La mujer catalana constituye una parte muy importante de la Iglesia del silencio. Las familias cristianas rezaban diariamente el santo rosario con las puertas cerradas, impetrando la paz y la libertad. La historia de la Iglesia de las catacumbas demuestra que la Fe de los catalanes era viva y llena de esperanzas.
Uno de los colectivos que más sufrió por la destrucción de los templos fue el de las madres de familia catalanas. En aquellos santos lugares habían bautizado a sus hijos, habían hecho su primera comunión, con toda ilusión se habían casado y también celebrado las exequias por la muerte de sus familiares. ¿Con qué derecho legal y humano destruyeron los templos de Dios? ¿Cómo se atrevieron a deshacer todo su valor artístico y cultural? ¿Dónde estaban la democracia y los derechos humanos que proclamaban aquellos comandos de granujas que con su comportamiento ultrajaron los principales valores de Cataluña?
La consigna revolucionaria de aquella nefasta revolución del 36 incluía la persecución criminal de sacerdotes, religiosos e hijos del pueblo, fieles y seguidores de la Iglesia. Cinco obispos fueron asesinados en tierras catalanas en aquellos tres años, y miles de sacerdotes, religiosos y seglares. Algunos de ellos incluso torturados de forma inhumana. Fueron treinta y dos meses de persecución religiosa en los que la sangre martirial regó la tierra catalana.
Misión de la mujer catalana
Los sacerdotes y cristianos perseguidos que consiguieron escapar de la muerte, buscaron refugio clandestinamente en los pueblos o en las ciudades, en casa de parientes, amigos y familias fieles a la Fe. Fue durante aquellos capítulos históricos en los que los sacerdotes y cristianos tuvieron que refugiarse lejos de su casa para librarse de la muerte, cuando la mujer catalana tuvo una actuación caritativa y heroica digna de ser recordada. Muchos sacerdotes se refugiaban en masías y las señoras de la casa los acogían, los alimentaban y los escondían en lugares estratégicos de la casa o del bosque, donde en caso de registro, no los pudiesen encontrar.
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| Puertas de la Catedral de Barcelona ardiendo |
Chicas y mujeres de pueblo y ciudad recogían, de las religiosas que habían expulsado del convento y que hacían vida de comunidad en pisos, las formas para consagrar que seguían fabricando, y también recogían vino de bodegueros de absoluta discreción, y se los llevaban a los sacerdotes escondidos en pisos o en escondites del bosque para que pudiesen celebrar la misa clandestinamente.
También muchos payeses guiaban a los jóvenes que desertaban hacia Francia y que no querían incorporarse al ejército republicano. De allí pasaban a la España nacional. Unos cuarenta mil jóvenes desertaron en Cataluña.
Honor pues, a aquellas mujeres fuertes de las modernas catacumbas, que rezaban por los mártires, que se sacaban el pan de la boca para alimentar a sus hermanos necesitados de aquella Iglesia pobre y perseguida, que animaban a los desconsolados, les repartían dinero recaudado entre gente que en silencio aspiraba a la paz y libertad religiosas, e informaban secretamente a los “refugiados” de las noticias del frente, dándoles esperanza e ilusión en aquellas horas tristes y angustiosas.
Nuestras mujeres eran pacíficas, caritativas y dispuestas a todos los sacrificios con tal de hacer más llevadera a sus hermanos aquella persecución injusta. Su labor humanitaria y heroica les costó a algunas de ellas la cárcel y la vida.
Recordemos la sentencia 377 del 10 de diciembre de 1938, firmada por el presidente Companys confirmando la pena de muerte a siete hombres y seis mujeres. Mujeres que nunca cogieron un arma de guerra, sino rosarios de paz y concordia.
Las gestas de aquellas mujeres catalanas y cristianas, atrevidas y evangélicas, merecerían que en lo más alto de la cumbre de Montserrat se levantase un monumento que recordase las virtudes de aquella, nunca suficientemente alabada, mujer católica catalana de 1936.
Francesc A. Picas
"Unos cuarenta mil jóvenes desertaron en Cataluña."
ResponderEliminarEstos 40.000 jóvenes, que huyeron con justicia del horror y terror rojo-separatista, integraron en su mayoría la SEXTA COLUMNA, es decir, los catalanes que se integraron en el esfuerzo de guerra de Franco en su lucha contra la tiranía genocida de la II República, sobre todo como combatientes. (LA SEXTA COLUMNA: diario de un combatiente leridano, de Magín Vinielles Trepat)
Aunque no se sepa, la Sexta Columna catalana estaba en coordinación con la QUINTA COLUMNA catalana, es decir, los catalanes que servían a Franco dentro de la Cataluña republicana de la Generalidad de Companys, en su condición de trabajadores, amas de casa o jubilados.
El libro "TRAÏDORS A CATALUNYA. LA CINQUENA COLUMNA (1936-1939), de Domènec Pastor Petit, dice que no tuvieron eficacia, que su labor fue casi estéril. Pero la realidad, que no sabe, es que sí eran efectivos, pues pasaban listas de fábricas, horarios de trabajo de los turnos, alojaban a espías y fugados, daban nombres de unidades militares y de cualquier tipo, estado de ánimo rojo-separatista, propagación de bulos, guerrilla urbana...
Por ejemplo, por conocimiento de mis familiares, sus informaciones sirvieron para bombardear fábricas en horarios donde habían cambios de turnos de trabajo, con el fin de impedir bajas laborales entre los trabajadores, pues la sexta columna, con datos de la quinta columna, protegía a los catalanes que trabajaban para la II República pero eran católicos o derechistas y estaban forzados por la situación a trabajar para el enemigo. Además, con el fin de evitar también bajas generales de población civil y laboral, tanto enemiga como amiga.
Sentencia 377 (una de tantas) firmada por el Presidente de la Generalitat el muy Ilustre Senyor Lluis Companys....y encima HOY, tiene calles, plazas, avenidas, edificios y otras a su "digno" nombre en memoria de lo "bien que lo hizo" firmando sentencias de muerte a inocentes clérigos ,obispos,,empresarios,hombres,mujeres ...Nos hemos vuelto locos ?
ResponderEliminarMi abuela paterna tenía siempre preparada en su casa una maleta por si la llevaban a la prisión, como habían hecho con otras señoras de misa diaria; y tenía escondida en su vivienda a una hija suya monja. Cuando uno de mis tíos se pasó al otro bando, harto de ver los crímenes que los rojos hacían en Girona, le pusieron una multa de 5000 pesetas por ser sospechosa de saberlo previamente y no haber denunciado a su propio hijo a las autoridades.
ResponderEliminarDespués de leer la noticia de los 1000 niños abusados en Pensilvania por 300 sacerdotes , y como lo tapaba el vaticano, creo que el obispo de roma católico tendría que bajar la persiana.Es una falsa Iglesia de Cristo
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