Entonces los principales sacerdotes y los fariseos convocaron un concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos seguir así, todos van a creer en Él, y los romanos vendrán y nos destruirán el Templo y nuestra nación (Jn 11,47).
Tal como me van pasando los años, voy percibiendo con mayor dramatismo la Semana Santa. Me conmueve profundamente la rememoración de la Pasión y muerte de Cristo. Y lo que más me conmueve es contemplar ese dramatismo en los rostros de los fieles que asisten al Vía Crucis. A veces, me conmueve más contemplarlos a ellos, que contemplar la cruz. Cada año deja una huella más profunda en mi alma la celebración de la Semana Santa. ¡Bendito sea Dios!
En el último Vía Crucis escuché que un feligrés pronunciaba de vez en cuando, casi en cada estación, la palabra “tragedia”. Me dio mucho que pensar. El hombre es muy culto, es un profesor de filosofía jubilado; y para él, la carga de significado de la palabra nos viene de la cultura griega: en este caso, de la tragedia griega. Por eso me dio tanto que pensar la calificación de tragedia para la reconstrucción de la Pasión de Cristo paso por paso. Porque eso nos lleva inexorablemente a la función de rito catártico -purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación calamitosa- que tenía la tragedia griega. Y lo que se dice del Vía Crucis vale también y con igual intensidad, aunque de otro género, para las procesiones de Semana Santa.
En la Pasión de Cristo veo la pasión de la humanidad. Mel Gibson nos enseñó a mirar la Pasión no desde Cristo, sino desde los verdugos, desde los sacerdotes que manipulan al pueblo para que pidan la absolución de Barrabás y la crucifixión de Jesús, desde la más trágica veleidad del pueblo, al que le da lo mismo la entrada triunfal en Jerusalén que la tortura y muerte de Jesús, lo mismo Jesús que Barrabás, lo mismo la inocencia que el crimen. Y ahí, en ese otro plano, estamos nosotros. Y al recordar cada año la Pasión, y verme cada vez más claro en el bando de los que causan esta Pasión o asisten a ella con total indiferencia, me estremezco. Y no sólo por mí, sino por toda la humanidad de la que formo parte: la humanidad a la que Cristo quiso redimir y no se dejó ni se deja. ¡Crucifícalo!, gritaron entonces y gritamos ahora. Pero es que no veo sólo a Cristo en la cruz. Veo a la humanidad crucificada en él.
Si hemos de ver en el pobre el rostro de Cristo, por el mismo motivo hemos de ver en el rostro de Cristo el rostro de cada pobre, de cada enfermo, de cada perseguido, de cada miembro de la humanidad sacrificado a la avaricia, a la ambición, a la lujuria. Hemos de ver en el rostro de Cristo a la humanidad sacrificada y humillada.
Si hemos de ver en el pobre el rostro de Cristo, por el mismo motivo hemos de ver en el rostro de Cristo el rostro de cada pobre, de cada enfermo, de cada perseguido, de cada miembro de la humanidad sacrificado a la avaricia, a la ambición, a la lujuria. Hemos de ver en el rostro de Cristo a la humanidad sacrificada y humillada.
Es que en la Pasión de Cristo, no se la jugaba él sólo: nos la jugábamos todos, porque ahí estaba en juego la redención de toda la humanidad. Si nos da lo mismo quién ha de regir nuestros destinos y preferimos a Barrabás, estamos vaciando de sentido la Pasión y muerte de Jesús.
Y bien, aunque la celebración solemne de la Pasión de Cristo haya sido desplazada de la liturgia a la tragedia, como postula nuestro anciano profesor de filosofía, aún nos queda el consuelo de su fuerza catártica. En efecto, el mismo concepto de Semana Santa aquí en España sólo de forma residual se refiere a la liturgia; en cambio se ha convertido en sinónimo de procesiones absolutamente espectaculares en la calle. La Semana Santa se ha alejado de los templos, en los que cada vez hay menos fieles, y está volcada en las calles como sobrecogedor espectáculo. Y promocionada como irresistible atractivo turístico.
Son casualmente los penitentes, los “malos” en los tiempos de lucha por la integridad de la fe y de la moral (enfrente estaban moros y judíos), los expulsados temporalmente del templo, los que organizaron sus espectaculares estaciones de penitencia. Eran tantísimos los penitentes, que sobraban para crear centenares de cofradías y hermandades, y armar unos pasos suntuosos, llevados a hombros por costaleros a menudo descalzos, seguidos y precedidos de más y más penitentes, todos con el capirote para preservar el anonimato y en ocasiones con verdaderos instrumentos de penitencia como cadenas y grilletes en los pies o pesadas cruces a cuestas.
Estas procesiones, con intensos tintes trágicos, representan la tragedia de Cristo y de su Santa Madre. Pero representan también la tragedia de la humanidad reflejada en los dos máximos protagonistas. Y es la contemplación de tanto dolor, junto con la aceptación de la penitencia por haber sido su causa, lo que de algún modo sanea las conciencias y las almas de participantes y espectadores. La celebración de la Semana Santa nos purifica de algún modo: en primer lugar, nos sobrecoge; pero además, nos da energías para soportar el dolor de la vida, nos empuja hacia una intensa hermandad y nos hace detestar el mal que provoca tanto dolor.
Estas procesiones, con intensos tintes trágicos, representan la tragedia de Cristo y de su Santa Madre. Pero representan también la tragedia de la humanidad reflejada en los dos máximos protagonistas. Y es la contemplación de tanto dolor, junto con la aceptación de la penitencia por haber sido su causa, lo que de algún modo sanea las conciencias y las almas de participantes y espectadores. La celebración de la Semana Santa nos purifica de algún modo: en primer lugar, nos sobrecoge; pero además, nos da energías para soportar el dolor de la vida, nos empuja hacia una intensa hermandad y nos hace detestar el mal que provoca tanto dolor.
Los griegos, en la celebración de los juegos olímpicos añadían como pieza esencial, la celebración de sus grandes tragedias: se les ofrecía con gran realismo el espectáculo de las peores conductas y sus nefastas consecuencias, para darles la mejor oportunidad de condenarlas por sí mismos, sin necesidad de adoctrinamiento. Y condenando el mal, se sentían limpios y vacunados contra la tentación de incurrir en él. Ésa era la catarsis de la tragedia.
Sin duda, la puesta en escena de la tragedia de la Pasión de Cristo y de su Madre con los tintes más dramáticos, que a su vez nos pone frente a la tragedia que vive la humanidad, ejerce un gran poder de catarsis sobre la sociedad entera. Obsérvese que los gobiernos más anticatólicos se atreven a intentar la expropiación de las catedrales (se las quitan a los curas y sobre todo a los obispos); pero no se atreven con la Semana Santa. El único intento que hicieron, se frustró de inmediato. Primero, porque la Semana Santa no es de los curas, sino del pueblo. Y segundo, porque la Semana Santa, el drama de la Pasión, tiene unas raíces hondísimas en el alma de nuestro pueblo, siempre manipulado y despreciado por todos los sanedrines civiles y eclesiásticos de la historia.
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.es
"Obsérvese que los gobiernos más anticatólicos se atreven a intentar la expropiación de las catedrales (se las quitan a los curas y sobre todo a los obispos)"
ResponderEliminarEs cierto.
Es sólo para los políticos demagogos y populistas.
Pero también es un alivio para la Iglesia, para horror de los políticos... que lo descubren cuando saben que ser propietario también implica las obligaciones de propietario...
El Administrador del Templo o Catedral avisa de una necesidad de una obra... y el político debe de pagar directamente del presupuesto público millones y millones sin fin... pues una obra en una catedral es cara sólo de entrada...
Y lo mismo de las parroquias... el rector avisa al alcalde... y a traer rápido la brigadilla de Pepe Gotera y Otilio del ayuntamiento pá tapá güjeros...
Pero tanto da... al final, el presupuesto público, el dinero público, no es de nadie, pagan los tontos de siempre... y si alguien se queja, a decir que "homa, com és patimoni nasiunal"... y si se tercia, a cogé el cuchillo pá sacá tajá con el 3%, perdón, el 4%...
Muy agudo Anónimo DEMAGOGO, MUY AGUDO!
EliminarLibertad Digital: ..."Quien fuera secretario de Presidencia durante el Gobierno de Jordi Pujol i Soley [Prenafeta] ha reconocido los delitos de tráfico de influencias y blanqueo de capitales. Ha confesado que intercedió en los amaños y participó en el reparto de comisiones de entre un 3% y un 4%, porque "era lo habitual en el mercado"
EliminarBuenuuuuu... si tan sols només fos això sol, nanu...
CONVERGENCIA no era un PARTIDO ERA y CONTINUA SIENDO UNA TRAMA.OI QUE SI?,LA PELA ES LA PELA.Y luego a MISSA,a CONFESARSE y VOLVAMOS A PECAR!!!,AYYY DEU MEU DE LA CREU!!!
EliminarLos comunistas siempre lo han dicho: las derechas son ladronas , con lo que hemos visto aquí, en valencia y ahora en Madrid, pués parece que llevaban razón
Eliminar"Los griegos, en la celebración de los juegos olímpicos añadían como pieza esencial, la celebración de sus grandes tragedias: se les ofrecía con gran realismo el espectáculo de las peores conductas y sus nefastas consecuencias, para darles la mejor oportunidad de condenarlas por sí mismos, sin necesidad de adoctrinamiento. Y condenando el mal, se sentían limpios y vacunados contra la tentación de incurrir en él. Ésa era la catarsis de la tragedia."
ResponderEliminarMuy bien dicho.
Mn. Via i Taltavull (RIP), profe de la facu de teo de BCN, nos dijo que, según los antropólogos, había dos maneras de adoctrinar al pueblo:
- por la enseñanza directa de la norma, generalmente a través de la poesía o un aforismo: "Abans de firmar un document, compta sempre fins a cent", "Abans de moure plet fes avinença", "Casus fortuitus a mora excusat"...
- por el mystérion o el teatro: la representación da las enseñanzas en forma de historia, pues entran por ojos y oídos (música, poesía...)
Curiosamente, mystérion no es el sentido que hoy se da, de enseñanza secreta irrevelable o hecho milagroso o extraordinario sin explicación alguna, sino que mystérion es una acción o drama teatral, una serie gestos, palabras y actos mediante los cuales una acción o pasión de Dios se lleva a cabo en el mundo y en el tiempo para la salvación de los que participan en ella (Odo Casel).
Mystérion parece proceder de myo (cerrar los labios, y luego cerrar los ojos, del indoeuropeo mu, sonido hecho con los labios. Mysterion es un drama teatral que enseña subyacentemente una doctrina que debes de conocer previamente, de lo contrario, es un absurdo.
De ahí los misterios del rosario (dramas del rosario), el Misteri d'Elx (el drama de la Virgen)...
Por ello, Clemente de Alejandría llamó a los misterios de Eleusis los Dráma Mysticón, drama místico, y por ello, dice que el mensaje de Cristo es el misterio del logos (gestos, palabras y hechos del Verbo para la salvación de los que los conservan y guardan).
Y misterio es drâma mysticón en I Corintios 2, 1-7, que da mayor inteligencia a la carta:
Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios... Sabiduría, sí, hablamos (laloûmen, hablar o poner en palabras) entre los perfectos (teléiois, los iniciados); pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa (laloûmen en mystérioi, sed loquimur Dei sapientiam in mysterio: hablamos en misterio= hablamos en drama teatral: la Pasión), escondida (ininteligible para los no iniciados), predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria... (Agamben, El Reino y la Gloria).
El misterio no es enseñanza gnóstica, doctrina secreta, masónica, sólo para "iniciados iluminados", nunca revelable, sino todo lo contrario, misterio-mysterion es el drama histórico de la Pasión de Cristo, que para los no-iniciados es un absurdo (griegos) o escándalo (judíos), pero que los iniciados comprenden perfectamente: es un drama histórico salvífico real, que siempre existe y se renueva en el tiempo: la Pasión.
Pero primero el iniciado ha de conocer doctrina, fe, verdad: qué es la cruz, el Gólgota, los clavos, quién es Cristo, María, los dos ladrones, Pilatos, Barrabás, Caifás y Anas, la Verónica, la Magdalena, Simón de Cirene... de lo contrario, son absurdos, y no hay catarsis.
Custodio sus palabras sobre los sanedrines eclesiásticos coinciden con las proferidas por Sistach. Para justificar las aberraciones de Amoris Laetitia se ha sacado de las manos una distinción gloriosa que, dice, ha impactado a los obispos portugueses. La distinción de marras es entre categoría y persona, en plata, entre divorciado y sujeto. Aquel vive en una situación irregular pero la persona puede comulgar. No seré yo quien juzgue conciencia ajena. No creo, Sistach, que "eso", "ese hallazgo" según usted haya entusiasmado a ningún obispo, ni siquiera aunque sea del Palmar de Troya. Por otro lado, Sistach, ¿a qué viene su interés se separar, aunque sea cargándose la doctrina social de la Iglesia? Dice Sistach que eestá en buenas relaciones con los obispos "españoles", aunque ellos piensan de otra manera. Dice que el Vaticano reconocería un nuevo estado de inmediato, sin matizar el origen de ese estado. Di ce Sistach... Dice tantas cosas contradictorias y contrarias al sentido común, que da la impresión que nos encontramos ante un arrauxat sin preparación ni sindéresis.
ResponderEliminarEn mi humilde opinión, cuando se dicen tantos disparates juntos, no hemos de quedarnos de brazos cruzados. Llamar las cosas por su nombre: Sistach miente. Sus batallitas privadas (relación según él privilegiada con Francisco, asesoría de nio sé cuantos dicasterios, etcétera), las luzca como quiera. Pero en la doctrina, miente. A dos carrillos.
Esa es la tragedia del sanedrín eclesiástico. Matarán al pastor y se dispersarán las ovejas. Ellos están matando la doctrina y el descarrillamiento está a ojos vista.
Coda, en la iglesia de la costa los fieles se quedaron sin misa ni liturgia de la palabra el domingo por la tarde. Habría unos 75.000 entre transeúntes y empadronados. Sistach de bolos independentistas. Buena estampa de la Crux, de la Passio Domini Nostri Jesuchristi in A.D.2017.
Diferenciar entre categoría y persona es inconsistente.
EliminarDicen que categoría procede del griego kategoro, que se compone de: kate (contra); y agorevo (hablar públicamente en el mercado, ágora).
Por tanto, es "acusar, imputar", hablar públicamente en el ágora (para que toda la polis lo sepa) contra una persona por una cuestión grave para la supervivencia de la misma polis (que puede dar lugar al ostracismo, exilio forzoso por diez años).
Pero luego, el uso llevó al verbo a otro significado, el de "aseverar, afirmar", y Aristóteles lo recogió para su Metafísica, declarando que la "categoría" es el grupo de cualidades atribuidas o imputadas a un sujeto o predicado:
Sustancia
Calidad
Cantidad
Relación
Acción
Pasión
Lugar
Tiempo
Situación
Hábito
Y que Llull recogía en sus famosas ruedas lógicas, para abatir al contrincante teológico (musulmán o judío) en sus propias incongruencias.
La Tradición, el Evangelio, el Magisterio y la herencia espiritual de la Iglesia, y el numeral 1650 del Catecismo (Familiaris consortio 84), única verdad oficial de la Iglesia (que no lo es Amoris laetitia, Capítulo VIII, numeral 305, nota 351), dicen claramente que NUNCA JAMÁS puede darse la comunión, la absolución y la extremaunción a un adúltero sin continencia, porque el adulterio es un intrinsece malum semper et pro semper (numeral 1756, Veritatis splendor).
Solución: abandonen la teología modernista, liberal y progresista, y abónense a un curso de Lógica de Aristóteles.
Muy interesante la REFLEXIÓN del Sr.VALDERAS,GRANDIOSA!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con mi amigo Pepín Valderas.
ResponderEliminarLas necedades que hace y dice nuestro Papa Francisco son muy, muy graves. Este hombre no sabe lo que hace, se va a cargar la Iglesia. Yo lo digo bien claro: EL PAPA MIENTE, por lo menos en la Amoris ésa, y quien miente es un MENTIROSO, al menos en mi casa es así!!
Un buen católico no puede criticar día si otro también al Papa y además llamarle mentiroso.
EliminarLa cuaresma que acabamos de vivir nos recuerda lo importante de nuestra conversión personal.
Doy Gracias a Dios por habernos dado a este Papa y a los anteriores.
Hermosa reflexión, mossén. Supongo que lo más trágico es que no nos hacemos cargo de que la tragedia de la pasión de Cristo es la manifestación más extrema de la tragedia de la humanidad; no nos damos por avisados de que no son dos cosas distintas, la tragedia de la Pasión de Cristo y nuestra propia tragedia. Y quizás lo peor sea que la Iglesia, que es la institución creada por Cristo para mantener vivo el memorial de esta tragedia, esté en otra sintonía, mirando de armonizar su música con otras músicas.
ResponderEliminarLo dije i lo repito, a nadie o casi nadie le importa la gran tregedia de la Pasion d Cristo.los derroteros van por otros lares. Po o importa la gran tragedia de la humanidad a imagen y semejanza de la ocurrida a Jesus. Ahora todos dominados por la politica y a no perderse ni un eslabon para subir arriba....y no precisamente al cielo. Nuestro Padre Francisco es un hombre ante todo extraordinario e implicado en las circunstancias tan discordantes y dificiles d solucionar. Paz y Amor y mas Caridat.
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