Después de darle muchas vueltas a lo que está ocurriendo hoy en la Iglesia, intentando englobar en un solo término el camino emprendido por las fuerzas reformistas en los últimos decenios (el Concilio Vaticano II y las actuales aventuras sinodales se perciben como los mojones que limitan esta larga batalla), me parece cada vez más evidente que el núcleo de todo este movimiento doctrinal que está removiendo los cimientos y los sedimentos del catolicismo, es el jesuitismo (innegable protagonismo jesuítico de los jesuitas) y que así podríamos denominar la herejía que ha puesto a temblar a la Iglesia católica.
Ignacio de Loyola, militar él, fundador de los jesuitas, se propuso crear con la Compañía de Jesús una especie de Guardia Pretoriana al servicio del Sumo Pontífice. Es decir que, conforme al deseo de su fundador, la razón de ser de los jesuitas es estar al servicio del máximo poder de la Iglesia: el papado. Su vocación es, más que el poder en sí mismo, la influencia, que entrenarían -en principio- para bien la Iglesia y su misión, y la extienden a todo lo que son capaces de tocar. Y lo que dio de sí la guardia pretoriana (sobre todo con emperadores débiles), queda registrado en la historia: luces, sí, pero también muchas sombras. Gran lección para la Iglesia.
Napoleón tenía una muy particular percepción de este hecho, que escribió en sus memorias: Los jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo la voluntad de un solo hombre [El Superior General de los Jesuitas]. El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos. Y lo decía uno de los mayores sátrapas de la historia…
Obsérvese cómo Napoleón emplea ya el término jesuitismo, aunque no lo haga en sentido religioso (que es el que definiría la herejía), sino en sentido político absoluto, comparable al aplicable a la masonería: que sí, que es un movimiento religioso (más bien antirreligioso), enormemente trascendido por su dimensión política y por su insaciable hambre de poder. Dos organizaciones que lucharon en el mismo campo de batalla, tal vez contaminándose mutuamente.
El Fundador dotó a la Compañía de una máquina de guerra tremendamente versátil, en un principio contextuada en sus Ejercicios Espirituales (el propio término ejercicios es per se militar) que igual podía apuntar contra los enemigos de la Iglesia como contra la misma organización eclesial: lo de la Guardia Pretoriana, tan eficaz poniendo emperadores como quitándolos. Esa máquina es el DISCERNIMIENTO, tan versátil e incisivo en manos de San Ignacio y de los buenos jesuitas para dirigir las almas hacia la salvación, pero del que tan sibilino uso está haciendo el jesuitismo instalado en la sede de Pedro. Fidelidad creativa lo llaman ahora sin el menor pudor. No por nada, al final el diccionario de la lengua nos da jesuita como sinónimo de astuto o hipócrita: se necesitaron algunos siglos de mala praxis jesuítica y también de leyenda negra para que, al final, se impusiese en el lenguaje esa percepción.
Es obvio que fuesen justamente los jesuitas los que tuvieron una historia tan tormentosa cual correspondía a su misma esencia de fuerza de poder, prácticamente militar, como los percibió Napoleón. Y esa misma historia nos pone bien de manifiesto que no fue el único en tener esa percepción. La persecución que han sufrido los jesuitas (y ninguna otra congregación religiosa como ellos, si exceptuamos actualmente al Opus Dei) no se puede comparar ni de lejos con la que han sufrido las demás órdenes religiosas; porque la ambición de poder e influencia que tantas veces han exhibido a lo largo de la historia, los ha puesto en el punto de mira de todos los demás ambiciosos del poder.
Paso por alto, pues, esa tormentosa historia para centrarme en la reciente construcción del jesuitismo que ha asaltado la ciudadela de la Iglesia, minando sus mismos cimientos. Ese asalto del poder doctrinal (¡cuál va a ser, si ése es su baluarte!) valiéndose de su máquina de destrucción masiva, que es el relativismo doctrinal, piamente disfrazado del jesuítico discernimiento, podemos datarlo, por no irnos demasiado lejos, desde los aledaños del Concilio Vaticano II, con todo su desarrollo y tergiversación, hasta la actualidad.
Observemos que tan jesuitas y jesuíticos son los inventores y promotores de la teología de la liberación ayer (con toda la sangre y las profundas alteraciones políticas a que dio lugar tan beatífica teología), como jesuitas y jesuíticos son los máximos promotores hoy de la teología de la homosexualidad, transexualidad, ideología de género y hierbas de todo género que acompañan esa teología. Una teología que, como la de la liberación, tiene su potentísima vertiente de poder (tomar posiciones de fuerza en el Nuevo Orden Mundial); y que como aquella otra teología está llamada a producir inmensos daños a la humanidad. Jesuitismo en estado puro, más corrosivo que el vitriolo.
Por arrancar de un gran símbolo, hemos de situarnos en el preconciliar Teilhard de Chardin, que con su soberbio intento de teologizar entreverándolos, evolucionismo, cientifismo y Revelación, constituyó una potente sacudida en la Iglesia, que hizo calar hondo la idea de que fuera de ella había un enorme caudal de belleza y de salvación. ¡Genialmente jesuítico! Quizás por ello deberíamos considerarlo uno de los padres fundadores del jesuitismo.
Naturalmente estábamos en los inicios de esta herejía y los papas, al advertirlo, pusieron freno al fenómeno. Así, Teilhard de Chardin fue silenciado por la misma compañía a instancias del Vaticano. Otro tanto ocurrió con los teólogos de la Nueva Teología Daniélou y Lubac, jesuitas también: sus doctrinas fueron severamente condenadas en la Humani géneris de Pío XII. Luego vendría el gran gurú teológico del Vaticano II, Karl Rahner, también jesuita, que chocó con Pablo VI, con la Humanae vitae de fondo. Iba debilitándose la oposición de la Iglesia al jesuitismo. Rahner, absolutamente genial en su levedad doctrinal, advirtió que uno nunca ‘es’ cristiano. Lo de ser cristiano no es un ‘estado’. Es una tensión, una meta inalcanzable, una aspiración, una inquietud, un ideal. Se está en camino hacia el cristianismo, pero nunca se ‘es’ cristiano. No hay cristianos, sino candidatos, aspirantes a una aproximación, dejando eso de Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida como mera literatura voluntariosa. Igual que la renuncia socrática a la sabiduría (de la que aún no nos hemos repuesto), para abrazarnos a la filosofía (el amor a la sabiduría): que nos eximirá de cualquier intento de ser sabios. Ser cristianos es, como mucho, una noble aspiración, dice Rahner, totalmente inmerso en el jesuitismo, borrando de un plumazo la misma ontología cristiana. Y siguió la deriva.
La Compañía se puso totalmente de parte del reformador Arrupe, proclamando que la nueva forma de entender la misión de la Compañía está en el lema Fe y Justicia, con su arriesgada deriva hacia la Teología de la Liberación.
En 2005 la Iglesia todavía tuvo fuerzas para cerrarle la boca al jesuita Thomas Reese, editor de la revista America, con la anuencia de la Compañía, que dos años más tarde enviaba también al retiro al teólogo de la Liberación Jon Sobrino, alegando que sus proposiciones no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia, engrosando así la fila de los teólogos jesuitas condenados con guante blanco por la Iglesia: una fila iniciada por Teilhard de Chardin, Jacques Dupuis, John Courtney Murray. Distinto fue el caso del argentino Leonardo Castellani, al que se cuidó de neutralizar y expulsar la misma Compañía.
Y bueno, una vez iniciada la cuesta abajo, ya no hubo forma de frenar. La Compañía de Jesús, inflada por su soberbia y alentada por la cobardía cada vez más manifiesta de cardenales y obispos, fue profundizando en su teología creativa (incluida, claro está, la teología de la homosexualidad) y en su fidelidad a la Iglesia, también creativa. Hasta llegar a la pastoral a la que se incita a trascender las reglas, es decir a saltárselas, construyendo así la moral totalmente oportunista en que incurre (eso sí, piadosísimamente y con las más bellas palabras) la Amoris laetitia. En perfecta armonía con el pensamiento creativo del actual papa negro, para el que no hay manera de fijar la doctrina cristiana, porque en tiempos de Cristo no había grabadoras. Jesuitismo en vena.
La gran obsesión del DISCERNIMIENTO jesuítico en su modernísima versión ultrasinodal, es sintonizar con lo que Juan Manuel de Prada llama el grito (la berrea más bien, pues esta colusión de Voluntad desembridada e Idea fija recluta sus huestes entre la gente más gregaria y sugestionable, más lacayuna y esclavizada por las modas) de una humanidad desnortada, animalizada, que ha perdido la noción de la realidad, que se rebela contra su propia naturaleza, que se cree capacitada para gobernar el universo. Que se cree tan dueña absoluta de sus glándulas como de la mecánica celeste. Por hacer sintonizar a la Iglesia con esa nueva humanidad, el jesuitismo ha adoptado las nuevas corrientes teológicas, en el contexto de la novísima fidelidad al Evangelio; pero atención, aquí hay algo totalmente nuevo, se trata de fidelidad creativa.
Yendo, como va, el mundo desbocado hacia el totalitarismo, no debiéramos perder de vista las palabras de Napoleón: El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos. Y circunscribiéndonos a la Iglesia, la más corrosiva de las herejías. Las innumerables víctimas del P. Germán Arana la certifican y las sandeces de James Martin SJ, pidiendo explicaciones a Francisco sobre el pecado de la homosexualidad, la legitiman.
Virtelius Temerarius
Caretas fuera. Miedo fuera. Que hablen si es preciso las piedras. Ha llegado el momento de decir basta, hasta aquí hemos llegado. La fotografía que ha colmado el vaso ha sido la del jesuita Bergoglio, accidentalmente pontífice por lo visto, con el prelado anglicano y el moderador protestante escocés. Sólo les faltó consagrar a los tres, es decir, celebrar el sacramento, porque en los sacramentales (bendición) sí participan al unísono. Disparate impensable en un alumno de primero de teología y que hemos visto para bochorno general protagonizado por Francisco. A cualquiera que pasara por allí y preguntara, alguien podría responderle: "el que está sentado es Francisco, Vicario de Cristo, y los otros dos, Co-Vicarios de Cristo", pues tal es lo que refleja la fotografía.
ResponderEliminarLa falta de preparación teológica de Bergoglio es asombrosa, peor de lo que cabía imaginar. No supo responder a los dubbia de cuatro eminentes teólogos cardenales y responde con un sofisma al jesuita ese de la doctrina LGTB al que ha convertido en asesor áulico, con mando en plaza vaticana.
Tras Bergoglio es jesuita el presidente del Sínodo de los Sínodos, otro teólogo de barbecho que ya ha puesto de manifiesto su incultura teológica al aclararnos que lo de la bendición de los homosexuales es cosa hecha, de acuerdo con el comportamiento de Francisco.
Como es impresentable lo que el general de los jesuitas comentó sobre la la inerrancia, que él desconoce pero hay que ver cómo se suelta el gachó.
Diríase que Francisco, el Presidente del Sínodo y exégeta del Papa, con el general y tanti quanti del fajín se han confabulado para, primero, ver quién la suelta más gorda y, segundo quién puede hacer más daño.
Lo que nos ha tocado, madre mía.
En la foto del Papa en Africa con los prelados anglicanos y cia., no encuentro nada incorrecto siempre que no se compartan sacramentos.
EliminarQué inquina la suya contra el Papa, caro Valderas. Yo no veo nada tan terrible en esa foto. Igual que cuando San Juan Pablo II estuvo en Asís al lado de budistas, musulmanes, protestantes, etc. etc. orando por la paz.
EliminarUsted esto del primado de Pedro mo lo lleva muy bien verdad. Relajese un poquito de té és saludable. y es bueno. Madre mia se le nota el odio al Papa verdad . Lo dicho trankimanzin si necesita màçás tranquilidad
EliminarEl enfoque para estudiar a Bergoglio es el peronista.
EliminarPerón creó un partido político que era una verdadera ballena que se tragaba toda ideología porque, con tino, Perón sabía que debía de pescar en todas las fuentes sin excepción, como su amigo Mussolini, para obtener el poder en toda la Argentina.
Mussolini visitó una fábrica de automóviles en Turín y le preguntó al empresario de qué partido eran los trabajadores. Anarquista, comunista, socialista... desgranó el empresario al Gran Duce.
Después de oír todo lo que le decía el empresario, el líder del Gran consiglio del fascismo le espetó:
- Pero todos son fascistas, dijo sin pestañear il padre di tutti i fascisti
- Por supuesto, por supuesto, dijo el empresario, besando casi el suelo con su cabeza encorvada de devoción, real o fingida, a il Duce...
El problema de comerse todos los fuegos es que luego tú te quemes. De hecho, el partido sólo podía funcionar a través de una conducción mussoliniana, es decir, personalista, nacionalista, socialista, demagógica, propagandista y autoritaria, que impedía el diálogo y debate interno, y que se basaba e tal como hizo Perón pero también sus dos esposas, Evita e Isabel, Perón de 1946 a 1955, y luego de 1973 a 1974, siguiendo Isabel de 1974-76.
De hecho, el peronismo sufrió en su seno los combates entre la izquierda y la derecha peronista por causa del autoritarismo de Perón, que encima tomaba decisiones basadas en la conveniencia y oportunidad, y no en la racionalidad de la lógica tecno-científica. Era un encantador de serpientes en el circo nacional argentino...
En resumen, comprender a Bergoglio es imprescindible comprender que Perón se fundamentaba en una combinación de factores, incluyendo su imagen pública, su discurso político, su ideología de amplio espectro para contentar a todos y la influencia social de su esposa, Eva "Evita" Perón.
Perón tenía una imagen carismática y nacionalista que lo hacía popular entre los trabajadores y la clase obrera. Con su discurso nacionalista y su apoyo a los derechos de los trabajadores (como hacía Mussolini), Perón ganó una gran base de seguidores de todo el espectro izquierdista, pero a la vez, tenía una relación, más soterrada, con los líderes fascistas, nazis, franquistas, liberales, conservadores y ultracapitalistas, porque aceptaba el capitalismo de libre mercado, proteccionista y nacionalista.
Por otro lado, Evita, a través de su trabajo social y sus programas para ayudar a los más pobres y marginados (los grasillas, llenos de grasa de las máquinas), también contribuyó a la popularidad y al poder político de Perón. Evita no era muy querida y respetada, sino devocionada y adorada por el pueblo hasta niveles de subyugación hipnótica, y su apoyo a Perón y a sus políticas aumentó aún más su poder político, hasta que murió en 1952 y Perón perdió el poder el 1955.
Muy cierto lo que afirma el anónimo del 6-2 a las 0:32. El peronismo de Francisco es evidente, basta oírlo hablar para reconocerlo. El nombramiento por Francisco de la teóloga peronista Emilce Cuda como secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina y miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales lo confirma.
EliminarFuera de la Argentina el peronismo no se entiende. Esto no es raro, ya que no se trata, de ningún modo, de un movimiento guiado por principios mínimamente lógicos. Ha habido peronismos de todos los colores, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha pasando por el neoliberalismo y también peronismo ateo y anticatólico, peronismo pseudocatólico, peronismo brujeril (López Rega)... El peronismo es todo y no es nada. Lo que lo caracteriza son seis rasgos que siempre se mantienen constantes: 1. Su propia corrupción. 2. Su acción corruptora de todo lo que le rodea. 3. Su populismo desbocado. 4. Su oportunismo. 5. Su ordinariez y su mal gusto. 6. Su desvergüenza.
Su triunfo se debió, sin ninguna duda, a las debilidades, las injusticias y la miopía de los gobiernos que lo antecedieron. Lo más trágico es que el peronismo resulta ser altamente contagioso. En su acción corruptora tiene una especial aptitud para simbiotizarse con los peores elementos sociales y humanos disponibles y para extenderse como un cáncer. Es así como ha llegado a corromper y a "peronizar" a casi toda la sociedad argentina, incluída la mayoría sus adversarios. Aunque se llamen a sí mismos "justicialistas" el estado gobernado por los peronistas es exactamente aquello a lo se refería San Agustín:
"Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia?"
El inmenso peligro actual es que se produzca una "peronización" de toda la Iglesia. Vamos por ese camino.
JMVG, es una pena que sus argumentos siempre se tengan que sostener en el insulto y desprecio.
EliminarPero Bergoglio no necesita ninguna teología.
EliminarBasta su "discernimiento".
Es decir, pensar lo que Jesús haría en un caso similar y hacerlo.
De pronto una religión que ha combinado de modo admirable la lógica y el sentimiento (y ha formado así la civilización occidental) se transmuta en lo que al Santo Padre le sale de las narices según su mala baba informe o no su "discernimiento", es decir, se convierte en una tiranía personalista subjetiva, porque la doctrina ya no está en manos del tiempo y los teólogos (es decir, que es autónoma, objetiva y que obliga a todos por igual); la doctrina es lo que el Santo Padre, como la Pitonisa de Delos, declara.
Me pregunto cuál es el valor que pueden encontrar los fieles de esta herejía.
En los años 20 y 30 del siglo pasado, la política era lo que Mussolini y Stalin decía que era la política, según discernimiento propio (y en el caso de Stalin, la realidad es lo que decía el discernimiento del "Padrecito" que era)
En los años 20 del siglo actual, la religión es lo que dice el discernimiento del j.s. Bergoglio. ¡un santo, oiga!
Mal vamos.
Muy buena excursión por la mente de Virtelius Temerarius. Como siempre en Germinans, dejamos para otro día la verdad histórica y el presente de los jesuitas.
ResponderEliminarLa Guardia pretoriana del Papado si no existiera habría que inventarla y en nuestro caso no hace falta el invento porque ya existe: Son los Jesuitas. Si se han decantado hacia otros derroteros que no corresponden le toca al Papa corregirlos y punto, queda claro. Este tema de los religiosos decantados a derroteros no convencionales es harto tratado en esta web y siempre el máximo culpable es el Jefe de Roma. Pues paciencia con el Jefe y a aguantar la Jesuitada.
ResponderEliminarSr. Garrell, la jesuitada , la aguanta usted si quiere.
EliminarHay muchos que no piensan como usted.
La paciencia tiene un límite y el vaso está colmado.
Es hora de decir: BASTA !
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
ResponderEliminarÉsos fajones solo sirven para ahogarnos a todos los Católicos de bien.
Ud. se considera un "católico de bien". Se autoproclama. Bravo!
EliminarEl Rey Católico Carlos !!! también los mandó a freír espárragos.
ResponderEliminarAquí algo falla!!!
Os noto un poco nerviosos.
ResponderEliminarEran la élite encarnada de la Iglesia, su primicia intelectual y acabaron en este Tiempo moderno Apoc siendo el gran submarino masónico socialista, elitista de listos entregados. Y tan contentos hoy sus capos de haberse conocido y haber hecho TODO el daño posible.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo con el tono del artículo. Soy el primero en repudiar el lamentable curso que sigue la Compañía en la actualidad. Pero lo que en este artículo se hace es simplemente calumniar a una orden en su conjunto y en su historia.
ResponderEliminarLa Compañía de Jesús, con las imperfecciones de toda orden, fue decisiva en su labor por la pervivencia de la Iglesia Católica amenazada por el protestantismo, así como en la restauración del catolicismo en amplias regiones que parecían perdidas para la Iglesia; también fue la mayor protagonista de la evangelización de América; contribuyó de manera excelsa a enriquecer la cultura occidental y a impregnar en ella el espíritu de la Iglesia. Hubo legiones de jesuítas que realizaron los mayores sacrificios con total entrega y altruísmo para alcanzar estos fines. Uno de los pocos verdaderos santos que creo haber conocido personalmente en mi vida fue un padre jesuíta, antiguo confesor de mi abuela, hombre inmenso en su modestia, en su caridad, en su erudición, en su bondad, en su integridad: el padre Pedro Grenón (1878-1974). La Compañía de Jesús también fue vivero de hombres como él.
En las últimas décadas he visto a jesuítas que eran la antítesis de lo que debe ser un sacerdote y es evidente que los personajes a los que se nombra en el artículo son nefastos y han pervertido a una institución venerable . Pero ello no basta para desprestigiar toda la historia de una orden que tiene medio milenio de existencia y que tanto ha hecho por la Iglesia. Recurrir a Napoleón Bonaparte para echar en cara a la Compañía sed de poder es como mínimo grotesco. Y ya que el autor del artículo menta al Opus, Escribá y sus discípulos no han sido precisamente alérgicos a las ambiciones de poder...
Impecable! Con argumentos y sin los encinos que a nada conducen! Ha dado usted una lección de conocimiento de lo que "fue" la Orden Societatis Jesu" S.J. Las desviaciones actuales nada tienen que ver con el origen de la misma. En cuanto a qué es una organización militar, no le encuentro problemas, ya que en toda organización alguien conduce, otros colaboran y, el resto, ejecuta... Si fuera al revés: muchos conducen, algunos colaboran y uno solo ejecuta... huelgan las palabras!
EliminarCon el actual pontificado, en medio de su crisis perceptible de autoridad, se dilucida una enseñanza: se obedece a la autoridad sólo si ésta obedece a la verdad de Dios. La condición formal de papa u obispo requiere a su vez del requisito material de su sumisión a la verdad. El límite de la obediencia a la autoridad es su obediencia a la verdad expresada en las Sagradas Escrituras y Tradición, el Magisterio, los Mandamientos, el Credo, Sacramentos, y cuando los obispos en comunión entre sí y con el Papa proclaman infaliblemente la enseñanza de Cristo cuando [i] enseñan con autoridad [ii] cuestiones de fe y de moral [iii] están de acuerdo en un juicio [iv] que debe sostenerse definitivamente (Humanae vitae: ilicitud aborto-anticoncepción)
ResponderEliminarUn caso de desobediencia al papa realizada por los jesuitas ante una norma inicua e injusta.
Los jesuitas fueron ilegalizados el 21 de julio de 1773 por el Papa Clemente XIV en el breve pontificio Dominus ac Redemptor, donde fijaba estas rígidas normas:
Numeral 34. Prohibimos que después [de]... publicadas estas nuestras Letras, nadie se atreva á SUSPENDER SU EJECUCIÓN, ni aun... [bajo] pretexto de cualquiera instancia, apelación, recurso, consulta ó declaración de dudas... ni bajo de ningún otro pretexto... Pues queremos que la extinción y abolición de toda la sobredicha Compañía... tenga efecto desde ahora é inmediatamente, en la forma y modo que hemos expresado arriba, so pena de EXCOMUNIÓN MAYOR IPSO FACTO INCURRENDA
Numeral 35. ...mandamos, é imponemos precepto en virtud de SANTA OBEDIENCIA, á todas... las personas eclesiásticas, así regulares, como seculares, de cualquiera grado, dignidad, condición y calidad que sean, y señaladamente á los que hasta aquí fueron de la Compañía... de que no se atrevan á HABLAR, ni ESCRIBIR en favor, ni en contra de esta extinción, ni de sus CAUSAS Y MOTIVOS, como ni tampoco del INSTITUTO, de la REGLA, de las CONSTITUCIONES y forma de GOBIERNO de la Compañía, ni de ninguna otra cosa perteneciente á este asunto, sin EXPRESA LICENCIA del Pontífice Romano
La razón principal de la disolución fueron las presiones políticas y económicas de varios estados europeos (Francia, Portugal y España), que vieron a los jesuitas como un obstáculo a sus intereses en América y Asia. Además, había preocupaciones dentro de la Iglesia sobre el poder y la influencia de los jesuitas, así como a falsas acusaciones de herejía y corrupción.
Ante este evidente injusticia, los jesuitas se fueron a los territorios luteranos y ortodoxos, como el reino del rey Federico de Prusia o de la zarina Catalina, para colaborar en la educación de estos reinos. En estos, la norma del Papa fue total y absolutamente desobedecida, ignorada y resistida, obedeciendo los jesuitas sólo a los mandatos del rey de Prusia y de la Zarina, negándose a cumplir los claros mandatos pontificios debido a que eran inicuos y violaban todo derecho y justicia.
Gracias a estos jesuitas desobedecientes por razón de objeción de conciencia razonada, junto con los obispos y laicos que también desobedecieron, los Jesuitas se reconstituyeron con Pío VI y luego con Pío VII el 7 de Agosto de 1814 con la Bula "Solicitudo omnium ecclesiarum", por la que el General jesuita en Rusia, desobediente a Clemente XIV, Tadeusz Brzozowski, adquirió jurisdicción universal.
Previamente a 1814, se reconstruyó el modo de vida de la Sociedad Jesuítica mediante la creación de nuevas congregaciones, la primera en 1791, 18 años después de la disolución, cuando Pierre-Joseph Picot de Clorivière fundó el Instituto de Sacerdotes del Corazón de Jesús, autorizado por Pío VII, para preparar la restauración en 1814, derrotado Napoleón.
Pío VII gobernó de 1800 hasta 1823. Vivió intensos conflictos políticos y religiosos en Europa, incluyendo la Revolución Francesa y la época napoleónica. Sufrió la interferencia de Napoleón en los asuntos eclesiales, siendo arrestado y exiliado a Francia. Después de la derrota de Napoleón, Pío VII regresó a Roma y restauró la Iglesia.
Hay jesuitas buenos, malos y regulares; James Martin y sus rollos gays son de los malos. Pero este artículo de Virtelius no aporta nada, excepto paranoias mentales suyas. Necesitamos artículos con datos y hechos.
ResponderEliminarNapoleón no sirve para juzgar a los jesuitas: él fue a una escuela franciscana para oficiales, no entendió nada de la fe, sólo pensaba en cosas militares.
La "Compañía" en latín es "Sociedad" o asociación (Societatis Iesu), no imitaba cosas militares, sino más bien cosas expansionistas comerciales, como las "Compañía de Indias".
Leer este artículo es como repasar la propaganda clásica masónica o protestante del siglo XIX. Aún hay webs protestantes fundamentalistas cutrillas del medio oeste americano que repiten lo mismo.
Compañía de Jesús, Jesús que Compañía!! Una herejía(jesuitica) junto a otra herejía(la del papado)... Volvamos a la Iglesia primitiva y sigamos solo a Cristo. No hay que someterse a hombres, solo a Dios... Aprendamos
ResponderEliminarPosiblemente tenga ud. razón. Lamentablemente, como Iglesia, estamos donde estamos porque hemos dejado lo básico del mensaje cristiano por ideologías ajenas ?..
EliminarNo me esperaba en Germinans este tipo de artículos. La crítica feroz a los jesuitas me parece injusta y desproporcionada.
ResponderEliminarSeguramente no pasen por su mejor momento. Pero su servicio a la Iglesia ha sido desde San Ignacio una verdadera roca que ha sostenido a la Iglesia.
Sus sabios, sus eruditos, sus mártires, sus misioneros en definitiva sus santos han sido de lo mejor que Dios ha dado a la Iglesia.
Muy decepcionado por este artículo.
Rafael Ruiz
Bueno. Creo que el problema está en llamar "jesuitas" a lo que no son otra cosa que "arrupistas".
EliminarSon cosas muy distintas, aunque los segundos han okupado los edificios y las cuentas de Banco de los primeros.
Así que no intente usted engañarnos, sr Ruiz; esos santos, mártires, misioneros y eruditos (en ese orden) son jesuitas, NO arrupistas.
(el famoso sodomista P. James s.j. es estrictamente hablando un ARRUPISTA y desde luego no es ningún santo, ni mártir, ni misionero, ni erudito)
y si tiene duda, encienda una vela al tal P. James a ver qué pasa.
Como diría mi admirado Señor Valderas: MALA GENTE.
ResponderEliminarSu Mostachudo general, aún peor y subiendo.
Pues yo estoy totalmente de acuerdo con el tono del artículo. Creo que en algunas cosas, se queda corto.
ResponderEliminarCultrarius no acabo de entenderle del todo.Por una parte dice:" soy el primero en repudiar....." Por otra parte no hace más que utilizar verbos en tiempos pasados: " fué decisiva...." "contribuyó de manera excelsa..." "hubo legiones...". ¡¡¡Todo en pasado!!!.
Actualmente la compañía es una guarida de herejes empezando por su jefe Bergoglio, entronizador de ÍDOLOS en ¡¡la misma basílica de S.Pedro!! entre muchísimas más tropelías que harían infinito el comentario(no dudo que algunos son ortodoxos pero son los mínimos y además los tienen en ostracismo)
No acabo de ver la calumnia por ninguna parte.Simplemente describe la realidad de la compañía.La verdad es tozuda la diga agamenón o su porquero.
No olvidemos que los masones inspirados por la Inglaterra anti-católica de aquella época junto con protestantes, calvinistas, jansenistas y otros herejes, conspiraron contra los jesuitas y persuadieron a monarcas y nobles al absolutismo (anti-católico) (contra la autoridad suprema del Papa y la Iglesia), que luego se convertiría en Liberalismo y los masones dominando sobre los países definitivamente. Después de la prohibición de la Compañía de Jesús, volvieron pero no eran los mismos. Algunos masones, liberales, relativistas y otros herejes ya se habían infiltrado en ellos y ocurrió la decadencia moral. Más tarde serían infiltrados por comunistas (teólogos de la liberación) que querían la Iglesia y las universidades para ellos, y funcionó. Ahora los jesuitas ni siquiera reconocen su misión original.
ResponderEliminarComo no monten un golpe de mano clerical en Roma, estamos perdidos.
ResponderEliminarDonde están los afectados de las Dubía famosos?
Que alguien haga algo,por favor.
Ya está bien de tanta burla a los Católicos de bien, hombre!!!
Pedro Arrupe, Karl Rahner, James Martin, Jean Daniélou, P.T de Chardin, Leonardo Boff, Son Sobrino, Thomas Reese, Fidel Castro... 11 letras. curiosa coincidencia.
ResponderEliminarPara los que se escandalizan con las críticas acertadas de este artículo, les recomiendo leer lo que el famoso padre Mariana SJ escribía en su "Discurso de las cosas de la Compañia", bien al comienzo del jesuitismo. Napoleón ve los efectos, Mariana ataca las causas. Y sino lean al p. Castellani y sus críticas al fariseismo, que sufrió en carne propia
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