Y del voto católico, ¿que se hizo?

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Fue el jesuita Pedro Suñer el que me explicó los lamentos de algunos decrépitos personajes del laicado católico que se le quejaban de la actitud de la Conferencia Episcopal cuando, en los primeros años de la transición, los obispos vetaron la constitución de un partido demócrata cristiano. Ante semejante gimoteo, el jesuita les espetó: “¿Y por qué les hicisteis caso? ¿Por qué no actuasteis con la libertad de los hijos de Dios?” El plañido acabó entonces en seco. Sin embargo, debe ser ésta seguramente la actitud del católico español, aquejado de aquella tortícolis provocada por la manía de torcer el cuello para mirar siempre al obispo antes de dar un paso. Hablamos de laicos, claro está, y de su ámbito de decisión laico: fuera por tanto de cualquier relación jerárquica con el obispo. En fin, la tortícolis es aguda. Y así nos luce el pelo.

Cuando en 1875 finalizó la Tercera Guerra Carlista con la victoria de las fuerzas liberales, sobre todo en Cataluña la estructura eclesiástica quedó profundamente dividida. Había un pueblo católico y un clero parroquial con profundas simpatías carlistas; tutelados unos y otros por unos obispos escogidos por el Gobierno liberal y presentados a Roma para su inexcusable elección. Existía pues un cisma de facto. Los sesudos monseñores de Secretaría de Estado dieron con la solución: el obispo regionalista (catalanista, diríamos ahora). Una nueva clase de prelado inexistente hasta entonces. Ni carlista ni liberal, pero que pudiera ser aceptado por ambos bandos dado su eclecticismo. Defensor de la tradición catalana con su consabida amalgama de amor a la tierra y religiosidad popular, no podía ser acusado de liberalismo por el clero carlista. Pero tampoco los liberales podían acusarlo de integrista, pues no lo era. Elegido de ese modo y puesto ahí para lo que estaba puesto, la denuncia de los excesos del sistema liberal nunca estaría entre sus objetivos. Políticamente se alinearía más bien con el posibilismo de aquellos que no aspiran a constituir gobierno, sino sólo a luchar contra las tendencias antirreligiosas. Se encargaría por tanto de conseguir que la bandera católica (antiliberal por definición, puesto que el liberalismo nació para aniquilar el catolicismo) no constituyera el emblema de ningún partido político, sino que agruparía bajo sus pliegues a todos los hombres de buena voluntad. (Informe reservado de la Nunciatura de Madrid al Vaticano. 1896).

Ahí están José María de Urquinaona, obispo de Barcelona desde 1877 hasta 1883, que fue elegido senador por la Provincia eclesiástica de Cataluña y defendió en Madrid los intereses proteccionistas de la industria catalana, siendo recibido a su vuelta como un héroe. Josep Morgades, nombrado obispo de la Ciudad Condal en 1899 por petición de los parlamentarios barceloneses en el Gobierno y presentado en Roma por parte de Duran i Bas, entonces ministro de Justicia. El cardenal Casañas, nombrado senador por Alfonso XII y preconizado obispo de Barcelona a petición del Ayuntamiento de la ciudad. En fin, un compadreo continuo con la Restauración Liberal que, si bien pudiera ser fruto de una época, ha tenido unas funestas consecuencias que todavía hoy se hacen notar. 

El Informe de Nunciatura no tiene desperdicio: No existe un partido que, exento de pasiones facciosas, intente con medios legales la restauración de los principios cristianos. Los católicos o son contrarios a las instituciones y militan fuera de la órbita de éstas, o figuran en los partidos gubernamentales que son liberales en el fondo. 

El objetivo del movimiento católico tal como lo definía el informe de 1896, no era restablecer las antiguas instituciones políticas, sino influir respetuosamente en las nuevas estructuras liberales para imbuirlas del ideal cristiano. A la vista está el resultado. Son ellos los que nos han llenado a nosotros del ideal liberal, incluso cuando este ideal se ha desplazado políticamente (pero sin cambiar su posicionamiento moral): Todo el mundo es “güeno”. Aquí paz y después… ¡gloria bendita!

Pero en la medida en que la Iglesia, durante la restauración monárquica de Cánovas del Castillo, sin necesidad de ningún partido católico, a través del Concordato y de la Constitución de 1876, mantenía buena parte de sus canales directos de presencia e influencia en las instituciones políticas -obispos senadores y consejeros eclesiásticos a alto nivel-, prefirió no depender de ningún movimiento católico que se concretara en una acción política directa. De hecho, prefirieron depender del poder político fuera el que fuera, que sentirse vinculados y condicionados por sus fieles organizados en forma de partido político. Ésa es la pura realidad. La política preferían gestionarla ellos (los obispos) directamente, en vez de dejarla en manos de los laicos. Aunque tuvieran que meterse en muchos barrizales. Se sentían más seguros.

No hacía falta entonces ni pareció hacer falta durante la transición ningún género de orientación explícitamente católica de la política. Nada de partidos católicos ni democristianos, dijeron la mayor parte de los obispos de entonces: Los católicos deben estar en todos los partidos políticos. Así, gane quien gane las elecciones, siempre tendremos amigos... De ahí nacen todas esas pamplinas sobre el mal menor y lo de votar al partido más conservador  de la oferta política con las narices tapadas: porque aunque ninguno de ellos pretenda el bien tal como lo entiende la Iglesia y la conciencia de los fieles, los otros son peores (lo cual hoy en día está ya por demostrar). Así que a los católicos no les queda más que votar directamente el mal (eso sí, el mal menor); pero siempre con las altas bendiciones de las Conferencias Episcopales.

Todo ello puso de manifiesto la nefasta consecuencia de ese principio. Con el paso del tiempo, los católicos diseminaron su voto y su participación en cualquier formación política que les ofreciera la más mínima esperanza de promoción, acabando de ahogar cualquier atisbo de identidad cristiana. Y pensar que los de misa de 12 votaron durante mucho tiempo a Convergència y vivieron de la ilusión de que Pujol era el único político con principios… Al final, todos los partidos con representación parlamentaria -todos y en todas las autonomías- sean conservadores o progresistas, son desde hace tiempo, abortistas, homófilos, eutanásicos y laicistas, es decir enemigos de la Iglesia y de la fe cristiana: camuflados los unos (¡es lo que se lleva!: a ver quién se atreve a ir contra corriente) y declarados los otros.

Con unos pocos partidos de inspiración cristiana reducidos a inofensivas bacterias extraparlamentarias en un Parque Jurásico donde los tiranosaurios rex perrofláuticos se lo comerán todo, los obispos ya sólo pueden aspirar a que los católicos no se fanaticen; y así los prudentes prelados podrán negociar con Podemos un statu quo que nos permita agonizar sin molestar a nadie.

Y lo gracioso es que el catalanismo eclesial no lo inventaron ni Prat de la Riba, ni Cambó ni Puig i Cadafalch. Fue en el Vaticano, en una oscura oficina de Secretaria de Estado, donde se pergeñó una de las muchas meteduras de pata que han arruinado en tantos lugares del planeta una acción política católica y valiente. Pues si está prohibido aspirar a una sociedad cristiana, donde las leyes respeten la dignidad de todo ser humano creado a imagen de Dios, sólo podemos extinguirnos, tirados en la calle de este sucio mundo, pisoteados y despreciados como aquella sal que, por sosa (cf. Mt 5, 13), ya no sirve para nada. 

Custodio Ballester Bielsa, pbro. 
www.sacerdotesporlavida.es

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22 comentarios

  1. Se acabó el tiempo25 de junio de 2015, 23:32

    Interesante artículo, de verdad, casi había olvidado incluso los nombres de tales políticos catalanes.

    Unas opiniones:

    1. Tres guerras carlistas, lógicamente, debían de desembocar en el regionalismo, para evitar una España sumida en la miseria de la guerra... y con los restos del Imperio.

    2. Hay algo misterioso en la acción de los obispos y los laicos: los primeros, excesivamente jerarquizados con el Vaticano y estatalizados con el poder constituido, incluso en la II República; los segundos, con muy poco pensamiento católico de excelencia de tipo filosófico, político, social y económico, a diferencia de Francia. Excepto Balmes. Verdaguer vio venir el anarquismo y el socialismo, reaccionando a la manera que pudo.

    3. La Generalidad restaurada es autenticamente maldita, gafada, predestinada a la destrucción: un Tarradellas personalista que vino para apagar el fuego del ascenso del PSUC y CNT; un Pujol que parece que era ya corrupto desde antes de su primer mandato en 1980; un Maragall autoexcluido y un Montilla anodino; un Mas que parecía la excelencia y es una verdadera trituradora de la historia y tradición.

    4. Los obispos no van a tener ningún statu quo con Podemos. Ni uno. No se va a dejar pasar la ocasión -el demonio manda- para ilegalizar de una vez por todas con la Iglesia Católica en un régimen democrático, gracias a las nuevas leyes de nuevos derechos y libertades y de igualdad.

    Va a ser muy fácil: la Iglesia será ilegalizada, su jerarquía multada, con prisión condicional, libertad vigilada e inhabilitada, y sus bienes dados a la nueva Iglesia -y a la actual jerarquía- que acepte el aborto, eutanasia, homosexualidad, reproducción asistida, vientres de alquiler, eugenesia, ideología de género. Así de fácil. Así de histórico. Así de apostático. Así de odioso. Así de agradable a satanás.

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    1. - Prim (1870)
      - Atentado contra el General Martínez Campos (1893)
      - Atentado del Liceo de Barcelona (1893): 20 muertos
      - Atentado del Corpus de Barcelona (1896): 12 muertos
      - Cánovas del Castillo (1897): anarquista italiano
      - Atentado contra Alfonso XIII y Victoria Eugenia: 25 muertos, 100 heridos
      - Canalejas (1912): anarquista
      - Dato (1921): anarquistas catalanes

      Excepto Balmes (muerto el 1848), Torras y Bages ("Cataluña será...) y Verdaguer (a través de los exorcismos), son los únicos que merecen destacarse.

      El eclesiástico catalán y español son pasteleros, y el pensamiento político español, en general, tanto de izquierdas como de derechas, es débil.

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  2. Mn. Custodio, gracias por su artículo.

    ¿Dónde está el voto católico?

    ¿No estará en esta elevada abstención?

    Motivos, que se oyen por ahí. "Todos hacen igual" "El PP, que según parece es el que recibe más apoyo de la C.E.E., no da la talla. Promete quitar la ley del aborto y al final queda como estaba, simplemente por cobardía.

    También es verdad que ante este desánimo, el católico, solo tiene tres opciones:
    1. Votar al mal menor
    2. Votar a partidos que no pueden tener representación parlamentaria y por lo tanto el voto de poco sirve
    3. Quedarse en casa ya desanimado y ahí es cuando aprovecha el enemigo para triunfar, porque entre ellos hay menos abstención que con nosotros.

    CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE


    NOTA DOCTRINAL
    sobre algunas cuestiones relativas al
    compromiso y la conducta de los católicos en la vida política



    La Congregación para la Doctrina de la Fe, oído el parecer del Pontificio Consejo para los Laicos, ha estimado oportuno publicar la presente Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política. La Nota se dirige a los Obispos de la Iglesia Católica y, de especial modo, a los políticos católicos y a todos los fieles laicos llamados a la participación en la vida pública y política en las sociedades democráticas.

    ... /....
    www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20021124_politica_sp.html

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  3. Y ahí el resultado, convertidos en católicos raquíticos y atróficos. Con la espiritualidad más lindante con la vida contemplativa que con la espiritualidad propia de un laico. Espiritualizar no significa descorporeizar.
    Este planteamiento de la elección del mal menor, la experiencia demuestra que solo hace que ayudar a la descristianización. Poco a poco, si no hay cambios de actitud en los católicos, quedaremos enterrados en las catacumbas. La ciencia a través de los datos aportados “nos está hablando”. Debiéramos reconsiderar nuestra posición irracional, propia de la tibieza más que de la ignorancia.
    Los documentos del Vat II hablan de la misión de los laicos en el mundo actual. Nos toca reordenar el mundo temporal y S Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco también se expresan en ese sentido. Recientemente también el obispo Munilla.

    El bien común es el bien más grande y está alejado mucho del mal menor. Que el bien común sea relativo no nos permite caer en una visión teleologista de la política, que consiste en establecer un balance entre las ventajas e inconvenientes de la acción de votar.

    Votar es un acto humano con racionalidad práctica. Somos seres libres, no estamos predeterminados como los animales. La acción libre es un acto de toda la persona, que implica su inteligencia, su voluntad, su afectividad. Gracias al acto libre, la persona puede expresarse en sí. Esto es por la acción misma. Pero no solo la acción expresa a la persona, sino que la realiza como tal. Esto es, por la acción la persona se pone en la existencia de un modo concreto, relata su vida.

    Toda acción, por lo tanto, nace de la interioridad de la persona y la forja a su vez. La acción transforma a su autor en lo que busca de ella. Así el que roba se hace ladrón, el que hace actos buenos se hace santo. El hombre es un ser incompleto por naturaleza, pero podemos ser mucho más de lo que somos, crecer interiormente o menguar en nuestro propio valor personal, según nuestras acciones.

    La acción implica una gran complejidad de elementos: deseos, conocimientos, circunstancias, intenciones, elecciones. Para que la acción construya verdaderamente a la persona es preciso que todos los elementos sean buenos. Tenemos una tremenda capacidad de bien y de mal a través de nuestras acciones. La vida es una tarea a construir y no podemos pretender que Dios haga esa tarea por nosotros.
    El voto podría ser dado a partidos que velen por la familia, con todos los considerandos cristianos. La familia es el futuro de la Iglesia.
    http://enraizados.org/wp-content/uploads/2013/11/Despertar-al-gigante-dormido.pdf

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  4. Oraciones urgentes26 de junio de 2015, 2:33

    En Barcelona, se realizará este sábado el desfile Pride, del supuesto movimiento LGBTI.

    Las oraciones son el instrumento, con la ascesis, para conseguir impedir el poder de este movimiento que forma parte del plan satánico de implantación de la falsa antropología en la educación, familia y matrimonio, tal como Francisco lo definió en su carta a las monjas bonaerenses del 22 de junio del 2010 contra la legalización de los matrimonios homosexuales.

    Las oraciones y la ascesis son necesarias, es el arma espiritual y mística contra el mal y el maligno, el diablo.

    Toda sociedad que admite el pecado cívico, social y nacional, el llamado pecado estructural, sufrirá un castigo de purificación por Dios para su conversión.

    Dios nunca va a consentir que el pecado crezca en intensidad, extensión y continuidad, sin límite, desatado. Cuando el pecado crece en el mundo siempre hay una purificación (Fátima: "si no dejan de pecar, vendrá otra guerra peor"; Akita: "El Padre enviará un castigo terrible").

    No importa la grandeza del poder político, mediático, cultural y jurídico de las estructuras del pecado. El pecado, cuanto más crece, sea social y personal, entonces hace llegar el castigo de purificación. Dios es Padre, interviniendo activamente a favor de la ley divino natural, causando una purificación social.

    El pecado atrae el castigo, y el castigo viene para contener el mal. El pecado, cuanto mayor es, entonces atrae mayores males y castigos, y los males son permitidos por Dios para contener el mal, el pecado individual, social y nacional. Dios no quiere que nadie sufra, pero debe de permitir que los frutos del mal se desarrollen para que así los hombres se conviertan, y sufran sus efectos.

    El mal nunca está dejado libre. No se castiga por castigar, no llegan los males porque sí, todo tiene finalidad salvadora: arrepentimiento, conversión, vida eterna.

    La mejor parábola que habla del castigo purificador ante el crecimiento del pecado, es la parábola del hijo pródigo. El hijo pródigo pudo optar por el bien: casarse, fundar una familia, hacer negocios, dar caridad.

    Pero actúa contra los mandamientos de Dios, y lo hace cada vez con más energía. Esto conlleva el castigo purificador de Dios, en sentido de conversión: que viva eternamente, aunque deba sufrir en la tierra como responsabilidad de su mala conducta.

    La parábola de la misericordia contiene en sí la parábola de la justicia de Dios y del castigo purificador y conversor de Dios.

    El hijo pródigo acaba sufriendo las consecuencias del mal proceder (porquero pobre y hambriento en el extranjero) porque su pecado personal fue enorme. Pero se pervirtió en el pecado más grande (matar su alma por el pecado de impureza), y por ello, sufrió el mal lógicamente necesario, por el fruto de sus acciones. Las acciones propias suyas le conducen a unas consecuencias: hambre, pobreza, soledad, maltrato, servidor de animales impuros: ¿adónde me ha llevado la rebelión contra Dios?

    La parábola del hijo pródigo vale para una personal, una familia, una ciudad (Barcelona), una nación (Cataluña) que se aleja de Dios. La ingobernanza en todos los aspectos de la vida social, la disgregación política, el trencadís o esmicoladís de la vida pública, éste será el castigo de purificación.

    En la medida que se aleja uno de los mandamientos de Dios, sufrirá las consecuencias de cometer el pecado de muerte, de la segunda muerte: pecar con conocimiento y consentimiento, el destruir el plan divino de la vida humana (aborto, congelación de embriones), familia y matrimonio (homosexualidad, divorcio, uniones de hecho, monoparentalidad, vientres de alquiler).

    Cataluña ha dejado de ser cristiana: la purificación ya ha venido (división social cada vez más fuerte, crisis económica), las puertas de la misericorida siguen abiertas, pero si pocos entran, se abrirán más y más las puertas de la justicia, del castigo, de la purificación.

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    1. El hijo pródigo, Epulón y Zaqueo26 de junio de 2015, 16:15

      En el hijo pródigo, se da cuenta de que ha hecho el mal después de sufrir las consecuencias del mismo, y pide perdón.

      En el rico Epulón y el pobre Lázaro, el rico sufre las consecuencias del mal, el infierno, después de muerto, habiendo tenido tiempo y conocimientos (Moisés y los profetas). Además, está el tema del pecado estructural o social en la familia: Epulón dice que sus hermanos van por el mismo camino de la perdición.

      Zaqueo, por contra, se da cuenta de las consecuencias del pecado personal antes de sufrirlas, tanto en esta vida como en la otra, y da parte de su fortuna a los pobres a los defraudados.

      En los tres, se da la condición previa a la misericordia, que es la justicia: pecar mortalmente, con pena de infierno eterno, y de forma grave con consentimiento y conocimiento, contra un mandamiento de la Ley de Dios.

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  5. Se agradecería un enlace al "Informe reservado de la Nunciatura de Madrid al Vaticano" de 1806, que no encuentro en Internet. Veo que lo ha publicado Vicente Cárcel Ortí en su libro "León XIII y los católicos españoles".

    Interesante que el catalanismo eclesial se inventara en la Secretaría de Estado del Vaticano. ¿Por quien? ¿Por el cardenal "español" Merry del Val Zulueta? Porque el desarrollo de ese catalanismo eclesial fue luego en gran medida obra suya, a distancia. ¿Intervino también el II Marqués de Comillas?



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  6. Han pasado más de dos m il años y todavía mMn. Custodio no ha entendido lo que dice el evangelio: "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios."

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    1. El problema es que el César quiere ser Dios, amigo.

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    2. A lo mejor, el que no lo ha entendido eres tu.

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    3. "Una breve reflexión también sobre la cuestión central del tributo al César. Jesús responde con un sorprendente realismo político, vinculado al teocentrismo de la tradición profética. El tributo al César se debe pagar, porque la imagen de la moneda es suya; pero el hombre, todo hombre, lleva en sí mismo otra imagen, la de Dios y, por tanto, a él, y sólo a él, cada uno debe su existencia. Los Padres de la Iglesia, basándose en el hecho de que Jesús se refiere a la imagen del emperador impresa en la moneda del tributo, interpretaron este paso a la luz del concepto fundamental de hombre imagen de Dios, contenido en el primer capítulo del libro del Génesis. Un autor anónimo escribe: «La imagen de Dios no está impresa en el oro, sino en el género humano. La moneda del César es oro, la de Dios es la humanidad… Por tanto, da tu riqueza material al César, pero reserva a Dios la inocencia única de tu conciencia, donde se contempla a Dios… El César, en efecto, ha impreso su imagen en cada moneda, pero Dios ha escogido al hombre, que él ha creado, para reflejar su gloria» (Anónimo, Obra incompleta sobre Mateo, Homilía 42). Y san Agustín utilizó muchas veces esta referencia en sus homilías: «Si el César reclama su propia imagen impresa en la moneda —afirma—, ¿no exigirá Dios del hombre la imagen divina esculpida en él? (En. in Ps., Salmo 94, 2). Y también: «Del mismo modo que se devuelve al César la moneda, así se devuelve a Dios el alma iluminada e impresa por la luz de su rostro… En efecto, Cristo habita en el interior del hombre» (Ib., Salmo 4, 8).

      Esta palabra de Jesús es rica en contenido antropológico, y no se la puede reducir únicamente al ámbito político. La Iglesia, por tanto, no se limita a recordar a los hombres la justa distinción entre la esfera de autoridad del César y la de Dios, entre el ámbito político y el religioso. La misión de la Iglesia, como la de Cristo, es esencialmente hablar de Dios, hacer memoria de su soberanía, recordar a todos, especialmente a los cristianos que han perdido su identidad, el derecho de Dios sobre lo que le pertenece, es decir, nuestra vida."
      Benedicto XVI

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  7. No hay principios, mosén Ballester. Esa es la razón de que no exista un partido católico. Cierto es que ningún partido agota la doctrina de la Iglesia, pero sí existen los que no van contra la doctrina de la Iglesia. Esa distinción tan elemental no la conocen, o no quieren conocerla, ,los obispos del Principado.

    Va de soi que un católico no puede votar un partido abortista: CDC, ERC, PSC, IC, CUP, por citar los más conspicuos. No poder votar es no admitir como personaje modelo ni a Pujol , ni a Mas., ningún mandatario que se dice católico (Junqueras). ¿Por qué entonces la desgracia esa de recibirlos, besarse, sobarse como han hecho Sistach, Vives y otros obispos? Sobre estupidez, mala fe.

    Esta misma mañana, en el desayuno, me explicaba mi mujer, que cierta amiga le justificaba así un esguince: "De pronto me entró el impulso vasco y quise hacerlo sola, por mí misma". Lo que ella le repuso no viene al caso. Le aduje yo a mi mujer que era una prueba más de la limitación mental del nacionalista. A lo que mi mujer me contestó: "No seas platónico. Aristóteles lo puso mucho más claro. Es asunto también de la voluntad (de la mala fe). Pues eso.

    Porque los obispos de acá son ciegos, de mente limitada, con un miedo que les atenaza y henchidos de bastardía nacionalista, no se atreven a puntualizar, a poner los puntos sobre las íes. Y ahí andan los fieles con lo del mal menor, voto útil y demás zarandajas para no votar en conciencia. Que por supuesto no es la conciencia de esa clerecía amancebada con la mentira, el separatismo y la mentecatez.
    Por favor, que no me venga nadie con la caridad cristiana. Tamaña hipocresía cuando se trata de asuntos tan serios huele a fosa séptica.

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    1. "estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros"
      Marx,G. (el gran maestro de los políticos)

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    2. De principios, nacionalismos y cristianismos hay de todas clases.
      Por lo que se refiere a los últimos, en política van del socialismo cristiano a la democracia cristiana.

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    3. Anónimo de las 15:14

      Los principios, como tales, no admiten clases, salvo que sean contradictorios y, por tanto, dejan de ser principios. El bien es uno. No es divisible o categorizable en clases. Los del socialismo cristiano es un oxímoron, salvo que queramos enredar. Lo mismo ocurre con el nacionalismo. El socialismo pone al estado por encima de la persona. El nacionalismo pone la nación por encima de la persona. Son falsos dioses en ambos casos.

      Si Raguer, su abad Soler y otros cogullados o mitrados dicen que el nacionalismo separatista no es pecado están mintiendo a dos carrillos. Es un oxímoron: la nación por encima de los individuos. Como denunciaron los obispos italianos de la secesionista Padania (aquellos que dicen que Roma les roba, el sur vive de ellos y tienen una identidad propia) ese nacionalismo separatista es objetivamente inmoral. ¿Por qué? Algún comentarista ha puesto ya una referencia pontificia. Consúltela.

      Igual que hay obispos y cardenales que defienden el matrimonio homosexual, justifican el aborto, cuestionan las realidades dogmáticas, también hay aquí obispos que callan la doctrina de la Iglesia, abades, arzobispos que mienten (hasta en el curriculum) y clérigos y monjas desnortados. Ser fiel implica hoy tener los principios claros.

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  8. La democrácia cristiana en España está representada por UDC (Unió democràtica de Catalunya) y el PNV (Partido Nacionalista Vasco).

    El Partido Demócrata Cristiano (PDC) fue un partido político español fundado el 1977 y dirigido por Fernando Álvarez de Miranda y José Almagro Nosete que surgió de la fusión del Partido Popular Demócrata Cristiano (PPDC), liderado por Alvárez de Miranda, y de Unión Democrática Española.
    El 1977 se acercó a las formaciones de centro y se presentó a las elecciones generales españolas de 1977 como parte de Unión de Centro Democrático (UCD), dentro de la cual se disolvió en 1978.

    En Italia, la Democrazia Cristiana (DC) fue un partido político italiano de inspiración democristiana que gobernó durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX.
    El partido desapareció en la primera mitad de los años 90, por culpa de los escándalos de corrupción.
    Sobre la ley del aborto (ley 194), la DC italiana tiene responsabilidades históricas enormes; no sólo la ha rubricado sino que además ha colaborado activamente a la elaboración de todo su entramado. Los democristianos de la cúpula dirigente no tuvieron titubeos, han elegido estar de la parte del PROGRESO... Mientras que los de la base, los electores, aturdidos y confusos, a menudo, por el lenguaje vago e incierto de sus jefes, fruto del relativismo doctrinal de estos últimos, no han sabido reaccionar a la confusión del referéndum contra el aborto de 1981 y se dividieron: muchos de ellos no fueron a votar, muchos votaron NO, esto es, a favor de aquélla "ley", creyendo incluso que habían cumplido con su deber. Giovanni Cantoni, analizando el referéndum, en el número de mayo-junio de 1981 de la revista "Cristianità" achaca la derrota del mundo católico, no tanto al incremento de las fuerzas revolucionarias, sino a la incapacidad de la dirigencia del mundo católico de mobilitar a la base, que en gran medida se abstuvo de votar".

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    1. Unidad de España y San Juan Pablo II26 de junio de 2015, 19:00

      Dio mio, dos partidos católicos separatistas y antiespañoles.

      Contradicen el respeto a la unidad de España que puede deducirse, a sensu contrario, de la carta de San Juan Pablo II apoyando la unidad nacional italiana: bien e interés común, y que está en este documento:

      Mensaje a los Obispos italianos sobre las responsabilidades de los católicos ante los desafíos del momento histórico actual.

      w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1999/documents/hf_jp-ii_let_06011994_respons-catholic-people.html

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    2. La historia da muchas vueltas.

      Así como, desde un cierto punto de vista, el liberalismo político aplicó los principios enunciados por la Revolución francesa de 1789, porque en definitiva la burguesía fue lo bastante fuerte para imponerse, la unidad italiana puede ser considerada como la última onda de esa Revolución a escala europea, ya que Napoleón III realiza lo que había sido esbozado por Napoleón I. Porque no es sinó la Revolución francesa de 1789 lo que da a Italia «la idea fuerza de nación, comunidad de ciudadanos cimentada por el vínculo contractual y la conciencia cívica, es aquélla la que da origen a la idea unitaria con las primeras realizaciones, calcadas del arquetipo francés y conformes al nuevo derecho derivado de los principios de 1789». Esta unidad beneficia a la Italia del norte, la única que está integrada en el espacio económico industrial de Europa. Su artífice principal, Cavour, es un político liberal de horizontes europeos, que en ningún momento de su vida ha puesto sus pies en Venecia ni en Roma ni en Nápoles. Finalmente, así como el liberalismo belga, holandés y francés es anticlerical, la unidad italiana se hace contra el Papa, quien pierde sus Estados y se retira por más de medio siglo al Vaticano, considerándose prisionero del nuevo reino.

      El reconocimiento por parte de Isabel II de la Unidad Italiana, a la que San Antonio Maria Claret era hostil, enfrió las relaciones entre la reina y su confesor. Claret salió de España, pero regresó al lado de la reina cinco meses después, por mandato expreso del papa Pío IX. Volvió a la corte armado con la absolución para Isabel II por el pecado cometido al reconocer la unidad italiana.
      Pío IX se negó a reconocer el reino de Italia, a establecer relaciones diplomáticas con él y rechazó las garantías personales que se ofrecían y excomulgó al rey Víctor Manuel II de Saboya. Mediante la bula Non Expedit prohibió a los católicos, bajo severas penas canónicas, toda participación activa en la política italiana, incluido el sufragio.

      Curiosamente, Pio IX en sus años previos de obispo se ganó la fama de liberal, ya que era partidario de la reforma administrativa en los Estados Pontificios y simpatizaba con el movimiento nacionalista italiano. Los liberales europeos aplaudieron su elección como Sumo Pontífice, todo lo contrario hicieron los conservadores, incluso el emperador austríaco intentó vetarlo.


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  9. González Faus, Cuba y Francisco26 de junio de 2015, 16:32

    1. Hoy aparece en La Vanguardia un artículo del jesuita González Faus sobre los hermanos Castro, gobernantes de Cuba.

    Es un escándalo que el jesuita González Faus siga siendo considerado católico cuando públicamente ha negado el dogma del nacimiento de Jesús, y no existe, que sepa, una rectificación por su parte, lo que agrava la confusión de la negación del dogma entre el Pueblo de Dios:

    http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=23871

    El responsable de esta omisión en el deber de discipliar es directa del Vaticano, pues la congregación de los jesuitas depende de Roma. Y lo mismo sucede para los jesuitas eneagrámicos de la Cueva de Manresa.

    Doble desprestigio para la Santa Sede: permiten la Nueva Era satánica y la negación demoníaca de la Verdad dogmática. Si omiten su deber de disciplinar, entonces dan a entender que están a favor de la apostasía.


    2. El Papa Francisco debería de exigir que los dos hermanos Castro pidieran perdón por sus crímenes de terrorismo internacional, genocidio de católicos y opositores, expropiaciones ilegales e injustas, deportaciones y desplazamientos de millones de cubanos, de crímenes contra la humanidad y de ejercicio antidemocrático, violento y totalitario del poder político.

    De lo contrario, su "no soy de derechas" parecerá y dará a entender que es un "sí soy de izquierdas". Y contradeciría su condena contra la mafia, los nuevos esclavistas y los nuevos opresores del mundo: los condena a todos, menos a los "suyos", los de izquierdas, de su propio continente y cultura.

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  10. Para mi gusto uno de los mejores artículos que aquí he leído de mossen Custodio. Enhorabuena. Valiente, claro, recordatorio para desmemoriados. Y al anónimo de las 7.23 le digo que, por favor, no mezcle churras con merinas. Lo del César aquí no tiene cabida.

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  11. CUSTODIO BALLESTER BIELSA,,
    sacerdote por la vida,
    pastor con olor a oveja
    como Francisco predica.
    Sufre el ataque furioso
    de izquierda y nacionalistas
    que promueven el aborto
    y el cisma separatista.
    Apoya a padre Custodio
    toda su feligresía
    en lucha por la verdad
    y por la buena doctrina.
    José de La Roda

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