Es importante recordar que esta Marcha fue precedida el día anterior por un ciclo de conferencias en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum: Desde la razón como punto de partida para reconocer la sacralidad de toda vida humana, hasta la acogida del bebé enfermo y malformado, pasando por el osado testimonio de Lila Rose, enemiga número uno de la multinacional abortista Planned Parenthood, se abrió todo el abanico de iniciativas intelectuales y prácticas con las que se defiende y protege el don inestimable de la vida.
Y es que, volviendo a la crónica de la reciente Marcha por la Vida, quien se había puesto a la cabeza era nada menos que el alcalde de Roma, que además habló muy claro: “Si se está contra la pena de muerte, no se puede estar a favor del aborto y de la eutanasia”. Y llamó al aborto “la matanza de los inocentes”. ¡Ah!, y estaba en plena campaña de elecciones municipales. Es que en Italia ni los políticos ni los sacerdotes, religiosos y religiosas (que participaron a centenares) ni los obispos (alguno hubo) sufren la patética patología que se da en España, donde ninguna de esas figuras (ni siquiera las religiosas: ¡menudas figuras!) quiere destacarse como defensor de la Vida. ¿Pero qué les pasa?
Y también a la cabeza, el cardenal norteamericano Raymond Burke, y el vicepresidente del Senado Italiano: sin complejos. Y el Papa Francisco, Dios lo bendiga, quiso salir a su encuentro para darles su apoyo y su bendición. Y se comprometió expresamente con la causa que promovía la marcha con especial énfasis: la recogida de firmas para la iniciativa europea “Uno de Nosotros”.
Y habló de todo ello el Papa en el Regina Coeli: Saludo a los participantes -dijo- en la Marcha por la Vida que ha tenido lugar esta mañana en Roma, e invito a mantener viva la atención de todos sobre el tema tan importante del respeto por la vida humana desde el momento de su concepción. Y añadió: A este propósito me agrada recordar también la recogida de firmas que hoy se realiza en muchas parroquias italianas, a fin de sostener la iniciativa europea “Uno de Nosotros” para garantizar protección jurídica al embrión, tutelando a todo ser humano desde el primer instante de su existencia. Y ya lanzado, remató su discurso convocando él mismo a todos los defensores de la vida para el mes siguiente: Un momento particular para aquellos que defienden el carácter sagrado de la vida humana, será la jornada del Evangelium Vitae, que tendrá lugar aquí en el Vaticano, en el contexto del Año de la Fe, los próximos 15 y 16 de junio.
Ahí tenemos a nuestro Papa Francisco totalmente entregado a la causa de la Vida, a la que considera sin duda como una de las grandes causas de la Iglesia. En este contexto se entiende mucho mejor y cobra gran relieve la audiencia que el Papa concedió al doctor Simón, uno de los más destacados defensores de la Vida en Cataluña.
Una Marcha con tan gran número de participantes (del orden de las decenas de miles), en una ciudad en campaña de elecciones municipales, con una movida deportiva escolar que obligó a repartir entre ellos y nosotros la anchísima avenida que va del Coliseo al Castel Sant´Angelo, y con una plaza del Vaticano ocupada por los asistentes a la beatificación que tenía lugar ese mismo día, tenía su complejidad organizativa. Durante la concentración de los participantes junto al Coliseo, hablaron representantes de las distintas delegaciones. Fue la ocasión de escuchar el discurso cada vez más contundente sobre los argumentos en que se sostiene la defensa de la vida, poniendo cada uno el acento en uno distinto. También a mí me invitaron a hablar y, en nombre de Sacerdotes por la Vida, afirmé que Roma no estaba sola, que un pueblo inmenso se levantaba en todo el mundo, que esta guerra contra la muerte no está decidida y que juntos resistiremos y venceremos a los enemigos de la vida de los no nacidos.
En ese mismo orden de cosas, la enorme variedad de mensajes de pancartas, banderas, cartulinas y soportes de todo tipo, transmitía con gran viveza el arsenal de ideas que movían la marcha. Los transeúntes tuvieron oportunidad de repasar ideas y eslóganes, algunos muy incisivos. El espectáculo de color tanto de los participantes como de sus banderas, pancartas, globos y demás, era impresionante. Y puesto que no se contaba con una megafonía que cubriese todo el recorrido de la marcha (ni falta que hacía), en cada sector de la misma había una animación de género distinto. Unos cantaban, otros coreaban eslóganes, otros saltaban y bailaban, otros rezaban el rosario. Había nutridos grupos de congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeninas, con sus respectivos hábitos. Llamaba especialmente la atención el nutrido y alegre grupo de médicos y demás personal sanitario desfilando con su bata blanca.
En fin, que fue una jornada magnífica. Aquel soleado domingo de mayo, en Roma un pueblo se levantó. El pueblo de la Vida se levantó y caminó, un pueblo que ama, respeta, sirve y defiende la vida: toda vida humana. ¡Bendito sea!
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
Muy interesante, Mn. Custodio, ese artículo.
ResponderEliminarQuizá puede servir como comentario la conversión del Dr. Bernard Nathanson:
Cuando la "Mano de Dios" alcanzó al "Rey del aborto"
¿Qué puede llevar a un poderoso y reconocido médico abortista a convertirse en un fuerte defensor de la vida y abrazar las enseñanzas de Jesucristo?
¿Pudo más el peso de su conciencia por la muerte de 60 mil no nacidos o quizás las muchas oraciones de todos aquellos que rogaron incansablemente por su conversión?
Según Bernard Nathanson, el popular "rey del aborto", su conversión al catolicismo resultaría inconcebible sin las plegarias que muchas personas elevaron a Dios pidiendo por él. "Estoy totalmente convencido de que sus oraciones fueron escuchadas por Él", indicó emocionado Nathanson el día en que el Arzobispo de Nueva York, el fallecido Cardenal O´Connor, lo bautizó".
Hijo de un prestigioso médico judío especializado en ginecología, el Dr. Joey Nathanson, a quien el ambiente escéptico y liberal de la universidad hizo abdicar de su fe, Nathanson creció en un hogar sin fe y sin amor, donde imperaba demasiada malicia, conflictos y odio.
Profesional y personalmente Bernard Nathanson siguió durante buena parte de su vida los pasos de su padre. Estudió medicina en la Universidad de McGill (Montreal), y en 1945 se enamoró de Ruth, una joven y guapa judía con quienes hicieron planes de matrimonio. La joven, sin embargo, quedó embarazada y cuando Bernard le escribió a su padre para consultarle la posibilidad de contraer matrimonio, éste le envió cinco billetes de 100 dólares junto con la recomendación de que eligiese entre abortar o ir a los Estados Unidos para casarse, poniendo en riesgo su brillante carrera como médico que le esperaba.
Bernard puso su carrera por delante y convenció a Ruth de que abortase. No la acompañó a la intervención abortiva y Ruth volvió sola a casa, en un taxi, con una fuerte hemorragia, estando a punto de perder la vida. Al recuperarse -casi milagrosamente- ambos terminaron su relación. "Ese fue el primero de mis 75.000 encuentros con el aborto, me sirvió de excursión iniciadora al satánico mundo del aborto", confesó el Dr. Nathanson.
Regreso del hijo pródigo
Nathanson había abandonado su antigua profesión de "carnicero humano" pero aún quedaba pendiente el camino de vuelta a Dios.
El movimiento provida le había proporcionado el primer testimonio vivo de la fe y el amor de Dios. En 1989 asistió a una acción de Operación Rescate en los alrededores de una clínica. El ambiente de los que allí se manifestaban pacíficamente en favor de la vida de los aún no nacidos le había conmovido: estaban serenos, contentos, cantaban, rezaban. Los mismos medios de comunicación que cubrían el suceso y los policías que vigilaban, estaban asombrados de la actitud de esas personas. Nathanson quedó afectado "y, por primera vez en toda mi vida de adulto empecé a considerar seriamente la noción de Dios, un Dios que había permitido que anduviera por todos los proverbiales circuitos del infierno, para enseñarme el camino de la redención y la misericordia a través de su gracia".
Pronto, el médico acaba leyendo "Las Confesiones", de San Agustín, libro que calificó como "alimento de primera necesidad", convirtiendose en su libro más leído ya que San Agustín "hablaba del modo más completo de mi tormento existencial; pero yo no tenía una Santa Mónica que me enseñara el camino y estaba acosado por una negra desesperación que no remitía".
Finalmente, el 8 de diciembre de 1996, a las 7.30 de un lunes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la cripta de la Catedral de S. Patricio de Nueva York, el Dr. Nathanson se convertía en hijo de Dios. Entraba a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, su Iglesia. El Cardenal John O´Connor le administró los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Que tomen nota Meneses, Sistach y Agustín Cortes. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar...
ResponderEliminarMn. Custodio,
ResponderEliminarInteresante articulo y esperanzador, es hora de poner freno a tanto barbarismo, de que este mundo tan avanzado según nos hacen creer tome conciencia y responsabilidades.
" SI, A LA VIDA " "SI, A TODA VIDA HUMANA "
Gracias Mossen por compartirnos palabras de vida, que sin lugar a dudas es el Espíritu Santo quien le empuja a seguir, guárdese y siga anunciando el Evangelio y denunciando el mal.
ResponderEliminarLe saludo en unión de mi familia,
Albert