Benedicto XVI tenía que sucumbir fuera como fuese, per fas et nefas. Y fueron a por él: los de fuera y los de dentro. No era en absoluto el papa que deseaba la inmensa mayor parte de la Iglesia; ni la Iglesia que defendía Benedicto, era la Iglesia tolerante que quería tener delante el mundo y con la que pretendía llevarse bien y entenderse. Ambas incompatibilidades eran sumamente graves. “Delendus est Benedictus”. Ése fue el grito de guerra de los de dentro y de los de fuera. Se repartieron el trabajo y empezó el Vía Crucis.
Tal como vemos avanzar imparable al lobby, se va haciendo más evidente que la Iglesia era el máximo obstáculo con que éste se enfrentaba, y que por tanto había que atacar sin piedad al corazón de la Iglesia por dos caminos: el primero, de muy largo recorrido, corrompiéndola; y el segundo, en forma de blizkrieg, acallándola. La corrupción venía de lejos. Ya Juan Pablo II, la legitimidad de cuya canonización muchos ponen en duda justo por esta causa, decía que el humo de Satanás se había colado dentro de la Iglesia. Le acusan de no haberla limpiado de ese humo pestilente. Es la misma acusación que luego se cebó en Benedicto XVI.Había que vencer a la Iglesia mediante la corrupción, que se sustentaba nada menos que en nuevas teologías capaces de leer la Biblia en clave homosexual. ¡Y eso que no tenían grabadoras ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento! Esa teología sí que se pudo hacer sin grabadoras. Con esa caterva tuvo que luchar Benedicto XVI: y no rehuyó la lucha. Y sucumbió vilipendiado y pisoteado por los enemigos internos más que por los externos.
Ese movimiento interno era ciertamente huracanado, desbocado. Cuando se le dio cauce para expresarse en el Sínodo de la Familia, a punto estuvo de darle el vuelco a la Iglesia. A punto estuvieron los promotores de la nueva teología, de convertirlo en el Sínodo de las Nuevas Formas de Famila, siguiendo la estela marcada por el mundo. Y las sucias maniobras de que se sirvieron, tenían toda la apariencia de obedecer a una hoja de ruta minuciosamente elaborada.
Ésa era la realidad de la Iglesia contra la que Benedicto XVI luchó hasta la extenuación. Hasta que al no quedarle fuerzas ni aliados suficientes para seguir luchando, y sobre todo ante el riesgo de que los enemigos externos, con todo el poder mediático en sus manos acabasen por identificar en el imaginario social la Iglesia con la pederastia, se retiró del campo de batalla.
Una retirada que ha tenido sus panegiristas y sus detractores. Dios le juzgará. Lo cierto es que ni él pudo con esa lacra de la Iglesia, firmemente sostenida (¡con teologías y todo!) por tantos miembros incluso altísimos de la jerarquía vaticana; ni la Iglesia, sobre todo la curia que le rodeaba, cada vez más hostil, pudo con él. No lo aguantaba ya más, e hizo lo humano y lo inhumano para sacárselo de encima. El humo de Satanás había hecho irrespirable esa curia, que se sostenía en algunas curias europeas y americanas fuertemente marcadas por el progresismo y el reformismo: el nuevo aggiornamento del siglo XXI.
Se retiró Benedicto XVI, tan vulnerable que ni siquiera pudo salirse de la protección jurídica del Vaticano: porque sus feroces enemigos estaban dispuestos a sentarlo en los tribunales como responsable de la pederastia en la Iglesia. ¿Porque no podían tolerar el crimen de la pederastia? No, no fue ésa en absoluto la razón: porque son justamente éstos los que siguiendo implacables su plan diabólico, están avanzando con enorme fuerza en la instauración en las escuelas de la pederastia institucionalizada: nada menos que como acción educativa.
¡Y lo están consiguiendo comunidad por comunidad, ayuntamiento por ayuntamiento y país por país! A intentar frenar esa locura salió el que el mundo gobernado por el lobby llama "el autobús del odio" (los que acaban de fletar “el autobús del amor maduro”). Los obispos y el clero en su inmensísima mayoría guardaron silencio: porque eso era lo prudente y lo políticamente correcto. Su comportamiento fue reflejo fiel del estado de la Iglesia. Tuvieron que ser los laicos, seguramente cargados de taras y defectos, los que se ocuparan de dar la cara para que se la partieran. Pero estaban fuera de época, porque se empeñaron en defender uno de los principios innegociables que con tanta claridad definió Benedicto XVI. Pero él y sus principios estaban ya jubilados. Verdaderamente no nos lo merecimos: no estuvo a la altura de las expectativas de la mayor parte de la jerarquía y de los fieles, ni tampoco fue capaz de ponerse a la altura de las expectativas del mundo. Desde la perspectiva humana fue un papa fallido. Pero ése no puede ser un juicio definitivo. Dios y la historia lo juzgarán con mejor perspectiva.
El martirio del papa Benedicto no es ciertamente de los más llevaderos: despellejado hasta límites increíbles. A otros mártires los desollaron. Dios se lo tendrá en cuenta. La historia de la Iglesia, también. ¡Ad multos annos, Benedicto!, si ésa es la voluntad de Dios.
Virtelius Temerarius
Lo del humo de Satanás es del beato Pablo VI.
ResponderEliminarFelicidades, Santidad. Os echamos de menos. Dios le guarde.
ResponderEliminarHe vivido la elección de su sucesor y el desarrollo de su pontificado como un castigo de Dios, un signo de lo mal que vamos, aquello que realmente nos merecemos.
Totalmente de acuerdo
EliminarSus dos mejores discursos sobre fe y razón, ambos relacionados:
Eliminar1. Discurso de Ratisbona: el del escándalo del islamismo por decir la verdad
2. Discurso de la Sapienza: el censurado por la violencia laicista universitaria de Roma
GOYO
ResponderEliminarSantidad, me uno completamente a todos aquellos que hoy, especialmente, harán oración agradeciéndole cuanto ha hecho por nuesra querida Iglesia Católica. Que Dios le bendiga y lo reconforte. Aleluya.
Dejando aparte el humo de Satanás sobre los dogmas católicos también existe otro humo de Satanás que ha invadido la misma Ciencia que hoy se sube al trono como sucedàneo de Dios y le patada a la Teología que en su tiempo ocupaba el sitio. El Papa Ratzinger, hombre de mucho estudio sabía perfectamente que Galileo no había demostrado nada y que toda la categoría que la Historia le daba al famoso astrónomo se basaba en una leyenda, una leyenda de conspiración contra el poder del mismo Clero Católico. Es de sobra conocido el recibimiento que en cierta universidad le perpetraron un numeroso grupo de estudiantes con pancartas impidiendo su entrada en las aulas, y todo por no haber pedido perdón el Papa Ratzinger por la condena de Galileo al arresto palaciego con criados a su servicio. Gràcias Papa Ratzinger. La Tierra no se mueve ni un milímetro de su sitio, Galileo estaba equivocado. The principle (peli). SG.
ResponderEliminarFelicidades JJOO.
ResponderEliminarLadran; que ladren, usted siga cabalgando.
Gracias por su labor en nuestra diócesis.
Que Dios tenga piedad y misericordia de nosotros y aminores estos tiempos calamitosos. Santo Padre, Benedicto XVI ¡Cuanto le echamos en falta! Uno mi oración y sufrimiento al suyo, querido Papa Ratzinger. Gracias y por muchos años para que siga acompañándonos.
ResponderEliminarMi felicitación por el cumpleaños de SU SANTIDAD BENEDICTO XVI.
ResponderEliminarLarga vida a SS.Benedicto XVI PARA QUE REZE POR NOSOTROS!!!
ResponderEliminar"enemigos externos e internos lo asediaron" Los externos van de suyo. Los internos es otra cosa. Lo señaló el mismo Benedicto XVI el miércoles de ceniza seguido de su renuncia: "los que usan el nombre de Dios para sus fines de poder" Por supuesto, no dan la cara, van de buenos y de ortodoxos, aunque se les vea claramente las malas intenciones y el doble juego. Eso sí, son poderosos, como dijo Juan Pablo II.
ResponderEliminarA la vista del párrafo que sigue (el penúltimo) parece que el título tenía que haber sido "Benedicto XVI, el papa que NO nos merecimos":
ResponderEliminar"Verdaderamente no nos lo merecimos: no estuvo a la altura de las expectativas de la mayor parte de la jerarquía y de los fieles, ni tampoco fue capaz de ponerse a la altura de las expectativas del mundo. Desde la perspectiva humana fue un papa fallido. Pero ése no puede ser un juicio definitivo. Dios y la historia lo juzgarán con mejor perspectiva."
Parece que la conclusión lógica es que el papa actual es justamente el que nos merecemos, el que estaban deseando la jerarquía y el clero especialmente (¡tan divertidos jugando a nuevas teologías!) y gran número de fieles. Y el mundo, sobre todo el mundo, tan rabioso con Benedicto XVI y tan complaciente con Francisco.