Hemos leído siempre con optimismo la clarividente profecía del obispo Torras i Bages: puesto que dice que Cataluña será cristiana -O NO SERÁ, nunca hemos contemplado la segunda parte de la profecía, porque ni siquiera se nos ha ocurrido jamás trabajar bajo esa hipótesis que con tanta claridad formula el santo obispo: la posibilidad de no ser de Cataluña.
Él sí que vio clara la posibilidad de que Cataluña dejara de ser. Y así de claro lo dijo. ¿Por qué, pues, hemos descartado siempre esta hipótesis como si fuese un mero recurso retórico para redondear la frase? Hasta ahora hemos interpretado siempre la profecía como si en realidad dijese: “pase lo que pase, Cataluña será cristiana porque no puede dejar de serlo”. Por eso, a pesar de que estamos viviendo la descristianización galopante de Cataluña, estamos haciendo como si no la viésemos, dando por supuesto que la parte de la profecía que se cumplirá es el “Cataluña será cristiana”. Partimos de la confianza en que cuando pase este tsunami de descristianización en el que la propia Iglesia se ha enrolado, nos encontraremos en el panorama idílico de una “Cataluña Cristiana” que no puede ser sino producto de un Deus ex Máchina: es decir de puro artilugio disfrazando la realidad.
¿Y eso es porque creemos más en la Iglesia que en Cataluña? Pues no: yo diría que es justo al revés: porque creemos en Cataluña más que en la Iglesia. Y ése es un fenómeno especialmente agudo en el clero catalán: tanto más agudo cuanto más altos están en el escalafón jerárquico. Ni siquiera se nos ocurre que Cataluña pueda dejar de existir. Y precisamente por eso, por no admitir la posibilidad de que Cataluña deje de existir, justamente por eso seguimos empeñados en negar la realidad de su descristianización por más evidente que sea; para poder concluir que como ni ha dejado (¡ni dejará!) de ser cristiana, tampoco dejará de existir.
Claro que para permitirnos ese razonamiento hemos de entrecerrar los ojos en unos casos, y cerrarlos fuertemente en otros: porque la realidad desmiente descarnadamente esa beatífica visión. Vemos, en efecto, con nuestros propios ojos, una iglesia catalana catatónica. A Cataluña le falta sólo el canto de un duro para dejar totalmente de ser cristiana, de manera que se pueda legítimamente certificar su defunción como pueblo cristiano (¿he dicho “Pueblo”?). Ahí tenemos al “Pueblo Catalán” dándose como tal una Constitución tan radicalmente (y hasta rabiosamente) anticristiana, que bastará aplicarla tal como está anunciada, para acabar con los últimos vestigios del cristianismo y de la Iglesia en Cataluña: mediante persecución avalada por la ley.
Claro que para permitirnos ese razonamiento hemos de entrecerrar los ojos en unos casos, y cerrarlos fuertemente en otros: porque la realidad desmiente descarnadamente esa beatífica visión. Vemos, en efecto, con nuestros propios ojos, una iglesia catalana catatónica. A Cataluña le falta sólo el canto de un duro para dejar totalmente de ser cristiana, de manera que se pueda legítimamente certificar su defunción como pueblo cristiano (¿he dicho “Pueblo”?). Ahí tenemos al “Pueblo Catalán” dándose como tal una Constitución tan radicalmente (y hasta rabiosamente) anticristiana, que bastará aplicarla tal como está anunciada, para acabar con los últimos vestigios del cristianismo y de la Iglesia en Cataluña: mediante persecución avalada por la ley.
Y es justamente esta deriva antihumana y antihumanista a fuer de anticristiana, la que acabará con Cataluña. No es sólo Cataluña la que perecerá por su insostenible estructura moral. Tanto que hablamos hoy de sostenibilidad, ¿cómo se nos ocurre crear una nueva nación moralmente insostenible? El diseño moral de Cataluña, si sobre él se asienta la nación, está abocado al desastre. Es la corrupción moral institucionalizada. Jamás de los jamases se hubiese podido imaginar Torras i Bages tanta bajeza moral colocada nada menos que en los cimientos del nuevo Estado. ¿Y cuánto piensan durar? Que ni sueñen en durar tanto como la Unión Soviética o como el castrismo de Cuba; ni siquiera lo que durará el chavismo de Venezuela.
Es la corrupción institucional basada en la corrupción moral, lo que hace inviables esos Estados. Hemos visto lo que da de sí la inmoralidad de Pujol. Primero fue Banca Catalana, un expolio en toda regla(¡cómo madrugaron para darles la lección a los pardillos de hoy!); y luego la corrupción del sistema de contratación pública para entrar a saco en las arcas del Estado. Y luego, para tapar los trapos sucios, gritar con todas sus fuerzas: “Al ladrón, al ladrón”, señalando al Estado que tuvo que hacerse cargo del desfalco de Banca Catalana y que está haciéndose cargo del famoso 3% convertido en 5%. ¡Poca broma! Esa acogida tan fraternal de la corrupción de Cataluña y su inyección en el sistema estatal, es muestra a su vez de los niveles de corrupción de España.
Ésta sí, es la corrupción convertida en números que entiende todo el mundo. ¿Pero es distinta acaso la conciencia que se necesita para organizar todo este latrocinio, de la que se necesita para desmantelar la familia e imponer el aborto y la eutanasia, con todas las miserias morales que acompañan a estas praxis? Comparados con esto, los saqueos son tan peccata minuta, que hasta se puede ser cometiéndolos, como Pujol, muy honorable y hasta muy buena persona, como dicen sus incondicionales. Pero aún así, sobre esos cimientos podridos de aluminosis no se puede construir un Estado.
Y cuando el referente no son la economía, la política ni la administración pública, sino el cristianismo, el humanismo y la humanidad como rectores de la conducta, es evidente que el Estado, el país y el pueblo que abandonan estos principios para abrazarse a la basura moral que inspira la modernidad (sobre la que se ha propuesto dar lecciones al mundo la Constitución de la nueva Cataluña), no es difícil entender que la profecía de Torras i Bages tiene la fuerza de lo inexorable.
No nos dejemos extraviar por esa “voluntad de ser” del Pueblo Catalán tan exitosamente fabricada desde el poder. Eso es efímero: el menor viento de realidad dará al traste con esa inquebrantable voluntad de ser. Está más que ensayado en la Europa de los años 30. Todas esas voluntades de ser o se han estrellado en guerras o han ido languideciendo en su propia vacuidad moral hasta extinguirse.
Y con mayor razón, siendo sus cimientos los que son. Y mayor es aún su endeblez cuando advertimos que no es sólo el anticristianismo de Cataluña el empeñado en esa novedosa forma de ser anticristiana, antihumanista e inhumana de la nueva Cataluña. Hay buitres alrededor de la nueva nación que pugna por nacer de ese cenagal: buitres esperando que se inicie su putrefacción para acelerar la de España y la de Europa. Y se lanzarán sobre ella. Ésa es la voluntad que anda suelta por ahí, de que Cataluña sea: se trata de una voluntad totalmente anticristiana, antihumanista y antioccidental. Así es el mundo.
Por eso, a la hora de afrontar la hermenéutica de la célebre sentencia de Torras i Bages, “Cataluña será cristiana o no será”, a la vista de la firmísima voluntad que muestra Cataluña en desterrar totalmente el cristianismo de sus leyes, y de convertir el residual cristiano de sus costumbres, en museístico y costumbrista, he llegado a la conclusión de que Cataluña, a fuer de moderna, y a imagen y semejanza de Europa, ha optado por su suicidio: primero, el suicidio moral; y luego, el suicidio político.Cesáreo Marítimo
Regresaremos a los reinos de Taifas tras lo cual se volverá a reiniciar la Reconquista Versión.2.
ResponderEliminarEl problema del secesionismo es que existen elementos reales y objetivos de transnacionalidad con España, lo que obligará a reintegrarnos con España bajo tratados, convenios y un organismo bilaterales.
EliminarTendremos tres administraciones: la española, la catalana y la común bilateral.
La pérdida de un líder personal como Pujol ha implicado la aparición de un trencadís de líderes menores: los papás Mas y Junqueras, y las mamás Casals y Forcadell. Otra centralidad catalana, el PSC, ha desaparecido. La vieja división del país entre Pujol y el PSC ya es historia.
ResponderEliminarLa división social se da entre los que creen en el sistema y los que van contra el sistema: la diferencia entre derecha e izquierda ya no existe.
Torras i Bages se refirió a la moralidad pública. Cataluña siempre será en su territorio, urbanismo, paisaje, población e historia, nada cambiará.
Pero Cataluña ya no será en el aspecto moral, pues tal como dijo Juan Pablo II, la asunción de la cultura de la muerte, de la ideología de género y del relativismo moral (aborto, eutanasia, eugenesia, divorcio, homosexualidad), implica el deslizamiento de un pueblo hacia el autoritarismo.
Cómo que "Cataluña siempre será en su territorio". El espacio geográfico no es la realidad que llamamos Cataluña, España, Europa, Yugoslavia, Ucrania... El espacio geográfico es la hoja de papel en la que se escriben y se borran historias y pueblos; la hoja de papel sobre la que se escriben y se borran mitos y leyendas, voluntades de ser y suicidios colectivos, y toda clase de devenires. El espacio geográfico que hoy es Cataluña, puede dejar de ser Cataluña para convertirse por ejemplo, entero o troceado, en el califato de Qatarlania o vaya a saber el qué. Los iberos existieron; ¿pero dónde están hoy? Los pueblos y las naciones dejan de existir, claro que sí; y sobre esos mismos territorios se asientan otros pueblos y otras naciones. ¡A ver si Cataluña va a ser la única nación eterna!
EliminarEs curioso que en la política postpujol y postPSC, los hombres se repartan el parlamento, el asunto "serio", mientras que las mujeres se distribuyan la calle, el aspecto "jolgoriero", de agitación de las masas.
EliminarY más que las dos mamás, yo diría las dos tietas
Gracias Sr. Cesáreo Marítimo por el artículo de esta semana
ResponderEliminarLa Cataluña cristiana, jamás odiaría ni se separaría de España
Y pues Cataluña perdió su fe ¿Creéis que conservará sus raíces?
El enfrentamiento entre los pueblos de España tiene el mismo origen que los odios que ensangrientan Oriente Medio: el olvido de Dios. O, lo que es peor, la suplantación ideológica de Dios.
Una Cataluña recuperada para Cristo volvería a sentirse española -¡españolísima!- sin mengua de su personalidad ni de su rica cultura autóctona. Porque el resultado del ateísmo práctico e ideológico lo padecemos todos: Lo padece Cataluña con su nacionalismo, pero también lo padecemos los demás con el nacionalismo español.
Vivimos una etapa histórica definitiva en la que, aunque muchos no lo perciban, la carga dialéctica de las ideologías ha alcanzado su paroxismo y se convierte en odio. Es una alquimia no siempre advertida, porque se produce tras el disfraz de principios filantrópicos. La idolatría política se ha hecho agresiva porque está sustentada sobre el endiosamiento, egoísta y rebelde, de los individuos.
El edificio construido durante varios siglos, por la negación de la Realeza de Jesucristo – con escasos paréntesis de cordura – se revela ahora sin cimientos ni vigas, poblado por una plaga de termitas. En el temblor que precede al derrumbe, sus estancias están condenadas a chocar unas contra otras, por muy amables que parezcan los decorados.
Una Cataluña devuelta a Cristo sería – Dios quiera que lo sea en un futuro cercano – una Cataluña recuperada para la Verdad. Porque Jesucristo es la Verdad (Jn 14, 6).
Su problema actual de anticristianismo no es más que la versión local de una enfermedad universal. Todo el planeta tiene que volver a Cristo. Es todo el planeta el que debe reconocer la Verdad.
No es sólo Cataluña la que se agita enfebrecida al ritmo que le marcan los mentirosos homologados, la cultura de la mentira y el mentiroso final que tira de los hilos…A Cataluña le han puesto una estrella sobre sus barras de sangre, para que no reconozca su historia; pero a Madrid, por ejemplo, también le han puesto estrellitas sobre un rojo marxista, y a las dos les quieren imponer los templos del vicio, tributos agónicos de la servidumbre. El mal está a la carrera, sembrando corrupción y enfrentamiento.
Quienes debían dar razón del tiempo y de la esperanza están doblados, mudos o cómplices ante el rodillo, con pocas excepciones. Pero Dios sigue siendo dueño del tiempo y el cronómetro corre.
Tanto Cataluña como España van a sufrir, porque el enemigo de su historia las odia a ambas. Y es él quien empuja hacia el choque. La hora de los dolores ya no puede evitarse por procedimientos políticos. Lo más que puede pedirse a esta casta de marionetas democráticas, allí y aquí, es que no abusen del sentido común popular.
Los obstáculos que hay que superar no podrán ser removidos sin auxilio sobrenatural. Claro, esto no se comprenderá sin un correcto reconocimiento de los tiempos. Sin haber prestado atención humilde y generosa a los dictados de nuestra Reina celestial.
Es el clero secesionista la vanguardia de ese movimiento anticristiano, pagano de soca-rel, que está anegando toda inquietud religiosa. Las leyes a las que alude el autor están bendecidas por Soler, por Vives, he visto que también por Mora (el moralista que fue decano de san Paciano), por el vicedecano actual. Todos cuantos afirman que la voluntad del poble se ha de respetar, al margen de las creencias, voluntad plasmada en leyes. Se ve bendecida por Sistach, que presenta a Pujol como modelo de político cristiano. Que soba las manos de Mas. Es decir, en la teoría y la praxis hay un alto clero secesionista que ya ni guarda las formas. ¿Para qué? Propagan las ideas de Junqueras, a quien han colocado en un altar y cuentan lenguas de su cristianismo, mientras su mano derecha Tardá promueve, en cuanto líder del Komintern central, leyes antiiusnaturalistas.
ResponderEliminar¿A quiénes quieren engañar? Quosque tandem...?
"Todos cuantos afirman que la voluntad del poble se ha de respetar, al margen de las creencias, voluntad plasmada en leyes."
EliminarÉste es el problema de los países católicos que están apostatando, tanto desde el pueblo como desde el gobierno.
El nacionalprogresismo eclesial catalán se comporta como los luteranos y los anglicanos, que son iglesias nacionales y oficiales de Estado, financiadas públicamente y determinada su fe y moral por la Corona, el parlamento y el gobierno.
Siempre resonará el ejemplo de San Juan Bautista, cuando le advirtió al rey sobre una grave inmoralidad personal matrimonial y conyugal: "no te es permitido casarte con la esposa de tu hermano".
La ley de las democracias parlamentarias occidentales se aparta de la regla de oro de Jesús: "dar a Dios lo de Dios, y al César lo del César".
Al César se le da el impuesto y la obediencia a las leyes.
Pero el César (hoy parlamentos y gobiernos) deben de dar a Dios lo que es de Dios, que son en esencia los 10 Mandamientos: respetar a la Iglesia Católica, no al aborto in vitro e in útero, a los matrimonios homosexuales, a la eutanasia, al suicidio asistido, a la reproducción humana asistida, a los programas inmorales, al tráfico y consumo de droga, prostitución, pornografía...
La sociedad es de Dios, no del César. El César (parlamentos y gobiernos) no son dioses, sino retrocederían al endiosamiento del Edén.
Pues mosén Joan E, Jarque Jutglar publicó en septiembre de 2012 en 'Catalunya Cristiana' un artículo titulado 'La església catalana' donde ponía en duda la veracidad de que Torras i Bages hubiera escrito eso de 'Cataluña será cristiana o no será' y afirmaba rotundamente que lo más adecuado es decir que "la iglesia en Cataluña será catalana o no será". Así se las gastan los clérigos independentistas, que van de la mano de los anticristianos de toda laya con tal de que sean separatistas.
ResponderEliminarJosé de La Roda
He leído de que hay un consenso de que dicha frase es real e histórica, y que forma parte de la tradición oral de su círculo de amistades y seguidores.
EliminarEn conclusión: es real, cierta y verídica, y congruente con el pensamiento escrito de Torras i Bages, y por ello, está escrito sobre piedra desde 1901 en el frontispicio de la basílica de San Benito de Montserrat.
Moralmente, Cataluña será cristiana o no será la Cataluña en la que siempre hemos vivido, aunque tenga los mismos árboles, casas y montañas.
Será una cosa moralmente demoníaca.
aixo ja fá fastic.....tanto tiempo con el mismo tema. A ver cuando se aclara Cataluña y sus curas, Yo no tengo hijos pequeños, pero si los tuviera ya me habría marchado de Cataluña; con lo hermosa que es España. Que no descarto diseñarlo en cualquier momento. He estado ausente algunos años de este País, y puedo hablar en propiedad, como ¨se dice vulgarmente " si lo se no vengo". Visto desde fuera es un país fantástico. Personalmente soy católico practicante; como aquí se dice de "misa". Este portal me llamó la atención, y lo sigo; es muy divertido y al mismo tiempo de pena, por parte de quienes escriben. Lo que si es cierto es que la Iglesia en Cataluña a cambiado mucho; tanto por parte de los fieles, como por parte de los sacerdotes. los fieles son como son, pero los sacerdotes hay algunos que se tienen que coger en pinzas. Da la impresión que se quiere construir una nueva Iglesia; que Cristo no tenia ni idea de lo que tenia que venir, y que la nueva la teníamos que construir con nuestras fuerzas y conocimientos, y dejar de lado las enseñanzas evangélicas que no son apropiadas a los nuevos tiempos. No quiero abusar de su tiempo; de todas formas aunque criticas, sus paginas me parecen interesantes y pienso seguir leyéndolas; en escribir es otra cosa, particularmente solo dispongo de sentido común. un abrazo y adelante.
ResponderEliminar¿Quién manda en Cataluña?
ResponderEliminarEs casi unánime la opinión que el mayor poder, con mucho, es el de La Caixa de Isidre Fainé.
Un hombre de Fainé, Salvador Alemany, es el presidente del consejo asesor de Artur Más.
En Cataluña y en toda España tiene gran influencia el Opus. Escenificada en la reciente beatificación de Álvaro del Portillo, a la que acudieron los representantes del poder en la seguridad, la economía y la justicia, ministros Fernández Díaz, De Guindos y Fiscal General Torres Dulce.
El jefe del Opus en España es Luis Herrando Prat de la Riba, nieto de Prat de la Riba, inventor del separatismo.
Fainé está vinculado al Opus.
Estos son los poderes que han movido los hilos para que Cataluña este en la situación actual. Y toda España.
Y yo, ingenuo de mí, que estoy convencido de que ni el desmembramiento de Yugoslavia ni hoy las tensiones en Ucrania son fruto de la voluntad de los pueblos... Yo, pobre de mí, estoy convencido de que si no hubiese alguien o álguienes fuera de Cataluña y fuera de España interesados en la tensión separatista, esto sería una balsa de aceite. ¿Como se dice "embolica que fa fort" en inglés? ¿Y en árabe? ¿Y en ruso? ¿Y en chino? ¿Y en masónico?
ResponderEliminarEn Cataluña, anualmente:
ResponderEliminar- nacen 81.000 niños
- se congelan 30.000 niños
- se abortan 22.000 niños
- se acumulan 100.000 niños congelados
- se acumulan 400.000 abortados desde su legalización
- La Conferencia Episcopal Tarraconense (CET) y la Unión de Religiosos de Cataluña (URC) siguen callados ante esta masiva y grave matanza de inocentes, indefensos y vulnerables: éste es el verdadero escándalo que dan quienes deberían de ser la sal de la tierra y la luz del mundo, ante un mundo que pertenece al Príncipe de este mundo, satanás
Torras i Bages beato ya!!!!!. Alguien me podría decir qué entidad canónica tiene esta llamada CET i la URC (roja). Tot bufar i fer ampolles, como la consulta del 9N. Tercos y burros
ResponderEliminarSalvador Biarnés (ElCidCabreador)
" Podem veure perfectament que per aquí s’ha anat acomplint al peu de la lletra el gran assert: Catalunya serà cristiana o no serà. Poc importa si la va dir el bisbe de Vic Josep Torras i Bages, avui servent de Déu camí dels altars, o un sagristà anònim. No cal dubtar gens que aquesta sentència l’hauria signada ben convençut el gran bisbe perquè és la tesi que es desprèn de la lectura de la seva obra magna La tradició catalana. Catalunya s’ha pastat amb el llevat del cristianisme. Malament rai, si Catalunya de bell nou no esdevé cristiana. Malament rai, si el model de família tradicional se’n va en orris. Família, contracció sàvia i simple del llatí femina et fillia: dona i fills. No ho trobarem en cap diccionari etimològic, però ja es comprèn que la família és això. Qui transmetrà els valors, la tradició i la llengua, sinó la família? El panorama que s’insinua és desolador: famílies que es desfan (arbres genealògics, adéu-siau!), ignorància religiosa, eucaristies buides, retorn de la blasfèmia, culte al dimoni, sectes diverses, alcoholisme juvenil, drogues, algun suïcidi, avortaments (el 15% dels embarassos segons estadístiques governamentals), natalitat baixíssima, nudisme, pornografia a dojo, accidents per la carretera d’un jovent que ha perdut el nord de la vida, etc., etc. Catalunya, com un altre petit país d’Europa, que és Holanda, ha passat de ser una vinya ufanosa de l’Església, El jardí de Maria segons el famós llibre del P. Narcís Camós, a ser un camp erm capaç de donar fruits agres. La petita Holanda corre el perill de desaparèixer, enduta a nivell institucional per un deliri esbojarrat d’anti-vida. Ho ha dit molt concretament mons. Javier Lozano Barragán, al seu moment president del Pontifici Consell per a la Pastoral de la Salut del Vaticà: “Holanda serà un país castigat... Allí tot està abocat a la mort! És, doncs, un país destinat a desaparèixer. En el pecat hi ha inclosa la penitència.” (La Vanguardia, La Contra 18-5-01). És que s’ha acomplert una vegada més l’antic adagi: “corruptio optimi pessima”, “allò més bo s’ha tornat el pitjor”. Els que vivim ja no ens sentim prou capaços per a fer-la tornar cristiana i la clerecia, envellida, ja no té forces per a sortir d’un malson que fa temps que dura. Sort que potser ens hi ajudaran els que ja ens van deixar, com el sant bisbe de Vic, a més d’una munió immensa de generacions que van viure i morir en aquest país que tant estimaven, portant la fe en Jesucrist nostre Senyor i en la Mare de Déu al fons del seu cor, plantant-la als cims de les muntanyes i esculpint-la a les pedres perennes, i que no és possible que ens abandonin en aquesta hora tèrbola i incerta que sembla acostar-se per a aquest dolç país i altres de l’entorn des del punt de vista de la fe. No hi ha capmés país que tingui tants sants i beats reconeguts com Catalunya, després del pontificat de Joan Pau II, cosa que ningú no li haurà agraït. Amb tot, només un miracle pot fer que Catalunya torni a ser majoritàriament cristiana i que no sigui lliurada al paganisme, però encara faria falta un miracle més gran perquè pogués sobreviure sense ser cristiana, de manera que, mirem-s’ho com vulguem, el futur de Catalunya depèn d’un miracle, i això vol dir que depèn de la pregària, ja que com digué el nostre poeta més insigne “qui aixeca o enfonsa els pobles és Déu qui els ha creat” (mossèn Cinto Verdaguer)", del llibre Tornar a creure en dos dies, de J. Clavé.
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