La Glosa Dominical de Germinans

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Reflexión a modo de notas, hacia dónde nos orienta la liturgia del domingo
¡OBRASTEIS POR IGNORANCIA!
Resulta increíble lo que las lecturas de hoy nos quieren transmitir. Es posible que penséis que esta afirmación es una más de las ya conocidas estrategias que usamos los curas para llamar la atención. Pero mejor que lo comprobéis por vosotros mismos y me digáis vuestra opinión.
¿Cuál es el tema que une las lecturas de este domingo? ¿Cómo podemos comprenderlo? El modo más sencillo es detenernos y prestar atención a las palabras comunes en los fragmentos bíblicos, y obrando de esta manera nos daremos cuenta de que hoy los conceptos en torno a los cuales gira la palabra de Dios son “pecado y conversión”: lo podéis verificar, aunque si en el salmo no son tan explicitas, y veréis fácilmente que se trata de una invocación dirigida al Señor en un momento de dificultad. ¿Qué es lo que le pedimos? He aquí el estribillo: “que resplandezca sobre nosotros la luz de tu rostro”. La luz…
 
C:\Users\FRANSESC\Pictures\peix.pngSe trata de aquella luz en ausencia de la cual, nos dice la primera lectura, los judíos han matado al Hijo de Dios y han preferido en su lugar a un asesino (por ignorancia, quiere decir falta de luz para conocer, para razonar); por falta de luz los discípulos de Jesús no aciertan a comprender, justo después de la resurrección, que todo lo que Jesús había vivido en Jerusalén había sido establecido por Dios a través de la historia (“es necesario que se cumplan las cosas escritas sobre mí”). Incluso Jesús se aparece a ellos, y estos no acaban de creer, tanto es así que Jesús, quizás sin tener hambre, debe comer el pescado asado (¡uy qué bueno!) quizás con un poco de aceite y ajo, evitando que dudaran de que pudiese comer. Y he aquí que Jesús les concede la luz para comprender las Escrituras: “abre su mente a la inteligencia de las Escrituras”
Se trata de la luz que a nosotros tantas veces nos falta. Aquella luz que nos permite comprender las cosas verdaderamente importantes en la vida; entiendo vida humana integral, incluyendo la vida del corazón…la fe. ¿Cuál es el mensaje que Jesús confía a sus discípulos? Dice el evangelio: vosotros sois testigos de “que el Hijo de Dios debía padecer y resucitar de entre los muertos y en su nombre será predicada la conversión y el perdón de los pecados”. Jesús después de la resurrección busca disipar aquella ignorancia por la cual los judíos lo habían entregado a la muerte. Y mira por donde que los judíos estaban convencidos de que obraban bien matándolo. Incluso que se sentían obligados a someterlo a la muerte, a pesar de que ninguno de los tres o cuatro motivos de condena resultaba consistente. El sentirse justo por el solo hecho de ser es la mayor ceguera de todos los tiempos. Como tantas veces escuchamos: yo estoy en regla, no robo, no mato, no digo grandes mentiras, no traiciono. ¿Qué me falta?
Si leemos la segunda lectura en su contexto, escrita por aquel bondadoso San Juan que dice que Dios es amor, y que aquí afirma: en esto sabemos que conocemos a Cristo, si observamos sus mandamientos. Y no sólo el 5º,6º,7º y 8º, sino todos, también aquellos que se refieren directamente a Dios. En una palabra: ¿cómo alguien puede decir que es cristiano si no vive como cristiano? Es decir: si la oración no es un encuentro cotidiano con Dios, si los sacramentos (confesión y comunión) no forman parte con toda normalidad de la vida, si la misa dominical no es una cita fija, como la cosa más importante de toda la semana. ¿Cómo puede pretender un cristiano sentirse contento consigo mismo si no lee nunca la palabra de Dios, el evangelio? Nunca llegará a comprender el verdadero rostro de Dios. Y se pondrá a acusar a diestro y siniestro a la Iglesia, a los curas, a los católicos, a todos…porque es más fácil acusar que comprometerse en el propio y pequeño mundo. O permanecerá en la ignorancia, no siempre sin culpa, y obrará en consecuencia. La historia demuestra que cuando alguien tiene demasiadas certezas sobre el propio modo de actuar, esas certezas son grandes señales de una parálisis de la inteligencia, es decir de cerrazón.
C:\Users\FRANSESC\Desktop\imagesU0RR3B8L.jpgVerifiquemos nuestra vida de fe y veamos si por casualidad no pretendemos ser maravillosos, mientras en cambio no cumplimos ni siquiera lo esencial y fundamental de nuestra fe: observar los mandamientos. Recordemos que “quien dice que lo conoce y no observa los mandamientos es un mentiroso. Y en otro lugar el mismo san Juan dice que “quien dice que no ha cometido pecado es igualmente un mentiroso”. Y estoy convencido de que a nadie le gusta que le digan que es un ignorante. Bien al contrario.
Que el Señor nos conceda la gracia de la humildad, realismo para poder conocer el propio pecado y así beneficiarnos de su grande, inmensa e inimaginable misericordia. ¡Pidamos a María la Virgen que nos obtenga esa gracia!

Fr. Tomás M. Sanguinetti

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3 comentarios

  1. Fray Tomás, gracias por deleitarnos con esa Glosa del III Domingo de Pascua

    El evangelio de este domingo (Lc 24, 35-48) está lleno de contrastes entre la actitud de los discípulos de Jesús y la realidad de su resurrección y de su mensaje.

    •Los discípulos de Jesús confunden a Jesús con un fantasma. Pero el miedo a los fantasmas no les permite descubrir la verdad de la vida y la presencia de Jesús.
    •Frente a las dudas que surgen entre los discípulos, Jesús les ofrece la paz y la seguridad, los libera de la ilusión y del temor y les abre a la esperanza.
    •Los discípulos de Jesús son incapaces de comprender el sentido de la muerte de Jesús. Pero él les abre su entendimiento para que puedan recordar y comprender las Escrituras.

    También en nuestra vida Cristo viene a crear la novedad. Como dice el Papa Francisco, “La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano” (“Alegría del Evangelio”, 278).

    TESTIGOS DEL PERDÓN

    La última frase de Jesús es un espléndido resumen de lo que ha de ser la misión y la tarea de la Iglesia y de cada uno de los creyentes:
    •“Estaba escrito que el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos”. Su pasión no debe ser para los creyentes fuente de escándalo ni motivo de burla para los incrédulos. Y su resurrección no debe sumirnos en la duda. Es preciso creer en las Escrituras.
    •“En nombre del Mesías se predicará la conversión y el perdón de los pecados”. Él Señor no resucita para condenarnos ni para condenar al mundo. Él nos ofrece su perdón y quiere que lo anunciamos a todos los que desean convertirse de sus pecados.
    •“Los discípulos han de ser testigos de esto”. No somos enviados como testigos de la cólera, la venganza o el castigo de Dios. Somos los testigos de su ternura y de su misericordia.

    - Señor Jesús, tú vienes a nuestro encuentro, nos deseas la paz y nos constituyes en testigos de tu presencia y de tu perdón. Danos tu luz para ser fieles a esa misión.

    José-Román Flecha Andrés (www.revistaecclesia.com)

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  2. Usted nos pregunta; ¿CÓMO ALGUIEN PUEDE DECIR QUE ES CRISTIANO SI NO VIVE COMO CRISTIANO?

    Los hombres sin religión tienen derecho a decirte: "Demuéstrame que el tener una religión - por ejemplo, la católica -, me reporta bienes y me hace mejor".

    Antiguamente se decía de los cristianos: "Mirad, cómo se aman".

    ¿Se puede hoy decir esto también? Alguien con muy mala intención decía estas palabras: ‘Si ves que alguien va a los templos y despelleja con su lengua a su vecino, sospecha que es un cristiano’; y por desgracia muchas veces sucede así.

    Tu crees en Dios y vives tan amargado como yo; ¿de qué te sirve creer en Dios?. Vas a Misa los domingos y eres igual, si no peor que yo. ¿De qué te sirven tus Misas y tus rezos?

    Son preguntas muy duras, pero tienen su punto de verdad.

    Los jóvenes, por ejemplo, que recibieron una formación religiosa e iban, o mejor dicho, eran llevados a Misa los domingos y les enseñaban a rezar, al llegar a esa edad en que todo se analiza y de todo se pregunta por qué, efectivamente, se preguntan: ¿Por qué tengo que ir a Misa, confesarme y rezar, etc.?

    Si no tienen respuesta convincente dejan la religión como algo inservible, inútil, infantil, etc., y buscan como sustituto de sus creencias otras cosas, alguna teoría filosófica o psicológica, o lo que esté de moda en el pensamiento; si encuentran respuesta, entonces aceptan su fe con mayor madurez porque la ven útil, necesaria, enriquecedora.

    Puede, incluso, ocurrir otra cosa, que se cambie de religión como si se tratase del cambio de un abrigo, o de una camisa; De esa manera demuestra qué hondas raíces tenía su anterior religión. El que cambia su fe de un día para otro, mala señal. Y quisiera decir una cosa para aclarar está cuestión: ¿Vale la pena seguir una religión? Depende. Si se vive a medias, ¡no!, si se vive en serio, ¡sí!; Claro que, si el problema de muchos es que ha reducido su religión a un cristianismo de Misa dominguera, a un cristianismo de bolsillo, sin exigencias, claro que esa forma de vivir no da nada, ni respuestas, ni felicidad, ni fortaleza, ¡nada!. Pero, hay otra forma de ser cristianos, que sí llena y ayuda y fortalece, que es ser cristianos de verdad.

    El cristianismo es una religión que vuelve a los hombre felices, valientes realizados, pero con una condición, que tomen el cristianismo en serio. Miles lo toman en broma.

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  3. “TENEMOS A JESUCRISTO QUE INTERCEDE ANTE EL PADRE”

    El Evangelio de hoy nos invita, una vez más, a la conversión y Jesús, aclarando el sentido de su muerte y resurrección, afirma que “en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”.

    Pero “en su nombre” no significa sólo de su parte, sino por causa de él, porque él, con su sacrificio en la cruz, se ha convertido en “víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero”. El se ha ofrecido a la muerte por nosotros, en lugar de nosotros.

    Eso quiere decir “víctima de propiciación”: con su sacrificio en la cruz Dios nos ha reconciliado con él, mirando al Crucificado, el Padre nos mira a nosotros con rostro propicio, benévolo, favorable. Es una mirada eterna, pues Cristo vive intercediendo por nosotros junto al Padre, como nuestro abogado defensor.

    El que ha dado su vida por nosotros ¿cómo no nos va a atender y socorrer cuando nos veamos en peligro? A modo de reciprocidad nos pide que guardemos sus mandamientos, que es la señal más clara de que conocemos al Señor, es decir, de que lo amamos.

    Dice el Evangelio que Jesús pidió algo de comer, y los discípulos “le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos”. Así les demostraba que era él realmente, Jesús, el que tenían delante.

    En la Eucaristía él se nos ofrece a nosotros como alimento, en la palabra y sobre el altar. Si tomamos este alimento con fe también nosotros experimentaremos su presencia gloriosa, pues él vive en su palabra y en los dones consagrados.

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