Tener sensibilidad social es “guay”. Si te abrogas este carisma, las tortas se hacen elogios para el clérigo o el obispo. Algún signo visible de que se es social, participar en alguna manifestación o en alguna ONG que tenga proyección mediática. Tampoco hacer falta publicar libros sesudos y eruditos o entregar la vida a los más necesitados como hacen las Hijas de la Caridad. La cuestión no es ser o no ser social, sino parecerlo. Ser reconocido como tal. Sor Lucía Caram es “social” porque la fundación Tous tiene proyección mediática y porque la monja cae bien porque raja de vez en cuanto contra la jerarquía. Mn. Jaume González Agápito no es “social” porque el comedor social de Maria Reina no tiene proyección mediática y por no rajar periódicamente de la jerarquía ni del dogma.
Escrito publicado en El Pais |
Cultivar una relación dialéctica de contradicción entre antiabortismo y sensibilidad social es otro de los juegos de los populistas “sociales”. Como si ir a una manifestación proVida fuera incompatible con ir a una contra la Pobreza. Y al revés.
Omella tiene un don y es el de captar con agudeza extraordinaria estas percepciones que se desarrollan en la vida social actual. Nuestra sociedad catalana (no es la única) prima a los enrollados, a los simpáticos. Y Omella lo utiliza a mansalva. No lo verás “agrio” ni meterse en defensas donde su apariencia pueda ponerse en riego. Tampoco es que uno haya de ir de bulldog por la vida ni entrar con un tractor en la defensa de los principios innegociables que el Papa Benedicto tan bien cualificó; pero de aquí al tacticismo en la respuesta para no poner en peligro la propia reputación mediática, va un rato. Y peor aún. ¡Qué triste el dejar a los pies de los caballos a los sacerdotes o laicos que no se cortan y denuncian lo que no es correcto según Magisterio; y pésimo el ignorarlos y el desmarcarse de ellos y calificarlos de obsesionados, fundamentalistas o cualquier otro calificativo que remita a la intolerancia!
Omella, un papable de pueblo |
Omella no participó en la manifestación proVida donde asistieron algunos de sus hermanos en el episcopado. No fuera el caso. Pero sí en la que se convocó contra la Pobreza. Por tanto no es que sea un obispo de aquellos que no son partidarios de ir a manifestaciones.
Las Semanas Sociales de España, de celebración aproximadamente bianual y dependencia de la Comisión de Pastoral Social de la CEE, es uno de los mejores espacios de reflexión de la Iglesia en España. Y ya van por las 42 ediciones. Organizadas por la CEE, reúnen durante una semana lo más granado de la reflexión social-católica bajo un tema que varía en cada convocatoria. Pues en ellas no sabemos encontrar a Omella ni en la edición de 2014 ni en la anterior. En 2016 no se ha celebrado.
Opinión de Llisterri sobre Omella |
Omella de facto pasa y pasó de E-cristians: no de forma, pero sí en el fondo. Y lo mismo de las Semanas Sociales. Todo esto le debe aburrir. A veces uno llega a pensar que no quiere esta línea porque le hace sombra o porque evidencia que en su visión social hay demasiado populismo y escasa profundidad. Además Miró es un “obsesionado” antiabortista: “qué incómodo este tío” debe pensar Omella.
Omella es un obispo social. Y le gusta. No desperdicia la foto con Cáritas pese a que se le están hundiendo las Caritas parroquiales del obispado con proyectos como los de los centros de reparto municipales de alimentos donde la identidad y sentido cristianos y la parroquialidad de Cáritas quedan diluidas; y donde los voluntarios dejan se asistir porque se sienten que hacen el primo junto a personal asalariado. Omella lo sabe y no quiere hacer nada porque esto significaría un marrón. Y marrones no quiere. “No vol llufes” de obispo carca, como decimos en catalán. Este va a ser el modus operandi de pudrir problemas que nos espera con este proceder. ¿Alguien sabe qué recomendaciones aporta cada quince días en Roma a la Congregación de los Obispos?
Opinión de Llisterri sobre Omella (II) |
Lo que resulta paradójico es que si hubiéramos sido más “carcas” y menos acomodaticios, nos hubiéramos ahorrado muchos disgustos. Pero ser “carca” no es simpático ni mola. ¿Quién asume el mal rollo de avisar que se va a acabar mal cuando la fiesta se desmadra?
Pongamos un ejemplo. Si toda convivencia puede calificarse de Familia, es imposible aplicar política familiar alguna. Si no hay política familiar que influencie la legislación, caen los nacimientos. Sin suficientes nacimientos es insostenible un sistema de pensiones como el actual y nos vamos a pensiones de pobreza. Si la ideología de género confunde las identidades naturales, es imposible incluso la práctica del deporte federado: pues dinamitamos la separación por sexos naturales. Y este sería, de los problemas, uno de los menos graves. Si el feminismo radical influye en la legislación, las primeras víctimas son las mujeres: pues la feminidad pasa a convertirse en androgeneidad y muchas de sus inquietudes vitales quedan acalladas.
¿Dónde se oyó la voz de que estábamos atentando contra la virtud de la templanza, del esfuerzo, de la generosidad hacia las próximas generaciones y que estábamos practicando la temeridad y el egoísmo y el gobernar sin atender al Bien Común durante el boom crediticio que alimentó el boom económico, una de las principales causas de la crisis económica actual? Una Teoría y una práctica de la Economía que ignora la virtud, es generadora de pobreza y se niega a sí misma.
El “obsesionado” Reig Pla con la Familia y la Vida es mucho más social que Omella, pues va a la raíz del problema de la crisis económica y no a acompañar sus consecuencias (cosa que también es muy necesaria). Resulta paradójico que los progres, clérigos incluidos, criticaban cuando eran jóvenes a la Iglesia porque no iba a la raíz de los problemas socioeconómicos y que se quedaba en la esfera del tratar con beneficencia las consecuencias. Y ahora resulta que una vez mayores, y algunos alcanzando cargos relevantes, nos los encontramos reduciendo el catolicismo social a la esfera de la Caridad porque es más facilón y porque menos ampollas levanta; y callando como momias ante las causas profundas. ¿Por qué? Porque esto obligaría a entrar en el campo de la Teología Moral tradicional de la Iglesia y en la defensa de los principios innegociables. Pero de hacer esto, el populista se arriesga a perder su talismán, su pátina mediática “social” que le permite, cual burbuja invisible, esquivar las críticas. El simpático se convertiría en antipático y tendría que comenzar a actuar. Pero ¿Habrá luces?
Bernat Nadal /Oriol Bonany / Pol Reis
Es un Bergoglio bis. Y quedó retratado con su silencio clamoroso e imperdonable ante el Padre Nuestro blasfemo en el Ayuntamiento de Barcelona. Eso fue para algunos, entre los que me encuentro, "cruz y raya" monseñor.
ResponderEliminarCreo que ante el hecho intrínsecamente malo de la blasfemia, Omella se quedó 15 años pensativo.
Eliminar... lo de 15 años debería ser 15 días... pero fueron a año por día...
EliminarLa raíz del problema de la crisis económica no radica en la familia. Es verdad, que esta institución se ha devaluado enormemente y la Iglesia ha sido largamente promotora y cómplice al permitir y favorecer que parejas inexpertas y poco preparadas tomen el sacramento del matrimonio a la ligera tras unas pocas jornadas de preparación. Tan solo una visión rápida sobre algunos temas, pero escasa profundización sobre el sentido del compromiso y poca revisión sobre la idoneidad de los futuros esposos. Eso sí, para la comunión y la confirmación la preparación exigida es de dos años. ¡Inaudito!
ResponderEliminarEl problema es desvincular vida, persona, familia y sociedad. Son toda la misma cosa. El compartimentarlas y departamentarlas provoca no abarcar la globalidad y genera una pérdida de la visión integral, ya que todo es un conjunto cuyas partes forman un todo. Como consecuencia el primar acciones sobre una parte no tiene por qué redundar en un beneficio para el resto. Y es allí donde entran los reinos de taifas. Unos ponen voz y otras tiritas. Pero, nadie arregla nada de verdad.
La raíz del problema económico hay que buscarla un poco más a fondo. El modelo neoliberal que nos ha llevado aquí tiene sus primeros gérmenes al finalizar las guerras de religión con la paz de Westfalia en 1648. Es en la modernidad que la iglesia pierde su poder y el hombre se emancipa en busca de otros elementos que le den sentido, pues la religión había acabado provocando guerras civiles en numerosos estados de Europa.
En la Edad Media el hombre era capaz de entender y consolarse ante los trasiegos de la vida sabiendo que existía un orden cósmico donde tenía un papel reservado que Dios había diseñado y que no era posible cambiar. El hombre era como un actor que desarrollaba su papel bajo un guion que dotaba de sentido a su vida y, a la vez, limitaba su poder.
Con el advenimiento de la modernidad el hombre firmó un nuevo pacto, un nuevo contrato social. Renunciar a darle sentido a su vida a cambio de alcanzar cuotas de poder cada vez mayores. El avance tecnológico y científico ha provocado que la adquisición de este poder nos lleve, cada vez más, cerca de una pretendida omnipotencia, pero debajo nuestro se abre el abismo más absoluto. De esta forma el hombre moderno sufre al mismo tiempo una angustia existencial fruto de no encontrar sentido a su vida y, a la vez, disfruta de unas cuotas de bienestar, hasta ahora inimaginables, haciendo que experimente una euforia creciente hacia el poder tan acelerado que vivimos le ofrece. Hasta el extremo que tiene a tocar con los dedos la realidad de convertirse en Dios, tal como desde ya hace tiempo está proponiendo el transhumanismo.
Eso también se respira aquí. Se huele, se inhala, se respira en la iglesia católica. Poder, poder, poder. ¿Dónde están los verdaderos cristianos?
Ya lo dijo NUESTRO SEÑOR,NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE....,a ver si se enteran de una PUÑETERA VEZ.
ResponderEliminarPues si ésta es la situación de Omella, propobreza y antivida, adiós para siempre, Omella.
ResponderEliminar... aunque hay que agradecer que tengamos a Omella y no un nacional-progresista.
EliminarOmella tiene limitaciones, pero de momento, si no ocurre nada raro, ha sido una mejoria en comparación con el pasado inmediato.
"¿Dónde están pues los pobres de Omella?"
ResponderEliminarOmella tiene este problema, que la línea roja cruza el nacido del no nacido.
Si tienes la suerte de nacer, y nacer pobre, entonces tienes la ayuda de este aparato mediático eclesial de la pobreza.
Si tienes la mala suerte de ser no nacido, y estás en una familia pobre, ya puedes considerarte muerto, que el progresismo eclesial tiene la opción preferencial por los pobres nacidos, por encima de los pobres no nacidos.
Esta división de trabajo entre obispos de la Pobreza y obispos de la Vida y la Familia me parece tan hipócrita, tan salvaje, tan farsante, que eso nunca lo habría aceptado San Juan Pablo II, el Papa de la Vida, la Familia y los Pobres.
Se suele correlacionar la defensa de la vida, familia, educación y bien común con derecha agresiva, facha, rancia, cavernaria... con lo que todo diálogo desaparece.
ResponderEliminarY menos puede ser si el progresismo social se une a la teología de la liberación, al comunismo bolivariano o de la Cup. Comunes, Iniciativa o Podemos, al indigenismo, al feminismo, a la ideología de género, al independentismo, al izquierdismo..,
La pobreza forma un conjunto inseparable de diversas cuestiones como son la vida, la familia, la educación, el bien común (democracia, que falta en Cuba) y la pobreza económica.
Hace mal todo obispo que se queda sólo con alguna de las partes pero hace peor aún los obipos que solo se quedan con la pobreza económica sin tener en cuenta a los verdaderos pobres, que Juan Pablo II determinó que eran los niños no nacidos, los ancianos y los enfermos que pueden ser objeto de eutanasia.
Y peor aún cuando sabe que, si se dedica a la pobreza economica, recibirá el aplauso de quienes van contra la fe católica, progresistas eclesiales incluidos.
Y más peor todavía cuando abandona la vida, familia y educación, porque aquellos anteriores que le aplauden por los pobres económicos, enemigos hostiles de la verdad católica, le van a abuchear, abandonar o despreciar.
El mal de la polaridad entre la pobreza económica, propia del comunismo, y la pobreza evangélica, que incluye el pobre económico con los otros pobres vitales (aborto, eutanasia, divorcio, falta de padres), es sólo política.
De momento, observó que Omella es sólo un Sistach gubernamental, pues mantiene su mismo equipo, y ahora es un bergogliano social, peronista.
ResponderEliminarAsí, no extraña que Terrassa y Sant Feliu prefieran seguir con sus propios caminos en lugar de volver a la diócesis madre.
EliminarY en Mataró ,nada de nada,a ver si el señor Picazo que tiene sus *CONTACTOS*en ROMA hace algo. Pero no caerá esa BREVA!!!
ResponderEliminarFATAL CASI TODO FATAL,y en MATARO MAS,
ResponderEliminar