Qui mortem nostram moriendo destruxit… Muriendo, destruyó nuestra muerte
(Prefacio Pascual I)
(Prefacio Pascual I)
En lo que llevamos de siglo, difícilmente encontraremos a alguien que haya hecho tanto en defensa de la vida humana y de su dignidad absoluta (sin depender de su “calidad” ni de sus circunstancias) como el heroico Alfie Evans y sus maravillosos y jóvenes padres: (él, ¡21 años!; ella, ¡20!). La vida de Alfie le ha aportado muchos minutos de gloria a la vida humana. Muchos más que la de tantos profesionales del bien común tanto en religión como en política. Cada minuto de la vida de Alfie ha sido un minuto de gloria para la vida humana y para la causa de la vida. Ha sido realmente una vida victoriosa. Mucho más que tantas otras vidas mucho más largas y mucho más promocionadas.
Hoy que las leyes nos han sometido a todos, absolutamente a todos (tanto antes de nacer como antes de morir) a los tasadores de la vida humana; hoy que nos toca sufrir por que den la talla y alcancen los parámetros de la compatibilidad con la vida tanto nuestros hijos como nuestros padres; hoy que nuestras vidas han pasado de las manos de Dios a las manos de los hombres, a la arbitrariedad primero de los votos y luego de las batas, y si hay conflicto, a la arbitrariedad de las togas; hoy que nuestra vida ha dejado de ser sagrada, la irrupción de nuestro pequeño Alfie en este negro escenario, ha sido una bendición.
Nunca estuvo más segura la vida humana que cuando estuvo en manos de Dios. Lo que nunca contempló la ley de Dios, que una madre pudiera matar a su hijo estando aún en el santuario de su vientre, ¡en defensa propia!, eso se ha convertido en medio mundo en un “derecho de la mujer”. Y están empeñados los nuevos amos de la vida humana en proclamar ese nuevo derecho, como “derecho natural” y catalogarlo como uno de los “derechos humanos” a los que han de someterse todas las leyes. He ahí los Derechos humanos que han querido erigir los nuevos amos del hombre como sustitutos de Dios. Y lo que tenemos es eso: unos médicos endiosados y unos jueces inexorables pasando por encima de la voluntad y del amor de los padres para condenar a muerte a su hijo. Interponiéndose entre la madre y el hijo y erigiéndose en crueles padres. ¿Y cuál es la razón? Que su vida es incompatible con la vida. ¡Valiente argumento! Tan potente como el porque nos da la gana y el que manda soy yo.
Permitidme que os cuente una triste anécdota: una anciana con demencia senil avanzada está en el hospital con severos problemas digestivos que la tienen totalmente inválida. La mujer tiene a lo largo del día algunos minutos de lucidez en que se comunica aunque con dificultades, con su hija que la cuida solícita y amorosamente. A los tres días se estabiliza el cuadro clínico que había puesto a la mujer al borde de la muerte y había provocado su hospitalización para poder morir decorosamente asistida en el hospital. El cuadro clínico es irreversible, porque en ese estadio la enfermedad no tiene retorno.
En vista del encallamiento del proceso y la consiguiente dilación del desenlace, los médicos le recomiendan a la hija la eutanasia de la madre. Ante el escándalo de ésta, los médicos le dicen que la dan de alta y que se la lleve a casa, donde la hija no va a poder hacer absolutamente nada por ella: imposibilidad física (la enferma no puede ni moverse en la cama, y ella no tiene fuerza para hacerlo) e imposibilidad técnica, porque no va a poder ofrecerle los cuidados ordinarios y los paliativos que le corresponden. Ante el dilema, incitada por las muy convincentes razones de los médicos, y estrellándose contra su impotencia total, opta por la eutanasia.
Para la hija fue un drama, del que tuvo que salir con tratamiento psiquiátrico. Tenía clara conciencia de que le había robado a su madre minutos de vida (tenía clarísima conciencia de que sólo eran minutos y de que ella los había perdido). Pero también tenía clarísimo que valía la pena soportar todas las fatigas y dolores de la enfermedad por gozar de esos contados minutos de lucidez, de comunicación de amor y gratitud que compartía con su madre, vegetal inmóvil el resto del día. Esos minutos eran tanto para la hija como para la madre, inmensamente valiosos. Eran los minutos de encuentro. Las dos deseaban que llegasen esos minutos.
Minutos, sólo minutos… Es que no somos conscientes de que nuestra vida está hecha de minutos realmente valiosos, perdidos entre infinidad de minutos, horas, días y meses de cardiograma y encefalograma plano. Por eso nos vale la pena esperar días y días esos minutos gloriosos de nuestra vida, que multiplican su valor cuando se entrelazan con minutos gloriosos de otra vida, y sobre todo cuando son pocos los que nos quedan para compartir. Todos son gloriosos, todos son valiosísimos. Cada minuto vale una vida.
¿Cómo no iba a valer oro para los padres de Alfie cada minuto de su vida? ¿Y por qué han de ser uno o cien médicos, uno o cien jueces quienes tasen el valor de una vida y tomen la decisión que mejor les parezca? ¿Ha de estar nuestra vida y la facultad de apagarla sometida al criterio de un médico o de un juez? ¿Ha de poder disponer un juez de la vida de un inocente, mientras se le prohíbe taxativamente disponer de la vida de un criminal? ¿Qué sentido tiene que nos desgañitemos por impedir que un juez disponga de la vida de un criminal, y guardemos un silencio espeluznante cuando dispone de la vida de un inocente? ¿Y cuál es su vara de medir el valor de una vida? Sí, ¿cuál?
La humanidad (toda la humanidad) ha cometido un tremendo desvarío consintiendo que un médico y un juez (he ahí nuestros nuevos dioses) puedan condenar a muerte a un niño por una gran causa: por estar enfermo (el hecho de que la enfermedad sea más o menos grave, no altera la sustancia del hecho: condenado a muerte por estar enfermo).
Esto se veía venir, sólo era cuestión de tiempo que después de justificar y bendecir el descuartizamiento o el envenenamiento de un niño en el vientre de su madre por estar enfermo (aquí en España son muchas decenas de miles los niños condenados a ser descuartizados o envenenados en el vientre de su madre porque es suficiente alegar para ello la sospecha -tantas veces infundada- de que pudieran estar enfermos); era, en efecto, cuestión de tiempo desechar esa absurda categoría de dentro / fuera para calificar el “dentro” como un derecho, y el “fuera” como un grave crimen de infanticidio. Con la sentencia de los jueces de Inglaterra contra el pequeño Alfie, se pasó el Rubicón. Ya se ha abierto la veda para que los jueces condenen a muerte a los enfermos: también fuera del vientre de sus madres. Sin otro delito que el de estar enfermos. Pero no nos alarmemos, sigamos tranquilos, tanto como el episcopado inglés, no perturbemos nuestro silencio, ni cuestionemos nuestro asentimiento, porque éste es sólo un paso más (no olvidemos que entre medio está la eutanasia aplicada cada vez más “generosamente”). Antes de 25 años, jueces y médicos en comandita perseguirán a los enfermos para liquidarlos (no suframos, que esto ya se ensayó, y funcionó). Unos y otros no buscarán otra cosa que el bien del enfermo, así que tranquilos, no perdamos el sosiego, no nos descompongamos…
¿Alguien ha ponderado los minutos de amor y felicidad de que gozó Alfie en brazos de sus padres? Esos minutos valen la vida. Eso lo sabe todo el que ha tenido la inmensa fortuna de gozar minutos de amor. ¿Quién es quién para robárselos? ¿Acaso no afrontamos la inmensa mayoría días y días de sufrimiento y de dolor por alcanzar nuestro minuto de gloria o nuestro eterno instante de amor? ¿Qué hacen un médico o ciento, un juez o mil decidiendo cuánto es justo que sufra cada uno para alcanzar su cuota de gloria, de amor o de felicidad? ¿Cómo se nos ha ocurrido meter en esto a los médicos y a los jueces? ¿Estamos locos?
De verdad, de verdad, de verdad, todo esto es una locura. ¡Y con qué ínfulas de justicia, de sensatez y de amor universal, se están cometiendo estas locuras! Pero como estamos adoctrinados para ello, como estamos tan bien entrenados a jugar a la ruleta rusa con embriones humanos, también en hospitales de la Iglesia; a jugar al aborto y hasta al infanticidio, con tal que sea prenatal; a disponer alegremente de la vida humana, con tal que sea infantil (la que no habla) y por tanto indefensa; como estamos anestesiados para que no nos haga sufrir tanta barbarie, asistimos indiferentes a este tremendo acontecimiento en la vida de la humanidad: los médicos y los jueces se han alzado con el derecho a la vida de los enfermos. Como no pueden disponer de la vida de los criminales, disponen de la vida de los enfermos. Es la cruel y totalitaria imposición del Estado del Bienestar… A costa del amor y de la felicidad (que no existen para ellos: porque como no se pueden tasar, ni se compran ni se venden).
Alegrémonos, sin embargo, de que Dios se haya apiadado de nosotros y nos mande una potentísima señal para que abramos los ojos al valor auténtico de la vida humana que Él regala a cada uno: Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 18 1-5.10).
El Buen Dios nos ha mandado a Alfie y a sus heroicos padres para que veamos en qué camino de perdición nos hemos metido, en qué cenagal; y cuán inmisericorde será la sentencia del Justo Juez para aquellos que actuaron sin misericordia y despreciaron la inocencia del más débil (cf. Santiago 2,13). La vida de Alfie no se podía medir en salud; sus padres no la midieron así y el Buen Dios tampoco. La midieron en amor: y el amor no es mensurable, porque es dar sin medida hasta la propia existencia en bien del otro. Por eso, tanto para ellos como para todos los que hemos contemplado ese milagro, cada minuto de la vida de Alfie ha sido un minuto de la luminosa gloria del Resucitado que ha vencido al mundo.
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
Sacerdotes por la Vida
Un artículo muy en línea con Salvifici doloris sobre el sentido del dolor humano, y con Evangelium vitae y Donum vitae, contrarias a la eutanasia.
ResponderEliminarDesearía comentar que Mons. Omella publicó la glosa dominical “Por una enfermedad vivida en familia”, y Cataluña Cristiana, paralelo y comandita, publicó como un monográfico titulado “Vivir la enfermedad con sentido”. La Glosa de Omella:
www.esglesiabarcelona.cat/es/documents/hoja-dominical-del-6-de-mayo-de-2018/
Ha sido una ocasión perdidad, tanto de Mons. Omella y de Cataluña Cristiana.
Era el momento de comentar la carta de San Juan Pablo II “Salvifici doloris”, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano, de 1984.
En esencia, esta carta puede resumirse en lo que afirma in fine:
"... en la Cruz está el «Redentor del hombre», el Varón de Dolores, que ha asumido en sí mismo los sufrimientos físicos y morales de los hombres de todos los tiempos, para que "EN EL AMOR" puedan encontrar el sentido salvífico de su dolor y las respuestas válidas a todas sus preguntas."
Un buen resumen en fichas de Salvifici doloris:
es.slideshare.net/pisaal/resumen-sobre-el-sentido-cristiano-del-sufrimiento-carta-de-juan-pablo-ii
La carta de Omella es un ejemplo de pérdida de catolicidad de la Iglesia en Cataluña. Mientras Salvifici doloris tiene más de 140 referencias bíblicas del Antiguo y Nuevo Testamento.
Omella, por contra, sólo hace una sola referencia, Juan 19, 26-27 (“Aquí tienes a tu madre”), que curiosamente, están justamente antes y después de las dos únicas citas más próximas de San Juan Pablo II en Salvifici doloris: nota 50, “Todo está acabado” (Jn 19, 30); nota 103, “María, Madre de Cristo, que estaba junto a la Cruz” (Jn 19, 25).
Su desarrollo carece de la profundidad de Salvifici doloris. Se hace cierto que quien se aleja del Magisterio, disminuye la calidad de su predicación.
De entrada, el dolor y el sufrimiento sí pueden ser evitados si la gracia de Dios lo quiere, mediante la taumaturgia de la salud: el ejercicio del carisma de sanación con la imposición de las manos, el milagro de curación en la peregrinación, en la oración de petición de sanación, o en el sacramento de la extrema unción, que están pertinentemente recogidas en la Biblia y en la historia de la Iglesia.
Y en segundo lugar, si hubiera seguido a Salvifici doloris, tanto Omella como Cataluña Cristiana, hubiera dado cuenta de:
- el Evangelio del Sufrimiento
- la parábola del Buen Samaritano (elemento esencial de la cultura moral y de la civilización universalmente humana)
- la Civilización del Amor (hoy desaparecida en la Iglesia)
- el sufrimiento redentor (otra palabra desaparecida)
- la partícipación en el sufrimiento de Cristo
- Cristo como el inocente que asume en la Cruz el sufrimiento de todos los hombres para borrar los pecados (otra palabra desaparecida)
- el sufrimiento del cuerpo y del alma
- centrarse en las Bienaventuranzas en el tema del dolor humano
- la resurrección vence el pecado y la muerte
- Cristo da respuestas a ¿por qué hay mal en el mundo?
Este es el lamentable estado teológico y espiritual de Mons. Omella y de la izquierdista Cataluña Cristiana: Salvifici doloris tiene casi 35 años, pero sigue siendo vigente.
Veo que ahora que Cataluña Cristiana se suma a la no-violencia en relación con la paternidad... como si estuviésemos en la cultura de la sí-violencia y no en absoluto en una cultura de la muerte (aborto y eutanasia), del relativismo moral (plurisexualidad, multifamilismo, polimatrimonialismo), y de la ideología de género (homo, bi, trans-sexualidad).
"En vista del encallamiento del proceso y la consiguiente dilación del desenlace, los médicos le recomiendan a la hija la eutanasia de la madre. Ante el escándalo de ésta, los médicos le dicen que la dan de alta y que se la lleve a casa, donde la hija no va a poder hacer absolutamente nada por ella:
ResponderEliminarimposibilidad física (la enferma no puede ni moverse en la cama, y ella no tiene fuerza para hacerlo) e imposibilidad técnica, porque no va a poder ofrecerle los cuidados ordinarios y los paliativos que le corresponden.
Ante el dilema, incitada por las muy convincentes razones de los médicos, y estrellándose contra su impotencia total, opta por la eutanasia.
Para la hija fue un drama, del que tuvo que salir con tratamiento psiquiátrico..."
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1. Les recomiendo que llamen a la Policía de forma inmediata y levanten atestado de un posible delito de omisión del deber de curar a un enfermo y de atenderlo domiciliariamente, pues existen servicios sociales, y que se pongan en contacto con un abogado de forma inmediata también, pues aquí existen diversos delitos penales que recaen sobre el equipo médico, los cuales sólo merecen llamarse: miserables, inhumanos, crueles.
2. También recomiendo que hagan el llamado TESTAMENTO VITAL para que no les practiquen la eutanasia, que es muy necesario debido a la inclinación homicida de los sistemas hospitalarios por presión política (cultura de la muerte), económica (ocupan una cama) y social. Evitarán, además, conflictos graves entre hermanos, padres y familiares, que pueden acabar en los tribunales o en comisiones deshumanizadas de bioética (con promuerte entre sus miembros), y no darán pie a que el hospital, ante la falta de testamento vital, le presuman un deseo de eutanasia activa por desconexión de los alimentos, medicamentos y de los equipos de respiración y otros.
3. No cedan nunca ante el Estado, se llame Generalidad, Ayuntamiento o Diputación. Usted está pagando casi el 45% de sus ingresos al Estado a través de impuestos, tasas, precios públicos y otras figuras impositivas. El Estado se basa en tres pilares:
1. Estado de derecho
2. Estado democrático
3. Estado de bienestar social
por lo tanto, exijan al Estado que dé centros hospitalarios para las curas paliativas, en casa o en un centro adecuado.
4. Los Cuidados Paliativos comprenden la asistencia global y activa de los pacientes cuya enfermedad ya no responde a un tratamiento curativo. Procuran el bienestar de los enfermos, si es posible desde el propio momento del diagnóstico, tanto a través de una buena comunicación para detectar sus necesidades como por el control de sus síntomas, el alivio del sufrimiento y el apoyo a la familia.
Se ha reconocido que la percepción de control de lo que sucede a su alrededor es importante para el enfermo, por lo que el objetivo último de los Cuidados Paliativos es tratar de facilitar a cada paciente las circunstancias personales –externas e internas– que más puedan favorecer a su proceso de aceptación y acceso a una muerte en paz. Aceptado el valor de la filosofía de los Cuidados Paliativos en la atención de los enfermos cada vez más se comparte que:
• Toda persona con una enfermedad terminal tiene derecho a recibir un cuidado paliativo apropiado.
• Es responsabilidad de todo médico proporcionar un cuidado paliativo adecuado a los que lo necesitan.
• Los Cuidados Paliativos deben facilitarse en el lugar donde elija el paciente.
paliativossinfronteras.org/wp-content/uploads/04-DONDE-ATENDER-AL-ENFERMO-EN-CASA-O-EN-EL-HOSPITAL-Astudillo-Mendinueta.pdf
I què passa amb els miler i milers d´avortaments naturals? També són criatures de Déu, no? El Dotor Ballester això no ho explica mai... Per què? Segurament no té respostes...
ResponderEliminarEs usted un genio, señor comentarista de las 7:17. Lo que usted argumenta, parece ser, es que el aborto natural legitima el aborto provocado. Si admitimos que la naturaleza produzca abortos cuando la vida no puede seguir adelante, ¿cuál sería el motivo por el que nosotros no pudiéramos imitarla, interrumpiendo el embarazo cuando nos parezca bien?
EliminarPor el mismo argumento tendríamos que decir que si la naturaleza pone fin a la vida cuando esas son sus cuentas, ¿cuál sería el motivo que impidiera que también nosotros pusiésemos fin a cualquier vida en razón de las cuentas que nos hagamos?
Espero haber entendido bien su argumento y haberle respondido correctamente.
Me parece que acaba de aterrizar con un ovni desde Wolf 423... Mn. Custodio es el único consagrado catalán que se queja...
Eliminar"Mn. Custodio es el único consagrado catalán que se queja..." (anónimo de las 11:56)
EliminarEso parece. De lo cual deduzco que mossén Custodio es una tremenda anomalía, al que hay que corregir para conducirlo a la normalidad. O simplemente sacarlo de en medio, porque genera conflicto.
Y oiga, una cosa es el piadoso "hagan lío", y otra muy distinta invocar la doctrina de la Iglesia para que nos guíe en el examen de conciencia.
Extraordinario comentario, Don Custodio. Tuvo un famoso precedente que sacó del letargo a varias conciencias. En 1982, en Bloomington, Indiana, nació un niño con síndrome de Down, complicado con atresia esofágica, una discontinuidad en el esófago que impide el paso del alimento de la boca al estómago. El niño, conocido por “Baby Doe”, podía ser intervenido quirúrgicamente, pero al padecer síndrome de Down los padres decidieron negar su consentimiento a la operación, lo que comportaba irremediablemente la muerte. Los tribunales avalaron la decisión de los padres y el bebé murió de deshidratación y de otras complicaciones dolorosas, seis días más tarde. La muerte de Baby Doe desencadenó la controversia. El gobierno federal de Estados Unidos respondió con unas normas reguladoras que exigían el tratamiento de niños con discapacidad que padecen enfermedades amenazantes para su vida. Hospitales y grupos de médicos tildaron de instrusiva la normativa legal y opusieron resistencia. El caso Doe fue el detonante de la creación de comités de ética en los hospitales y de la ética clínica como una profesión.
ResponderEliminarHace usted bien en señalar la colaboración de instituciones eclesiales catalanas en las prácticas abortivas y eutanásicas de determinados hospitales. Incluso se ha dado un paso mas. Lo que tendría que ser faro de luz de la moral cristiana en asuntos relacionados con la vida, pensemos en el Instituto Borja, en la cátedra de moral de la Facultad de Teología y otras instituciones, defienden, como hooligans versiones peculiares del principio de beneficiencia, uno de los pilares de la bioética. Entienden la beneficiencia en la modalidad de Julian Savalescu y otros: si estás en edad de procrear otros individuos sanos, acaba con el discapacitado que es una rémora para la familia y una carga para a sociedad. Es un imperativo moral. Así entienden el principio de beneficiencia.
Totalmente de acuerdo con el Sr Valderas Gallardo.
EliminarCuando leo críticas tan radicales de la Iglesia en contra del aborto y en defensa de la vida, contra el cual(el aborto) estoy plenamente de acuerdo,repito,plenamente de acuerdo contra el aborto.Pero siempre me vienen a la memoria,no lo puedo evitar, los miles de niños y niñas,ya nacidos, que en los primeros años de vida, son asesinados,vilmente asesinados,por el poder de este mundo y mueren ante la indiferencia de todos, en las guerras que hay en diversas partes del mundo "civilizado".Bien está que se escriba contra el horror del aborto pero ¿ se podría parar también la escalada de muerte de inocentes nacidos: niños,niñas que mueren con las armas, vendidas y compradas, con el beneplácito de todos, en este mundo tan lleno de contradicciones? ¿ fabricamos armas, las vendemos ? somos culpables? Nuestra sociedad del bien-estar a costa de qué?..Critiquemos también todo esto. El aborto,las guerras,las armas...mueren muchos niños inocentes.
ResponderEliminarClaro, para evitar que mueran, evitemos que nazcan. O mejor dicho, para evitar que mueran una vez nacidos, matémoslos antes de que nazcan. Es una modesta aclaración al comentarista de las 9:10.
EliminarPero bueno, no se preocupe. Pondremos en todas partes un aviso bien grande que diga que si no se ha hecho previamente la típica profesión de fe pacifista y antiarmamentista al uso, no se tiene legitimidad para defender la vida oponiéndose al aborto. Lo primero es lo primero, y lo segundo lo segundo.
El anónimo de las 10´02 no merece ningún tipo de respuesta: él mismo se lo guisa y se lo come sacando conclusiones obscenas, falsas y calumniosas del comentario de las 9´10 : casi para denunciarle, porque lo que un servidor a escrito no es lo que él ha entendido y encima lo publica.Si ud. ha entendido eso es porque tiene las entendederas retrógadas y retorcidas.
EliminarARCÁNGEL MIGUEL
EliminarDESDE LAS MAS ALTAS INSTANCIAS DE LOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CATÓLICA AL FELIGRES DE A PIE QUE VA A MISA, TODOS SOMOS COLABORADORES DEL GENOCIDIO MAS GRANDE Y SATÁNICO EN TODA LA HUMANIDAD, NO POR ACCION DIRECTA NO ¡POR DENEGACION DE AUXILIO! HEMOS ASESINADO Y EJECUTADO DE NUEVO A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REPRESENTADO EN UN NIÑO INOCENTE Y DÉBIL, ALFIE EVANS, Y COMO NO, HACIENDOLE PASAR POR UN CALVARIO AGONIZANTE DE PERDIDA DE OXIGENO HE INANICIÓN.NO LO OLVIDEIS EL DIA DEL JUICIO COMO TAMPOCO OLVIDEIS QUE MIENTRAS ESCRIBO ESTAN ASESINANDO A MILES DE BEBES EN TODO EL MUNDO, EN SILENCIO Y SIN NINGUN ESCANDALO POR PARTE DEL VATICANO Y FRANCISCO, YA NI MEDIATICAMENTE EN LOS MEDIOS INFORMATIVOS MUNDIALES ¡NI ESO! "DIME TU FE SIN OBRAS Y YO POR MIA OBRAS TE MOSTRARE MI FE" EN CADA NIÑO ASESINADO Y EJECUTADO ESTA NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN LA CRUZ REPRESENTADO,LA DIFERENCIA ENTRE ELLOS Y ALFIE ES QUE LO VIMOS PASO A PASO Y EN DIRECTO A NIVEL MUNDIAL SU CALVARIO, LOS OTROS NO INCOMODAN EN SU EJECUCIÓN SILENCIOSA, CLARO ¿ACASO ALGUIEN CREE QUE SAN JUAN PABLO II SE QUEDARIA DE BRAZOS CRUZADOS Y NO HARIA NADA? EL TUIT QUE MANDO FRANCISCO TAN MEDIATICO Y APLAUDIDO POR LA PLEBE CATÓLICA MUNDIAL (HIZO LO QUE PUDO, CLARO..) ¿ERA PARA LOS PADRES DE ALFIE O PARA TODAS NUESTRAS CONCIENCIAS ADORMECIDAS ANTE EL HORROR QUE ESTA SUCEDIENDO? NO HERMANOS Y HERMANAS ¡SOMOS CULPABLES! SOMOS TODOS IGUAL QUE CAIFAS "ES MAS CONVENIENTE QUE UN HOMBRE MUERA POR EL PUEBLO, Y NO QUE TODA LA NACION PEREZCA" SOLO QUE SON BEBES LOS QUE SON ASESINADOS Y EJECUTADOS ¡NO LLEGAN NI A HOMBRE! NI TODAS LAS MISAS DEL MUNDO PUEDEN BORAR LO QUE ESTAMOS PERMITIENDO QUE HAGAN LA OSCURIDAD Y LA TINIEBLA EN NUESTRO MUNDO. SOLO NOS QUEDA APELAR A LA MISERICORDIA DE DIOS ARRODILLADOS EN LA EXPOSICION DEL SANTÍSIMO POR CULPA DE NUESTRA COBARDIA ANTE EL MUNDO, YA QUE SU REINO NO ES DE ESTE INFECTO CORROMPIDO Y CORRUPTO MUNDO INHUMANO.
Al 100X100 de acuerdo con lo dicho por Arcángel Miguel.
EliminarSin palabras, Mn Custodio, sin palabras... No puedo decir más, todo está dicho; y su corazón sangrante está unido al de muchos hermanos que lo vivimos con usted. Dios actuará, no lo dudo ni un instante.
ResponderEliminarAgradecería opinión del Sr. Valderas sobre la investidura del proximo presidente de la generalidat, segun dicen, "Católico" hasta el tuetano. La verdad, no sé como se come eso!
ResponderEliminarEl Moretó estaba en la tribuna del Parlament construido por Felipe V. Mucho cuidado,parece ser que hay una conjunción PLANETARIA.
ResponderEliminarLa bioética en otros tiempos era regida por los principios de beneficencia y justicia, y en menor grado el de autonomía. Sin embargo, el principio de autonomía ha ido desplazando a los otros dos.
ResponderEliminarHay una tendencia a considerarlo como el único principio de la Bioética. La tendencia, es pues, la muerte por elección del paciente, o en nombre de él, el “death by choice”.
En España, el 2002 se aprobó la ley de autonomía del paciente: Ley 41/2002. La autonomía afirma la potestad moral de los individuos para decidir libremente cómo gobernar su propia vida, en todos los aspectos, mientras no interfiera en el proyecto vital de sus semejantes.
Gracias Mn.Custodio por mantenernos enla realidad de las cosas segun la vision d Dios. Gracias x infundirnos el amor a la vida, a toda vida enferma,sana,deficiente según el Corazón d Dios a quien mo le sobra ninguna vida. Muchas gracias y q Dios le bendiga.
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