El combate de Germinans es por la Cristiandad

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El pasado 21 de noviembre en un ya manido artículo en Nació Digital, el periodista Pep Martí, al mismo tiempo que convierte a nuestra página en “actor dentro del campo eclesiástico” , tal cual, alineándonos dentro de un supuesto sector conservador, nos tilda de reaccionarios y hostiles al catalanismo y defensores de postulados rancios con un peculiar estilo de combate. Como dicen los obstetras: vayamos por partos.

Trataré de explicar hoy cómo el problema central, cuestión medular y prioritaria que ocupa e interesa a Gérminans no es otro que el problema del progresismo. Y el progresismo eclesial tiene la más importante de sus raíces en el concepto mismo de cristiandad.

En este inevitablemente largo artículo de hoy (y pido disculpas de antemano por la extensión), intentaré dibujar la parábola que al menos deje clara la problemática ante la que nos enfrentamos. Sobre la acusación de pretendida hostilidad al catalanismo elaboraré en otro momento una radical refutación: esperemos que más breve y concisa que ésta que hoy confecciono.

Si recorremos la historia del pensamiento católico, no podemos sino quedarnos asombrados del hecho de que, en un arco de tiempo más bien breve, la cuestión de la Cristiandad, es decir, de una sociedad que busque encarnar el espíritu del Evangelio (cuyos principios son la peculiar asimilación cristiana del Derecho Natural),  acabe por ser arrinconada y eliminada del horizonte mental de los católicos.

Asombra debido a que tenemos a las espaldas quince siglos de Cristiandad durante los cuales, aunque con contradicciones y errores, el catolicismo constituyó el principal elemento de cohesión social y espiritual de la sociedad europea, y el fundamento último sobre el que las autoridades civiles ejercían el poder político.

Asombra porque el magisterio pontificio reconoce el carácter cristiano de aquellos siglos, señalando en particular a la cristiandad medieval como un ejemplo, aunque no exclusivo, y al mismo tiempo individuando una cadena de errores filosóficos y políticos que han determinado el nacimiento de la sociedad moderna: con sus aspectos secularizantes, laicistas, ateos, agnósticos y relativistas, todos ellos ensalzados como una categoría ideal contrapuesta a la de Cristiandad.
A la izquierda Pactos Lateranenses (1929). A la derecha Firma del Concordato de 1953
Derrumbada la Cristiandad del imperio romano-germánico, el magisterio pontificio indica al laicado, no acostumbrado a pensar la Cristiandad sino a vivirla, las referencias doctrinales y culturales idóneas para una reconstrucción de la sociedad cristiana: la abundante producción de documentos magisteriales de León XIII nace de un diseño unitario que es propio de la reconstrucción de la sociedad cristiana. Así San Pío X que trata de deslindar las ideas ambiguas y peligrosas en los intentos de presencia cristiana inspirados en criterios utópicos. Para el papa Sarto no hay que inventar o construir una nueva sociedad, sino reinstaurar e instaurar, sobre fundamentos naturales y divinos, aquella sociedad cristiana que históricamente existía, limitándose a reconstruir cuanto la Revolución había destruido: eso sí, readaptándolo al nuevo ambiente creado por la evolución material de la sociedad contemporánea. La proclamación de la realeza de Cristo por el Papa Pío XI en la encíclica “Quas primas” de 1925 implicaba el rechazo a la laicidad del Estado, entendida en sentido revolucionario, es decir, de indiferencia o de hostilidad respecto a la religión (no como entidad ideológica, sino como sistema integral de vida de los ciudadano), y evidenciaba el elemento teológico central -Cristo Rey en cuanto Creador y Redentor de todas las cosas- como punto de partida para la reconstrucción de la Cristiandad.

Tanto en España como en Italia, en algunos ambientes católicos se pensó cándidamente que en estos países tanto el fascismo como el franquismo podían ser instrumentos para la restauración de la Cristiandad, ya que habrían derrotado a los enemigos de la Iglesia; y que no teniendo una perspectiva ideológica propia, agotarían su función devolviendo estos países al catolicismo. En Italia  varios elementos indujeron al franciscano P. Gemelli a pensar en esos términos: la firma de los Pactos Lateranenses en 1929 en los que la Iglesia y el Estado llegan a una conciliación, la construcción de un orden social corporativo, el reconocimiento por parte del fascismo del papel histórico del catolicismo como elemento cualitativo y permanente de la identidad nacional y finalmente la participación en la Guerra Civil española, considerada como una defensa de la religión amenazada, contribuyeron definitivamente a esa convicción. Pero la alianza con el nazismo y la política racial, la guerra y la caída del fascismo esfumaron esa ilusión, provocando importantes repercusiones en el catolicismo italiano. Algo parecido sucedió en España con Alberto Martín Artajo, que durante la República fue estrecho colaborador de Ángel Herrera Oria, director del diario católico "El Debate", y miembro de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Al comenzar la guerra civil asesoró como jurista a la Junta Técnica y al ministerio de Trabajo, y participó en la elaboración del Fuero de los Españoles, siendo nombrado en 1940 presidente de Acción Católica. En todo momento recibió el apoyo y el asesoramiento del cardenal catalán don Enrique Pla y Deniel, arzobispo de Toledo y primado de España. Sus gestiones diplomáticas lograron la firma del Concordato con la Santa Sede en agosto de 1953.

Don Giuseppe Dossetti
Pero las circunstancias de la guerra mundial y la reconstrucción de los estados después de ésta, hicieron que Pío XII afrontara el problema de modo directo en un contexto institucional y cultural democrático.  Él interpretó los acontecimientos bélicos como efecto de errores remotos ligados a la apostasía, y como intento de destruir a la sociedad y alejalarla de la luz y la fuerza de Dios: intentos todos nacidos de una concepción naturalista y laicista, que degeneraron en nuevas formas de paganismo. Estas formas dejaban un vacío moral y espiritual en las personas y al mismo tiempo alteraban la función de los Estados que, negada la dependencia del derecho positivo y divino, tendían a constituirse en criterio último y definitivo del orden moral y jurídico. En el designio del papa Pío XII todas las realidades de la vida humana, de las más grandes a las más insignificantes, del Estado a la familia, de la cultura al deporte, y todos los ambientes profesionales, podían y debían ser reconducidos a una concepción cristiana.

De hecho el diseño de Pío XII presuponía que todos los componentes católicos de sociedades como la italiana se movieran homogéneamente en la dirección indicada. Pero ello no tiene lugar a causa de que sectores importantes del mundo católico no están dispuestos a ello. La clase dirigente de la Democracia Cristiana estaba compuesta mayoritariamente por antiguos seguidores del Partito Popolare Italiano de don Luigi Sturzo, culturalmente poco sensibles al tema de la Cristiandad, a los cuales se unen componentes guiados por Giuseppe Dossetti (1913-1996) resistente antifascista y más tarde sacerdote que abogaba por compactar al mundo católico desde postulados más espirituales y no tan políticos, y que había encontrado en el pensamiento del filósofo francés Jacques Maritain y en su proyecto de “Nueva Cristiandad” una referencia cultural alternativa respecto a la idea de cristiandad y al tipo de presencia y acción política proyectadas por el Papa. Las ideas de Maritain hacen brecha también en otros miembros de la Acción Católica Italiana y de la F.U.C.I (Federación de Universitarios Católicos Italianos).

Esos postulados, complejos y problemáticos en muchos puntos,  se convirtieron en troncales a la hora de delinear la acción política de los católicos en Italia. La conversión de Maritain al catolicismo también significa para él una convencida adhesión al tomismo y una inclinación a posiciones cercanas a la Acción Francesa, es decir al movimiento que en Francia organiza en plano político a la derecha tradicionalista y monárquica. Tanto el tomismo como la Acción Francesa representaban en un primer momento para Maritain los instrumentos idóneos para reordenar tanto el plano político como el intelectual devastados por los errores del pensamiento moderno, que aparecían a sus ojos como irreconciliables con el cristianismo y responsables de la disolución de la cristiandad medieval.

La condena de la Acción Francesa por parte de Pío XI en 1926, evidentemente por motivos diversos a los de la cuestión de la cristiandad, atesta un golpe mortal a los católicos franceses que en el contexto histórico de aquellos años 20 y 30 fueron aplastados entre el aumento de los movimientos pro- fascistas y la amenaza socialista-comunista. 

Todo ello lleva a Maritain a revisar su posición y a madurar su propuesta de Nueva Cristiandad que intenta sacar a los católicos del punto muerto en el que se encontraban, siguiendo un camino propio. Esta nueva orientación le lleva a reexaminar las perspectivas de la presencia católica en el sociedad revisando las categorías interpretativas del recorrido histórico y cultural que había conducido a aquellas condiciones.
La afirmación de la posibilidad de una cristiandad, aunque bajo el apelativo de “nueva”, comenzó a implicar una condición: apartar al catolicismo de la derecha política, evitando todo elemento que pudiese inducir a acercarse a ella. Para Maritain la referencia a la cristiandad medieval representaba la mayor equivocación: no porque el modelo fuese en sí mismo negativo, sino porque  era inviable e inexplotable, por estar atado a un ciclo histórico agotado.
La ciudad de Amiens (Picardía-Fr.) y el tímpano de su catedral tal como era en su origen
Lentamente su actitud polémica contra la modernidad se va diluyendo, especialmente en aspectos políticos y sociales: habla de ambivalencia de la historia, es decir, de elementos positivos y negativos presentes en todas las épocas. Paralelamente desarrolla una operación fundada en la recuperación de algunos aspectos considerados positivos de la modernidad. El principal es el humanismo, es decir, el punto central del pensamiento de la modernidad contrapuesto a una visión teológica medieval de la naturaleza humana, considerada demasiado pesimista por Maritain. Se trata de un humanismo equivocado, sostiene Maritain, porque es antropocéntrico y separado de la Encarnación, pero que él cree poder recuperar y transformar en un “humanismo integral”, o sea, abierto a los valores de la trascendencia cristiana. Si la cristiandad medieval había fundado su unidad en torno a Dios, la nueva cristiandad funda su unidad básica en el valor de la persona: por ese motivo se pasa de una cristiandad sacra a una cristiandad profana, la cual -según explica Maritain- se especifica como una obra práctica común que se realiza en espíritu de amistad fraterna entre los componentes de las varias familias espirituales presentes en la sociedad. En un principio mantiene algunas características que la estructuran en sentido católico, como por ejemplo una ciudad guiada por los llamados ciudadanos ejemplares: la mejor parte del laicado cristiano cultural y espiritualmente. Pronto esta imagen de nueva cristiandad, debido a su enfrentamiento al fascismo,  se desliza hacia un concepto de “ciudad secular” donde la única concepción política conciliable con el cristianismo es la democracia: afirmando que ésta, en su manifestación histórica, es un producto del fermento evangélico en las consciencias profanas. El hecho de que estas manifestaciones históricas se hayan visto acompañadas por concepciones erróneas resultaría del todo accidental y principalmente ligado a un pecado de omisión de los católicos respecto a la democracia. En este caso hubieran sido los que yerran los que han servido a la Verdad.

El problema de la democracia llevaba automáticamente al problema comunista: que el comunismo fuese una ideología ligada a una filosofía profundamente equivocada era indudable; pero la generosidad de los comunistas, su ideal de redención de los pobres, su lucha por la justicia social y su compromiso en la guerra contra el fascismo, les daba el derecho de participar en la construcción de la nueva sociedad de posguerra. Además Maritain defendía que el marxismo había cumplido una misión histórica: la de activar, aunque deformándola, la toma de conciencia de la dignidad humana. Para Maritain, tanto el socialismo como el comunismo son formas de humanismo (a diferencia de los fascismos), capaces por tanto de ser reintegradas en el cristianismo. El comunismo constituye para Maritain la última de las herejías cristianas, y por tanto sujeta a ser redimida porque conserva un cierto nexo con la verdad, sin tener en cuenta cuánto contribuye este nexo a corromper a la misma verdad.

Tanto en Italia como en España ese pensamiento se difunde acríticamente a partir de los años 60 entre los ambientes intelectuales católicos, acompañado de una fuerte crítica a una Iglesia culpable de ir demasiado del brazo del fascismo y del franquismo, con la responsabilidad político-cultural y social que de ello emana. Imprescindible  para España conocer el artículo de Feliciano Montero “Los intelectuales católicos, del colaboracionismo al antifranquismo (1951-1969)”  Esa autocrítica buscaba la democratización de los católicos y su aceptación plena de una sociedad democrática, alejándola de toda posición de atrincheramiento en posiciones defensivas.

Será el Concilio Vaticano II el que determinará el nacimiento de un nuevo periodo en relación al tema de la Cristiandad. Algunas corrientes interpretan los textos conciliares casi como una renuncia oficial a la construcción de una sociedad cristiana. El Concilio se desarrolla en medio de un contexto histórico de contrastes que van desde el creciente bienestar material, al miedo a la guerra atómica: determinando la división del mundo en dos bloques. En este contexto la caída de los valores religiosos se hace cada vez más evidente: en el bloque soviético la persecución religiosa era aún muy fuerte e impedía la evangelización; en los países occidentales a partir de los años 50 y 60 toma cuerpo el fenómeno de una secularización descristianizante expresada a partir del boom económico. Por ello la Iglesia debe dar respuesta no sólo a ese fenómeno sino también a cómo recuperar el catolicismo en aquella parte del mundo que antes le había sido fiel.

El papa Juan XXIII quería dar respuesta a todo ello a través del Concilio Vaticano II buscando la vía del diálogo, de la misericordia, de la exposición positiva de la doctrina de siempre en términos renovados y adecuados a las nuevas exigencias y formas de vida, de pensamiento y de lenguaje del hombre contemporáneo. El juicio de Juan XXIII sobre la modernidad tomaba en gran consideración los aspectos positivos de la sociedad moderna compensando los negativos; además pensaba  posible una “autorrefutación” de las doctrinas filosóficas y políticas a partir de su fracaso, manifestando la confianza en la Providencia que guiando la Historia sabría sacar bien del mal, transformando una situación negativa de la Iglesia en una positiva. Una visión optimista convencida de un nuevo paso adelante del reino de Cristo en el mundo, aunque reafirmando que los términos de la cuestión no habían cambiado: se trataba de elegir estar con Cristo y su Iglesia o contra. Muestra expresa de ello fue su encíclica “Pacem in terris” de 1963, donde afirmaba que las sociedades políticas tenían que ser conformes a las leyes naturales tal como Dios las había creado, y reafirmando la doctrina de Pío XII especialmente en su radiomensaje navideño de 1941, testimonio de como Juan XXII se situaba dentro de una concepción y de una perspectiva de societas christiana. 

Su sucesor, Pablo VI, confirma la misma orientación: el concilio busca en una perspectiva pastoral, el dialogo de la Iglesia con el mundo moderno, sin espíritu polémico; y capaz de expresarse con un lenguaje comprensible, advirtiendo que no se debía caer en falsos entusiasmos al respecto y en la tentación de desembarazarse de cuanto pertenecía a la tradición de la Iglesia. Cosa que tristemente se verificó en muchos, que  abandonaron la perspectiva de una Cristiandad. Los textos conciliares sin embargo no autorizan a abandonar la perspectiva de una cristiandad. Tanto el capítulo IV de la Lumen Gentium que habla sobre el papel de los laicos, como la Gaudium et Spes insisten en la fidelidad a la tradición. El mismísimo  decreto “Apostolicam Actuositatem” sobre el apostolado de los laicos, aún sin concretar si el concepto de cristiandad es el tradicional o el maritainiano de nueva cristiandad, no ponen en discusión el hecho de la perspectiva de la cristiandad como horizonte ideal de la acción temporal. 

La crisis posconciliar: la subordinación cultural de los católicos y el pontificado de Juan Pablo II 

Sin embargo en los años del posconcilio muchos intelectuales abandonan la perspectiva de una cristiandad, pretendiendo apoyarse justo en el Concilio, o aún peor en el “espíritu del Concilio”, hasta el punto de llegar a condenar abiertamente la hipótesis de una sociedad cristiana.

La afirmación conciliar de que la Iglesia está al servicio del hombre y que Cristo ha venido a salvar y no a condenar, a servir y no a ser servido, es interpretada en el sentido de un total compartir de todas las aspiraciones humanas, incluso aquellas más ambiguas. La posibilidad proyectada de renuncia a todos los privilegios temporales adquiridos por la Iglesia, se convierte temáticamente en renuncia y condena de todo intento de cristianizar las estructuras de la sociedad y el Estado. Afirmaciones tales como “somos testigos del nacimiento de un nuevo humanismo” de Gaudium et Spes son consideradas como el bautismo de las esperanzas utópicas social-comunistas. La afirmación del principio de la libertad religiosa se transforma en subjetivismo religioso y paralelamente al ecumenismo se convierte en ocasión de crítica del pasado de la Iglesia. Los temas de la paz y la justicia social se transforman en críticas al modelo socio-político occidental. La atención al marco mundial se convierte en tercermundismo. La no renovación de la condena al comunismo se transforma en autorización a colaborar, si no a convertirse en comunismo. La afirmación del carácter de historicidad de la Iglesia, y aún más, la posibilidad de encuentro del Evangelio con diversas culturas y no sentirse unido a ninguna civilización o cultura particular, parece convertirse en autorización para abandonar aquellas categorías tradicionales filosóficas, jurídicas y políticas heredadas del pensamiento clásico grecorromano con las que el cristianismo durante 2000 años había pensado y se había definido a sí mismo y a sus dogmas: cuestión que fue subrayada y contestada por Juan Pablo II en su encíclica Fides et ratio de 1998 sobre las relaciones entre fe y razón.

Nace pues la subordinación cultural de los católicos, significada por la pérdida de las categorías conceptuales católicas y el rechazo mismo de la existencia de un pensamiento católico, para posibilitar el encuentro con el pensamiento marxista y con las teologías protestantes; subordinación de la cual aún no hemos salido: es a eso a lo que llamamos “progresismo”.
Tehilard de Chardin (Izquierda) Arthur Th. Robinson (Centro) Dietrich Bonhoeffer (Derecha)
Nace la teología de la liberación que considera al marxismo instrumento de lucha política y de análisis histórico-sociológico. Se difunde el pensamiento del jesuita Teilhard de Chardin que, partiendo del evolucionismo biológico, postulaba un camino progresivo de la historia humana que conduciría hacia un mundo siempre más perfecto hasta la realización del Reino de Cristo en la tierra. Es así que aparecen en ámbito católico interpretaciones secularizantes nacidas en ámbito protestante, tales como la del teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) que interpretaba la secularización como una firma de “cristianismo inconsciente”, expresión de un mundo convertido en adulto el cual, gracias al acontecimiento liberador del cristianismo, podía vivir “como si Dios no existiese”. O la teología de la muerte de Dios del obispo anglicano Arthur Thomas Robinson (1919-1983), es decir de la muerte de aquel Dios que había sido construido por la teología tradicional, moralmente intolerable para el hombre moderno; llamada por tanto a ser sustituida por una imagen de Dios adecuada al clima ateo y secularista del tiempo. O el modelo de ciudad secular propuesto por el teólogo baptista Harvey Gallagher Cox para el que la función de las Iglesias y de los cristianos se reducía al mero ámbito social.

Los años posconciliares precipitan a la Iglesia hacia una crisis sin precedentes en su historia bimilenaria. Paralelamente la sociedad europea y por extensión occidental se seculariza, cosa a la que contribuyen grupos y personalidades relevantes del mundo católico. De esta fase histórica, el mundo católico sale profundamente transformado en crisis de identidad, numéricamente diezmado, privado de categorías culturales que hagan deseable o al menos concebible la reconstrucción de una sociedad cristiana. Lo máximo a lo que se aspira es a una opción religiosa -el comunitarismo parroquial y asociativo- o una “opción social”, el voluntariado encuadrado en la solidaridad. Tras la lucha contra el concepto de cristiandad, se ha llegado al olvido mismo del deseo de cristiandad.

Sin embargo el pontificado de Juan Pablo II inesperadamente hace resurgir de nuevo este tema. El santo papa polaco desde el primer momento de su elección en 1978, denuncia la crisis de la Iglesia y las causas de esta crisis, reafirmando la necesidad de leer el Concilio Vaticano II desde la luz de la Tradición, es decir, en continuidad y no en oposición dialéctica con la precedente historia de la Iglesia. No duda en definir a la sociedad moderna como secularizada e inmersa en un relativismo ético anticristiano, ante el cual invita a los católicos a construir la identidad cristiana de Europa, ofreciéndoles la doctrina social de la Iglesia como criterio de juicio y acción social. Esta condena de la sociedad laica y secularizada y la propuesta de una sociedad a medida del hombre y según el plan de Dios, a través la doctrina social, es denunciada por los intelectuales católicos progresistas como persistencia en el catolicismo de la ideología de cristiandad, que hay que abatir a toda costa.

Esta es la perspectiva progresista a la que Gérminans se opone: la que defiende que la única forma de presencia católica viable sea la silenciosa, donde se presentan como únicas actitudes cristianas maduras elementos como el comportamiento correcto, el cumplir con el propio deber, el respeto por los demás, el espíritu cívico, y demás valores que forman parte de la riqueza de cada persona decente; una especie de presencia, ésta aquí descrita, que desarrollaría el crecimiento de las raíces espirituales del cristianismo y que sin embargo no entendemos de qué manera podría llevarse a cabo si muchos de los que te rodean no lo secundan.

El problema de la cristiandad ciertamente tiene raíces profundas: su realización es ciertamente difícil, pero no justifica la renuncia a ella optando por un proceso de  laicización y secularización de la sociedad europea, para sumergirse en una cultura relativista y moralmente nihilista.

Gérminans cree que esta postura debe ser claramente identificada y denunciada como tal, poniendo al alcance de quien desee ser verdaderamente católico, las herramientas conceptuales para una rectificación del estado en el que hemos caído. Y eso porque este proceso aleja a los hombres de la Verdad y por lo tanto de la salvación. ¿Cómo es posible que algunos cristianos consideren este proceso como un fenómeno natural, vinculado a los problemas de una sociedad moderna y compleja? ¿Acaso no se puede querer revertir esta trayectoria?

Si Juan Pablo II y Benedicto XVI  han hecho un llamamiento para la "nueva evangelización", significa que de alguna manera hay que empezar de nuevo: hay muchas personas que necesitan ser evangelizadas. Si con otro estilo y formas, el papa Francisco habla de la auto-evangelización de la comunidad eclesial como premisa para la "nueva evangelización", es porque invita a rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Pero la condición es rehacer el entramado cristiano de la comunidad eclesial.

Este proyecto no es de alcance inmediato ni implica una reconstrucción de la cristiandad que pase a través de un proyecto concreto de cristiandad. Este proyecto postula un proceso de regeneración interna, como sucedió con la cristiandad medieval, que no se realizó a través de ninguna estrategia preconcebida por nadie, sino que surgió espontáneamente como consecuencia de una fe que arraigó tan profundamente, que germinó en cultura. Y que como cultura auténtica supo engendrar una civilización cuyos vestigios han llegado hasta nosotros. Algo parecido podría acontecer en este tercer milenio. La fidelidad a Cristo, la toma de conciencia de su realeza también social, la fidelidad a la Iglesia y a su Magisterio, la capacidad de reordenar las realidades naturales, constituyen las premisas irrenunciables para la realización de una nueva sociedad cristiana.

He ahí, pues, el campo en que nos ha tocado librar el combate en defensa de la cristiandad tal como la entienden muchísimos cristianos a los que no se les da voz: no por no ser fieles  a la Iglesia, sino por estar en minoría. Pero si en cuestiones políticas el número da y quita razones, en el ámbito doctrinal la razón no tiene la menor vinculación con el número. La fuerza de Gérminans no radica pues en ni en la multitud ni en el aplauso, sino en la fidelidad al depósitum fídei. Nuestro empeño está en resistirnos a los cambios con que diversos movimientos dentro de la Iglesia intentan violentar este depósito de fe que hemos recibido de 2.000 años de cristiandad. 

Prudentius de Bárcino 

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32 comentarios

  1. Qué analfabeto me siento: no he entendido nada.

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    1. Sr. Anónimo de las 17,16.

      No es que usted sea analfabeto, ni mucho menos. Lo que ocurre es que el artículo de D. Prudentius es denso, porque es la historia resumida de como se ha llegado a este momento en que la Sociedad occidental, especialmente y la Iglesia Católica que vive en ella, que aunque DIVINA, porque la fundó Jesucristo, está formada por hombres pecadores, no por ángeles; ha llegado a un momento de desacralización demasiado graves.

      Cuando la misión de la Iglesia es aun, pero tendría ser mucho más potente, un faro de luz, que iluminara las conciencias tibias o enfermas.

      No se si le gusta la poesía, pero Santa Teresa de Jesús, tiene una que te hace encontrar con Dios y dar la PAZ que solo ÉL puede dar.

      NADA TE TURBE

      Nada te turbe,
      nada te espante,
      todo se pasa,
      Dios no se muda;
      la paciencia
      todo lo alcanza;
      quien a Dios tiene
      nada le falta:
      Sólo Dios basta.

      Eleva tu pensamiento,
      al cielo sube,
      por nada te acongojes,
      nada te turbe.

      A Jesucristo sigue
      con pecho grande,
      y, venga lo que venga,
      nada te espante.

      ¿Ves la gloria del mundo?
      Es gloria vana;
      nada tiene de estable,
      todo se pasa.

      Aspira a lo celeste,
      que siempre dura;
      fiel y rico en promesas,
      Dios no se muda.

      Ámala cual merece
      bondad inmensa;
      pero no hay amor fino
      sin la paciencia.

      Confianza y fe viva
      mantenga el alma,
      que quien cree y espera
      todo lo alcanza.

      Del infierno acosado
      aunque se viere,
      burlará sus furores
      quien a Dios tiene.

      Vénganle desamparos,
      cruces, desgracias;
      siendo Dios tu tesoro
      nada te falta.

      Id, pues, bienes del mundo;
      id dichas vanas;
      aunque todo lo pierda,
      sólo Dios basta.

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    2. Gracias Sr. Josep por su comentario de aliento y la bella poesía de Sta. Teresa que ya conocía.

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  2. Estamos ante el texto más importante publicado en la historia de GG. Dará mucho que hablar.

    Sería muy útil que GG numerase los párrafos del documento, para facilitar su referencia y comentario.

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    1. Més que un article això és un perfecte "collage"

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    2. Le monde c'est un plus grand collage

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  3. ¡¡¡ BRAVO POR GERMINANS-GERMINABIT" !!!
    (he leído también los 3 links)... Creo que ha sido el mejor artículo de la historia de este blog. Enhorabuena por la claridad de ideas... ¡No os vendáis ahora a M. Omella, y seguid igual que con M. Sistach, por favor!

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  4. ¡Bravo, excelente! Por eso me enganché a Germinans Germinabit. Unidos en esta guerra del Espíritu. Gracias

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  5. Prudentius, magnífica exposición del sentido genuino, histórico y actual, de Cristiandad. La lectura de Les grandes amitiés, de Raissa Maritain, la mujer del filósofo, contextualiza la conversión y evolución de Jacques, junto con otros católicos franceses en torno a la figura egregia del dominico Sertillanges. Grupo obligado para entender por qué influyó tanto ese movimiento católico francés en el alumbramiento del progresismo español, catalán en particular. La distinta perspectiva sobre la guerra civil de los católicos franceses frente a los teólogos de Salamanca refleja el auténtico sentido del lugar del católico en la ciudad secular. Por católicos franceses hay que entender el círculo de pensadores contrarios en muchas cosas a la verdad histórica; pienso en Maritain, Bernanos o Mauriac. No en Claudel, ni mucho menos en Garrigou-Lagrange; éste y otros francés se adhirieron a las razones expuestas por Menéndez Reigada y otros teólogos salmantinos.
    La figura de Teilhard es muy controvertida. No se ha dilucidado todavía su participación en una célebre impostura científica sobre cierto cráneo con el que se pretendía escribir la historia de la evolución humana. Hábilmente presentado por sus compañeros jesuitas se nos ofrece hoy como exponente de un evolucionismo científico-teológico carente de base. Aunque, en justicia, no podemos olvidar la influencia que ejerció en algún paleontólogo católico español, como Crusanfont Peiró.
    Martín Artajo que aparece con Castiella en la foto contaba con una pléyade de colaboradores iusnaturalistas, en su mayoría de Propagandistas, que soñaban con una Cristiandad moderna, actualizada, social y abierta. Pero firme con los principios del derecho de gentes. Pienso por ejemplo en José Corts Grau. También perteneció a ese grupo inicial Joaquín Ruiz Gimenez.
    Con los años la descerebración del episcopado español, con figuras secundarias aupadas al poder intraeclesial, el abandono de las posiciones iusnaturalistas aunque se confesaran tomistas (López Aranguren), la atracción de unas posturas progresistas (Conversaciones de Gredos), la confusión doctrinal so capa de apertura (Cuadernos para el Diálogo) fueron calando en un clero joven, que, arrastrado por la descristianización de la universidad, vio en una errónea interpretación de los textos conciliares coetáneos una nueva relación con el mundo. El cristiano debía integrarse en el mundo, mimetizarse con el paisaje y el paisanaje. La guinda la pusieron Tarancón-Patino con los jesuitas aliados (Centro Fe y Secularidad): fuera partidos democristianos. La excusa era gloriosa: ningún partido podía erigirse en portavoz de la doctrina social de la Iglesia. Argumento basto, pero que ha prendido hasta nuestros días. Por botón de muestra, la infame declaración de los obispos de la Provincia Eclesiástica Tarraconense sobre las elecciones del septiembre pasado.
    Prudentius, si la Cristiandad genuina estaba lejos hace unos años, con un Juan Pablo II empeñado en la conversión, en crear cristianos primero, con los nuevos aires parece tarea perdida. Da lo mismo ocho que ochenta, la voz del Pontífice que la mano del rabino que le pasa el brazo por el hombre al mejor estilo copain.
    Gracias, Prudentius, por mostrar al menos cristalina la doctrina.

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  6. Sens dubte aquesta pàgina Web augmenta el nivell quan s'oblida de criticar obsessivament a l'arquebisbe de Barcelona (o algú sospitós de ser afí a la seva corda), i s'endinsa en qüestions que requereixen d'una mica més de subtilitat i d'una mica menys de visceralitat de la que habitualment per aquí es troba.

    No tinc temps per entrar ara a fons en el que avui s'exposa, però d'entrada ja puc afirmar que sota el meu punt de vista el problema de fons no és tan simple com intentar dibuixar dos bàndols.

    En un s'hi posaria els quinze segles de cristiandat (de fet culturalment en aquest bàndol fins fa molt poc hi érem tots: catòlics, indiferents, ateus i agnòstics inclosos), i de l'altra banda una cosa que s'hauria de delimitar molt millor i que aquí s'anomena com a "progressisme catòlic", i encara molt menys si com es fa a l'inici es recorre a l'expressió tan difusa com és la de "progressisme".

    Per tant com que ja no estic d'acord amb la major per avui no m'estenc més.

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    1. Da la impresión que el larguísimo escrito de hoy es el canto del cisne del autor.

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    2. El nacional-progresismo eclesial y político catalán merece un estudio, o diversos, del mundo universitario, el único que tiene recursos para hacerlo.

      Pero no lo hará hasta que el concepto de nacional-progresismo prospere, y eso requiere quizás unos diez años, como mínimo, por poner una cifra.

      La universidad catalana deberá de liberarse (miedo, dinero, prestigio...), precisamente, del mismo concepto de progresismo (socialismo, comunismo, anarquismo, anticapitalismo, antisistema...), como de la única, sagrada y universal ideología suprema del bien común.

      Hasta entonces, bienvenidos al año 2025... o 2035.

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  7. Enhorabuena. Una pagina para llevar a la oración. Gracias.

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  8. Progresismo viene de “progreso”. Y a estas palabras va unida la de “progresista”, que fue inventada por un político español para fines propagandistas como sustituta de “exaltados”, Salustiano Olozaga en el primer tercio del XIX. El progresismo y los progresistas toman en buena medida su fuerza de la idea de progreso. Esta es una palabra tan vacía como poderosa. En realidad es sólo un mito. Nace casualmente por un autor francés a principios del XVIII que se pregunta si los dramaturgos franceses –Moliere, Racine, etc- son superiores a los clásicos griegos. Concluyendo que sí y que con el tiempo y la experiencia se mejora. El revolucionario Condorcet es el que fija el mito del progreso, como un avance imparable de la humanidad hacía un mundo feliz a través del conocimiento, teniendo caracteres de divinidad. A lomos del evidente desarrollo económico, científico y técnico de las dos últimas centurias la idea y mito del progreso se hace dominante. Sobre ella montan el marxismo y el nazismo, entre otros ismos. La idea del progreso viene a sustituir a la idea de lo bueno. Lo bueno es el progreso, el progresismo es bueno. Y, como es inevitablemente lógico, los progresistas son los buenos. El contenido es lo de menos. El asunto es quien se hace con la propiedad de las palabras mágicas “progreso”, “progresismo”, “progresista”. Al final es un mito del lenguaje. Pero de enorme fuerza, pues sustituye a lo “bueno”, concepto natural e indeterminado, al que el progresismo suplanta y dota de un único contenido, que es la apropiación de él por los progresistas. Casi todos los cambios sociales e ideológicos que se han producido en los últimos siglos han sido introducidos e impuestos por la única razón de que son “progresistas”, lo bueno. Detrás de esta completa vacuidad intelectual operan los poderes concretos que dominan el mundo y que actúan en todos los ámbitos con plena intención, que es descristianizadora y acumuladora de poder, para hacer evolucionar al hombre hacía el comportamiento de los simios. Sociedad en la que, por supuesto, hay machos alfa. El progresismo eclesial es una modalidad de lo expuesto, con la clara finalidad de diluir el Cristianismo en aquello que se presenta como de progreso. Creo que mientras no se desmonte eficazmente este mito del lenguaje, que es un arma decisiva, hay poco que hacer contra los que lo administran. Es una infección que penetra por doquier y todo lo corrompe.

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  9. La progresía catalana va encaminada, con carretas de millones a modo de vehículos escoba de aprovisionamiento, más e 150 millones de las antiguas pesetas en 2015, a fomentar una iglesia nacional catalana, ecléctica más que ecuménica que suena a demasiado religioso, no romana, arma de los poderes seculares como opio del pueblo. Tal como suena. No puede ser peor, Tintes marxistas, no propiamente laicista, pero como Franco, controlada esa iglsia nacional por la jerarquía excluyente civil. Personas que al grito de "libertad, libertad", al llegar al poder han dado a entende que "libertad" solamente la suya, como era de esperar, sabido y cantado en gregoriano, pues son de lo más clerical y casposo que te tiras a la cara.

    Eso no es diversidad, eso es pensamiento único, vestido de pluralista, tan pluraista que mata la fauna biológica de los intestinos sociales para dejar solamente sus microbios facgocitadores y virales. Y muchos de sus agentes viven en Mataró. Allá por donde pasan dejan su sello de esterlidad, hasta ael punto que los fieles católicos tienen que ir a buscar la misricordia que predican estos descreidos a los confesionarios de la catedral de Barcelona, marcándose 75 kms antes que intentar frecuentar los sacramentos en una tierra yerma como las parroquias del centro de Mataró. Buena semana amigos.

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  10. D. Prudentius de Bárcino ,1/2

    Le felicito primero por haber fundado Germinans germinabit para la defensa de un autentica cristiandad y en segundo lugar por el extraordinario artículo, creo que debe histórico en los anales de los años que a pesar de ir contracorriente y ser muchas veces, políticamente incorrectos, han seguido en la brecha trabajando por el Reino de Dios.

    Desde mi punto de vista no deja de ser una constante lucha entre el bien y el mal, entre la Gracia de Dios y el pecado de los hombres. Esto sin duda no es ninguna novedad, pero ha dejado al descubierto que clase de catolicismo vivíamos: ¿un catolicismo de tradición o un catolicismo vivencial por convicción?
    El Cardenal Cañizares dio una conferencia llamada CRISTIANISMO Y SECULARIZACIÓN, elaborado adjunto porque puede ser una visión distinta o complementaria según se mire, de este relato histórico muy bien elaborado por Don Prudentius.
    “Cristianismo y secularización”. Es, sin duda, una de las cuestiones mas claves para el presente y futuro de la sociedad de hoy. Todos respiramos en una sociedad envuelta por la secularización. El proceso secularizante constituye el latido del corazón de la modernidad. El fenómeno de la secularización, al menos en algunos países, asume cada día con más fuerza la forma de un laicismo, más o menos oficial, radical e ideológico, en que Dios no cuenta, se actúa “como si Dios no existiera”, y a la fe se le reduce o recluye a la esfera de lo privado. En algunas partes, este laicismo se está convirtiendo en el dogma público básico, al tiempo que la fe es sólo tolerada como opinión y opción privada, y así, a decir verdad, no es tolerada en su propia esencia. Este tipo de tolerancia privada ya se le concedió a la fe en la misma Roma del Imperio: el sacrificio al emperador, en último término, sólo perseguía el reconocimiento de que la fe no representaba ninguna pretensión de carácter público, al menos de manera significativa. El desarrollo de este laicismo es alarmante en algunos lugares. Toca al núcleo y fundamento de nuestra sociedad; afecta al hombre en su realidad más viva y a su propio futuro.

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  11. 2/2

    El fenómeno de la secularización, en su forma de laicismo esencial o ideológico, de hondas raíces, en efecto, está afectando a todo: ha afectado no sólo a la sociedad en general, sino que hasta ha podido invadir también la fibra religiosa.

    No se trata ya, como en otros momentos, del reconocimiento de la justa autonomía del orden temporal, en sus instituciones y procesos, algo que es compatible enteramente con la fe cristiana y hasta directamente favorecido y exigido por ella.

    Se trata aquí de algo muy hondo que afecta al modo de ser, de pensar y de actuar, puesto que conlleva la voluntad de prescindir de Dios en la visión y la valoración del mundo, en la imagen que el hombre tiene de sí mismo, del origen y término de su existencia, de las normas y los objetivos o fines de sus actividades personales y sociales.

    El laicismo ideológico comporta un modo de pensar y vivir en el que la referencia a Dios es considerada como una deficiencia en la madurez intelectual y en el pleno ejercicio de la libertad.

    Así se va implantando la comprensión atea de la propia existencia. Aunque no siempre se perciba con tal explicitud intelectual, el problema más radical de nuestra sociedad y de nuestra cultura, y el de más vastas consecuencias para el hombre y su futuro es el de la negación de Dios y el de vivir “como si Dios no existiera”.

    Este laicismo arrastra a muchos a la ruptura de la armonía entre fe y razón que tanto alcance tiene, y a pensar que sólo es racionalmente válido lo experimentable y mensurable, o lo susceptible de ser construido por el ser humano.

    Es por ello que el “mal” radical del momento consiste en el deseo de ser dueños absolutos de todo, de dirigir nuestra vida y la vida de la sociedad a nuestro gusto, sin contar con Dios, como si fuéramos verdaderos creadores del mundo y de nosotros mismos: todo parece que sea obra humana y que no pueda ser nada más que obra humana.

    De ahí esa nueva antropología, que se ha difundido por doquier, que concibe al hombre, no como ser, como alguien, por si mismo pensado, creado y querido por Dios, o como naturaleza y verdad que nos precede y es indisponible, sino como libertad omnímoda o como decisión: la libertad individual viene a ser como un valor absoluto al que todos los demás tendrían que someterse, y el bien y el mal habría de ser decidido por uno mismo, o por consenso, o por el poder, o por las mayorías.

    Esto, a mi entender, constituye el gran drama de nuestro tiempo. Porque en tal secularización y laicismo, manifestación extrema por lo demás de la mentalidad ilustrada, que separa fe y razón, el hombre, se diga lo que se diga, se queda solo, en su soledad más extrema, sin una palabra que le cuestione, sin una presencia amiga que le acompañe siempre, sumido con frecuencia en la soledad del vacío y de la nada; “5010 como creador de su propia historia y de su propia civilización, solo como quien decide por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, como quien habría de existir y continuar actuando etsi Deus non daretur, aunque Dios no existiera. Pero si el hombre por sí solo, sin Dios, puede decidir lo que es bueno y lo que es malo, también puede disponer que un determinado grupo de seres humanos sea aniquilado” (San Juan Pablo II). .

    Como diría el entonces Cardenal J. Ratzinger: “No lo es en ningún caso en cuanto Estado de derecho duradero. Esto implica que Dios no puede quedar relegado incondicionalmente a la esfera de lo privado”. No parece posible un Estado, “confesionalmente” laicista, de jure o de facto, que excluya a Dios de la esfera pública. No podría sobrevivir a largo plazo un Estado de derecho bajo un dogma ateo en vías de radicalización. . “La negación de Dios priva de su fundamento a la persona y, consiguientemente, la induce a organizar el orden social prescindiendo de la dignidad y responsabilidad de la persona” (San Juan Pablo II).

    Leer más: Cristianismo y secularización http://www.larazon.es/historico480-cristianismo-y-secularizacion-PLLA_RAZON_387966#Ttt1QjNBhvJKPNx2.

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  12. Solsticio de Invierno y Navidad30 de noviembre de 2015, 1:09

    Hay dos puntos que quería comentar del artículo de ayer "El combate de Germinans es por la Cristiandad":

    "... no podemos sino quedarnos asombrados del hecho de que, en un arco de tiempo más bien breve, la cuestión de la Cristiandad, es decir, de una sociedad que busque encarnar el espíritu del Evangelio... acabe por ser arrinconada y eliminada del horizonte mental de los católicos."

    "... errores filosóficos y políticos que han determinado el nacimiento de la sociedad moderna: con sus aspectos secularizantes, laicistas, ateos, agnósticos y relativistas, todos ellos ensalzados como una categoría ideal contrapuesta a la de Cristiandad."

    Aunque el Corcó Digital lo comenta en su artículo "Bon Nadal sra. Colau", faltaba el enlace que demostraba el cambio de Navidad por Solsticio de invierno:

    culturapopular.bcn.cat/ca/detall/arriba-la-gran-festa-del-solstici-drsquohivern_99400406242.html

    Como dijo San Pablo en Romanos 1 (y Sabiduría de Salomón, capítulos 13 a 19), los sabios son necios cuando ven la Creación y no ven a su Creador. Pablo y Salomón dirían que nuestro Ayuntamiento de Barcelona está gobernado por verdaderos necios de naturaleza, equivocados en el conocimiento de Dios, de corazón insensato y entenebrecido.

    Han sustituido el dulce rostro y ojos de un padre, una madre, dos esposos y un hijo por un astro sin ojos, sin corazón, sin alma, el Sol. Y el mismo Sol se horroriza cuando es tomado por un dios que sustituye a su verdadero Dios. Hasta el Sol es más sabio que los necios de la Casa Gran. No se hizo ni durante la Guerra Civil bajo anarquistas y estalinistas.

    Es tal la necedad que el solsticio de invierno se da el 22 de diciembre, no el 25. Y es extraño que, en su total necedad, no hayan sustituido la fiesta de los Reyes Magos por la fiesta del Perihelio (4 de enero). Nos van a llenar el calendario de fiestas paganas de todo tipo: fiestas del perihermion (Mercurio), el pericrono (Saturno) o del periposeidon (Neptuno).

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  13. Solsticio de Invierno y necedad30 de noviembre de 2015, 1:13

    Valtorta dejó una interesante supuesta revelación privada, los supuestos comentarios de Jesús "Lecciones sobre la Epístola de San Pablo a los Romanos".

    Resalto un argumento.

    Así como Dios decía "Israel, a tus tiendas" para agruparlo en la defensa de la religión y las leyes de la patria, hoy Jesús grita "Pueblo cristiano, a tus tabernáculos", al sagrario de Jesús-Eucaristía, a la fe apostólica, la caridad y la justicia.

    Cuando un pueblo cae en la impiedad y la injusticia, es decir, ofender y ridiculizar la Revelación, es cuando actúa la Ira de Dios.

    Los llamados castigos [paternales] de Dios -guerras, hambres, epidemias, catástrofes- sólo son llamadas de Dios que quiere salvar, ayudar y perdonar a sus hijos enfermos y culpables.

    Pero llegará el día en que el 99% de la población sea impía e injusta, y el la Iglesia anide la abominación de la desolación, entonces Dios abandonará al hombre a sus deseos.

    El abandono de Dios es el peor castigo, no los castigos proactivos de Dios.

    Cuando Dios abandona al hombre a sí mismo, entonces éste actúa según su propia fuerza, sin Dios, contra Dios, y por ello se divide y combate a sí mismo como en Babel.

    Los destructores de la verdad de Dios se dividen en dos:

    - los negadores del "no creo en Dios porque no lo veo"

    - los demoledores de Dios, cuyo inútil trabajo sólo consiguen la reacción de los hombres santos.

    Dios hace visible su existencia, su poder y sus perfecciones a través de la creación del mundo: charcos, océanos, gusanos, volcanes mohos, secuoyas, el hombre.

    Los que niegan a Dios visible en todas las cosas:

    - o son mentirosos

    - o son esclavos de la Mentira, de la Soberbia y del Odio, pues estos, viendo a Dios a través del mundo creado, lo niegan, repudian, escarnecen y lo odian.

    Dios es paciente con estos odiadores. La venganza de Dios es que los perdona 70 veces 7 y 700 veces 7.

    Es ésta su venganza: porque mientras vivían tuvieron la longanimidad de Dios (fueron perdonados miles de veces), pero con la muerte hay juicio y éste es inapelable, la condenación eterna, porque fueron pertinaces hasta el final.


    Nuestro Ayuntamiento de Barcelona nos da unos signos de los últimos tiempos, de la gran apostasía:

    - la necedad y maldad de los gobernantes sin Dios

    - el silencio de la Iglesia

    - el 50% del pueblo ya no se identifica con la Iglesia

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  14. Muy buen artículo.
    Claro, y consecuente.
    Gracias.

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  15. Ningún periodista se entretendrá en reflexionar sobre los argumentos del artículo de hoy, y creo que ningún progre eclesial tampoco. Hoy en día prima el slogan y adjetivo fácil: ultra, reaccionario, y otras lindezas. Lo de menos es la verdad, ni su búsqueda, lo importante, es que los "progres" ya se han bendecido a ellos mismos, como progresistas, y calificado a los demás. ¿hay algo más pobre, intelectualmente hablando, que autocalificarse de moderno, y antiguo a los demás, para intentar cerrar un debate?

    La mayoría de la población funciona con etiquetas, y a pesar de que teóricamente cada día el nivel educativo es más alto, curiosamente es compatible con una ignorancia extendida, ya que la gente no tiene ni tiempo ni ganas de profundizar en nada, y la mayoría son consumidores de noticias pre-fabricadas, por los medios de comunicación.

    ¿Por qué la mayoría de medios de comunicación solo dan voz a los "cristianos" críticos con las enseñanzas de la Iglesia? ¿No presumen de plurales?

    Pienso que las ideologías se van difuminando, y lo único que prevalece es o a favor o en contra Cristo, y para ir contra Cristo, la confusión doctrinal es un gran aliado, y no digamos los caballos de Troya, que pretenden destruir la Iglesia desde dentro, con la excusa de modernizarla, porque lo único que hacen es mundanizarla.

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    1. Pero ¿existe el mundo intelectual catalán?30 de noviembre de 2015, 14:59

      "Ningún periodista se entretendrá en reflexionar..."

      ... y sospecho que el 99,90% de la ciudadanía y el 99% de la intelectualidad nada sabe de Telar de Chardon (Castellani dixit), Giuseppe Dossetti, el “humanismo integral” de Jacques Maritain, Feliciano Montero, Arthur Th. Robinson, Dietrich Bonhoeffer y Harvey Gallagher Cox.

      Dudo que algunos consagrados conozcan incluso algo de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

      Por lo que dicen, Francisco es el auténtico espíritu del Concilio que ha tirado a la papelera todo el magisterio de san Juan Pablo II y Benedicto XVI (cosa que algunas actuaciones de Francisco parecen confirmarlo).

      Aunque tampoco parece que sean todos ellos intelectuales que hayan movido a mejor moralmente hablando a sus seguidores.

      Pujol mismo se confesaba seguidor de Maritain, Mounier, Bergson, Blondel, Bégin y Péguy, o de los teólogos Montini (Pablo VI), Bloy, De Lubac, Congar.... Otros eran de la generación de Malraux, Sartre y de Camus.

      Personalmente, el mundo intelectual, periodístico y político catalán carece de cualquier base de pensamiento de ningún tipo, le falta completamente cualquier carisma (no se compromete íntimamente con nada), y sobretodo, es verdaderamente adoradora y arrolladoramente amante de "a la pela" (la cátedra, el despacho y sus relaciones con el poder para enriquecerse).

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    2. Sr. anónimo 14:59,

      Parece que es usted un digno hijo de Hitler. De un plumazo sentencia que todos los intelectuales catalanes son retrasados, por el mero hecho de ser catalanes... "el mundo intelectual, periodístico y político catalán carece de cualquier base de pensamiento de ningún tipo..."

      Lo siguiente será decir que el arte catalán es "arte degenerado", supongo.

      Deyecciones mentales como la suya no son dignas de aparecer en Germinans.

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    3. "... De un plumazo sentencia que todos los intelectuales catalanes son retrasados, por el mero hecho de ser catalanes..."

      En mi parecer, los intelectuales, periodistas, universitarios y Maître à penser catalanes sí son real y auténticamente retrasados, pero no por naturaleza, sino por participación.

      Por participación del gran monotema del soberanismo, que les ha absorbido casi todas las horas de estudio.

      Si no fuera por ello, serían los más avanzados de España y Europa.

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  16. Las dos correas de transmisión de la fe cristiana son la familia (matrimonio) y el sacerdocio.
    Si hijos no habría Iglesia ni sacerdocio.

    En la secularización de la Iglesia hay que hacer notar la secularización del matrimonio. Han intervenido fundamentalmente:
    Descartes:
    Señala que el hombre a la hora de conocer la realidad, interviene la subjetividad. Niega el realismo de una objetividad. La verdad se transforma en opinión.
    Lutero:
    Provoca una crisis de la Sacramentalidad. El matrimonio deja de ser sacramento y no pertenece al ámbito de la salvación, no es realidad mistérica o sacramental. Es realidad del mundo.
    Marx:
    Lo hace desde la sociología y aboca la primera revolución sexual del s XX (1914). Cree que el sistema puritano ha engendrado grandes injusticias, ha reprimido socialmente (también sexualmente).
    Freud:
    Desde la psicología. Descubre el subconsciente (psicoanálisis) y cree que está dominado por la libido. Es fruto de una educación moral que se fundamenta en una visión de Dios que es fuente de represión sexual. Dios Padre es un opresor, represor. Ya Rousseau había dicho que el Padre era un inútil para educar, Freud declara la guerra al Padre.
    Nietzsche:
    Desde todo el sistema filosófico, remata la muerte del Padre. Dice que la moral cristiana es de esclavos. Exalta el placer, la liberación sexual y en todos los órdenes, como sistema filosófico.

    Todo ello desemboca en la ideología de género, mayo del 68, Praga del 68. Es la segunda revolución sexual.
    La sexualidad es únicamente genitalidad y su dinámica la de tensión-distensión. El ideal fue: “prohibido prohibir”.
    Simone de Beauvoir:
    En 1949 “el segundo sexo” marca el 2ª feminismo de la igualdad. Se añade la píldora y los preservativos. Ser mujer no tiene que ver con ser madre. “Ni madre, ni esposa, ni virgen”.

    El resultado final es RECHAZO DE LA FIGURA DEL PADRE, se saca a la luz pública la intimidad de las personas, se provoca un abandono educativo que infantiliza a la sociedad generando una mentalidad adolescente, y se fomenta una sexualidad fragmentada.

    Estas revoluciones sexuales afectarán al matrimonio y la familia rotundamente.

    ·Campo jurídico: “libertad sexual” sin límites. Resulta en aborto, enfermedades transmisión sexual, adicción a la pornografía (internet) etc.
    ·Ideología de género (en oposición al sexo), como un producto cultural, con la oculta pretensión de introducir la homosexualidad como fenómeno normal.

    En 1968, Pablo VI (coincidiendo con la 2 Revolución Sexual) publica Humanae Vitae, que todavía no se ha asumido. La Iglesia (en general) se sigue inhibiendo en el tema de la sexualidad.

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    1. Estamos en una CULTURA PANSEXUAL.

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    2. Bienvenidos a la postmodernidad30 de noviembre de 2015, 14:33

      También estamos en la postmodernidad, fundamentada en la sensación, la emoción y el sentimiento, el corazón, la pasión.

      Vemos el fin de la modernidad, nacida de la Ilustración, que se fundamentaba en la sola ratio.

      Así se puede ver en el editorial de la Vanguardia de hoy, firmado por la directora adjunta María Dolores García, titulado "Emociones fuertes", en la que se dice que la democracia española y catalana derivan hacia la "sensocracia", es decir, en la que sólo priman las emociones y no las razones, instaurando la democracia de las emociones y las sensaciones.

      Así, cada candidato se identifica con un arquetipo psicológico: Rajoy seguridad, Rivera justiciero, Iglesias vengador, Mas coherente.

      La modernidad ha muerto, hoy está la postmodernidad, el imperio de la intuición, lo casual, lo emotivo. Un vuelco de la fría y robotizada Ilustración y su hija, la modernidad, basada en el cálculo, el razonamiento, la argumentación lógica.

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    3. Buena argumentación.
      Solo dos comentarios:
      -Creo que en 1968 en Praga no ocurrió nada que tuviese que ver con "liberaciones sexuales".
      -Lo que dice respecto a Descartes... ¿Está segura que es así? (quizá ando yo equivocado, pero no acabo de ver su lectura)

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    4. Doña Laura, está usted muy "sexual" hoy.

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    5. ¿Mejor estar de perfil?

      Nupcialidad y ruptura en España en 2015.pdf

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  17. Felicito sinceramente a Prudentius. Es de justicia reconocer que este artículo de hoy es estupendo. Creo que es el mejor resumen que he leído en relación al "progresismo" católico. Todo perfectamente argumentado y documentado.

    No puedo evitar compararlo con un vídeo que vi hace unos días:

    https://www.youtube.com/watch?v=uH3syjSeWPw

    En él, el autor (Barraycoa) trata de explicar que el llamado "liberalismo" es malo. Como se ve, es un tema bastante paralelo al artículo de Prudentius. Pues bien, creo que son como la noche y el día. El discurso de Barraycoa es tan endeble (casi delirante) que creo que en el fondo está dando alas a quienes pretende combatir. En cambio, en el trabajo de Prudentius eso no es posible. Todo está perfectamente fundamentado. Es una pieza redonda, perfecta. No ha necesitado acudir a conceptos complicados para exponer la Verdad sin dejar lugar a dudas o ambigüedades.

    Gracias nuevamente a Prudentius, y enhorabuena a G.G. por su labor.

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  18. Escrito profundo y certero. Y aprovecho mi enhorabuena para recomendar a quien todavía no los conozca los divertidos y, sin embargo, atinados escritos de FRAY GERUNDIO DE TORMES en Internet.

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