Cristo con Moisés y Elías en la Transfiguración, que centra el II domingo cuaresmal. |
Tenemos el testimonio del canon 5 del concilio de Nicea (325), que recomienda a los obispos convocar dos sínodos anuales para la reconciliación de los excomulgados, el primero de los cuales antes de la “cuarentena”. Y aunque algunos eruditos piensan que se refiere más bien a la cuarentena pascual (antes de la Ascensión), lo cierto es que contemporáneamente hablan de la Cuaresma tal como la entendemos hoy en día, Eusebio de Cesarea, San Atanasio, San Cirilo de Jerusalén, el Concilio de Laodicea y la Peregrinatio de Egeria. Todos ellos testimonios del siglo IV en la Iglesia de Oriente.
En Occidente hacen mención en términos explícitos los escritos de Prisciliano, Gregorio de Elvira, Egeria sobre Hispania y Aquitania, San Agustín sobre África y San Ambrosio sobre Milán. En cuanto a Roma, la carta festalis del año 341 de San Atanasio a Serapión de Thmuis, deja claro que era ya costumbre una observancia cuaresmal.
En Occidente hacen mención en términos explícitos los escritos de Prisciliano, Gregorio de Elvira, Egeria sobre Hispania y Aquitania, San Agustín sobre África y San Ambrosio sobre Milán. En cuanto a Roma, la carta festalis del año 341 de San Atanasio a Serapión de Thmuis, deja claro que era ya costumbre una observancia cuaresmal.
El Papa San León a mediados del siglo V habla de un periodo cuaresmal de 40 días de ayuno efectivo, sábados incluidos. Es posible que antes se diera una cuaresma de sólo tres semanas excluyendo los sábados. Lo más probable (y es tesis del Duchesne) es que la Cuaresma fuese de 40 días pero sólo con tres semanas de ayuno riguroso, intercaladas de otras tres de ayuno mitigado. Esas tres rigurosas semanas serían: la 1ª que es la de Témporas, la 4ª llamada mediana (desde Laetare hasta el sábado Sitientes posterior) y la Semana Santa que es la última. Nótese que estas tres semanas tienen características litúrgicas propias. La 1ª de témporas es una semana de antiquísimas estaciones litúrgicas en los más importantes santuarios de la Urbe, la mediana, después del anticipado júbilo del IV domingo en Laetare , prepara a conferir las Sagradas Órdenes durante el sábado Sitientes, y la Semana Santa con su particular ritmo litúrgico y su especialísima personalidad.
Exhortación al ayuno y la oración en la Cuaresma Ortodoxa |
La Cuaresma en el periodo patrístico era más bien una cuarentena penitencial que precedía la Pascha crucifixionis ( la sola conmemoración anual de la Crucifixión y Muerte del Salvador). Fue a partir del siglo V que se constituyó el Triduo Sacro, como dice San Agustín “Triduum sacratissimum crucifixi, sepulti, suscitati”, o como sintéticamente denomina San León el Paschale Sacramentum. A partir de entonces el Triduo Pascual fue considerado una fiesta única que abrazaba la Muerte, la Sepultura y la Resurrección de Cristo. Fue en preparación a este paschale mysterium que se instituyó la Cuaresma, la cual debía concluir el Jueves Santo. De hecho si contamos 40 días desde ese jueves para atrás, llegamos al domingo I de Cuaresma, llamado caput jujunii (cabeza o inicio del ayuno).
Sta. Sabina, estación del miércoles de ceniza
|
De ahí el hecho que hacia la mitad del siglo V vemos delinearse una breve preparación a la Cuaresma de 4 días más (desde el miércoles hasta el sábado incluido) con el miércoles y el viernes de pleno ayuno, con estación propia, aunque aún no considerado tiempo cuaresmal propiamente.
Los otros dos días de esa semana no tuvieron liturgia propia hasta que en tiempos de Gregorio II (+731) se dotase de misa propia el jueves y en el siglo VIII se hiciese lo mismo con el sábado. Es en esta época que encontramos completado litúrgicamente el periodo de cuatro días que desde el miércoles de ceniza (feria IV in cinerum) ahora caput jejunii, se inicia el ciclo cuaresmal: el Sacramental Gelasiano del siglo VIII es el primer testimonio. Sin embargo esos cuatro días adicionales no fueron aceptados inmediatamente por todas partes. No los aceptó la liturgia hispánica ni la ambrosiana. Esta última comienza la Cuaresma con el domingo, y el ayuno el lunes posterior. De la antigua dignidad del Domingo I de Cuaresma como caput jejunii encontramos huellas en la oración secreta (sobre las ofrendas) de esa misa que habla de “el inicio del sacrificio cuaresmal” (sacrificium quadragesimalis initii) y en algunas particularidades del Oficio Divino.
Dom Gregori Maria
Dom Gregori Maria