Rogativas para detener el volcán de La Palma

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¡Ah”, ¿pero existe el infierno? ¿Existe algún infierno? Ante el fenómeno de los volcanes, que deja inermes hasta a los cíclopes y a los titanes, es inevitable acordarse del Homo Religiosus que fuimos. Porque es de ahí, de los volcanes en erupción (por ahí anda Vulcano con su forja), de donde sacamos la idea terrorífica del infierno (y no sólo los cristianos), del fuego eterno, que sigue ardiendo en el fondo de la tierra cuando el volcán se ha apagado. Cuando la tierra se pone a escupir largas lenguas de fuego e inmensas nubes procedentes de la combustión del azufre, que se te agarran a la garganta dispuestas a quemártela, se desata la imaginación más terrorífica. Vamos, que el infierno (infernus, lo más infra) está servido. Entre las muestras del poder destructor de ese infierno desbocado, la más celebrada en nuestra civilización es la del Vesubio sepultando en sus cenizas las ciudades de Pompeya y Herculano. 


Sí, claro, la tierra se hace amar en los bosques espesos, en los mares tranquilos, en las praderas floridas de primavera regadas por arroyos sonrientes, en los ríos caudalosos y en los plácidos lagos. Y se hace temer en las terribles tormentas, en las aguas devastadoras, en los huracanes y tifones, en los fríos intensos de la tundra y en los calores abrasadores del desierto; y sobre todo en los volcanes que vomitan ríos de fuego que todo lo arrasan a su paso. No sé, los veo como los grandes aguafiestas, la cara más odiosa de la religión ecologista que se abre camino para fundar sobre ella el Nuevo Orden Mundial. Y todo eso, ¡oh maravilla!, será la respuesta airada de la naturaleza por el mal comportamiento del hombre para con ella. Sí, sí, en la nueva religión de La Tierra, de la Pacha Mama, los castigos por las malas conductas son imprescindibles (y cuanto más terribles, mejor: por lo menos el calentamiento global con sus terroríficas secuelas). Pero los volcanes, difícil será que se le puedan cargar también al hombre por su mala conducta. Parece difícil cimentar sobre ellos esa ecología beatífica que nos está invadiendo. Aunque vistos los altos niveles de credulidad que consiguen los medios con sus cadenas y sus redes, aun con volcanes supercontaminadores y devastadores, cabe pronosticarle un brillante futuro a la nueva religión animista.


 

 

Y bueno, quizás la nueva religión acabe rescatando el infierno que tenemos tan olvidado ya en el cristianismo moderno, y que por cierto es compartido por otras religiones, que han sentido necesidad de no dar definitivamente por muertos a nuestros difuntos, cuya solemnizadísima y paganísima celebración está ya al caer: el Halowin que llaman ahora. O quizá les den un sentido moral como hizo la mitología, que explicaba las erupciones volcánicas como manifestación del terrorífico enfado de Vulcano ante cada una de las infidelidades de su bellísima esposa Venus.  


La morada de los muertos está en las entrañas de la tierra, claro está; y la puerta hacia esas entrañas son los volcanes. Se me va la memoria hacia los enterramientos etruscos, en el Lacio, todos excavados en la roca, buscando el cobijo de las entrañas de la tierra. Unas entrañas no tan dramáticas como las que nos muestran los volcanes; aunque dicen los biólogos, que han dado con unas bacterias extremófilas que pueden fijar su morada en los volcanes en erupción, puesto que son capaces de soportar los 1.500 grados de calor, que pueden fijar su morada en los volcanes en erupción.


 

 

Los demonios y los dioses infernales que decían los romanos (los de más infra), entre ellos Vulcano, gozan de un nivel de adaptación al clima, comparable al de esos microbios. En fin, que tampoco está tan mal pensar en un período de purificación de las almas por el fuego, mientras los cuerpos se reintegran a la naturaleza. O en el empeño de los dioses de la naturaleza (de nuevo Vulcano) en castigar nuestra mala conducta. Y puestos a profundizar, nos conviene recordar que no son los mismos los tiempos de la tierra que los nuestros. Un volcán emplea cien años o mil entre suspiro y suspiro, mientras nosotros somos apenas un efímero soplo sobre la faz de la tierra.         


Acabo de leer un estudio de Ernst Jünger sobre los cambios que produjo en el hombre la primera guerra mundial, estableciendo el dolor como hilo conductor. Un análisis escrito en 1930, centrado en la cosificación de un hombre al que le ha alcanzado de lleno su capacidad de producir cosas y su dedicación total a producirlas frenéticamente: primero para la guerra; y luego ya no supo parar. Eso se transformó en obsesión por comprar y comprar, a fin de sostener la rueda del trabajar y trabajar, producir y producir sin parar, en un frenesí que le dejó sin tiempo ni sosiego para darse cuenta de que ese empeño por entregarse a la producción de cosas, le convertía a él mismo en mero engranaje de la cadena de producción y finalmente en una cosa más. Fue el efecto inevitable de la transmutación del homo religiosus del antiguo régimen, en el homo oeconómicus de la revolución. 


Del “Homo Economicus” al “Homo Espiritualis” | Revista RYPC 

Vale la pena que nos paremos a pensar si la especie humana en general, y cada miembro de la misma en particular, salimos ganando al hacer el tránsito del homo religiosus al homo oeconómicus que nos trajo la revolución francesa. Es un cambio ontológico trascendental. El valor individual del homo religiosus, sobre todo en el cristianismo, es infinito. Hasta en la religión romana, cada individuo formaba parte de un ente trascendente: la gens, a cuyos cimientos-antepasados se rendía culto en los ritos domésticos. Y bien, al pasar de ahí al más prosaico homo oeconómicus (tanto tienes, tanto vales), se desploma el valor del hombre, al que hasta entonces había estado sosteniendo Dios, al que también se liquida. Es un desplome que afecta por igual a la totalidad de la especie y a cada uno de sus individuos. Y he aquí que esa imparable inflación (hinchazón) del sistema, constituye el mayor temor en que vive la gente de hoy, cuya mayoría constata que su valor económico se ha esfumado; y que no tiene ni remotísima idea de cuál será su nuevo valor ontológico. No sabe ni qué será el hombre (cuál será su valor ontológico en ese futuro sombrío que tan bien nos están vendiendo), ni qué será de él.


Estamos viendo cómo se nos escurre de las manos nuestro antiguo y solidísimo valor religioso; viendo incluso cómo están en la inopia, sin enterarse de lo que realmente está ocurriendo, el inmenso ejército de funcionarios religiosos, cuya responsabilidad más sagrada es preservar no sólo para sus fieles, sino para toda la humanidad, una religión, la cristiana, que mejora además de la condición humana, su misma esencia. Porque todos estos funcionarios que tanto se esfuerzan en acomodarse a las nuevas ideas que mueven el mundo, llevan puestas las entendederas del homo oeconómicus; y ahí viven instalados.


Pero bueno, para recordarnos de dónde venimos, ahí tenemos el volcán de La Palma. Eso de que se nos salga el infierno por los descosidos de la tierra es muy preocupante, a pesar de que los vulcanólogos tengan bellísimas y tranquilizadoras explicaciones. Nos hemos olvidado de que para la tierra no somos más que una mota de polvo ocasional: y eso que sabemos que el planeta lleva miles de millones de años haciéndose, ensayando toda clase de fórmulas de vida, con una enorme facilidad de descarte de las que no son capaces de adaptarse a sus cambios.


Cayeron Pompeya y Herculano bajo el Vesubio hace casi 2.000 años, con unos pocos miles de habitantes sepultados bajo sus cenizas. Cuando vuelva a estornudar, serán ya millones los que caigan bajo su furor. Pura bagatela para un dios-planeta cruelísimo, ¡toma ecología!, que no ha derramado ni una lágrima por los centenares de miles de especies que ha ido liquidando durante su construcción. Como dice Job dirigiéndose a Dios, “contra folium quod vento rápitur dure agis, et stípulam siccam perséqueris”. Te muestras duro con una hoja que lleva el viento y persigues una brizna seca. No entiendo cómo podemos instalarnos tan confortablemente en un dios-naturaleza, tan ajeno a nosotros después de todo, al tiempo que renunciamos a nuestro Dios-Hombre, tan próximo a nosotros. ¡Cuánta necedad!


Cuando la religión del hombre era la misma naturaleza, su forma de aplacar a un volcán era ofreciéndole a sus hijos en sacrificio. Luego construiría dioses-demonios de bronce con entrañas de fuego, en las que seguiría sacrificando a sus hijos. Nos queda memoria de Moloc y Baal. Cuando en la religión cristiana Dios se acercó al hombre hasta hacerse como él y sacrificarse por él, la fórmula para apaciguar al volcán y a las demás fuerzas de la naturaleza que amenazaban al hombre, no fueron ya los sacrificios humanos, sino la oración: su forma más solemne, las rogativas.  


 

 

Si nuestra sociedad no hubiese apartado a Dios de nuestras vidas, y si la Iglesia no se hubiese acomodado tan fácilmente a esta penosa realidad, en este momento la autoridad máxima de la Iglesia en España, nuestro cardenal Omella, estaría movilizando a todas las diócesis para que organizasen todo un aluvión de rogativas para mover a Dios a compasión por los que sufren los efectos devastadores del volcán de La Palma. Sería una dignísima manera de ejercer su primado religioso sobre las Españas. El Concilio Vaticano II, en los “Principios y orientaciones sobre la Piedad Popular”, establece que “la fecha de la procesión de rogativas (a las que asigna un carácter penitencial) la ha de establecer la Conferencia Episcopal de cada país”. En España es cosa de Omella.


Pero no, la cosa no va por ahí. Hoy nos tranquiliza más la información científica sobre vulcanología y el monitoreo minucioso del volcán para intentar “entenderlo”; más nos tranquilizan estas informaciones con las que encubrimos nuestra ignorancia y nuestra impotencia, que el recurso a las rogativas; que en el más tenue de los casos, cuando se celebraban, movían las conciencias de sus participantes y creaban un intenso clima de solidaridad (caridad en cristiano) con los que sufrían los rigores de la naturaleza. Y de paso movían a muchos a la conversión. No, en la época de los volcanes monitoreados, ya no se llevan las rogativas, lo que vale son los sismógrafos. La Iglesia procura pasar desapercibida: más que nada, por no molestar. Pero tal como se están poniendo las cosas, no nos maravillemos cuando llegue el día en que sea el Estado el que movilice a los funcionarios religiosos (ya han puesto en marcha su reciclaje) para convocar a los ciudadanos a la oración, proclamando el tiempo de rogativas.


Virtelius Temerarius

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13 comentarios

  1. Caro Virtellius, en el mundo regido por la ciencia en que nos creemos encontrar eso de los rogativas parecería algo trasnochado, obsoleto, que dicen ahora. Y, sin embargo, son muy necesarias.
    Por razones profesionales conocí a Tuzo Wilson en el Museo de la Ciencia de Toronto. Este científico canadiense era uno de los progenitores de la teoría de la tectónica de placas, que explica el comportamiento de la litosfera, los terremotos, los volcanes, etcétera. Los fenómenos ciclópeos de las placas parecen ser las últimas razones de las sucesivas catástrofes que viene sufriendo la humanidad. Y, en efecto, eso es lo que hay que conocer para prever en lo posible el daño potencial.
    ¿Y las rogativas? Tenemos a menudo la idea infantil de que Dios ha de actuar como en el caso de la tormenta que azotó la barca de los apóstoles con el Señor durmiendo: calmando la tempestad. Dios actúa a través de las causas segundas. Y, puestas en acción todas las energías de los científicos, la mano de Dios puede actuar si se lo pedimos con fe. Lo que ocurre es que nos falta fe. Nos creemos muy listos y, si a cada momento, se nos repite que los vulcanólogos y sismólogos, con todos sus medios, no son capaces de prever ni el curso de la lava, ni la intensidad de los temblores, ni el comportamiento del magma del manto, nos parece que no hay remedio. Nos falta fe y humildad.

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    1. "Y, puestas en acción todas las energías de los científicos, la mano de Dios puede actuar si se lo pedimos con fe. Lo que ocurre es que nos falta fe."

      Los consagrados del Concilio Vaticano II están totalmente confundidos y azorados, no saben qué hacer.

      1. Por un lado, un fantasmal e inexistente Espíritu de Concilio les dice que hay que acabar con las medievalidades de las rogativas, procesiones, aguas benditas, etc. Dicen que esto son pervivencias de la época de las brujas, hechiceros y magos, cuando el hombre era precientífico.

      2. También están muertos de miedo, acurrucados en un rincón de la habitación de la sacristía o del Palacio Episcopal. ¡Salir en los diarios y en la televisión y en internet encabezando una rogativa!

      3. Por otro lado, tanto en el Antiguo y Nuevo Testamento, así como en la historia de la Iglesia, toda ella, está plagada de ejemplos de cómo sí realmente existen los milagros sobre la naturaleza o sobre el hombre. Por ejemplo, San Antonio María Claret, cuando era obispo de Cuba, puso su mano sobre la tierra cuando empezó ésta a temblar como un terremoto. Las rogativas pueden parar o paliar, de la manera que quiera Dios, los efectos de la Naturaleza, hasta epidemias y guerras.

      Hasta que a sus eminentísimas jerarquías no se saquen todas las tonterías que tienen en la cabeza, la impresión es que los laicos estamos desamparados por culpa de su cobardía y falta de fe, diría ateísmo: no creen en su Dios, y si creen, piensan que es un relojero que abandonó definitivamente su trabajo de construir el mundo yéndose a dormir la siesta y a ver Teoflix, los mejores documentales y películas del Cielo, tomando las mejores viandas con café, copa y puro... en fin...

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  2. Ecologismo idolátrico (a)25 de octubre de 2021, 1:12

    "Estamos viendo cómo se nos escurre de las manos nuestro antiguo y solidísimo valor religioso; viendo incluso cómo están en la inopia, sin enterarse de lo que realmente está ocurriendo, el inmenso ejército de funcionarios religiosos, cuya responsabilidad más sagrada es preservar no sólo para sus fieles, sino para toda la humanidad, una religión, la cristiana, que mejora además de la condición humana, su misma esencia. Porque todos estos funcionarios que tanto se esfuerzan en acomodarse a las nuevas ideas que mueven el mundo, llevan puestas las entendederas del homo oeconómicus; y ahí viven instalados."

    El volcán de La Palma, como el tsunami de Navidad del Índico del 2004, que causó 300.000 muertos, es una verdadera bofetada en plena cara de estos absurdos funcionarios y jerifaltes del Vaticano de Roma, y destroza su estúpida ceremonia idolátrica de adoración de la Pachamama que tuvo lugar en los jardines vaticanos, una diosa pagana que luego intentaron disimular que eran símbolos de las manifestaciones del amor de Dios. La idolatría se hizo el viernes 4 de octubre del 2019, festividad de San Francisco de Asís, en los jardines vaticanos plantando un árbol, una encina de Asís, en una ceremonia en la que han participado indígenas amazónicos ataviados como es costumbre en sus tribus, no para arrodillarse ante Cristo, sino para completar la celebración con sus aspersiones y danzas paganas ante un mantel-altar desplegado en el suelo con las figuras de sus dioses.

    Los organizadores del evento fueron la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), el Movimiento Católico Mundial por el Clima (ecolojetas católicos) y la Orden de los Franciscanos Menores (siguiendo su natural estela de decadencia hacia la extinción).

    El ritual, que nunca fue explicado ni por el Vaticano ni por los organizadores, pareció ser un “pago a la tierra”, pero que no fue confirmado o desmentido por la Oficina de Prensa del Vaticano.

    El pago a la tierra es una ceremonia indígena que se realiza en algunos países de América, en los que se agradece a la “Madre Tierra” por sus frutos o se le hace algún pedido. Por lo general no contiene elementos de la fe cristiana.

    Durante el ritual, algunos participantes obsequiaron tres objetos al Santo Padre: un collar, una imagen de una mujer semidesnuda embarazada descrita por el canal de Vatican News en portugués como “Nuestra Señora de la Amazonía”; y un anillo negro que parece ser el anillo tucum, el anillo que Pere Casaldáliga definió como el propio de la marxista y comunista Teología de la Liberación.

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  3. Ecologismo idolátrico (b)25 de octubre de 2021, 1:15

    La cruenta y destructora Pachamama, la diosa incaica Madre Tierra que parece asumida por el Vaticano y Francisco, es una diosa cruel y despiadada, pues la lava ha matado especies endémicas de lagartos en peligro de extinción, más todos los vegetales, además de destruir todas las casas. Son como niños, en Roma, sólo ven una rosada e inocente Madre Tierra sin conocer de sus actos destructivos, como también el covid.

    Los antiguos, al menos, aún siendo paganos, eran más inteligentes que los listillos de la Vaticueva, pues sabían que la Naturaleza tenía un aspecto positivo de regeneración y otro negativo de destrucción ciega e inmisericorde, como el hinduismo, donde la Pachamama es Kali, una de las diosas principales del hinduismo, representa el aspecto de muerte, tiempo aniquilador y destructor, pero a la vez de madre de todos los seres vivos, Madre Divina, la Madre del Universo, Adi Shakti o Parvati, y lleva una guirnalda de 50 calaveras, una espada ensangrentada y una cabeza cortada.

    Es formidable la lección que da Dios a los despistados del Vaticano y a Bergoglio: el ídolo de la Madre Tierra es un ídolo de destrucción y muerte cruenta, ciega e inmisericorde, como lo demuestra el volcán de La Palma, el tsunami del Índico y la pandemia del covid: todo lo destruyen a su paso.

    Es absurda la conversión ecológica integral, pues la conversión es ante Dios de los pecados para la salvación del alma, para evitar el infierno. La conversión no es ante ninguna política, económica e ideológica ecología del calentamiento y cambio climático, o una falsa Madre Tierra... no adoramos a los ídolos del afán del dinero capitalista ni a los falsos dioses indígenas...

    ¿Por qué no han desplegado el mantel-altar de la Pachamama de los jardines vaticanos del 4 de octubre del 2019 pidiendo el fin del covid y de la erupción volcánica, haciendo sacrificios y "pagos a al tierra" con piedra pómez y tierra de China? Habría sido gracioso...

    ...

    La ridícula ceremonia idolátrica de la Pachamama de los jardines del Vaticano del 4 de octubre del 2019:

    youtube.com/watch?v=1wioisaIU2I&t=1590s

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    1. Se ve de primera mano que en el Vaticano hay muchos DEVOTOS del dios hindú destructor.

      Véase VISHNU.

      Peor aún que la Pachamama de los c....es!

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  4. Todo sucede porque Dios lo permite. No muere ni un pajarito sin su permiso. En el caso de las placas tectónicas que se rompieron a bien seguro por el impacto de asteroides en la cual catástrofe nos atestigua la Luna con sus cráteres, sólo tiene cabida teológica después del Pecado Original en que además de la Tierra se trastornaron los cielos y algún planeta explotó causado por el Diablo enfurecido. También el Diablo le puso a la Luna cara humana para que en el Hemisferio Norte sitio de la Mesopotamia primera civilización adoraran a la Luna antes que al Dios Invisible. Además la Ciencia Oficiosa (no oficial) ha descubierto que el Granito del cual estan hechas las bases de la corteza terrena se creó en "frío" como un mortero salido de las manos del Gran Arquitecto. Teologia Volcánica para este nuevo milenio que puede ayudar a la Iglesia a conquistar las universidades fábricas de sabios que Ella misma fundó. EF.

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    1. "También el Diablo le puso a la Luna cara humana para que en el Hemisferio Norte sitio de la Mesopotamia primera civilización adoraran a la Luna antes que al Dios Invisible."

      Mezcláis churras con merinas, verdad con fantasía de mito preneolítico...

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  5. Totalmente de acuerdo con el Señor Valderas Gallardo.

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  6. Totalmente de acuerdo con el anónimo 4:24.

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  7. Estamos ante el viejo dilema de Dios y el mal. Si Dios es bueno cómo permite el mal? o si Dios es perfecto como és que la tierra no es una obra perfecta ?
    Centrándonos más en el tema concreto del volcán de La Palma, la lectura simple y reduccionista nos dice que todos estos acontecimientos estan permitidos por Dios porqué somos pecadores y con estos fenómenos volvamos a nuestra vista y corazón hacia Dios. En principio lo podemos aceptar, pero acaso los habitantes de La Palma o los de Sicilia con el Etna son más pecadores de los de cualquier parte del mundo?
    Bien que los vulcanólogos nos den explicaciones físicas, pero como explica la teologia estos fenómenos?
    ¿Cómo influyen las Rogativas ante los fenómenos naturales?
    Personalmente no alcanzo a comprenderlo.

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  8. 4/24, totalmente de acuerdo con su magnífico comentario.

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  9. Lo de la Cara Humana de la Luna es verdad. Es artificial, no se entiende que por casualidad al Cara esté perfectamente centrada en el centro de la Luna Llena y que además se vea siempre la misma cara de la Luna. Y que mira al hemisferio norte, al boreal, al austral se ve de cabeza para abajo, peo es que al principio sólo existía el hemisferio boreal, todas las tierras formaban un solo continente. De aquel continente solo quedó la Siberia, una inmensa llanura que podía ser cubierta por un Diluvio Universal sin problemas. Luego como se dice y afirma en Génesis 10, 25 la Tierra fue partida a trozos, se formaron los continentes y sus diferentes países para cada pueblo y rama descendiente de Noé con sus lenguas, sus países, sus familias. Y eso no es mitología señor de las 16:36. La mitología es creer que los continentes se han ido separando a lo largo de 450 millones de años, eso es para los crédulos y borregos: por poner millones de años que no quede, podrían decir 10.000 millones y nos quedamos tan panchos. Si quiere leer mi libro se llama : LA REVOLUCIÓN DE MARTE, del año 1998.

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  10. Salió en la televisión una mujer que lo había perdido todo con este volcán y dijo algo que me sorprendió:

    Dijo "es la voluntad de Dios".

    Hay pues que aceptarlo.

    La mayoría de los males que nos pasan es que hemos olvidado a Dios y no queremos someternos a Su voluntad.

    Y ese es el castigo a nuestra soberbia.

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