardo.
Posición 6: Elegir provocar la excitación o la satisfacción sexual de uno o de otro u otros es moralmente aceptable a condición solamente de que
ResponderEliminar(1) ningún adulto tenga contacto corporal con un niño;
(2) no sea tocado el cuerpo de ningún participante sin su consentimiento claro y libre tanto respecto del modo como de la extensión del contacto;
(3) no se haga conscientemente nada que provoque o cree un riesgo excesivo de daño físico significativo, transmisión de alguna enfermedad o embarazo no deseado; y
(4) no se transgreda ninguna norma que rija la conducta en general.
Posición 7: Un matrimonio sacramental consumado es indisoluble en el sentido de que los esposos deben siempre fomentar el amor matrimonial y no deben nunca elegir disolver su matrimonio.
Pero por causas fuera del control de los esposos y/o por faltas graves de al menos uno de ellos, su relación humana como pareja casada a veces se deteriora hasta que deja de existir.
Cuando la relación matrimonial de una pareja ya no existe, su matrimonio se ha disuelto, y al menos una de las partes puede legítimamente obtener un divorcio y casarse de nuevo.
Posición 8: Un católico no necesita creer que muchos seres humanos terminarán en el Infierno.
Con Fiducia supplicans, los graves errores aumentan agravándose:
9. Sí se pueden dar el sacramental de las bendiciones litúrgicas no rituales, por parte de presbíteros, sobre las parejas que forman una sola carne y que cometen pecado de fornicación que no están ni arrepentidos ni se dejan de practicar, bajo las formas de adulterio, sodomía y concubinaje (o trans, unión a prueba o temporal), violando así las normas morales objetivas intrinsece malum del VI Mandamiento. La razón es la misericordia de Dios que está por encima de la Verdad y la Justicia.
.....
[1] Documentos:
1- 94 clérigos y académicos declaran que el Papa es heresiarca por Amoris laetitia:
Carta Abierta a los Obispos de la Iglesia Católica:
lifesitenews.com/news/prominent-clergy-scholars-accuse-pope-francis-of-heresy-in-open-letter/
infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/1905040154-acusaciones-de-herejia-contra
adoracionyliberacion.com/2019/04/30/ultima-hora-francisco-acusado-de-herejia-se-pide-a-los-obispos-que-le-amonesten-y-si-se-niega-a-rectificar-que-declaren-que-se-ha-auto-privado-del-papado/
diario7-archivos.blogspot.com/2019/05/un-grupo-de-fieles-acusa-al-papa-de_7.html
2- Carta de 45 profesores y sacerdotes sobre la Amoris Laetitia que reprueba 19 proposiciones:
La exhortación apostólica Amoris Laetitia: una crítica teológica
infocatolica.com/?t=noticia&cod=27245
Lutero pudo triunfar con su cisma, porque los principes alemanes se quedaron con todos los bienes de la Iglesia en Alemania, y apoyaron a Lutero con dinero, armas y soldados. El cisma aleman se resolvera de la misma manera, viendo quien se queda con el dinero y, por ende, con el poner (¿quien señalara el sueldo al cura?. Pero nadie se acuerda de Cristo.
ResponderEliminarCierto, el cisma luterano fue político-militar sólo con objetivos de poder absolutista, robaron los príncipes luteranos nada menos que la total propiedad eclesial en sus reinos, se calcula el 33% del PIB alemán de la época...
EliminarLutero está en el infierno y en el Vaticano lo suben a los altares.
ResponderEliminarAquí algo falla!!!
No sabia que usted tenia la potestad de las almas. Solo falta que aquí nos digan quien va al infierno y al cielo.
EliminarTomense la pastilla del trankimanzin.
Evidentemente el camino sinodal alemán no existiría si no hubiera muchísimo dinero de por medio. Aquí edplican algo más sobre este escándalo:
ResponderEliminarhttps://www.forumlibertas.com/camino-sinodal-aleman-patrimonio-dinero/
Solo un ser humano con una recta intención enfocada a llevar al hombre a una verdadera libertad puede dar herramientas para un verdadero discernimiento. Un mundo erotizado por los medios de la comunicación, por la virtualidad, por el poder tanto público, como privado, quiere impartir clases de moral, cuando el secularismo es l que desean los lideres de nuestro tiempo. Cada dia se ve más en el mundo cristiano, y mas en esta europa occidental, el deseo de poner muros tan altos entre lo humano y lo Divino que la mayoría de los temas de relevancia, lo que buscan es mirar que es lo que mas nos divide y no lo que nos une. El problema esta en los lideres de este mundo que decidieron sacar el Espíritu Santo de la inteligencia emocional, del campo de lo racional y han llevado a la conciencia a vivir una moral que ha apagado la Resurrección, lo que significa verdaderamente la vida más allá de un mundo meramente sensorial y de inteligencia artificial. Extraño vuestros buenos argumentos a favor del amor y la unidad
ResponderEliminar