En 2012, tras el primer Congreso Internacional sobre la Protección
de los Menores, la Pontificia Universidad Gregoriana fundó precisamente un Centro para la Protección de esos Menores. Luego creó un Instituto de Antropología con estudios
interdisciplinarios sobre la dignidad y el cuidado de las personas vulnerables.
Uno de sus docentes es el P. Daniel Portillo, que ha concedido una larga y
sesuda entrevista a nuestro ínclito semanario Cataluña Cristiana para presentar el programa de prevención de abusos de la Universidad Gregoriana de Roma. Una vez más, los teólogos oficiales
preconizando la ruina de la sociedad.
Empieza diciendo el profesor que la
finalidad del instituto es generar
investigadores y profesores para trabajar no sólo el tema de la antropología,
sino también el cuidado y la dignidad de las personas vulnerables. Nuestra misión -colige el docente- es la prevención del abuso sexual en la
Iglesia. La subsiguiente lectura nos lleva a la convicción de que se trata
más bien de una institución universitaria que genera puestos de trabajo más que
prevención, a través de las matrículas -nada baratas- que abonan los alumnos
enviados por diócesis, órdenes religiosas y congregaciones. La afirmación de
que en este momento tenemos un alto índice de laicas enviadas para generar un
compromiso eclesial de protección de menores en sus ambientes nos habla de la
cantidad cada vez mayor de aquellos que buscan un título que los capacite para
vivir de la Iglesia a la vez que disminuye el número de sacerdotes y de fieles.
Título del que les provee precisamente la Pontificia Universidad Gregoriana. Debe
ser la nueva dirección que han tomado los estudios eclesiásticos.
El programa del curso -16 semanas- no deja de ser prometedor:
-Cultura de la Infancia. Comprensión de cómo la sociedad entiende y acoge al menor.
-Las víctimas. Victimología, psicoterapia y cuestión jurídica.
-Tratamiento de los agresores. Enfoque psicoterapéutico, canónico y a través de los medios de comunicación.
-Cómo las instituciones deben generar códigos de conducta. Protocolos que ayudan y dan apoyo en este tipo de situaciones.
-Cómo generar una cultura de prevención.
Sin embargo, la conversación del P. Portillo, titulada Creemos en la salvación, por eso siempre pensamos que hay esperanza para una persona, no pasa de ser un enunciado de lugares comunes y de los tópicos del pensamiento único y políticamente correcto, dictado por unas élites deseosas de desprestigiar sólo y únicamente a la Iglesia -y así restarle autoridad moral e influencia social- por un 3% del porcentaje total de abusos cometidos según las estimaciones más alarmistas (con ellas trabaja el Vaticano); y un 0.2% según las más moderadas (con ellas se trabaja en España).
Por un lado, habla el profesor Portillo de la escucha empática de la víctima para no ponerlos a todos en el mismo saco porque no hay un único modelo de víctima ni de agresor, afirma. Por ello, hay que abrir -dice- un proceso restaurativo, potenciando la resiliencia (pedante neologismo adoptado por nuestros políticos) de la víctima a fin de superar el trauma del abuso, rodeándola de ambientes que la contengan: familia, amistad, pareja o comunidad religiosa.
Luego, el juicioso docente declara que los abusos se justifican en la mente del abusador pervirtiendo el lenguaje teológico para someter a las víctimas: un Dios pusilánime, un Dios que lo permite todo, hasta extralimitarse. Cierto, claro que sí. Que se lo digan si no al Rvdo. Alfredo Rubio de Castarlenas, pervertido fundador de la barcelonesa Casa de Santiago, cuyo canónico expediente de abusos sexuales a menores y a mayores lleva treinta años pasando de mano en mano como patata caliente, perdiendo en ese trasiego la inmensa mayor parte de sus folios.
Seguidamente D. Daniel Portillo manifiesta la necesidad de unos filtros para una selección adecuada de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa; pero, al concretarlos, crea más inquietud que tranquilidad y confianza: Hay que tomar criterios fundamentales para el discernimiento vocacional - ¿cuáles? - y para el acompañamiento de las personas que hayan vivido abuso previo al Seminario. ¡Tómate esa! Y continúa: Como entre el 75 y el 85% de los abusos desgraciadamente se cometen en la familia, y del 3 al 5% en los ambientes eclesiales (va creciendo el porcentaje, porque así se justifica mejor ese espectacular despliegue de recursos), el abuso sexual que se vive en la sociedad puede ser una realidad de algunas personas que desean ingresar en el seminario y a la vida religiosa y contemplativa; una realidad tal vez previa a la comunidad.
Acompañamiento de las personas que hayan vivido abuso previo al
Seminario, ¡muy bien! Pero, ¿en qué consistirá ese acompañamiento? ¿Cómo
garantizar que esa experiencia no va a condicionar patológicamente su vida
religiosa o sacerdotal? ¿Y cómo filtrar a los candidatos que muestran
inclinaciones contrarias a la castidad y al celibato sacerdotal? Mutis por el
forro.
Para analizar el silencio y el encubrimiento de los agresores, el sesudo profesor habla de tres etapas. En la primera, el silencio, el encubrimiento y la complicidad están vinculados a un fenómeno de alucinación negativa (concepto guay donde los haya): traslados frecuentes del sacerdote abusador a la periferia de la diócesis, pensando que así se resolvería el problema. Se sabe -dice- que el perverso cuando más solo está más peligroso se vuelve. Afirmación más que discutible y que no justifica de ninguna manera, pues parecería lo contrario… También considera alucinación negativa, aunque no parece sinónimo, el comportamiento sectario de tener por santo al pervertido fundador de una comunidad: Maciel con los Legionarios de Cristo o Karadima en Chile.
La segunda etapa es -declara el profesor- asumir la responsabilidad, pues el abuso existe desde siempre, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad civil. Y por fin, la tercera fase, panacea de todas las demás: la reestructuración. Es decir, las reformas curiales para hacer más operativa la punición de los abusadores. Así, la Congregación para la Doctrina de la Fe y no la del Clero -por voluntad de Benedicto XVI- no se ocupa sólo de la doctrina, sino también de las medidas disciplinarias contra el abuso. Una especie de tribunal administrativo que instruye y castiga, pero que nunca juzga, sino que condena mediante expediente administrativo inapelable para agilizar la resolución, pues para castigar canónicamente a los presuntos abusadores no se necesita más que certeza moral, no probatoria. Es que, en estos casos, la agilidad es esencial: asumiendo que más de un cura inocente cae, pues la acusación de abusos es la fórmula más eficaz de chantaje. Fórmula siempre eficacísima: tanto si los abusos son ciertos, como si no lo son. El resultado es siempre el mismo. Así pues, las tres fases son: negar, aceptar e intentar resolver. Seguidamente, el P. Daniel manifestará la necesidad de invertir sin escatimarlos, recursos económicos y humanos de técnicos y profesionales, que son más capaces que los curas -inútiles para casi todo- de discernir esas fases de solución. En fin, más empleados que desarrollen sus carreras a la sombra de una Iglesia cada vez con menos curas y fieles, pero con innumerables sueldos a cobrar.
Se trata pues -dice el profesor Portillo- de prevenir el 3% del total de los abusos cometidos por el clero (es la estimación más elevada, no la más cierta) metiendo el dinero y los enchufados que haga falta, y así lograr una efectiva prevención para no cuestionar la evangelización, pues en la Iglesia hay actitudes de abuso: pequeñas agresiones verbales, autoritarismo; y sólo la rendición de cuentas -el miedo guarda la viña- por parte de los responsables puede evitar los abusos. Y una afirmación no espiritual, sino empresarial: hemos de tomar conciencia -los curas y obispos- de que nos hemos consagrado para un servicio de calidad. Sólo así asumiremos la obligatoriedad de dar lo mejor de nosotros mismos en aquello que hacemos. Perfecto. Ya no es el seguimiento ni la imitación de Cristo pobre, casto y obediente, sino la calidad del servicio.
Finalmente, acaba afirmando el maestro que
el espectro de los abusos es muy amplio: No todos los abusos los cometen los
curas, ni todos los abusos son sexuales. ¡Magnífico descubrimiento! Hay dinámicas en el interior de Iglesia que pueden estar generando conductas abusivas.
Las define el P. Portillo como eclesiopatías (genial neologismo, que para eso
le pagan). Es decir, -declara- todas las dinámicas enfermizas o patológicas
que dentro del ambiente eclesial pueden propiciar situaciones abusivas,
dinámicas de abuso: El clericalismo, el seminarismo, el abuso de poder, la
traición de la confianza, etc, (conceptos todos ellos sin definir) que anticipan un comportamiento sexual
(¿¡siempre sexual!?) posterior, son todos
ellos el aperitivo para `poder llegar a un comportamiento sexual, propiamente
dicho. ¡Qué tío, un genio! Ni Freud llegaría tan lejos.
Total, una larguísima entrevista para justificar el puesto de trabajo del P. Portillo y sus amigos, que no aporta ningún concepto teológico ni cristológico -pecado, redención-, ni siquiera un atisbo del proyecto moral que la Iglesia ha ofrecido a la humanidad desde hace siglos: cumplir los Mandamientos del buen Dios y las obras de misericordia, que nos asemejan a Él; educar en las virtudes cardinales (Templanza y por ende la Castidad, Fortaleza, Prudencia y Justicia) y teologales (Fe, Esperanza y Caridad); y que la Moral no puede determinarse sólo a partir de la finalidad de la acción humana, ya que hay acciones que nunca pueden ser buenas, independientemente de su intención (cf. Juan Pablo II. Veritatissplendor).
En fin, mucho neologismo y lenguaje empresarial, un brindis al sol, un discurso fruto del pensamiento único fabricado por las élites, puramente mundano, que parece buscar la aprobación de una sociedad que, pervertida por una sexualidad desviada y esclava de los bajos instintos, busca un chivo expiatorio -la Iglesia- para calmar su odio autodestructivo. El P. Portillo se ha cuidado muy mucho de pronunciar aquella palabra que podría romper el tabú del discurso dominante, de lo políticamente correcto dentro y fuera de la Iglesia: ¡homosexualidad! Pues es precisamente el comportamiento homosexual la causa del 80% de los abusos sexuales -sobre todo a menores- especialmente en la Iglesia.
Así pues, con tantos vetos, restricciones mentales e impedimentos para evitar enfrentarnos a la verdad del pecado y a los tabúes del sistema, lo único que construirá el P. Portillo y su flamante Instituto de Antropología no es una cultura de la prevención, sino precisamente la cultura de aquello que dice querer evitar: ¡el encubrimiento de la verdad!, que ha sido nuestra cruz. Mucha pólvora para tan poca mecha, Sr. Profesor. Una lástima.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
1. Estoy de acuerdo con el P. Custodio, y la experiencia lo reafirma: cursos carísimos expedidos, en este caso, por la Gregoriana, que nada valen, porque si no hay práctica posterior, no hay experiencia; y de otro lado, el título queda obsoleto a la siguiente reforma legislativa canónica, por lo que a veces uno piensa si las novedades normativas alimentan el carro de la compra de títulos de las universidades pontificias.
ResponderEliminarEn definitiva, título sin ejercicio, y título con obsolescencia programada, de nada sirve. Sólo es útil para engordar a las dirigencias y jerarquías, bien asalariadas, pero como dice, con una base de curas y fieles menguante... Capgròs, cos xic... (renacuajo, cabeza grande, cuerpo pequeño)
Por cierto, en el Antiguo Egipto, 100.000 se representa con un renacuajo, pues dice que cuando se ve un renacuajo, aparecían 100.000 ranas por la gran puesta de huevos precedente... por cierto, 1.000.000 era el dios Heh, "inundación", uno de los 8 dioses originarios, y se representaba como hombre con cabeza de rana u hombre sujetando una palma, símbolo de longevidad... títulos caros, sueldos elevados... quizás tendremos jerarcas capgrossos y granotes...
2. Otro hecho que menciona el P. Custodio es el procedimiento administrativo para sancionar casos de abusos, un verdadero atentado contra los derechos fundamentales de los acusados, y que si cualquier cura afectado quisiera, estoy seguro que en un tribunal civil obtendría una indemnización civil por vulneración de los derechos humanos procesales más básicos: presunción de inocencia, defensa con abogado, tiempo para estudiar el caso, proceso debido con garantías, pruebas de cargo suficientemente probadas, condena basada en evidencias y certezas, in dubio pro reo, derecho a la apelación y a la revisión... muchos que se llenan la boca de palabras de "tolerancia cero", en realidad son unos violadores de los derechos humanos procesales:
"... la Congregación para la Doctrina de la Fe y no la del Clero -por voluntad de Benedicto XVI- no se ocupa sólo de la doctrina, sino también de las medidas disciplinarias contra el abuso. [Un]... tribunal administrativo que instruye y castiga, pero que nunca juzga, sino que condena mediante expediente administrativo inapelable para agilizar la resolución, pues para castigar canónicamente a los presuntos abusadores no se necesita más que certeza moral, no probatoria... la agilidad es esencial: asumiendo que más de un cura inocente cae, pues la acusación de abusos es la fórmula más eficaz de chantaje. Fórmula siempre eficacísima: tanto si los abusos son ciertos, como si no lo son."
Un día de estos, este injusto e inicuo pseudo-procedimiento administrativo será derogado, y los tribunales civiles serán los primeros en derribarlo... simplemente, es indignante...
Todos los consagrados y los fieles, en situaciones concretas, tienen el derecho fundamental derivado de la Lex Ecclesiae Fundamentalis, de oponerse, rechazar y resistirse de manera legítima contra las actuaciones de la autoridad eclesiástica que en tales circunstancias se consideren INJUSTAS, pues el 748.2 da el derecho de los fieles (y curas) a no ser coaccionados para obrar contra su conciencia (y añado: tampoco ser represaliados ex post). El juez eclesiástico debe de obrar en conciencia, su decisión debe de ajustarse a la verdad PROBADA, por tal motivo, antes de dar un juicio definitivo, se necesita la suficiente CERTEZA MORAL, pero certeza moral "en una verdad probada en juicio con garantías", interpretada tal certeza moral no como una intuición, pálpito, sentimiento, flechazo o corazonada fundada en la nada o en conjeturas y sospechas, sino que los pronunciamientos finales del juez se ajusten a la VERDAD PROBADA DE LOS HECHOS EN UN JUICIO JUSTO Y EN LA DEFENSA DE LA FÉ CATÓLICA, fundamento esencial de todo proceso jurídico canónico: nunca jamás la noción de justicia condena a un inocente si no hay pruebas fehacientes.
3. "Hay que tomar criterios fundamentales para el discernimiento vocacional - ¿cuáles?"...
ResponderEliminar"...alucinación negativa (concepto guay donde los haya)"
"...todas las dinámicas enfermizas o patológicas que dentro del ambiente eclesial pueden propiciar situaciones abusivas, dinámicas de abuso: El clericalismo, el seminarismo, el abuso de poder, la traición de la confianza, etc, (conceptos todos ellos SIN definir)"...
"Acompañamiento de las personas que hayan vivido abuso previo al Seminario, ¡muy bien! Pero, ¿en qué consistirá ese acompañamiento? ¿Cómo garantizar que esa experiencia no va a condicionar patológicamente su vida religiosa o sacerdotal? ¿Y cómo filtrar a los candidatos que muestran inclinaciones contrarias a la castidad y al celibato sacerdotal? Mutis por el forro."
Cierto. Es totalmente anticientífico dar una denominación sin contenido conceptual alguno, o bien dando unos conceptos sin base científica, es decir, probatoria según la ciencia propia de cada materia u objeto de estudio (psicología, psiquiatría...).
De lo contrario, hay una actuación injusta e inicua, que viola los derechos humanos, y por ello, si hay afectación, hay derecho a la indemnización por los daños causados por usar conceptos anticientíficos. Además, existe el derecho de objeción de conciencia y resistencia legítima frente a la iniquidad de un juez u obispo o comisión de-lo-que-sea que use conceptos indeterminados, arbitrarios, anticientíficos.
Y lo mismo sucede con los conceptos psicológicos y de ciencias afines:
"tres fases [de solución] son: negar, aceptar e intentar resolver":
"eclesiopatías (genial neologismo, que para eso le pagan)"
- ¿de qué estudios, profesores y universidades de prestigio salen estas tres soluciones? Si no hay una justificación, si son sacados de la chistera o magín del neólogo y todólogo al servicio del Vaticano, es que son conceptos anticientíficos, y por tanto, no se pueden aplicar, primero porque son anticientíficos, luego injustos, y después porque pueden causar daño psíquico, al honor y a la profesión, y por ello perjudican a la Iglesia pues hay que indemnizarlo.
4. "...mucho neologismo y lenguaje empresarial, un brindis al sol, un discurso fruto del pensamiento único fabricado por las élites, puramente mundano, que parece buscar la aprobación de una sociedad que, pervertida por una sexualidad desviada y esclava de los bajos instintos, busca un chivo expiatorio -la Iglesia- para calmar su odio autodestructivo"...
"Ya no es el seguimiento ni la imitación de Cristo pobre, casto y obediente, sino la calidad del servicio."... "
"...ni siquiera un atisbo del proyecto moral que la Iglesia ha ofrecido a la humanidad desde hace siglos: cumplir los Mandamientos del buen Dios y las obras de misericordia, que nos asemejan a Él; educar en las virtudes cardinales (Templanza y por ende la Castidad, Fortaleza, Prudencia y Justicia) y teologales (Fe, Esperanza y Caridad); y que la Moral no puede determinarse sólo a partir de la finalidad de la acción humana, ya que hay acciones que nunca pueden ser buenas, independientemente de su intención (cf. Juan Pablo II. Veritatis splendor)."
En efecto. La finalidad principal de la Iglesia está contenida en el canon 1752 CDC: la ley suprema de la Iglesia es la cura animarum suprema lex est, la salvación de las almas; pues ciertamente, no se salvan los matrimonios, las familias, los pueblos, las naciones, los estados, las comunidades, los caballos, los ruiseñores, los bosques, los peces, sólo se salvan los individuos, las personas, y una a una, no en colectivos... que por eso se hace la confesión individual, entre otros actos que han de ser individuales (bautismo, confirmación, ordenación, exorcismos...).
5. Estamos asistiendo una pérdida de la catolicidad de la Iglesia, para ser entre una ONG de justicia social y una clínica psicológica para consolar subjetividades no fundamentadas en la verdad divinamente revelada, sino en el relativismo moral. Entramos en un extraño positivismo relativista, donde la juridicidad y teologicidad de todo acto humano sería únicamente el resultado de la aplicación de una norma
ResponderEliminarhumana formalmente válida y eficaz, de contenido relativista, líquido-gaseoso, conscientemente arbitrario e indeterminados para que el obispo, cura o Papa decida políticamente a conveniencia y oportunidad sin estar ligado por ninguna verdad, eliminación de toda verdad sobrenatural, negación de los actos morales intrinsece malum per se semper et pro semper in omnibus locis [1], negación de una naturaleza intrínseca al ser humano de procedencia divina, negación de la verdad misma, la armonía entre la fe y la razón, la creencia de que rigor jurídico y teológico tendente a conocer la verdad sería enemigo de la disposición pastoral que busca confortar al que está caído, la negación de las nociones de pecado grave, infierno, purgatorio, culpa y pena, indulgencia, intercesión por los difuntos, comunión de los santos, la gracia, las gracias , los frutos, los carismas, los milagros, los exorcismos...
La Iglesia bergogliana, ya no habla de las 7 vías del Espíritu Santo, es una organización de justicia social y de componendas políticas (China, Biden, Camino Sinodal alemán, Agenda 2030, ecología, economía, ecumanía):
1. Frutos: amor, alegría, paz, paciencia, fidelidad, mansedumbre, afabilidad y bondad, templanza, modestia, continencia, castidad y pureza
2. Carismas: gobierno, exhortación, asistencia, enseñanza, sabiduría, ciencia, fe, sanación, poder de hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, hablar en lenguas e interpretarlas
3. Dones del Espíritu Santo: Sabiduría, inteligencia, ciencia, consejo, piedad, fortaleza, temor
4. Virtudes: de Fé (caridad, Fé y Esperanza) y de Moral (Prudencia, Fortaleza, Justicia, Templanza)
5. Sacramentos y sacramentales (agua, sal, aceite, bendiciones)
6. Ministerios
7. Dones místico-ascéticos: Cognoscitivos (discernimiento, visión, audición, revelación privada, hierognosis...); Corporales (ayuno absoluto, alimentación sólo eucarística, bilocación, estigmas, exsudación de aceite o sangre o lágrimas, levitación, actividad remota, sutilezas, esplendor, aromas, transverberación...); Afectivos (noche oscura, desierto espiritual, éxtasis, incendio de amor, gozo en el dolor); Ascesis (mociones interiores, Espíritu Santo como maestro interior y único conocedor del corazón humano (gurús y meditación son basura Nueva Era), lactancia espiritual o lactación -María y San Bernardo-, matrimonio espiritual entre Cristo y un santo o santa)
En conclusión, hay prevaricación teológica y jurídica porque se engaña al fiel y al consagrado negando lo propio espiritual y divino del catolicismo, el uso de la recta ratio o recta razón, lo que es conforme a la exigencia interna del hombre de todos los lugares y que lo distingue de aquello que es destructivo del hombre (se ve en Amoris laetitia), para sustituirlo por un positivismo relativista, humanismo filantrópico psicologista y subjetivista (donde todo es derecho humano), mutante y cambiante como el pensamiento líquido único y correcto del mundo, como se hace en Amoris laetitia, donde el acto intrinsece malum es un bonum imperfectum et incompletum porque tiene incorporado un bien posible que salva y santifica (adulterio y la homosexualidad, el amor, el respeto y cuidados mutuos)
...
[1] ACTOS INTRINSECE MALUM
Catecismo 1753-1756: 1756: Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio.
Veritatis splendor 79-83 y 95-97 (asume a Humanae Vitae y su ampliación Donum vitae; Catecismo 1753-56)
Para neologismos tontainas y carrinclons, no sólo la Iglesia está entre los primeros del mundo, los Estados no le van a la saga, sino, esta noticia de ABC y los "ecogestos":
ResponderEliminarFrancia se plantea limitar la recarga de coches eléctricos
El gobierno pide a los ciudadanos que sean responsables y colaboren al ahorro energético en lo que han llamado ecogestos
ecobautismo,
econormalidad,
ecogestualidad,
ecobondad,
ecosacramentalidad,
ecosatisfacción
ecopacificación,
ecoahorro,
ecoproximidad,
ecochiste,
ecoamor,
ecopaz,
ecorisas,
ecofuturo,
ecogeneracional...
Desde luego, el palabro tiene mucha familia con muchas hijuelas...
Cita del artículo: "...Y una afirmación no espiritual, sino empresarial: hemos de tomar conciencia -los curas y obispos- de que nos hemos consagrado para un servicio de calidad. Sólo así asumiremos la obligatoriedad de dar lo mejor de nosotros mismos en aquello que hacemos. Perfecto. Ya no es el seguimiento ni la imitación de Cristo pobre, casto y obediente, sino la calidad del servicio..."------Entiendo que existe una cierta contradicción entre descalificar la "calidad del servicio",
ResponderEliminary ensalzar el "seguimiento de Cristo", las dos afirmaciones deberían andar bien unidas porque son lo mismo. Además, la Iglesia debería funcionar como una empresa, quien no cumple (hereje): Despedido.
"la iglesia debe funcionar como una empresa, quien no cumple (hereje): Despedido."
EliminarEn la Iglesia hay muchos, la mayoría, que alguna vez no cumplen y no por eso son herejes. Ahora bien, para los casos de herejía el Derecho Canónico tendrá redactado qué debe hacerse. Yo creo que la aplicación del Derecho Canónico se realiza con suma prudencia, o a veces no se realiza, lo que desde luego puede desconcertar a no pocos feligreses. Pero a mí me parece desafortunada la opinión de que la Iglesia debería funcionar empresarialmente.
Totalmente de acuerdo con Garrell.
EliminarPero ¿a estos presbiteros donde los han formado?. Vaya palabreria, (donde la habra aprendido) lo de resiliencia la oi por primera vez en D. Pedro Sanchez, y ahora me he fijado que ya no la utiliza, porque no significa nada, y menos en nuestra Santa Iglesia Católiza (si seguimos siendo). En todo caso, mas que lenguaje empresarial, yo creo que es funcionarial, o sea personas que entran en la administracion y ya no saben salir de ella.
ResponderEliminarEn la ciencia de la resistencia de materiales la resiliencia es la propiedad que tiene un material de ser resistente a impactos. Si alguien está interesado, que busque por ahí "ensayo de Izod".
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