Muchas veces las afirmaciones en una frase se estropean con un pero: “es bueno, pero…”, “es hermoso, pero…”, “es espabilado, pero…” “es inteligente, pero…” Como si la historia -incluso la aparentemente más insignificante o la más gloriosa- estuviera siempre a un paso de explotar, para quedarse allí, como suspendida en la cresta. Poco concluyente. El pero es una ley de lo humano de la que Cristo no osó eximirse aplicándola. “Habéis oído decir que… pero yo os digo…” Que es como decir: “hasta ahora ha parecido que fuese justo así, pero de ahora en adelante ya no será suficiente”. Cristo, el contreras del Eterno, la exageración que es siempre anticipo y preludio de la grandeza, la convicción de ser el Hombre definitivo, aquel que cambiará la historia: incluso la convicción absoluta de los propios medios. Es ley humana y Cristo la soporta, incluso con el lujo -porque realmente Él es verdaderamente Hijo de Papá- de añadir de su cosecha propia. Como aquellos músicos geniales que sobre una partitura de autor proponen algunas variaciones melódicas: aquel toque de personalismo artístico que a menudo el público agradece con gusto y aprobación.
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Felicidades que ¡barbaro! qué exaltación tan plena de la Nueva Relación que Nuestro Amo y Señor ha venido a establecer, sí, hay que continuar viviendo esa Nueva Relación que nos hace partícipes de la Vida Eterna aquí en este tiempo
ResponderEliminarNadie más autorizado que el autor para "ir al fondo".
ResponderEliminarExcelente.