Omella y su comisión de control episcopal

Juanjo amigo, te has convertido con eso del diálogo y la escucha atenta, con eso de las dos orejas y esa única boquita de oro que Dios te ha dado, en el máximo promotor de la cultura del encuentro: una de las muchas genialidades que saca de su inagotable inventiva tu sapientísimo mentor Francisco. Es que mantenerse a flote en un mundo tan cambiante, exige grandes dosis de comunicación…  

Y como no podía ser menos, ahí está tu aragonesa terquedad a la hora de poner a andar tus proyectos y decisiones. Claro que no te quedaba más remedio que reestructurar la diócesis, ¡evidentemente! Y a partir de ahí, impones con mano de hierro tu plan de reestructuración de las parroquias -de demolición, persisten tus detractores erre que erre. Es evidente que has de ser resolutivo, y que ese envidiable nivel de eficiencia está reñido con la escucha. Tú eres el obispo, el máximo responsable por tanto, y has de tener el valor de imponer tu voluntad aunque a algunos les duela. Lo que es justo y necesario, es justo y necesario.

Evidentemente has de ser habilísimo para tener casi igual de contentos a los que están a favor y a los que están en contra, lo que llaman tus detractores jugar a dos barajas. Un arte en el que es tan difícil cosechar éxitos. Por eso estás donde estás: en la cumbre. No diré aquello de poner una vela a Dios y otra al diablo, que para eso ya está el pobre Javier Novell y su novia embrujada. Ten en cuenta, querido amigo, que la novela morbosa sobre el obispo y la satanista no la ha escrito la prensa como tan generosamente afirmas para defender la vida privada del antes mediático monseñor, sino él mismo… o quién sabe si no ha habido más colaboradores involuntarios. Tal vez por eso ya se han agotado las dos obritas porno-satánicas de la tal Silvia Caballol, gracias a la propaganda que monseñor Novell le ha hecho a su antes desconocida partenaire. 

Ciertamente que no las aciertas todas, amigo mío, y alguna que otra vez patinas; pero hay que reconocer que has vuelto a dar el do de pecho en una cuestión vital. Sí, hombre. Te has coronado con esa Comisión de control- “de ayuda”, decimos tus amigos- que le has endosado al Nuncio Bernardito en el nombramiento de obispos para España, y que te está dando ya suculentos frutos. Y ha de ser así cuando es tu batuta la que mueve la orquesta.

Sabes tan bien como el bloguero Specola que la cadena de mando en la selección de candidatos al episcopado no funciona desde hace demasiado tiempo. Por eso vas a desplegar tus dotes de mando para imponer a los que sólo a ti y a tus agradecidos amigos les merezcan confianza. Como hace el papa, obviamente, en el nombramiento de los nuevos cardenales.

En España hay muchas diócesis vacantes y los candidatos se multiplican. Por ello, aplicarás los criterios de selección que hoy triunfan en la Iglesia: ecologismo, pachamamismo, capitalismo inclusivo, fraternidad universal y obsequioso diálogo con la autoridad civil. La escasa (¡pero suficiente!) formación teológica y moral de los candidatos, que siempre trae problemas de conciencia, será al final lo de menos frente a la prioridad de la Iglesia del siglo XXI, que tal como se ejemplifica en las más altas instancias, se centra en colaborar lo más activamente posible con la Agenda 2030: No tendrás nada y serás feliz. ¡Son las nuevas bienaventuranzas! Te limitas, dicen tus amigos y defensores, a seguir las consignas y el ejemplo de la más alta jerarquía. Y todavía hay quien dice que vas a entregar la Iglesia en España al Nuevo Orden Mundial que, de momento, se ha volcado en las formas más audaces del Novus Ordo. Por algo se empieza -dicen-. Bah, el Fascio que no descansa. Ni caso. Juanjo, tú p’alante.

La verdad, Juan José, hasta Calanda nos ha llegado que, en esa Comisión integrada por ti mismo, el apergaminado Ricardo Blázquez, el fracasadísimo Carlos Osoro de Madrid, tu amiguete Carlos Escribano de Zaragoza –te lo debe todo-, el docilísimo claretiano de las Heras y el incombustible Germán Arana, cruel látigo de homosexuales, habéis decidido excluir a los candidatos que pertenezcan al Opus Dei o que hayan atendido a las Comunidades Neocatecumenales. Es evidente que sabes muy bien lo que te haces.

Mira, maño, en serio: tu labor al frente de la Conferencia Episcopal está siendo magnífica. Tus paisanos de Calanda nos hacemos cruces por una fulgurante trayectoria –la tuya, naturalmente- que sigue siendo ascendente, a pesar de los muchísimos malandrines que te difaman a lo largo y ancho de tus antiguas diócesis. En fin, que lo de la Comisión de ayuda en el nombramiento de nuevos obispos ha sido una operación de sobresaliente cum laude. Parece que Francisco se fía más de ti, que eres gato viejo, que del mismísimo Nuncio: un pobre filipino que habla español a duras penas y no se entera de la misa la mitad… Ay, Juanjo, tú no le harás el trabajo sucio al bueno de Mons. Bernardito, no. El papel de pocero lo tiene el siniestro jesuita Germán Arana, especialista en los trastornos psico-sexuales del clero y de algunos obispos enemigos tuyos.

Tú, Juan José, limpio de polvo y paja, desde esa Comisión -jaleado jubilosamente por la claca que te acompaña- trazarás un futuro esplendoroso para el renovado cuerpo episcopal español, el que necesita la nueva Iglesia que se está abriendo camino en tu mente privilegiada: la liberarás de ociosas rémoras moralistas y de melifluos escrúpulos de conciencia frente a un poder civil cada vez más furibundo ante cualquier atisbo de espuria influencia eclesial. Tú sabes muy bien lo que necesita la Iglesia española de mañana: necesita maestros en nadar y guardar la ropa. Éstas son hoy virtudes imprescindibles para sobrevivir en este mundo que cultiva una inquina tan profunda contra la Iglesia. Pero ya sabes, los malvados ven maldad en todas partes, y dicen que vas a sembrar España de obispos a tu imagen y semejanza. Y añaden estos agoreros que la Iglesia, en la persona de sus pastores, ya no tendrá ninguna teología, ni doctrina, ni moral que ofrecer, salvo la colaboración con el poder para repartir la sopa boba a los pobres y desheredados que genera una sociedad pervertida a la que se busca agradar por encima de todo… Ya ves, Juanjo, la maldad no tiene límites. ¿Es que no son capaces de ver nada de positivo en lo que dices y en lo que haces?

Los candidatos al episcopado –dicen- estarán dispuestos a convertirse en esos sumos sacerdotes del culto imperial que quemarán incienso ante el Nuevo y ecológico Orden Mundial, e impedirán con uñas y dientes que a nadie se le ocurra imitar el testimonio de los mártires, siempre tan inoportunos e incómodos. Y para rematar añaden estos miserables que, a una orden tuya, harán callar a los profetas y emborracharán a los enviados de Dios. Como un rebaño llevado al matadero, el abismo será su casa y la muerte su pastor. ¿Serán canallas?

Nosotros, los de Calanda, estamos muy preocupados ante esas nubes tan plomizas que amenazan convertir el episcopado español en una Delegación del Gobierno para asuntos sociales varios, de manera que hagan trabajar a todo el personal eclesiástico en esa línea. Tus enemigos han conseguido meterles a tus amigos el miedo en el cuerpo y el maligno virus de la duda en el alma. Anuncian ya, sin el menor recato, que los que hoy van detrás de ti para sacarte lo que puedan, mañana te dejarán solo. En fin, amigo Juan José, disfruta mientras puedas de tu buena estrella… porque todo se acaba; y que Dios reparta suerte. Luego vendrá para todos el inapelable Juicio. Y Dios sabrá distinguir a los buenos de los malos, y le dará a cada cual su merecido. Ya sabes que nosotros tenemos toda la fe puesta en ti y confiamos en ti. Y estamos bien seguros de que Dios se acordará de la misericordia que has derrochado con el pobre Novell, esa orgullosa torre de la Iglesia de Cataluña, hoy derrumbada por los suelos y pisoteada por todos.

El Cojo de Calanda