Tuve el gran honor de asistir como auditor al Sínodo para la Nueva Evangelización. Allí conocí y conviví con otro asistente que forma parte su fundación. Me habló de Vd. y le hablé de Vd. Me dio un libro suyo, que leí con atención por las noches. Mi opinión cambió: V.E. es un gran teólogo, tiene un gran corazón y reflexiona rezando.
He dudado en si tomar parte en la discusión sobre si los divorciados que han contraído una nueva unión pueden o no acceder al sacramento de la Eucaristía. Pero lo hago después de leer de nuevo el Documento de Aparecida, tan citado en el Sínodo. Los laicos debemos hablar.
Sinceramente creo que los fieles divorciados que conviven maritalmente con otra persona no deberían acercarse a la comunión eucarística y sí a la espiritual ya que la presencia de Jesucristo no es forzada en este último caso sino libre. Él decidirá su grado de presencia. Tradicionalmente la Iglesia ha protegido cuidadosamente la eucaristía de todo tipo de abusos. No es bueno para el ser humano acercarse a comulgar con sombra de pecado grave. El caso es especialmente duro para el cónyuge abandonado que ha encontrado a otra persona y conserva la fe.
Es posible que muchos matrimonios sean nulos. También es cierto que muchos tribunales eclesiásticos son laxos (se lo dice el Papa todos los años a La Rota). Pero- ¡ojo!- aquí tenemos también un grave problema planetario de pastoral familiar. La Iglesia ha sido siempre muy cuidadosa en registrar los matrimonios y en que el testigo de los mismos sea cualificado. Sin embargo, ¿es aceptable que el clérigo yerre el 50% (se ha dicho) en saber si los novios tienen las debidas disposiciones? Quiero huir de la exageración y sé perfectamente que cuando dos se quieren casar, acaban haciéndolo donde sea y como sea. Eso pide a gritos más y mejor pastoral de familia.
El Dr. Simón con el Papa Francisco |
Me preocupan los millones de adolescentes y jóvenes que no viven la castidad, quizá porque nadie les ha propuesto una solución positiva: oración, sacramentos, recurso a María, visión gozosa, deporte, recomenzar y recomenzar. ¡Es heroico ser completamente abstinente hasta los 30 años en que se casan! Quizá deberíamos prepararlos para casarse antes y mejor.
La doctrina sobre la abstinencia de aquellas personas con arraigadas tendencias hacia el mismo sexo también es exigente. Y, sin embargo, es más sana de lo que pensamos.
Los militares o marineros que no tienen o no ven a sus esposas durante meses, ¿no son casos tristes? Y, sin embargo, masturbarse, acudir a prostitutas en cada puerto o usar la pornografía es mucho peor que ser castos. Los laicos y los sacerdotes podemos y debemos consolarles, pero no podemos aceptar el matrimonio colonial. En este mundo estamos de paso y de prueba. El tiempo limita los sufrimientos y la prueba genera mérito y belleza ante Dios.
¡Dios guarde a V.E. muchos años!
!Olé, Dr. simón!!
ResponderEliminarMuy bien, opinión libre y sincera, sin miedo.
EliminarLe apunto que hay fieles que no son bien orientados, o ellos no entienden la orientación, en los casos de anulación matrimonial. Hay fieles que, opinión particular, son una anulación matrimonial canónica "de cajón", pero se les orienta como que esta anulación es imposible.
Y algunos fieles necesitan la honestidad, misericordia, del párroco de decirles que en su parroquia no. Evidentemente el que quiere encontrará.
Los Tribunales laxos?, hay que particularizar, en que casos, en que lugar, etc.
Creo que hay un caso del pasado (no olvidemos que hace los años que sean, es España TODOS se casaban por la Iglesia) y un caso del futuro, tiene toda la razón la pastoral familiar de la familia es la base, y los jóvenes el futuro.
Gracias.
Sr. Anónimo de las 12,06.
EliminarMejor diremos que "CASI TODOS" se casaban por la Iglesia, para no tener problemas después para bautizar a los hijos, para el ingreso en escuelas católicas, que la verdad daba un "poco de distinción", con respecto a los que iban a colegios del ayuntamiento, pero tambien los habían que juntaban para no perder la paga, o simplemente se casaban por otro rito no católico.
Sin ir más lejos delante de mi casa había una Capilla Evangélica y allí celebraban sus cultos y nunca vi a la policia que anduviese por ahí. Eso me demuestra que sienpre "hay de todo en la viña del Señor".
En aquellos tiempos, el divorcio no estaba permitido, es verdad, pero también había separaciones y mulidades.
Quien defiende tesis heterodoxas no puede ser un gran teólogo.
ResponderEliminarDr. Castellví: Es una alegría leer esta carta, tan bien redactada, tan respetuosa y que tanto nos lleva a considerar algunos aspectos que han quedado olvidados bajo etiquetas o fórmulas aberráticas. He de darle las gracias y decir que contribuye tanto al apostolado como a nuestra misma educación, dando a la vez una muestra de conducta ejemplar.
ResponderEliminarVaya mi consideración para las personas que han de permanecer alejadas de sus cónyuges por motivos de fuerza mayor y les son fieles, hacia las víctimas del divorcio o la separación que se les ha impuesto y nunca han aceptado, y a los viudos que guardan la memoria de sus cónyuges en castidad. Junto con el celibato consagrado, son oblaciones que limpian a la humanidad en medida en que puede hacerlo la Comunidad de los Santos.
Yo no soy sacerdote, por lo que no confieso. Me libraré mucho de tirar una primera piedra, como no sea sobre mi propia cabeza. Pero quiero recordar que existen unas condiciones necesarias para comulgar y que el hecho de no cumplirlas agrava el estado espiritual y el pecado. La Eucaristía sana al alma, pero la Confesión también lo hace.
Y con la Comunión ocurre lo mismo que con las blasfemias: ¿Para qué blasfemar de Dios, si se cree en Él? Si no se cree, ¿Para qué hacerlo?
Pero habría que empezar a negar la Comunión a los reyes, políticos, jefes de estado y de gobierno, artistas u otros famosos... antes que al resto, si son pecadores públicos. El motivo está claro: Más público es un famoso a quien conocen millones de personas, que el vecino del quinto, a quien sólo conocen los de la barriada, sus familiares y amigos del bar y la querida.
Hoy acabará el Congreso de Pastoral de las grandes ciudades, organizado por el cardenal Sistach, y viendo las visualizaciones en Aula Magna [1], da la apariencia que fuera de los congresistas, no ha suscitado interés.
ResponderEliminarDesearía hacer unas opiniones, después de haber oído los tres primeros días:
1. Si se ponen científicos sociales, acaban haciendo ciencia social, es decir, dan opiniones e hipótesis, lugares y palabras comunes de moda (ultramodernidad, redes, movilidad) y consensos interpretativos de verdades provisionales.
Con el agravante de que la ciencia actual ha eliminado a Dios como causa inicial, intermedia y final, siendo sustituida por la sola razón. Al final, el sociólogo acaba hablando un 95% de sociología y un 5% de religión católica y de pasada.
2. Por otra parte, si ponemos a consagrados y teólogos católicos modernistas que piensan que la nueva evangelización, al sentirse como reconquista, propaganda o proselitismo, se debe de sustituir por la expresión de segundo anuncio o comunicación del evangelio, cae en el peligro de derivar simplemente en un reduccionismo hacia una humanización sin transcendencia, una fe antropológica, una evangelización fraternizadora.
Al final, se cae en la visión de un católico como ciudadano responsable, que acepta la pluralidad de creencias y convicciones de la multiculturalidad de la metrópolis moderna: en resumen, decir sí al César en políticas de homosexualismo, aborto, eugenesia reproductiva, eutanasia y suicidio asistido, divorcismo, legalización de drogas.
El lenguaje europeo de teología es éste: con apariencia de ultracientificidad y modernidad a la moda del momento, olvidarse y negar implícitamente toda la realidad mística, ascética y espiritual: ángeles, demonios, tentaciones, pecado, gracia, revelaciones privadas o proféticas postbíblicas, sacramentos, sacramentales, indulgencias...
3. Mi impresión es que debería de haber sido un congreso de laicos, sacerdotes y religiosos espirituales, carismáticos y místicos, que han buscado a Dios tal como se ha buscado en la tradición católica de siempre.
El Congreso debería de haber sido como Medjugorje, pero sin apariciones, para que se entienda: del Confesionario al Altar, el rezo del rosario ante el Santísimo, el ejercicio del movimiento carismático, el mejor fruto del Concilio: la sanación, la curación, la reparación, la adoración, la petición, el exorcismo.
Cristo nos salva y nos ama, pero nos salva también desde un punto de vista escatológico, nos salva del pecado mortal que lleva al infierno (segunda muerte que mata la vida eterna) y nos libera de la acción real del demonio (tentación, posesión, maldición que matan la gracia): verdadera teología de la salvación y la liberación.
Esto es consecuencia del doble eje teológico que siempre hay que contemplar:
- el eje de la salvación (Dios, justicia, perdón, gracia y amor).
- el eje de la escatología (mandamiento, demonio, anticristo, pecado original, personal y social, pecado interior de la Iglesia, muerte eterna), como figura-tipo de lo que vendrá históricamente en el futuro: el apocalipsis.
Pero la diócesis de Barcelona no ha promocionado esta espiritualidad tradicional durante estos diez años de pontificado de Mons. Sistach. En realidad, para los teólogos católicos modernistas de Barcelona, lo tradicional es carca, antiguo y obsoleto, no es nuevo ni europeo, científico. Allá ellos.
4. Se nota la ausencia del Cardenal Burke en este Congreso, una alucinante falta incomprensible. Aquí hablo como hablaría un extraterrestre de Andrómeda, desde una hipotética razón aséptica.
ResponderEliminarEs ilógico que el cardenal Raymond Leo Burke haga una conferencia provida y profamilia, “El deber cristiano de la defensa de la vida y de la familia”, que se celebrará a las 18:30 en el Colegio Corazón Inmaculado de María... ¿de Barcelona?... ¡No! ¡de Sentmenat!... en un día laborable, a 30 kilómetros de Barcelona, cuando finalizan los horarios laborales. Flipante.
Es decir, no se celebra en Barcelona, en la misma Aula Magna del Seminario, como hace este Congreso Internacional, ni en la Sagrada Familia, ni en el Palacio de Congresos o en cualquier otro lugar con suficientes plazas.
5. Y aquí está mi visión sobre dicho Congreso Internacional de Pastoral de grandes ciudades: le veo el peligro evidente de degradarse hacia una alegre forma de turismo cardenalicio para este noviembre, sólo para dar unas conclusiones finales completamente incompletas, insuficientes y despistadas al Papa.
Además, parece que será un Congreso de Pastoral completamente amputado de la verdadera Pastoral: la del cardenal Burke y su pastoral provida y profamilia, derivadas del Evangelium Vitae y de la Veritatis Splendor: como dijo Juan Pablo II, una democracia que no protege la vida desde la concepción hasta la muerte, entonces se transforma en un totalitarismo dictatorial.
Y es cierto, porque hoy en Europa se va hacia el hitlerismo consensual: no es el Estado que obligatoriamente mata a la gente por imperativo racial, es la misma gente quien se mata a sí misma bajo el amparo de leyes de aborto, eutanasia, eugenesia reproductiva y muerte asistida. Ni Hitler pensó en tal paraíso de la muerte: "Al fin lo han hecho, se matan ellos mismos para que queden sólo los mejores, los de más calidad, los más fuertes, los más productivos para el Estado y la Raza."
El Congreso Pastoral de grandes ciudades del cardenal Sistach no ha querido alojar a la pastoral de la vida y de la familia católica del cardenal Burke: absurdo.
6. Una opinión: las parroquias de elección, basadas en el derecho a decidir el lugar, la pastoral, la liturgia y la disciplina bajo el principio de diversidad y complementariedad, tiene el peligro de acabar convirtiendo parroquias segregadas bajo el imperio de la herejía de la ideología del modernismo progresista protestantizante.
El sacerdote rector no es un ministro o un presidente de asamblea, o un proveedor de servicios religiosos. El fiel no es un actor, un protagonista, un interlocutor de un acto de comunicación, un sujeto, o un partenaire (socio o compañero, el compi de antes). La fe no se realiza desde la validación comunitaria o afinitaria.
La supresión de iglesias parroquiales y su substitución por lugares con diversidad de "ofertas" litúrgicas y pastorales, como si fuera una plaza de mercado con ofertas del día. Ello sólo conlleva a la destrucción del catolicismo, como sucede en Cataluña, que toma el mal ejemplo de Bélgica (que legalizó la eutanasia de niños), Holanda, Suiza (legalizó la muerte asistida), Austria y Quebec. Los experimentos aberrantes se hacen en países pequeños con obispos despistados, ciegos e ígnaros, y el efecto es la desafección y desvinculación masiva del católico, harto de sólo ver el silencio de los pastores y el ágape masivo de las ovejas por lobos sanguinarios disfrazados de corderos.
Es peligroso decir que ningún católico puede ser excluido de la parroquia, de estar abierto a todos, de ser acogedor y cordial con todos, de no ser aduaneros ni reconquistadores, si ello se entiende que, por ejemplo, los católicos en pecado mortal pueden comulgar y participar en cargos y funciones, que no hay que evangelizar enseñando los mandamientos, que no hay que de confesar los pecados, que no hay que denunciar proféticamente los pecados sociales del pueblo y del gobierno (aborto, homosexualidad).
[1] www.youtube.com/channel/UC4IfkVsHLKFxwCF1KgCixAw
Gracias Dr, Simón, no se puede decir más claro.
ResponderEliminarSus maravillosas palabras, quedan avaladas por el Evangelio que escuchamos ayer precisamente en la Misa correspondiente:
- «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.» (san Juan 15, 9-11)
No estoy de acuerdo. Soy abogado, no presido ninguna asociacion de abogados católicos, soy creyente. pero un medico como ud no comprende el lado pastoral de la propuesta. Puede que yo tampoco. El sacerdote, no obstante, es pastor: como Cristo y éste le dijo que cuide de todas las ovejas. Se va a por la que se perdió. Se alegra mas el cielo por un pecador que se arrepiente que por mil justos que son fieles. No lo olvide, le diría el Papa. A propósito, ¿a qué viene la foto del Papa, no es cosa del Cardenal Karlsper? El sacramento es sanación y medicina, y se suele negar unido a la negativa del sacramento de la Confesión. Es algo insensible total.
ResponderEliminar"No a una misericordia injusta"
EliminarJuan Pérez-Soba.
Doctor en Teología en matrimonio y familia por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios de matrimonio y familia
http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=20211
¿Cuál es el lado pastoral de la propuesta? ¿Arrojar por la borda las enseñanzas de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio? ¿Impedir que las personas se enfrenten a su vida de pecado? ¿Ayudarlas a su condenación permitiéndoles comuniones sacrílegas? ¿Corromper el Sacramento de la Eucaristía y el de la Penitencia? ¿Hay que recordar que la confesión sin propósito de enmienda no es válida?
EliminarLa fotografía del papa Francisco es muy pertinente porque la propuesta del cardenal Kasper sin el apoyo del papa no tendría ninguna importancia, lo relevante es que el papa Francisco en el Sínodo de los Obispos la aplaudió con entusiasmo calificándola de "teología hecha de rodillas". This is the problem.
Como ya dije en un comentario anterior, cuando se abordó esta cuestión, el verdadero problema de la “solución pastoral” que propone el cardenal Kasper, apoyada por el papa Francisco, es que no afronta la existencia del vínculo matrimonial indisoluble, y teniendo en cuenta su propuesta parece que lo cuestiona, en todo caso rehúye entrar en lo que es el problema real. Por tanto, estamos ante una cuestión de carácter doctrinal de gran magnitud, el mantenimiento o no de la doctrina del vínculo matrimonial, que aparece tapada por un falso debate entre rigor y misericordia. El fondo de la propuesta Kasper concierne a la cuestión fundamental de la doctrina del vínculo indisoluble.
Por lo que se refiere a la misericordia, que va unida a la verdad y la justicia, no puede ser confundida con la tolerancia, y no puede aplicarse a situaciones de grave injusticia como es una convivencia contraria al vinculo matrimonial. La misericordia, que aborda la forma en que la Iglesia es Sacramento del Perdón divino, está siempre dirigida a sanar las heridas del pecado orientando al arrepentimiento y a la conversión. Esta es la auténtica misericordia, totalmente diferente de la simple tolerancia y lejos de la falsa alternativa entre rigor y misericordia; es la medicina que Iglesia puede ofrecer si quiere ser fiel a su misión, pues de otra forma sería no curar a los heridos y engañar a los sanos.
Es erroneo pensar que el Cardenal Karlsper y el Papa no esten de acuerdo con el matrimonio indisoluble. Lo unico que creo es que se desconoce lo que dice Jesucristo, lo que dicen los Padres de la Iglesia, lo que dice
Eliminarsan Juan Pablo II, cuando dice que los divorciados casados que viven como hermanos pueden comulgar, y lo que dice para algunos casos la propia Enciclica Familiaris Consortio sobre la posibilidad de comulgar de algunos casados en segundas nupcias. Seria buenos revisáramos nuestras caducas conclusiones sin observar los casos especiales que no solo no perjudican la indisolubilidad del matrimonio sino que la refuerzan.
No a una justicia sin misericordia.
EliminarYa lo decian los filosofos cristianos que no existe justicia sin misericordia. Algunos solo consideran el lado inverso, qué se le va a hacer, Laura. Dios es infinitamente misericordioso e infinitamente justo.
El Cardenal Kasper no se refiere a los que viven como hermanos sino a los católicos separados y casados civilmente. Pero usted, apreciado Álvaro para hacer prevalecer sus opiniones al parecer es de los que consideran caduco el Evangelio.
EliminarEl Cardenal no se refiere a todos ellos sino a aquellos que se comprueba que han vivido un segundo matrimonio con responsabilidad, que tienen fe, que quieren dar la fe a sus hijos, que acuden a los sacramentos (excepto la sagrada comunion, hasta que no se les admita) y que han pasado muchos años desde el primer matrimonio. Desgraciadamente no se lee bien la propuesta del santo cardenal. Caducos son los que no dan frutos de amor pues viviendo del Evangelio no se puede no dar frutos. Por sus frutos los conoceréis.Opinion mia no he presentado alguna aquí, sino la de los Padres de la Iglesia hasta el siglo III, la de Juan Pablo II y la del cardenal y el Papa actual. Mi opinion es que es una desgracia cómo stá organizada la Curia, cómo algunos dicen que viven el matrimonio indisoluble, como se da la comunion a tantos que luego abortan o ligan trompas, para no dar la vida, o que limitan sus matrimonios a unos besitos de buenos dias y a trabajar a sus propias oficinas, tener unas empleadas y salir de copas, pero no tener hijos que no se lleva. Poca responsabilidad de crecer la familia y tener muchos hijos. Poca comprension del conyuge y luchas fraticidas en los tribunales.
EliminarLo que dice la Enciclica Familiaris Consortium de Juan Pablo II hace mas de 30 años que se practica poco, en algunos casos:
ResponderEliminare) Divorciados casados de nuevo
La experiencia diaria enseña, por desgracia, que quien ha recurrido al divorcio tiene normalmente la intención de pasar a una nueva unión, obviamente sin el rito religioso católico. TratTamaño de fuenteándose de una plaga que, como otras, invade cada vez más ampliamente incluso los ambientes católicos, el problema debe afrontarse con atención improrrogable. Los Padres Sinodales lo han estudiado expresamente. La Iglesia, en efecto, instituida para conducir a la salvación a todos los hombres, sobre todo a los bautizados, no puede abandonar a sí mismos a quienes —unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental— han intentado pasar a nuevas nupcias. Por lo tanto procurará infatigablemente poner a su disposición los medios de salvación.Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido.
En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida. Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza.La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos».
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Actuando de este modo, la Iglesia profesa la propia fidelidad a Cristo y a su verdad; al mismo tiempo se comporta con espíritu materno hacia estos hijos suyos, especialmente hacia aquellos que inculpablemente han sido abandonados por su cónyuge legítimo.
La Iglesia está firmemente convencida de que también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación pueden obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración, en la penitencia y en la caridad.
Todas estas discusiones me parecen algo surreales.
ResponderEliminarJesús nunca dijo que el matrimonio fuera "indisoluble", un término jurídico impropio del Evangelio.
Jesús defiende el matrimonio y proclama que peca quien atenta contra su unidad. También defiende la vida y peca quien mata a otro. La vida humana, diríamos hoy, es inviolable, como decimos que el matrimonio es indisoluble. Pero quien viola la vida y mata a otro, recibe el perdón y puede comulgar. Quien "disuelve" su matrimonio, no tiene esa suerte. ¿Debería matar a su cónyuge para poder reconciliarse con la Iglesia?
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EliminarEl matrimonio precede en historia a la Iglesia. Fue creado por Dios desde el inicio de la Creación mientras la Iglesia fue creada por Ntro. Sr Jesucristo mucho tiempo después.
Jesucristo quiso santificar esta unión humana creada por Dios a través del Sacramento del Matrimonio.
“«El Creador al principio los hizo hombre y mujer» (Mt 19,4; Mc 10,6)
1. Desde hace algún tiempo están en curso los preparativos para la próxima Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en Roma en el otoño del próximo año. El tema del Sínodo: «De muneribus familiæ christianæ (Misión de la familia cristiana»), concentra nuestra atención sobre esta comunidad de vida humana y cristiana, que desde el principio es fundamental. Precisamente de esta expresión, «desde el principio» se sirve el Señor Jesús en el coloquio sobre el matrimonio, referido en el Evangelio de San Mateo y en el de San Marcos. Queremos preguntarnos qué significa esta palabra «principio». Queremos además aclarar por qué Cristo se remite al «principio» precisamente en esta circunstancia y, por tanto, nos proponemos un análisis más preciso del correspondiente texto de la Sagrada Escritura.
2. Jesucristo se refirió dos veces al «principio», durante la conversación con los fariseos, que le presentaban la cuestión sobre la indisolubilidad del matrimonio. La conversación se desarrolló del modo siguiente:
«Se le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle, y le preguntaron: ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa? El respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra? Y dijo: Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre. Ellos le replicaron: Entonces ¿cómo es que Moisés ordenó dar libelo de divorcio al repudiar? Díjole El: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así» (Mt 19, 3 ss; cf. Mc 10, 2 ss).
Cristo no acepta la discusión al nivel en que sus interlocutores tratan de introducirla, en cierto sentido no aprueba la dimensión que ellos han intentado dar al problema. Evita enzarzarse en las controversias jurídico casuísticas; y, en cambio, se remite dos veces «al principio». Procediendo así, hace clara referencia a las palabras correspondientes del libro del Génesis, que también sus interlocutores sabían de memoria. De esas palabras de la revelación más antigua, Cristo saca la conclusión y se cierra la conversación.
3. «Principio» significa, pues, aquello de que habla el libro del Génesis. Por lo tanto, Cristo cita al Génesis 1, 27, en forma resumida: «Al principio el Creador los hizo varón y hembra», mientras que el pasaje original completo dice así textualmente: «Creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó y los creó varón y hembra». A continuación el Maestro se remite al Génesis 2, 24: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre; y se unirá a su mujer; y vendrán a ser los dos una sola carne». Citando estas palabras casi «in extenso», por completo, Cristo les da un significado normativo todavía más explícito (dado que podría ser hipotético que en el libro del Génesis sonaran como afirmaciones de hecho: «dejará... se unirá... vendrán a ser una sola carne»). El significado normativo es admisible en cuanto que Cristo no se limita sólo a la cita misma, sino que añade: «De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre». Ese «no lo separe» es determinante. A la luz de esta palabra de Cristo, el Génesis 2, 24 enuncia el principio de la unidad e indisolubilidad del matrimonio como el contenido mismo de la Palabra de Dios, expresada en la revelación más antigua.
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Eliminar4. Al llegar a este punto se podría sostener que el problema está concluido, que las palabras de Jesús confirman la ley eterna formulada e instituida por Dios desde el «principio», como la creación del hombre. Incluso podría parecer que el Maestro, al confirmar esta ley primordial del Creador, no hace más que establecer exclusivamente su propio sentido normativo, remitiéndose a la autoridad misma del primer Legislador. Sin embargo, esa expresión significativa: «desde el principio», repetida dos veces, induce claramente a los interlocutores a reflexionar sobre el modo en que Dios ha plasmado al hombre en el misterio de la creación, como «varón y hembra», para entender correctamente el sentido normativo de las palabras del Génesis. Y esto es tan válido para los interlocutores de hoy, como lo fue para los de entonces. Por lo tanto, en el estudio presente, considerando todo esto, debemos meternos precisamente en la actitud de los interlocutores actuales de Cristo.
5. Durante las sucesivas reflexiones de los miércoles, en las audiencias generales, como interlocutores actuales de Cristo, intentaremos detenernos más largamente sobre las palabras de San Mateo (19, 3 y ss). Para responder a la indicación que Cristo ha encerrado en ellas, trataremos de penetrar en ese «principio» al que se refirió de modo tan significativo; y así seguiremos de lejos el gran trabajo que sobre este tema precisamente emprenden ahora los participantes en el próximo Sínodo de los Obispos. Junto con ellos toman parte numerosos grupos de Pastores y de laicos que se sienten particularmente responsables de la misión que Cristo propone al matrimonio y a la familia cristiana: la misión que El ha propuesto siempre y propone también en nuestra época, en el mundo contemporáneo.
El ciclo de reflexiones que comenzamos hoy, con intención de continuarlo durante los sucesivos encuentros de los miércoles, tiene como finalidad, entre otras cosas, acompañar, de lejos por así decirlo, los trabajos preparativos al Sínodo, pero no tocando directamente su tema, sino dirigiendo la atención a las raíces profundas de las que brota este tema.”
***Los fundamentos de la familia a la luz de Cristo (Catequesis sobre Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II el 5-IX-79/9-IX-79)