Libros recomendados por Mons. José Ignació Munilla para este verano 2019 (I)
El hecho extraordinario
Manuel García Morente
Categoría: Testimonio
Colección: Bibliotheca Homo Legens
Idioma: Español
SKU: 978-84-17407-26-1
Editorial: Homo Legens
PVP: 18,00€
Manuel García Morente nació el 22 de abril de 1886 en Arjonilla. En 1911 se doctoró en Filosofía por la Universidad Central de Madrid y en abril de 1912 obtuvo la cátedra de Ética en la Facultad de Filosofía y Letras, en la que también ejerció el cargo de decano. Tras estallar la Guerra Civil y recibir el aviso de que su vida corría peligro si permanecía en España, huyó a París, donde llegó el 2 de octubre de 1936, sin dinero y con el alma transida de angustia y de dolor, como él mismo cuenta en una carta que envió años más tarde a su director espiritual, José Mª García Lahiguera.
Fue en este exilio de París, en la noche del 29 al 30 de abril de 1937, cuando se produjo el «hecho extraordinario» que el propio García Morente describe en la larga y detallada carta que dirigió a José Mª García Lahiguera en 1940, pocos meses antes de recibir la ordenación sacerdotal. En esta carta -recogida en las páginas del libro «El hecho extraordinario» (Ed. Homo Legens)- explica su radical conversión a la fe y su profunda y singularísima experiencia de Dios, que despertó en él la resolución inquebrantable de entregarse al servicio de Dios a través del sacerdocio.
Tras su conversión y el afianzamiento de ésta mediante el «hecho extraordinario», el 10 de septiembre de 1938 Manuel García Morente ingresó en el convento de los Padres Mercedarios de Poyo y comenzó su preparación para el sacerdocio. El 21 de diciembre de 1940 recibió la ordenación sacerdotal.
Hasta su muerte, vivió como un sacerdote virtuoso y ejemplar que destacó por su espiritualidad, su humildad, y su generosidad en la entrega. Murió en Madrid el 7 de diciembre de 1942.
Este libro lo leí hace años , Don Manuel tuvo una experiencia de la presencia de Jesucristo vivo , que le llamaba a seguirle. Don Manuel era viudo y tenía una hija mayor , o sea que antes de ser sacerdote pasó por el matrimonio , muy interesante para entender que el sacerdocio y el celibato como condición , tiene un fundamento en la ley canónica eclesial pero no en un sentido ontológico del propio caracter sacerdotal .
ResponderEliminarMe gustaría introducir algunos datos, ya que estamos en tiempos de atribulada "memoria histórica", pero sólo la que favorece a una parte. Si D. Manuel se fue a Paris -más correcto sería decir que salió por pies antes de que fueran a buscarlo- con el alma transida de angustia y de dolor fue porque los anarquistas libertarios del llamado "tren de la muerte" procedente de Andalucía hicieron parada en Toledo, donde residía su hija casada, y asesinaron a su yerno por ser de Acción Católica, dejando huérfanos a sus dos nietos y viuda a su hija. Morente recibió la noticia hallándose en la Facultad, y a consecuencia de la impresión medio se desvaneció. Julián Besteiro, compañero de claustro y Presidente del Parlamento, socialista, le prestó de inmediato su coche oficial para que no fuera molestado por las "solícitas" patrullas que encontrase en el camino, y gracias a ese detalle logró traer a su hija y a sus nietos hasta Madrid, quedando refugiados en su casa. Si se vio forzado a abandonar a su familia y "huir" a Paris no fue por cobardía, sino -y estas son las cosas que ahora conviene recordar, para poner en su lugar a ciertas personas- el grande y afamado filósofo progresista, tan loado por las izquierdas a partir del postfranquismo, José Gaos, que presidía una comisión depuradora integrada por diez miembros para denunciar a los enemigos de la República, le advirtió de que su nombre figuraba en la lista hostium Rei Publicae y que desapareciese cuanto antes. Parece claro que de no mediar ese aviso Morente hubiese sido "depurado" en la cuneta o en Paracuellos, aun siendo ateo y pese a todo su prestigio (¡qué ironía, pues le dirigió la tesis a Gaos!). Algún día habrá gente imparcial que estudie el precedente de las Comisiones depuradoras que, estoy seguro, muchos no saben que fueron invención temprana de la República, creyendo que sólo las aplicaron los franquistas al término de la contienda civil. Baste por hoy con el recuerdo de tantas miserias de la naturaleza humana, removidas por gentes que no nos merecemos.
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