"FIDUCIA SUPPLICANS FIDELIS POPULI DEI": GENIAL MANIOBRA DE DIVERSIÓN DEL DICASTERIO DEL CARDENAL FERNÁNDEZ

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Alguien que toca de oído ha entendido que decía Fiducia supplicans fidelis pópuli gay, la confianza suplicante del pueblo gay. No del Pueblo de Dios, sino del pueblo gay. Porque la verdad es que a esa mínima porción del pueblo de Dios es a la que se dirige esta “Declaración”. De ellos procede, en efecto, la súplica: que al no haber sido escuchada en el Sínodo de la Sinodalidad, se convirtió ya en exigencia insoslayable. El hecho es que este documento de la Iglesia católica está redactado para dar cumplimiento a la “confianza suplicante” (mucho más exigente que suplicante) del pueblo gay de la Iglesia católica y de fuera de ella: que también desde fuera aprietan mucho. Esa porción del Pueblo de Dios no busca precisamente la bendición, sino el reconocimiento. Busca la bendición especial para la pareja: ése es el fin, como un gesto por parte de la Iglesia, de reconocimiento de su unión. Una bendición reclamada corporativamente como un medio para hacer ostensible esta conversión de la Iglesia. Menos mal que no reclama esa bendición el sindicato de sicarios (recordemos a la Virgen de los Sicarios) o la Pía Asociación de Violadores. Y para despistar, se incorpora también la bendición de las demás parejas irregulares.
  
Pero la Declaración pone sumo cuidado para que no tenga la apariencia de una victoria total de ese pueblo elegido en este momento por la Iglesia, ni de una derrota definitiva de los que siguen en la fe de toda la vida. Han hecho un documento que pueda ser leído al gusto de cada uno. Un documento sobre las bendiciones, de carácter exclusivamente pastoral, que no entra para nada en cuestiones morales; que ni siquiera admite preguntas y aclaraciones, porque al final se trata de que cada sacerdote se deje guiar por la caridad pastoral para decidir las circunstancias de esas bendiciones. 
 
Y sí, estamos divertidísimos, es decir distraidísimos, intentando adivinar qué es lo que ha dicho, lo que ha querido decir y lo que ha querido silenciar el eminentísimo cardenal Fernández con ese texto tan distraído en el que ha estampado también su firma el Santo Padre. Porque se trata de instituir esas bendiciones de las parejas homosexuales, de una manera muy muy parecida a como se bendicen los matrimonios, pero poniendo sumo cuidado en que no parezca lo que evidentemente pretende parecer; aunque dejando claro que hay una gran diferencia entre parecer y ser. La Iglesia, según explica el documento, quiere bendecir a las parejas: pero no por ser homosexuales. Ni tampoco se propone bendecir la homosexualidad. Previene para que no se pueda interpretar que bendice el emparejamiento homosexual, ni mucho menos que se lo pueda comparar con el matrimonio católico. De ahí que la Declaración sea tan prolija intentando explicar algo que tiene tan difícil explicación. 
 
Naturalmente que estamos ante un triunfo descomunal del lobby gay en la Iglesia, de los pink panzers que llaman. Por fin han conseguido meter un pie muy bien metido en la Iglesia (en la institución, en sus templos y en sus ritos); lo demás ya lo irán andando. Y no poco a poco, sino a grandes zancadas. Una puerta que estaba fuertemente cerrada, con sólidos cerrojos, ya está entreabierta. El que quede abierta de par en par, ya sólo es cuestión de tiempo. Y no mucho, no mucho. Ahí está la iglesia anglicana casi coordinada con la católica en tiempos y fórmulas. Está ya escrito el guión completo. Hay un final previsto. Un paso más en la Ventana de Overton: todos hablando del tema con la mayor naturalidad. ¡Son unos genios!
 
 
Es que se trata justamente de eso, de que “parezca” que la Iglesia bendice las uniones homosexuales como la cosa más natural del mundo. Se trata de crear una ceremonia limitadamente ceremoniosa, con apariencia de boda, pero sin serlo, en la que se pierde el pobre desconocedor de las sutilezas teológicas que aporta la “Declaración” para “aclarar” que eso que se parece tanto a una boda, no lo es, sino que sólo lo parece. Aunque, claro, lo más importante es que lo parezca y caigan en la trampa los ingenuos, porque eso es lo que requiere la caridad pastoral: el lío. 
 
Eso, de momento. Porque después de la caridad pastoral vendrá la justicia pastoral protestando contra la discriminación injusta, injustísima, escandalosa. Y se le exigirá a la Iglesia desde el poder temporal, que trate con igualdad unas uniones y otras, porque en ambas está el amor, que es lo que se bendice. Y adonde no llegue la caridad pastoral, a la que se le da carta de naturaleza en esta “Declaración”, llegará la justicia pastoral. 
 
¿Y qué tal está el panorama? Pues magnífico, espléndido. El lobby lo celebra con gran alborozo, porque aunque la Iglesia ha dado un pequeño paso, lo ha dado en la dirección correcta, con lo que se trata únicamente de añadirle más y más caridad pastoral a esa singular bendición “espontánea” que no tardará en adornarse con músicas, flores y toda clase de fanfarrias “no litúrgicas” con las que intentarán despistar a los pobres ingenuos desconocedores de las sutilezas litúrgicas, que creerán que eso que se celebra en la iglesia con tanta pompa no litúrgica, no es una boda de parejas homosexuales, sino una simple, ingenua y espontánea bendición que, oh casualidad, se parece tanto a una boda.
 
¿Y los conservadores recalcitrantes? Oh, oh, oh, Nuestra Señora de la O nos valga, justo en la semana de la O. La inmensísima mayoría de los conservadores se han dedicado a leer con suma cautela la “Declaración” repleta de aclaraciones, para ver qué dice y qué no dice. Dejando totalmente de lado lo que hace, que es lo importante. No lo que dice, sino lo que hace. Y obviando la cuestión importante de a quién sirve. Y como lo que dice está muy en razón (me recuerda mucho a Tip y Coll explicando cómo verter el agua de la jarra al vaso), llegan a la conclusión de que no hay nada reprochable en ese quiero y no puedo del enredoso documento. Todo está en su sitio en el documento; y eso tranquiliza las conciencias de ese incontable ejército de súbditos que besan la mano que les da de comer. El cálculo ha estado bien hecho. Ha sido una súpergenialidad del eminentísimo cardenal Fernández y los suyos. Les han metido a los conservadores el golazo de su vida. Han picado el cebo, han mordido el anzuelo y se han tragado el sedal, la caña y hasta el brazo del hábil pescador.
 
Porque, a ver, a los efectos de que se trata (que es meter el matrimonio homosexual en la Iglesia), qué tendrá que ver si la bendición es ascendente o descendente, convergente o divergente, vertical u oblicua. Nada que ver, pero es una genial táctica de diversión. Ahí tiene el eminentísimo cardenal prefecto del dicasterio para la doctrina de la fe, a todos los carcas entretenidos discutiendo sobre la geometría de las bendiciones y dejando de lado el auténtico problema. ¡Un exitazo!  
 
 
Es que hay que aclararse: no se trata de un documento teológico sino pastoral, cuyo máximo principio inspirador es la caridad pastoral, guiada por el discernimiento del celebrante (porque la bendición de una pareja es, después de todo, una celebración, ¿no?). Esa es la sustancia. Lo demás es floritura teológica para vestir el muñeco. Una mala acción envuelta en bonitas palabras. La Iglesia no excluye de sus bendiciones generales (urbi et orbi, la del Ángelus, la del final de la misa) a los homosexuales, ni a los adúlteros, ni a los violadores, ni a los asesinos. La recibe todo el mundo sin excepción. Los homosexuales están bendecidos por la Iglesia junto con todos los demás. 
 
Ah, pero eso no les basta, quieren una bendición específica y explícita de la Iglesia para ellos, para la pareja, que además se pueda confundir (y ahí está la sustancia del negocio) con la que les da a los esposos en el momento de formalizar su unión ante Dios y ante la Iglesia. Esa es la clave, eso es lo que andan buscando. Por eso la Declaración emplea tantos argumentos y disposiciones (excusatio non petita) para expresar su fingida voluntad de impedir esa confusión tan ansiosamente buscada.
 
Pero no os lo perdáis, que aquí viene la guasa del asunto. Lo que pretende el lobby con esta brillantísima operación, es expulsar de la iglesia (en minúscula y en mayúscula) la celebración del matrimonio católico de toda la vida, que está cayendo en picado, para ser suplantada por la celebración del matrimonio homosexual. ¿Os lo imagináis? Porque irá evolucionando el ritual, claro que sí, saltándose las escrupulosas disposiciones de la Declaración que, al fin y al cabo, no es más que una declaración para la galería carca. Y a este paso, día vendrá en que lo normal sea que las bodas gay se celebren en la iglesia, y las normales en el juzgado. 
 
¿Sólo eso? No, ¡qué va! Con esta declaración queda totalmente abierto y expedito el camino a las uniones homosexuales (tan abundantes ya y tan cerca del papa) de obispos, cardenales (¿cómo olvidar al eximio McCarrick con su enorme progenie jerárquica?) y sacerdotes, y que la Iglesia se verá obligada a bendecir: con lo que quedará decapitado de una vez para siempre el tormentoso problema del celibato. Cuando acuda un cardenal o un obispo a un simple sacerdote (¡o al mismo papa!) pidiéndole que bendiga su unión con otro cardenal o con un obispo o con un fiel de base, no podrá negarse, porque así se lo impone la caridad pastoral invocada por esta Declaración. ¡O témpora, o mores!
 
¿Y el sujeto? Bueno, pues el eminentísimo cardenal Fernández está ahí para lo que está. Y bien que acaba de demostrarlo. Sirve a quien sirve (son muchos los que sospechan que no a la Iglesia). Su compatriota, la hermana sor Lucía Caram, manifiesta tener de él una opinión sumamente caritativa y totalmente comprensiva. Bueno, y el gran consejero pontificio James Martin está exultante de alegría, como no podía ser menos, ondeando su bandera arcoíris.        
 
Está claro clarísimo que esa Declaración es un ridículo fraude de ley. Se necesita ser muy tonto para tragarse eso de la bendición no sé qué y no sé cuánto, la ascendente y la descendente. Como si no tuviera cualquier fiel e infiel, por más homosexual que sea, multitud de ocasiones de recibir todas las bendiciones que quiera. Nada menos que bendiciones litúrgicas, que son las que se empeña en prohibirles explícitamente la fatal Declaración.
 
Virtelius Temerarius

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29 comentarios

  1. Otra herejia de Francisco , y ya van.... he pedido la cuenta.
    Lo mas llamativo, es que muy pocos obispos se han manifestado en contra. Lo que puede significar o que temen mas a Francisco que a Dios, o que les da igual la Fe catolica. O un poco de cada. Estamos en manos de unos tipejos que se han propuesto destruir la Iglesia.
    No lo conseguiran, pero haran mucho daño.

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    1. Anónimo de las 23:21
      Lo de tipejos, me sobra. Posiblemente es menos despreciativo, obispillos.
      De lo demás, estoy de acuerdo con Vd.
      La IC necesita urgentemente una mano dura que lo pongo todo, y a todos, en su sitio. No nos podemos separar del Evangelio. Basta ya de cada "pastor" haga lo que le venga en gana y considere su parroquia como una propiedad personal.
      Que el Espíritu de nuestro Señor nos ayude y conforte a los que deseamos seguir cumpliendo con la doctrina católica y apostólica. Ven Espíritu del Señor y llena los
      corazones de tus fieles. María Auxiliadora, ruega por nosotros.

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    2. ¿Quién es Fred para declarar hereje al Papa Francisco?
      ¿Y si dijésemos que estamos enmanos de Dios?

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    3. Anónimo 10:30. No soy yo quien declara hereje a Francisco, ya lo hizo San Pablo en su carta a los Gálatas 1:8-11. "Si alguno o un ángel del cielo os anuncia otro Evangelio del que habéis recibido, sea anatema".
      Siempre estamos en manos de Dios, pero esto no significa una actitud pasiva, conformista en el mal o el error. Sta. Teresa lo sintetizó "A Dios rogando y con el mazo dando"; y Sta. Catalina de Siena dijo "Basta de silencios, por haber callado el mundo está podrido".

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  2. El dolor y división que ha provocado es horrible, estamos en mitad de una gran tempestad esperemos que la barca aguante.

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  3. Si tanto se empecinan en ciertas modernidades por lo menos que den el paso principal de instaurar el Celibato Opcional Sacerdotal, y listos. Yo me pregunto ¿¿de que sirve bendecir parejas humusesuales si el principal problema son las vocaciones??. Con la bendicion de humusesuales a bien seguro floreceren más vocaciones pero vocaciones humusesuales, pues que se puedan casar los curas con sexo contrario es lo que importa en este momento de crisis por falta de nacidos en el Primer Mundo. Bendición de parejas humusesuales pero que no se note como matrimonio, el más difícil todavia de las ocurrencias circenses del pontificado actual. ¿Ha pensado el Santo Padre regalar una lupa a todos los católicos para que miren bien sin confundirse este nuevo Sacramento Homo?.

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    1. Roure Sánchez Folch11 de enero de 2024, 19:18

      Apreciado Silveri, al igual que estoy de acuerdo en su insistencia en los actos maravillosos del Diluvio y todo "lo potente" del A.T. y por enésima vez le animo a realizar una charla en Barcelona sobre eso, no faltara publico se lo aseguro; esta usted equivocado con el celibato opcional... en un varón casado ya mayor poderlo ordenar, si no tiene cargas de hijos y ya con una "paguita" de jubilado... no me parece lo mejor pero se lo podría "comprar" (es el caso de los ortodoxos)... pero todos los que quieren el celibato opcional es por que son sodomitas o están con la "secretaria" y mierdas por el estilo. Todos los sacerdotes decentes que conozco están felices y orgullosos de su celibato por que lo han luchado y luchan a diario... Si dejamos que los sacerdotes se casen, tendremos sacerdotes separados, sacerdotes con nulidades de "chichinabo", sacerdotes con practicas sexuales degeneradas y sacerdotes mas cerca del libido y el pecado... y sobretodo sacerdotes que roben del cepillo por que tienen que alimentar a sus hijos y a la parienta y con los mil eurillos no les da...

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    2. Roure Sanchez Folch: Gracias por contestarme. No quiero dar ninguina conferencia porque a mi edad me podria dar un infarto, lo dejo para los jóvenes que se pueden sacar un buen pastón manutencial. Sobre el "celibato opcional" usted lo eleva a un apocalipsis eclesial y es un error, yo me baso en los evangelios y en los primeros siglos de la iglesia, el celibato se instituyó cuando la Iglesia empezó a acumular "riqueza" y para conservar el patrimonio la descendencia de los curas era un problema de transmisión de las propiedades. Un sacerdote hoy llevando 10 parroquias puede trabajar igual como un ingeniero de caminos canales y puertos y estando casado cuando llega a casa encuentra la mesa preparada por su mujer, y además de llevar 10 parroquias se merece ganar como un maestro de escuela, y etc, etc. La vida matrimonial no es ningún impedimento para celebrar misas como tampoco lo es para un ingeniero de caminos. Todo y teniendo en cuenta que el matrimonio es una pesada CRUZ a llevar sobre las espaldas, no es ningún placer como les parece a algunos que solo ven en el matrimonio el sexo y nada más. Debemos mirar los asuntos por las 4 caras no solo por la cara que nos importa (Balmes, El Criterio).

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  4. No es asunto menor la Declaración del binomio Francsco-Fernández. Y digo del binomio porque viene avalado ese disparate doctrinal por la firma de Francisco. Desde muchos frentes contrarios al bodrio se ha insistido en la culpabilidad de la menesterosidad intelectual del cardenal, para así salvar a Francisco. Tal es el calibre de los errores expuestos, que muchos de los opuestos se esfuerzan por no ver lo que aparece en letras de molde. Por si fuera poco, anteayer mismo Francisco abonaba lo expuesto con una salida por peteneras: "distingue entre el matrimonio y la bendición".

    Para hacerse una idea cabal de la profundidad de la carga de Francisco hay que remontarse a la explicación de la naturaleza del ministerio del Pontífice expuesto con nitidez por Benedicgto XVI. Propio del Papa no es expresar sus propias ideas sino recoger las palabras de Cristo según la interpretación

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  5. Tendremos sequías y guerras pa rato!

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  6. Es tal el grosor de los disparates aberrantes de la Declaración, que muchos se esfuerzan en insistir en la culpabilidad del cardenal Fernández en semejante desaguisado. Se pasa por alto que viene avalado por la firma de Francisco, quien anteayer mismo ratificó su adhesión suscrita con una salida por peteneras: “Distingue entre el matrimonio y la bendición”. Y la confesión de Tucho: “El Papa me ha dicho que ya pasará la tormenta y que la gente acabará por entenderla”. No santidad, si entender se entiende. Vaya si se entiende. No es muy presentable repetir la acusación que SS hizo a los objetores o dubitantes: “No han leído la Amoris Laetitia”.
    Para no sentir escrúpulos en el ataque obligado a la firma de Francisco ante semejante cúmulo de dislates, viene a cuento la explicación de Benedicto XVI sobre la función auténtica del ministerio petrino. No se trata de exponer su propia doctrina, sino la doctrina evangélica de acuerdo con la interpretación de la Iglesia a lo largo de su existencia y que se llama Tradición. No está demás recordarlo cuando leemos el pastín anárquico de marras. Como ha dicho uno de los opositores es un sí, pero no, un no pero sí.
    Dice el texto que está escrito a la luz no del evangelio y de la interpretación de la Iglesia, sino a la luz del comportamiento paterno y pastoral de Francisco. Por eso las citas son de Francisco. Claro que el comportamiento sólo sirve en tanto en cuanto se acerca al comportamiento de Cristo. No lo fue el manotazo que le dio a la pobre china que quería besarle la mano. Pero eso es anecdótico. El problema de fondo es tomar las palabras de Francisco como palabras infalibles cuando no lo son al alejarse astronómicamente de la confesión de la Iglesia.
    Y luego el contenido. Los errores se suceden con velocidad de vértigo. Los sacramentales nos llevan a la gracia o nos aumentan la recibida en los sacramentos, los auténticos dispensadores de la misma.
    La idea que se han sacado de la manga de un sacramental que no es sacramental, de un sacerdote que a veces actúa como tal y otras no, con una bendición que a veces es ritual y otras no, un cúmulo de necedades teológicas, de recursos ad hoc que evidencian la carencia de pulso doctrinal y, lo que es manifiesto, de voluntad nefasta de envolver para engañar.
    Importa leer los comentarios a favor de ciertos teológos españoles, sean levantinos o vascos. De manera artera insisten en la misercordia, en la bendición que no maldice o condena, como si la llamada a la conversión fuera una tragedia negativa.
    Algunos disparates son burdos. La existencia de pareja y la unión que, dice, son diferentes, pese a entrar una en la definición de la otra. Uno ve 99más mentiras que errores.

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    1. Gracias, JMVG, por su claridad, respeto y sabidurìa. Dios lo bendiga y lo proteja!

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  7. Todo árbol malo da frutos malos

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  8. La homosexualidad es una tendencia reconocida por la Iglesia como una condición cuyos actos (es decir, el ejercicio de dicha tendencia) son intrínsecamente desordenados (como la masturbación o la fornicación). Pero la Iglesia no nos considera a los homosexuales como pecadores por el solo hecho de serlo, y nos llama a la castidad para acercarnos a la perfección cristiana. Más aún, la Iglesia - con los siglos a cuestas - no presume conocer el origen psíquico de dicha condición. Pero de esto a equiparar y agruparnos a todos los homosexuales (incluyendo a aquellos quienes a pesar de nuestra condición buscamos seguir una vida cristiana, según las enseñanzas de la Iglesia) junto con los adúlteros (una elección, no una condición), los violadores (ídem, y con violencia), y los asesinos (ídem, con la misma agravante) hay un mar de diferencia. Y me parece una grave exageración, y una que atenta contra las disposiciones contenidas en el número 2358 del Catecismo, que prohíbe “todo tipo de discriminación injusta”, y exige acogernos “con respeto, compasión y delicadeza”. Quienes opinan sobre la “Declaración” deberían hacerlo con más cuidado, evitando nefastas comparaciones, y generalizaciones. “In ómnibus caritas“.

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    1. Seguro que de entre ese grupo de homosexuales unos cuantos tendrán un lunar en la nalga derecha y no por eso constituyen un grupo pastoral específico. No se nace homosexual.

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  9. La Paz se contigo, Virtelius.
    Excelente análisis. ¡Ojalá muchos mitrados tuviesen el valor de desenmascarar la evidente trampa que se esconde en ese documento-chapuza!
    No logro entender la actitud del Papa...que no vea lo que es evidente. Menos mal que nos dijo que rezásemos por él. Negras nubes se ciernen sobre octubre de 2024.
    Mater Immaculata, ora pro nobis.
    MT

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  10. Esto no va a quedar así. Habrá más. "Specola" anticipa que el próximo paso es el diaconado femenino. Hay que buscar cuevas de supervivencia

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  11. Estando de acuerdo con el comentario, no entiendo la insistencia en acusar a los que llama "conservadores" de haberse tragado el cebo y hasta el anzuelo. ¿Qué quiere insinuar con ello, que solo los tradicionalistas se preocupan en serio y sin ingenuidad de velar por la fe de la Iglesia? Pues, si es eso, se equivoca. Fuera facciones: la Iglesia es una y la verdad es una. Muchos me considerarían conservador, pero rechazo toda etiqueta: me basta con católico. La tibieza en el rechazo del documento por parte de muchos obispos no es ingenuidad, sino discreción, y, puede, que también lo que ellos interpretan, en mi opinión erróneamente, como prudencia. Los que que se llaman a sí mismos tradicionalistas no tienen ningún problema con el rompe y rasga; llegado el caso, ni tan siquiera descarto que se separen de la Iglesia y/o pidan ser aceptados en la Comunión ortodoxa. Yo, no: me mantendré fiel a la Iglesia, dentro de la Iglesia. Por mucho que Francisco crea tenerlo todo atado y bien atado de cara a un próximo cónclave, tengo la esperanza ¿ingenua? de que hay muchos cardenales discretos y "prudentes" que ven ese momento como el adecuado para actuar.

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  12. Totalmente de acuerdo con el Sr. Fred.

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  13. ¿A quién pretendía engañar el cardenal Tucho? ¿Al lobby gay o a los fieles católicos? Parece que al lobby gay no, porque están muy contentos. Seguramente porque el cardenal ya les ha contado cuál es el final de la película y tienen acordado aceptar este primer adelanto de las bodas gays que les ha prometido.

    Y de los fieles católicos, no para de crecer el número de incrédulos que ven gato encerrado en el documento fiduciario del cardenal Fernández. Parece que no le ha salido la jugada tan bien como esperaba. Eso sí, cuenta con el silencio de la inmensa mayoría de los asalariados de la Iglesia. Porque saben que el que se mueva no sale en la foto.; mejor dicho, lo sacan de la foto. Ahí están Strikland y Burke como aviso a navegantes.

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  14. La. Comunidad de Lanceros dan muy buena información Católica .

    Se agradecería saber cómo afiliarse a dicha comunidad.

    Muchas gracias.

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    1. Francisco demuestra un nivel teológico muy bajo. No me extraña, dado que ya hace muchos años que la Iglesia particular en América se ha vuelto materialista por falta de fe.

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  15. Una reflexión para el anónimo de las 9:02 del día 26
    Yo diría que en todo caso es la Fiducia supplicans la que mete en el mismo saco no a los homosexuales, sino a las parejas homosexuales con las demás parejas irregulares. Así que a reclamar, a TuchoBésameMucho.
    Y lo mismo respecto a asesinos, violadores, etc. Si la Fiducia esa bendice a los homosexuales sólo en tanto en cuanto son pareja, no por ser homosexuales, también tendría que bendecir a los sicarios, asesinos, violadores, etcétera, no por serlo, sino por ir agrupados (no necesaria y exclusivamente en parejas) y organizados en entidades superiores al individuo, en cuyo caso bendeciría la estructura asociativa de todos esos pecadores.

    Porque ahí está el truco del Tucho, en desentenderse del individuo y de su condición (de la que no se desentiende la Iglesia), para pasar a ocuparse solícitamente de la organización de los individuos en parejas.. Y bendecir a las parejas, y de paso al emparejamiento, en vez de bendecir a los individuos.

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  16. Por cierto, ¿Dónde se puede encontrar el original latino (se supone que el oficial) de la Fiducia supplicans? ¿No se habrá sacado el articulista de la manga lo de Fidelis populi Dei? No he conseguido dar con el documento original en latín. Agradecería el enlace a ese documento.

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    Respuestas
    1. El Latín está expulsado de la Iglesia actual .

      Aún no se da cuenta usted ?

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    2. Ciertamente, no hay versión latina. En general las primeras palabras de un texto de este tipo son las que sirven de título. Aquí no sucede así, pues en la versión española, presuntamente la original, no hay nada sobre súplicas ni sobre confianza. En latín "fiducia supplicans" puede significar tanto "confianza suplicante" como "suplicando con confianza". Lógica y teológicamente la declaración es una chapuza en todos los sentidos.

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  17. Demasiada súplica y demasiada ma......da en el Seno de la iglesia.

    Con su pan negro se lo coman.

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  18. Sodomía Supplicans ,forever!!!

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