Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia del domingo
“Se alzará Miguel, el gran príncipe” |
INVITADOS A PONER UN BROCHE DE ORO A NUESTRA VIDA
Este domingo es el último en el que leeremos el evangelio de San Marcos. El fragmento que hoy habla sobre la crisis y al mismo tiempo sobre la esperanza, no profetiza tanto sobre el fin del mundo como sobre el significado del mundo.
La primera verdad es que el mundo es frágil: “en aquellos días el sol se oscurecerá, la luna no reflejará ya su luz, las estrellas caerán del cielo”. Y no sólo el sol, la luna y las estrellas sino también las instituciones, la sociedad, la economía, la familia y nuestra misma vida son muy frágiles.
Pero la segunda verdad es que cada día hay un mundo que muere, pero cada día hay un mundo que nace. Caen muchos puntos de referencia, viejas cosas son quebradas y fracturadas: costumbres, lenguajes, comportamientos, pero hay también aromas de nuevas primaveras. La esperanza tiene la imagen de las primeras hojitas de higuera: “Aprended de la higuera, cuando brotan las hojas, sabed que el verano está cerca”.
En medio de la fragilidad dramática de la historia podemos intuir cómo salir de la oscuridad de la noche a la luz, tal como sucede en los dolores del parto, como en el paso de la primavera al verano. Bien venidas las sorpresas de la primavera que desmantelan todo aquello que merece ser borrado. ¡Cuánto morir para que la vida nazca! decía el sacerdote rosminiano y poeta Clemente Rébora (1885-1957) “Sia´m la mort una major naixença” (Séame la muerte un nacimiento en grande.) afirmaba en su Canto Espiritual nuestro gran poeta Joan Maragall. Pero después se trata de reconstruir basándonos en dos puntos fuertes. El juicio final (Capilla Sixtina) |
El segundo es nuestra propia fragilidad. Debido a su fragilidad, el hombre busca apoyo, busca vínculos y amor. Somos tan frágiles que necesitamos del otro. Y es apoyando una fragilidad sobre otra cómo sostenemos al mundo.
Dios está dentro de nuestra búsqueda de apoyos, se hace presente a través de las personas que amamos. "Toda carne está empapada de alma y húmeda de Dios" afirmaba el gran intelectual cristiano Jean Bastaire (1927-2013). Nuestras familias y amigos son el lenguaje de Dios, la catequesis diaria, el toque de su presencia y sacramento de su gracia.
El profeta Daniel amplía la visión: "Los justos, sabios y santos (los doctos) brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.” Junto a mí, detrás de mí, desde mil lugares suben a la casa de la luz. Son todos aquellos que me inducen, que me arrastran, a mí y a todo el mundo, para sea más justo, más libre y santo.
Ellos son como las estrellas, muchos. Nos fijamos en ellos para no perder las oportunidades de nuestro tiempo. Para que no se disipe el tesoro de bondad de nuestro tiempo; el tesoro que germina y brota, como las hojas de la primavera, en cada uno de nuestros hogares.
Estamos en el último domingo del año litúrgico antes de la fiesta de Cristo Rey. Toda la liturgia de hoy nos propone una reflexión de la que os propongo tres pistas:
1. Todos estamos esperando el cumplimiento de una meta. Toda nuestra vida se encuentra en espera de plenitud. Es por ello que muchas veces nunca estamos contentos del todo con lo que somos, nos gustaría algo más y mejor.
Nuestro objetivo debe ser el poner un broche de oro, un final digno a nuestra vida, un significado más preciso. Y para ello ¡cuántos golpes y cuántas veces experimentamos la oscuridad dentro de nosotros! Pero llegará un día en que podremos ver al Hijo del Hombre venir sobre las nubes con gran poder y gloria.
2. Es en medio a las dificultades de la vida cuando soñamos con un mundo futuro diferente. Hay muchos signos que nos rodean y que nos invitan a disfrutar de la vida porque esta es hermosa. Pero eso no lo podemos gustar de inmediato, podemos vivirlo únicamente como una esperanza futura. Jesús no vendrá tanto para juzgar negativamente a las personas como para salvar a sus escogidos, a mostrarnos un camino verdadero que sin embargo no acabaremos de recorrer totalmente en esta vida.
3. Finalmente pienso en la cantidad de palabras que desperdiciamos en vano. Palabras que duelen, que son duras como una piedra, o tal vez palabras que pronunciamos sin pensar. Sólo la Palabra de Jesús da sentido a nuestra vida, a nuestro crecimiento, ya que nos da la vida eterna, una palabra que nunca se apaga.
Es por ello que todos los días estamos llamados a meditar sobre el evangelio. De esta manera aprenderemos a utilizar menos palabras, para poner en el centro a la Palabra. Que el Señor pueda siempre iluminar nuestra vida para hacernos disfrutar de la riqueza de estar aquí, para vivir una vida completa al máximo, con la mirada puesta en la eternidad de allí que nos espera. Os deseo un buen domingo
Fr. Tomás M. Sanguinetti
Fr. Tomás M. Sanguinetti
Fray Tomás, gracias por esa penultima Glosa, la del Domingo XXXIII durante el Año.
ResponderEliminarUsted nos dice:
"Sólo la Palabra de Jesús da sentido a nuestra vida, a nuestro crecimiento, ya que nos da la vida eterna, una palabra que nunca se apaga."
Ya vemos como está el mundo que por su egoísmo quiere prescindir de Dios, odios, guerras, atentados como el anoche en París con 127 muertos de momento, abortos por doquier en todo mundo, ideología de género, etc. etc.
Por otra parte también se palpa la acción del Espíritu Santo en tantas almas que seguimos creyendo en que JESÚS ES EL AMIGO QUE NUNCA FALLA.
Aunque Dios es infinitamente misericordioso, también es JUSTO,por ello el juicio sin embargo existe, como se nos dice el final de este Evangelio, es el juicio de la luz. Cristo, la luz, ilumina nuestra vida y, como toda luz, por sí sola discierne, divide y separa. En la oscuridad todo es lo mismo, todos los colores son iguales, todos los rostros tienen la misma sombra. Al penetrar la luz, se obra el juicio. Todo se ve tal cual es. Se necesita terminar con una conciencia ingenua e infantil. Cuando el hombre vive una conciencia infantil necesita que el juicio venga de fuera; por eso se aferra a las leyes. Pero el Evangelio nos madura de tal forma que el juicio se transforma en interno. Quien abraza la luz con sinceridad es juzgado como hijo de la luz y pertenece a la vida. Quien opta por la mentira, por la doblez, por la hipocresía, no necesita juez, abrazó el mundo de las tinieblas y a él pertenece. El que obra conforme a la luz, pone de manifiesto que “sus obras están hechas según Dios”.
Lo mejor de esta WEB. El tema, la Glosa dominical. Muchas gracias, Fr.Tomás. Que el Señor le siga bendiciendo e iluminando para ofrecernos estas preciosos y acertados comentarios.
EliminarSi señor, una gran lectura cada domingo.
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